EL DISCURSO DE LA MONTAÑA

LAS BIENAVENTURANZAS (CUARTA PARTE)

 


 

#El recto uso de las riquezas   

#La primera de la que os hablo es la del recto uso de las riquezas, que el siervo fiel cambia en tesoros celestiales   

#¿Qué cosa es el fruto del dinero? ¿Siembra acaso el banquero vuestro dinero y le echa agua, lo riega para hacerlo crecer?  

  #He aquí el modo para llegar a este fin  

  #Haceos tesoros en el cielo donde no entran los ladrones y donde no hay ninguna desgracia.   

#Gracias, Dios mío, por este dinero, por estas mieses, por estas plantas, por estas ovejas, por estos negocios  

  #Poseed vuestro tesoro en el cielo para que tengáis allí vuestro corazón   

#Procurad preservar el bien que hacéis de la sensualidad del mundo. Conservadlo puro de las alabanzas humanas  

  #¡Oh, esos favores hechos para que lo alaben a uno! ¡Es mejor no hacerlos!   

#Cuando deis una limosna, no toquéis la trompeta para llamar la atención del que pasa y para que se os honre   

#Olvidaos de ella. Olvidaos de la acción misma. Siempre os quedará presente una luz, una voz, una miel y os hará luminoso el día,  

  #"Maestro, estás mintiendo con tus propias palabras".  

  #"Sí. Enseñas lo que no haces. Dices que se debe hacer limosna sin ser vistos y ayer, a la presencia de todo el pueblo, dijiste a dos pobres: "Quedaos conmigo que os quitaré el hambre"   

#Un coro de gritos cierra el discurso del anciano que de nuevo se sienta, y un hombre se escabulle, perseguido con las maldiciones.  

#Dios os dará recompensa por el bien hecho aun cuando no se la pidáis.  

  #tengo amigos poderosos entre los ricos y amigos entre los pobrecitos de la tierra   

#Diréis "Puedes curar". Sí. Puedo esto y otras cosas, pero no siempre hay fe en los otros, y Yo no puedo hacer lo que podría y querría, si no hubiera fe en Mí en los corazones. Querría ayudar aun a los que no tienen fe, y como no piden milagros al Hijo del hombre, querría, hombre a hombre, ayudarles.   

#Pues bien, ayer, recibí de uno que no tiene nada, más de cuanto me han dado los que tienen.  

  #no os preocupéis mucho, ni temáis, de tener poco. Tendréis siempre lo necesario.   

#¿Quién de vosotros, con todo su ingenio puede añadir unos cuantos centímetros a su estatura?  

  #No seáis gente de poca fe. No os angustiéis por el futuro incierto   

#No os aflijáis, pues, por lo que no merece la pena de afligirse   

#Decid siempre la gran palabra de Dios. "Hoy". Sed sus hijos creados a su semejanza. Decid, pues, con él: "Hoy".

 


 

EL RECTO USO DE LAS RIQUEZAS

 

La multitud aumenta cada vez más. Hay hombres, mujeres, ancianos, niños, ricos, pobres. Siempre están presentes los dos: Esteban y Hermas, que todavía no se han unido a los viejos discípulos a cuyo frente está Isaac. Todavía se encuentra la pareja de ayer: el viejo y la mujer. Están casi muy en frente de su Consolador, y su actitud es de mayor confianza y seguridad. El viejo, como para desquitarse de los muchos meses o años en que permaneció abandonado de su hija, ha puesto su mano arrugada sobre las rodillas de la mujer y ella se las acaricia por un instinto propio de la mujer, moralmente sana, de ser madre.

Jesús pasa delante de ellos para subir a su púlpito que la naturaleza le hizo, y al hacerlo acaricia la cabeza del viejo que lo mira, como si lo viese en su forma de Dios. Pedro dice algo a Jesús que le responde con un gesto, como diciendo: "No importa". No entendí lo que le dijo el apóstol, que se queda cerca de Jesús, y al que se unen poco después Judas Tadeo y Mateo. Los otros se dispersan entre la multitud.

"¡La paz sea con todos vosotros!

