EN ENDOR. EN LA GRUTA DE LA MAGA

CONVERSIÓN DE FÉLIX, LLAMADO JUAN

 


JESÚS EN ENDOR


#Jesús dialoga con Judas Iscariote. ¿No fue Saul a Endor para consultar a la Pitonisa?. Me gustaría ir y oírte hablar de Saúl. Vamos   

#Preguntamos dónde era el lugar de la adivina. Preguntan a un viejecillo que va a buscar a uno que ha estudiado. De regreso el viejecito señala como guía a un hombre tuerto, sucio y desaliñado   

#Juan de Endor se ofrece a acompañarles   

#Juan de Endor explica su vida   

#Dame el recuerdo y el odio que te tienen enfermo   

#Es aquí. Entra, pues   

#¿Es posible que una mujer hable a los muertos?...   

#El pecado de Saul no fue sino uno de otros pecados   

#se oye hablar de adivinos, magos, espíritus llamados...   

#No tengas curiosidad por conocer lo ultraterreno por temor de que no se te meta el veneno satánico. Huye de lo oculto y de lo que no tiene explicación. Una sola cosa tiene que aceptarse con santa fe: Dios   

#Quien no obedece la voz del Señor pierde al Señor. El prohibió el ocultismo, la nigromancia, el satanismo en todas sus formas   

#Ayúdame a salir de mi muerte   

#Llévame contigo. ¿Qué nombre me das?: Juan, dice Jesús   

#no digáis nada de su pasado a nadie por ningún motivo. Quien dijese algo, o faltase a la caridad al hermano redimido, lo arrojaría al punto de Mí... Yo gozo con la alegría que ahorita hay en el cielo por el nuevo convertido   

#No pienses más en el pasado   

#Ten. Esta es la llave de mi casa   

#El Nazareno. Eres Tú, misericordia

 


 

Ahora el Tabor está a las espaldas de los caminantes. Ya lo pasaron. Entre una llanura encerrada entre este monte y otro que está enfrente, camina el grupo, hablando de la ascensión. Parece que en un principio, los más viejos querían ahorrársela. Pero ahora están contentos de haber subido hasta la cima. El camino es fácil porque es una vía principal bien arreglada. El tiempo es fresco, y me imagino que pernoctaron en las faldas del Tabor.

"Aquello es Endor" dice Jesús señalando un ranchito aferrado a las primeras altitudes de ese grupo montañoso. "¿De veras quieres ir allí?"

"Si quieres contentarme..." responde Iscariote.

"Vamos entonces".

"¿Tendremos mucho que caminar?" pregunta Bartolomé que por su edad no debe ser muy amante de excursiones panorámicas.

"¡Oh, no! Si os queréis quedar..." dice Jesús.

 

JESÚS DIALOGA CON JUDAS ISCARIOTE

¿NO FUE SAÚL A ENDOR PARA CONSULTAR A LA 

PITONISA?

 

ME GUSTARÍA IR Y OÍRTE HABLAR DE SAÚL

 

"VAMOS"

 

"Sí, sí. Quedaos mejor. Me basta ir con el Maestro" se apresura a decir Judas de Keriot.

"Pues bien, yo quisiera saber qué hay de hermoso antes de decidir... Sobre el Tabor vimos el mar, y después del discurso del muchacho debo confesar que lo he visto por vez primera y lo he visto como Tú: con el corazón. Allí... querría saber qué cosa se puede aprender más y en este caso voy aunque me canse..." dice Pedro.

"¿Lo oyes? Tú no has dicho todavía tu intención. Por cortesía hacia tus compañeros, dila" invita Jesús.

"¿No fue a Endor a donde quiso ir Saúl para consultar a la pitonisa?"

"Sí, y ¿qué cosa?"

"Pues a mí me gustaría, Maestro, ir a aquel lugar y oírte hablar de Saúl".

"Oh, entonces hasta yo voy" entusiasta exclama Pedro.

"Vamos".

Rápidamente caminan el pedazo de la vía principal, lo dejan, entran por una secundaria que lleva directamente a Endor.

