EN BETANIA. "MAESTRO,
MARÍA LLAMÓ A MARTA"
#Dímelo, Señor, que me resignaré por amor tuyo... Sí, te lo digo, dice Jesús
#Marta me ha enviado una carta que me ha llenado de esperanza
Jesús en compañía de Zelote llega la jardín de Lázaro en medio de un hermoso amanecer de verano. Todo es fresco, todo ríe.
El jardinero, que corre a recibir al Maestro, le señala la punta de una vestidura blanca que desaparece detrás de un seto, diciéndole: "Lázaro va al emparrado de los jazmines a leer unos rollos. Le voy a llamar al punto."
"No. Yo mismo voy."
Jesús camina rápido por la vereda a cuyos lados hay setos en flor. La hierbecilla que hay cerca de los setos amortigua el rumor de los pasos y Jesús trata de ponerlos allí para poder llegar imprevistamente ante Lázaro.
DÍMELO, SEÑOR MÍO, QUE ME RESIGNARÉ POR AMOR TUYO.
SÍ, TE LO DIGO, DICE JESÚS
Lo sorprende cuando, de pie, con los rollos sobre una mesa de mármol, ora en voz alta: "No me engañes, Señor. Este hilo de la esperanza que me ha nacido en el corazón hazlo crecer. Dame lo que con lágrimas te he pedido diez y cien mil veces. Lo que te he pedido con mis acciones, con el perdón, con todo mi ser. Dámelo en cambio de mi vida. Dámelo en nombre de tu Jesús que me ha prometido esta paz. ¿Puede acaso mentir Él? ¿Debo pensar que su promesa fue tan sólo de palabras? ¿Que su poder es inferior al abismo de pecado que es mi hermana? Dímelo, Señor, que me resignaré por amor tuyo..."
"Sí, te lo digo" dice Jesús.
Lázaro se voltea de una pieza y grita: "Oh, ¡Señor mío! Pero ¿cuándo llegaste?" Y se inclina a besar el vestido de Jesús.
"Hace unos minutos."
"¿Sólo?"
"Con Simón Zelote. Pero aquí, donde estás, he venido solo. Sé que me debes decir una gran cosa. Dímela, pues."
"No. Primero responde a las preguntas que hago a Dios. Según lo que me respondas te la diré."
"Dime, dime esta grande cosa tuya. La puedes decir..." Y Jesús sonríe abriendo sus brazos en ademán de invitación.
QUE ME HA LLENADO DE ESPERANZA
"¡Dios Altísimo! Pero ¿es verdad? Luego ¿sabes que es cierto?" y Lázaro se echa sobre los brazos de Jesús para confiarle su gran secreto. "María mandó decir a Marta que fuese a Mágdala. Marta se fue con temor de que se tratase de una desgracia... Y yo aquí, me quedé solo con el mismo temor. Pero Marta, por medio del siervo que la acompañó, me ha enviado una carta que me ha llenado de esperanzas. Mira, la tengo aquí en el pecho. La tengo aquí porque para mí vale más que un tesoro. Son unas cuantas palabras, pero las leo poco a poco para estar cierto que en realidad han sido escritas. Mira..." Lázaro saca de su vestido un pequeño rollo ligado con una cinta de color violeta y lo desenrolla. "¿Ves? Lee, lee. En alta voz. Si la lees me parecerá que cobra mayor realidad."
" "Lázaro, hermano mío. Sea contigo la paz y la bendición. Llegué pronto y bien. Mi corazón no tiene que temer que se trate de alguna desgracia, porque he visto a María, a nuestra María sana y... ¿te lo digo? En su cara no existe ya ese frenesí de antes. Ha llorado sobre mi pecho. Un llanto largo... Y luego, en la noche, en la habitación a donde me condujo, me preguntó tantas y tantas cosas acerca del Maestro. Por ahora solo fue esto. Pero, al ver la cara de María, sin tener necesidad de oír sus palabras, digo que la esperanza ha nacido en mi corazón. Ruega, hermano, espera. ¡Oh! ¡si fuese verdad! Me quedo aquí todavía porque me imagino que me quiere cerca de sí como para que pueda escudarse conmigo de las tentaciones y para comprender... ¿Qué cosa? Lo que ya sabemos. La bondad infinita de Jesús. Le platiqué de la mujer que ha llegado a Betania... Veo que piensa, piensa y piensa... Haría falta Jesús. Ruega. Espera. El Señor sea contigo". " Jesús envuelve el rollo y lo devuelve.
"Maestro..."
"Iré. ¿Dispones de algún medio para que avises a Marta que me salga al encuentro en Cafarnaum, dentro de 15 días al máximo?"
"Sí Señor. ¿Y yo?"
"Tú te quedas aquí. A Marta la haré regresar aquí."
"Por qué?"
"Porque las redenciones experimentas una vergüenza muy grande, y la sienten mucho más cuando están los padres o hermanos. Yo también te digo: "Ruega, ruega, ruega"."
LÁZARO LLORA SOBRE EL PECHO DE JESÚS...
EL VIEJO PATRIARCA QUE ME MANDASTE,
HA REGRESADO AL SENO DE ABRAHAM
Lázaro llora sobre el pecho de Jesús... Después, ya calmado, cuenta sus entusiasmos, sus desilusiones... "Hace como un año que estoy esperando... que me desespero... ¡Qué tiempo tan largo es el de la resurrección!..." exclama. Jesús lo deja que hable, que hable, que hable, que hable... hasta que Lázaro cae en la cuenta de que está faltando a sus deberes de hospitalidad y se levanta para llevar a Jesús a su casa. Al hacerlo, pasan cerca de jazmines en flor y sobre sus corolas con sus alitas abejillas de oro.
"¡Ah! Me olvidaba decirte... El viejo patriarca que me mandaste, ha regresado al seno de Abraham. Maximino lo encontró sentado aquí, con la cabeza apoyada sobre este seto, como si se hubiese dormido cerda de las colmenas que él cuidaba como si fuesen cajas llenas de niños de oro. Así les llamaba a las abejas. Parecía como si le comprendiesen y que él las entendiese. Y sobre el patriarca dormido en la paz de su buena conciencia, cuando Maximino lo encontró, había un velo precioso de pequeños cuerpos de otro. Todas las abejas posadas sobre su amigo. Los siervos debieron trabajar -¡y vamos lo que lucharon!- para separarlas de su amigo. Era tan bueno, que tal vez tenía sabor a miel... Era tan honesto que tal vez para las abejas era como una corola incontaminada... Me ha dolido mucho. Me hubiera gustado haberlo tenido por más tiempo en mi casa. Era un justo..."
"No llores por eso. Está en paz, y desde allí ruega por ti, que le hiciste dulces sus últimos días. ¿Dónde está sepultado?"
"Junto al manzanar. Todavía cercano a sus colmenas. Ven que te llevo allá."
Se van por un pequeño bosque de laureles cerosos, en dirección de las colmenas de donde viene un zumbar de trabajadoras...
IV. 552-555
A. M. D. G.