EN LA COCINA DE PEDRO.
ENSEÑANZA Y PREDICCIÓN
DE LA CAPTURA DEL BAUTISTA
#ISCARIOTE PREGUNTA qué es el Dios inmanente
#PARA QUE SIRVEN LAS PARÁBOLAS
#POR QUÉ JESÚS HABLA EN PARÁBOLAS
#PARA QUE LES HABLO EN PARÁBOLAS
#SÓLO DIOS SE MANIFIESTA A SÍ MISMO
#Escuchad el espíritu de la Parábola del Sembrador. Cuatro clases de campos
#Cuatro clases de espíritus. campos fértiles. Espíritus honestos, de buena voluntad
#Campos llenos de caminos. El espíritu mundanal es el rey. La comodidad es su ley, el gozar su meta
#ANUNCIAN LA CAPTURA DE JUAN BAUTISTA por Herodes
Henos aquí de nuevo en la cocina de Pedro. La cena debió de haber sido abundante porque los platos con restos de pescado, carne, queso, frutas secas o semisecas, están amontonados en una especie de credencia que da un cierto aire a las usadas en regiones toscanas, y todavía jarras con copas se ven sobre la mesa.
La mujer de Pedro debió de haber hecho milagros por contentar a su marido, y debió de haber trabajado todo el día. Ahora, cansada pero feliz, está en su rinconcito y escucha lo que dice su hombre y lo que dicen los demás. Lo mira, mira a su Simón, que para ella debe ser un gran hombre, aunque sea un poco exigente; y cuando lo oye hablar con palabras nuevas que ya no son ni de barcas, ni de redes, ni de pescados, ni de dinero, mueve sus pestañas como si estuviese ofuscada con tanta luz. Pedro, sea por el placer de haber tenido a su mesa a Jesús, sea por la alegría de la abundante y sazonada comida, está realmente de buen humor, y se revela en él el futuro Pedro que predicará a las multitudes.
No sé que cosa haya dicho algún compañero que produjo la respuesta salomónica de Pedro: "Les acaecerá como a los fundadores de la torre de Babel. Su misma soberbia provocará el derrumbe de sus teorías y quedarán aplastados".
Andrés objeta a su hermano con: "Pero Dios es Misericordia. Impedirá el derrumbe para darles tiempo a reconocer sus yerros".
"No te imagines. En la cúspide de su soberbia pondrán calumnias y persecuciones. Oh, ya me lo imagino. Persecuciones sobre nosotros para dispersarnos por testigos odiosos. Y como atacarán con engaño la verdad, Dios los castigará, y perecerán".
"¿Tendremos fuerza para resistir?" pregunta Tomás.
"Bueno... yo por mi no las tendré. Confío en El" y Pedro señala al Maestro que escucha y calla con la cabeza un poco inclinada como para tener escondida la expresión de su rostro.
"Yo pienso que Dios no nos dará pruebas superiores a nuestras fuerzas" dice Mateo.
"O por lo menos las aumentará en proporción a ellas" concluye Santiago de Alfeo.
"El ya lo hace. Yo era rico y poderoso. Si Dios no me hubiese querido conservar para un fin suyo, habría perecido en la dispersión cuando fui perseguido y leproso. Habría terminado conmigo mismo... Sin embargo en mi derrumbe completo descendió una riqueza nueva que jamás antes había yo tenido: la riqueza de la persuasión de que: "Dios existe". Antes... Dios... Yo era un creyente, era fiel israelita, pero mi fe era de formalismos. Me parecía que su premio era siempre inferior a mis virtudes. Me tomaba la libertad de discutir con Dios porque creía yo ser algo sobre la tierra. Simón Pedro tiene razón. Yo también edificaba una torre de Babel con las autoalabanzas y satisfacciones de yo era algo. Cuando todo se me derrumbó, y fui gusano aplastado bajo el peso de toda esta inutilidad humana, entonces no discutí más con Dios, sino conmigo mismo, con mi fatuo ser, y terminé por destruirlo. Y cuanto más lo hacía al abrir camino a lo que pienso sea el Dios inmanente en nuestro ser terrestre, tanto más alcanzaba yo una fuerza, una riqueza nueva. La certeza de que no estaba yo solo, y de que Dios velaba sobre el hombre vencido por el hombre y por el mal".