Es un lugar pobre, como dijo Jesús. Las casas están construidas sobre la falda, que más allá de este ranchito, es muy áspera. La gente que vive allí es pobre. Sus habitantes son pastores que llevan sus ganados por el monte y por los bosques de encinas centenarias. Pocos campos de cebada, o de pienso, en los trozos aptos, y árboles de manzanas y de higos. Pocos viñedos junto a las casas, que sirvan para adornar sus paredes oscuras, como si este lugar fuese más bien húmedo.

 

PREGUNTAREMOS DÓNDE ERA EL LUGAR DE LA ADIVINA

 

PREGUNTAN A UN VIEJECILLO QUE VA A BUSCAR

A UNO QUE HA ESTUDIADO

 

DE REGRESO EL VIEJECITO SEÑALA COMO GUÍA

A UN HOMBRE TUERTO, SUCIO Y DESALIÑADO

 

"Ahora preguntaremos dónde era el lugar de la adivina" dice Jesús.

Detiene a una mujer que vuelve de la fuente con cántaros. Ella lo mira con curiosidad, luego groseramente responde: "No sé. Tengo otras cosas más importantes que estas estupideces" y lo deja plantado.

Jesús se dirige a un viejecito que entalla un pedazo de leño.

"¿La adivina?... ¿Saúl?... Y ¿quién piensa más en ello? Pero, espera... Hay uno que ha estudiado y tal vez sabrá... Ven".

El viejecillo sube por una callejuela pedregosa hasta una casa muy miserable y descuidada. "Espérate aquí. Voy a entrar a llamarlo".

Pedro señala las gallinas que escarban en un corralito sucio, y dice: "Este hombre no es israelita".

Apenas acaba de decirlo cuando ya está de regreso el viejecito a quien sigue un hombre tuerto, sucio y desaliñado como todo lo de su casa. El viejecito dice: "¿Ves? Este dice que es allí, más allá de aquella casa destruida. Un camino, luego una cañada, después un bosque y las cavernas, y de éstas la más alta, la que tiene todavía paredes derribadas a su lado. Es la que buscas. ¿No dijiste así?"

"No. Lo has confundido todo. Iré con estos extranjeros".

 

JUAN DE ENDOR SE OFRECE A ACOMPAÑARLES

 

El hombre tiene voz dura y gutural, lo que aumenta el sentimiento de malestar. Se echa a caminar. Pedro, Felipe y Tomás hacen señales y más señales a Jesús para que no vaya, pero no les hace caso. Camina con Judas detrás del hombre y los otros lo siguen... de mala gana.

"¿Eres israelita?" pregunta el hombre.

"Sí".

 

JUAN DE ENDOR EXPLICA SU VIDA

 

"Yo también, o casi, aunque no lo parezca. Estuve mucho tiempo en tierras extranjeras y tomé costumbres que estos tontos no quieren aceptar. Soy mejor que los demás. Me dicen demonio porque leo mucho, cuido gallinas que vendo a los romanos y sé curar con hierbas. De joven, por causa de una mujer, reñí con un romano -todavía estaba yo entonces en Cintio- y lo apuñalé. El murió y yo perdí el ojo y mis bienes y fui condenado a prisión por muchos años... para siempre. Pero como sabía curar, sané la hija del carcelero. Esto me valió su amistad y un poco de libertad... Me aproveché de ella para huir. Ciertamente hice mal, porque él con su vida pagó mi huída. La libertad parece atractiva cuando uno es prisionero..."

"Y ¿después no lo es?"

"No. Es mejor la cárcel, donde se está solo, al contacto con hombres que no permiten estar solos, y que están juntos para odiarse..."

"¿Has estudiado los filósofos?

"Era maestro en Cintium... Era yo prosélito..."

"Y ¿ahora?"

"Ahora soy nada. Vivo en la realidad. Y odio, como fui odiado y lo soy".

"¿Quién te odia?"

"Todos. Dios es el primero. Tenía mi mujer... y Dios permitió que me traicionase y arruinase. Era yo libre y respetado, y Dios permitió que fuese yo un presidiario. El abandono de Dios, la injusticia de los hombres, han borrado a Aquel y a éstos. Aquí no hay nada..." y se pega en la frente y en el pecho. "Esto es: aquí, en la cabeza, está el pensamiento, el saber. Aquí está lo que es nada"  y escupe con desprecio.

