LA ENCENIA EN CASA DE LÁZARO.

LOS PASTORES ESTÁN PRESENTES

 


 

#Jesús en la casa de Lázaro   

#Jesús pasea por el estanque   

#Maestro, Lázaro te ruega que vengas   

#Modo como el Señor convierte a las alma  

  #Las diferencias de las almas en el cielo   

#Me parece que en ello se oculta una promesa. Entran en el salón del banquete   

#Están presentes los pastores   

#Cedan las reglas de etiqueta su lugar al amor   

#Empieza la cena. Los pastores hablan del nacimiento de Jesús   

#Una cosa es necesaria: Conocer a Dios   

#El alba del Mesías. El nacimiento de María. La estancia de María en el Templo   

#Ahora hablan los pastores   

#Por qué Señor, no consolaste a tus siervos   

#"Levantaos y bendecid al Señor vuestro Dios, de eternidad en eternidad. Sea bendito su nombre sublime y glorioso con toda clase de bendiciones y de alabanzas. Tú sólo eres el Señor. Tú hiciste el cielo y el cielo de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que en ella hay, etc. (es el himno que cantan los levitas en la fiesta de la consagración del Pueblo, cap. IX del II libro de Esdras) "

 


 

JESÚS EN LA CASA DE LÁZARO

 

La casa de Lázaro que siempre es grandiosa, esta noche es grandiosísima. Parece como si estuviese incendiándose, debido a la cantidad de lámparas que arden. La luz se desparrama por fuera en estos primeros momentos en que comienza la noche. Pasa de las salas al atrio y del atrio al pórtico. De ahí se alarga para revestir con oro los guijos del camino, las hierbas y las matas de los viveros, lucha, vence en los primeros metros, con la claridad de la luna y con su amarillo resplandor. Más adelante es algo angelical por el vestido de plata pura que la luna arroja sobre las cosas. También el silencio que envuelve al magnífico jardín en donde el cantar del surtidor que está en el estanque se oye y parece que contribuye a aumentar la paz tranquilísima de esta noche de luna, mientras que cerca de la casa voces alegres, junto con el ruido de muebles que se mueven y vajillas que se ponen sobre las mesas, recuerdan que el hombre es hombre y no es todavía espíritu.

Marta, ágil en su amplio, espléndido y púdico vestido de color violeta rojo, parece una flor, una hermosa campánula o una mariposa que vuela contra las paredes purpurinas del atrio o sobre las de la sala del banquete, que tienen pequeños dibujos que dan la impresión que fuese una alfombra.

 

JESÚS PASEA POR EL ESTANQUE

 

Jesús por su parte, pasea solo y absorto cerca del estanque. Parece como si desapareciera bajo la sombra oscura que proyecta un alto laurel, que en realidad es gigante, o bajo la fosfórica luz de la luna que se hace cada vez más fuerte, y lo es tanto que el surtidor del estanque parece un manojo de plumas de plata que se desmenuza en astillas de brillantes que caen para perderse sobre la loza tranquila, plateada del estanque. Jesús mira y escucha las palabras del agua en la noche. Adquieren tal tono musical, que un ruiseñor que está en el espeso laurel, responde al arpegio lento de las gotas con un agudo de flauta, y luego se calla, como para tomar nota y ponerse de acuerdo con la del agua, luego empieza, su perfecto, variado, placentero himno de alegría el rey de los trinos.

Jesús ni siquiera se atreve a caminar para no turbar con el ruido de sus pasos la tranquila alegría del ruiseñor y creo que también suya, porque se ve dibujar una sonrisa en sus labios, teniendo la cabeza inclinada, sonrisa verdaderamente de paz. Cuando el ruiseñor, después de una nota clarísima que sostuvo y que poco a poco fue haciendo subir -no sé cómo pueda lograrlo una avecilla tan pequeña- y termina de cantar, exclama Jesús: "¡Te bendigo, Padre Santo, por esta perfección y esta alegría que me has dado!" y continúa su lento pasear lleno de quién sabe que profundas meditaciones.

