EL SÁBADO EN GETSEMANÍ
#QUIERO COMPRARLE UN VESTIDO. ES MEJOR QUE PIDAS consejo con mi Mamá
#¿Qué cosa dirá tu Madre de este pequeñín?
#"Y Tú, Maestro, ¿que crees que dirá?" Parábola del pajarito
#Qué cosa quieres decir con amor de segunda potencia
#"Continúa, te lo ruego, tu clasificación de amores" dice Zelote.
#Estos son los tres amores más grandes".
#"¿Y el amor del prójimo? ¿No te has equivocado? ¿O lo has olvidado?" pregunta Iscariote.
#El primero de la segunda serie es el del prójimo. En realidad es el cuarto en fuerza.
#Luego viene el amor por la ciencia; de aquí el amor al trabajo"
#Jesús habla de su Madre. Lección de castidad que mi Madre me dio
#"Ella era la Madre de la Sabiduría"
#"¿Joaquín y Ana sabían que era la Virgen preelegida?" pregunta Judas Iscariote.
#Jesús quiere que Pedro presente a Yabe al Templo
La mañana del sábado se ocupa casi en dar descanso a los cuerpos fatigados, en limpiar los vestidos llenos de polvo y arrugados del camino. En los grandes aljibes del Getsemaní, que la lluvia llenó, y en el Cedrón, que es una sinfonía en sus rocas, lleno de espuma, rebosante, con las aguas de los últimos días, hay tanta agua que parece que lo llaman a uno. Los peregrinos, uno después del otro, sin hacer caso de que hace fresco, bajan a meterse al agua y después de haberse vestido nuevamente de pies a cabeza, con los cabellos todavía tiesos, sacan agua para echarla en piletas donde están sus vestidos separados por colores.
"¡Oh, que bueno!" dice Pedro contento. "Allí se limpiarán y María los lavará con menor fatiga" (supongo que sea la mujer que está en Getsemaní).
"Sólo tú, pequeñín, no puedes cambiarte. Pero mañana..." De hecho tiene un vestido limpio, que sacó de su pequeño saco, un saquito que bastaría a una muñeca, por lo pequeño que es. El vestido está mas desteñido y rasgado que el otro, y Pedro lo mira con preocupación. Dice en voz baja: "¿Cómo puedo hacer para llevarlo a la ciudad? Casi haría de mi manto dos, para que con un trozo... se cubriese".
Jesús que oye este soliloquio paterno dice: Es mejor que descanse ahora. Iremos esta tarde a Betania".
QUIERO COMPRARLE UN VESTIDO. ES MEJOR QUE PIDAS
CONSEJO CON MI MAMÁ
"Pero yo quiero comprarle un vestido. Se lo prometí".
"Lo harás ciertamente, pero es mejor que pidas consejo con mi Mamá. Sabes... las mujeres... son más hábiles en compras que nosotros... y se sentirá feliz de ocuparse de un niño... Iréis juntos".
La idea de ir con María a hacer las compras saca de quicio al apóstol. No sé si Jesús diga todo lo que piensa o tan solo una parte, esto es, de que su Madre tiene un gusto más refinado en los colores de los vestidos. El hecho es que alcanza su objeto sin mortificar a su Pedro.
Se dispersan por el olivar que es muy hermoso en este día de abril. Las lluvias de los días anteriores parecen haber llenado de plata los olivos y de haberlos sembrado de flores, pues sus hojas resplandecen al sol y muchísimas florecillas están a los pies de los olivares. Los pájaros cantan y vuelan por todas partes. Allí se ve la ciudad alargada al oeste con respecto de quien la mira.
No se ve el hormiguero de gente dentro de ella, pero se ven las caravanas que se dirigen a la Puerta de los Pescados y a otras, cuyo nombre ignoro, de la parte oriental. Esta multitud al entrar viene absorbida como de un animal hambriento.
