JESÚS VA AL CARMELO 

CON SANTIAGO ALFEO

 


 

JESÚS Y SANTIAGO CAMINO DEL MONTE CARMELO  

SANTIAGO, HERMANO MÍO, AQUÍ PASAREMOS LA NOCHE 

#40745

 AMAR PERFECTAMENTE PARA SER UN JEFE SANTO  

  ¿SABES POR QUÉ QUISE ESTAR CONTIGO AQUÍ A SOLAS?  

  NO SOLO PARA HABLARTE DEL PROFETA ELÍAS Y PARA MIRAR EL MAR QUE RESPLANDECE ALLÁ, SINO PARA HABLAR DE OTRO MAR MUCHO MÁS INMENSO, MUTABLE, PERJURO. DE UN DESTINO, DE UNA HERENCIA DE GRAN RESPONSABILIDAD  

  JESÚS LE ANUNCIA QUE LES DEJARÁ SOLOS. LA CAUSA POR LA QUE LES PERSEGUIRÁN  

  TÚ SERÁS EL QUE QUEDE DE LOS PROFETAS DEL SEÑOR  

  TE QUEDARÁS EN LA CIUDAD REAL PARA LEVANTAR MI CETRO Y HABLAR DEL VERDADERO REY  

  DEBERÁS SER JUSTO. ISRAEL SE ENCEGARÁ DESPUÉS DE HABER ASESINADO LA LUZ Y TORCERÁ LAS PALABRAS PROFÉTICAS Y HASTA LOS MANDAMIENTOS DEL PADRE  

  PARA ESE ENTONCES TE RUEGO QUE SEAS OTRO YO  

  NO PUEDO. DA A MI HERMANO ESTA TAREA 

 CONVENCERLOS. LA CONVICCIÓN SE OBTIENE CON UNA DULCE FIRMEZA 

 TE VERÁS RODEADO DE FANÁTICOS. FANÁTICOS ENTRE LOS CREYENTES, FANÁTICOS ENTRE LOS ISRAELITAS  

  TÚ ESTARÁS EN EL CENTRO DE ESTE MAR TEMPESTUOSO. TAL ES LA SUERTE DE LOS JEFES. NORMAS QUE DEBES SEGUIR 

  LA JUSTICIA EXIGE QUE EL INFINITO SE ANIQUILE POR UNA INFINITUD: EL GÉNERO HUMANO  

  QUIEN ES VUESTRO PRÓJIMO  

  PERO ENTONCES SERÁ EL FIN DEL MUNDO PORQUE LOS ÚLTIMOS QUE DIGAN: "CREEMOS QUE TÚ ERES DIOS Y EL MESÍAS", SERÁN LOS DE ISRAEL  

  CUÁNDO UNA FE ES VANA. VIGILA UNA Y OTRA VEZ PARA QUE NADIE OCUPE EL LUGAR QUE NO LE CORRESPONDE  

  UNO SOLO ES EL MAESTRO. UNA SOLA ES LA MAESTRA  

  VOSOTROS, MIS APÓSTOLES, SERÉIS SIEMPRE LOS QUE ENSEÑARÉIS EN MI IGLESIA  

  VIGILA PARA QUE NO HAYA CELOS NI CALUMNIAS EN LA CONGREGACIÓN DE LOS FIELES. PARA QUE LA CARNE NO VENZA AL ESPÍRITU  

  SANTIAGO YO SÉ QUE LO HARÁS, PERO DA A TU HERMANO LA PROMESA DE QUE NO LO DESILUSIONARÁS  

  TÚ ERES MI PARIENTE Y LES PARECERÁ OBTENER EL PERDÓN DE DIOS SI EN MI LUGAR HUBIERE UNO DE MI SANGRE 

  ¡OH, JESÚS MÍO! ¿CÓMO REDIMIRÁS?

  JESÚS LE ANUNCIA SU PASIÓN Y COMO MORIRÁ EN UNA CRUZ 

 VEN, TE BESARÉ PARA AYUDARTE A OLVIDAR EL PESO DE MI SUERTE DE HOMBRE 

 JESÚS, ¿QUÉ LE DIRÉ A MI MADRE? ¿ Y QUÉ A MIS COMPAÑEROS? NO DEJARÁN DE PREGUNTARME

 


 

"Anunciad el evangelio en la llanura de Esdrelón hasta que vuelva" dice Jesús a sus discípulos en una plácida mañana, cuando están, a la orilla del Kisón, terminando su parco desayuno: pan y frutas.