Ayer hablé de la oración, del juramento y del ayuno. Hoy quiero instruiros sobre otras perfecciones. Son también oración, confianza, sinceridad, amor, religión.

 

EL RECTO USO DE LAS RIQUEZAS

 

La primera de la que os hablo es la del recto uso de las riquezas, que el siervo fiel cambia en tesoros celestiales. Los de la tierra no duran, pero los del cielo son eternos. ¿Amáis lo que es vuestro? ¿Os da angustia morir porque no podéis cuidar de vuestros bienes y lo debéis dejar? Entonces, ¡llevadlos al Cielo! Decís: "En el cielo no entra lo que es terreno y Tú enseñas que el dinero es la cosa más sucia de la tierra. ¿Cómo podemos transportarlo al cielo?" No. No podéis llevar el fruto del dinero. Cuando entregáis a un banquero vuestro oro, ¿por qué lo hacéis? Para que lo haga fructificar. Ciertamente no os priváis de él, aunque por un poco de tiempo para que él os lo devuelva tal cual, sino que queréis que de diez talentos os devuelva uno o más. Entonces sois felices y alabáis al banquero. De otro modo decís: "Este hombre es honrado, pero un tonto". Y si luego, en vez de devolveros 10 os devuelve 9, diciendo: "Perdí lo demás", lo denunciáis y lo enviáis a la prisión.

 

¿QUÉ COSA ES EL FRUTO DEL DINERO?

 

¿Qué cosa es el fruto del dinero? ¿Siembra acaso el banquero vuestro dinero y le echa agua, lo riega para hacerlo crecer? No. El fruto lo produce un astuto manejo de negocios de modo que, con hipotecas y con empréstitos a interés, el dinero aumenta con el justo beneficio del dinero prestado. ¿No es así? Pues bien, escuchad. Dios os da riquezas terrenas. A unos muchas, a otros apenas lo suficiente para vivir, y os dice: "Ahora te toca a ti. Te las he dado. Haz de estos medios un fin, como lo desea mi amor para bien tuyo. Te las confío, pero no para que tú mismo te dañes, sino por la estima que tengo de ti, por reconocimiento de estos dones míos que te doy, hazlos fructificar para la verdadera Patria".

 

HE AQUÍ EL MODO PARA LLEGAR A ESTE FIN.

 

No queráis acumular vuestros tesoros sobre la tierra, viviendo para ellos, siendo crueles por su causa, haciendo que os maldigan por ello el prójimo y Dios. No valen la pena. Son siempre inseguros acá abajo. Los ladrones los pueden robar. El fuego puede destruir vuestras casas. Las enfermedades pueden exterminar vuestras plantas y rebaños. ¡Cuántas cosas están en acecho de los bienes! No se pueden trasladar o no se les puede destruir como las residencias o el oro; están sujetos a la destrucción por su naturaleza, como cualquier ser viviente, como los vegetales y los animales. Hasta las telas preciosas, pueden estar sujetas al menoscabo; los rayos que caen sobre las casas, el fuego, la lluvia; los ladrones, el orín, la sequedad, los roedores, los insectos de los campos; la enfermedad de los caballos, las fiebres, las descoyuntaras de los músculos de los animales, las pestilencias, los comejenes y los ratones que dañan los vestidos preciosos y los muebles de valor, el oxidarse de las vajillas, de las lámparas, canceles artísticos. Todo, todo está sujeto a la destrucción.

 

HACEOS TESOROS EN EL CIELO DONDE NO ENTRAN

LOS LADRONES...

 

Pero si de todos estos bienes terrenos hacéis un bien sobrenatural, éste queda a salvo del tiempo, de los hombres y de la intemperie. Haceos tesoros en el cielo donde no entran los ladrones y donde no hay ninguna desgracia. Tratad con amor misericordioso todas las miserias de la tierra. Acariciad, sí, vuestro dinero, besadlo si queréis, alegraos en los meses que hay prosperidad, por los viñedos cargados de uvas, por los olivos que se doblan con el peso de las aceitunas, por las ovejas que pronto parirán y por las que están amamantando. Haced todo esto, pero que no sea en vano, que no sea humanamente. Hacedlo con amor y admiración, con alegría y cálculo sobrenatural.

