JESÚS EN CESAREA MARÍTIMA HABLA A 

LOS GALEOTES

 


 

#JESÚS HABLA EN EL MUELLE DE CESAREA A LA GENTE  

#El hombre demuestra, no con las palabras sino con los hechos, que tiene parentesco con Dios y con al virtud cuando reflexiona que la vida es más mudable que las ondas del mar, que ahora son plácidas y mañana furia.   

#Jesús se encuentra con Publio Quintiliano   

#Esclavos por una desgracia, esto es, esclavos de una vez. Esclavos hasta que dure la vida.   

#¿Quién es Dios?. El alma  

 #El Dios verdadero es Amor y Piedad.  

 #El hombre peca muchas veces.   

#Acordaos de mi Nombre, hijos de Dios que lloráis. Es el nombre de vuestro Amigo. Decidlo en vuestras penas. Estad seguros que si me amáis, me tendréis aun cuando sobre la tierra jamás nos veamos. Soy Jesucristo, el Salvador, vuestro Amigo.   

#Jesús le dice: "¿Podrías dar un poco de alivio a esos galeotes? Tengo dinero... Una fruta, una ayuda, para que sepan que los amo."  

 #dice, al oído de Jesús: "Allí dentro está Claudia Prócula. Le gustaría oírte otra vez, pero entre tanto te quiere pedir alguna cosa. Ve a verla."  

 #¿QUÉ COSA ES EL ALMA?   

#No hay una cosa por insignificante que parezca, que algún día no llegue a convertirse para vosotros en regla de apostolado.

 


 

Jesús está en el centro de una amplia y bastante bella plaza, que continúa por una calle muy larga, como una prolongación suya hasta la playa del mar. una galera acaba de partir y toma su camino empujada por el viento y los remos. Otra está haciendo las maniobras para entrar, porque se emplean menos las velas y los remos se mueven por una sola banda para hacer virar la nave a una posición conveniente. No se ve el puerto desde la plaza, pero no estará lejos. A los lados de la plaza hay alineados edificios grandes con característicos muros que casi no tienen entradas. No hay bodegas.

"¿A dónde vamos ahora? Quisiste venir mejor aquí que a la parte oriental. Este lugar es de paganos. ¿Quién quieres que te escuche?" reprocha Pedro.

"Vamos allá, a aquel ángulo que da al mar. Allí hablaré."

"¿A las ondas?"

"También Dios creó las ondas."

Se van. Han llegado al ángulo y ven el puerto en que lentamente entra la galera que habían visto hace poco y que es amarrada en su lugar. Uno que otro marino vagabundea por el muelle. Alguno que otro vendedor de fruta se arriesga a ir hasta la nave romana y vender. No se ve otra cosa.

Jesús, apoyado contra la pared, parece como si hablase a las ondas. Los apóstoles, descontentos de la situación, lo rodean, algunos de pie, otros sentados sobre piedras que hay por allí, para que sirvan de bancos.

 

JESÚS HABLA EN EL MUELLE DE CESAREA A LA GENTE

 

"Es necio el hombre que la verse poderoso, sano, feliz, dice: '¿ De qué tengo necesidad? ¿De quién? De nadie. No me falta nada, me basto a mí mismo; por eso las leyes y órdenes de Dios o de moral no me importan nada. Mi ley es hacer lo que yo puedo, sin pensar si daña a los demás'. "

Un vendedor al oír la voz sonora se vuelve y se dirige a Jesús que sigue diciendo de este modo: "Así habla el hombre y así la mujer sin sabiduría ni fe. Pero si con esto demuestran que tienen una fuerza más o menos grande, por lo mismo manifiestan que tienen parentesco con el Mal."

Algunos hombres bajan de la nave y de otras barcas y se dirigen a Jesús.

 

El hombre demuestra, no con las palabras sino con los

 hechos, que tiene parentesco con Dios y con LA virtud 

cuando reflexiona que la vida 

es más mudable que las ondas del mar, 

que ahora son plácidas y mañana furia.

