DISCURSO DE LA MONTAÑA
SOIS LA SAL DE LA TIERRA
#La montaña y sus alrededores. Jesús va solo y ligero por un camino principal
#Jesús sube hacia la llanura por un camino de animales de carga
#El día es sereno. Se pueden ver las bellezas de la naturaleza que circunda el lugar
#Al primero que encuentra Jesús es al apóstol Felipe
#Refieren a Jesús como han tenido que hablar a las gentes
#Jesús quiere quedar sólo con los discípulos para hablarles
#Tengo que deciros algo para prepararos siempre mejor a la misión
#He querido que estuvieseis solos aquí, porque sois mis amigos
#Una fuerza que no les viene de un estudio humano sino de un completo abandono en Dios
#Los que han dado más, son los que se olvidaron más de sí mismos
#Las cinco categorías del "Yo"
#Tanto más tendré necesidad de vosotros, cuanto más aumenta la grey de Cristo.
#Sed la sal de la tierra y la luz del mundo
#Vosotros sois la luz del mundo
#Los Templos se construyen en alto para que al verlos el pensamiento se eleve a Dios
#os he dicho que sois luz. Cuando se prende una lámpara ¿dónde se le pone?
#Ay de los pastores que pierden la caridad
#Anatema a los maestros de doctrina sobrenatural que se convierten en ídolos del humano saber.
#¡Ay de mis sacerdotes muertos en su alma!
JESÚS VA SOLO Y LIGERO POR UN CAMINO PRINCIPAL
Jesús va solo y ligero por un camino principal, hacia un monte que se levanta cerca del camino principal, que corre al oeste, después de un poco de tiempo empieza a elevarse lentamente por un largo trecho y forma una especie de llanura desde la que se ve el lago con la ciudad de Tiberíades al sur y las otras ciudades, menos bellas, que están hacia el norte. A partir de la llanura, el monte toma una especie como de rápida subida que se prolonga en forma de punta, que desciende para volver a aparecer en otra punta igual. La forma es como la de una silla.
JESÚS SUBE HACIA LA LLANURA POR UN CAMINO DE
ANIMALES
Jesús sube hacia la llanura por un camino de animales de carga, muy bueno, y llega a un poblado, cuyos habitantes trabajan en esta llanura elevada donde ya el trigo empieza a espigar. Atraviesa el poblado y continúa entre campos y prados que están tapizados de flores y de futuras mieses.
El día es sereno. Se pueden ver las bellezas de la naturaleza que circunda el lugar. Además de la montaña solitaria a la que se dirige Jesús, está la cima imponente del Hermón que parece una perla colocada sobre una base de esmeraldas, pues blanca es su cima cubierta de nieves, y verde el color sobre sus faldas. Además del lago, y entre él y el Hermón, esta la llanura verde donde se encuentra el lago Merón, que en realidad no se ve, de esta parte, y luego otros montes que se dirigen hacia el lago de Tiberíades al lado occidental; y más allá del lago, todavía hay montes que se esfuman en lontananza y hermosas llanuras. Al sur, además del camino principal, creo que las colinas ocultan Nazaret. Cuanto más se sube, tanto más la vista alcanza a ver mejor. No veo lo que hay en la parte occidental porque el monte hace de pared.
JESÚS ENCUENTRA AL APÓSTOL FELIPE
Al primero que encuentra Jesús es al apóstol Felipe que parece hacer de centinela. "Cómo, Maestro. ¿Tú aquí? Te esperábamos en el camino. Estoy esperando a los compañeros que fueron en busca de leche a casas de los pastores que tienen sus rebaños en estas partes. Abajo, en el camino, está Simón con Judas de Simón y con ellos Isaac y... ¡Oh! ¡Venid! ¡Venid! ¡El Maestro está aquí!".
Los apóstoles, que están bajando con frascos y cantimploras se echan a correr y los más jóvenes llegan, es claro, los primeros. La fiesta que hacen al Maestro es conmovedora. Han llegado los demás y mientras Jesús sonríe, todos quieren hablar, contar...
"Sí, te esperábamos en el camino".
"Habíamos pensado que ni siquiera hoy vendrías".
"Hay mucha gente, ¿sabes?"
"Estábamos muy embarazados porque hay escribas y hasta discípulos de Gamaliel..."
"Sí, Señor, nos abandonaste exactamente en el momento preciso. No he tenido tanto miedo como en ese instante. Ni por juego me lo vuelvas a hacer".