 

MAESTRO, LÁZARO TE RUEGA QUE VENGAS

 

Se le junta Simón: "Maestro, Lázaro te ruega que vengas. Todo está preparado."

"Vamos. Y así desaparezca la última duda que puedan tener de que no los ame por causa de María."

"¡Qué llanto, Maestro! Solo un milagro secreto tuyo ha podido curar ese dolor. ¿No sabes que Lázaro estuvo a punto de huir después que ella regresó, salió de la casa diciendo que dejaba los sepulcros por la alegría... y otras insolencias? Yo y Marta lo conjuramos que no lo hiciera, además porque nunca se sabe cómo puede reaccionar un corazón. Si la hubiese encontrado, le habría dado una buena tunda por todas. Al menos hubiera hecho que guardase silencio respecto de Ti."

 

MODO CÓMO EL SEÑOR CONVIERTE A LAS ALMAS

 

"Y el inmediato milagro mío en ella. Lo habría podido hacer. Pero no quiero una resurrección forzada en los corazones. Doblegaré a la muerte y me devolverá sus presas, porque soy el Señor de la muerte y de la vida. Pero los espíritus no son materia la cual depende tan sólo del aliento sino de esencias inmortales capaces de resucitar por voluntad propia a ellos no los fuerzo a resucitar. Hago la primera invitación y doy la primera ayuda. Hago como quien abriese un féretro donde hay uno que fue encerrado vivo y que debe morir si sigue en esas tinieblas asfixiantes. Dejo que entre aire y luz... luego espero. Si el espíritu tiene deseos de salir, saldrá. Si no quiere, busca más las tinieblas y se hunde más. ¡Pero si sale!... ¡Oh! si sale, te digo en verdad que nadie será más grande que el espíritu resucitado. Tan sólo la inocencia absoluta es mayor que este muerto que vuelve a vivir porque ha amado y por la alegría que siente de Dios... ¡Mis grandes triunfos!

 

LAS DIFERENCIAS DE LAS ALMAS EN EL CIELO

 

Simón, mira el cielo. ¿Ves en él estrellas, estrellitas y planetas de diferentes tamaños? Todos tienen existencia y esplendor porque Dios los creó y porque el sol los ilumina, pero no todos son iguales en su resplandor y tamaño. También en mi cielo sucederá así. Todos los redimidos tendrán vida en Mí y resplandor por mi luz, pero no todos serán iguales en el resplandor y en la grandeza. Algunos serán cual polvo sencillo de astros, como ese que forma la Vía Láctea, y lo serán muchísimos, los cuales tan sólo tuvieron del Mesías, mejor dicho, que tan solo aspiraron a lo mínimamente indispensable para no ser condenados, y solo por la infinita misericordia de Dios, después de un largo Purgatorio llegarán al Cielo. Otros serán más resplandecientes y bellos: los justos que habrán unido su voluntad -fíjate bien- voluntad, no digo buena voluntad, al querer del Mesías y habrán obedecido a mis palabras para no condenarse. Habrá también planetas, las buenas voluntades, y... ¡Que brillantísimas! Los enamorados hasta la muerte por el amor, los penitentes por amor, los que trabajaron por amor, los inmaculados por amor, brillarán con un resplandor diamantino inigualable o cual piedras preciosas de diversos colores: lucirán rojos como el rubí, de color violeta como la amatista, rubios como el topacio, blancos como las perlas.

Y habrá algunos de estos planetas -serán mis glorias de Redentor- que contendrán en sí el resplandor del rubí, de la amatista, del topacio y de la perla, porque serán todo por amor. Fueron héroes porque se perdonaron a sí mismos de no haber sabido antes amar. Fueron penitentes porque abrazaron completamente la expiación a manera como Ester que antes de presentarse a Asuero se saturó de perfumes. Fueron incansables para hacer en el poco tiempo que les restaba, lo que no hicieron en los años que perdieron pecando. Fueron puros hasta el heroísmo de olvidar, no solo en su cuerpo mismo, sino también en su corazón y pensamiento, que existe un instinto. Serán aquellos que llamarán la atención, por su diverso brillo, de los que cree, de los puros, de los que hacen penitencia, de los mártires, de los héroes, de los ascetas, de los pecadores, y para cada una de estas categorías su resplandor tendrá una palabra, una respuesta, una invitación y una seguridad...

