EN YUTTA.
PREDICA EN LA CASA DE ISAAC
#JESÚS ENTRA EN YUTTA Y ES CONDUCIDO a la plaza del mercado
#el hombre está obligado a conocer a Dios por gratitud y por respeto hacia su propia inteligencia.
Toda Yutta ha salido al encuentro de Jesús con flores selváticas de las pendientes y con las primicias de sus cultivos, además de las sonrisas de sus niños y bendiciones de sus ciudadanos. Todavía Jesús no pone pie en el poblado y ya lo rodea un gran número de personas, a las que avisaron Judas Keriot y Juan mandado adelante, las que han acudido con cuanto encontraron de mejor, sobre todo con su amor para honrar al Salvador.
Jesús no hace más que bendecir con su mano y con su palabra a esta multitud de personas adultas y de niños que lo estrechan besándole el vestido, manos y que le pone sobre sus brazos a los infantes para que los bendiga con un beso. La primera en hacerlo es Sara, que le pone sobre su pecho ese precioso pedazo de carne de diez meses de edad que es Yesai.
El amor impide que se avance, tan arrollador que es, y con todo es como una onda que refresca. Tengo la impresión de que Jesús es más bien llevado por esa onda, que por sus propios pies, pero ciertamente su corazón ha volado muy alto, hasta el cielo, por la alegría que le proporciona este amor. Su rostro resplandece de gozo como muy pocas veces resplandeció el rostro del Hombre-Dios. No es el rostro majestuoso de mirada magnética de las horas del milagro, ni de cuando manifiesta su unión continua con el Padre, ni siquiera el severo de cuando reprocha una falta. Esta es una de esas horas en que su Yo se llena de lucidez, pues debe siempre vigilar cualquier gesto suyo por mínimo que sea, cualquier palabra suya o de otros, porque se encuentra en un mundo de trampas que, cual temible telaraña, despide sus hilos satánicos alrededor de la divina mariposa del Hombre-Dios y espera paralizar su vuelo, aprisionar su espíritu para que no salve al mundo; amordazar la palabra para que no disipe la ignorancia culpable de la tierra; ligar sus manos, sus manos de eterno sacerdote, para que no santifiquen a los hombres que el demonio y la carne han corrompido; tapar sus ojos para que la perfección de su mirada, que es imán, que es perdón, que es amor, que es fascinación que vence cualquier resistencia que no sea la de un perfecto Satanás, para que no atraiga a Sí los corazones.
JESÚS ENTRA EN YUTTA Y ES CONDUCIDO
A LA PLAZA DEL MERCADO
Jesús entra en Yutta, y es conducido a la plaza del mercado y de acá a la pobre casucha donde Isaac languideció por treinta años. Le dicen: "Aquí venimos a hablar de Ti y a rogar como en una sinagoga, la más verdadera, porque aquí empezamos a conocerte, y aquí las plegarias de un santo te llamaron. Entra. Mira cómo se ha arreglado."
La casucha, apenas el año pasado se componía de tres agujeros que eran habitaciones -la primera era en la que Isaac enfermo pedía limosna, la segunda un escondrijo, la tercera una cocinita que daba al patio- son ahora un salón y hay bancas para quien se reúna ahí. En el patio, en una barraca pequeña, se han puesto los pocos trastos de Isaac, como otras tantas reliquias. El respeto que tienen los de Yutta ha adornado el patio. Han sembrado plantas trepadoras que con sus flores cubren lo rústico del lugar y dan comienzo a una especie de pérgola y que caminan por las cuerdas tendidas a modo de red sobre el patio a la altura del techo que es bajo.
Jesús los elogia y dice: "Podemos detenernos aquí. Os pido solamente dar hospedaje a las mujeres y al niño."
"¡Oh, Maestro nuestro! ¡Esto no será así! Aquí vendremos contigo, y nos hablarás, pero Tú y los tuyos son nuestros huéspedes. Concédenos la bendición de que te hospedemos a Ti y a los siervos de Dios. Tan sólo nos desagrada que no sean en número como son las casas..."
Jesús dice que sí y sale de la casucha y se va a la casa de Sara, que no cede a ninguno el derecho de hospedar a Jesús y a los suyos para la cena...
... Jesús en la casa de Isaac está hablando. Revienta de gente la habitación y el patio. Se derrama en la plaza, y Jesús para que le escuchen todos, se ha puesto a la mitad de la habitación para que su voz llegue tanto a los que están en el patio como en la plaza.
JEREMÍAS. 2, NO TENGÁIS DUDA. COMO DICE JEREMÍAS,
ELLOS CONOCERÁN POR EXPERIENCIA CUAN DOLOROSO
Y AMARGO ES HABER ABANDONADO AL SEÑOR.
