A LOS DISCÍPULOS DE SICAMINÓN.

"ENCENDERSE A SÍ MISMOS"

 


 

 

CUANDO UNA MATERIA

SE PRESENTA ANTE DIOS,

AUNQUE SEA LA MÁS INERTE, HELADA, SUCIA,

PUEDE CONVERTIRSE

EN MOVIMIENTO, LLAMA, BELLEZA.

 


#ENCUENTRO CON JESÚS   #JESÚS ESCUCHA A ISAAC   #¿podríais ir en barca por el mar?   #¡VAMOS! EXCLAMA PEDRO   #JESÚS SALUDA A JUAN DE ENDOR   #HABLA JESÚS   #VEAMOS ESTAS REACCIONES Y ESTOS PREJUICIOS   #María Magdalena, la gran pecadora de Israel, la que no se excusaba de haber pecado, ha vuelto al Señor.   #Resurrección. Sí. Es la palabra más exacta.   #EJEMPLO TOMADO DEL LIBRO DE LOS MACABEOS. Ofrecimiento de los sacrificios. Búsqueda del fuego sagrado   #Cada alma es un fuego sagrado que Dios envía al altar del corazón para que encienda el sacrificio de la vida en amor al Creador que la hizo   #Pero llegan los salteadores, los opresores del hombre y del alma.   #Sucede entonces, que como no es posible todavía ni suficiente persuadir al mundo de que un fango arrepentido, sea mucho más fuerte que un fuego común,   #¿de dónde le venga a esta piedra tal propiedad?   #Son estos los grandes pecadores que se arrepienten   #En verdad, en verdad os digo que muchas piedras en Israel serán presa del fuego de Dios debido a estos hornos ardientes que arderán cada vez más   #JAMÁS OS ENTRETENGA UN CONCEPTO ERRADO,   #Es verdad que estando Yo en ese cuerpo, podría empujar mi vida hasta las partículas más lejanas,    #¿Pero qué sería entonces del cristianismo?   #no penséis que esto valga solo para los cismas religiosos. No. Sirve también para todas las almas que quedan solas, que los sacerdotes rehúsan sostenerlas, ocuparse de ellas, amarlas, faltando a su misión   #Jesús, el Buen Pastor, cuida de sus ovejas, se entera de sus problemas... Juan de Endor   #Juan ¿no dices a tu Maestro la razón por la que sufre tu cuerpo?   #Vine a predicar con hechos que en el sufrimiento hay expiación, y en el dolor redención. No puedo contradecirme.   #Lo dirás desde el paraíso, un espejo ustorio también serás tú.

En las riberas del torrente que está allá abajo Jesús encuentra a Isaac con muchos discípulos, conocidos unos, desconocidos otros.

Entre los conocidos están el sinagogo de Aguas Claras: Timoneo; José el acusado de incesto en Emmaús; el joven que dejó de enterrar a su padre por seguir a Jesús; Esteban; el leproso Abel, que fue curado hace un año cerca de Corozaim con su amigo Samuel; el barquero de Jericó;  Salomón y otros, otros que no reconozco, ni me acuerdo si alguna vez o en algún lugar los vi. Caras conocidas, que ya son muchas, y todas conocidas como caras de discípulos. Hay otros, conquistas de Isaac o de los mismos discípulos antes mencionados, que siguen el núcleo principal en espera de encontrar a Jesús.

 

ENCUENTRO CON JESÚS

 

El encuentro es afectuoso, lleno de alegría y reverencia. Isaac despide rayos de alegría al ver a su Maestro, al enseñarle su nueva grey, y por premio pide a Jesús que hable a la gente que está con él.

"¿Conoces un lugar tranquilo donde pueda uno reunirse?"

"En la extremidad del golfo hay una playa desierta, en que hay chozas de pescadores, y que están vacías en este tiempo por malsanas y porque la estación de salar los pescados ha terminado, y ellos han ido a Siro-Fenicia a la pesca del púrpura. Muchos de ellos creen ya en Ti porque te oyeron hablar en las ciudades marítimas y porque encontraron discípulos, y me cedieron sus chozas para que ahí descansásemos. Hemos regresado después de una misión, porque hay mucho que hacer por esta costa. Está corrompida de muchas cosas. Quisiera llegar hasta Siro-Fenicia, y lo podría hacer por mar, porque sería muy duro caminar a pie por la costa que quema los pies. Yo soy pastor y no marinero, y entre estos no hay uno solo que sepa navegar".