 

"El hombre demuestra, no con las palabras sino con los hechos, que tiene parentesco con Dios y con al virtud cuando reflexiona que la vida es más mudable que las ondas del mar, que ahora son plácidas y mañana furia. De igual modo el bienestar y el poder de hoy pueden cambiarse mañana en miseria e impotencia. ¿Y qué hará entonces el hombre no tiene a Dios? Cuántos hubo un día en aquella galera que fueron felices pudientes, y ahora son esclavos y tenidos como criminales. Criminales, esto es, dos veces esclavos: una por la ley humana de la que inútilmente se burla uno porque castiga sus transgresores, y otra por Satanás que se apodera para siempre del culpable que no llega a aborrecer su culpa."

"¡Salve Maestro! ¿Cómo es que te encuentras aquí? ¿Me conoces?"

 

Jesús se encuentra con Publio Quintiliano

 

"Dios venga a ti, Publio Quintiliano. ¿Lo ves? He venido."

"Y exactamente al barrio romano. No esperaba volverte a ver otra vez. Tengo deseos de oírte."

"Yo también. ¿En esa galera hay muchos destinados al remo."

"Muchos. Casi la mayor parte, prisioneros de guerra. ¿Te interesan?"

"Me gustaría ir cerca de la nave."

"Ven. Haceos a un lado, vosotros" grita a los pocos que se habían juntado, y que al punto se alejan, echando sierpes y culebras.

"Déjalos. Estoy acostumbrado a estar en medio de la gente."

"Te permito hasta aquí. No más allá. Es una nave de soldados."

"Me basta. Dios te lo pague."

Jesús torna a hablar y el romano de gallarda vestidura se queda a su flanco como si le hiciese guardia.

 

ESCLAVOS POR UNA DESGRACIA

 

ESCLAVOS DE UNA VEZ

 

"Esclavos por una desgracia, esto es, esclavos de una vez. Esclavos hasta que dure la vida. Pero cada lágrima que cae sobre sus cadenas, cada golpe que baja a escribir un grito de dolor más sobre sus carnes, disminuye sus grillos, adorna lo que muerte, les depara en fin la paz de Dios quien es amigo de sus pobres hijos infelices y a los que dará tanta alegría cuanto fue su dolor."

De las bordas de la galera se asoman tripulantes y escuchan. Naturalmente entre ellos no has galeotes, pero hasta ellos llega por todos los lados la voz potente de Jesús, voz que se difunde por el aire tranquilo en las horas de la baja marea. Un soldado llama a Publio Quintiliano que se va.

"Quiero decir a estos infelices a quienes Dios ama, que se resignen a su dolor, que hagan de su sufrimiento una flama que más pronto rompa las cadenas de la galera y de la vida, consumiendo, con deseos de ver a Dios, este día pobre que es la vida, día oscuro, borrascoso, lleno de temores y trabajos, para entrar en el día de Dios, día luminoso, sereno, sin miedos ni languidez. Entraréis oh mártires en la gran paz, en la infinita libertad del paraíso, con tal de que sepáis ser buenos en medio de vuestros sufrimientos y que aspiréis por Dios."

Publio Quintiliano regresa con otros soldados y detrás de él viene una litera que cargan esclavos. Los soldados le buscan un lugar.

 

¿QUIÉN ES DIOS?

 

EL ALMA

 

"¿Quién es Dios? Hablo a los gentiles que no saben quién es Dios. Hablo a los hijos de los pueblos sometidos que no saben quién es Dios. En vuestras selvas, oh galo, oh iberos, oh tracias, oh germanos, oh celtas tenéis una figura de Dios. El alma espontáneamente tiende a la adoración, porque se acuerda del cielo. Pero no sabéis encontrar al Dios verdadero que puso un alma en vuestros cuerpos, un alma igual a la de nosotros de Israel, igual a la de los poderosos romanos que os han subyugado, un alma que tiene los mismos deberes y los mismos derechos hacia el bien, y a la que será fiel el Bien, esto es el Dios verdadero. Sedlo también para con Él. El dios o los dioses que hasta ahora habéis adorado, cuando aprendisteis su nombre o sus nombres sobre las rodillas maternas; el dios en el que tal vez no pensáis más, porque no sentís que os venga de él algún consuelo en vuestro sufrimiento, al que tal vez llegaréis a odiar y a maldecir en la desesperación del día, no es el Dios verdadero.

 

El Dios verdadero es Amor y Piedad.