PARA CIERTOS CRÍMENES, NO HAY NITRO NI BORIT QUE PUEDAN
QUITAR SU HUELLA.
NI SIQUIERA EL FUEGO DEL INFIERNO DESTRUYE ESTA SEÑAL.
ES INDELEBLE
Debe estar hablando de algo que le preguntaron o de algún acontecimiento, pues dice: "... Pero no tengáis duda. Como dice Jeremías (Jer. 2, que trata expresamente de las apostasías de Israel) ellos conocerán por experiencia cuán doloroso y amargo es haber abandonado al Señor. Para ciertos crímenes, amigos, no hay nitro ni borit que puedan quitar su huella. Ni siquiera el fuego del infierno destruye esta señal. Es indeleble.
Aquí también es necesario reconocer la exactitud de las palabras de Jeremías. Verdaderamente nuestros grandes de Israel se parecen a las borricas salvajes de las que habla el profeta. Acostumbrados al desierto de su corazón -porque, creedlo, mientras uno está con Dios, aún cuando sea pobre como Job, aunque solo, desnudo... jamás está solo, jamás pobre, jamás despojado, jamás en un desierto- pero ellos han quitado a Dios de su corazón y por eso se encuentran en un desierto árido. Como borricas salvajes olfatean en el aire el olor de los machos que, en nuestro caso, por su libídine, se llama poder, dinero, además de la lujuria verdaderamente dicha, y van en pos de ese olor, hasta el delito. Así es en realidad. Lo siguen y lo seguirán más. No saben tener, ya no el pie, sino el corazón desnudo a los dardos de Dios que castigará su delito. Como entonces quedan confusos los reyes y príncipes, sacerdotes y escribas que han ido y dicen a lo que es nada o peor: es pecado: "Tú eres mi padre. ¡Tú me has engendrado!"
MOISÉS DESPEDAZÓ CON IRA LAS TABLAS DE LA LEY AL VER
AL PUEBLO COMETER IDOLATRÍA, LUEGO...ORÓ...
Y OBTUVO PERDÓN.
LA TIERRA ES UNA SELVA DE ÍDOLOS, PORQUE CADA CORAZÓN
ES UN ALTAR Y ALLÍ NO PUEDE ESTAR DIOS.
En verdad os digo que Moisés despedazó con ira las Tablas de la Ley al ver al pueblo cometer idolatría y luego tornó a subir al monte, oró, adoró y obtuvo el perdón (Ex. 32-34; Deut. 9, 7-10, 5). Esto hace siglos. Pero ahora no ha cesado ni cesará, antes bien crece como fermento echado en la harina, la idolatría en el corazón de los hombres. Ahora casi cada uno tiene su propio becerro de oro. La tierra es una selva de ídolos, porque cada corazón es un altar y allí no puede estar Dios. Quien no tiene una pasión perversa tiene otra, quien no tiene una concupiscencia, tiene otra de diverso nombre. Quien no busca del todo el oro, busca la posición, quien no busca la carne, busca el egoísmo. ¡Cuántos yo reducidos a becerros de oro son adorados en los corazones! Por esto vendrá el día en que castigados invocarán al Señor y oirán que se les responda: "Volveos a vuestros dioses, Yo no os conozco" ¡No te conozco! Terrible palabra si la dice Dios a un hombre. Dios creó la raza humana y conoce a cada uno de los hombres. Si dice: "Yo no te conozco", señal es que ha borrado con la fuerza de su querer, el recuerdo de ese hombre. ¡No te conozco! ¿Demasiado severo Dios para esta sentencia? ¡No! El hombre gritó al cielo: "No te conozco" y el cielo le respondió: "Yo no te conozco", fiel como un eco...
EL HOMBRE ESTÁ OBLIGADO A CONOCER A DIOS :
POR GRATITUD,
Y POR RESPETO HACIA SU PROPIA INTELIGENCIA.
Y meditad: el hombre está obligado a conocer a Dios por gratitud y por respeto hacia su propia inteligencia.
Por gratitud: Dios creó al hombre dándole el inefable don de la vida y proporcionándole el don superinefable de la gracia. Perdimos esta por la culpa propia, el hombre escuchó una gran promesa: "Te devolveré la gracia". Es Dios, el ofendido, quien se dirige así al ofensor, como si fuese Él, Dios, el culpable que tuviese la obligación de reparar la ofensa. Y Dios mantiene su promesa. Aquí estoy para devolver la gracia al hombre. Dios no se limita a dar lo sobrenatural sino doblega su esencia espiritual para proveer a las necesidades perentorias de la carne y de la sangre, y le da el calor del sol, el alivio del agua, trigo, vino, árboles de toda especie, y animales de toda clase. De este modo el hombre tiene de Dios todos los medios para la vida. Es bienhechor. Es menester serle agradecidos y mostrarlo con tratar de conocerlo.