 

JESÚS ESCUCHA A ISAAC

 

Jesús, de alta estatura, un poco inclinado escucha a Isaac. En el rostro de Él se dibuja una sonrisa al oír la relación de Isaac, como lo hiciera un general con su soldado. Responde: "Dios te ayuda por tu humildad. Si aquí me conocen se debe a ti, discípulo mío, no a otros. Ahora preguntaremos a aquellos del lago si pueden navegar, e iremos, si nos es posible, hasta la Siro-Fenicia". Se vuelve a buscar a Pedro, Andrés, Santiago y Juan, que están en animada conversación con algunos discípulos, mientras Judas Iscariote está detrás a hacer los cumplimientos a Esteban; y Zelote con Bartolomé y Felipe están junto con las mujeres. Los otros cuatro están con Jesús.

 

¿PODRÍAIS IR EN BARCA POR EL MAR?

 

Vienen al punto los cuatro pescadores: "Qué tal, ¿podríais ir en barca por el mar?" pregunta Jesús.

Los cuatro se miran perplejos. Pedro se jala los pelos con la mano, mientras reflexiona. Luego pregunta: "¿Pero a dónde? ¿Muy adentro? Nosotros somos peces de agua dulce..."

"No muy lejos, a lo largo de la costa hasta Sidón".

"¡Puf! Creo que se puede. ¿Qué decís vosotros?"

"También yo lo creo. Mar o lago siempre será la misma cosa: agua" dice Santiago.

"Al contrario: será más bello y fácil" dice Juan.

"No sé porque piensas así" le replica su hermano.

"Porque ama el mar. Quien ama una cosa ve en ella todas las perfecciones. Si amases así a una mujer serías un esposo perfecto" dice por chanza Pedro a Juan sacudiéndolo.

"No. Lo digo porque en Escalón vi que las maniobras son iguales y la navegación es tan dulce" responde Juan.

 

¡VAMOS! EXCLAMA PEDRO

 

"Entonces, ¡vamos!" exclama Pedro.

"Pero sería mejor que uno del lugar nos acompañase. No conocemos este mar, ni sus fondos" observa Santiago.

"¡Oh! de eso ni me preocupo. ¡Tenemos a Jesús con nosotros!  Antes no me sentía muy seguro ¡pero desde que aplacó el lago! Vamos, vamos con el Maestro a Sidón. Tal vez se hará algún bien" dice Andrés.

"Así pues, iremos. Conseguirás las barcas para mañana. Pedid a Judas de Simón dinero".

Y mezclados entre sí, apóstoles y discípulos -es inútil decir qué alegría hay entre muchos, sobre todo los que ya conocían a Jesús- vuelven sobre sus pasos hacia la ciudad, le dan vuelta por las afueras hasta llegar a la extremidad de la bahía que se alarga como un brazo doblado dentro del mar. Las pocas chozas que hay allí, esparcidas sobre la costa guijarrosa y corta, son el lugar más miserable de la ciudad, el más despoblado y en el que se habita de vez en cuando. Ahora las chozas: resquebradas por la salobridad y la vejez, están todas cerradas, y cuando las abren los discípulos, se ve al punto su miserable estado. Húmedas, y con el mínimo de ajuar.

"Mira. Son muy cómodas y limpias, aunque no bonitas" dice Isaac que las presenta.

"Bonitas no, pobres. Aguas Claras era un palacio real con estas. ¡Y había quien se lamentaba!..." refunfuña Pedro.

"Para nosotros representa una fortuna".

"¡Claro! Lo que interesa es tener un techo y amarse. ¡Oh mira! aquí está nuestro Juan. ¿Qué tal te va? ¿Dónde estabas?"

Juan de Endor, aunque envía una sonrisa a Pedro, veloz se dirige a Jesús que lo saluda con palabras cariñosas.

 

JESÚS SALUDA A JUAN DE ENDOR

 

"No le dije que fuera, porque no se encuentra bien... Prefiero que esté aquí. Está muy ocupado en dar noticias del Mesías a los de esta población y a los que las piden" dice Isaac.

De hecho el hombre de Endor está mucho más delgado que antes, pero en su rostro se refleja la serenidad. La flaqueza le da un cierto aire de dignidad, que hace pensar en alguien como si hubiese sufrido el martirio de la carne y del espíritu.

Jesús lo mira atentamente y le pregunta: "¿Estás enfermo, Juan?"