QUÉ ES EL DIOS INMANENTE
"Según tú, ¿qué piensas que sea Dios, lo que dijiste "el Dios inmanente en nuestro ser terrestre?" ¿Qué quieres decir? No te comprendo y me parece una herejía. Dios es lo que conocemos por la Ley y los Profetas. No hay otro medio" dice un poco severo Judas Iscariote.
"Si estuviese Juan te lo diría mejor que yo, pero yo te lo digo como lo sé. Dios es lo que conocemos por la Ley y los Profetas. Es verdad. Pero ¿en qué lo conocemos? ¿Cómo?"
Judas de Alfeo salta a la arena: "Poco y mal. Los Profetas que nos lo describieron, lo conocían. Nosotros tenemos una idea confusa que se filtra de la obstrucción de un montón de sectas..."
"¿Sectas? Pero ¡cómo hablas! No tenemos sectas. Somos los hijos de la Ley. Todos" dice Iscariote con desdén y con tono agresivo.
"Los hijos de las leyes. No de la Ley. Hay una pequeña diferencia. Del singular al plural. Pero en realidad así es: somos hijos de lo que hemos creado y no somos ya de lo que Dios no dio" rebate Tadeo.
"Las leyes han nacido de la Ley" dice Iscariote.
"También las enfermedades nacen de nuestro cuerpo y no me vas a decir que sean cosa buena" refuta otra vez Tadeo.
"Pero déjame saber qué cosa es el Dios inmanente de Simón Zelote". Iscariote que no ha podido contradecir lo que dijo Tadeo busca de llevar la disputa al punto de donde había surgido.
Simón Zelote dice: "Nuestros sentidos siempre tienen necesidad de una base para captar una idea. Cada uno de nosotros, me refiero a nosotros que creemos, cree por la virtud de la fe en el Altísimo, Señor y Creador, Eterno Dios que está en el cielo. Todos los seres tienen más necesidad de esta fe desnuda, virgen, incorpórea, que es apta y que basta a los ángeles que ven y aman a Dios espiritualmente, condividiendo con El la naturaleza espiritual y teniendo la capacidad de verlo. Nosotros tenemos necesidad de crearnos una "figura" de Dios, figura que se obtiene de las cualidades esenciales que atribuimos a Dios para dar nombre a su perfección absoluta, infinita. Cuanto más el alma se concentra, tanto más logra llegar a una precisión en el conocimiento de Dios. Esto es lo que llamo: Dios inmanente. No soy filósofo. Tal vez empleé mal la palabra. Pero al final de cuentas, para mí Dios inmanente quiere decir, sentir, percibir a Dios en nuestro espíritu; sentirlo y percibirlo no como una idea abstracta sino como una presencia real que nos da una fortaleza y paz desconocida".
"Está bien. Pero, en fin de cuentas, ¿cómo lo sentías? ¿Qué diferencia hay entre sentir por la fe y sentir por inmanencia?" pregunta un poco irónico Iscariote.
"Dios es seguridad, muchacho. Cuando lo sientes, como dijo Simón, con esa palabra que no entiendo a la letra, pero sí su espíritu, y piensas que nuestro mal radica en entender sólo la letra, y no el espíritu de las palabras de Dios, quiere decir que llegas a captar no sólo el concepto de la majestad terrible, sino de la paternidad dulcísima de Dios. Quiere decir que sientes que aunque todo el mundo te juzgase y condenase injustamente, uno solo, El, el Eterno, que hace las veces de padre, no te juzga sino que te absuelve y consuela. Quiere decir que sientes que aunque todo el mundo te odiase, experimentarías en ti un amor mayor que todo el mundo. Quiere decir que arrojado en una cárcel o en un desierto, siempre sentirías que alguien te habla y dice: "Sé santo para que seas como tu Padre". Quiere decir que por el amor verdadero a este Padre Dios, al que finalmente se llega a sentir como tal, se acepta, se obra, se toma o se deja sin medidas humanas, pensando sólo en devolver amor con amor, en copiar lo más posible a Dios en las propias acciones" dice Pedro.
"¡Eres un soberbio! ¡Copiar a Dios! No puedes" sentencia Iscariote.
"No es soberbia. El amor lleva a la obediencia. Copiar a Dios me parece aun una forma de obediencia porque dice Dios que nos hizo a su imagen y semejanza" replica Pedro.
"Nos hizo. No debemos ir más allá".