Jesús está paseando y mira a Yabé que juega con Juan y con los más jóvenes. También Iscariote, al que ya se le pasó el mal humor de ayer, está alegre y juega. Los más viejos miran y sonríen.
QUÉ DIRÁ TU MADRE DE ESTE PEQUEÑÍN
"¿Qué cosa dirá tu Madre de este pequeñín?" pregunta Bartolomé.
"Yo digo qué dirá: "Está muy delgaducho" ", dice Tomás.
"¡Oh, no! Dirá: "Pobrecito niño" " responde Pedro.
"Al revés, te dirá: "Estoy contenta de que lo quieras" " objeta Felipe.
"Tu Madre nunca lo hubiera dudado. Yo creo que no hablará. Se lo estrechará contra su corazón" dice Zelote.
LA PARÁBOLA DEL PAJARITO
"Y Tú, Maestro, ¿que crees que dirá?"
"Hará lo que decís. Pero muchas cosas, mejor dicho, todas las pensará y dirá en su corazón y al besarlo dirá solo: "'¡Que seas bendito!" y lo curará como si fuese un pajarito caído del nido. Me contó de lo que le pasó un día cuando era pequeña. Todavía no tenía tres años, pues aun no estaba en el Templo, y el corazón se le despedazaba al dar, como flor y aceituna en el molino, todo su aceite, todo su perfume. Y llevada de un delirio de amor decía a su mamá que quería ser virgen para agradar más al Salvador, pero que habría querido ser pecadora para poder ser salvada, y como que lloraba, porque su mamá no la atendía y no sabía decirle cómo se puede lograr para ser "la pura" y "pecadora" al mismo tiempo. Su padre la calmó llevándole un pajarito que había salvado de caer en una fuente. Le dijo la parábola del pajarito, diciéndole que Dios la había salvado de antemano y que por eso debía bendecirlo doblemente. La pequeña Virgen de Dios, María la gran Virgen, ejercitó su primera maternidad espiritual con aquel pajarito, que ella restituyó a la libertad cuando ya estuvo grande, pero él no abandonó jamás el huerto de Nazaret, consolando con sus bólidos y trinos la casa triste y los corazones tristes de Ana y Joaquín después de que María se fue al Templo. Murió poco antes de que Ana entregase su alma... Había terminado con su destino. Mi Madre había hecho voto de virginidad por amor. Pero tenía, siendo una creatura perfecta, la maternidad en la sangre y en el corazón. Porque la mujer ha sido hecha para ser madre, y es una aberración cuando se hace sorda a este sentimiento, que es amor de segunda potencia".
También los otros se han acercado poco a poco.
QUÉ COSA QUIERES DECIR CON AMOR DE SEGUNDA POTENCIA
EL AMOR DE PRIMERA FUERZA: EL QUE SE DA A DIOS
DE SEGUNDA FUERZA: EL MATERNO O PATERNO
EL AMOR DE TERCERA FUERZA: EL AMOR POR LA COMPAÑERA
EL PRIMERO DE LA SEGUNDA SERIE ES EL DEL PRÓJIMO QUE
ES EL CUARTO EN FUERZA
LUEGO VIENE EL AMOR POR LA CIENCIA;
DE AQUÍ EL AMOR AL TRABAJO.
Y BASTA
"¿Qué cosa quieres decir, Maestro, con amor de segunda potencia?" pregunta Judas Tadeo.
"Hermano mío, hay muchos amores y muchas fuerzas. Está el amor de primera fuerza: el que se da a Dios. El amor de segunda fuerza: el materno o paterno, porque si el primero se complementa espiritual, el segundo por dos partes es espiritual, y por una carnal. Se mezclan, sí, el sentimiento afectivo humano, pero predomina el superior, porque un padre y una madre, que son santos, no sólo dan comida y caricias al cuerpo del hijo, sino también alimento y amor al corazón y al alma de su hijo. Y tan verdad es lo que estoy diciendo que quien se entrega a los niños aun tan sólo para educarlos termina por amarlos como si fuesen carne suya".