"No más de lo que estaba antes de encontrarte. Sufro en la carne, pero en el corazón, si juzgo bien, me estoy curando de las heridas que tenía".

Jesús mira aquellos ojos tranquilos y la frente, en cuyas sienes hay concavidades, pero no dice más. Le pone una mano en la espalda, mientras con él entra en una choza, a donde han llevado conchas de agua de mar para refrescarse los pies cansados y jarras de agua para aliviar la sed. Afuera, en mesas rústicas, bajo la sombra de una especie de emparrado de hierbas trepadores, se prepara lo necesario para comer. Es hermoso ver, mientras el crepúsculo va cayendo y el mar recita la plegaria de la tarde con su resaca sobre la playa de guijarros, la cena que Jesús condivide con las mujeres y los apóstoles, sentados en tablas sin labrar. Los demás, sentados en tierra, o sobre sillas o cestas puestas al revés, rodean la mesa principal. Pronto termina la cena, y mucho más pronto se limpia todo, pues la vajilla era muy poca, y solo para los huéspedes más importantes. El mar se ha puesto de color negro en la noche, que la luna todavía no ilumina. Toda su imponencia se descubre en esta hora triste y solemne propia de las costas marinas. Jesús, con vestido blanco realza su figura entre las sombras de la oscuridad. Se levanta de la mesa. Se acerca al centro de la pequeña multitud de discípulos, mientras las mujeres se retiran. Isaac y otros prenden en la arena pequeñas hogueras para iluminar y para tener alejados a los mosquitos que vienen de marismas cercanas.

 

HABLA JESÚS

 

"La paz sea con todos vosotros.

Antes del tiempo fijado la misericordia de Dios nos une, dando recíproca alegría a nuestros corazones. He escudriñado todos vuestros corazones moralmente buenos, como lo demuestra el hecho de que estuvieseis en espera mía, para que os forme, pues todavía estáis imperfectos, de lo que hablan vuestras reacciones, que confiesan que perdura todavía en vosotros el hombre viejo de Israel con todos sus conceptos y prejuicios, y que todavía no sale, como una mariposa de su larva, el hombre nuevo, el hombre del Mesías, que de Él ha recibido su amplia, luminosa y misericordiosa mentalidad, y todavía más su extensa caridad. Pero vosotros no os apenéis si he escudriñado y leído todos vuestros secretos. Un maestro debe conocer a sus estudiantes para poderlos corregir de sus defectos, y creedme, un buen maestro no se disgusta de los alumnos que tienen más defectos, antes bien sobre ellos se inclina para mejorarlos. Vosotros sabéis que Yo soy un buen Maestro.

 

VEAMOS ESTAS REACCIONES Y ESTOS PREJUICIOS

 

Veamos ahora estas reacciones y estos prejuicios. Tratemos de considerar juntamente la razón por la que existen, y por el gozo de que estamos aquí reunidos, sepamos bendecir al Señor que siempre obtiene un bien colectivo de un bien particular.

De vuestros propios labios he oído la admiración que experimentáis por Juan de Endor. Esta admiración crece tanto más, cuanto que él declara ser un pecador convertido, y sobre lo pasado, y sobre lo nuevo apoya su tesis para poder predicar y hablar de Mí a todos. Es verdad. Era un pecador. Ahora es un discípulo. Muchos de vosotros os habéis acercado al Mesías por mérito suyo. Ved, pues, con qué medios, que el hombre viejo de Israel despreciaría, Dios se crea un nuevo pueblo suyo.

Os ruego que os abstengáis de juzgar con mala voluntad la presencia de una hermana que el viejo Israel no acepta como discípula. Mandé a las mujeres a que se fuesen a descansar. Pero no fue por ese deseo cuanto porque tengáis la ocasión de poder valuar una conversión, y de evitar cualquier pecado contra el amor y justicia. Esta fue la razón por la que ordené a las mujeres que se fuesen a descansar.

 

MARÍA MAGDALENA, LA GRAN PECADORA 

DE ISRAEL

la que no se excusaba de haber pecado, 

ha vuelto al Señor. 

 

María Magdalena, la gran pecadora de Israel, la que no se excusaba de haber pecado, ha vuelto al Señor. ¿Y de quién debe esperar fidelidad y misericordia sino de Dios y de los siervos de Dios? Todo Israel y con él los extranjeros que viven entre nosotros, quienes muy bien la conocen y que la critican sin piedad alguna, ahora que no es más su cómplice de vicios, critica y se burla de esta resurrección.