 

"GRACIAS, DIOS MÍO, POR ESTE DINERO,

POR ESTAS MIESES,...

 

"Gracias, Dios mío, por este dinero, por estas mieses, por estas plantas, por estas ovejas, por estos negocios. Gracias, ovejas, plantas, campos, comercios que me ayudáis tan bien. Sed benditos todos, porque debido a tu bondad, o Eterno, y por vuestra utilidad, 'oh cosas', ves que puedo hacer mucho bien a quien tiene hambre, a quien está desnudo, sin techo, enfermo solo... El año pasado gané por diez. Este año aun cuando he dado mucha limosna, tengo más dinero, las cosechas son más abundantes y las ganancias más numerosas, yo daré dos, tres veces más, para que todos, aun los privados de cualquier bien, gocen con mi alegría y te bendigan conmigo, a Ti, Señor Eterno". Esta es la oración del justo. Plegaria que unida a la acción, transporta vuestros bienes al cielo, y no sólo os los conserva para siempre, sino que hace que los encontréis aumentados con los frutos santos del amor.

 

POSEED VUESTRO TESORO EN EL CIELO PARA QUE

TENGÁIS ALLÍ VUESTRO CORAZÓN

 

Poseed vuestro tesoro en el cielo para que tengáis allí vuestro corazón no sólo fuera de todo peligro que podrían correr el oro, las residencias, los campos, los ganados, sino vuestro mismo corazón para que no sea robado, corroído, quemado, matado por el espíritu del mundo. Si así obráis, tendréis vuestro tesoro en vuestro corazón porque tendréis a Dios en vosotros hasta el día dichoso en que vosotros estaréis en Él.

Pero, para que no mengüéis el fruto de la caridad, poned atención en ser caritativos con espíritu sobrenatural. Lo que dije acerca de la oración y el ayuno, lo digo también del hacer favores y de cualquier otra cosa que poseáis.

 

PROCURAD PRESERVAR EL BIEN QUE HACÉIS DE LA

SENSUALIDAD DEL MUNDO.

 

Procurad preservar el bien que hacéis de la sensualidad del mundo. Conservadlo puro de las alabanzas humanas. No profanéis la rosa perfumada, incienso real de perfumes que agradan al Señor, de vuestra caridad y de vuestro buen obrar. El espíritu de soberbia, el deseo de ser conocidos al hacer el bien, y el buscar las alabanzas profanan el bien. Sucede entonces que la rosa de la caridad se encuentra manchada con la baba de los lobos llenos de soberbia espuma, y caen en el incensario pajas fétidas de la cama en que soberbio se regodea como animal bien alimentado.

 

¡OH, ESOS FAVORES HECHOS PARA QUE

LO ALABEN A UNO! ¡ES MEJOR NO HACERLOS!

 

¡Oh, esos favores hechos para que lo alaben a uno! ¡Es mejor no hacerlos! Quien no los hace, peca de dura; quien los hace, y quiere ser conocido, como la suma que dio, a quien la dio y mendiga la alabanza, peca de soberbia al dar a conocer la ofrenda. En otras palabras, dice: "¿Veis cuanto puedo?", peca contra la caridad porque mortifica a quien le hizo el favor, al darle a conocer su nombre, peca de avaricia espiritual, al querer acumular alabanzas humanas... Pajas, pajas, no más que pajas. Haced que Dios y sus ángeles os alaben.

 

CUANDO DEIS UNA LIMOSNA, NO TOQUÉIS

LA TROMPETA PARA LLAMAR LA ATENCIÓN...

 

Cuando deis una limosna, no toquéis la trompeta para llamar la atención del que pasa y para que se os honre, como hacen los hipócritas que buscan el aplauso de los hombres y por esto sólo hacen limosna donde pueden verlos los demás. También estos han recibido ya su recompensa y de Dios nada recibirán. No incurráis en la misma culpa y en la misma presunción. Cuando hagáis limosna, no sepa vuestra siniestra lo que hace la derecha. Que sea oculta y púdica. Y luego olvidaos de ella. No estéis viendo una y otra vez lo que hicisteis, hinchándoos con ello como hace el sapo que se contempla con sus ojos en el estanque, y como ve que se reflejan en el agua tranquila las nubes, los árboles, el carro que se ha detenido junto al camino, y se ve él tan pequeño, en comparación de lo que está viendo, se llena de aire hasta reventar. También vuestra caridad es una nada respecto al infinito que es la caridad de Dios, y si quisieseis ser semejantes a Él y hacer que vuestra caridad pequeña fuese grande, grande, grande para igualar a la suya, os llenaríais de orgullo y acabaríais con perecer.

