ENCUENTRO CON LOS FARISEOS.
JESÚS, SEÑOR TAMBIÉN DEL SÁBADO
#LLAMAN A UNA CASA Y SON RECHAZADOS
#ACUSAN A JESÚS QUE SUS DISCÍPULOS ROBAN Y COMEN espigan y faltan al sábado
LLAMAN A UNA CASA Y SON RECHAZADOS
El lugar es el mismo, aunque el sol ya no quema tanto, porque despacio se va a su crepúsculo.
"Es menester caminar para llegar a aquella casa" dice Jesús.
Se van. Llegan. Piden pan y alivio. El administrador los rechaza bruscamente.
"¡Raza de filisteos! ¡Víboras! ¡Siempre esos! Nacidos de aquel tronco dan frutos venenosos" refunfuñan los discípulos hambrientos y cansados. "Que se os pague con la misma moneda."
"Pero por qué faltáis a la caridad. No es ya más el tiempo del talión. Prosigamos adelante. Todavía no oscurece y no os estáis muriendo de hambre. Un poco de sacrificio para que estas almas lleguen a tener hambre de Mí" exhorta Jesús.
Pero los discípulos, y me imagino que más por desprecio que por hambre insoportable se meten en buen campo y empiezan a cortar espigas. Las desgranan sobre las palmas de las manos y se las llevan a la boca.
"Están sabrosas, Maestro" grita Pedro. "¿No quieres unas? Tienen doble sabor. Me comería todo el campo."
"¡Tienes razón! Así se arrepentirían de no habernos dado un pedazo de pan" dicen los otros y continúan caminando entre las espigas y comiendo con gusto. Jesús camina solo, por el camino polvoriento. A cinco o seis metros detrás de Él vienen Zelote y Bartolomé que hablan entre sí.
APARECEN UNOS FARISEOS QUE ENTABLAN CONVERSACIÓN
CON JESÚS RECRIMINÁNDOLE DE LO QUE HACEN LOS
DISCÍPULOS Y ORDENÁNDOLE QUE SE LARGUEN DE ESAS
TIERRAS.
Otra encrucijada. Una vía secundaria que atraviesa el camino principal. Y derechos en este punto hay un grupo de fariseos ceñudos, que con toda probabilidad regresan de las funciones del sábado, que celebraron en el poblado que se ve allá en el fondo de este camino secundario. El grupo da la impresión de ser como una fiera que agazapada espera en su madriguera.
Jesús los ve y mira sonriente y dulce dándoles el saludo: "La paz sea con vosotros."
En lugar de responder el saludo, uno de los fariseos arrogantemente le pregunta: "¿Quién eres?"
"Jesús de Nazaret."
"¿Veis que es Él?" dice uno de ellos. Natanael y Simón han alcanzado al Maestro, mientras los demás, caminando entre los surcos, vienen al camino. Todavía vienen masticando y traen en las manos granos de trigo.
El fariseo que fue el primero en hablar, tal vez el de más importancia vuelve a dirigirse a Jesús que se había detenido esperando el resto: "¡Ah! luego ¿tú eres el famoso Jesús de Nazaret? ¿Cómo es posible que te encuentres aquí?"
"Porque también aquí hay almas que salvar."
"Para eso somos suficientes nosotros. Sabemos salvar las nuestras y las de los que dependen de nosotros."
"Si es así, hacéis bien. Pero Yo he sido enviado para evangelizar y salvar."
"¡Mandado! ¡Mandado! Y ¿quién nos lo prueba? Ciertamente ¡no tus obras!"
"¿Por qué hablas así? ¿No te importa tu vida?"
"Ah, ¡entendido" Tú eres el que brinda la muerte a los que no te adoran. Entonces quieres matar toda la clase sacerdotal, a los fariseos, la de los escribas y los demás porque no te adoran, ni jamás te adorarán. ¿No puedes entender? Nosotros los elegidos de Israel jamás te adoraremos, y ni siquiera te amaremos."
"No os fuerzo a amarme. Os digo: "Adorad a Dios" porque..."