Los apóstoles no parecen muy entusiastas, pero Jesús los conforta y les da la línea que les sirve como de regla para conducirse. Termina diciendo: "Por otra parte tenéis con vosotros a mi Madre. Es una buena consejera. Id a los campesinos de Yocana y tratad de hablar con los demás de Doras el sábado. Dadles auxilios y consolad al viejo padre de Marziam con noticias del niño. Decidle que para los Tabernáculos se lo llevaremos. Dad mucho, todo cuanto tengáis a esos infelices, todo lo que sepáis, todo el cariño de que seáis capaces, todo el dinero que tengamos. No tengáis miedo. Así como lo recibimos, así lo debemos dar. Jamás moriremos de hambre, aun cuando viviésemos sólo de pan y fruta. Si veis a alguien sin vestidos, dadle aun los míos. Mejor dicho, primero los míos. Jamás estaremos desnudos. Y sobre todo, si encontráis miserias que me buscan no las desdeñéis. No tenéis derecho a hacerlo. Hasta pronto, Mamá. Dios os bendiga por mi boca. Id tranquilos. Ven conmigo, Santiago."

"¿No te llevas ni siquiera tu alforja?" pregunta Tomás al ver que el Señor se pone en camino y no la recoge.

"No hay necesidad. Así estaré más libre por el camino."

También Santiago deja la suya, no obstante que su madre se apresura a llenarla de pan, queso y frutas.

 

JESÚS Y SANTIAGO CAMINO DEL MONTE CARMELO

 

Por un espacio de tiempo siguen la ribera del Kisón, después se acercan a las primeras pendientes que llevan al Carmelo, y desaparecen a la vista de los que se quedaron.

"Madre, estamos en tus manos. Guíanos porque... no somos capaces de nada" confiesa humildemente Pedro.

María le manda una sonrisa consoladora. Contesta: Es muy sencillo. No hay más que obedecer sus órdenes, y todo lo haréis bien. Vamos."

Jesús sube con su primo Santiago. Ninguno de los dos habla. Jesús va sumido en sus pensamientos. Santiago, que se cree en el umbral de alguna revelación, se siente presa de un amor reverencial, de un estremecimiento espiritual. Mira a Jesús de tanto en tanto, que sigue sumido en sus pensamientos. De cuando en cuando aparece una luz de sonrisa en su majestuoso rostro. Lo mira, como miraría a Dios aun no encarnado, y resplandece en toda su inmensa majestad. La cara de Santiago es muy semejante a la de san José, de un color morenillo que la lleva bien con un poco de rojo en las mejillas. Palidece de emoción, pero respeta el silencio de Jesús.

Caminan por escabrosas veredas, como si no viesen los pastores que apacientan sus greyes en verdes pastizales, que hay entre los bosques de carrascas, robles, fresnillos y otras plantas de alto tronco. Continúan ascendiendo y sacudiendo con sus mantos las florecillas de los enebros verdes y las de oro de las hiniestas, o bien los mechones de esmeralda con perlas de mirtos, o bien las cortinas semovientes de las madreselvas o de algalias.

Suben dejando atrás bosques y pastores hasta llegar, después de un fatigoso camino, hasta la cresta del monte o mejor, hasta una pequeña llanura sobre una cima coronada de robles gigantescos, rodeada de una balaustrada de altos troncos, que tienen como base las copas de los árboles de lado, de modo que parece como que el prado descansase en este movible sostén, separado del monte que no puede verse por los árboles que hay. Al fondo del prado se ve el pico que lanza sus árboles hacia el cielo, y sobre el descubierto cielo, de frente a un ilimitado horizonte que se enrojece con el atardecer y que se extiende sobre el inmenso mar que parece encendido. Se descubre una grieta abierta en la tierra, que no se derrumba solo porque las raíces de los gigantescos robles la sostienen con una red de tenazas, ancha lo suficiente para que en ella quepa un hombre, con tal de que no sea corpulento. Un matorral enmarañado parece alargarse, al extenderse horizontalmente al lado del precipicio donde está la grieta.

Jesús abre su boca para decir: "Santiago, hermano mío, aquí pasaremos la noche, y no obstante el cansancio corporal, te ruego que pases la noche en oración. La noche y todo el día hasta esta hora. Un día completo no es mucho para recibir lo que Dios te quiere dar."