Pedro se lamenta y Jesús sonriendo le pregunta: "¿Os ha pasado alguna desgracia?"
REFIEREN A JESÚS COMO HAN TENIDO QUE HABLAR
A LAS GENTES
"¡Oh no! al contrario... ¡Oh! Maestro mío. Pero ¿no sabes que habló Juan?... Parece como si Tú hubieses estado hablando en él... Yo... nosotros estábamos perdidos... Este muchacho que sólo hace un año no sabía más que echar las redes... ¡Oh!" Pedro todavía está admirado y sacude al sonriente Juan que está callado. "Mirad si es posible que este muchacho haya dicho tales palabras con esa boca de sonrisa. Parecía Salomón".
"También Simón habló bien, Señor mío. Ha sido la "cabeza" dice Juan.
"¡Ya lo creo! Me puso ahí. Pero ... Dicen que hablé bien. Así será. Yo no lo sé... porque entre la admiración por lo que había dicho Juan y el miedo de hablar en medio de tanta gente y de hacerte pasar un mal papel, estaba yo con la cabeza, quién sabe dónde..."
"¿Hacerme pasar a Mí un mal papel? Tú eras el que hablabas y el mal papel lo hubieras hecho, tú Simón" le dice Jesús en son de guasa.
"Oh, si era por mí, nada me importaba. No quería que se burlasen de Ti por haber tomado a un pedazo de alcornoque por discípulo tuyo".
Jesús muere de alegría al ver la humildad y amor de Pedro. " ¿Y los demás?"
"También Zelote habló bien. Pero él... todos lo saben. Este ha sido la sorpresa. Bueno, desde que estuvimos en la oración el muchacho parece estar siempre con el alma en el cielo".
"Es verdad. Es verdad". Todos asienten a las palabras de Pedro. Y luego se meten a contar lo sucedido.
"¿Y sabes? Entre los discípulos ahora hay dos que, según palabras de Judas de Simón, son muy importantes. Judas está muy ocupado. ¡Eh! conoce a muchos de ellos... él sabe atraerlos. Y le gusta hablar... Habla bien... Pero la gente prefiere oír a Simón, a tus hermanos y sobre todo a este muchacho. Ayer un hombre me dijo: "Habla bien ese joven -era Judas el que estaba hablando- pero te prefiero a él". Oh, pobrecito. Preferirme a mí que no sé más que decir cuatro palabras... Pero ¿por qué has venido aquí? El lugar de encuentro era en el camino, y allá hemos estado".
JESÚS QUIERE QUEDAR SÓLO CON LOS DISCÍPULOS
PARA HABLARLES
"Porque sabía que aquí os encontraría. Escuchad ahora. Bajad y decid a los otros que vengan, también a los discípulos conocidos. Y que hoy no venga la gente. Quiero hablaros a vosotros solos".
Entonces es mejor esperar hasta la tarde. Cuando llega el crepúsculo la gente se va por los poblados cercanos y regresa al día siguiente en espera tuya. Si no...¿quién los detiene?"
"Está bien. Haced así. Os espero allá, en la cima. La noche no es fría. Podemos dormir al descubierto".
"Donde quieras, Maestro. Basta con que estés con nosotros".
Los discípulos se van y Jesús continúa subiendo hasta la cima. Es la que vi el año pasado al final del discurso de la Montaña y donde fue el primer encuentro con la Magdalena. El panorama, con el crepúsculo que ha empezado, se hace más extenso. Jesús se sienta en una piedra, se entrega a la meditación. Y así continúa hasta que las pisadas de los apóstoles le advierten de su llegada. La noche está ya cerca, pero en aquella altura el sol se deja ver todavía más trayendo perfume de hierbas y de flores. El de los lirios del monte es muy fuerte. Los altos tallos de los narcisos sacuden sus estrellas y sus botones como si pidiesen el rocío.
Jesús se pone de pie y saluda como habitualmente lo hace: "La paz sea con vosotros".
Son muchos los discípulos que han subido con los apóstoles. Isaac con su sonrisa de asceta en su delgada cara los capitanea. Todos se arremolinan alrededor de Jesús que está saludando de modo particular a Judas Iscariote y a Simón Zelote.
