MARZIAM CONFIADO A PORFIRIA,
MUJER DE PEDRO
#JUDAS CONFIESA LO QUE PENSÓ DURANTE SU ENFERMEDAD
#PEDRO PIDE A JESÚS QUE PRESENTE A MARZIAM a su mujer
#MARZIAM ES ACOGIDO POR PORFIRIA (MUJER DE PEDRO) CON todo cariño
#LES DEJA JESÚS EL NIÑO PARA QUE HAGAN DE PADRE Y madre con él
Jesús está en el lago de Galilea junto con sus discípulos. Pronto llega el amanecer. Están todos los apóstoles y también Judas que está perfectamente curado, con una cara más dulce debido a la enfermedad y a los cuidados que recibió, y a la compañía. También está Marziam, un poco atemorizado por ser la primera vez que está en el agua. No lo quiere hacer ver, pero a cada movimiento fuerte de la barca se agarra con un brazo al cuello de la oveja, que con él comparte su miedo, balando lamentosamente, y con el otro se agarra a lo que puede, palo, asiento, remo, o hasta a las piernas de Pedro, a las de Andrés o a las de los trabajadores de la barca que pasan ocupados en sus trabajos, y cierra los ojos, convencido tal vez que llega su última hora.
Pedro de cuando en cuando le dice, dándole un cachetito: "No tengas miedo. Un discípulo no debe jamás temer." Y el niño dice que no con la cabeza, pero como el viento sopla más fuerte y el agua se mueve más conforme se va acercando a la desembocadura del Jordán, aprieta más fuerte sus ojos hasta cuando una ola fuertemente azota sobre un costado de la nave, da un grito de miedo.
Algunos se ríen, otros se burlan de Pedro porque quiso ser padre de uno que no sabe estar en la barca, y otros se burlan de Marziam que siempre anda diciendo que quiere ir por tierras y por mares a predicar a Jesús y que luego tiene miedo de caminar unos cuantos kilómetros sobre un lago. Pero Marziam se defiende diciendo: "Cada uno tiene miedo de lo que no conoce. Yo del agua, Judas de la muerte..."
Comprendo que Judas debió haber tenido mucho miedo de morir, y me admiro que no reaccione, sino que más bien diga: "Dijiste bien. Se tiene miedo de lo que no se conoce. Pero ahora estamos para llegar. Betsaida se encuentra a pocos kilómetros. Y tú estás seguro de encontrar allí amor. ¡Así quisiera estar cercano a la casa del Padre, y estar seguro de encontrar amor!" Lo dice con cansancio y tristeza.
"¿Desconfías de Dios?" pregunta sorprendido Andrés.
JUDAS CONFIESA LO QUE PENSÓ DURANTE SU ENFERMEDAD
"No. Desconfío de mí mismo. En aquellos días en que estuve enfermo, rodeado de tantas mujeres puras y buenas, ¡me sentí tan pequeño en mi espíritu! ¡Cuánto he pensado! Decía: si ellas todavía trabajan para ser mejores y para conquistar el cielo, ¿qué cosa debo hacer yo? Porque ellas a mí me daban la impresión de ser todas santas y se sienten todavía pecadoras. ¿Y yo?... ¿Llegaré alguna vez, Maestro?"
"Con buena voluntad se puede todo."
"Pero mi voluntad es muy imperfecta."
"El auxilio de Dios pone en ella lo que le falta para ser completa. Tu actual humildad ha nacido en la enfermedad. Piensa pues, que el buen Dios ha proveído, mediante un incidente penoso, a darte una cosa que no tenías."
"Es verdad, Maestro. Pero ¡esas mujeres! ¡Qué perfectas discípulas! No me refiero a tu Mamá. Es cosa clara. Me refiero a las demás. Oh, verdaderamente se superaron. He sido una de sus primeras pruebas en su futuro ministerio. Créeme, Maestro, puedes apoyarte seguro en ellas. Elisa y yo estuvimos bajo sus cuidados. Elisa ha regresado a Betsur con el alma rehecha, y todavía débil, se echa a llorar. Jesús que está sentado cerca de él le pone una mano sobre la cabeza, y hace señal a los demás que no digan in una palabra.
Pedro y Andrés están muy ocupados con el próximo arribo, y por lo tanto no hablan. Zelote, Mateo y Marziam no lo hacen, algunos de ellos por estar viendo que se acercan a la playa, otros por prudencia.
PEDRO PIDE A JESÚS QUE PRESENTE A MARZIAM
A SU MUJER
La barca entra en la desembocadura del Jordán y poco después se detienen en la arena. Mientras los trabajadores bajan para amarrarla a una estaca, y para poner una piedra que sirva de puente, y Pedro se pone su vestidura larga, lo mismo Andrés, la otra barca hace la misma maniobra, y de ella bajan los otros apóstoles. Jesús y Judas también bajan. Pedro pone al niño su vestidito y lo arregla para presentarlo a su mujer.