"¡Eres un infeliz si así piensas, querido muchacho! Olvidas que hemos caído y que Dios nos quiere volver a llevar a donde estábamos".
Jesús toma la palabra: "Todavía mucho más, Pedro, Judas, y todos vosotros. Todavía mucho más. La perfección de Adán era susceptible aun de aumento mediante el amor que lo habría llevado a una imagen siempre más exacta de su Creador. Adán sin la mancha del pecado habría sido un espejo tersísimo de Dios. Por esto digo: "Sed perfectos como Perfecto es el Padre que está en los cielos". Como el Padre, por lo tanto como Dios. Pedro dijo muy bien. Y también Simón. Os ruego que recordéis sus palabras y las apliquéis a vuestras almas".
La mujer de Pedro por poco se desvanece de la alegría de oír que así se alaba a su marido. Llora detrás del velo, inmóvil, feliz. Pedro parece como si tuviera un ataque apopléjico. Se ha puesto colorado, colorado. Por unos instantes no sabe qué decir, más luego. "Pues bien, entonces dame el premio. La parábola de esta mañana..."
También los otros se unen a Pedro diciendo: "Sí. Lo prometiste. Las parábolas sirven muy bien para comprender la comparación. Entendemos que tienen un espíritu superior a lo comparado. ¿Por qué les hablas en parábolas?"
POR QUÉ JESÚS HABLA EN PARÁBOLAS
"Porque a ellos no se les ha concedido entender más de lo que explico. A vosotros se os concede mucho más porque cual discípulos míos, debéis conocer el misterio del reino de los cielos. Por esto os digo: "Preguntad si no comprendéis el espíritu de la parábola". Dais todo y todo se os devuelve para que a vuestra vez podáis dar todo. Dais a Dios todo: afectos, tiempo, intereses, libertad, vida. Y Dios os da todo para recompensaros, y para haceros capaces de dar todo en nombre de Dios, a quien está detrás de vosotros. De este modo a quien ha dado se le dará abundantemente. Pero a quien no da sino parcialmente y de hecho no ha dado todo, se le quitará aun lo que tiene.
PARA QUE LES HABLO EN PARÁBOLAS
Les hablo en parábolas a ellos para que al ver no vean sino sólo lo que la voluntad de adherirse a Dios ilumina, para que al oír siempre por su misma voluntad de adhesión, oigan y comprendan. Vosotros veis. Muchos oyen mi palabra, pocos se adhieren a Dios, sus espíritus están mancos de la buena voluntad. Se cumple en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con vuestras orejas y no percibiréis, miraréis con los ojos y no veréis". Porque este pueblo tiene un corazón insensible; las orejas son duras; tienen los ojos cerrados para no ver y para no sentir, para no entender con el corazón y no convertirse para que los cure. Pero vosotros sois bienaventurados por vuestros ojos que ven, y vuestras orejas que oyen, por vuestra buena voluntad. En verdad os digo que muchos Profetas y muchos justos desearon ver lo que veis y no vieron, oír lo que oís y no lo oyeron. Se consumaron en el deseo de comprender el misterio de las palabras, y apagada la luz de la profecía, sus palabras quedaron cual carbones apagados, también para el santo que las había pronunciado.
SÓLO DIOS SE MANIFIESTA A SÍ MISMO
Sólo Dios se manifiesta a Sí mismo. Cuando se retira su luz, una vez que terminó el fin de iluminar el misterio, la incapacidad de entender liga, como las vendas de una momia, la real verdad de la palabra recibida. Por esto te dije esta mañana: "Llegará un día en que volverás a encontrar cuanto se te ha dado". Ahora no puedes retenerlo. Pero después la luz vendrá sobre ti, y no por un momento sino por una unión inseparable del Espíritu Eterno con el tuyo, por lo cual tu enseñanza será infalible en lo que es cosa del Reino de Dios. Y así como en tí, en tus sucesores, si vivieren de Dios como de único pan.
DE LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
CUATRO CLASES DE CAMPOS
Ahora escuchad el espíritu de la parábola.
Tenemos cuatro clases de campos: los fértiles, los espinosos, los pedregosos y los llenos de caminos. Tenemos también cuatro clases de espíritus.
