MARZIAM ENSEÑA EL "PATER" A 

MAGDALENA

 


 

#FELIPE Y BARTOLOMÉ VAN A SUS CASAS   

#JESÚS VA A LA CASA DE PORFIRIA   

 #MARZIAM ENTABLA AMISTAD CON MAGDALENA   

#Nuestras mamás siempre están cercanas a nosotros. Lo ha dicho Jesús. Son como nuestros ángeles custodios. También esto lo dice Jesús. Y si uno es bueno, cuando se muera vendrán a nuestro encuentro, y sube uno a Dios en los brazos de la mamá.  

 #Le enseña el Pater noster. Si quieres te la enseño ¿Quieres venir conmigo?

 


 

Sobre el mar de Galilea la tranquilidad ya reina. Todo es más hermoso que antes de la tempestad, porque no hay polvo. El aire es brillante, y cuando uno mira al firmamento, parece como si este se hubiese elevado, se hubiese hecho más ligero... como si hubiese un velo casi transparente entre la tierra y los fulgores del paraíso. El lago refleja este azul perfecto y sosegadamente juguetea con sus aguas de turquesa.

La aurora apenas está despuntando. Jesús, María, Marta y Magdalena suben a la barca de Pedro. Vienen además de Pedro, Andrés, Zelote, Felipe, Bartolomé. Mateo, Tomás, los primos de Jesús e Iscariote están en la otra barca en la de Santiago y Juan. Se dirigen a Betsaida. El trayecto es breve, y el viento ayuda. En pocos minutos han hecho la travesía.

Cuando están para llegar Jesús dice a Bartolomé y a su inseparable Felipe: "Id a avisar a vuestras mujeres que hoy estaré en vuestra casa." Y mira a los dos de una manera elocuente.

"Así se hará, Maestro. ¿No concedes ni a mí, ni a Felipe el tenerte?"

"No vamos a estar aquí sino hasta el atardecer y no quiero privar a Simón Pedro del gozo de ver a su Marziam."

 

FELIPE Y BARTOLOMÉ VAN A SUS CASAS

 

La barca llega a la playa, se detiene. Bajan Felipe y Bartolomé. Se separan de sus compañeros para ir a la población.

"¿A dónde van esos dos?" pregunta Pedro al Maestro que fue el primero en bajar y está a su lado.

"A avisar a sus mujeres."

"Entonces yo también voy a avisar a Porfiria."

"No es necesario. Porfiria es muy buena y no es necesario prepararla para nada. Su corazón no sabe más que repartir dulzuras."

Simón Pedro brilla al oír la alabanzas tributadas a su esposa y no añade más. para que bajen las mujeres se ha puesto una tabla. Se dirigen a la casa de Simón.

Marziam que está sacando sus ovejitas para llevarlas a pacer la hierba fresca en las cuestas cercanas a Betsaida, es el primero en verlos y con un grito de alegría da el anuncio, corre a refugiarse en el pecho de Jesús que se ha inclinado para besarlo. Luego viene con Pedro. Acude, con las manos llenas de harina, Porfiria, y se inclina para saludar a Jesús.

 

JESÚS VA A LA CASA DE PORFIRIA

 

"La paz sea contigo, Porfiria. No nos esperabas tan pronto, ¿verdad? Además de mi bendición quise traerte a mi Madre. Ella deseaba volver a ver al niño... Míralo entre sus brazos. Las discípulas deseaban conocerte... Esta es la mujer de Simón. La discípula buena y silenciosa, activa en su múltiple obediencia. Estas son Marta y María de Betania. Dos hermanas. Amaos mucho."

"Las personas que me traes las amo más que a las de mi sangre, Maestro. Ven. Mi casa es más hermosa cada vez que en ella pones tu pie."

María sonriente se acerca y abraza a Porfiria diciéndole: "Veo que realmente tienes corazón de una madre. El niño está muy bien y se siente feliz. Gracias."