 

RESURRECCIÓN. SÍ. ES LA PALABRA MÁS EXACTA.

 

Resurrección. Sí. Es la palabra más exacta. Resucitar de la carne no es el milagro más grande. Es siempre un milagro relativo destinado a que un día lo destruya la muerte. Yo no doy inmortalidad al que resucito en la carne, pero doy eternidad al que resucito en su corazón. Y entre tanto que un hombre muerto en la carne no une su voluntad con la mía para levantarse, y por lo tanto no tiene ningún mérito; en el que resucita en el espíritu está presente su voluntad, mejor dicho, es la primera en estarlo. Y así el resucitado tiene mérito.

Esto no os lo digo para justificarme. A Dios sólo debo dar cuenta de mis acciones. Pero vosotros sois mis discípulos. Y mis discípulos deben ser los primeros que me sigan. En vosotros no debe existir ninguna ignorancia y ninguna de aquellas inveteradas culpas, por cuya causa muchos están unidos con Dios tan sólo de nombre.

Todo es capaz de buenas acciones. Aun la cosa aparentemente menos apta. Cuando una materia se presenta ante Dios, aunque sea la más inerte, helada, sucia, puede convertirse en movimiento, llama, belleza. Os voy a dar un ejemplo tomado del libro de los Macabeos

 

EJEMPLO TOMADO DEL LIBRO DE LOS MACABEOS

 

OFRECIMIENTO DE LOS SACRIFICIOS

BÚSQUEDA DEL FUEGO SAGRADO

 

Cuando el rey de Persia envió a Nehemías a Jerusalén, se trató de ofrecer en el reconstruido templo y en el altar purificado los sacrificios. Nehemías recordaba, cómo en el momento en que Jerusalén fue capturada por los persas (babilonios), los sacerdotes encargados del culto divino, tomaron el fuego del altar y lo escondieron en un lugar secreto, en el fondo de un valle, en un pozo profundo y seco y lo hicieron tan bien y en forma tan secreta que sólo ellos supieron donde se quedó el fuego sagrado. Este hecho lo recordaba Nehemías. Tomó, pues, a los nietos de aquellos sacerdotes, y les dijo que fuesen al lugar en que, antes de morir, los sacerdotes habían señalado a sus hijos, y estos a los suyos -pasando de este modo el secreto de padres a hijos- habían depositado el fuego sagrado para encender el fuego del sacrificio.

Los nietos bajaron al pozo secreto. No encontraron fuego, sino agua espesa, un lodo sucio, fétido, pesado, que se había acumulado allí de todos los albañales de la Jerusalén destruida. Se lo anunciaron a Nehemías. Ordenó que se tomase agua y se le llevase. Hizo colocar leña sobre el altar, y sobre la leña los sacrificios. Roció abundantemente todo con el agua lodosa. El pueblo estaba admirado. Los sacerdotes escandalizados de lo que miraban, pero obedecieron a Nehemías por respeto. ¡Cuánta tristeza en los corazones! ¡Cuánta desconfianza! Así como en el cielo había nubes que triste lo hacían, así también en los corazones había dudas que sumían en su tristeza a los hombres.

Pero el sol rompió tras las nubes y bajó con sus rayos al altar y la leña rociada con el agua pantanosa se prendió con tal llama que pronto consumió el sacrificio, mientras los sacerdotes recitaban las plegarias que Nehemías había compuesto, los himnos más hermosos de Israel, y todo esto hasta que el sacrificio fue consumido. Y para persuadir a la multitud de que Dios puede aun con materias menos aptas, pero empleadas con fin recto, hacer prodigios, Nehemías ordenó que el resto del agua se derramase sobre grandes piedras, y hecho esto se encendió una llama que fue absorbida por la luz que resplandeció sobre el altar.

 

CADA ALMA ES UN FUEGO SAGRADO

 

Cada alma es un fuego sagrado que Dios envía al altar del corazón para que encienda  el sacrificio de la vida en amor al Creador que la hizo. Cada vida es un holocausto, si es bien vivida, cada día es un sacrificio que se consume con la santidad.

