CONSIDERACIONES SOBRE LA
CONVERSIÓN DE MARÍA MAGDALENA
#Soy misericordia viviente. Y más rápido que el pensamiento llego a quien se vuelve a Mí.
#Hablaba Yo aquel día a mucha gente, pero en realidad le hablaba a ella sola.
He estado pensando en este día en lo que me dijo Jesús ayer por la tarde y en lo que vi y comprendí aunque no se me dijo.
Nada más por no dejar le digo que la conversación de los invitados, en lo que pude entender, esto es, la que dirigían a Jesús, giraba alrededor de las nuevas del día: los romanos, la Ley combatida por ellos y la misión de Jesús como Maestro de una nueva escuela. Bajo la aparente benevolencia, podía uno caer en la cuenta de que eran preguntas maliciosas y capciosas para hacerlo caer en algún lazo. Cosa de ningún modo fácil, porque Jesús, con pocas palabras daba una respuesta justa y concluyente.
Por ejemplo a la pregunta de en qué particular escuela o secta se había hecho maestro, sencillamente respondió: "En la escuela de Dios. A Él sigo en su santa Ley, y procuro que se renueve completamente en estos pequeños (y miró con amor a Juan y en Juan a todos los rectos de corazón), así como fue en el día en que el Señor Dios la promulgó en el Sinaí. Llevo nuevamente los hombres a la luz de Dios".
A la pregunta de qué pensaba sobre el abuso de César, que se había hecho dominador de Palestina, respondió: "César es lo que es, porque así quiere Dios. Recuerda al profeta Isaías. ¿No acaso llama él, por inspiración divina, a Asur "bastón" de su cólera, la vara que castiga al pueblo de Dios, que se ha separado mucho de Él? ¿Y no dice, que después de haberlo empleado para el castigo, lo destrozará porque se aprovechó de su encargo, pues se hizo muy soberbio y cruel?"
Estas son las dos respuestas que me llamaron más la atención.
Esta tarde, mi Jesús me dijo sonriendo:
"Me gustaría llamarte como a Daniel. Eres la de los deseos, y a la que quiero mucho porque desea tanto a Dios. Podría decirte lo que mi ángel dijo a Daniel: "No temas, porque desde el primer día en que trataste de comprender y de castigarte en la presencia de Dios, tus oraciones fueron escuchadas, y por eso vine". No es el ángel quien te habla. Soy Yo quien te está hablando: Jesús.
Y más rápido que el pensamiento
llego a quien se vuelve a Mí.
Siempre, María, vengo cuando alguien "trata de comprender". No soy un Dios duro y severo. Soy misericordia viviente. Y más rápido que el pensamiento llego a quien se vuelve a Mí.
Lo mismo hice con la pobre María de Mágdala, que estaba tan inveterada en el pecado. Veloz fui con mi espíritu, apenas sentí que se levantaba en ella el deseo de comprender: comprender la luz de Dios y comprender su estado de tinieblas. Y me hice luz para ella.
Hablaba Yo aquel día a mucha gente,
pero en realidad le hablaba a ella sola.
Hablaba Yo aquel día a mucha gente, pero en realidad le hablaba a ella sola. No veía más que a ella que se había acercado, llevada de un impulso de su corazón, que luchaba contra la carne que la había esclavizado. No tenía ante mis ojos sino a ella con su pobre carita envuelta en la tempestad, con su forzada sonrisa que escondía, bajo un vestido que no era suyo; y que era un desafío al mundo y a sí misma ese gran llanto interno. No veía más que a ella, a la ovejita metida entre las espinas; a ella que sentía nauseas de su vida.
Dejé que mi palabra y mi mirada bajasen en ella
y fermentasen, para que aquel impulso de un momento
se convirtiese en el futuro glorioso de una santa
No dije palabras llamativas, ni toqué un argumento que se pudiese referir a ella, que era bien conocida como pecadora, para no mortificarla y para no obligarla a huir, avergonzarse a venir. No toqué ese argumento. Dejé que mi palabra y mi mirada bajasen en ella y fermentasen, para que aquel impulso de un momento se convirtiese en el futuro glorioso de una santa. Hablé con una de las más dulces parábolas: un rayo de luz de bondad derramado para ella particularmente. Y aquella tarde cuando entraba en la casa del rico soberbio, en la que mi palabra no podía fermentar para una gloria futura, porque era muerta con la soberbia farisea, sabía bien que ella vendría, después de haber llorado mucho en su habitación donde pecó, bajo la luz de aquel llanto que había decidido su porvenir.
Los hombres que ardieron de lujuria, al verla entrar se alegraron en su carne y en su pensamiento. Todos menos Yo y Juan, la desearon. Todos creyeron que hubiese ido por uno de esos caprichos que bajo la presión del demonio, la arrojaban en aventuras imprevistas. Pero Satanás estaba ya vencido. Y sintieron envidia al ver que a ninguno de ellos se dirigía, sino a Mí.
El hombre ensucia siempre aun las cosas más puras, cuando sólo es carne y sangre. Sólo los puros ven lo justo porque el pecado no turba su pensamiento. María, que el hombre no comprenda, esto no debe asustarlo. Dios comprende y es suficiente para el cielo.
La gloria que viene de los hombres
no aumenta con un gramo la gloria
que es la suerte de los elegidos en el paraíso.
Recuérdatelo siempre.
La gloria que viene de los hombres no aumenta con un gramo la gloria que es la suerte de los elegidos en el paraíso. Recuérdatelo siempre. La pobre María de Mágdala fue siempre juzgada mal en sus buenas acciones, pero no en las malas, que se prestaban a ser bocados de lujuria a la insaciable hambre de los libidinosos. Se le criticó y se le juzgó mal en Naín, en casa del fariseo; se le criticó y se le reprendió en Betania, en su casa.
Juan da la clave de esta última critica, dice:
"Judas... porque era ladrón".
Yo añado:
"El fariseo y sus amigos, porque eran lujuriosos".
Ves. La voracidad de los sentidos,...
Juan da la clave de esta última critica, dice: "Judas... porque era ladrón". Yo añado: "El fariseo y sus amigos, porque eran lujuriosos". Ves. La voracidad de los sentidos, la voracidad del dinero levantan su voz para criticar una acción buena. Los buenos no critican. Jamás. Comprenden.
Pero, te repito: no importa la crítica del mundo, lo que importa es lo que piensa Dios."
IV. 596-598
A. M. D. G.