EN TIRO. 

 

"PERSEVERAR ES LA CONTRASEÑA"

 


 

#LA CIUDAD DE TIRO   

#ELIGEN UN LUGAR PARA HABLAR JESÚS  

 #Se lee en el Libro de los Reyes cómo el Señor dijo a Elías que fuese a Sarepta de los Sidonios.  

 #Veis que un acto de caridad no sólo quita el hambre del cuerpo, el dolor de la muerte, sino que instruye el alma en la sabiduría del Señor.   

#Dios creó tanto a los israelitas como a los fenicios. Los de la llanura de Sarón o de la alta Judea no difieren de los de esta costa. El paraíso fue hecho para todos los hijos del hombre. Y el Hijo del Hombre viene a llevar al paraíso a todos los hombres.   

#EL JOVEN ERMASTEO   

#JESÚS HABLA CON ERMASTEO  

 #PARÁBOLA DE LA MINA

 


 

LA CIUDAD DE TIRO

 

Son las primeras horas de la mañana cuando Jesús llega ante una ciudad. Algunas barcas siguen la suya. La ciudad, de un modo extraño, está metida dentro del mar, como si hubiese sido construida sobre un istmo; mejor dicho, como si un delgado istmo uniese toda la parte que se entra en el mar con la de la playa.

Vista desde el mar parece un enorme hongo recostado sobre las ondas con su sombrerete y enclavado con sus raíces en la costa, y el istmo el tallo. De una parte y de otra hay dos puertos: el del norte, menos cerrado, está lleno de pequeñas embarcaciones. El otro, al sur, mejor defendido, tiene grandes navíos que acaban de llegar, o que están por partir.

"Es menester ir allá" dice Isaac, señalando al puerto de pequeñas embarcaciones. "Allá están los pescadores."

Dan vuelta por la isla y ven que el istmo es artificial, una especie de dique ciclópeo que une la islilla con la tierra firme. En otros tiempos se podía construir sin mezquindades. Al ver esta obra y el número de sus naves ancladas en sus puertos deduzco que debe haber sido una ciudad rica y activa comerciante. Detrás de la ciudad, pasando una zona plana, hay colinillas de hermosa presentación, y más allá, lejos, se puede distinguir el gran Hermón y la cadena libanesa. También deduzco que esta ciudad sea una de la ciudades que vi yo desde el Líbano.

La barca de Jesús está llegando al puerto que da al norte, a su rada, porque no ancla, sino que lenta, a fuerza de remos, avanza, hasta que Isaac descubre a los que buscaba y a quienes llama a grandes gritos.

Se acercan dos hermosas barcas pesqueras y el equipaje se inclina hacia el lado de las barcas más pequeñas que traen los discípulos.

"Amigos míos, el Maestro está con nosotros. Venid, si queréis oírle hablar. Al atardecer regresará a Sicaminón" dice Isaac.

"Vamos al punto. ¿A dónde iremos?"

 

ELIGEN UN LUGAR PARA HABLAR JESÚS

 

"A un lugar tranquilo. El Maestro no baja a Tiro, ni a la ciudad. Hablará desde la barca. Escoged un lugar sombreado y que nos resguarde del calor."

"Venid a las rocas, detrás de nosotros. Hay ancones quietos y sombríos. Hasta podréis bajar."

Se dirigen a un encogimiento del arrecife que da más al norte. La costa, separada a pico, defiende del sol. El lugar es solitario. Sólo las gaviotas y palomas que moran aquí, salen a sus correrías y vuelven con grandes chillidos a sus nidos que tienen en la roca.

Otras barcas pequeñas se han unido a las que hacen de guía y hay una especie de playa. Una placita acomodada sobre piedras. Pero puede dar acogida a un centenar de personas.

Bajan empleando un arrecife largo y plano que sobresale del agua, cual si fuera un dique natural, y se dispersan sobre la plazoleta de piedra, iluminada por el sol. Son hombres morenos, delgados, quemados del sol y del mar. Bajo sus vestidos cortos aparecen los miembros ágiles y delgados. Se nota claramente la diversidad de razas al compararse con la de los judíos que están aquí presentes, diversidad menos aparente con la de los galileos. Podría decir que estos siro-fenicios tienen más semejanza con los antiguos filisteos que con los pueblos vecinos. Al menos, los que estoy viendo. 

Jesús tiene a su espalda la costa y empieza a hablar.

 

SE LEE EN EL LIBRO DE LOS REYES COMO EL SEÑOR DIJO A 

ELÍAS QUE FUESE A SAREPTA DE LOS SIDONIOS

 

"Se lee en el Libro de los Reyes cómo el Señor dijo a Elías que fuese a Sarepta de los Sidonios. Había entonces una sequedad y carestía que azotaba la tierra ya por tres años.