TENGO QUE DECIROS ALGO PARA PREPARAROS
MEJOR A LA MISIÓN
"He querido que todos estuvieseis conmigo para estar algunas horas juntos y para hablaros en privado. Tengo que deciros algo para prepararos siempre mejor a la misión. Comamos y luego hablaremos, y mientras durmáis vuestra alma continuará saboreando la doctrina".
Termina la parca cena y luego se acercan a Jesús que está sentado sobre una gran piedra. Son alrededor de 100, o tal vez más entre discípulos y apóstoles. Una corona de caras atentas que la llama de dos hogueras esclarece de modo extraño. Jesús habla despacio. Sus ademanes son tranquilos. Su rostro parece más blanco, al emerger como de su vestido azul oscuro, y al rayo de la nueva luna que desciende exactamente donde está, una luna en forma de coma, un rayo de luz que acaricia al Padre del cielo y de la tierra.
HE QUERIDO QUE ESTUVIESEIS SOLOS AQUÍ PORQUE
SOIS MIS AMIGOS
"He querido que estuvieseis solos aquí, porque sois mis amigos. Después de la primera prueba que hicieron los doce, os llamé a vosotros, para alargar el círculo de discípulos activos y para oír de vosotros las primeras reacciones que habréis tenido al recibir instrucciones de ellos como continuadores míos. Sé que todo ha estado bien. Yo sostenía con la oración las almas de los apóstoles que habían salido de ella con una fuerza nueva en la inteligencia y corazón. Una fuerza que no les viene de un estudio humano sino de un completo abandono en Dios.
LOS QUE HAN DADO MÁS SON LOS QUE SE
OLVIDARON DE SÍ MISMOS.
Los que han dado más, son los que se olvidaron más de sí mismos. Olvidarse a sí mismo es una cosa difícil.
El hombre está hecho de recuerdo, y los que gritan más son los recuerdos del propio "yo". Es menester distinguir entre el "yo" y el "yo". Existe el "yo" del alma, que se acuerda de Dios y de su origen, y existe el "yo" inferior de la carne que se acuerda de miles de exigencias que se refieren a sí misma y a las voces forman coro, vencen, si el espíritu no está fuerte, vencen la voz solitaria del espíritu que se acuerda de su nobleza de hijo de Dios. Por esta razón para ser perfectos como discípulos es necesario saber y olvidarse a sí mismo de todos los recuerdos, exigencia, y reflexiones del "yo" humano.
En el primer experimento a que se sujetaron mis doce, los que dieron más, fueron los que más se olvidaron de sí. Se olvidaron no solo de su pasado, sino de su personalidad limitada. Se olvidaron de lo que eran y se unieron de tal manera con Dios, que no tuvieron nada que temer. Nada.
¿POR QUÉ LA ARROGANCIA DE ALGUNOS?
¿Por qué la arrogancia de algunos? Porque se acordaron de sus escrúpulos habituales, de sus consideraciones diarias, de sus prevenciones frecuentes. ¿Por qué otros fueron lacónicos? Porque se acordaron de su incapacidad doctrinal y temen representar un mal papel y hacérmelo pasar a mí. ¿Por qué otros dieron muestras más vistosas? Porque se acordaron de su habitual soberbia, de sus deseos de querer figurar, de ser aplaudidos, de sobresalir, de ser "alguna cosa". En fin, ¿por qué otros de improviso mostraron una oratoria de rabinos, segura, persuasiva, como de vencedores? Porque éstos y éstos solos supieron acordarse de Dios. Igual cosa hicieron los que hasta ahora humildes y que han tratado de pasar inadvertidos, cuando se presentó el momento, supieron portarse con la dignidad del primado que se les dio, y que no quisieron ejercitarla por temor de presunción. Las tres primeras categorías se acordaron de su "yo" inferior. Las dos últimas, del "yo" superior, y no tuvieron miedo. Sintieron a Dios consigo, a Dios en sí, y no temieron. ¡Oh santo atrevimiento que mana del hecho de estar con Dios!
TANTO MÁS TENDRÉ NECESIDAD DE VOSOTROS,
CUANTO MÁS AUMENTA LA GREY DE CRISTO.
PENSAD QUE DONDE HAY UN PASTOR ÍDOLO,
PERECEN LAS OVEJAS O CON EL VENENO
O CON EL ASALTO DE LOS LOBOS.
