ENSEÑANZAS A LOS APÓSTOLES YENDO A
YABNIA
#PARÁBOLA DEL HOMBRE QUE SE CASÓ Y TUVO muchos hijos, pero uno de ellos fue deforme...
"¿Iremos de Yabnia a Acarón?" preguntan varios al ir caminando por una fertilísima campiña donde duermen los granos de trigo su último sueño al sol, al gran sol que los maduró, y que ahora en gavillas están por los campos segados y tristes, como inmensos lechos funerarios, ahora que no tienen ya más sus vestidos de espigas, sino sábanas de trigo en espera que se le lleve a otra parte.
Pero si los campos están desnudos, los manzanares están vestidos de fiesta con sus frutos que pronto madurarán, que pasan del verde oscuro de frutita, al amarillo rosado que lucen como si les hubiesen puesto cera. También los higos abren sus cofrecitos, sacando de su pellejo elástico el dulcísimo tesoro de la fruta que fue flor, y enseñan, además del color verde, blanco y violeta la gelatina transparente y esparcida como sémola más oscura que la pulpa. Los olivos al menor viento sacuden sus gotas de óvalo de jade suspendidas al tronquito entre el verde-plata de las ramas. Los nogales, llenos de dignidad sostienen en su tallo sus frutos que se hinchan bajo la cáscara. Los almendros terminan por madurar sus frutos en la cubierta que arruga su terciopelo y que cambia de color. Las vides hinchan sus uvas y ya hay más de un racimo que ufano por su suerte se adelanta a pintarse de topacio transparente y con el futuro rubí cuando esté maduro. Los cactus de la llanura o de las faldas de las colinas, se alegran con las decoraciones que día tras día son más claras que las gotillas de coral que algún pintor con tanta maestría puso alegre arriba de las hojas pulposas que parecen manos y manos, encerradas en estuches de espinas que alargan al cielo sus frutos que de ellos nacieron y en ellas han madurado.
Una que otra palma y algarrobos recuerdan a uno el África cercana y mientras aquellas resuenan sus castañuelas entre las hojas duras estos se han vestido de esmalte de color verde oscuro, orgullosos de su galante vestido, están firmes, sin moverse. Cabras rubias y cabras negras, altas, ligeras, de largos cuernos retorcidos y de ojos dulces y vivaces se alimentan de los cactus y no dudan en comer bien los magueyes de largas y duras pencas; magueyes, que cual alcachofas, abiertos en su centro, arrojan de su corazón el candelabro de catedral; de en medio de sus grandes brazos, sobre el cual flamea gallarda la flor amarilla o roja de perfume tan delicado.
África y Europa se dan la mano en cubrir la tierra con hermosa vegetación. Apenas el grupo apostólico deja la llanura para tomar un camino que trepa por una colina literalmente cubierta de viñedos, cuya pendiente mira al mar -pendiente pedregosa, calcárea en la que la uva debe ser algo divino, como jugo transformado en jarabe- he ahí el mar, mi mar, el mar de Juan, el mar de Dios. Aparece con su paño inmenso de seda encrespada y azul que habla de lejanías infinitas, de poder... mientras canta con el cielo y con el sol el trío de las glorias creadoras. Y la llanura toda se extiende, en toda su belleza de ondas de colinitas de unos cuantos metros, que se mezclan con los terrenos planos, en dunas de oro fino que llegan hasta la ciudad y poblados situados juntos al mar, blancos en un fondo azul.
"¡Qué bello es! ¡Qué bello!" murmura extático Juan.
"Pero, Señor mío, ese muchacho vive de azul. Debes destinarlo para eso. Parece como si viera a su prometida cuando ve el mar" dice Pedro que no hace diferencia entre el agua del mar y el agua del lago. Y bonachonamente se echa a reír.
JESÚS DICE A LOS DISCÍPULOS QUE CADA UNO TIENE YA SU
DESTINO
A PEDRO LE DICE: "A UN LUGAR MÁS GRANDE QUE TU CIUDAD
Y LA MÍA, MÁS GRANDE QUE MÁGDALA Y TIBERÍADES
JUNTAS."
"PARECERÁS UNA HORMIGA SOBRE UN ESQUELETO. PERO
YENDO Y VINIENDO LO RESUCITARÁS."
"Está ya destinado, Simón. Todos tenéis vuestro destino."
"¡Oh! ¿Y a dónde me mandas?"
"¿A ti...?"
"Dímelo. Sé bueno."
