EN CASA DE ELISA.

"HACED FRUCTIFICAR VUESTRO DOLOR"

 


 

#El poblado desea saber de Jesús   

#Los del poblado hablan con Jesús   

#Anuncian a la patrona la llegada de Jesús  

#"Oh, ¡Maestro..." Los tres están en éxtasis de alegría. " Pero¿ seremos capaces?" "No hay duda alguna. Entonces nos hemos entendido. Tan pronto podáis unios a Isaac."   

 #Ayer oí hablar a dos que se encontraban en grande amargura. sólo Dios puede aliviarlo. ¡Dios! El conocimiento exacto de Dios  

 #Venid a Mí todos los que tenéis dolores, disgustos, el corazón herido, cansados y compartiré vuestro dolor y os daré paz. 

  #RUTH El fruto de las acciones buenas   #El dolor es cruz, pero también alas.   

#LA ACCIÓN BUENA DE RUTH PARA CON NOEMÍ DIO AL MUNDO al Mesías

 


 

El poblado desea saber de Jesús

 

La noticia de que Elisa había salido de su trágica melancolía debió haberse desparramado por el poblado, pues cuando Jesús, seguido por los apóstoles y discípulos, va a la casa de ella, atravesando el poblado, lo mira curiosamente mucha gente y hasta piden a este o a aquel pastor informes de Él... de por qué ha venido... de quiénes son los que están con Él... y quién es el niño, quienes las mujeres, y qué medicina dio a Elisa para sacarla de la oscuridad de la locura, tan pronto, apenas estuvo en su casa... y qué hará y qué dirá... y quien tiene ganas de hacer más preguntas, que las haga...

La última que se hace es: "¿No podríamos venir también nosotros?" a la que responden los pastores: "Eso no lo sabemos. Es menester preguntárselo al Maestro. Vamos a Él."

"Y ¿si nos trata mal?"

"Jamás trata mal a nadie, ni siquiera a los pecadores. Id, id, se alegrará mucho."

Un grupo: mujeres y hombres, casi todos adultos, de la edad de Elisa, deliberan y después se dirigen a Jesús que está hablando con Pedro y Bartolomé. Dicen con un poco de inseguridad: "Maestro..."

"¿Qué queréis?" pregunta Bartolomé.

"Hablar con el Maestro para preguntarle..."

 

Los del poblado hablan con Jesús

 

"La paz sea con vosotros. ¿Qué me queréis preguntar?"

Toman confianza ante la sonrisa de Jesús y dicen: "Todos somos amigos de Elisa, de su casa. Hemos sabido que está curada. Quisiéramos verla, y oírte. ¿Podemos venir?"

"¿A escucharme? ¡Claro! A verla a ella, no, amigos. Mortificad la amistad y también vuestra curiosidad, porque hay también de esto. Respetad su dolor y no la turbéis."

"Pero ¿no está curada?"

"Se vuelve a la Luz. Cuando la noche se acaba... ¿llega de pronto el mediodía?... Y cuando se vuelve a prender una hoguera apagada... ¿sube al punto la llama? Lo mismo sucede a Elisa. Si un viento cae sobre una flamita, que apenas sí se levanta... ¿no acaso la apaga? Tened, pues, prudencia. La mujer es toda una llaga. Hasta la amistad podría exasperarla, porque tiene necesidad de descanso, de silencio, de soledad que no sea más trágica como la de ayer, sino de una soledad más tranquila por haberse encontrado a sí misma..."

"Entonces ¿cuándo la volveremos a ver?"

"Más pronto de lo que pensáis, porque ya está en los umbrales de la salud. ¡Si supieseis qué significa salir de esas tinieblas! Son peor que la muerte. Y quien sale de ellas, tiene vergüenza de haber estado allí y de que el mundo lo sepa."

"¿Eres médico?"

"Soy el Maestro."

Han llegado a la casa. Jesús se vuelve a los pastores: "Id al redil. Que vaya con vosotros quien quiera. Nadie haga ruido y no traspaséis el redil. Tened vosotros cuidado" dice a los apóstoles "para que así se haga. Y vosotras (se dirige a Salomé y a María de Alfeo) ved que el niño no haga ruido. Nos vemos."