"Te equivocas. Tienes todavía dos cosas allí".

"¿Cuáles?"

"El recuerdo y el odio. Arráncatelos. Vacíate de ello... y te daré una cosa nueva que metas allí".

"¿Qué cosa?"

"El amor".

"¡Ah, ah, ah! Me haces reír. Oye, hace treinta y cinco años que no me reía yo. Desde que tuve la prueba de que mi mujer me traicionaba con el mercader romano de vinos. El amor, el amor, ¿a mí? Como si echase joyas a mis pollos. Morirían de indigestión, si no lograsen arrojarlas en el estiércol. Lo mismo sucedería a mí. Tu amor me sería pesado, si no lo pudiera digerir..."

"No, hombre. No digas así". Jesús claramente afligido le pone la mano sobre la espalda.

El hombre lo mira con el único ojo que tiene y lo que ve en ese rostro dulce y hermosísimo lo hace enmudecer y cambiar de expresión. Del sarcasmo pasa a una seriedad profunda, de esta a una verdadera tristeza. Baja la cabeza y pregunta con voz diferente: "¿Quién eres?"

"Jesús de Nazaret. El Mesías".

"¡Túuu!"

"Sí. No sabías nada de Mí, ¿tú que lees?"

"Sabía... Pero no que estuvieses vivo y no... Oh, sobre todo esto no lo sabía. No sabía que fueses bueno con todos... así... hasta con los asesinos... Perdóname lo que dije de Dios y del amor... Ahora entiendo por qué quieres darme el amor... Porque sin él, el mundo es un infierno, y Tú, Mesías, quieres hacerlo un paraíso..."

 

DAME EL RECUERDO Y EL ODIO QUE TE TIENEN 

ENFERMO

 

"Un paraíso en cada corazón. Dame el recuerdo y el odio que te tienen enfermo y deja que Yo meta en tu corazón el amor"

"¡Oh! si antes te hubiese conocido... entonces... Pero cuando yo lo maté ciertamente no habías nacido... Pero después... después... cuando libre, como libre es la serpiente en el bosque, viví para envenenar con mi odio".

"Pero también has hecho el bien. ¿No dijiste que curabas con hierbas?"

"Sí, para que me toleren. Pero cuántas veces he luchado con las ganas de envenenar con pócimas... ¿Ves? Me he venido a refugiar aquí porque... es un lugar donde se ignora al mundo, y en que este a su vez lo ignora. Un país maldito. En otros lugares se me odiaba y odiaba y tenía miedo de ser reconocido... Pero soy malo".

"Tienes remordimiento de haber hecho mal al carcelero de la prisión. ¿Ves que todavía tienes algo de bondad? No eres malvado... Tienes sólo una gran herida abierta, y nadie te la cura... Tu bondad huye de ella como la sangre se escapa de las heridas. Pero si hubiese quien te curase la herida, pobre hermano, tu bondad paulatinamente crecería en ti".

El hombre llora con la cabeza inclinada, sin que nada indique que llora. Sólo Jesús que camina a su lado, lo ve. Sí, lo ve. Pero no dice más.

 

"ES AQUÍ. ENTRA, PUES"

 

Llegan al socavón que está hecho de ruinas caídas y cuevas en el monte. El hombre trata de que su voz sea segura, y dice: "Es aquí. Entra pues".

"Gracias amigo. Eres bueno".

El hombre no dice nada y se queda allí, mientras Jesús con los suyos, subiendo sobre grandes piedras que fueron trozos de muros bastante fuertes, perturbando a lagartijas y otros feos animales, entran en una espaciosa gruta ahumada en las paredes. Hay rasgos del zodíaco y cosas semejantes en las piedras, en un rincón ahumado un nicho y debajo un agujero como si fuese un acueducto para dejar salir los líquidos. Los murciélagos adornan el techo con sus alas extendidas que causan horror, y un búho, molestado con la luz de una rama que acaba de encender Santiago para ver si pisan escorpiones o víboras, se lamenta sacudiendo sus alas y cerrando sus ojos heridos por la luz. Está exactamente echado sobre el nicho. Se percibe hedor de ratones muertos, de comadrejas, pájaros corrompidos. Y a esto se añade el hedor de estiércol y de la humedad del suelo.