Al Señor no faltaban medios para saciar el hambre de su profeta en cualquier lugar, ni lo mandó a Sarepta porque esta ciudad fuese rica en alimentos. No, porque también allí se moría de hambre. ¿Por qué entonces Dios envió a Elías Tesbites?

Había en Sarepta una mujer de corazón recto. Era viuda y santa. Tenía un hijo. Era pobre. Estaba sola. Y sin embargo jamás fue rebelde al tremendo castigo, ni egoísta en su hambre, ni desobediente. Dios la quiso premiar con tres milagros. Uno por el agua que llevó al sediento, otro por el panecillo que coció bajo las cenizas cuando no tenía más que un puño de harina, y el tercero por la hospitalidad que dio al profeta. Le dio pan y aceite, la vida de su hijo y el conocimiento de la palabra de Dios.

 

VEIS QUE UN ACTO DE CARIDAD NO SÓLO QUITA EL HAMBRE 

DEL CUERPO,... SINO QUE INSTRUYE EL ALMA EN LA SABIDURÍA 

DEL SEÑOR.

 

Veis que un acto de caridad no sólo quita el hambre del cuerpo, el dolor de la muerte, sino que instruye el alma en la sabiduría del Señor. 

Vosotros disteis alojo a los siervos del Señor y Él os da la palabra de la Sabiduría. A estas tierras a donde no llega la palabra del Señor, ved que una buena acción la trae. Os puedo comparar con la única mujer de Sarepta que acogió al profeta. También vosotros aquí sois los únicos en acoger al Profeta. Si hubiese bajado a la ciudad, los ricos y poderosos no me habrían acogido, los atareados en negocios y los marineros de naves no habrían puesto atención e inútil hubiera quedado mi venida.

Ahora os dejaré y vosotros diréis: "¿Pero qué cosa somos nosotros? Un puñado de hombres. ¿Qué cosa poseemos? Una gota de sabiduría".  Y sin embargo os digo: "Os dejo con el encargo de anunciar la hora del Redentor". Os dejo repitiendo las palabras de Elías profeta: "La olla de harina no se agotará. El aceite no mermará hasta que venga quien más abundantemente lo distribuya".

Lo habéis hecho. Aquí hay fenicios mezclados con vosotros, los del Carmelo. Lo que es señal que habéis hablado, así como se os habló. Ved que el puñado de harina y la gotilla de aceite no se han agotado, antes bien, aumentado. Continuad haciéndolas aumentar. Y si os pareciere que Dios os haya escogido para esta obra, no sintiéndoos aptos para ejecutarla, decid la palabra que tanto ayuda: "Hará lo que Tú digas, fiándome en tu palabra". "

"Maestro, pero ¿cómo comportarnos con estos paganos? A estos los conocemos por la pesca. El trabajo en común hace a todos iguales. ¿Pero los demás?" pregunta un pescador de Israel.

 

DIOS CREÓ TANTO A LOS ISRAELITA COMO A LOS FENICIOS

 

EL PARAÍSO FUE HECHO PARA TODOS LOS HIJOS DEL HOMBRE

 

EL HIJO DEL HOMBRE VIENE A LLEVAR AL PARAÍSO A TODOS 

LOS HOMBRES.

 

"El trabajo en común hace a todos iguales, tú lo has dicho. Y un origen común ¿no serviría para unir? Dios creó tanto a los israelitas como a los fenicios. Los de la llanura de Sarón o de la alta Judea no difieren de los de esta costa. El paraíso fue hecho para todos los hijos del hombre. Y el Hijo del Hombre viene a llevar al paraíso a todos los hombres. El objeto es el de conquistar el cielo y dar alegría al Padre. Encontraos, pues en el mismo camino y amaos espiritualmente, así como os amáis por razón de trabajo."

"Isaac nos ha contado muchas cosas. Querríamos nosotros saber algo más. ¿Sería posible tener un discípulo aunque fuese de cuando en cuando?"

"Mándales a Juan de Endor, Maestro. Es muy capaz para haberlo y está acostumbrado a vivir con paganos" sugiere Judas de Keriot.

"No. Juan se queda con nosotros" responde seco Jesús. Y luego volviéndose a los pescadores: "¿Cuándo termina la temporada de la pesca del púrpura?"

"Cuando lleguen las borrascas de otoño. El mar se pone muy agitado."

"¿Entonces regresaríais a Sicaminón?"

"Sí, y a Cesarea. Abastecemos a muchos romanos."

"Entonces podréis encontraros con los discípulos. Entre tanto, perseverad."