Llama a la puerta mientras los demás se van por una callejuela. Abre la criada. Jesús entra en medio de inclinaciones repetidas de la sirvienta.

"¿Dónde está tu dueña?"

"Con tu Madre... y piensa, ¡ha salido al jardín! ¡Una cosa! ¡Una cosa! Ayer en la noche vino al comedor... Lloraba, pero tornó. Hubiera querido que tomase algo de alimento en lugar de la poquita leche acostumbrada que bebe,, pero ¡no lo logré!"

"Comerá. No insistas. Ten paciencia también con el amor que tienes a tu patrona."

"Sí, Salvador. Haré lo que dices."

Me imagino y no dudo de que si Jesús dijese a la mujer que hiciese las cosas más estrambóticas, las haría sin discutir, tan persuadida está de que Jesús es Jesús y de que todo lo que hace está bien. Lo acompaña entre tanto a un vasto jardín-huerto, lleno de árboles frutales y de flores. Más si los primeros por sí mismos pensaron en vestirse de hojas, de flores y de frutitas que crezcan, las pobres flores que hace más de un año que nadie cuida, casi son un bosque en miniatura de enmarañado. Las plantas más fuertes aplastan a las más pequeñas bajo su peso, los bordes y senderos, todo ha desaparecido en medio de un caos. Sólo en el fondo, donde la sirvienta ha sembrado lechugas y legumbres, hay un poco de orden.

María está con Elisa, debajo de una parra caprichosísima que deja caer hasta el suelo sus sarmientos y zarcillos. Jesús se detiene, mira a su joven Madre que con arte finísimo despierta y dirige la mente de Elisa a cosas muy diferentes de lo que hasta ayer habían sido sus pensamientos.

 

Anuncian a la patrona la llegada de Jesús

 

La sirvienta va a la patrona y le dice: "Ha venido el Salvador."

Las mujeres se vuelven hacia donde viene Él. La una con su dulce sonrisa, la otra con su mirada cansada y extraviada.

"La paz sea con vosotras. Bello jardín este..."

"Era bello..." dice Elisa.

"Y fértil el suelo. ¡Mira cuántas frutas se están madurando! ¡Cuántas flores tiene ese rosal!... y aquello ¿son lirios?"

"Sí. Están alrededor de un estanque donde jugaban mis pequeños. Entonces estaba muy bien arreglada... ahora todo es desorden aquí. No parece ser el jardín de mis hijos."

"Dentro de pocos días será como antes. Te ayudaré. ¿Verdad, Jesús? ¿Me dejas aquí con Elisa por algunos días? Tenemos muchas cosas que hacer..." dice María.

"Todo lo que tú quieras Yo lo quiero."

Elisa lo mira y murmura: "Gracias."

Jesús le acaricia la cabeza cana, y luego se despide para ir a donde están los pastores. Las mujeres se quedan en el jardín, pero poco después, cuando se oye la voz de Jesús que saluda a los presentes y que por el aire quietamente se difunde, Elisa como arrastrada por una fuerza irresistible se acerca lentamente a una valla bastante alta, más allá de la cual está el redil donde Jesús habla primero a los pastores. Está muy cerca de la valla. Delante de sí tiene a los apóstoles y a los ciudadanos de Betsur que lo han seguido. Las Marías con el niño están sentadas en un rincón.

Jesús dice: "¿Estáis obligados por contrato o pedéis decir que no en cualquier momento?"

"Hablando claro, somos siervos libres. Pero dejarlo de pronto ahora que los rebaños exigen mucho cuidado y que es difícil encontrar pastores, no nos parece bien."

"Bien, no lo es. Pero no es necesario que sea pronto. Os lo digo a tiempo para que toméis las providencias justas. Os quiero libres, para uniros a los discípulos y para que me ayudéis."

 

"Oh, ¡Maestro..." Los tres están en éxtasis de alegría. 

" Pero ¿seremos capaces?" 

 

"No hay duda alguna. Entonces nos hemos entendido. 

Tan pronto podáis unios a Isaac."