"Un hermoso lugar, en realidad" dice Pedro. "Era mejor tu Tabor y tu mar, muchacho". Y luego volviéndose a Jesús:  Maestro, contenta pronto a Judas porque aquí... ciertamente no es la sala real de Antipas!"

"Al punto. ¿Qué quieres saber exactamente?" pregunta a Judas de Keriot.

 

¿ES POSIBLE QUE UNA MUJER HABLE A LOS MUERTOS?...

 

"Pues bien... Querría saber si Saúl pecó al venir aquí y por qué... Querría saber si es posible que una mujer pueda llamar los muertos. Querría saber si... Oh, en resumidas cuentas, habla Tú. Te haré preguntas".

"Bonito negocio. Vámonos por lo menos allá fuera, al sol, sobre las piedras... Nos veremos libres de la humedad y del hedor" suplica Pedro.

Y Jesús asiente. Se sientan como pueden sobre los trozos de muros caídos.

 

EL PECADO DE SAÚL NO FUE SINO UNO DE OTROS PECADOS.

 

"El pecado de Saúl no fue sino uno de otros pecados. Muchos cometió antes y después. Todos graves. Fue doblemente ingrato para con Samuel que lo ungió rey y que se eclipsó después para no condividir con el rey la admiración del pueblo. Ingrato muchas veces para con David que lo libró de Goliat, lo perdonó en la cueva en Engaddi y en Aquila. Culpable de muchas desobediencias y de escándalo entre el pueblo. Culpable de haber causado un gran dolor a Samuel, su bienhechor, faltando a la caridad. Culpable de envidia y de atentados contra David, que también fue bienhechor suyo, y, en fin, del pecado que aquí cometió".

"¿Contra quién? A nadie mató".

"Mató su alma, aquí dentro terminó por matarla. ¿Por qué bajas la cabeza?"

"Estoy pensando" Maestro.

"Que estás pensando, lo veo. Pero ¿en qué? ¿Por qué quisiste venir aquí? No por mera curiosidad de investigar, confiésalo".

 

se oye hablar de adivinos, magos,

 espíritus llamados... 

 

"Siempre se oye hablar de adivinos, magos, espíritus llamados... Quería ver si descubría alguna cosa... Me gustaría saber cómo sucedió... Pienso que nosotros, destinados a llamar la atención para atraer, debemos ser un tanto adivinos. Tú eres Tú y haces con tu poder, pero nosotros debemos pedir un poder, una ayuda, para hacer obras extrañas, que se impongan..."

"¡Bah! ¿Estás loco? Pero ¿qué estás diciendo?" gritan varios.

"Callad. Dejadlo hablar. No está loco".

"Sí. En resumidas cuentas me parecía que al venir aquí podría entrar en mí algo de la magia de tiempos idos, y hacerme más grande. Por interés tuyo, créemelo".

 

TE RESPONDERÉ CON PALABRAS ETERNAS,

PORQUE SON DEL LIBRO,...

 

"Sé que eres sincero en este deseo natural tuyo. Pero te responderé con palabras eternas, porque son del Libro, y el Libro existirá mientras exista el hombre. Que se le crea o que se le insulte, que se le ataque en nombre de la verdad o que sea objeto de burla, existirá, siempre existirá.

Se dijo: "Y Eva, al ver que el fruto del árbol era bueno para comerse y bello a los ojos, lo cortó, comió de él y dio a su marido... y entonces los ojos de ambos se abrieron y cayeron en la cuenta de que estaban desnudos y se hicieron taparrabos... Y Dios dijo: '¿Cómo caísteis en la cuenta de que estabais desnudos? Solo por haber comido del fruto prohibido'. Y los arrojó del paraíso de delicias". Y en el libro de Saúl, está dicho: "Dijo Samuel apareciendo: '¿Por qué me perturbaste con hacerme llamar? ¿Por qué preguntarme después que el Señor se ha retirado de ti? El Señor te tratará como te lo dije, porque no quisiste obedecer a su voz' ".

 

No tengas curiosidad por conocer lo ultraterreno 

por temor de que no se te meta el veneno satánico.

 

 Huye de lo oculto y de lo que no tiene explicación. 