Pero vámonos. Nosotros hablando y allá nos esperan."

 

ME PARECE QUE EN ELLO SE OCULTA UNA PROMESA...

 

ENTRAN EN EL SALÓN DEL BANQUETE

 

"Sucede que cuando hablas se olvida uno de que vive. ¿Puedo decir todo esto a Lázaro? Me parece que en ello se oculta una promesa..."

"Lo debes decir. La palabra del amigo puede tocar su herida y no se avergonzará como se avergonzaría ante Mí... Te hemos hecho esperar, Marta, pero estaba hablando con Simón de estrellas y nos olvidamos de estas luces. Verdaderamente tu casa es un firmamento esta noche."

"Hemos prendido las lámparas no sólo por nosotros y los siervos sino también por Ti y por tus amigos que son nuestros huéspedes. Gracias por haber venido la última noche. Ahora, propiamente es la Fiesta de la Purificación..." Marta querría añadir más, pero siente que el llanto sube a su garganta y calla.

"La paz sea con todos vosotros" dice Jesús al entrar en el vestíbulo que resplandece con decenas de luces plateadas, y que han sido repartidas por todas partes.

 

ESTÁN PRESENTES LOS PASTORES

 

Lázaro se adelanta: "Paz y bendición a Ti, Maestro, y muchos años de santa felicidad." Se besan. "Me han dicho estos amigos nuestros que naciste mientras Belén ardía por una Encenia tanto tiempo esperada. Estamos felices ellos y nosotros de que estés con nosotros esta noche. ¿No preguntas quiénes sean?"

"No tengo otros amigos que no sean mis discípulos, mis amados de Betania y los Pastores. Estos deben ser. ¿Han venido? ¿A qué cosa?

"A adorarte, Mesías nuestro. Lo supimos por Jonatás y aquí estamos. Nuestras ovejas están en los corrales de Lázaro, y nuestros corazones como siempre a tus santos pies." Isaac fue el que habló por Elías, Leví, José y Jonatás que se han postrado. Jonatás viene vestido con el lujo de un mayordomo a quien su dueño ama. Isaac trae su vestido de incansable peregrino, de lana color café oscuro e impermeable al agua. Leví, José, Elías traen unos vestidos que Lázaro les proporcionó. Frescos, limpios para poder sentarse a la mesa sin llevar sus vestiduras rasgadas y dolorosas de majadas pastoriles.

"¿Por eso me enviasteis al jardín? ¡Dios os bendiga a todos! No falta a mi felicidad más que mi Madre. Alzaos, alzaos. Es mi primer natalicio que celebro sin mi Madre, pero vuestra presencia me quita la tristeza, la nostalgia de su beso."

Todos pasan al comedor. Acá casi todas las lámparas están doradas y el metal brilla a la luz de las flamas y estas parecen más brillantes por el reflejo que les da el oro. Las mesas se han puesto en forma de "U" para dar lugar a tanta gente y poder servir sin estorbar a los que cortan las carnes y a los siervos. Además de Lázaro, están los apóstoles, los pastores, Maximino y el viejo siervo de Simón.

 

CEDAN LAS REGLAS DE ETIQUETA SU LUGAR AL AMOR

 

Marta vigila la disposición de los lugares y querría estas de pie. Jesús le ordena: "Hoy no eres la que nos hospeda, eres la hermana y te sientas como si fueses mi hermana. Somos una familia. Cedan las reglas de etiqueta su lugar al amor. Aquí, a mí lado, y cerca de Juan. Yo junto a Lázaro. Pero denme una lámpara. Entre Yo y Marta haya una luz... una llama: por los ausentes y por los presentes; por las personas amadas, esperadas, por los seres queridos lejanos. Por todos la flama tiene palabras de luz. El amor tiene palabras de fuego y palabras que se van lejos, sobre las ondas incorpóreas de los espíritus que se encuentran siempre, más allá de los montes y de los mares, y llevan besos y bendiciones ... todo llevan ¿No es verdad?"