"A un lugar más grande que tu ciudad y la mía, más grande que Mágdala y Tiberíades juntas."
"Me extraviaré".
"No tengas miedo. Parecerás una hormiga sobre un esqueleto. Pero yendo y viniendo lo resucitarás."
"Entenderás... entenderás..." y Jesús sonríe.
"¿Y yo?" "¿Y yo?" Todos quieren saber.
TODOS LE PREGUNTAN SU DESTINO. Jesús Y TOMA UN PUÑADO
DE GUIJARROS PEQUEÑOS. LOS ARROJA AL AIRE
Y CAEN EN DIFERENTES DIRECCIONES.
VED. ESTA PIEDRECITA SE HA QUEDADO ENTRE LOS CABELLOS.
TAMBIÉN VOSOTROS SERÉIS ESPARCIDOS.
"Haré así." Jesús se inclina -están junto a una ribera guijosa de un río que todavía tiene mucha agua en su centro- y toma un puñado de guijarros pequeños. Los arroja al aire y caen en diferentes direcciones. "Ved. Esta piedrecita se ha quedado entre los cabellos. También vosotros seréis esparcidos."
"Y Tú, Hermano, representas la Palestina, ¿verdad?" pregunta con seriedad Santiago de Alfeo.
"Sí."
"Querría saber quién es el que queda en Palestina" pregunta de nuevo Santiago.
"Guarda esta piedrecita como recuerdo" y le da la que se había quedado entre sus cabellos, con una sonrisa.
"¿No podrías dejarme en Palestina? Soy más apto, porque soy el más tonto y en casa propia me las arreglo muy bien. Pero afuera..." dice Pedro.
"Tú, por el contrario, eres el menos apto para quedarte aquí. Tenéis prevención contra el resto del mundo, y creéis que es más fácil evangelizar tierras de fieles que de idólatras, mientras es todo lo contrario.
ES MÁS FÁCIL CONVENCER A LOS IGNORANTES
DEL DIOS VERDADERO QUE A LOS DEL PUEBLO DE DIOS,...
¡CUÁNTAS JOYAS, CUÁNTAS PERLAS VE MI OJO DONDE VOSOTROS
VEIS SÓLO TIERRA Y MAR!
LOS TESOROS ESTÁN DOQUIER. PERO HAY QUE BUSCARLOS
¿PRETENDERÍAIS QUE LA TIERRA FORMASE DE UN GRANO
DE ARENA UNA PLANTA PARA QUE SIN NINGUNA SEMILLA
OS DIERA SUS FRUTOS?
ES NECESARIO EL SUDOR, EL TRABAJO, EL ATREVIMIENTO.
Y SOBRE TODO, NO ESTÁN BIEN LAS PREVENCIONES.
Si reflexionáis qué nos ofrece la verdadera Palestina en sus clases altas y también, aunque no tanto, en su pueblo, y si pensáis que aquí, en el lugar en que el nombre de Palestina es odiado, y el de Dios, en su verdadero sentido desconocido, hemos sido acogidos no menos peor que en Judea, en Galilea y en la Decápolis, desaparecerían vuestras prevenciones y veríais que estoy en lo cierto al decir que es más fácil convencer a los ignorantes del Dios verdadero que a los del Pueblo de Dios, idólatras sutiles, culpables y que creen orgullosamente ser perfectos, y tales cuales quieren permanecer. ¡Cuántas joyas, cuántas perlas ve mi ojo donde vosotros veis sólo tierra y mar! La tierra de las multitudes que no son Palestina. El mar del linaje humano que no es Palestina y que, como mar, no pide otra cosa sino que se acepte a los buscadores para darles estas perlas y qué, como tierra de ser hurgueada para dejar que se apoderen de las joyas. Los tesoros están doquier. Pero hay que buscarlos. Cada terrón puede esconder un tesoro y alimentar una semilla; cada lugar profundo puede ocultar una perla. Pero, ¿qué pues? ¿Querríais acaso que el mar se revolviese en su fondo con terribles tempestades para arrebatar a los banco sus ostras de perlas, abrirlas al ser golpeados con la marea y presentarlas luego en la playa a los perezosos que no quieren fatigarse, a los pusilánimes que no quieren enfrentarse a los peligros? ¿Pretenderíais que la tierra formase de un grano de arena una planta para que si ninguna semilla os diera sus frutos? No, queridos míos. Es necesario el sudor, el trabajo, el atrevimiento. Y sobre todo, no están bien las prevenciones.