 

OLVIDAOS DE ELLA. OLVIDAOS DE LA ACCIÓN MISMA.

 

Olvidaos de ella. Olvidaos de la acción misma. Siempre os quedará presente una luz, una voz, una miel y os hará luminoso el día, dichoso el día, porque esa luz será la sonrisa de Dios; esa miel la paz espiritual que es también Dios, esa voz, la voz del Padre Dios que os dirá: "Gracias". El ve el mal oculto y ve el bien escondido, y dará su recompensa. Yo os lo..."

 

MAESTRO, ESTÁS MINTIENDO CON

TUS PROPIAS PALABRAS

 

"Maestro, estás mintiendo con tus propias palabras".

El insulto rencoroso imprevisto ha partido del centro de la multitud, Todos se vuelven a donde salió la voz. Hay confusión. Pedro dice: "Te lo había dicho. ¡Eh, cuando hay uno de esos... nada va bien!"

De entre la multitud se oyen silbidos y murmullo contra el insultador. Jesús es el único que está tranquilo. Ha cruzado los brazos sobre el pecho y se yergue, con el sol en la frente, derecho en la piedra en que está de pies, con su vestido azul subido.

El insultador, sin preocuparse de la reacción de la multitud, continúa diciendo: "Eres un mal maestro porque enseñas lo que no haces y..."

"¡Cállate! Lárgate de aquí. Lárgate. Vergüenza deberías tener" aúlla la gente. Y otros: "¡Lárgate con tus escribas! A nosotros nos basta el Maestro. Los hipócritas con los hipócritas. ¡Falsos maestros! ¡Usureros!..." y seguían pero Jesús grita: "Silencio. Dejadlo que hable" y la gente no grita más pero entre dientes dice sus maldiciones acompañadas de miradas feroces.

 

SÍ. ENSEÑAS LO QUE NO HACES

 

"Sí. Enseñas lo que no haces. Dices que se debe hacer limosna sin ser vistos y ayer, a la presencia de todo el pueblo, dijiste a dos pobres: "Quedaos conmigo que os quitaré el hambre".

"Dije: "Quédense los dos pobrecitos. Serán los huéspedes que con su presencia darán sabor a nuestro pan". No fue más. No di a entender que les quería quitar el hambre. ¿Quién es el pobre que no tenga por lo menos un pedazo de paz? La alegría era de obsequiarles con una buena amistad".

"¡Ah, sí, eres astuto y sabes hacer la del cordero!..."

El viejo se levanta, se vuelve y levantando su bastón grita: "Lengua infernal que acusas al Santo. ¿Crees acaso saber todo y poder acusar por lo que sabes? Como ignoras quién es Dios, y quién al que insultas, de igual modo ignoras sus acciones. Sólo lo ángeles y mi corazón gozoso lo saben. Oíd, vosotros, oíd, y decid si Jesús es mentiroso y soberbio como éste bribón del Templo trata de decir . El..."

"¡Cállate, Ismael! ¡Cállate por amor de Mí! Si te hice feliz, hazme a mi con tu silencio" le ruega Jesús.

"Te obedezco, Hijo santo. Pero déjame decir solo esto: la bendición del fiel anciano israelita está sobre el que de parte de Dios me ha socorrido, y Dios la puso en mis labios por mi y por Sara, mi nueva hija. Pero sobre tu cabeza no vendrá bendición. No te maldigo. No ensucio mi boca con una maldición, que debe decir a Dios: "Acógeme". Ni siquiera la pronuncié contra quien me desconoció y que tiene ya su recompensa. Pero habrá quien haga las veces del inocente acusado y de Ismael, amigo de Dios que lo ayuda".