Marta coloca la lámpara donde Jesús indicó, en donde estaba vacío... y como Marta comprende, se inclina para besar la mano de Jesús, y luego Él pone la suya sobre la cabeza morena de ella. La bendice y consuela.

 

EMPIEZA LA CENA

 

LOS PASTORES HABLAN DEL NACIMIENTO DE JESÚS

 

Empieza la cena. Los pastores están al principio un poco desconcertados. Isaac se muestra franco. Jonatás a sus anchas. Se sienten cada vez con mayor franqueza y según avanza la comida, hablan también. Y ¿de qué cosa pueden hablar sino de su recuerdo?

"Habíamos regresado no muchos minutos antes" dice Leví. "Yo tenía tanto frío que me refugié entre las ovejas y lloraba porque deseaba tener junto a mi mamá..."

"Yo al contrario, tenía en la mente la figura de la joven Madre que había encontrado poco antes y me preguntaba: "Habrá encontrado lugar?" ¡De haber sabido que estaba en un pesebre, la hubiera traído al redil! Pero... era tan gentil cual lirio de nuestros valles. Me pareció que podía ofenderla si le hubiese dicho: "Ven con nosotros". Su recuerdo persistía en mi mente... y sentía más el frío, al pensar el que ella estaría sufriendo. ¿Recuerdas que hermosa luz la de aquella noche?... ¿Y tu miedo?"

"Sí pero luego... el ángel... ¡Oh!" Leví un poco somnoliento, sonríe con este recuerdo.

"Escuchad un poco amigos. Nosotros no sabemos sino poco y mal. Hemos oído hablar de ángeles, pesebres, ganados, Belén... Y nosotros sabemos que El es galileo y carpintero... ¡no es justo que no lo sepamos nosotros! Se lo pregunté al Maestro en "Aguas Claras" pero luego me habló de otra cosa. Este que sabe no ha dicho nada... Sí, me refiero a Ti, Juan de Zebedeo. ¡Qué bonito respeto tienes para un anciano! Te quedas con todo y me dejas que crezca cual un discípulo ignorante. ¿Que... no te basta mi ignorancia que ya me es natural?"

Ríen todos de buena gana por el mohín de Pedro. Ahora se dirige a su Maestro: "Se ríen pero tengo razón" y luego volviéndose a Bartolomé, Felipe, Mateo, Tomás, Santiago y Andrés: "¡Ea! también pedidlo vosotros. Protestad conmigo por qué nosotros no sabemos nada."

"Verdaderamente... ¿Dónde estabais cuando moría Jonás? ¿y dónde en el Líbano?"

"Tienes razón. Yo al menos pensé que Jonás, como moría, estaba delirando... y en el Líbano... estaba yo cansado y soñoliento. Perdóname Maestro, pero es la verdad. "

 

UNA COSA ES NECESARIA: CONOCER A DIOS

 

"Y muchos otros así dirán. El mundo de aquellos a quienes se anunciará el Evangelio responderá al Juez Eterno, para excusar su ignorancia -pese a que mis discípulos les enseñaron- diciendo: "Creí que era un delirio... Estaba cansado y adormecido". Frecuentemente no admitirá la verdad porque la tomará por delirio y no la recordará porque estará cansado y adormecido con muchas cosas inútiles, caducas y hasta pecaminosas. Una cosa es necesaria: Conocer a Dios."

"Ahora que nos has reprendido, cuéntanos las cosas como son... a tu Pedro, que las contaré a la gente. De otro modo -ya te lo dije- ¿qué puedo decir? Lo pasado no lo sé, las Profecías y el Libro no los sé explicar, lo futuro... ¡Oh, pobre de mí! Y entonces ¿qué nueva puedo anunciar?"

"Sí, Maestro. Que también nosotros lo sepamos... Sabemos que eres el Mesías y creemos. Al menos por lo que a mí toca, tuve trabajo en admitir que de Nazaret pudiese venir algo bueno... ¿Por qué no me diste a conocer al punto tu pasado?" dice Bartolomeo 

 

EL ALBA DEL MESÍAS. 