Vosotros, lo sé, quién más quién menos desaprobáis este viaje entre los filisteos. Ni siquiera las glorias de esas tierras recuerdan, las glorias de Israel que hablan de esos campos, fecundados por la sangre hebrea derramada para hacer grande a Israel, de aquellas ciudades que fueron una tras otra arrebatadas de las manos de quien las poseía, para que fuesen corona de Judá y hacer una nación poderosa, son incapaces de haceros amar este recorrido. Y ya no digo que ni siquiera la idea de preparar el terreno para que se acepte el Evangelio y la esperanza de salvar las almas, basta para ello. Es todavía muy superior a vuestras inteligencias comprender este viaje. Llegará el día, y entonces diréis. "Creíamos que era un capricho, creíamos que era una pretensión, creíamos que era poco el amor que nos tenía el Maestro para hacernos caminar tan lejos, en medio de senderos largos y penosos, con peligro de pasar horas muy desagradables. Y sin embargo era amor, era previsión, era el allanarnos el camino para que ahora que no lo tenemos más, y que nos sentimos todavía extraviados. En aquel entonces éramos sarmientos que se extendían por todas partes, pero que ignoran que la vid los alimenta y que ahí cerca está siempre la fuerte estaca que los puede sostener, y ahora al revés somos sarmientos que por sí tienen que formar un emparrado y extraer su jugo, sí, del tronco de la vid, pero sin apoyarse ya más sobre él". Esto diréis y entonces lo agradeceréis.
¿NO OS PARECE QUE SEA COSA MUY BELLA IR DEJANDO
CHISPAS DE LUZ, NOTAS DE MÚSICA, COROLAS CELESTIALES,
PERFUME DE VERDAD, EN SERVICIO Y ALABANZA DE DIOS,
EN TIERRAS ENVUELTAS EN TINIEBLAS, EN CORAZONES MUDOS,...?
...
¡Y luego!... ¿No os parece que sea cosa muy bella ir dejando chispas de luz, notas de música, corolas celestiales, perfume de verdad, en servicio y alabanza de Dios, en tierras envueltas en tinieblas, en corazones mudos, sobre almas estériles cual desiertos, para derrotar los hedores de la mentira y hacer juntos, vosotros y Yo; vosotros y Yo; el Maestro y los apóstoles, con un sólo corazón, un solo deseo, un solo querer, que Dios sea conocido y amado, que Dios reúna todos los pueblos bajo su tienda; que donde Él está, estemos todos? Esta es la esperanza, el deseo, el hambre de los corazones, que no son de razas diversas, sino de una única raza: la que Dios ha creado. Pues todos ellos son Hijos del Dios Único. Tienen los mismos deseos, las mismas esperanzas y la misma hambre de cielo, de verdad, de amor real...
Parece como si tantos siglos de error hubiesen cambiado el instinto de los corazones, pero no es así. El error envuelve las inteligencias, porque están unidas con la carne y resienten el veneno que Satanás inoculó en el hombre animal. Y de este modo el error puede envolver el corazón, que también está injertado en la carne y que se resiente en sus tóxicos. La triple concupiscencia ha mordido los sentidos, los sentimientos y el pensamiento, pero el espíritu no está injertado en la carne. Estará adormecido por los puños de Satanás y de la carne; estará casi ciego por los baluartes carnales y por las inyecciones de sangre bullente de animal-hombre con quien está unido. Pero no ha cambiado su anhelo por el cielo, por Dios... no puede cambiar. ¿Veis el agua pura de este río? Bajó del cielo y a él regresará con la evaporación. Sube y baja. El elemento no se destruye jamás, torna a sus fuentes.
LA PARÁBOLA DEL AGUA QUE BUSCA LAS ALTURAS,
ASÍ TAMBIÉN LOS ESPÍRITUS
LOS "GRANDES MENDICANTES", LOS ESPÍRITUS QUE BUSCAN
A DIOS POR EL HAMBRE HORRIBLE QUE EXPERIMENTAN:
EL HAMBRE DE LA VERDAD
TIENEN HAMBRE Y YO TENGO PIEDAD DE ELLOS.
(A LOS PUEBLOS GENTILES) ¿LOS TENÉIS POR MALVADOS?
¿SALVAJES?
¿INCAPACES DE LLEGAR A AMAR LA RELIGIÓN DE DIOS Y A DIOS?
ESTÁIS EQUIVOCADOS.