 

PERO LLEGAN LOS SALTEADORES

 

Pero llegan los salteadores, los opresores del hombre y del alma. El fuego cae en lo profundo del pozo, y no por necesidad santa, sino por una necedad sin nombre. Y allí, sumergido en los albañales de todos los vicios, se convierte en fango apestoso y pesado, hasta que no baja a aquel lugar un sacerdote, que lleva otra vez a la luz del sol el fango, colocándolo sobre el holocausto de su propio sacrificio. Porque tened muy bien en cuenta: no basta el heroísmo del que se convierte. Es necesario también el del que convierte. Aún más, este debería preceder, para que las almas se salven con nuestro sacrificio. Pues de este modo se llega a alcanzar que el fango se cambie en llama y acepte Dios como cosa grata a su santidad el sacrificio que se consume.

 

COMO SUCEDE QUE PARA PERSUADIR AL MUNDO

DE QUE UN FANGO ARREPENTIDO,

SEA MUCHO MÁS FUERTE QUE UN FANGO COMÚN,...

 

Sucede entonces, que como no es posible todavía ni suficiente persuadir al mundo de que un fango arrepentido, sea mucho más fuerte que un fuego común, aunque sea consagrado, pues este fuego sirve sólo para encender leña y quemar víctimas, esto es, material apto para prender, sucede entonces que este fango arrepentido se hace tan fuerte que logra encender y prender aun las piedras, materia incombustible.

 

DE DÓNDE LE VIENE A ESTA PIEDRA TAL 

PROPIEDAD

 

Y no preguntáis ¿de dónde le venga a esta piedra tal propiedad? ¿No lo sabéis?

Os lo diré: en el ardor del arrepentimiento se funde en Dios llama con llama; llama que sube, llama que desciende; llama que se ofrece amando, llama que condesciende con el amor; abrazo de dos que se aman, que se encuentran de nuevo, que se unen, formando una sola cosa. Y como la llama más grande es la de Dios, acontece que rebose, venza, penetre, absorba. La llama del fango arrepentido no es más una llama que pueda tomarse como cosa creada, si no llama infinita de una Cosa Increada: del Altísimo, Potentísimo, del Infinito Dios.

 

SON ESTOS LOS GRANDES PECADORES

QUE SE ARREPIENTEN

 

Son estos los grandes pecadores que se arrepienten verdaderamente, que lo hacen con todo su ser, con generosidad se entregan a su conversión sin quedarse con nada del pasado, que enciende por primera cosa a sí mismos en la parte más difícil, con la llama que se levanta de su fango, que fue al encuentro de la gracia, al que ella tocó.

 

EN VERDAD, EN VERDAD OS DIGO

QUE MUCHAS PIEDRAS EN ISRAEL

SERÁN PRESA DEL FUEGO DE DIOS

DEBIDO A ESTOS HORNOS ARDIENTES...

 

En verdad, en verdad os digo que muchas piedras en Israel serán presa del fuego de Dios debido a estos hornos ardientes que arderán cada vez más, hasta que se consuma lo humano y continuarán encendiendo piedras, tibiezas, incertidumbres, timideces de la tierra desde su elevado trono del cielo, verdaderos espejos ustorios sobrenaturales que recogen las luces que son Una y Trina para dirigirlas sobre el género humano y encenderlo de Dios.

Os repito que no tenía necesidad de justificar mis acciones, pero he querido que entraseis en mi concepto y lo hicieseis vuestro, para el caso presente, como para futuros, cuando no esté ya con vosotros.

 

JAMÁS OS ENTRETENGA UN CONCEPTO ERRADO,

 

Jamás os entretenga un concepto errado, una sospecha farisea de contaminar a Dios con llevarle un pecador arrepentido, de llevar a cabo esta obra que es el coronamiento perfecto de la misión para la que os destino. Tened siempre ante los ojos que no vine a salvar los santos, sino los pecadores. Igual cosa haced vosotros, porque el discípulo no es mayor que el Maestro y si no me desdeño de tomar de la mano a los deshechos de la tierra que sienten necesidad del cielo, que llegan a sentirlo en realidad, y con gozo los llevo a Dios, porque tal es mi misión, y cada conquista es una justificación de mi Encarnación que se humilla al Infinito, no os desdeñéis de hacerlo vosotros, hombres limitados, que más o menos habéis conocido la imperfección, que habéis sido hechos de la misma naturaleza que vuestros hermanos pecadores, a vosotros que os elijo como a salvadores para que continúe mi obra hasta que perdure la tierra, como si estuviese viviendo en ella, como si viviese corporalmente. Y así será porque la unión de mis sacerdotes será como la parte vital del gran cuerpo de la Iglesia, de la que será el Espíritu el animador y alrededor de esta parte vital se concentrarán todas las infinitas partículas de los creyentes para que formen un solo cuerpo, que tendrá mi Nombre. Pero si faltase la vitalidad en la parte sacerdotal ¿podrían las infinitas partículas tener vida?