"¡Oh, Mujer bendita entre todas! Sé que por ti tengo la alegría de que me llame: mamá. Y tú recuerda que no te daré jamás el dolor de no serlo con todo lo mejor que hay en mí. Entra, entra con las hermanas..."

 

MARZIAM ENTABLA AMISTAD CON MAGDALENA

 

Marziam mira curiosamente a Magdalena. Toda una red de pensamientos se teje en su cabeza. Al fin prorrumpe en: "Pero... tú no estabas en Betania..."

"No estaba. Pero ahora estaré siempre" dice Magdalena con un color rosa en sus mejillas y con un tinte de sonrisa. Acaricia al niño diciéndole: "Aunque a penas nos acabamos de conocer, ¿me quieres?"

"Sí, porque eres buena. Has llorado ¿no es verdad? Por eso eres buena. Te llamas María ¿o no? También mi mamá se llamaba así y era buena. Todas las mujeres que se llaman María son buenas. Pero..." y se interrumpe para no causar dolor a Porfiria y Marta,, "pero también hay buenas que tiene otro nombre. ¿Cómo se llamaba tu mamá?"

 

NUESTRAS MAMÁS SIEMPRE ESTÁN CERCANAS A NOSOTROS.

 

SON COMO NUESTROS ÁNGELES DE LA GUARDA.

 

Y SI UNO ES BUENO, CUANDO SE MUERA VENDRÁN A NUESTRO 

ENCUENTRO,...

 

"Euqueria... y era muy buena." Dos gruesas lágrimas caen de los ojos de María de Mágdala.

"¿Lloras porque ya se murió?" pregunta el niño y le acaricia sus bellísimas manos cruzadas sobre su vestido oscuro, que debió ser de Marta porque el dobladillo está descosido. Y prosigue: "No llores. No estamos solos ¿lo sabes? Nuestras mamás siempre están cercanas a nosotros. Lo ha dicho Jesús. Son como nuestros ángeles custodios. También esto lo dice Jesús. Y si uno es bueno, cuando se muera vendrán a nuestro encuentro, y sube uno a Dios en los brazos de la mamá. Es verdad esto ¿sabes? Lo dijo Él."

María de Mágdala estrecha al pequeño en un abrazo, lo besa diciéndole: "Ruega entonces para que yo sea buena."

"¿Pero no lo eres? Con Jesús caminan sólo los que son buenos.. Y si no lo es uno del todo, se hace, para poder ser discípulo de Jesús, porque no se puede enseñar lo que no se sabe. no se puede decir: "Perdona" si antes no perdonamos. No se puede decir: "Debes amar al prójimo" si antes no lo amamos nosotros. ¿Sabes la oración de Jesús?"

 

LE ENSEÑA EL PATER NOSTER

SI QUIERES TE LA ENSEÑO

¿QUIERES VENIR CONMIGO?

 

"No".

"¡Ah, bueno! Hace poco que estás con Él. Es muy bonita ¿sabes? Dice todas estas cosas. Mira qué bonita es." Y Marziam despacio recita el "Padre nuestro" con sentimiento y fe.

"Que bien la sabes" dice admirada María de Mágdala.

"Me la enseñó mi mamá por la noche y la Mamá de Jesús en el día. Si quieres te la enseño. ¿Quieres venir conmigo? Las ovejas están balando. Tienen hambre. Ahora las llevo al pasto. Ven conmigo. Te enseñaré a orar y te harás completamente buena", y la toma de la mano.

"Pero no sé si el Maestro quiera..."

"Vete, vete, María. Tienes por amigo a un inocente y a los corderos... Vete, pues, sin preocupación ninguna..."

María de Mágdala sale con el niño y se ve que se aleja precedida de tres ovejas. Jesús mira... y los demás también.

"Pobre hermana mía" dice Marta.

"No le tengas compasión. Es una flor que endereza su tallo después del huracán. ¿Oyes?... Ríe... La inocencia siempre da consuelo."

IV. 619-621

A. M. D. G.