SON ESPÍRITUS QUE ESPERAN AMOR Y LUZ
El espíritu regresa a sus orígenes. Esta agua, que corre entre peñascos, si pudiera hablar, os diría que tiene deseos de volver a las alturas, para que los vientos la lleven por los espaciosos campos del firmamento, delicada, blanca, o también rosada en la aurora. O de fuego encendido en el poniente, o de violeta como una flor en el crepúsculo, antesala de las estrellas. Os diría que querría servir de tamiz a las estrellas que se asoman por las aberturas de los cerros, para que recuerden el cielo a los hombres, o que querría servir de velo a la luna para que no viese las maldades que se cometen de noche y más bien que estar aquí encerrada en diques, teniendo a cada momento que convertirse en fango, obligada a estar en medio de serpientes y de ranas, mientras que a ella le gusta tanto la libertad solitaria de la atmósfera. También los espíritus si se atreviesen a hablar, dirían lo mismo: "Dadnos a Dios. Dadnos la verdad". Pero no dicen porque saben que el hombre no pone atención, no comprende o se burla de la súplica de los "grandes mendicantes", los espíritus que buscan a Dios por el hambre horrible que experimentan: el hambre de la verdad. Esos idólatras, esos romanos, esos ateos, esos infelices, que encontramos por nuestros caminos, que siempre encontraréis, esos cuyos deseos de Dios son tenidos en nada o por política, o por egoísmo de familia, o por herejía que nació en un corazón podrido y ha crecido en varias naciones, tienen hambre. ¡Tienen hambre! Y Yo tengo piedad de ellos. ¿No tendría piedad siendo quien soy? Si doy de comer al hombre y al pájaro porque tengo piedad de ellos, ¿por qué no debería tener piedad de los espíritus, que encuentran obstáculos puestos para pertenecer al verdadero Dios, y que extienden sus brazos gritando: "Tenemos hambre"? ¿Los tenéis por malvados? ¿Salvajes? ¿Incapaces de llegar a amar la religión de Dios y a Dios? Estáis equivocados. Son espíritus que esperan amor y luz.
IGUAL QUE EL CABRITO SE METIÓ ENTRE MÍ Y EL PERRO
DE UN SOLO SALTO, SIN PENSAR QUE PODÍA SER ATACADO
Y DEGOLLADO POR EL PERRAZO AL DEFENDERME;
IGUALMENTE LOS PUEBLOS,... SABRÁN TENER VALOR PARA SALIR
A LA DEFENSA DE LA FE DE CRISTO...
Esta mañana nos despertaron los balidos amenazadores del carnero que quería espantar el perrote que había venido a estar cerca de Mí. Visteis después riéndoos, como el carnero levantaba amenazador sus cuernos, después de haber roto el lazo que lo tenía atado al árbol bajo el cual estábamos durmiendo, metiéndose entre Mí y el perro de un solo salto, sin pensar que podía ser atacado y degollado por el perrazo al defenderme. Igualmente los pueblos, que a vuestros ojos aparecen cual salvajes cabras, sabrán tener valor para salir a la defensa de la fe de Cristo cuando hayan conocido que Cristo es amor, que los invita a su seguimiento. los invita. Sí. Y vosotros debéis ayudarles a venir.
PARÁBOLA DEL HOMBRE QUE SE CASÓ Y TUVO
MUCHOS HIJOS, PERO UNO DE ELLOS FUE
DEFORME...
Escuchad esta parábola:
Se casó un hombre y tuvo muchos hijos, pero uno de ellos nació deforme en el cuerpo como si fuese de otra raza diferente. Su padre no lo quiso, ni lo amó, aún cuando él no tenía culpa alguna. Creció el niño entre los siervos de menor categoría y desatendido; debido a esto creció con una inteligencia menor que la de sus hermanos. La madre se había muerto cuando lo dio a luz, no podía suavizar la dureza del padre ni impedir la burla de sus hermanos, ni corregir las ideas equivocadas, nacidas del pensamiento rudo del niño. Una fiera pequeña a la que apenas se le soportaba en la casa de los hijos que eran amados.
En estas condiciones el niño llegó a ser adulto. La inteligencia que no se había desenvuelto bien, llegó a la madurez, comprendió que no era de un hijo vivir en los establos, recibir un trozo de pan y un pedazo de tela para vestirse y jamás un beso, jamás una palabra, jamás una invitación de entrar en la casa paterna. Y sufría, sufría gimiendo en su cueva: "¡Padre!". Y mordisqueaba el pan, pero le quedaba una gran hambre en el corazón. Se cubría con lo que se le daba, pero le quedaba frío en el corazón. Tenía por amigos a los animales y algunos compasivos de la población, pero su corazón no conocía más que la soledad.