Una sola cosa tiene que aceptarse con santa fe: 

Dios

 

Hijo, no extiendas tu mano al fruto prohibido. Aun solo el acercarla es imprudencia. No tengas curiosidad por conocer lo ultraterreno por temor de que no se te meta el veneno satánico. Huye de lo oculto y de lo que no tiene explicación. Una sola cosa tiene que aceptarse con santa fe: Dios. Pero lo que Dios no es, y que no es explicable con las fuerzas de la razón o que pueden crearse con las fuerzas del hombre, huye de eso, huye de eso, que no se te abran las fuentes de la malicia y comprendas que estás "desnudo". Desnudo: cosa repulsiva aún al mundo.

 

QUIEN NO OBEDECE LA VOZ DEL SEÑOR,

PIERDE AL SEÑOR.

 

EL PROHIBIÓ EL OCULTISMO, LA NIGROMANCIA,

EL SATANISMO EN TODAS SUS FORMAS

 

¿Por qué quieres llamar la atención con prodigios tenebrosos? Haz que los demás queden estupefactos ante tu santidad, y que sea luminosa como cosa que viene de Dios. No tengas deseos de rasgar los velos que separan los vivientes de los que se han ido. No los perturbes. Escúchalos, si son prudentes, mientras están en la tierra: venéralos con obedecerlos aún después de su muerte. Pero no disturbes su segunda vida. Quien no obedece la voz del Señor, pierde al Señor. Y el Señor ha prohibido el ocultismo, la nigromancia, el satanismo en todas sus formas. ¿Qué quieres saber de más que la Palabra no te lo haya dicho? ¿Qué quieres hacer de más de cuanto tu bondad y mi poder te conceden de realizar? No ambiciones el pecado, sino la santidad, hijo. No te mortifiques. Me gusta que te descubras cual eres. Lo que te agrada a ti, agrada a muchos, a demasiados. Sólo el fin que pones en este deseo tuyo: de "ser poderoso para atraer a Mí" quita a esta debilidad mucho peso, y pone alas, pero son de pájaro nocturno. No, Judas mío. Ponte alas de sol, pon alas de ángel a tú espíritu. Con el solo viento de ellas atraerás corazones, y los transportarás en tu estela, a Dios. ¿Podemos irnos?"

"Sí, Maestro. Me equivoqué..."

"No. Has sido un investigador... El mundo estará lleno siempre de eso. Ven, ven. Salgamos de este lugar apestoso. Salgamos al sol. Dentro de pocos días es la Pascua, y luego iremos a la casa de tu madre. Te recuerdo tu casa honesta, a tu madre santa. ¡Oh, qué paz!"

Como siempre, el recuerdo de la madre, y la alabanza de Jesús a la madre, tranquilizan a Judas. Salen de las ruinas y empiezan a bajar por el sendero que habían seguido antes. El hombre tuerto todavía está allí.

"¿Todavía aquí?" pregunta Jesús tratando de no ver la cara enrojecida por el llanto.

"Sí, aquí. Si me permites, te seguiré. Tengo que decirte una cosa".

"Ven, pues, conmigo. ¿Qué quieres decirme?"

 

AYÚDAME A SALIR DE MI MUERTE

 

"Jesús... Pienso que para tener fuerzas de hablar y de cambiarme a mí mismo por medio de una magia santa, para evocar mi alma muerta, del modo como la adivina llamó a Samuel, porque quería Saúl, yo debo pronunciar tu nombre, que es dulce como tu mirada, santo como tu voz. Tú me has dado una nueva vida y no tiene forma, está incapacitada como la de un ser que acaba de nacer con miembros defectuosos. Lucha entre membranas que le estorban. Ayúdame a salir de mi muerte".

"Sí, amigo".

"Yo... yo comprendo que tengo todavía un poco de ser humano en mi corazón. No soy del todo una fiera, y puedo todavía amar y ser amado, perdonar y ser perdonado. Esto me lo está enseñando tu amor que es perdón. ¿No es así?"

"Sí, amigo".

 

LLÉVAME CONTIGO.

