JESÚS EN NAZARET

 


 

#JESÚS LLEGA A NAZARET CON MAGDALENA...  

 #JESÚS HABLA CON LOS DE NAZARET 

 #PIDEN A JESÚS QUE HABLE   

#'El hizo subir a la hija del Faraón de la ciudad de David a la casa que le construyó, porque dijo: 'Mi mujer no debe habitar en la casa de David, rey de Israel, que fue santificada cuando entró en ella el arca del Señor'  

 #"En el primero de Esdras está escrito: "Habéis pecado casándoos con mujeres extranjeras, y habéis agregado un crimen más a los muchos de Israel"   

#Tú te dices el Verbo de Dios. ¿Es verdad? "Lo soy. Él me mandó a traer a la tierra la buena nueva a todos los hombres y a que los redima de sus pecados."  

 #os daré la justificación. Escuchad. Sé a qué aludís. Pero os respondo: "Estáis en un error" Os diré una parábola.  

 #Parábola de Un hombre, debido a muchos vicios, se cubrió de lepra   

#Hombres de pensamiento torcido y de corazón no limpio, por qué entonces me acusáis si Yo, Sacerdote y tabernáculo, dejo que se me acerquen los leprosos de alma Por qué tenéis dos medidas para juzgar   

#Hombres de Nazaret que me tendéis trampas, porque no os parece posible que en Mí esté la verdadera sabiduría y la justicia del Verbo del Padre, Yo os digo: "Imitad a los pecadores"

 


 

El primer lugar donde Jesús se detiene al llegar a Nazaret es en la casa de Alfeo. Está por entrar en el huerto cuando se encuentra con María de Alfeo que sale con dos jarras de cobre para ir a la fuente.

 

JESÚS LLEGA A NAZARET CON MAGDALENA...

 

"La paz sea contigo, María" dice Jesús y abraza a su pariente, que expansiva como de costumbre, lo besa con un grito de alegría.

"Ciertamente será un día de paz y felicidad, Jesús mío, porque viniste. ¡Oh, hijos míos amados! Qué felicidad tiene vuestra mamá en veros otra vez" y cariñosamente besa a sus hijos que venían detrás de Jesús. "Os quedáis conmigo, ¿no es verdad? Tengo exactamente encendido el horno para el pan. Iba a traer agua para no tener que suspender la cocedura."

"Mamá, vamos nosotros" dicen los hijos tomándole las jarras.

"Cuán buenos sois. ¿No es verdad, Jesús?"

"Muy buenos."

"Pero también contigo ¿o no? Si te amasen menos de lo que me aman, no los querría yo mucho."

"No tengas miedo, María. A mí me proporcionan solo dicha."

"¿Vienes solo? María se fue de improviso. Iba con una mujer... ¿una discípula?"

"Sí, la hermana de Marta."

"¡Oh, que Dios sea bendito! Tanto que he rogado por esto. ¿Dónde está?"

"Mírala que llega con mi Madre, Marta y Susana."

En realidad las mujeres están dando la vuelta a la calle. Las siguen los apóstoles. María de Alfeo corre a su encuentro y exclama: "¡Qué feliz soy de tenerte por hermana! Debería llamarte "hija" porque eres joven y yo soy vieja. Pero te llamo con el nombre que amo tanto, con el que llamo a mi María. Ven querida. Estás cansada... Pero también dichosa" t besa a Magdalena asiéndole de la mano como para hacerle sentir más su cariño.

La fresca hermosura de Magdalena resalta mucho más al estar cerca de María de Alfeo, cuya cara está ya arrugada.

"Hoy os quedáis todos conmigo. No os dejaré ir" y con un suspiro que involuntario le brota, se le escapa la verdad: "¡Estoy siempre tan sola! Cuando no está mi cuñada, me paso los días muy tristes y solitarios."

"¿Están ausentes tus hijos?" pregunta Marta.

María de Alfeo se pone colorada y con un suspiro dice: "Con el alma sí. Todavía. El ser discípulo une y divide... Pero como viniste, María, también ellos vendrán" y se seca una lágrima. Mira a Jesús que la contempla con ojos de piedad, y se esfuerza por sonreír. Le dice: "Son cosas largas, ¿verdad?"