"Jesús, Señor y Maestro mío, haré siempre lo que Tú quieras" responde Santiago que había palidecido mucho más, cuando Jesús había empezado a hablar.

"Lo sé. Vamos ahora a recoger moras y gayubas para nuestro estómago, y para beber, iremos a una fuente que hay por aquí abajo. Deja también el manto en la cueva, nadie se lo llevará."             

Junto a su primo da vuelta por el precipicio, recogiendo algunas frutas selváticas de los matorrales del bosque, y luego un metro más abajo, en la parte opuesta por la que subieron, llenan las cantimploras, lo único que trajeron consigo, en un manantial que mana de entre un montón de raíces, y se lavan para refrescarse del calor, que pese a que está ya para ponerse el sol, todavía es muy fuerte. Vuelven a subir a la planicie, mientras el aire que es todo rojo en la cima que el sol viste por última vez antes de desaparecer en el poniente, comen lo que habían recogido y beben otra vez, sonriéndose como dos niños felices o como dos ángeles. Pocas palabras: un recuerdo a los que quedaron en la llanura, una exclamación ante la belleza del crepúsculo, el nombre de las mamás... Ninguna otra cosa de particular.

Jesús acerca a Sí a su primo, el cual toma la actitud de Juan. Apoya su cabeza sobre el hombro de Jesús. La tarde baja envuelta en los gorjeos de los pajaritos, en un tintineo de campanillas que se aleja y se pierde, en medio de un chasquido leve del viento que acaricia las cimas, las refresca, y les vuelve a dar fuerzas después del calor persistente del día, preludio del rocío de la noche.

Ambos primos se están así. Hay un silencio de labios, pero los corazones de ambos, más activos, entrelazan conversaciones sobrenaturales.

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"AMAR PERFECTAMENTE PARA SER UN JEFE SANTO"

 

Es la misma hora pero del día siguiente.

Santiago que todavía está en la abertura del monte, y está sentado en cuclillas con la cabeza inclinada hasta las rodillas, sostenidas con los brazos, o se encuentra en profunda meditación o está dormido. No puedo decirlo. Ciertamente es insensible a lo que hay a su alrededor, esto es, a la pelea de dos pájaros que por motivos particulares se picotean ferozmente en el prado. Me parece que son gallos de montaña, o faisanes, porque son de lo alto de un pollo, de plumas de varios colores, pero que no tienen cresta, sólo un pedazo de carne roja que parece yelmo y sobre las barbas. Yo le aseguro que si la cabeza es pequeña, el pico es como un punzón de acero. Plumas y sangre se ven por tierra y aire, en medio de un estrépito, que ha hecho callar a los demás pajaritos que gorjean. Tal vez se ha puesto a contemplar la lucha feroz...

Santiago no se percata de nada. Jesús, por el contrario, oye y baja de la cima donde se había subido y batiendo las manos separa a los dos contrincantes que huyen ensangrentados, el uno hacia la pendiente, el otro a la cima de un roble y allí se compone las plumas todavía erizadas y enmarañadas. Santiago no levanta la cabeza ni siquiera al rumor que hace Jesús, el cual se detiene a pocos pasos con la sonrisa en los labios. Su vestidura blanca parece teñirse de rojo en el lado que le dan los rayos crepusculares. Parece como si el cielo estuviese ardiendo. Santiago no ha de estar durmiendo, porque apenas Jesús en voz baja susurra: "Santiago, ven aquí" levanta la cabeza de las rodillas, suelta los brazos, se pone de pie y se dirige a donde está Jesús.

Se para ante El, a unos dos pasos de distancia, y lo mira. También Jesús lo mira serio, pero con una sonrisa que le infunde valor, sonrisa que no está en los labios, ni en la mirada, y que con todo se ve.

Lo mira detenidamente, como si quisiese leer las mínimas reacciones y emociones de su primo y apóstol que como ayer, al comprender que está a los umbrales de una revelación, palidece y mucho más de modo que parece tener el mismo color de su vestido de lino cuando Jesús levanta sus brazos y apoya sus manos sobre sus espaldas con los brazos extendidos. Santiago parece una verdadera hostia. Tan sólo sus mansos ojos castaño-oscuros y la barba castaña dan color a aquella cara atenta.