"Hay a borde de mi barca un sujeto que no quería yo, y que casi vino en tu nombre.

 

EL JOVEN ERMASTEO

 

"¿Quién es?"

"Un joven pescador de Ascalón."

"Hazlo bajar y venir aquí."

El hombre va a bordo y regresa con un jovencillo avergonzado de ser objeto de tanta atención."

"El apóstol Juan lo reconoce. "Es uno de los que nos dieron pescado, Maestro" y se levanta a saludarlo. "¿Viniste, Ermasteo? ¿Estás aquí? ¿Sólo?"

"Solo. Me avergoncé en Cafarnaum... Me quedé en la playa esperando..."

"¿Qué cosa?"

"Ver a tu Maestro."

"¿No es todavía el tuyo? ¿Por qué, amigo, todavía andas con rodeos? Ven a la luz que te está esperando. Mira cómo te observa y sonríe."

"¿Cómo me tratará?"

"Maestro, por un momento, ven con nosotros."

Jesús se levanta y va donde están.

 

JESÚS HABLA CON ERMASTEO

 

"El no se atreve porque es extranjero."

"No existen extranjeros para Mí. ¿Y tus compañeros? ¿No erais muchos?... No te pongas colorado. Tú solo has sabido perseverar. Pero aun por ti solo soy feliz. Ven conmigo."

Jesús vuelve a su lugar con la nueva conquista.

"A este sí que lo daremos a Juan de Endor" dice a Iscariote. Y luego se dirige a los demás.

 

PARÁBOLA DE LA MINA

 

"Un grupo de mineros bajaron a una mina donde sabían que había tesoros, pero muy escondidos en las entrañas de la tierra. Empezaron a excavar. El terreno era duro y el trabajo lleno de fatiga. Muchos se cansaron y arrojaron los picos y se fueron. Otros se burlaron del jefe de la escuadra, tratándolo casi como de loco. Otros maldijeron su suerte, el trabajo, la tierra, la mina, y con coraje golpearon el suelo, despedazando el filón en pedazos inútiles, y luego después de haber visto que no habían ganado nada, se fueron también. Permaneció solo el más perseverante. Con dulzura trató las capas de la tierra tenaz para perforarla sin destruir. Hizo pruebas, ahondó, excavó. Un filón, espléndido, precioso, salió por fin a la luz. La perseverancia del minero fue premiada y con el metal purísimo que descubrió, pudo obtener muchos trabajos y conquistar mucha gloria y muchos clientes, porque todos desean ese metal que sólo la perseverancia supo encontrar, allí donde los otros, perezosos e iracundos no consiguieron nada.

Pero el oro encontrado, para que sea bello y para que sirva al orfebre, debe por su parte perseverar en el deseo de que se trabaje en él. Si el oro, después del primer trabajo de excavación, no quisiese padecer penas, sería un metal tosco y rústico. Veis, pues, que no basta el primer entusiasmo para lograr algo, bien se trate de apóstoles, de discípulos, como de fieles. Es necesario perseverar.

Ermasteo tenía muchos compañeros, y en el primer entusiasmo prometieron venir. Pero sólo él vino. Muchos son mis discípulos, y más los habrá, pero la tercera parte de la mitad, sólo lo serán hasta el final. Perseverar, es la contraseña para todas las cosas buenas.

Cuando arrojáis el trasmallo para atrapar las conchas de la púrpura ¿lo hacéis de una sola vez? No. Sino una después de otra, y por horas, días, meses, prontos a regresar al lugar al año siguiente, porque da pan y comodidad a vosotros y a vuestras familias. ¿Querríais comportaros de manera diversa con las cosas más grandes que son los intereses de Dios y de vuestras almas.? ¿con las de vuestros hermanos? ¿Bien seáis fieles, bien discípulos? En verdad os digo que para extraer la púrpura de las vestiduras eternas es necesario perseverar hasta el final.

Y ahora portémonos como buenos amigos hasta que llegue la hora de mi regreso. Así nos conoceremos mejor y será más fácil reconocernos entre nosotros."

Se extienden por el pequeño ancón pétreo. Cuecen mejillones y langostas que han sacado del arrecife, pescados cogidos con sus redes. Descansan sobre un lecho de algas secas, dentro de cavernas que abrieron terremotos o las ondas, entre tanto que cielo y mar son un azul que ciega, que se besa con el horizonte, y las gaviotas no dejan de ir volver a sus nidos con chillidos estridentes y sacudidas de alas, únicas voces que junto al chapoteo de la ola, hablan en esta hora de calor sofocante del estío.

IV. 701-706

A. M. D. G.