Así pues, escuchad todos vosotros: apóstoles y discípulos. Los apóstoles ya habéis oído estos conceptos, pero los comprenderéis más profundamente. Los discípulos o no los habéis escuchado o tan sólo fragmentos. Es necesario que los esculpáis en el corazón. Tanto más tendré necesidad de vosotros, cuanto más aumenta la grey de Cristo. El mundo os atacará cada vez, según crezcan en él los lobos, que me ataquen y ataquen la grey. Quiero poneros en la mano armas con que defendáis la Doctrina y mi grey. Lo que es suficiente a la grey, no lo es a vosotros, pastorcitos. Si las ovejas pueden cometer errores, romaneando hierbas que les hacen la sangre amarga, que las enloquecen, no podéis cometer los mismos errores, porque llevaríais la grey a la ruina. Pensad que donde hay un pastor ídolo, perecen las ovejas o con el veneno o con el asalto de los lobos.
SED LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO
Sed la sal de la tierra y la luz del mundo. Si fallaseis en vuestra misión os convertiríais en una sal insípida e inútil. Ninguna cosa os podría devolver el sabor, porque la fuerza de la sal que os regalo la perdisteis al lavarla con las aguas insípidas y sucias de la humanidad. La endulzasteis con el dulzor corrompido de los sentidos. Mezclasteis con la sal pura de Dios, desperdicios y desperdicios de soberbia, avaricia, gula, lujuria, ira, pereza, de modo que cada granito de sal se convierte en una que contiene los siete vicios. Vuestra sal no es más que una mezcla de piedrecitas que pierde el sabor de ella, de piedrecitas que rechinan entre los dientes, y que dejan un sabor en la boca de tierra, y que quitan el sabor a la comida. Para nada sirve esa sal, a no ser para que se la tire y se la pisotee. ¡Cuánta gente, cuánta gente no podrá pisotear así a los hombres de Dios! Estos al no servir ya, no para nada, ni para cosas buenas, ni para celestiales serán tan sólo: desperdicios.
VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO
Vosotros sois la luz del mundo. Sois como esta cima que fue la última donde brilló el sol y es la primera en bañarse con la luz de la luna. Quien se encuentra en un puesto alto brilla y los ojos aunque no quieran, habrá veces que se posen en él. Puedo decir que el ojo material, que frecuentemente se le llama, espejo del alma, refleja el ansia de ella, ansia muchas veces desapercibida, pero que existe hasta que el hombre no sea un demonio, el ansia por lo alto, por las alturas donde la razón instintivamente coloca al Altísimo. Y al buscar los cielos, alguna vez en la vida, los ojos se posan allá arriba.
LOS TEMPLOS SE CONSTRUYEN EN ALTO PARA QUE AL
VERLOS EL PENSAMIENTO SE ELEVE A DIOS
Acordaos de lo que hacemos todos desde nuestra niñez, al entrar en Jerusalén. ¿A dónde van las miradas? Al monte Moria, coronado con el hermoso mármol y oro del Templo. ¿Y qué hacemos cuando estamos dentro de él? Mirar sus bellas cúpulas que resplandecen al sol. ¡Qué hermoso es cuando se ven sus atrios, pórticos y patios! Sin embargo, las miradas van siempre arriba. Acordaos de cuando nos encontramos en camino. ¿A dónde van nuestras miradas para olvidar la monotonía, el cansancio, el calor, el fango? A las cimas, aunque no sean muy altas, aunque estén lejos. Y con qué gusto vemos que aparecen, cuando estamos en una llanura extensa y monótona. Aquí hay fango, allá limpieza. Aquí el bochorno, allá lo fresco. Aquí los ojos no abarcan mucho, allá está la amplitud. Y con sólo mirar las cimas, el día nos parece menos caliente, menos sucio el fango, menos triste el caminar. Si además en la cima hay una ciudad, entonces no hay ojos que no la admiren. Se puede añadir que un lugar de poca importancia se embellece si está sobre la cima de una montaña. Por esta razón, en la verdadera y en las falsas religiones, se construyen los templos lo más posible, en alto y si no hay colina o monte, donde se quiere construirlo, se levanta un gran pedestal de piedra para que sobre él se coloque. ¿Por qué esto? Porque se quiere que el templo sea visto para que al verlo el pensamiento se eleve a Dios.