 

El Dios verdadero es Amor y Piedad. ¿Lo eran acaso así vuestros dioses? No. También ellos son dureza, crueldad, mentira, hipocresía, vicio, latrocinio. Y ahora os han abandonado sin ese mínimo de consuelo que es la esperanza de ser amados y la certeza de descansar después de tanto sufrir. Esto sucede porque vuestros dioses no existen. Pero Dios, el Dios verdadero que es Amor y Piedad, y cuya existencia Yo os aseguro, es el que ha hecho cielos, mares, montes, selvas, plantas, flores, animales y el hombre. El es el que inculca en el hombre vencedor piedad y amor, como Él lo es para con los pobres de la tierra. Oh vosotros que tenéis poder, que sois dueños, pensad que todos sois de una sola planta. No seáis crueles con los que un infortunio os ha puesto en las manos. Sed humanos también para los que un crimen ha amarrado al bando de la galera.

 

EL HOMBRE PECA MUCHO

 

El hombre peca muchas veces. Ninguno está sin culpas más o menos secretas. Si pensáis en esto, seréis muy buenos para con los hermanos que no tuvieron tanta suerte y que fueron castigados por cosas que también vosotros habéis cometido y con todo no habéis sido castigados. La injusticia humana es una cosa tan incierta en juzgar que sería realmente una desgracia que lo fuese de igual modo la divina. Hay reos que no parecen serlo, y hay inocentes que son tenidos como culpables. No investiguemos el por qué. Esto sería una gran acusación contra el hombre injusto y lleno de odio contra su semejante. Hay reos que tal lo son, pero que llegaron al crimen llevados por fuerzas poderosas que excusan en parte de la culpa. Por esta razón, vosotros que presidís en la galera, sed humanos. Sobre la justicia humana hay una justicia divina que está muy por arriba de todo, la del Dios verdadero, del Creador del rey y del esclavo, de la piedra y del granito de arena. Él os está mirando a vosotros los del remo y a vosotros los jefes de tripulación. Ay de vosotros si llegáis a ser crueles sin razón alguna. Yo, Jesucristo, el Mesías del Dios verdadero, os lo aseguro. Él, cuando muráis, os amarrará a una galera eterna, confiará el látigo manchado de sangre a los demonios y seréis torturados y golpeados, como lo hicisteis vosotros. Porque, si es verdad que la ley humana dice que el reo sea castigado, conviene que al castigarlo no se exceda de la medida. Tratad de recordarlo. El poderoso de hoy puede ser el miserable de mañana. Dios solo es eterno 

 

ACORDAOS DE MI NOMBRE, HIJOS DE DIOS QUE LLORÁIS

 

ES EL NOMBRE DE VUESTRO AMIGO.

 

DECIDLO EN VUESTRAS PENAS.

 

ESTAD SEGUROS QUE SI ME AMÁIS, ME TENDRÉIS AUN 

CUANDO SOBRE LA TIERRA JAMÁS NOS VEAMOS.

 

SOY JESUCRISTO, EL SALVADOR, VUESTRO AMIGO.

 

Querría cambiaros el corazón y querría sobre todo romper las cadenas, devolveros a la libertad y a vuestra patria, pero hermanos galeotes que no veis mi rostro, pero cuyo corazón con sus heridas conozco, en cambio de la libertad y de la patria de la tierra que no os puedo dar, oh pobres hombres esclavos de los poderosos, os daré una libertad más grande y una patria. Por causa vuestra me he hecho prisionero y dejé mi patria, por causa vuestra me entregaré por rescate vuestro, por vosotros, también por vosotros, que no sois el oprobio de la tierra, aunque así se os llame, sino vergüenza del hombre que olvida la medida en el rigor de la guerra y de la justicia, os daré una nueva Ley sobre la tierra y una tranquila mansión en el cielo. Acordaos de mi Nombre, hijos de Dios que lloráis. Es el nombre de vuestro Amigo. Decidlo en vuestras penas. Estad seguros que si me amáis, me tendréis aun cuando sobre la tierra jamás nos veamos. Soy Jesucristo, el Salvador, vuestro Amigo.

En nombre del Dios verdadero os consuelo. Que pronto venga sobre vosotros la paz."

La gente, en su mayoría romanos, se ha amontonado alrededor de Jesús, cuyos nuevos conceptos los dejan estupefactos.

"¡Por Júpiter!  Me has hecho pensar en cosas nuevas en las que jamás lo había hecho, pero que me parecen verdaderas."

Publio Quintiliano mira a Jesús, que está pensativo y abstraído.