"Yo amaba mucho a mis discípulos" dice Juan de Endor.
"He comprendido que debiste ser un buen maestro al ver cómo tratas a Yabé".
El hombre de Endor se inclina y besa la mano de Jesús sin decir nada.
CONTINÚA TU CLASIFICACIÓN DE AMORES
"Continúa, te lo ruego, tu clasificación de amores" dice Zelote.
"Está el amor por la compañera: amor de tercera fuerza, porque está hecho por mitad, hablo siempre de los amores sanos y santos, de espíritu y por mitad de carne. El hombre para la esposa un maestro y un padre, además de esposo; la mujer para él un ángel y una madre además de esposa. Estos son los tres amores más grandes".
"Y ¿el amor del prójimo? ¿No te has equivocado? ¿O lo has olvidado?" pregunta Iscariote. Los otros lo miran estupefactos... e irritados por lo que dijo y cómo lo dijo.
Jesús tranquilamente responde: "No, Judas. Pero mira. A Dios se la ama porque es Dios. Así pues, no hay necesidad de explicar para aconsejar este amor. El es El que es, o sea el Todo; y el hombre: el Nada, que se hace participante del Todo por que el Eterno le infundió el alma. Sin ella el hombre sería uno de tantos animales que viven en la tierra o en la agua o en el aire. Debe adorarlo por deber y para poder sobrevivir en el Todo, esto es, para merecer formar parte del Pueblo santo de Dios en el cielo, ciudadano de la Jerusalén que conocerá ni profanada, ni destruida para siempre.
El amor del hombre, y sobre todo el de la mujer, por sus hijos, tiene algo de orden en las palabras que Dios dijo a Adán y Eva, después de que los bendijo, al ver que había hecho una "cosa buena" en el primer sexto día de la creación. Les dijo: "Creced y multiplicaos y llenad la tierra". Comprendo tu tácita objeción y te responde de este modo: Antes de la culpa todo estaba regulado y basado en el amor. El multiplicarse los hijos habría sido amor, santo, puro, poderoso, perfecto. Dios dijo como primer mandamiento al hombre: "Creced, multiplicaos". Amad, por lo tanto, después de Mí, a vuestros hijos. La malicia no existía y con ella no existía la abominable hambre de los sentidos. El hombre amaba naturalmente a la mujer y ésta al hombre; no en el sentido con que lo entendemos, o mejor, lo entendéis, vosotros hombres, sino según la naturaleza de los hijos de Dios, sobrenaturalmente. Dulces fueron los primeros días de amor entre ambos que eran hermanos, porque habían nacido de un Padre único, y sin embargo, eran esposos, y al amarse se miraban con ojos inocentes de dos gemelos en la cuna; y el hombre experimentaba el amor de padre por su compañera "hueso de sus huesos y carne de su carne" como es el hijo para con su padre; y la mujer experimentaba la alegría de ser hija, esto es, de ser protegida con un amor muy sublime, porque sentía tener en sí algo de aquel gallardo hombre que la amaba con inocencia y amor angelical, en los hermosos jardines del Edén!
Después en el orden de los mandamientos que Dios entregó con una sonrisa a sus queridos hijos, está el que el mismo Adán, dotado gratuitamente con una inteligencia inferior tan sólo a la de Dios, estableció lo que se refiere a su compañera y a todas las mujeres en ella. Lo que dijo Adán fue el pensamiento de Dios que se reflejaba en el terso espejo de su alma. Sus palabras fueron: "El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne".
Si no hubiesen existido los tres pilares de estos amores, ¿habría podido existir el amor del prójimo? No. No habría existido. El amor de Dios hace amigo a Dios y enseña a amar. Quien no ama a Dios, que es bueno, no puede ciertamente amar a su prójimo, que en gran parte, es defectuoso. Si no hubiese existido amor conyugal y paternidad en el mundo, no habría existido prójimo, porque el prójimo son los hijos nacidos de los hombres. ¿Está claro?"