Igualmente os he dicho que sois luz. Cuando se prende una lámpara ¿dónde se le pone? ¿En un agujero que esté bajo el horno? ¿En la cueva que hace de cantina? ¿en un armario? ¿o se le cubre con el almud? No. Porque entonces hubiera sido inútil prenderla. Se pone sobre una mesa o en un lugar alto para que ilumine toda la habitación y a los que están dentro de ella. Precisamente, lo que se ha puesto en alto es para que recuerde a Dios, por ello debe estar a la altura de su cargo.
VOSOTROS DEBÉIS RECORDAR AL DIOS VERDADERO
Vosotros debéis recordar al Dios verdadero. Así pues procurad no tener en vosotros el paganismo de las siete formas, de otro modo os convertiréis en lugares profanos con bosquecitos dedicados a este o aquel dios y arrastraréis con vuestro paganismo a quienes os consideran como templos de Dios. Debéis llevar con vosotros la luz de Dios. Un pabilo sucio, uno que no tiene aceite, humea y no da luz, apesta y no ilumina. Una lámpara puesta detrás de un cuarzo mugriento no forma la elegancia espléndida, no crea el brillante juego de la luz en el transparente mineral. Se oscurece con la cortina del negro humo que lo opaca.
LA LUZ DE DIOS RESPLANDECE DONDE LA VOLUNTAD
ES CUIDADOSA EN LIMPIARSE DIARIAMENTE DE LAS
ESCORIAS DEL MISMO TRABAJO, QUE PRODUCE CON
SUS CONTACTOS, REACCIONES, Y DESILUSIONES.
La luz de Dios resplandece donde el pabilo se ha sumergido en un abundante líquido de oración y caridad. La luz de Dios se multiplica en infinitos rayos, cuantas son las perfecciones de Dios que suscita en el santo una virtud heroica, si él conserva separado el cuarzo de su alma del negro humo de las pasiones que humean. ¡Separado! ¡Separado! (Jesús levanta su voz que retumba en este anfiteatro natural). Sólo Dios tiene el derecho y poder de tirar líneas sobre ese cristal, de escribir con el diamante de su voluntad su Santísimo Nombre. Entonces este Nombre se convierte en adorno que muestra facetas de belleza sobrenatural.
PERO SI EL SIERVO NECIO DEL SEÑOR...
SE DEJA PONER FALSOS ADORNOS...
Pero si el siervo necio del Señor, perdiendo el control sobre sí mismo y de su misión, que es tan sólo y únicamente sobrenatural, se deja poner falsos adornos, rayas, misteriosos y satánicos números que la astucia del fuego de Satanás graba, entonces no brilla más la lámpara, si no que revienta, y con los pedazos del cristal apaga la llama, o si no revienta produce una clase de señales inequívocas en que se deposita el hollín, y poco a poco desaparece.
¡AY DE LOS PASTORES QUE PIERDEN LA CARIDAD...!
¡Ay de los pastores que pierden la caridad, que rehúsan conducir día tras día su grey a la altura a donde quiere ir! Yo los castigaré derribándolos de su puesto y quitaré todo su humo.
¡AY DE LOS MAESTROS QUE RECHAZAN
LA SABIDURÍA...!
¡Ay de los maestros que rechazan la Sabiduría para llenarse de ciencia frecuentemente contraria, o soberbia, y tal vez satánica! Oíd y no lo olvidéis, si todos los hombres tienen como destino, por medio de la santificación, ser semejantes a Dios, el sacerdote desde la tierra debería de tener ya tal aspecto de perfección. Debería de tenerlo para llevar a Dios a sus discípulos. Anatema a los maestros de doctrina sobrenatural que se convierten en ídolos del humano saber.
¡AY DE MIS SACERDOTES MUERTOS EN SU ALMA!
¡Ay de mis sacerdotes muertos en su alma! ¡Ay de los que con su insipidez, con su tibieza carnal, con su soñar en apariciones alucinantes, hacen cálculos, en los que no hay nada de deseo de aumentar las riquezas de los corazones y de Dios. Viven materializados, mezquinos, lentos, arrastrando en sus aguas muertas a los que los siguen creyendo "vida". Maldición de Dios sobre los corruptores de mi pequeña y amada grey. No a los que perecen por vuestra dejadez sino a vosotros. ¡Oh vosotros siervos inútiles del Señor, de hoy, de todos los tiempos! Os pediré cuentas y os castigaré.
Recordad estas palabras. Ahora podéis iros. Voy a la cima. Dormid. Mañana el Pastor abrirá sus pastizales de la Verdad".
III. 146-153
A. M. D. G.