Todos están en tierra, hasta las ovejas.
"Vamos ahora" dice Pedro. Está muy emocionado. Da la mano al niño, que a su vez está emocionado en tal forma que olvida las ovejitas de las que se preocupa Juan y pregunta con un destello de miedo: "Pero ¿me irá a querer? ¿De veras me amará?" Pedro se lo asegura, mas parece que el miedo se le ha metido también y dice a Jesús: "Díselo Tú, Maestro, a Porfiria. Creo que no podré decir algo en su puesto." Jesús sonríe, y promete que lo tomará a su cuidado.
Siguiendo por la playa de arena, pronto se llega a la casa. Por la puerta abierta se oye el ruido de que Porfiria se está ocupando de sus quehaceres domésticos.
"La paz sea contigo" dice Jesús asomándose a la puerta de la cocina donde la mujer está poniendo en orden los trastos.
MARZIAM ES ACOGIDO POR PORFIRIA (MUJER DE PEDRO) CON
TODO CARIÑO
"¡Maestro! ¡Simón!" La mujer corre a postrarse a los pies de Jesús, y luego a los de su marido. Luego se endereza, y con su cara, que si no es hermosa es buena, dice sonrojándose: "Tanto que os estaba esperando. ¿Estáis todos bien? Venid. Venid. Estaréis cansados..."
"No. Venimos de Nazaret, donde nos estuvimos unos días y fuimos a Caná para quedarnos allí unos días también. En Tiberíades estaban las barcas. Ves que no estamos cansados. Teníamos un niño con nosotros y a Judas de Simón que se encuentra débil por haber estado enfermo."
"¿Un niño? ¿Un discípulo pequeño?"
"Un huérfano que recogimos por el camino."
"¡Oh, prenda! ¡Ven, tesoro, para que te bese!"
El niño que había estado temeroso y semiescondido detrás de Jesús, se deja tomar de la mujer que se ha arrodillado para estar a su altura y se deja besar sin protesta alguna.
"Y ahora os lo lleváis. ¡Tan pequeño que es! se cansará..." La mujer siente verdadera compasión. Tiene abrazado al niño, mejilla con mejilla.
"En realidad Yo tenía en la cabeza otra cosa. El de confiarlo a alguna discípula, cuando nos vamos lejos de Galilea, del lago..."
"¿A mí no, Señor? Nunca tuve hijos. Sobrinos sí, y sé cómo tratar a los niños. Soy la discípula que no sabe hablar, que no es muy sana para poder seguirte como lo hacen otras que... Oh. ¡Tú lo sabes! Seré cobarde, si lo quieres, pero sabes entre qué tenazas me encuentro. ¿Tenazas dije? No. Me encuentro en medio de dos sogas que me arrastran en dirección contraria, y no tengo el valor para romper una de ellas. Deja que al menos te sirva un poco, siendo la mamá-discípula de este niño. Le enseñaré todo lo que las otras enseñan a tantos... A amarte..."
LES DEJA JESÚS EL NIÑO PARA QUE HAGAN DE PADRE Y
MADRE CON ÉL
Jesús le pone la mano sobre la cabeza y dice: "Hemos traído aquí el niño porque habría encontrado una madre y un padre. ¡Ea, pues! ¡Formemos la familia!" Y Jesús pone la mano de Marziam en la de Pedro, que tiene los ojos resplandecientes, y en la de Porfiria. "Educadme santamente a este inocente."
Pedro ya lo sabía y por eso no hace mas que secarse una lágrima con el dorso de la mano, pero su mujer, que no se lo esperaba, queda como muda de estupefacción. Luego torna a arrodillarse y dice: "¡Oh, Señor mío! Me quitaste al esposo, haciéndome casi viuda, pero ahora me das un hijo... Así pues me vuelves todas las rosas a la vida, no solo las que me tomaste, sino las que nunca tuve. Que seas bendito. Amaré a este niño mucho más que si hubiese salido de mis entrañas, porque Tú me lo has dado." La mujer besa el vestido de Jesús y besa al niño. Se lo sienta sobre sus rodillas... Es feliz...
"Dejémosla en su expansiones" dice Jesús. "Quédate también tú, Simón. Vamos a la ciudad a predicar. Vendremos al atardecer a pedirte comida y descanso."
Jesús sale con los apóstoles, dejando a los tres en su dicha...
Juan dice: "Señor mío, ¡Simón hoy es feliz!"
"¿También tú quieres un niño?"
"No. Quisiera un par de alas para remontarme hasta las puertas del cielo y aprender el lenguaje de la luz, y traerlo a los hombres" y se sonríe.
Meten las ovejas en el fondo del huerto, cerca del lugar donde están las redes. Les dan hierba, y agua del pozo y se van en dirección del centro de la ciudad.
IV. 555-559
A. M. D. G.