"En otras palabras, a Ti, porque eres Dios ¿no es verdad? Nosotros no somos los piojoso campesinos galileos, ni los estúpidos de Judá que vienen en pos de Ti, olvidando a nuestros rabbíes..."
"No te inquietes hombre. No pido nada. Cumplo con mi misión, enseño a amar a Dios y vuelvo a repetir el Decálogo porque ha sido olvidado, y lo peor de todo, se le aplica mal. Quiero dar la vida. La eterna. No auguro la muerte corporal, ni mucho menos, la espiritual. La vida de que te preguntaba, si no tenías interés es perderla, es la de tu alma, porque Yo amo tu alma, aun cuando ella no me ame. Y me duele ver que la matas con ofender al Señor despreciando a su Mesías."
El fariseo parece presa de una convulsión, tanto es lo que se agita; se descompone la vestidura, se arranca las granjas, se quita el turbante, se revuelve los cabellos y grita: "¡Oíd! Me dice esto a mí, a Jonatás de Uziel, descendiente directo de Simón el Justo. ¡Yo ofender al Señor! No sé qué cosa me detiene, para no maldecirte, pero..."
"El miedo. Hazlo. No serás convertido en cenizas. A su tiempo lo serás, y entonces me llamarás, pero entre tu y Yo habrán en ese entonces un arroyo purpúreo: mi Sangre."
ACUSAN A JESÚS QUE SUS DISCÍPULOS ROBAN Y COMEN
ESPIGAS Y FALTAN AL SÁBADO.
"Está bien. Pero entre tanto, Tú, que te llamas santo ¿por qué permites ciertas cosas? Tú que te llamas Maestro ¿por qué no instruyes primero a tus discípulos antes que a los demás? Míralos detrás de Ti... Míralos con el instrumento de pecado en sus manos ¿Los ves? Han cortado espigas y es sábado. Han cortado espigas que no son suyas. Han violado el sábado y han robado."
"Tenían hambre. Pedimos pan en el poblado, a donde llegamos ayer tarde, pedimos alojo y comida. Nos arrojaron. Sólo una viejecita nos dio su pan y un puño de aceitunas. Que Dios le devuelva centuplicado, porque dio todo lo que tenía, y tan sólo pidió una bendición. Caminamos lo permitido y luego nos detuvimos, como es de Ley, bebiendo agua de un río. Luego, cuando llegó el crepúsculo, fuimos a aquella casa... Nos despidieron. Ves pues que teníamos voluntad de obedecer la Ley" responde Pedro.
"Pero no lo hicisteis. No es lícito en sábado hacer obras manuales y jamás es lícito tomar lo que es de otros. Yo y mis amigos estamos escandalizados."
"Yo por el contrario, no. ¿No habéis leído jamás cómo David en Nobe tomó los panes sagrados de la proposición para alimentarse y alimentar a sus compañeros? Los panes sagrados eran de Dios. Estaban en su casa. Reservados por orden eterna a los sacerdotes. Está dicho: "Pertenecerán a Aarón y a sus hijos, que los comerán en lugar santo, porque son cosa santísima"; y sin embargo David los tomó para sí y para sus compañeros, porque tenía hambre. Si pues el santo rey entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición en sábado, él, a quien no era lícito comérselos, y con todo no se le imputó a pecado porque Dios continuó amándolo aun después de esa acción ¿cómo puedes tú decir que somos pecadores si recogemos en el suelo de Dios las espigas crecidas y maduras por su voluntad, las espigas que son de los pájaros y cómo puedes prohibir que se alimenten de ellas los hombres, hijos del Padre?" pregunta Jesús.
"Le pidieron esos panes, no se los tomaron si haberlos pedido. Y esto cambia de aspecto. Y luego no es verdad que Dios no hubiese imputado esto a pecado a David, porque lo castigó duramente."
"Pero no por esto. Por la lujuria, por el censo no por..."
"¡Oh! ¡Basta! No es lícito y... no es lícito. No tenéis derecho de hacerlo y no lo haréis. Largaos. No os queremos en nuestras tierras. No tenemos necesidad de vosotros. No sabemos qué hacer con vosotros."