"Así es, amigo. Si el hombre emplease su inteligencia no llegaría a cometer delitos."

"¡Por Júpiter, por Júpiter! ¡Qué palabras! ¡Las debo recordar! Dijiste: "Si el hombre emplease su inteligencia...'."

"... no llegaría a cometer delitos."

"¡Es verdad! ¡Por Júpiter! ¿Pero sabes que eres grande?"

"Cualquier hombre que quisiese, podría serlo como Yo, si fuese una sola cosa con Dios."

El romano continúa con su cadena de "Por Júpiter" cada vez más lleno de admiración.

 

JESÚS PIDE A PUBLIO SI PODRÍA DAR UN POCO DE ALIVIO A LOS 

GALEOTES

 

PUBLIO ASIENTE

 

Jesús le dice: "¿Podrías dar un poco de alivio a esos galeotes? Tengo dinero... Una fruta, una ayuda, para que sepan que los amo."

"Dámelo. Puedo hacerlo. Y por otra parte allí hay una mujer que puede mucho. Le voy a decir: " Publio va a la litera y habla entre las cortinas un poco semiabiertas. Regresa: "Tengo todas las facultades. Proveo yo a la distribución para que los cómitres no se aprovechen. Y será la única vez en que un soldado imperial tendrá piedad de los esclavos de guerra."

"La primera, pero no la única. Llegará un día en que no habrá más esclavos. Y antes de esto mis discípulos habrán trabajado entre los galeotes y los esclavos para llamarlos con el nombre de hermanos."

Otra sarta de "Por Júpiter" vuela por el tranquilo aire, mientras Publio cuida de que haya suficiente fruta y vino para los galeotes. Luego, antes de subir a la galera, dice, al oído de Jesús: "Allí dentro está Claudia Prócula. Le gustaría oírte otra vez, pero entre tanto te quiere pedir alguna cosa. Ve a verla."

Jesús va a la litera.

"Salve, Maestro." La cortina apenas se abre, y deja ver una hermosa mujer que frisa más o menos treinta años.

"Que llegue a ti el deseo de la sabiduría."

"Dijiste que el alma se acuerda del Cielo. ¿Es, por consiguiente, eterna esa cosa que decís que hay en nosotros?"

"Es eterno. Por eso se acuerda de Dios, del Dios que la creó."

 

¿QUÉ COSA ES EL ALMA?

 

"El alma es la verdadera nobleza del hombre. Tú eres gloriosa porque perteneces a la Familia de los Claudios. El hombre lo es mucho más porque es de Dios. En ti existe la sangre de los Claudios, la familia más poderosa que tuvo un principio y tendrá un fin. En el hombre, por el alma, está la sangre de Dios, -porque el alma es la sangre espiritual pues Dios es espíritu purísimo- del Creador del hombre: que es el Dios eterno, Poderoso Santo. Así pues el hombre es eterno, poderoso, santo por el alma que existe en él y vive mientras está unida con Dios."

"Yo soy pagana. No tengo, pues alma..."

"La tienes, pero está aletargada. Despiértala a la Verdad y a la Vida..."

"Adiós, Maestro."

"Que la Justicia te conquiste. Adiós."

"Como veis, también aquí he tenido quienes me escuchasen" dice Jesús a los discípulos.

"Sí, pero fuera de los romanos, ¿quien te pudo haber entendido? ¡Son bárbaros!"

"¿Quienes? Todos me entendieron. La paz está en ellos y se acordarán de Mí mucho más que otros tantos en Israel. Vamos a la casa en que nos hospedamos para comer."

"Maestro, esa mujer es la misma que me habló aquel día en que curaste a aquel enfermo. La he visto y la reconocí" dice Juan.

 

 No hay una cosa por insignificante que parezca, 

que algún día no llegue a convertirse para vosotros 

en regla de apostolado.

 

"Ved, pues, que había alguien que nos estaba esperando. Pero no parecéis muy contentos. Mucho habré conseguido aquel día en que os haya convencido, que no sólo para los hebreos, sino para todos los pueblos he venido y que a todos os preparo. pero so digo: acordaos de todo lo de vuestro Maestro. No hay una cosa por insignificante que parezca, que algún día no llegue a convertirse para vosotros en regla de apostolado."

Nadie responde y por el rostro de Jesús se dibuja una sonrisa triste de compasión.

III. 49-55

A. M. D. G.