 

¿SABES POR QUÉ QUISE ESTAR CONTIGO AQUÍ, A SOLAS?

 

"Santiago, hermano mío, ¿sabes por qué quise estar contigo aquí, a solas, para hablarte después de haber orado y meditado?"

Santiago parece que no sabe qué responder, por lo conmovido que está; al fin abre sus labios y en voz baja responde: "Para darme una lección especial; o para lo futuro o porque yo soy el más incapaz de todos. Te doy las gracias de antemano, aún cuando sea un regaño. Pero créeme, Señor y Maestro, que si soy tardo e incapaz, se debe a deficiencia mía, y no a mala voluntad."

"No es un regaño, sino una lección, para cuando no esté ya con vosotros. En estos meses, has pensado mucho en tu corazón en lo que te dije un día, a los pies de este monte, al prometerte que vendría contigo, no sólo para hablar del profeta Elías y para mirar el mar que resplandece allá, inmenso, sino para hablarte de otro mar, todavía mucho más inmenso, mutable, perjuro, de este que parece hoy el más tranquilo, y que tal vez dentro de pocas horas engullirá naves y hombres con su feroz apetito. Y jamás has separado tu pensamiento de lo que entonces te dije, con la venida que puede tener relación con tu futuro. Y tanto es así, que cada vez más palideces, intuyendo que se trata de un destino grande, de una herencia llena de tal responsabilidad que puede hacer temblar a un héroe. Tal responsabilidad y tal misión tienen que llevar consigo toda la santidad posible de modo que el hombre no eche a perder la voluntad de Dios.

No tengas miedo, Santiago. No quiero tu ruina. Si te destino a tal cosa, señal es que obtendrás de ella no daño, sino gloria.

Escúchame, Santiago. En tu corazón mete la paz, con un buen acto de entrega a Mí, para que puedas oír y recordar mis palabras.

 

JESÚS LE ANUNCIA QUE LES DEJARÁ SOLOS

LA CAUSA POR LAS QUE LES PERSEGUIRÁN

 

Jamás volveremos a estar así solos y con el espíritu así preparado para entendernos. Un día me iré. Como todos los hombres que durante un tiempo permanecen en la tierra. Mi permanencia terminará de modo diverso del de los hombres, pero cesará. No me tendréis cercano sino con mi Espíritu, el cual, te lo aseguro, jamás os abandonará.

Me iré después de haberos dado lo que se necesita para hacer avanzar mi doctrina en el mundo, después de que haya realizado el sacrificio y os haya obtenido la gracia. Con ésta y con el Fuego de la sabiduría de los siete dones, podréis hacer lo que ahora os parece necedad, presunción, aun el imaginarlo.

Me iré y vosotros os quedaréis. El mundo que no ha comprendido al Mesías, no comprenderá ni a sus apóstoles. Por esto se os perseguirá y seréis dispersos como los más peligrosos del bienestar de Israel. Pero ya que sois mis discípulos, debéis ser felices por padecer las mismas aflicciones que vuestro Maestro.

 

TÚ SERÁS EL QUE QUEDES DE LOS PROFETAS DEL SEÑOR

 

Un día de Nisán te dije: "Tú serás él que quedes de los profetas del Señor". Tu madre, por gracia espiritual, semiintuyó el significado de estas palabras, pero antes de que se cumplan en mis apóstoles, en ti, y por ti, se habrán realizado.

¡Santiago! Todos serán dispersos a excepción tuya, y esto hasta que Dios te llame a su cielo. Te quedarás en el puesto para el que te habrá elegido Dios por boca de tus hermanos, tú, descendiente de la estirpe real, en la ciudad real para levantar mi cetro y para hablar del verdadero Rey, del Rey de Israel y del mundo, según una realeza sublime que nadie comprende a excepción de aquellos a quienes se reveló. Serán tiempos en que tendrás necesidad de fortaleza, constancia, paciencia, sagacidad sin límites.

Deberás ser justo con caridad, con una fe sencilla y pura, como la de un niño y al mismo tiempo erudita, de un maestro verdadero para sostener la de otros tantos que se verá asaltada en sus corazones y por tantas cosas contrarias; para refutar los errores de falsos creyentes y las sutilezas doctrinales del viejo Israel, el cual, ciego desde ahora, cada vez más encegará después de haber asesinado la Luz, torcerá las palabras proféticas, y hasta los mandamientos del Padre, del cual procedo, para persuadirse a sí mismo - y así poder tener paz- y al mundo, de que de quien hablan los patriarcas y profetas no soy Yo. Que Yo, por el contrario, no era sino un pobre hombre, un iluso, un loco para los buenos, un hereje endemoniado para los menos buenos del viejo Israel.