CAMPOS FÉRTILES
ESPÍRITUS HONESTOS, DE BUENA VOLUNTAD
Tenemos los espíritus honestos, los espíritus de buena voluntad, los que ella misma y las obras de un apóstol, de un "verdadero" apóstol preparan, porque hay apóstoles que tienen el nombre, pero no el espíritu, los cuales son más crueles en su voluntad que se está formando, que los mismos pájaros, espinas y piedras. Trastornan en tal modo, con sus intransigencias, prisas, regaños, amenazas, que alejan para siempre de Dios. Hay otros por el contrario que con un derroche de benignidad fuera de lugar, hacen secar la semilla en un terreno muy muelle. Privados de un espíritu viril lo quitan a las almas cuyo cargo tienen. Pero quedémonos con los verdaderos apóstoles, o sea con los espejos tersos de Dios. Son paternales, misericordiosos, pacientes, y al mismo tiempo fuertes como su Señor. Así pues, los espíritus que ellos preparan y su propia voluntad pueden compararse a los campos fértiles, limpios de piedras y de zarzas, sin grama ni cizaña, en los que prospera la palabra de Dios y cada palabra: una semilla, hace un manojo de espigas, produciendo en algunas partes el ciento por ciento, en otras el sesenta, en otras el treinta. ¿Hay de estos entre los que me siguen? Ciertamente. Serán los santos. Entre ellos hay de todas las castas y de todas las naciones, hay hasta gentiles, y que también producirán el ciento por ciento por su buena voluntad, sólo por ella, o también por ella y la de un apóstol o discípulo que me los prepara.
ESPÍRITUS QUE POR SU DEJADEZ
PENETRAN EN ÉL INTERESES PERSONALES
PREOCUPACIONES MUNDANALES,
EL CEBO DE LAS RIQUEZAS
Los campos espinosos son aquellos en que la dejadez ha permitido penetrar montones de espinas de intereses personales que ahogan la buena semilla. Es necesario vigilar siempre, siempre. Jamás decir: "Oh, ya estoy formado, en mí hay semilla, puedo estar tranquilo que produciré siempre semilla de vida eterna". Es necesario vigilarse a sí mismo: la lucha entre el Bien y el Mal es continua. ¿Habéis observado cómo un montón de hormigas se apodera de una casa? Helas en el horno. La mujer de casa no deja allí más los alimentos y los pone sobre la mesa; y ellas ventean y dan el asalto a la mesa. La mujer los pone en la alacena y hasta allí llegan. La mujer cuelga del techo sus provisiones, pero ellas dan un rodeo grande por las paredes y las vigas, bajan por la cuerda y comen. La mujer las quema, les pone fuego, envenena y luego se queda tranquila pensando que las ha acabado. Oh, que si no está atenta, ¡qué sorpresa! Otras nacen, y de nuevo hay que empezar. De este modo hasta que dure la vida; ¡es menester estar atento para extirpar las plantas nocivas tan pronto como despunten! de otro modo crean un techo de zarzas y ahogan el trigo. Las preocupaciones mundanales, el cebo de las riquezas crean el entretejido, ahogan la planta de la semilla de Dios y le impiden que produzca espigas.
ESPÍRITUS QUE QUIEREN SUSTITUIR
LA DOCTRINA SENCILLA DE DIOS
POR DOCTRINAS HUMANAS COMPLICADAS
Ved ahora los campos llenos de piedras. Cuántos hay en Israel que pertenecen a los "hijos de la ley" como dijo exactamente mi hermano Judas. En ellos no existe la Piedra única del Testimonio, no existe la Piedra de la Ley. Hay un montón de piedras pequeñas, sin valor, de leyes humanas que los hombres han hecho, y son tantas que con su peso han logrado aún astillas en la Piedra de la Ley. Es una destrucción tal que impide que pueda crecer semilla alguna. Las raíces no encuentran jugo alguno. No hay tierra, no hay nada. El agua no hace más que marchitar la planta porque se estanca en el pavimento de las piedras, el sol caldea en esas piedras y quema las plantitas. Son los espíritus de los que quieren sustituir la doctrina sencilla de Dios con doctrinas humanas complicadas. Reciben por decirlo así, mi palabra con alegría. Se dejan al punto mover y seducir de ella. Pero después... Sería necesario un gran heroísmo para escombrar el campo, el alma y la mente de todas las piedras. De este modo la semilla echaría raíces y robusta crecería. Del otro modo... no es nada. Basta el temor de la venganza humana. Basta una reflexión. "¿Y luego? ¿Qué cosa me harán los poderosos?" y la pobre semilla, sin alimento, muere. Basta que todo el montón de piedras haga ruido vano de cien y cien preceptos, que han sustituido al Precepto, para que el hombre aparezca junto con la semilla aceptada... Israel es un ejemplo de esto. Esto explica en qué forma el acercarse a Dios vaya en proporción inversa del poder humano.