"Sí, María, pero las verás."

"Esperaba... Después que Simón... Luego supo otras... cosas. Y se hizo de nuevo titubeante. Jesús, quiérelo, no obstante."

"¿Lo puedes dudar?"

Mientras María habla, prepara refrescos para los peregrinos, sorda a las palabras de todos que la aseguran que no tienen necesidad de nada.

"Dejemos a las discípulas en paz" dice Jesús y luego: "Vayamos por el poblado."

"¿Te vas? ¿Tal vez vendrán los otros hijos?"

"Me entretengo hasta mañana. Estaremos, pues, juntos. Ahora voy a buscar unos amigos. La paz sea con vosotras. Mamá, hasta pronto."

Toda Nazaret está llena de algazara por la llegada de Jesús y por la persona que se le agregó, María de Mágdala. Quien corre a la casa de María de Alfeo, y quien a la de Jesús para verlo, y al encontrarla cerrada corre hacia donde va. La ciudad está siempre cerrada al Maestro. Unos por ironía, otros por incredulidad con algún grupo claro de mala voluntad que se manifiesta con ciertas grases punzantes, lo siguen, pero sin amar a su gran Hijo que no comprenden. Aun en las preguntas que le dirigen no se descubre el amor, sino incredulidad y burla. Él hace como si no viese nada, y dulce y manso responde a quien le habla.

 

JESÚS HABLA CON LOS DE NAZARET

 

"Das a todos, pero pareces un hijo sin vínculos para tu patria, pues no le das nada."

"Estoy aquí para daros lo que pedís."

"Pero prefieres no estar aquí. ¿Somos acaso más pecadores que los otros?"

"No hay pecador por grande que sea, a quien no quiera Yo convertir. Y vosotros no lo sois más que los otros."

"Ni siquiera dice que somos mejores que los demás. Un hijo bueno dice siempre que su madre es mejor que las otras aun cuando no lo sea. ¿Es acaso para ti Nazaret una madrastra?"

"No afirmo nada. Callar es una regla de caridad para con los otros y para consigo mismo, cuando no se pueda decir que alguien sea bueno, y cuado no se quiere mentir. Las alabanzas saldrían pronto con sólo que vinieseis a mi doctrina."

"¿Quieres, pues que se te admire?"

"No. Sólo que se me escuche y crea, por el bien de vuestras almas."

 

PIDEN A JESÚS QUE HABLE

 

 

"Habla entonces. Te escuchamos."

"Decidme sobre qué queréis que os hable."

Un hombre que estará entre los cuarenta o cuarenta y cinco años dice: "Pues bien! A mi me gustaría que vinieses conmigo y me explicases un punto."

"Voy contigo, Leví."

Van a la sinagoga. La gente se agolpa detrás de Jesús y del sinagogo. En un instante llenan el lugar.

 

EL HIZO SUBIR A LA HIJA DEL FARAÓN DE LA CIUDAD DE 

DAVID A LA CASA QUE LE CONSTRUYÓ,... MI MUJER NO DEBE 

HABITAR EN LA CASA DE DAVID, REY DE ISRAEL QUE FUE 

SANTIFICADA CUANDO ENTRÓ EN ELLA EL ARCA DEL SEÑOR

 

El sinagogo toma un rollo y lee: " 'El hizo subir a la hija del Faraón de la ciudad de David a la casa que le construyó, porque dijo: 'Mi mujer no debe habitar en la casa de David, rey de Israel, que fue santificada cuando entró en ella el arca del Señor' ". Pues bien, querría saber de ti, si esta providencia fue justa o no, y por qué."

"Sin duda alguna que fue justa, porque lo estaba exigiendo el respeto a la casa de David que fue santificada al haber entrado en ella el arca del Señor."

"¿Pero el ser mujer de Salomón no hacía a la hija del Faraón digna de vivir en la casa de David? ¿La mujer no se convierte, según las palabras de Adán, en "hueso de los huesos" del marido y "en carne de su carne"? Si es así ¿cómo puede profanar algo si no profana al esposo?"