Para ese entonces te ruego que seas otro Yo. ¡No que sea imposible! No. Deberás tener presente a tu Jesús, sus acciones, su palabra, sus obras. Como si tomases la forma de la arcilla que se emplea para fundir metales, para darles forma, así deberás verterte en Mí. Estaré presente y vivo siempre con vosotros, con mis fieles que unieseis a Mí para formar un otro Yo, con tal de que lo queráis. Pero tú, que has estado conmigo desde la más tierna edad, y te has alimentado de la sabiduría de las manos de mi Madre, antes que de las mías, tú que eres sobrino del hombre más justo que Israel haya tenido, debes ser perfecto..."

"No puedo, no puedo, Señor. Da a mi hermano esta tarea. Dala a Juan, a Simón Pedro, al otro Simón, pero no a mí, Señor. ¿Por qué a mí? ¡Qué he hecho para merecerla! ¿No ves que soy un pobre con una sola capacidad, la de amarte  la de creer firmemente en todo cuanto dices?"

"Judas tiene un temperamento muy fuerte. Estará bien él, donde haya que abatir al paganismo. Pero no aquí donde hay que convencer a la nueva fe a los que por pertenecer al pueblo de Dios, se creen en lo justo a todo trance. Pero no aquí donde hay que convencer a los que aunque creen en Mí, y que se desilusionarán al desarrollo de los acontecimientos. Convencerlos que mi reino no es de este mundo, sino que es ese reino, espiritual, de los cielos, cuyo preludio es una vida de creyentes, esto es, una vida cuyos valores preponderantes son los del espíritu.

La convicción se obtiene con una dulce firmeza. ¡Ay del que coge de la garganta para persuadir! El que se sienta así agredido dirá: "sí" en ese momento, por libertarse, pero después huirá sin volver más atrás, y sin querer aceptar más discusiones, si se trata de uno que está fuera de camino. O huirá para ir armarse y dar muerte al prepotente que asegura ser el poseedor de doctrinas diversas de las suyas, si se trata de un malvado o fanático.

Y tú te verás rodeado de fanáticos. Fanáticos entre los creyentes, fanáticos entre los israelitas. Los primeros exigirán actos de violencia, o al menos, permiso para llevarlos a cabo. Porque el viejo Israel con sus intransigencias, y restricciones, agitará en ellos su cola venenosa. Los segundos marcharán contra ti,  como si se tratase de una guerra santa, en defensa de su vieja fe, de sus símbolos, de sus ceremonias. Y tú estarás en el centro de este mar tempestuoso.

 

TAL ES LA SUERTE DE LOS JEFES

NORMAS  QUE DEBERÁS SEGUIR

 

Tal es la suerte de los jefes. Y tú serás el jefe de los creyentes que Jesús haya hecho en Jerusalén. Deberás saber amar perfectamente para ser un jefe santo. No opondrás armas ni anatemas, sino tu corazón a las armas y anatemas de los judíos. Jamás te vayas a tomar la licencia de imitar a los fariseos, con juzgar a los gentiles como basura. También por ellos vine, porque en realidad, para sólo Israel hubiera sido desproporcionado el aniquilamiento de Dios en una carne sujeta a la muerte. Porque si es verdad que mi amor se habría hecho encarnar con alegría aún por la salvación de una sola alma, la justicia, que es también parte de Dios, exige que el Infinito se aniquile por una infinitud: el Género humano.

Deberás ser dulce para con los demás y para que no los rechaces. Te limitarás a ser inconmovible en el dogma, pero condescendiente con otras formas materiales de vida que no son semejantes a las nuestras, pero sin lesionar el espíritu. Tendrás que combatir mucho con los hermanos por este motivo, porque Israel está envuelto en prácticas, que son externas, inútiles para cambiar el espíritu. Tú, al revés, trata de ser comprensivo y enseña a los demás a preocuparse únicamente del espíritu. No vayas a pretender que los gentiles cambien en un instante sus costumbres. Ni siquiera cambiarías las tuyas de un solo golpe. No te quedes anclado en tu dique, porque para recoger en el mar los restos y llevarlos al astillero para reconstruirlos para un nuevo servicio, es menester navegar y no estar firme. Tú debes ir a buscar los restos. Los hay en el gentilismo y también en Israel. Al fin del inmenso mar está Dios que abre a todos sus brazos, bien se trate de ricos de santo origen, como los israelitas, o de pobres, porque son paganos.