EL ESPÍRITU MUNDANAL ES EL REY.
LA COMODIDAD ES SU LEY
EL GOZAR SU META
Los últimos campos están llenos de caminos, están desnudos, llenos de polvo. Son los mundanos, los egoístas. La comodidad es su ley, el gozar su meta. No fatigarse, adormilarse, reír, comer... Entre estos el espíritu mundanal es rey. El polvo de lo mundanal cubre el terreno que toma el color negruzco. Los pájaros, esto es, las disipaciones, se precipitan en los miles de caminos abiertos para hacer más fácil la vida. El espíritu del mundo, esto es, el del Maligno, picotea y destruye cada semilla que cae en este terreno abierto a toda sensualidad y liviandad.
¿Habéis entendido? ¿Tenéis algo que preguntar? ¿No? Entonces podemos ir a descansar para irnos mañana a Cafarnaum. Debo ir primero a un cierto lugar antes de empezar el viaje a Jerusalén para la Pascua".
"¿Volveremos a pasar por Arimatea?" pregunta Iscariote.
"No es seguro. Depende de..."
Se oyen fuera toquidos en la puerta.
ANUNCIAN LA CAPTURA DE JUAN BAUTISTA
POR HERODES
"¿Quién podrá ser a esta hora?" dice Pedro que se levanta para ir a abrir.
Es Juan, espantado, lleno de polvo, con señas visibles de que ha llorado.
"¿Tú aquí?" gritan todos. "¿Qué ha pasado?"
Jesús, se ha puesto en pie, pregunta: "¿Y mi madre dónde está?"
Juan que ha seguido avanzando se arrodilla a los pies de su Maestro, extiende los brazos como para pedir socorro y dice: "Tú Madre está bien, pero llora como yo también y como otros muchos. Te ruega que no vengas por la ribera del Jordán viniendo de nuestra parte. Por esto me mandó que viniese a donde estás, pues... pues Juan tu primo ha sido puesto en prisión..." Juan llora, mientras un alboroto se levanta entre los presentes.
Jesús visiblemente se pone pálido, pero no se intranquiliza. Le dice: "Levántate y cuéntanos".
"Bajaba yo con tu Mamá y con las mujeres. También Isaac y Timoteo estaban con nosotros. Tres mujeres y tres hombres. Obedecí tus órdenes de llevar a María donde estaba Juan... Ah, ¡Tú sabías que era el último adiós!... Que debía ser la última despedida. Hace unos días hubo una tempestad que hizo que nos detuviésemos algunas horas, pero fueron suficientes para que Juan no volviese a ver a María... Llegamos a la hora de siesta y él había sido hecho prisionero en la madrugada.."
"¿Dónde? ¿Cómo? ¿Quien fue? ¿En su cueva?" todos preguntan. Todos quieren saber.
"¡Fue traicionado!... ¡Emplearon tu Nombre para traicionarlo!"
"¡Qué horror! ¿Quién fue?" a gritos todos preguntan.
Juan se estremece, despacio, con horror dice algo que ni siquiera el aire debería oír: "Un discípulo suyo..."
El alboroto llega hasta el cielo. Quien maldice, quien llora, quien sin saber qué hacer se queda cual estatua.
Juan se echa al cuello de Jesús y grita: "¡Tengo miedo por Ti! Los santos tienen sus traidores que se venden por el oro y por el temor a los grandes, por sed de premio, por... por obedecer a Satanás. Por miles y miles de cosas. ¡Oh, Jesús, Jesús, Jesús! ¡Qué dolor! Mi primer maestro. Mi Juan que me entregó a Ti".
"Está bien. Está bien. Por ahora nada me acaecerá".
"¿Y después? ¿Y después? Me veo... veo a ellos ... tengo miedo de todos, también de mí. Estará entre nosotros tu traidor..."
"Pero ¿estás loco? ¿Crees que no lo haríamos pedazos?" grita Pedro.
E Iscariote: "Oh, que si estás loco. Jamás lo seré. Pero si me sintiese tan débil de modo que pudiese llegar a serlo, me mataría. Es mejor así que asesino de Dios".