"Nos iremos" dice Jesús.
" Y para siempre, recuérdalo. Que jamás Jonatás de Uziel se encuentre en tu presencia. ¡Largo!"
PERO ENTONCES SERÁ EL CIELO EL QUE TE DIRÁ:
"NO TE ES LÍCITO HACERLO",
Y ESE "NO TE ES LÍCITO"
TE RESONARÁ EN EL CORAZÓN COMO UN RUGIDO DE TROMPETA
POR TODA LA VIDA, Y MÁS ALLÁ DE ELLA.
AQUÍ HAY UNO QUE ES MAYOR QUE EL TEMPLO Y PUEDE TOMAR
LO QUE QUIERE DE CUANTO HAY EN LA CREACIÓN, PORQUE DIOS
HA PUESTO TODO PARA QUE SIRVA DE ESCABEL A LA PALABRA
PERO VOSOTROS NO SABÉIS LO QUE ES LA MISERICORDIA
SI SUPIESEIS QUÉ QUIERE DECIR QUE YO SOY LA MISERICORDIA,
ENTENDERÍAIS TAMBIÉN QUE NO QUIERO OTRA COSA.
SABED QUE EL SÁBADO FUE HECHO PARA EL HOMBRE
Y NO EL HOMBRE PARA EL SÁBADO Y QUE EL HIJO DEL HOMBRE
ES EL SEÑOR TAMBIÉN DEL SÁBADO.
"Sí. ¡Largo! y con todo, nos volveremos a encontrar. Y será entonces Jonatás el que querrá verme para repetir la sentencia y para librar para siempre el mundo de Mí. Pero entonces será el cielo el que te dirá: "No te es lícito hacerlo", y ese "No te es lícito" te resonará en el corazón como un rugido de trompeta por toda la vida, y más allá de ella. Así como en los sábados los sacerdotes en el Templo no violan el reposo sabático y no comenten pecado alguno, así también nosotros, siervos del Señor, podemos, puesto que el hombre se niega a dar amor, obtener que el Padre Santísimo nos ame y socorra, sin cometer por esto alguna culpa. Aquí hay Uno que es mucho mayor que el Templo y puede tomar lo que quiere de cuanto hay en la creación, porque Dios ha puesto todo para que sirva de escabel a la palabra. Yo tomo y doy. Así como lo hago con las espigas que el Padre colocó en la extensísima mesa que es la tierra, así la palabra. Tomo y doy a buenos y a malvados. Porque soy misericordia. Pero vosotros no sabéis que cosa es la misericordia. Si supieseis qué quiere decir que Yo soy la misericordia entenderíais también que no quiero otra cosa. Si supieseis qué cosa es la misericordia no habíais condenado a los inocentes. Pero no lo sabéis. No sabéis ni siquiera que no os condeno, no sabéis que os perdono, que pediré al Padre que os perdone. Porque quiero misericordia y no castigo. Pero no lo sabéis. No queréis saberlo. Y esto es un pecado mucho mayor del que me imputáis, del que decís que cometieron estos que no son culpables. Por otra parte, sabed que el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado y que el Hijo del hombre es el Señor también del sábado. Adiós..."
Se voltea a sus discípulos: "Venid. Vamos a buscar un lecho entre la arena que ya está cerca. Tendremos como compañeras a las estrellas y nos dará alivio el rocío. Dios que envió el maná a Israel, proveerá a alimentarnos también, que somos pobres y fieles a Él." Jesús deja plantado al grupo envidioso y se va con los suyos, mientras la noche baja con sus primeros velos de color violeta...
Encuentran finalmente unos nopales. Sobre sus pencas llenas de espinas hay tunas que están casi maduras. Pero para el que tiene hambre, todo es sabroso. Espinándose cortan las más maduras, y así van acercándose a las dunas. De lejos se oye el rumor del mar.
"Quedémonos aquí. La arena es suave y acogedora. mañana entraremos en Ascalón" dice Jesús y todos cansados se echan a los pies de una alta duna.
IV, 486-491
A. M. D. G.