 

EN EL LIBRO DE ESDRAS ESTÁ ESCRITO: "HABÉIS PECADO 

CASÁNDOOS CON MUJERES EXTRANJERAS...

 

"En el primero de Esdras está escrito: "Habéis pecado casándoos con mujeres extranjeras, y habéis agregado un crimen más a los muchos de Israel". Y una de las causas de idolatría de Salomón fue exactamente esta clase de matrimonios con mujeres extranjeras. Dios lo había dicho: "Ellas, las extranjeras pervertirán vuestros corazones hasta haceros seguir a dioses extraños". Las consecuencias las conocemos."

"Pero si no se había pervertido al casarse con la hija del Faraón, tanto es así que sabiamente determinó que no debía permanecer en la casa santificada."

"La bondad de Dios no puede medirse con la nuestra. El hombre, después de una ofensa, no perdona, aun cuando él siempre es ofensor. Dios no es inexorable después de la primera culpa, pero no permite que impunemente el hombre se endurezca en su pecado. Por esta razón no castiga a la primera caída. Habla al corazón. Castiga sólo cuando su bondad no sirve para convertir, y el hombre la toma por debilidad. Entonces baja el castigo porque de Dios nadie se burla. Hueso de sus huesos y carne de su carne, la hija del Faraón había depositado los primeros gérmenes de corrupción en el corazón del Sabio y sabéis que una enfermedad se declara no cuando hay un solo germen en la sangre, sino cuando la sangre está corrompida con muchos gérmenes que se multiplicaron a partir del primero. La caída del hombre empieza siempre con una ligereza que aparentemente es inofensiva. Después aumenta la condescendencia hacia el mal. Se forma la costumbre de transigir con la conciencia, con el descuido de los deberes y de la obediencia debida a Dios, y paulatinamente se llega a cometer grandes pecados. Salomón el de idolatría, con lo que se provocó el cisma con las consecuencias que todavía hasta ahora perduran."

"Así pues, ¿tú afirmas que es necesario un gran cuidado y un sumo respeto por las cosas sagradas?"

"Sin duda."

 

Tú te dices el Verbo de Dios. 

¿Es verdad? 

"Lo soy. 

Él me mandó a traer a la tierra la buena nueva 

a todos los hombres y a que los redima de sus pecados."

 

"Explícame también esto. Tú te dices el Verbo de Dios. ¿Es verdad?"

"Lo soy. Él me mandó a traer a la tierra la Buena Nueva a todos los hombres y a que los redima de sus pecados."

"Si es así, eres más que el Arca, porque no te cubre la gloria, como la cubría, sino que en Ti mismo está Dios."

"Y entonces ¿por qué te profanas?"

 

os daré la justificación.

Escuchad. 

Sé a qué aludís. 

Pero os respondo: "Estáis en un error" 

Os diré una parábola.

 

"¿Y para decirme esto, me trajiste aquí? Te compadezco. A ti y a quien te excitó a hablar. No tendría razón de justificarme, porque cualquier justificación la destroza vuestro rencor. Pero Yo, a quien acusáis de que no os amo, y de profanación de mi persona, os daré la justificación. Escuchad. Sé a qué aludís. Pero os respondo: "Estáis en un error". Así como abro mis brazos a los agonizantes para traerlos de nuevo a la vida y llamo a los muertos para devolverles la existencia, de igual modo abro los brazos a los que realmente son moribundos, y a los verdaderos muertos: los pecadores, para llevarlos a la vida eterna, y resucitarlos si ya están corrompidos para que no mueran más. Os diré una parábola.

 

PARÁBOLA DEL HOMBRE QUE POR SUS MUCHOS 

VICIOS SE CUBRIÓ DE LEPRA

 

Un hombre, debido a muchos vicios, se cubrió de lepra. La sociedad de los hombres lo alejó de su compañía y él, en medio de una soledad cruel, meditó sobre su situación y sobre su pecado que lo había reducido a tan gran mal. Pasaron largos años de este modo, y cuando menos se lo esperaba, se curó. El Señor tuvo misericordia por sus muchas plegarias y lágrimas. ¿Qué hizo el hombre? ¿Puede regresar a su casa porque Dios tuvo misericordia de él? No. Debe mostrarse al sacerdote, el cual, después de haberlo examinado atentamente por algún tiempo, lo hace purificar después de su primer sacrificio de dos pájaros. Y después de haber lavado sus vestidos no una, sino dos veces, el curado regresa al sacerdote con corderos sin mancha y con una oveja y con harina y con el aceite, cosas prescritas. Solo entonces el hombre vuelve a ser admitido según la religión dentro del pueblo de Israel. Decidme: cuando fue por vez primera al sacerdote ¿por qué lo hizo?"