 

"Oh, ¡Maestro..." Los tres están en éxtasis de alegría. " Pero ¿seremos capaces?" preguntan.

"No hay duda alguna. Entonces nos hemos entendido. Tan pronto podáis unios a Isaac."

"Sí, Maestro."

"Id con los demás. Les diré unas dos palabras."

Y dejados los pastores se vuelve a la gente.

 

AYER OÍ HABLAR A DOS QUE SE ENCONTRABAN EN GRANDE 

AMARGURA

SOLO DIOS PUEDE ALIVIAR EL DOLOR. 

¡DIOS! EL CONOCIMIENTO EXACTO DE DIOS

 

"La paz sea con vosotros. Ayer oí hablar a dos que se encontraban en grande amargura. Al uno en la aurora de la vida, a la otra en el crepúsculo; dos almas que lloraban su soledad. He llorado en mi corazón con ellos al ver cuánto dolor hay en el tierra, y cómo sólo Dios puede aliviarlo. ¡Dios! El conocimiento exacto de Dios, de su grandeza e infinita bondad, de su constante presencia, de sus promesas. como el hombre puede torturar a otro y cómo puede ser arrollado por la muerte en una desolación en la que Satanás trabaja para aumentar su dolor y crear su ruina. Entonces me dije: "No deben los hijos de Dios sufrir esta tortura en la tortura. Demos el conocimiento de Dios a quien no lo tiene, volvamos a darlo a quien lo olvida en medio de las borrascas del dolor". Pero también vi que Yo solo no me doy abasto con las innumerables necesidades de mis hermanos. He decidido llamar a muchos, en número cada vez mayor, para que todos los que tienen necesidad del consuelo del conocimiento de Dios, lo puedan tener.

 

VENID A MÍ TODOS LOS QUE TENÉIS DOLORES, ...Y

 COMPARTIRÉ VUESTRO DOLOR Y OS DARÉ PAZ

 

Estos doce son los primeros. Como mis segundos, capaces de conducir a Mí y por esto al consuelo, a todos los que van encorvados bajo pesos muy grandes de dolor. En verdad os lo digo: Venid a Mí todos los que tenéis dolores, disgustos, el corazón herido, cansados y compartiré vuestro dolor y os daré paz. Venid a través de mis apóstoles, a través de mis discípulos que casa día aumentan. Encontraréis el alivio en vuestros dolores, la compañía en vuestra soledad, el amor de los hermanos para que olvidéis el odio del mundo. Encontraréis el amor de Dios, elevado sobre todos, consolador como ninguno y compañero perfecto. No dudaréis más de nada, ni diréis: "¡Todo ha terminado para mí!" Sino que diréis: " Todo para mí tiene principio en un mundo sobrenatural que borra las distancias y anula las separaciones", por lo cual los hijos huérfanos se reunirán con sus padres que están en el seno de Abraham, y los padres y las madres, las esposas y los viudos encontrarán a sus hijos perdidos y al consorte perdido.

 

RUTH

 

EL FRUTO DE LAS ACCIONES BUENAS.

 

En esta tierra de Judea, cercana a Belén de Noemí, os recuerdo que el amor alivia el dolor y devuelve la alegría.

Pensad vosotros que lloráis en la desolación de Noemí después que su casa se quedó sin varones. Oíd sus palabras de amarga despedida a Orpa y a Rut: "Regresad a la casa de vuestra madre. El Señor use de misericordia con vosotras como la habéis usado con los que murieron y conmigo..." Oíd sus repetidas insistencias. No esperaba más de la vida la que en un tiempo había sido Noemí la hermosa y que ahora se había convertido en Noemí la despedazada por el dolor. Esperaba sólo regresar para morir en el lugar en donde había sido feliz en su juventud con el amor de su marido y los besos de sus hijos. Decía: "Idos, idos. Es inútil que vengáis conmigo... soy como una muerta... mi vida no está ya más aquí, sino allá, en la otra donde están. No sacrifiquéis vuestra juventud al lado de alguien que muere, porque realmente ahora soy 'una cosa'. Todo me es indiferente. Dios me ha quitado todo... Me encuentro en gran angustia, y no quiero que os angustiéis, me pesaría en el corazón. El Señor me pediría cuenta de ello. Él me ha castigado tanto, porque teneros vivas, cerca de mí, que estoy muerta, sería egoísmo. Id a donde vuestras madres..."