"Sí, Maestro. No había parado mientes en ello".
"De hecho es difícil remontarse hasta las fuentes. El hombre por desgracia durante siglos y milenios ha estado sumido en el fango y las fuentes están arriba, en la cima. Y luego, la primera viene de una grandísima altura: Dios... Pero yo os tomo de la mano y os conduzco a las fuentes. Sé donde están..."
"¿Y los otros amores?" preguntan al mismo tiempo Simón Zelote y el hombre de Endor.
"El primero de la segunda serie es el del prójimo. En realidad es el cuarto en fuerza. Luego viene el amor por la ciencia; de aquí el amor al trabajo".
"¿Y basta?"
NO.
HAY OTRAS HAMBRES, PERO NO SON AMORES
"Pero ¡hay muchos otros amores!" exclama Judas Iscariote.
"No. Hay otras hambres, pero no son amores. Son: "des-amores". Niegan a Dios, niegan al hombre. No pueden por lo tanto ser amores, porque son negación, y la negación es odio".
"Si me niego consentir en el mal ¿es odio?" replica Judas Iscariote.
"¡Pobres de nosotros! Eres más caviloso que un escriba.¿Me puedes decir qué te pasa? ¿Es el aire fino de Judea que te picotea los nervios como un calambre?" exclama Pedro.
No. Me gusta instruirme y tener muchas ideas y claras. Aquí cabalmente es fácil hablar con escribas. No quiero quedarme corto en argumentos.
"¿Y crees que podrás en el momento en que te haga falta, sacar afuera la hilacha del color necesario de tu saco donde metes todos estos harapos?" pregunta Pedro.
"¿Harapos las palabras del Maestro? ¡Blasfemas!"
"No te hagas el escandalizado. En su boca no hay harapos; pero lo son cuando tratamos mal sus palabras. Da un viso precioso a un niño... Poco después no será más que un jirón sucio. Es lo que nos sucede... Ahora bien, si tú tratas de coger en el momento oportuno el trapo que necesitas, entre éste y el que está sucio...¡uhm!... no sé que te resultaría".
"Tú no te preocupes. Son negocios míos".
"Puedes estar seguro que no me meteré. Tengo suficiente con los míos, y luego... Me contento con que no hagas daño al Maestro, porque en ese caso, pensaría en tus negocios..."
"Cuando haga mal, lo harás. Pero no sucederá jamás porque sé hacer... No soy un ignorante yo..."
"Lo soy yo, lo sé. Pero no acumulo nada para después estarlo mostrando al aire. Le ruego a Dios, y El me ayudará por amor de su Mesías de quien soy su siervo más pequeño y más fiel".
"Todos somos fieles" replica Judas.
"¡Oye, sin vergüenza! ¿Por qué ofendes a mi padre? Es viejo, es bueno. No debes hacerlo. Eres un mal hombre y me das miedo" dice Yabé enérgicamente, y con ello interrumpe el silencio en que se había metido.
"¡Y van dos"! exclama en voz baja Santiago de Zebedeo, dando un codazo a Andrés. Habló quedito, pero Iscariote lo oyó.
"Ves, Maestro, si las palabras del tonto muchacho de Mágdala no han dejado una huella" dice Judas encendido en ira.
"¿No sería mejor que el Maestro continuase su lección, más bien que estar como gallitos?" pregunta el pacífico Tomás.
"Así es, Maestro. Háblanos un poco más de tu Mamá. Es tan luminosa su infancia. Por reflejo nos hace el alma virgen, y yo pobre pecador tengo tanta necesidad" exclama Mateo.
LECCIÓN DE CASTIDAD QUE MI MADRE DIO
"¿Qué queréis que os diga? Tengo tantos episodios, el uno más dulce que el otro..."
"¿Te los contó Ella?"