 

UN CORO DE GRITOS CIERRA EL DISCURSO

DEL ANCIANO QUE DE NUEVO SE SIENTA,...

 

Un coro de gritos cierra el discurso del anciano que de nuevo se sienta, y un hombre se escabulle, perseguido con las maldiciones. Luego la gente grita a Jesús: "Sigue, sigue, Maestro Santo. No escuchamos a otros más que a Ti, y Tú nos oyes. No esos cuervos malditos. Tienen celos, porque te amamos más que a ellos. Pero en Ti hay santidad, en ellos maldad. Habla, habla. Mira que no nos aguijonea otro deseo que tu palabra. ¿Casas, negocios? Nada importa con la condición de oírte".

 

DIOS OS DARÁ RECOMPENSA POR EL

BIEN HECHO AUN CUANDO NO SE LA PIDÁIS.

 

"Sí, continúo a hablar. No estéis pensando en lo que pasó. Rogad por esos infelices. Perdonadlos como Yo los perdono. Si perdonáis a los hombres sus errores, también vuestro Padre de los cielos os perdonará vuestros pecados. Pero si tenéis rencor y no perdonáis a los hombres tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras faltas. Todos tienen necesidad de perdón.

Os decía que Dios os dará recompensa por el bien hecho aun cuando no se la pidáis. Pero no hagáis el bien por este motivo, para tener una garantía en el día de mañana. No ayudéis a medias pensando: "¿Y luego habrá para mí? Y si no tuviere nada, ¿quién me ayudará? ¿Encontraré quien haga conmigo lo que yo he hecho? Y cuando ya no pueda dar, ¿me amarán todavía?".

 

TENGO AMIGOS PODEROSOS ENTRE LOS RICOS

Y AMIGOS ENTRE LOS POBRECITOS DE LA TIERRA.

 

Ved: tengo amigos poderosos entre los ricos y amigos entre los pobrecitos de la tierra. Y en verdad os digo que los más amados no son los amigos poderosos. Voy a la casa de ellos no por recabar alguna utilidad para Mí, sino porque de ellos puedo obtener muchas cosas para quien no tiene nada. Yo soy pobre. No tengo nada. Quisiera tener todos los tesoros del mundo y cambiarlos por pan para darlo a quien tiene hambre, por techo para quien no lo tiene, por vestidos para quien está desnudo, por medicinas para quien está enfermo. Diréis "Puedes curar". Sí. Puedo esto y otras cosas, pero no siempre hay fe en los otros, y Yo no puedo hacer lo que podría y querría, si no hubiera fe en Mí en los corazones. Querría ayudar aun a los que no tienen fe, y como no piden milagros al Hijo del hombre, querría, hombre a hombre, ayudarles. Pero no tengo nada, y así extiendo mi mano a quien tiene y le digo: "ayúdame en nombre de Dios". Esta es la razón por la que tengo amigos que se encuentran arriba. Mañana cuando no esté ya más en la tierra, pobres habrá todavía, y Yo no  estaré aquí para realizar milagros en quien tiene fe, ni para hacer limosnas para llevar a la fe. Para ese entonces mis amigos ricos ya habrán aprendido, a mi contacto, a socorrer, y mis apóstoles habrán también a mi contacto aprendido a hacer limosna por amor a sus hermanos. Y los pobres tendrán siempre una ayuda.

 

AYER RECIBÍ DE UNO QUE NO TIENE NADA,

MÁS DE CUANTO ME HAN DADO LOS QUE TIENEN.

 

Pues bien, ayer, recibí de uno que no tiene nada, más de cuanto me han dado los que tienen. Es un amigo pobre como Yo. Pero me dio algo que no se compra con dinero, y que me hizo feliz, trayéndome a mi corazón tantas horas serenas de mi niñez y juventud, cuando por la tarde, ponía sobre mi cabeza sus manos el Justo e iba a dormir con su bendición como guardia de mi sueño. Esto me dio ayer mi amigo con su bendición. Ves, pues, que lo que me dio, ninguno de mis amigos ricos me ha dado. Por lo cual no tengáis miedo. Si no tenéis cantidades de dinero, con tal de que tengáis amor y santidad, podréis socorrer al pobre, al cansado, al afligido.