 

EL NACIMIENTO DE MARÍA. 

 

LA ESTANCIA DE MARÍA EN EL TEMPLO

 

Mi Madre desde los tres hasta los quince años fue la Niña del Templo y apresuró la venida del Mesías con la fuerza de su amor. Virgen antes de su concepción, virgen en la oscuridad del seno, virgen en sus primeras lágrimas, virgen en sus primeros pasos. Ella fue la Virgen de Dios, de solo Dios y proclamó su derecho, superior al decreto de la Ley de Israel, al obtener del esposo que Dios le había concedido, el de permanecer intacta después de las bodas.

 

"Para probar tu fe y la claridad de tu espíritu. Ahora os lo diré, mejor dicho: hablaremos del pasado. Hablaré hasta de lo que los pastores no saben, y eso que lo vieron. Conoceréis el alba del Mesías. Oíd:

Habiendo llegado el tiempo de la Gracia, Dios se preparó su Virgen. Comprenderéis que no podía Dios asentar su trono donde Satanás había puesto su sello que no se borra. Por eso la Potencia se preparó su futuro tabernáculo sin mancha y dos justos en su vejez y contra las reglas comunes de la procreación concibieron a la que no tiene mancha. ¿Quién colocó el alma en el embrión que haría florecer el viejo seno de Anna de Aarón, mi abuela? Leví, tú has visto el ángel que ha hecho los anuncios; puedes decir quien es él, porque la Fuerza de Dios fue siempre quien victoriosamente llevó el canto de alegría a los santos y a los profetas, y sobre quien el poder de Satanás se despedaza como una paja seca, fue el inteligente arcángel quien trastornó con su buena y clara mente las insidias del otro ser inteligente pero malvado, y que con prontitud llevó a cabo las órdenes de Dios.

En un grito de júbilo, él, el anunciador que ya conocía cómo se bajaba a la tierra por haber bajado a hablar a los profetas recogió del fuego divino la chispa inmaculada que era el alma de la eterna Niña, y encerrándola en un halo de flamas angelicales, que son su amor espiritual, la llevó a la tierra, dentro de un estuche, dentro de una caja y desde aquel momento el mundo tuvo a la Adoradora, y Dios desde aquel instante, pudo mirar un punto de la tierra sin disgusto. Nació una creatura: la Amada de Dios y de los ángeles, la Consagrada a Dios, la que santamente amaron sus padres. "Y Abel ofreció a Dios las primicias de su ganado" ¡Oh! Realmente los abuelos del eterno Abel supieron dar a Dios la primicia de su propiedad, le dieron todos sus bienes, porque al morir le devolvieron el bien a quien se los había dado.

Mi Madre desde los tres hasta los quince años fue la Niña del Templo y apresuró la venida del Mesías con la fuerza de su amor. Virgen antes de su concepción, virgen en la oscuridad del seno, virgen en sus primeras lágrimas, virgen en sus primeros pasos. Ella fue la Virgen de Dios, de solo Dios y proclamó su derecho, superior al decreto de la Ley de Israel, al obtener del esposo que Dios le había concedido, el de permanecer intacta después de las bodas.

José de Nazaret era un justo. Tan solo a él se le podía confiar el Lirio de Dios, y solo él lo consiguió. Ángel en alma y carne, amó como aman los ángeles de Dios. Muy pocos sobre la tierra comprenderán el abismo de ese gran amor que tuvo todas las ternuras conyugales sin traspasar la barrera del fuego celestial más allá del que estaba el Arca del Señor. Muy pocos sobre la tierra lo comprenderán. Es el testimonio de lo que puede un justo con tal de que quieran, de lo que puede, porque el alma aun herida con la mancha de origen, tiene fuerzas poderosas para elevarse, para regresar a su dignidad de hija de Dios y para obrar por amor al Padre.