"¡Para purificarse la primera vez de modo que pudiera realizar la purificación mayor con la que vuelve a ser admitido entre el pueblo santo!"

"Respondisteis bien. ¿Pero entonces no estaba completamente purificado?"

"No. Mucho le faltaba todavía; según la materia y según el espíritu."

"Entonces ¿por qué se atrevió a acercarse al sacerdote la primera vez, si estaba completamente inmundo, y otra, cuando se acercó también al tabernáculo?"

"Porque el sacerdote es el medio necesario para que pueda ser admitido nuevamente entre los vivos."

"¿Y el tabernáculo?"

"Porque sólo Dios puede borrar las culpas, y es de fe creer que más allá del santo velo esté Dios sobre su gloria, otorgando desde allí su perdón."

"Entonces cuando el leproso se acercó al sacerdote y al tabernáculo todavía no estaba limpio de culpa."

"No. ¡Claro que no!"

 

Hombres de pensamiento torcido y de corazón no limpio,

 

 ¿por qué entonces me acusáis si Yo, 

Sacerdote y tabernáculo,

 dejo que se me acerquen los leprosos de alma? 

 

¿Por qué tenéis dos medidas para juzgar?

 

"Hombres de pensamiento torcido y de corazón no limpio, ¿por qué entonces me acusáis si Yo, Sacerdote y tabernáculo, dejo que se me acerquen los leprosos de alma? ¿Por qué tenéis dos medidas para juzgar?. La mujer que era una perdida, como Leví el publicano que está aquí presente con su nueva alma y su nuevo oficio, y con ellos otros y otras, que antes de ellos se habían acercado, están ahora a mi lado. Pueden estar porque han sido admitidos nuevamente en el pueblo del Señor. El querer de Dios que ha puesto en Mí el poder de juzgar y de absolver, de curar y de resucitar, los trajo a Mí. Sería profanación si en ellos perseverase su idolatría, como permaneció en la hija del Faraón; pero no lo es, porque han abrazado la doctrina que traje a la tierra y por medio de ella han resucitado a la gracia del Señor.

 

HOMBRES DE NAZARET QUE ME TENDÉIS TRAMPAS, PORQUE 

NO OS PARECE POSIBLE QUE EN MÍ ESTÉ LA VERDADERA 

SABIDURÍA DEL VERBO DEL PADRE, YO OS DIGO: 

"IMITAD A LOS PECADORES"

 

Hombres de Nazaret que me tendéis trampas, porque no os parece posible que en Mí esté la verdadera sabiduría y la justicia del Verbo del Padre, Yo os digo: "Imitad a los pecadores". En verdad, os ganan en saber venir a la verdad. Y añado: "No recurráis a trampas sucias para poderme combatir". No lo hagáis. Pedid y os daré, como doy a cada uno que viene a Mí, la palabra de vida. Acogedme como un hijo de esta tierra nuestra. No os guardo rencor. Mis manos están llenas de suavidad, y mi corazón del deseo de instruiros y de haceros dichosos. Tan es cierto que si me permitís, pasaré entre vosotros mi sábado, instruyéndoos en la nueva ley."

La multitud se encuentra en medio de ideas contrarias que se combaten. La curiosidad o el amor prevalecen, y muchos gritan: "Está bien. Mañana aquí Te escucharemos."

"Rogaré esta noche porque caiga de vosotros la capa que os oprime el corazón. Rogaré para que libres de todo prejuicio podáis comprender la voz de Dios que vino a traer la buena nueva a la tierra, y con el deseo de que la primera región capaz de acogerla sea la ciudad donde he crecido. La paz sea con todos vosotros."

IV. 653-658

A. M. D. G.