 

NO OS PREOCUPÉIS MUCHO, NI TEMÁIS,

DE TENER POCO.

 

Por esto os digo: no os preocupéis mucho, ni temáis, de tener poco. Tendréis siempre lo necesario. No tengáis tanta preocupación en pensar en lo futuro. Ninguno sabe cuánto es lo que resta de vida. No perdáis la calma preocupándoos por lo que comeréis, para sostener esta vida, ni con que os vestiréis para dar abrigo al cuerpo. La vida de vuestro espíritu es más preciosa que el estómago y que los miembros; vale mucho más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Vuestro Padre lo sabe. Tenedlo también en cuenta. Mirad los pajarillos del cielo: no siembran, no cosechan, no recogen en graneros, y sin embargo, no mueren de hambre, porque el Padre celestial los alimenta. Vosotros hombres, creaturas predilectas del Padre, valéis mucho más que ellas.

 

¿QUIÉN DE VOSOTROS, CON TODO SU INGENIO

PUEDE AÑADIR UNOS CUANTOS CENTÍMETROS

A SU ESTATURA?

 

¿Quién de vosotros, con todo su ingenio puede añadir unos cuantos centímetros a su estatura? Si no lográis aumentarla ni siquiera con un palmo, ¿como podéis pensar en cambiar vuestra condición futura, aumentando vuestras riquezas para aseguraros una vejez larga y dichosa? ¿Podéis decir a la muerte: "Vendrás por mí cuando te lo diga"? No podéis. Entonces, ¿por qué preocuparos del mañana? Y ¿por qué tanto miedo de quedaros sin vestidos? Mirad cómo crecen los lirios del campo: no se fatigan, ni hilan, no ven a los comerciantes de telas para comprar. Y sin embargo, os aseguro que ni siquiera Salomón se vistió de tanta gloria como uno de ellos. Y si Dios viste de este modo a la hierba del campo, que hoy existe y mañana sirve para calentar el horno de alimento del ganado y termina en ser ceniza o estiércol, mucho más cuidará de vosotros, hijos suyos.

 

NO SEÁIS GENTE DE POCA FE.

 

No seáis gente de poca fe. No os angustiéis por el futuro incierto, diciendo: "Cuando sea viejo ¿qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Cómo me vestiré?" Dejad estas preocupaciones a los gentiles que no tienen la certeza amorosa de la paternidad divina. Vosotros la tenéis y sabéis que el Padre conoce vuestras necesidades y que os ama. Poned, pues, vuestra confianza en Él. Buscad ante todo las cosas verdaderamente necesarias: la fe, la bondad, la caridad, la humildad, la misericordia, la pureza, la justicia, la mansedumbre, las tres y las cuatro virtudes principales, y el derecho a su Reino. Os aseguro que todo lo demás se os dará por añadidura aun cuando no lo pidiereis. Nadie es más rico que el santo. El santo está con Dios. No pide para su cuerpo y Dios lo provee de lo necesario. Trabaja para su espíritu y Dios mismo se da a él, acá en la tierra, y allá en el Paraíso.

 

NO OS AFLIJÁIS POR LO QUE NO MERECE

LA PENA DE AFLIGIRSE.

 

No os aflijáis, pues, por lo que no merece la pena de afligirse. Afligios de ser imperfectos, no de no tener tantos bienes terrenos. No os angustiéis por el mañana... El mañana pensará en sí mismo, y vosotros en él cuando lo viváis. ¿Por qué pensar desde ahora? La vida ¿no tiene ya bastantes recuerdos penosos de ayer, y pensamientos molestos de hoy, para sentir necesidad de buscar las pesadillas del "qué será"  mañana? Dejad a cada día su preocupación. Siempre habrá penas más de las que quisiéramos en la vida, sin tener que añadir las presentes a las futuras. Decid siempre la gran palabra de Dios. "Hoy". Sed sus hijos creados a su semejanza. Decid, pues, con él: "Hoy".

Y hoy os doy mi bendición. Que os acompañe hasta el principio del nuevo hoy: de mañana; o sea de cuando os daré nuevamente la paz en nombre de Dios".

 

III. 183-190

A. M. D. G.