 

ES VERDAD QUE ESTANDO YO EN ESE CUERPO...

 

¿PERO QUE SERÍA DEL CRISTIANISMO?

 

Es verdad que estando Yo en ese cuerpo, podría empujar mi vida hasta las partículas más lejanas, dejando a un lado las cisternas y los canales cerrados e inútiles, reacios a su ministerio. Porque la lluvia baja donde quiere, y las partículas buenas, que son capaces por sí mismas de querer la vida, vivirían de igual modo mi vida. ¿Pero qué sería entonces del cristianismo? Un conjunto de almas y almas. Juntas y sin embargo separadas por canales y cisternas que no son en modo alguno diques que unan distribuyendo a cada partícula la sangre vital, que mana de un solo centro, sino que serían muros y precipicios de separación a través de los cuales las partículas se mirarían, humanamente hostiles, sobrenaturalmente entristecidas, diciéndose dentro de sí mismas: "Y con todo éramos hermanos y como tales nos sentimos aunque estemos divididos". Un avecinamiento, no una fusión, no un organismo. Y sobre esta ruina resplandecería con pena mi amor...

 

NO PENSÉIS QUE ESTO VALGA SOLO PARA LOS CISMAS 

RELIGIOSOS.

 

SIRVE TAMBIÉN PARA TODAS LAS ALMAS QUE QUEDAN SOLAS

 

Aun más, no penséis que esto valga solo para los cismas religiosos. No. Sirve también para todas las almas que quedan solas, que los sacerdotes rehúsan sostenerlas, ocuparse de ellas, amarlas, faltando a su misión que es la de decir y hacer lo que Yo digo y hago, esto es: "Venid a Mí todos vosotros, que os conduciré a Dios".

Id en paz ahora, y que Dios sea con vosotros".

La gente poco a poco se va desparramando, cada uno a su choza en que pasa la noche. También se levanta Juan de Endor que siempre toma notas de lo que dice Jesús y está colorado del fuego que tiene cerca para ver lo que escribe.

 

JESÚS, EL BUEN PASTOR,

CUIDA DE SUS OVEJAS,

SE ENTERA DE SUS PROBLEMAS...

JUAN DE ENDOR.

 

Jesús lo detiene (a Juan de Endor): "Quédate un poco con tu Maestro". Y así lo tiene cerca, hasta que todos se han ido.

"Vamos a aquel peñasco que se ve. La luna está alta y se ve el camino".

Juan consiente sin decir palabra alguna. Se alejan de las chozas unos doscientos metros. Se sientan sobre un gran peñasco, que no sé si sea restos de un dique, o pico de algún arrecife que se sumerge en el mar, o bien ruinas de alguna casa sepultada bajo las aguas, que algún día se entraron hasta el litoral. Lo que sé es que mientras de la playa se puede subir apoyando el pie en huecos o salientes que hacen las veces de escalones, de la parte del mar, la pared cae derecha y se mete en el agua azul. Ahora, debido a la marea está rodeado de agua que choca contra ella suavemente y luego se va con ruidos, como de alguien que ronca. Pasa un momento. Vuelve otra vez, siempre con un movimiento y sonidos monótonos: un chasquido, un ronquido y un silencio, como si se tratase de una música o cantinela de repetición.

Se sientan en la punta, desde donde se oye el rumor del mar. La luna está pintando una vereda de plata en el mar y por donde pasa el agua cobra un color de azul profundo, que antes de que lo besase no era más que una tira de color negro de la noche.

 

"JUAN ¿NO DICES A TU MAESTRO

LA RAZÓN POR LA QUE

SUFRE TU CUERPO?