Alguno que otro, pero José mucho más. He aquí uno de ellos que también me dijo Alfeo de Sara, un poco mayor que mi Madre, y que fue su amigo en el breve tiempo en que Ella estuvo en Nazaret".
"Oh, cuéntalo..." dice Juan. Todos han formado un círculo, sentados bajo la sombra de los olivos. Yabé está en el centro. Mira fijamente a Jesús como si oyese un cuento deliciosísimo.
"Os contaré la lección de castidad que mi Madre dio, pocos días antes de que entrase en el Templo, a su pequeño amigo y a otros muchos.
Un día se casó una doncella de Nazaret, parienta de Sara, y Joaquín y Ana fueron invitados a las nupcias. Con ellos fue también la pequeña María, que con otros niños tenía el encargo de arrojar pétalos de flores por donde pasaba la novia. Dicen que era muy bella de pequeña, y que todos se la disputaban, después de que en medio de la pompa entró la novia. Era muy difícil ver a María que siempre estaba en casa. Quería muchísimo una grutita, que todavía ahora la llama: "La gruta de sus esponsalicios". Como era rubia, con mejillas de color de rosa y gentil, cuando la gente la veía la colmaba de caricias. La llamaban: "La flor de Nazaret" o también: "La Perla de Galilea", o bien: "La Paz de Dios" como recuerdo de un arco iris que apareció de improviso cuando nació. Y de hecho, es todo esto y algo más. Es la Flor del cielo y de lo creado; la Perla del Paraíso y la Paz de Dios... Sí, la Paz. Yo soy el Pacífico porque soy Hijo del Padre, e hijo de María: La Paz infinita y la Paz dulce.
Aquel día todos la querían besar y tomar en los brazos. Pero ella, a quien no le gustaban ni los besos ni las caricias, dijo con gravedad infantil: "Os ruego. No me estrujéis". Creyeron que se refería a su vestido de lino, sobre el que llevaba una faja de color azul, a sus muñecas, a su cuello... o bien a la corona de flores azules que Ana le había puesto en la cabeza para detenerle los rizos y le dicen que no le habían estrujado ni su vestido, ni su guirnalda. Pero Ella, una pequeñina de tres años, en medio de un círculo de personas adultas, seriamente dijo: "No me refiero a lo que se repara. Me refiero a mi alma. Es de Dios. Y no quiero sino que Dios la toque". Le replicaron: "Nosotros te besamos a ti, no a tu alma". Y Ella: "Mi cuerpo es templo del alma y el sacerdote es el Espíritu. Al pueblo no se le admite en el recinto sacerdotal. Os ruego. No entréis en el recinto de Dios".
Alfeo que entonces tenía ocho años y que la quería mucho, recibió esta respuesta, al día siguiente de la fiesta, cuando la encontró cerca de la grutita, recogiendo flores. Le preguntó: "María, cuando llegues a ser grande ¿te querrás casar conmigo?" Todavía en su mente bullía la fiesta nupcial a la que él había asistido. Y Ella: "Te amo mucho, pero no te veo como a hombre. Te diré un secreto. Veo sólo el alma de los vivientes. A esa amo mucho, con todo el corazón. Pero no veo a otro fuera de Dios. "Verdadero Viviente", al que pueda entregarme yo misma".
Esto fue un episodio".
"¡Verdadero Viviente!. Pero sabes que es una palabra profunda" exclama Bartolomeo.
ELLA ERA LA MADRE DE LA SABIDURÍA
JOAQUÍN Y ANA ¿SABÍAN QUE ERA LA VIRGEN PREELEGIDA?
PROFECÍA DE JOAQUÍN SOBRE LA INMACULADA
VENDRÁ UN DÍA EN QUE OTRO PONTÍFICE CANOSO DIRÁ AL
MUNDO: "ELLA ES LA QUE FUE CONCEBIDA SIN MANCHA"
Y Jesús humilde y sonriente: "Ella era la Madre de la Sabiduría".