"¡Padre! ¡Padre!"... le oían gritar entre gemidos los siervos, sus hermanos, los ciudadanos, cual si estuviese loco, y así le llamaban. Por fin un siervo se atrevió a acercarse en uno de los momentos más duros, y le dijo. "¿Por qué no te arrojas a los pies de tu padre?"... "Lo haría pero no me atrevo..." "¿Por qué no vas a casa?"... "Tengo miedo". "Pero ¿querrías hacerlo?" "Oh, ¡claro! Porque tengo hambre de ello, de esto tengo frío, y me siento solo como en un desierto. Ignoro cómo se viva en la casa de mi padre".
El buen siervo se puso a darle clases de cómo se había de conducir, a darle una apariencia hermosa, a quitarle el miedo de que su padre no lo quisiese, diciéndole: "Tu padre te amará, pero no sabe si tú lo amas. Siempre le rehuyes... quita a tu padre el remordimiento de haber obrado severamente y su dolor de saber que eres deforme. Ven. También tus hermanos no quieren escarnecerte más porque les he contado tu dolor" y el pobre hijo fue una tarde, guiado por el buen siervo a su casa paterna y dijo en voz alta: "Padre, ¡déjame entrar!..."
El padre, que ya era viejo, y pensaba con tristeza en su pasado y su futuro eterno se alegró de oír aquella voz y dijo: "Finalmente mi dolor se acaba porque en la voz del deforme he oído la mía, y su amor es prueba de que es sangre de mi sangre y carne de mi carne. Que venga pues, a tomar lugar entre sus hermanos y que sea bendito el buen siervo que ha completado mi familia, al traer con los demás al hijo que yo había rechazado".
Esta es la parábola. En la aplicación de ella debéis pensar en el padre de los deformes espirituales: es Dios -porque los deformes espirituales con los cismáticos, herejes, separados- que fue obligado a ser riguroso por las deformidades voluntarias que ellos quisieron. Pero su amor jamás ha cambiado. Los espera. Llevádselos. Es vuestro deber.
OS HE ENSEÑADO A DECIR: "DADNOS HOY NUESTRO PAN...
PERO ¿ENTENDÉIS QUE QUIERE SIGNIFICAR AQUEL "NUESTRO"
Os he enseñado a decir: "Dadnos hoy nuestro pan, oh Padre nuestro". Pero ¿entendéis que quiero significar (con) aquél "nuestro"?...
No quiere decir vuestro, de vosotros los doce: Ni vuestro como discípulos del Mesías. Sino "vuestro" como hombres, de todos los hombres. De los actuales y de los futuros. De los que conocen a Dios como de los que no lo conocen. De los que aman a Dios y a su Mesías, y de los que no lo aman o lo odian. He puesto en vuestros labios la plegaria de todos". Es vuestro ministerio. Vosotros que conocéis a Dios, a su Mesías y lo amáis, debéis rogar por todos. Os he dicho que mi plegaria es universal, y durará cuanto dure la tierra. Pero debéis orar universalmente, uniendo vuestras voces y vuestros corazones de apóstoles y discípulos de la Iglesia de Jesús con todas y con las que pertenecen a otras iglesias que serán cristianas pero no apostólicas. E insistir, porque sois hermanos. Vosotros que estáis en la casa paterna por ellos que están fuera y con hambre, con nostalgia hasta que se les de como a vosotros se os ha dado: "el pan" verdadero que es el Cristo Señor, administrado en las mesas apostólicas, no en otras donde está mezclado con alimentos impuros. Insistir hasta que el Padre no haya dicho a estos hermanos "deformes": "Mi dolor ha terminado porque en vosotros, en vuestra voz, he oído la voz y las palabras de mi unigénito y Primogénito. Sean benditos esos siervos que os han traído a la casa de vuestro Padre para que mi familia estuviese completa". Siervos de un Dios infinito, debéis poner la infinitud en cada una de vuestras acciones e intenciones.
¿Habéis entendido? He allí Yabnia. Una vez por aquí pasó el Arca a Acarón, que no pudo custodiarla y la devolvió a Betsemes. El Arca vuelve a ir a Acarón. Juan, ven conmigo. Vosotros quedaos en Yabnia y procurad reflexionar y hablar sobre ello. La paz sea con vosotros.
Jesús se va con Juan y con el macho que balando le sigue cual un can.
IV. 517-524
A. M. D. G.