Con todo Rut se quedó para sostener a la pobre mujer. Rut había comprendido que hay dolores siempre más grandes que los propios, y que el suyo de viuda joven era más llevadero que el de aquella mujer que había perdido además de su marido a sus dos hijos. Así como el dolor del niño huérfano, que se ve obligado a vivir mendigando, sin tener más caricias, sin más consejos buenos, es mucho mayor que el de la madre que ha quedado sin hijos. Es grande el dolor de quien, por un complejo de motivos, llega a odiar al linaje humano y ve en cada hombre a un enemigo del que debe defenderse y a quien debe temer; es mayor que los otros dolores porque arrastra consigo no tan solo la carne, sangre e inteligencia, sino su corazón con sus obligaciones y derechos sobrenaturales y lo conduce a la perdición. ¡Cuántas madres sin hijos y cuántos hijos sin madres hay en el mundo! ¡Cuántas viudas sin prole hay por ser compasivas para con los ancianos solitarios! ¡Cuántos hay que se privan de amores para entregarse a los infelices que tienen necesidad de amor y que combaten de este modo al odio, dando, dando amor al linaje humano infeliz que sufre siempre más porque odia más!

 

EL DOLOR ES CRUZ, PERO TAMBIÉN ALAS.

 

El dolor es cruz, pero también alas. El luto despoja pero para vestir de nuevo. ¡Levantaos, vosotros que lloráis! ¡Abrid los ojos, salid de las pesadillas, de las tinieblas, de los egoísmos! Mirad... el mundo es el erial donde se llora y se muere. Grita pidiendo "ayuda" por la boca de los huérfanos, de los enfermos, de los solos, de los que se encuentran en duda, por las bocas de los que una traición, una crueldad hacen prisioneros del rencor. Id a estos que gritan. Olvidaos entre los olvidados. Curad entre los enfermos. ¡Esperad entre los desesperados! El mundo está abierto a las buenas voluntades que quisieren servir a Dios en el prójimo y conquistar el cielo que es la unión con Dios y la reunión con los que lloran. Aquí está la palestra. Allí el triunfo.

Venid. Imitad a Rut en sus dolores. Decid también: "Estaré con vosotros hasta la muerte" y si os respondiesen estas desventuras que creen no tener remedio con estas palabras: "No me llaméis más Noemí, sino llamadme Mara porque Dios me ha llenado de amargura", persistid. Y en verdad os digo que un día, por vuestra insistencia, estas desventuras exclamarán: "Sea bendito el Señor que me ha quitado la amargura, la desolación, la soledad, por obra de una creatura que supo hacer fructificar su dolor en bien. Dios la bendiga en la eternidad, porque ha sido mi salvadora".

 

LA ACCIÓN BUENA DE RUTH PARA CON NOEMÍ DIO AL MUNDO 

AL MESÍAS.

 

Pensad que la acción buena de Rut para con Noemí dio al mundo al Mesías, porque de David, hijo de Jesé y este de Obed viene el Mesías, como Obed viene de Booz, este de Salomón y Salomón de Nahasson, Nahasson de Aminadab, Aminadab de Aram, Aram de Esron, Esron de Fares. Fueron ellos los que poblaron los campos de Belén. Cada acción buena es origen de grandes cosas, como vosotros no tenéis idea. El esfuerzo de uno solo sobre el propio egoísmo puede provocar una onda tal de amor que es capaz de subir, teniendo entre su pureza al que la provoco, hasta llevarlo a los pies del altar, al corazón de Dios. Dios os dé la paz".

Y Jesús sin regresar al jardín por la puertecita que hay en la valla, procura que nadie se acerque a ella, de donde se escucha un largo llanto... sólo cuando todos los de Betsur se han marchado se aleja con los suyos, sin turbar aquel llanto saludable.

 IV. 439-445.

A. M. D. G.