Todavía estaba María en su casa, en espera de unirse a su prometido cuando Gabriel, el ángel de los anuncios divinos, tornó a la tierra y pidió a María que fuese Madre. Al sacerdote Zacarías le había ya prometido el Precursor, y no fue creído. Pero la Virgen creyó que esto podía suceder por voluntad de Dios y sublime en su ignorancia, sólo preguntó: "¿Cómo puede suceder esto?" El ángel le respondió: "Tú eres la Llena de Gracia, oh María. No tengas miedo pues, porque has encontrado favor ante el Señor y también por tu virginidad. Concebirás y darás a luz un Hijo al que pondrás por nombre Jesús, porque Él es el Salvador prometido a Jacob y a todos los Patriarcas y profetas de Israel. Él será grande e Hijo verdadero del Altísimo, porque será concebido por obra del Espíritu Santo. El Padre dará a Él el trono de David, como está predicho, y reinará en la casa de Jacob hasta el fin de los siglos, pero su verdadero reino no tendrá jamás fin. Ahora el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo esperan tu obediencia para cumplir su promesa. El Precursor del Mesías está ya en el seno de Isabel, tu prima, y si consientes, el Espíritu Santo descenderá sobre ti, y será santo el que nacerá de ti, y llevará su verdadero nombre que es Hijo de Dios".

Y María respondió: "He aquí la esclava del Señor. Que se haga en mí según su palabra". Y el Espíritu de Dios descendió sobre su Esposa y en el primer abrazo le impartió sus luces, que perfeccionaron en gran extremo, su virtud de silencio, su humildad, prudencia y caridad de que estaba llena. Se convirtió en una sola cosa con la Sabiduría y no pudo jamás separarse de la Caridad. La Obediente y la Casta se perdió en el océano de la Obediencia que soy Yo, y conoció la alegría de ser Madre sin conocer el ansia de perder su virginidad. Fue la nieve que se concentra en una flor y se ofrece de este modo a Dios..."

"¿Pero el marido?" pregunta Pedro aturdido.

"El sello de Dios cerró los labios de María. José no se enteró del prodigio sino cuando, al regresar de la casa de Zacarías, su pariente, vio que María estaba en cinta."

"¿Y qué hizo él?"

"Sufrió... y sufrió María..."

"Si yo hubiera sido..."

"José era un santo, Simón de Jonás. Dios sabe en dónde poner sus dones... Sufrió cruelmente y decidió abandonarla, cargando sobre sí la afrenta de injusto. Pero el ángel bajó a decirle: "No tengas miedo de tomar a María por esposa tuya. Lo que en ella se ha formado es el Hijo de Dios y por obra de Dios ella es Madre. Y cuando haya nacido el Hijo, le pondrás por nombre Jesús, porque es Salvador"."

"¿Era José docto?" pregunta Bartolomeo.

"Como un descendiente de David."

"Entonces habrá podido encontrar luz al recordar al Profeta. "He aquí que una Virgen concebirá..." "

"Sí, la tuvo. A la prueba sucedió el gozo..."

"Si yo hubiera sido..." torna a decir Pedro "no hubiera sucedido porque yo antes hubiese... ¡Oh, Señor!, ¡qué bien estuvo que no hubiera sido yo! La habría destrozado como una paja sin haberle dado tiempo de hablar. Pero, si no hubiese sido asesino, habría tenido miedo de ella... el miedo de todo Israel, el de los siglos, debido al Tabernáculo..."

"También Moisés tuvo miedo de Dios y sin embargo se le ayudó y estuvo con Él en el monte... José vivió pues, en la casa santa de la esposa y proveyó a las necesidades de la Virgen y del que iba a nacer. Y cuando llegó para todos el tiempo del Edicto, fue con María a la tierra de sus padres. Belén lo rechazó porque el corazón de los hombres está cerrado a la caridad. Ahora hablad vosotros."