¿QUÉ NOMBRE ME DAS?:

JUAN, DICE JESÚS

 

"Entonces... llévame contigo. Seré Félix. ¡Ironía! Dame otro nombre. Quiero que el antiguo quede muerto para siempre. Te seguiré como el perro callejero que al fin encuentra un dueño. Seré tu esclavo si así lo deseas, pero no me dejes solo..."

"Sí, amigo".

"¿Qué nombre me das?"

"Un nombre que amo, Juan. Porque eres el regalo que hace el Señor".

"¿Me llevas siempre contigo?"

"Por ahora sí, luego me seguirás con los discípulos. Y ¿tú casa?"

"No tengo más casa. Dejaré a los pobres cuanto poseo. Dame sólo amor y un pan".

"Ven." Jesús se voltea y llama a los apóstoles. "A vosotros amigos, y sobre todo a ti Judas, os doy las gracias. Por ti, por vosotros, a Dios llega un alma. He aquí el nuevo discípulo. Viene con nosotros hasta que lo podamos dejar con los hermanos discípulos. Sed felices de haber encontrado un corazón y alabad a Dios conmigo".

Realmente los doce no parecen muy felices, pero hacen buena cara por obediencia y cortesía.

"Si me permites, me adelanto. Me encontrarás en el umbral de mi casa".

"Ve, pues".

El hombre pasa a carrera. Parece diverso.

 

no digáis nada de su pasado a nadie 

por ningún motivo. 

 

Quien dijese algo, o faltase a la caridad 

al hermano redimido, lo arrojaría al punto de Mí...

 

 Yo gozo con la alegría que ahorita hay en el cielo 

por el nuevo convertido

 

"Y ahora que estamos solos os ordeno, esto os ordeno, de que seáis buenos con él y que no digáis nada de su pasado a nadie por ningún motivo. Quien dijese algo, o faltase a la caridad al hermano redimido, lo arrojaría al punto de Mí. ¿Habéis entendido? Y ¡ved cuán bueno es el Señor! Vinimos aquí por un fin humano, y nos concede regresar con algo sobrenatural. Oh, Yo gozo con la alegría que ahorita hay en el cielo por el nuevo convertido".

Llegan enfrente de la casa. En el umbral está el hombre con vestido oscuro y limpio, un manto de igual color, un par de sandalias nuevas y una alforja sobre las espaldas. Cierra la puerta y luego, cosa extraña en un hombre que podría ser tenido como insensible, toma una gallina blanca, tal vez la que más quería, que se acloca doméstica en sus manos, la besa, llora y la deja.

"Vámonos... perdona. Pero estas gallinas, me han amado... Platicaba con ellas y me entendían..."

"También Yo te entiendo... y te amo mucho. Te daré todo el amor que el mundo te negó durante treinta y cinco años".

"Oh, lo sé, lo siento. Por esto vengo. Pero compadece al hombre... que ama a un animal... que le fue muy fiel..."

 

NO PIENSES MÁS EN EL PASADO

 

"Sí... sí. No pienses más en el pasado. Tendrás mucho que hacer. Y con tu experiencia harás mucho bien. Simón, ven aquí y también tú, Mateo. ¿Ves? Este fue más que prisionero, fue leproso. Este fue pecador. Los quiero porque saben comprender los pobres corazones... ¿No es verdad?"

"Por bondad tuya, Señor. Créeme, amigo, que todo se borra en servirlo. Queda tan sólo la paz" dice Zelote.

"Sí. La paz y una nueva juventud entran donde había vejez de vicio y de odio. Yo era publicano, ahora soy apóstol. Tenemos ante nuestra frente el mundo. Se nos ha hablado de ello. No somos los niños distraídos, que pasan cerca del fruto nocivo y de la planta que se dobla, y no vemos la realidad. Podemos evitar el mal y enseñar a los demás a evitarlo. Sabemos enderezar a quien se dobla. Porque sabemos qué consuelo hay en ser enderezados. Y conocemos a quien lo hace: a Él" dice Mateo.