 

"Tú la sabes, Señor. Pero no digas: "sufre", sino más bien: "se consume". Es más exacto y Tú lo sabes que se consume con gozo. Gracias, Señor. También yo me reconocí en el fango que se convierte en llama. Pero no tendré tiempo de encender las piedras. Señor mío, pronto moriré. Sufrí mucho por odio del mundo y ardo en alegría del amor de Dios. No me quejo de la vida. Acá podría todavía pecar, faltar a la misión a la que me destinas. Dos veces he faltado en mi vida. A mi misión de maestro, porque en ella debía haber sabido encontrar el modo de formarme, y no me formé. A mi misión de marido, porque no supe formar a mi mujer. Y es lógico, pues no había sabido formarme, y así no podía formarla. Podría faltar también a mi misión de discípulo, y no quiero faltarte. Sea, pues, bendita la muerte si viene a llevarme a donde no se puede pecar. Pero si no tuviera la suerte de ser un discípulo que enseñe, tendré la de discípulo víctima, y será la que más me asemeje a la tuya. Esta noche acabas de decir: "encendiéndose por primera cosa a sí mismos".

"Juan, ¿es una suerte de que sufras, o una oferta que haces?"

"Una oferta que hago, si Dios no se desdeña del fango que se ha hecho fuego".

"Juan, haces muchas penitencias".

"Las hacen los santos y Tú eres el primero. Es justo que las haga quien tiene mucho que pagar.¿Encuentras acaso que las mías no son gratas a los ojos de Dios? ¿Me las prohíbes?"

 

VINE A PREDICAR

QUE EN EL SUFRIMIENTO HAY EXPIACIÓN,

Y EN EL DOLOR REDENCIÓN.

 

"Jamás soy estorbo a las buenas aspiraciones del alma enamorada. Vine a predicar con hechos que en el sufrimiento hay expiación, y en el dolor redención. No puedo contradecirme.

"Gracias, Señor, Tal será mi misión"

"¿Qué cosa estabas escribiendo?"

"¡Oh, Maestro! Algunas veces el viejo Félix (Jesús le cambió el nombre por Juan) surge con sus costumbres de maestro. Me acuerdo de Marziam (un niño que recogió Jesús para ser el niño de todos los apóstoles). El tiene ante sí toda una vida para predicarte, y por su edad, no está presente a tus predicaciones. Pensé en escribir algunas enseñanzas que nos has dado y que el niño no oyó, o porque estaba entregado a sus juegos, o porque está separado de nosotros. En tus palabras, aun las mínimas, ¡hay tanta sabiduría! Tus pláticas de amigo son ya una enseñanza, y exactamente sobre cosas cuotidianas, sobre cosas que palpa cada hombre, sobre aquellas particularidades que en el fondo son las máximas de la vida, porque acumulándose llegan a una gran suma que exige paciencia, constancia, resignación para realizarla santamente. Es más fácil llevar a cabo un acto heroico grande y único que miles y decenas de miles de pequeñas cosas que exigen una constante presencia de virtud. Y con todo no se llega a una gran acción, tanto en el bien como en el mal, lo sé por experiencia, si no se hace apresto de acciones pequeñas, aparentemente insignificantes. Yo comencé a matar, cuando cansado de la frivolidad de mi mujer, le arrojé la primera mirada de desprecio. He escrito para Marziam tus pequeñas lecciones, y esta noche tuve el deseo de escribir tu grande lección. Dejaré mi trabajo al niño para que se acuerde de mí, del viejo maestro, y para que tenga lo que de otro modo jamás poseería: su espléndido tesoro: tus palabras. ¿Me lo permites?"

"Sí, Juan. Pero procura estar tranquilo, como este mar. ¿Ves? Te causaría mucho mal caminar bajo el sol ardiente, y la vida apostólica es un prenderse en el fuego. Has luchado mucho en la vida. Ahora Dios te llama a Sí en este plácido claror de luna que todo calma y hace puro. Camina en la dulzura de Dios. Yo te lo digo: Dios está contento de ti".

Juan de Endor toma la mano de Jesús, la besa y en voz baja dice: "Y con todo había sido una cosa bella decir al mundo: "¡Ven a Jesús!".

 

Lo dirás desde el paraíso,

 un espejo ustorio también serás tú.

 

"Lo dirás desde el paraíso, un espejo ustorio también serás tú. Vámonos, Juan. Me gustaría leer lo que escribiste".

"Aquí está, Señor, Mañana te entregaré otro rollo en el que escribí otras palabras tuyas".

Bajan del picacho, y bañados en un esplendor inmenso de luna, que ha cambiado en plata los guijarros de la playa, regresan a sus chozas. Se desean las buenas noches. Juan se inclina, Jesús lo bendice con la mano que pone sobre su cabeza y le da la paz.

  IV. 690-701.

A. M. D. G.