Jesús retira a Juan y sacude enérgicamente a Iscariote diciéndole: "¡No blasfemes! Ninguna cosa te podrá hacer débil, si no quieres. Y si fuese así, llora, y no añadas un crimen más al deicidio. Quien se separa de Dios, se hace débil". Luego regresa a donde está Juan que llora inclinado sobre la mesa y le dice: "Habla con orden. Yo también sufro. Era mi pariente, fue mi Precursor".
"No vi sino algunos discípulos, algunos de ellos, estaban consternados y furiosos contra el traidor. Los otros habían acompañado a Juan hasta su prisión para estar cercanos a su muerte".
"Aun no ha sido muerto... la otra vez pudo huir" trata Zelote de consolar a Juan a quien quiere mucho.
"Aun no ha sido muerto, pero morirá" responde Juan.
"Sí, morirá. Lo sabes como Yo lo sé. Esta vez nadie, ni nada lo salvará. ¿Cuándo? No lo sé. Sé que no saldrá vivo de las manos de Herodes".
"Sí, de Herodes. Oye. Fue él hacia esos desfiladeros por donde pasamos al regresar a Galilea, entre el monte Ebal y Garizim, porque el traidor le dijo: "El Mesías está muriendo porque sus enemigos lo asaltaron. Te quiere ver para confiarte un secreto". Y él fue con el traidor y con algún otro. En el fondo del valle había soldados armados de Herodes que lo aprehendieron. Los demás huyeron y llevaron la noticia a los discípulos que estaban cerca de Ennón. Apenas habían llegado cuando llegué con tu Madre. Y lo que es horrible es que fue uno de los de nuestra ciudad... y que los fariseos de Cafarnaum estuvieron a la cabeza del complot para aprehenderlo. Habían estado con él y le habían dicho que tú habías sido su huésped y que partías de allí para ir a Judea... Sino hubiera sido por Ti, no hubiera salido de su cueva..."
Un silencio sepulcral cae después de la narración de Juan. Jesús parece destruido, sus ojos son de un color azul negro, como si estuviesen empañados. Tiene la cabeza inclinada, su mano que está todavía sobre la espalda de Juan, le tiembla levemente. Nadie se atreve a hablar. Jesús rompe el silencio: "Iremos a Judea por otro camino. Mañana, de todos modos, debo ir a Cafarnaum. Lo más pronto posible. Descansad. Voy a arriba entre los olivos. Tengo necesidad de estar solo". Y se va sin añadir más.
"Cierto, va a llorar" murmura Santiago de Alfeo.
"Sigámoslo, hermano" dice Judas Tadeo.
"No. Déjalo que llore. Vamos despacio a la escucha. Tengo miego de asechanzas por todas partes" añade Zelote.
"Sí. Vamos, nosotros los pescadores a la orilla. Si alguien viene de la parte del lago lo veremos. Vosotros por los olivos. Ciertamente estará en su lugar acostumbrado, cerca del nogal. Cuando despunte el sol, prepararemos las barcas para irnos pronto. ¡Qué serpientes! ¡Eh! Ya lo había dicho yo. Eh, muchacho, ¿la Madre de El está de veras segura?"
"¡Oh, sí! También los pastores discípulos de Juan se fueron con Ella. Andrés, no veremos más a nuestro Juan".
"Cállate, cállate. Me parece el canto del cuco... Uno que sigue al otro y... y. "
"¡Por el Arca Santa! Callad. Si continuáis hablando de desventuras que pueden sobrevenir al Maestro, ved que probaréis mis remos sobre vuestros riñones!" grita Pedro enfurecido. "Vosotros" dice a los que irán en dirección de los olivos, "tomad bastones, ramas gruesas. Allí hay un montón de leña, caminad. El primero que se acerque a Jesús para hacerle daño, que muera".
"¡Discípulos, discípulos! Es menester estar precavidos de los nuevos!" exclama Felipe.
El nuevo discípulo se siente herido y pregunta: "¿Dudas de mí? El me escogió porque quiso".
"No dudo de ti. Sino de los escribas y fariseos y de sus adoradores. De allí vendrá la ruina, creédmelo".
Salen. Se desparraman unos por las barcas, otros por entre los olivos de las colinas, y todo termina.
III. 235-246.
A. M. D. G.