JESÚS EN NAZARET.

"HIJO VENDRÉ CONTIGO"

 


 

#Jesús visita a su Madre en Nazaret  

 #"No llores, mamá. No me causes esta pena. Tengo necesidad de tu sonrisa."  

 #"Dios te bendiga, Simón, y también a José. Que todavía no me améis como a Mesías os lo perdono. Oh, ¡vendréis a mi amor! Pero ¿cómo perdonaros si no la amarais?"   

 #"Hijo, ahora que estamos solos, dime la verdad. Toda. ¿Por qué te han arrojado?" Jesús sonríe dulce y con un dejo de cansancio: "Porque trataba de llevar al hombre a la honestidad, a la justicia, a la verdadera religión."   

#Dilas a tu mamá. Pon tu dolor en mi corazón. Un corazón de madre está acostumbrado al dolor, y es feliz de beberlo completamente, con la condición de arrancarlo del corazón del hijo. Dame tu dolor, Jesús.   

#María se ofrece a ir con Jesús

 


 

Jesús visita a su Madre en Nazaret

 

Jesús está solo. Camina rápido por el camino próximo principal cercano a Nazaret y entra en la ciudad dirigiéndose hacia su casa. Cuando está cerca ve que su Madre se dirige también a ella y que a su lado va su sobrino cargando ramas secas. Le grita: "¡Mamá!"

María se voltea exclamando: "¡Oh! ¡Hijo mío bendito!" y ambos corren a encontrarse mientras Simón, echadas al suelo sus ramas,  imita a María en ir al primo, a quien saluda cordialmente.

"Mamá. Heme aquí. ¿Estás ahora contenta?"

"Mucho, Hijo mí. Pero... si sólo lo has hecho porque te lo supliqué, te digo que no me es lícito y no te es lícito seguir la sangre más que tu misión."

"No, mamá. Vine también por otras cosas."

"¿Es pues verdad, Hijo mío? Creía, quería creer que eran tan sólo palabras mentirosas y de que no eras objeto de tanto odio..." Las lágrimas están en la voz y en los ojos de María.

 

"No llores, mamá. No me causes esta pena. 

Tengo necesidad de tu sonrisa."

 

"No llores, mamá. No me causes esta pena. Tengo necesidad de tu sonrisa."

"Sí, Hijo, sí. Es verdad. Ves tantas caras duras de enemigo que tienes necesidad de mucho amor y sonrisas. Pero aquí, ¿ves?, hay quien te ama por todos..." María que se apoya ligeramente sobre su Hijo que la tiene abrazada por la espalda, camina lentamente hacia su casa, y trata de sonreír para borrar cualquier dolor del corazón de Jesús. Simón ha vuelto a tomar sus ramas y camina junto a Jesús.

"Estás pálida, mamá. ¿Te han causado mucho dolor? ¿Has estado enferma? ¿Te has cansado mucho?"

"No, Hijo. No. No tengo ningún dolor. La única pena que tengo es tenerte lejos y que no te amen. Acá conmigo todos son muy buenos. No me refiero ni siquiera a María ni a Alfeo. Tú sabes quiénes son. También Simón, qué bueno es. Siempre el mismo. Ha sido mi ayuda en estos meses. Ahora me provee de leña. Es muy bueno. Y también José ¿sabes? Siempre comedidos conmigo."

 

"Dios te bendiga, Simón, y también a José. 

Que todavía no me améis como a Mesías os lo perdono. 

Oh, ¡vendréis a mi amor! Pero 

¿cómo perdonaros si no la amarais?" 

 

"Dios te bendiga, Simón, y también a José. Que todavía no me améis como a Mesías os lo perdono. Oh, ¡vendréis a mi amor! Pero ¿cómo perdonaros si no la amarais?" 

"Amar a María es justo y da paz, Jesús. Pero también eres amado... sólo que nosotros tenemos mucho miedo por Ti."

"Sí. Me amáis humanamente. Querría un amor diverso."

"Pero también Tú, Hijo mío, estás pálido y flaco."

"Es verdad. Pareces más viejo. También yo lo observo" añade Simón.

Entran en casa y Simón, puestas en su lugar las ramas, se retira discretamente.

 

"Hijo, ahora que estamos solos, dime la verdad. Toda. 

¿Por qué te han arrojado?"

 

 Jesús sonríe dulce y con un dejo de cansancio: 

"Porque trataba de llevar al hombre a la honestidad,

 a la justicia, a la verdadera religión."

 

"Hijo, ahora que estamos solos, dime la verdad. Toda. ¿Por qué te han arrojado?" María habla teniendo sus manos sobre la espalda de Jesús y lo mira en el rostro enflaquecido.

Jesús sonríe dulce y con un dejo de cansancio: "Porque trataba de llevar al hombre a la honestidad, a la justicia, a la verdadera religión."

"Pero ¿quién te acusa? ¿el pueblo?"

"No, mamá. Los fariseos y los escribas, pero ninguno de entre ellos que sea justo."

"¿Qué hiciste para atraerte sus acusaciones?"

"Mentiras. Las que sabes y otras más."

 

Dilas a tu mamá. 

Pon tu dolor en mi corazón. 

Un corazón de madre está acostumbrado al dolor, 

y es feliz de beberlo completamente, 

con la condición de arrancarlo del corazón del hijo.

 

 Dame tu dolor, Jesús.

 

"Dilas a tu mamá. Pon tu dolor en mi corazón. Un corazón de madre está acostumbrado al dolor, y es feliz de beberlo completamente, con la condición de arrancarlo del corazón del hijo. Dame tu dolor, Jesús. Ponlo aquí, como cuando eras pequeño, y aparta de ti tu amargura."

Jesús se sienta sobre un banquito a los pies de su Madre y le cuenta todo lo sucedido en los meses pasados en Judea, sin rencor, y sin veladuras.

 

María se ofrece a ir con Jesús

 

María le acaricia los cabellos, con una heroica sonrisa en los labios que lucha con el brillar de las lágrimas que están en sus azules ojos. Jesús habla también de la necesidad de acercarse a las mujeres para redimirlas, y su pena por no poderlo hacer debido a la malicia humana. María como si no estuviese presente decide: "Hijo mío, no me debes negar cuanto yo quiero. De hoy en adelante vendré contigo, a cualquier hora, a cualquier estación y a cualquier lugar. Cuando estés lejos, te defenderé de la calumnia. Mi sola presencia hará caer el fango. También María vendrá conmigo. Tanto que lo desea. Cerca del Santo y contra el demonio y el mundo es necesario el corazón de las mamás.

III. 40-42

A. M. D. G.