"SE PERDONA MUCHO A QUIEN AMA 

MUCHO"

 


 

#Lo que hizo bajar la cabeza al fariseo y a sus compañeros, cosa que no aparece en el Evangelio son las palabras que mi espíritu a través de mi mirada, dirigió cual saetas en aquella alma seca y voraz.  

#En verdad te digo, oh fariseo, que entre aquella que me ama con su juventud pura y esta que me ama con su sincera contrición de un corazón que ha vuelto a nacer a la gracia, no hago ninguna diferencia; y al que es puro y a la arrepentida les doy el encargo de comprender mi pensamiento como no lo he hecho con nadie.  

 #Ella se honrará en dar el último tributo de honor a mi cuerpo, y recibirá el primer saludo después de mi resurrección, después de mi Madre   

#También en Betania, María repitió esto mismo que fue el amanecer de su redención. Hay acciones personales que se repiten y muestran a las claras el genio de la persona. Gestos inconfundibles.   

#No comprendéis, pobres almas cuánto os ame el Salvador. No tengáis miedo de Mí. Venid con confianza, con valor. Os abro el corazón y los brazos.

 


 

Jesús me dice ahora: 

 

Lo que hizo bajar la cabeza al fariseo 

y a sus compañeros, 

cosa que no aparece en el Evangelio 

son las palabras que mi espíritu a través de mi mirada, 

dirigió cual saetas en aquella alma seca y voraz. 

 

"Lo que hizo bajar la cabeza al fariseo y a sus compañeros, cosa que no aparece en el Evangelio son las palabras que mi espíritu a través de mi mirada, dirigió cual saetas en aquella alma seca y voraz. Respondí más de lo que se me había preguntado, porque nada se me ocultaba de los pensamientos humanos. El entendió mi mudo lenguaje, que contenía mayores reproches que los que pudiesen haber tenido mis palabras.

 

En verdad te digo, oh fariseo, 

que entre aquella que me ama con su juventud pura 

 

y esta que me ama con su sincera contrición de un corazón

 que ha vuelto a nacer a la gracia, 

no hago ninguna diferencia; 

 

y al que es puro y a la arrepentida les doy el encargo de

 comprender mi pensamiento como no lo he hecho con nadie.

 

 

 

Ella se honrará en dar el último tributo de honor 

a mi cuerpo, 

 

y recibirá el primer saludo después de mi resurrección,

 después de mi Madre

 

Le dije: "No. No hagas insinuaciones perversas para justificarte tú mismo ante tus ojos. Yo no tengo tu ansia sexual. Esta no ha venido a Mí porque el sexo la haya traído. No soy como tú ni como tus compañeros. Ha venido a Mí porque mi mirada y mis palabras, que por casualidad oyó, le iluminaron su alma, en la que la lujuria había creado tinieblas. Y ha venido porque quiere vencer los sentidos, y comprende, que siendo una pobre creatura, por sí misma no puede lograrlo. Ama en Mí el espíritu, no más que el espíritu que siente sobrenaturalmente bueno. Después de tantos males que recibió de todos vosotros, que habéis disfrutado de su debilidad, y que le habéis pagado los azotes del desprecio, viene a Mí, porque siente haber encontrado el bien, la alegría, la paz, que inútilmente buscó entre las pompas del mundo. Cúrate de esta lepra tuya que tienes en el alma, fariseo hipócrita. Aprende a juzgar rectamente las cosas. Despójate de la soberbia de tu inteligencia y de la lujuria de la carne. Estas son las lepras más hediondas de vuestras personas. Puedo curaros de la lepra del cuerpo, si me lo pedís, pero de la lepra del espíritu, no, porque no queréis curaros, porque os gusta. Esta quiere curarse. Y mira que la limpio, mira que le quito las cadenas de su esclavitud. La pecadora está muerta. Está ahí, en aquellos adornos de los que se avergüenza de ofrecerlos para que los santifique al usarlos en las necesidades mías y de mis discípulos, en las de los pobres que socorro con lo superfluo de los demás, porque Yo, el Señor del universo, no poseo nada, ahora que soy el Salvador del hombre. Ella está ahí en ese perfume derramado a mis pies, que ha usado, como ha usado sus cabellos, en la parte de mi cuerpo a la que no te dignaste dar un poco de agua fresca de tu pozo, a pesar de haber caminado tanto para traerte a ti también la luz. La pecadora está muerta. Ha renacido María. Es bella como una niña púdica. Se ha lavado con el llanto. En verdad te digo, oh fariseo, que entre aquella que me ama con su juventud pura y esta que me ama con su sincera contrición de un corazón que ha vuelto a nacer a la gracia, no hago ninguna diferencia; y al que es puro y a la arrepentida les doy el encargo de comprender mi pensamiento como no lo he hecho con nadie. Ella se honrará en dar el último tributo de honor a mi cuerpo, y recibirá el primer saludo después de mi resurrección, después de mi Madre". Esto fue lo que quise decirle al fariseo con mi mirada.

 

También en Betania, María repitió esto mismo 

que fue el amanecer de su redención. 

 

Hay acciones personales que se repiten 

y muestran a las claras el genio de la persona.

 

 Gestos inconfundibles.

 

A ti te hago notar una cosa, para alegría tuya y alegría de muchos. También en Betania, María repitió esto mismo que fue el amanecer de su redención. Hay acciones personales que se repiten y muestran a las claras el genio de la persona. Gestos inconfundibles. Pero en Betania, pues justo era, su acción no fue igual en todo a la de acá, sino más amigable dentro de su reverencia y adoración.

María ha caminado mucho desde aquel amanecer de su redención. Mucho. El amor la ha arrebatado cual torbellino hacia arriba y hacia adelante. El amor la ha consumado como una hoguera, destruyendo en ella la carne impura y haciendo en ella un espíritu purificado. Y María, cambiada con su dignidad de resucitada, como cambiada está también en sus vestidos, que son sencillos como los de mi Madre, con su arreglo, mirada, actitud, palabras, tiene un nuevo modo de honrarme. Toma el último de sus pomos de perfume que ha conservado para Mí, y me lo esparce sobre los pies, sin llorar, con una mirada alegre que el amor y la seguridad de haber sido perdonada y salvada la hacen, y me lo esparce sobre la cabeza. Puede ahora tocarme la cabeza. El arrepentimiento y el amor la han limpiado con el fuego de los serafines y ella es un serafín.

 

NO COMPRENDÉIS, POBRES ALMAS CUÁNTO OS AME EL 

SALVADOR. 

 

NO TENGÁIS MIEDO DE MÍ. VENID CON CONFIANZA, CON 

VALOR.

 

OS ABRO EL CORAZÓN Y LOS BRAZOS.

 

Dítelo a ti misma, María, mi pequeña "voz", dilo a las almas. Ve. Dilo a las almas que no se atreven a venir a Mí porque se sienten culpables. Mucho, mucho se ha perdonado a quien mucho ama. A quien mucho me ama. No comprendéis, pobres almas cuánto os ame el Salvador. No tengáis miedo de Mí. Venid con confianza, con valor. Os abro el corazón y los brazos.

Acuérdate siempre de lo siguiente: "No hago ninguna diferencia entre el que me ama con su pureza íntegra y el que me ama con su sincera contrición de un corazón que ha renacido a la gracia. Soy el Salvador. Acuérdate siempre de esto.

Ve en paz. Te bendigo."

IV. 594-596

A. M. D. G.