 

ME AYUDARÉIS

 

"¡Es verdad, es verdad! Me ayudaréis. Gracias. Es como si pasase de un lugar oscuro y fétido a un florido vergel... Algo semejante experimenté al salir, libre, finalmente libre, después de veinte años de prisión y de trabajos forzados en las minas de Anatolia, y me encontré -había yo huido en una noche borrascosa- encima de un monte áspero, pero espacioso, lleno de sol cuando amaneció, y cubierto de bosques odoríferos... ¡La libertad! Mas ahora es mucho más que eso. Todo se expansiona en mí. Hace unos quince años que no tenía cadenas, mas el odio, el miedo, la soledad lo eran... Ahora han caído... Ved la casa del viejo que os llevó a la mía. Oye, oye".

El viejecillo corre y se queda de una pieza al ver que el tuerto está limpio, que lleva un vestido de viajero, y con una cara llena de sonrisa.

 

TEN. ESTA ES LA LLAVE DE MI CASA

 

"Ten. Esta es la llave de mi casa. Yo me voy para siempre. Te agradezco lo que hiciste por mí. Me has devuelto la familia. Haz de lo mío todo lo que te parezca... y cuida de mis gallinas. No las maltrates. Cada sábado viene un romano y compra los huevos... Te dejarán utilidades... Trata bien a mis gallinas... y que Dios te lo pague.

El viejecillo está atolondrado... Toma la llave y se queda con la boca abierta.

Jesús agrega: "Haz como él dice. También Yo te lo agradeceré. En nombre de Jesús te bendigo".

 

EL NAZARENO.

ERES TÚ, MISERICORDIA

 

"El Nazareno. Eres Tú, Misericordia. He hablado con el Señor. ¡Mujeres, mujeres! ¡Todos! ¡El Mesías está entre nosotros!" Da un chillido como una águila, y de todas partes acude gente.

"Bendice, bendice" gritan. Unos: "¡Quédate!" y otros: "¿A dónde vas? Dinos a lo menos, a dónde vas".

"A Naim. No puedo quedarme".

"Te seguimos. ¿Quieres?

"Venid. Y a quien se queda mi paz y bendición".

Se dirigen hacia el camino principal. Lo toman.

El hombre, el cual camina junto a Jesús y que se cansa bajo el peso de su alforja, atrae la curiosidad de Pedro. "Pero ¿qué llevas ahí tan pesado?" pregunta.

"Mi ropa... y libros... Mis amigos, junto con los pollos. No pude separarme de ellos. Y pesan".

"¡Eh, la ciencia pesa! Y ¿a quien le gusta, eh? "

"No me dejaron enloquecer".

"¡Debes quererlos mucho! ¿Qué libros son?"

"De filosofía, historia, poesía griega y romana".

"Hermosos, hermosos. Ciertamente hermosos. Pero, ¿piensas llevarlos contigo?"

"Tal vez lograré aun separarme de ellos, pero al mismo tiempo no se puede, ¿o no es así, Mesías?"

"Llámame Maestro. No se puede. Te buscaré un lugar donde puedas dar refugio a tus amigos, los libros. Te podrán servir para discutir con los paganos acerca de Dios".

"¡Oh, cuán claramente sabes pensar!"

Jesús sonríe y Pedro exclama: "¡Vive Dios! ¡Es Él la misma Sabiduría!"

"Es la Bondad, créemelo. Y ¿eres tú culto?"

"¿Yo? ¡Cultísimo! Distingo una loza de una carpa, y ahí termina toda mi cultura. Soy pescador, amigo". Pedro ríe humilde y francamente.

"Eres honrado. Es una ciencia que se aprende por sí misma. Y es muy difícil de conseguirla. Me gustas".

"También tú, porque eres franco, aun en el excusarte. Yo perdono todo, ayudo a todos. Pero soy enemigo jurado de los falsos. Me dan asco".

"Tienes razón. El falso es un criminal".

"Un criminal. Lo has dicho. Oye, ¿no tienes desconfianza en prestarme un poco tu alforja? Puedes estar seguro de que no me escaparé con los libros... Me parece que te pesan mucho..."

"Veinte años de minas despedazan a uno... Pero ¿por qué quieres cansarte tú?"

"Porque el Maestro nos ha enseñado a amarnos como hermanos. Dámela y toma mis harapos. Mi alforja es ligera... No hay ni historias ni poesía. Mi historia, mi poesía y la otra cosa que dijiste, es Él, Él, mi Jesús, nuestro Jesús".

III. 286-297

A. M. D. G.