Por respecto hacia la propia inteligencia. El mentecato, el idiota, no guardan gratitud para quien los protege porque no comprenden sus cuidados en lo que valen; y a quien los lava y da de comer, los conduce y los pone en cama, a quien vela porque no caigan en peligro, lo odian porque incapaces de comprender la causa del mal, confunden los cuidados con los tormentos. El hombre que falta para con Dios es uno que se deshonra a sí mismo, deshonra el estar dotado de inteligencia. Sólo los necios y los locos no logran distinguir a su padre del que no lo es. Al bienhechor del enemigo. Pero el hombre inteligente conoce a su padre y a su bienhechor y se complace en conocerlo mejor, aun en las cosas que ignora porque sucedieron antes que hubiese nacido o de que hubiese recibido los beneficios de su padre o de su bienhechor. De igual modo se debe hacer con el Señor para mostrar que se es inteligente y no irracional. Pero muchos en Israel son semejantes a los locos que no reconocen a su padre ni a su bienhechor.
¿PUEDE UNA DONCELLA OLVIDAR SUS ADORNOS
Y LA NOVIA SU FAJA?
AMIGOS, LA DISTANCIA ES UN BIEN Y ES UN MAL
DIOS PUEDE HABLAR DONDE QUIERA, PUEDE HABLAR POR SÍ,
A SOLAS, CON EL ESPÍRITU DEL HOMBRE, Y FORMARLO EN SU
DOCTRINA.
Jeremías se pregunta: "¿Puede una doncella olvidar sus adornos y la novia su faja?" ¡Oh, sí! Israel está hecho de vírgenes necias, de esta clase de esposas impúdicas que se olvidan de sus adornos y de sus fajas honestas para ponerse oropeles de prostituta; y esto se encuentra más, cuánto más se sube a las clases que deberían ser maestras del pueblo. El reproche de Dios, el enojo de Dios, su llanto, se dirige a ellos: "¿Por qué te esfuerzas en mostrar conducta buena al buscar amor, tú, que por el contrario enseñas la malicia y tus mañas y has encontrado en los pliegues de tu vestido la sangre de los pobres y de los inocentes?".
Amigos, la distancia es un bien y es un mal. Estar muy lejos de los lugares donde hablo con frecuencia es un mal porque os impide oír la palabra de vida. Os lamentáis de ello, es verdad. pero es un bien, porque os tiene alejados de los lugares en donde fermenta el pecado, bulle la corrupción y la asechanza cavila para atacarme, enredándome en mis obras, e insinúa en los corazones dudas y mentiras contra Mí. Os prefiero lejanos que corrompidos. Pensaré en el modo con que os formaréis. Ved que Dios ha proveído desde el principio que nos conociéramos y por esto que nos amáramos. Yo era conocido, antes de que nos hubiésemos visto. Isaac fue quien me anunció. Mandaré muchos Isaaques a deciros mis palabras. Por lo demás tened en cuenta que Dios puede hablar donde quiera, puede hablar por Sí, a solas, con el espíritu del hombre, y formarlo en su doctrina.
No temáis que el encontraros solos os pueda arrastrar a error. ¡No! Si no queréis, no seréis infieles al Señor y a su Mesías. Por otra parte, quien realmente no pueda estar lejos del Mesías, sepa que Él abre su corazón y sus brazos y le dice: "Ven". Venid los que queráis. Pero predicad los unos a los otros al Mesías con una vida honesta. Predicadle contra la deshonestidad que anida demasiado en los corazones. Predicadlo contra la negligencia de los innumerables que no saben permanecer fieles y que olvidan sus adornos y fajas de almas llamadas a las nupcias con el Mesías. Felices me dijisteis: "Desde que viniste, jamás hemos tenido ni enfermos ni muertos. Tu bendición nos ha protegido". Sí, gran cosa es la salud. Pero haced que mi venida de ahora os sane a todos del corazón para siempre y del todo. Por esto os bendigo y os doy mi paz, a vosotros, a vuestros niños, a vuestros campos, casas, mieses, rebaños, huertos. Usad de todo esto santamente. No viváis para ellos, sino de ellos. Dad lo superfluo a quien carece, adquiriendo de este modo la medida perfecta de las bendiciones del Padre y un lugar en los cielos. Podéis retiraros. Me quedo a orar..."
IV. 460-464
A. M. D. G.