"¿Era?... Pero ¿no tenía tres años?"
"Era. Yo vivía en Ella desde su concepción como Dios en Ella, en la Unidad y Trinidad perfectísima".
"Perdona si yo pecador me atrevo a hablar. ¿Joaquín y Ana sabían que era la Virgen preelegida?" pregunta Judas Iscariote.
"No lo sabían".
"Y entonces ¿cómo pudo Joaquín decir que Dios la había salvado de antemano?¿No se refiere a su privilegio de la culpa?"
Se refiere. Pero Joaquín hablaba por boca de Dios, como todos los profetas. El tampoco comprendió la verdad sublime, sobrenatural que el Espíritu ponía sobre sus labios. Joaquín era un justo, tanto que llegó a merecer ser padre de ella. Y era humilde. De hecho no hay justicia donde reina la soberbia. Era un hombre justo y humilde. Consoló a su Hija con amor de padre. Le enseñó con sabiduría de sacerdote, pues lo era como protector del Arca de Dios. La consagró como Pontífice con el dulce título: "La sin Mancha".
Vendrá un día en que otro Pontífice canoso dirá al mundo: "Ella es la que fue concebida sin Mancha" y presentará al mundo de los creyentes esta verdad, como artículo de fe que deberá aceptarse, para que en el mundo de ese entonces que cada vez más se sumirá en neblina de herejías y de vicios, resplandezca radiante la Toda Bella de Dios; apoyada en los astros, la Reina de lo Creado y de lo Increado. Porque Dios-Rey, tiene en su Reino a María por Reina".
"Entonces ¿Joaquín era profeta?"
"Era un justo. Su alma repitió como un eco lo que Dios decía a su alma".
"¿Cuándo iremos a donde está esta Mamá, Señor?" pregunta Yabé con ojos de ansia.
"Esta tarde. ¿Qué le dirás cuando la veas?"
" "Buenas tardes, Madre del Salvador" ¿Está bien así?"
"Muy bien" afirma Jesús y lo acaricia.
"¿Hoy no iremos al Templo?" pregunta Felipe.
"Iremos antes de partir para Betania. Tú te quedarás aquí. ¿No es verdad?"
"Sí, Señor".
La mujer de Jonás, el cuidador del olivar, que se ha acercado despacito, dice: "¿Por qué no lo llevas? El muchacho tiene ganas..."
Jesús la mira fijamente sin decirle nada.
La mujer entiende y dice: "¡Entendido! Debo tener todavía un pequeño manto de Marcos. Voy a buscarlo" y corre ligera.
Yabé jala a Juan de la manga: "¿Serán duros los maestros?"
"¡Oh, no! No tengas miedo. Además no es para hoy. En pocos días serás más sabio, con la Madre de Jesús, que un doctor" lo anima Juan. Los otros oyen a Yabé y se ríen de sus temores.
Jesús quiere que Pedro presente a Yabe al Templo
"Pero ¿quién lo presentaré como su padre?" pregunta Mateo.
"Yo. ¡Es natural!... a no ser que lo quiera presentar el Maestro" responde Pedro.
"No, Simón. No lo haré. Te dejo esta honra".
"Gracias, Maestro. Pero... ¿también estarás Tú?"
"Ciertamente. Todos estaremos. Es "nuestro" niño..."
Regresa María de Jonás con un manto de color violeta, en buenas condiciones. ¡Pero el color! Ella misma dice: "Marcos nunca quiso usarlo porque no le gustó el color".
A fe mía, que es horrible. Y el pobre Yabé con esa cara cenicienta parece un ahogado en ese color. Pero él no se ve... y está feliz de poder envolverse en el manto como un adulto...
"La comida está pronta, Maestro. La sirvienta ha quitado ahora el cordero del asador".
"Vamos pues".
Y bajando del lugar donde estaban, entran en la ancha cocina para comer.
III. 331-339
A. M. D. G.