 

AHORA HABLAN LOS PASTORES

 

"Encontré al atardecer a una mujer joven. Sonreía sobre el asno en que cabalgaba. Iba un hombre con ella... me pidió leche e informes. Le dije lo que sabía... después vino la noche... y una gran luz... y salimos... y Leví vio a un ángel cerca del redil. El ángel le dijo: "Ha nacido el Salvador" era a media noche. El firmamento estaba lleno de estrellas. Pero la luz desaparecía ante la del ángel y miles y miles de ángeles... (Elías llora al recordarlo). El ángel nos dijo: "Id a adorarlo. Está en un establo, sobre un pesebre, entre dos animales... encontraréis a un Niño envuelto en pobres pañales..." ¡Oh! ¡Cómo resplandecía el ángel al decir estas palabras!... ¿Te acuerdas, Leví, cómo parecía que sus alas despedían llamas cuando, después de haberse inclinado al pronunciar el nombre del Salvador dijo: "... que es el Mesías del Señor?" "

"¡Sí recuerdo! ¿Y las voces de los miles? ¡Oh!... "¡Gloria a Dios en los más altos cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!"... Esta música está aquí y me lleva al cielo cada vez que la oigo" y Leví levanta su rostro extático en el que brilla el llanto.

"Y fuimos" dice Isaac, "cargados como animales, alegres como si nos fuéramos a casar, y luego... no supimos hacer otra cosa cuando oímos tu vocecita y la de tu Madre, y empujamos a Leví, que era muchacho para que mirase. Nos sentíamos como leprosos ante tan gran candor... y Leví escuchaba y reía llorando y repetía con unos balidos como la oveja que llevaba Elías. José se acercó a la entrada y nos hizo pasar... ¡Oh! ¡qué pequeñito y bonito eras! Un pedacito de carne sobre el tosco heno... y llorabas... luego reíste al calor de la piel de oveja que te ofrecimos y por la leche que habíamos llevado... fue tu primera comida... ¡Oh! y luego... luego te besamos... tenías sabor de almendra y jazmín... y no pudimos más dejarte..."

"En realidad nunca me habéis abandonado."

"Es verdad" dice Jonatás. "Tu mirada se grabó en nosotros como también tu voz y tu sonrisa... Crecías... cada vez eras más hermoso... El mundo de los buenos venía a hacerse feliz contigo... y el de los malvados no te veía... Anna... tus primeros pasos... los tres Sabios... la estrella."

"¡Oh! ¡Aquella noche qué luz! Parecía como si el mundo ardiese con miles de luces. La tarde en que llegaste, la luz estaba fija y blanquecina... ahora era la danza de los astros, entonces era la adoración de ellos. Desde una altura vimos pasar la caravana y fuimos detrás de ella para ver dónde se detendría... al día siguiente toda Belén vio la adoración de los Sabios. Y luego... ¡Oh! ¡no decimos el horror!... No lo decimos..." Elías palidece al recodarlo.

"Sí, no lo digas. Silencio sobre el odio..."

"Lo que más nos dolía era no tenerte más a Ti y no saber nada de Ti. Ni siquiera Zacarías, que era nuestra esperanza, tenía noticia alguna. Después nada."

 

¿POR QUÉ SEÑOR, NO CONSOLASTE A TUS SIERVOS?

 

"¿Por qué Señor, no consolaste a tus siervos?"

"¿Preguntas, Felipe, el por qué? Porque era prudente hacerlo así. Mira que también Zacarías, cuya formación espiritual se completó a partir de aquella hora, no quiso levantar el velo. Zacarías..."

"Nos dijiste que él se preocupó por los pastores. ¿Entonces por qué no dijo él, primero a ellos y luego a Ti, que ciertos individuos andaban en tu busca?"

"Zacarías era un justo todo hombre. Se hizo menos hombre y más justo durante los nueve meses de mutismo. Se perfeccionó en los meses que siguieron al nacimiento de Juan, pero se hizo un espíritu justo cuando sobre su soberbia humana cayó el mentís de Dios. Había dicho: "Yo sacerdote de Dios, digo que en Belén debe vivir el Salvador". Y Dios le había mostrado cómo su juicio, aunque de sacerdote, si no es iluminado es un pobre juicio. Bajo el horror del pensamiento: "Podría yo hacer matar a Jesús con mi palabra" Zacarías se hizo el justo que ahora descansa esperando el paraíso. Y la justicia le enseñó prudencia y caridad. Caridad para con los pastores, prudencia para con el mundo al cual debía manifestarse el Mesías. Cuando de regreso a la patria, nos dirigimos a Nazaret, por la misma prudencia que ya guiaba a Zacarías, evitamos Hebrón y Belén, y costeando el mar regresamos a Galilea. Ni siquiera el día en que cumplí los doce años fue posible ver a Zacarías, porque un día antes había partido con su hijo a la misma ceremonia.

Dios velaba, probaba, proveía, perfeccionaba. Tener a Dios es también recibir esfuerzos, no tan sólo gozo. Y esfuerzos tuvieron mi padre que me amó y mi madre que me ha amado con toda su mente y corazón. Aun lo lícito fue prohibido para que el misterio envolviese en la sombra al Mesías Niño. Y esto es una explicación para muchos que no comprenden la doble razón de la angustia de cuando me perdí por tres días. Amor de madre, amor de padre por el hijo perdido; temor, porque custodios del Mesías como eran, podía ser descubierto antes de tiempo; terror de haber custodiado mal la Salvación del mundo y el mayor don de Dios. Esto es el motivo del insólito grito: "Hijo ¿por qué te has portado así...? ¡Tu padre y yo angustiados te buscábamos!". Tu padre, tu madre... el velo echado sobre el fulgor del divino Verbo encarnado. Y la respuesta que los tranquilizaba: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo de ocuparme de las cosas de mi Padre?" La Llena de Gracia comprendió y recogió lo que dije. En otras palabras: "No tengáis miedo. Soy pequeño, soy Niño. Si crezco en cuerpo y estatura, en sabiduría y gracia a los ojos de los hombres, Yo soy perfecto en cuanto soy el Hijo del Padre, y por eso puedo comportarme con perfección, sirviendo al Padre con hacer resplandecer la luz, sirviendo a Dios con conservarles el Salvador" y así lo hice hasta hace un año.

Ahora el tiempo ha llegado. Se levantan los velos. El hijo de José se muestra en su naturaleza: Soy el Mesías de la Buena Nueva, el Salvador, el Redentor y el Rey del siglo venidero."

"¿Y no viste jamás a Juan?"

"Sólo en el Jordán, Juan mío, cuando quise el bautismo."

"¿Así que no sabías que Zacarías había ayudado a estos?"

"Te dije: Después del derramamiento de la sangre inocente, los justos se hicieron santos. Sólo los demonios permanecieron como eran. Zacarías aprendió a santificarse con humildad, caridad, prudencia, silencio."

"Quiero tener siempre esto en mi memoria ¿lo conseguiré?"

"No te preocupes, Simón. Mañana haré que me lo repitan los pastores con tranquilidad, en el jardín, una, dos, tres veces si fuere necesario. Tengo buena memoria que ejercité en el banco y lo recordaré para todos. Cuando quieras te lo podré repetir. No tenía en Cafarnaún notas y sin embargo... "

"¡Oh!, no te equivocabas ni siquiera con un didracma... Recuerdo... Bien. Te perdono lo pasado de corazón si te acuerdas de lo que se ha dicho... y me lo recuerdas con frecuencia. Quiero que me entre en el corazón como ha entrado en estos... como lo sabía Jonás. ¡Oh! ¡morir pronunciando tu Nombre...!"

Jesús mira a Pedro y sonríe. Se levanta y lo besa en su entrecana cabeza.

"¿Por qué, Maestro, me das ese beso?"

"Porque fuiste profeta. Morirás pronunciando mi Nombre. He besado al Espíritu que en ti hablaba."

A continuación, Jesús en voz alta entona un salmo y todos de pie contestan: "Levantaos y bendecid al Señor vuestro Dios, de eternidad en eternidad. Sea bendito su nombre sublime y glorioso con toda clase de bendiciones y de alabanzas. Tú sólo eres el Señor. Tú hiciste el cielo y el cielo de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que en ella hay, etc. (es el himno que cantan los levitas en la fiesta de la consagración del Pueblos, cap. IX del II libro de Esdras) " y todo termina con este largo canto, que no sé si existiese en el rito antiguo o Jesús lo dice porque quiere.

II. 849-861

A. M. D. G.