 

QUIEN ES VUESTRO PRÓJIMO

 

Dije: "Amaréis a vuestro prójimo". Prójimo no es solo el pariente o el conciudadano. Es también prójimo el hombre hiperbóreo cuya cara no conoces, es también prójimo el que a esta hora está mirando una aurora en regiones que no conocéis, o que recorre los nevados de las montañas fabulosas del Asia, o que bebe en un río que se abre lecho entre las florestas desconocidas del centro de África. Tú no podrás ni deberás decir al adorador del sol que venga a ti, o al que tenga por Dios un voraz cocodrilo, o al que se crea el sabio reencarnado que supo intuir la verdad, pero que no llegó a la perfección para darla a sus fieles, o que venga un asqueroso ciudadano de Roma o Atenas pidiéndote: "Dame el conocimiento de Dios", tú no puedes y no debes decirles: "Os arrojo porque sería una profanación llevaros a Dios".

Ten presente que ellos no saben, y que Israel sabe. Y con todo, en verdad, muchos en Israel son y serán más idólatras y crueles que el más bárbaro idólatra que haya en el mundo. No sacrificarán a este o a aquel ídolo víctimas humanas, sino a sí mismos, a su orgullo, sedientos de sangre, luego que en ellos se encienda una sed inextinguible que durará hasta el fin de los siglos. Solo el beber de nuevo y con fe lo que encendió esa atroz sed, podrá extinguirla. Pero entonces será el fin del mundo, porque los últimos que digan: "Creemos que Tú eres Dios y el Mesías" será Israel, no obstante todas las pruebas que he dado y que daré de mi Divinidad.

 

CUÁNDO UNA FE ES VANA

 

VIGILA UNA Y OTRA VEZ 

PORQUE NADIE TOME EL LUGAR QUE NO LE CORRESPONDE

 

Vigilarás una y otra vez porque la fe de los creyentes no sea vana. Sería si fuese sólo de palabras o de prácticas hipócritas. Es el espíritu lo que vivifica. El espíritu falta en el ejercicio maquinal o fariseo que no es sino ficción de fe y no verdadera fe. ¿De qué valdría al hombre cantar alabanzas a Dios en la congregación de los fieles, si después, cada acción suya es una imprecación contra Dios, que no se convierte en el hazmerreír del fiel, sino que en su paternidad, conserva siempre sus prerrogativas de Dios y Rey?

Vigila una y otra vez porque nadie tome el lugar que no le corresponde. Dios os dará la Luz según los grados en que os encontréis. Dios no permitirá que os falte la luz, a menos que la gracia desaparezca a causa del pecado. A muchos les gustará que los llamen "maestro". Uno solo es el Maestro: El que te está hablando y una sola es la Maestra: la Iglesia que lo perpetúa. En la Iglesia serán maestros los que fueren consagrados con encargo especial de enseñar. Pero entre los fieles habrá quienes por voluntad de Dios o por santidad propia, esto es, por su buena voluntad, serán presa del torrente de la sabiduría y hablarán. Habrá otros, si no sabios, si dóciles como instrumentos en las manos del artífice, y hablarán en nombre del Artífice, repitiendo como niños buenos lo que el Padre les dice que repitan, aun cuando no comprendan toda la extensión de lo que dicen. Finalmente habrá aquellos que hablarán como si fuesen maestros, con un esplendor que seducirá a los sencillos, pero serán soberbios, duros de corazón, celosos, iracundos, mentirosos y lujuriosos.

Así como te ordeno que recojas las palabras de los sabios en el Señor y de los sublimados por el Espíritu Santo, ayudándoles a comprender la profundidad de la palabra divina, cual portadores de la voz de Dios, vosotros, mis apóstoles, seréis siempre los que enseñaréis en mi Iglesia, y deberéis siempre tender la mano a estos cansados sobrenaturalmente de la riqueza arrobadora y majestuosa que Dios puso en ellos para que la lleven a sus hermanos, así también te digo: rechaza las palabras mentirosas de los falsos profetas, cuya vida no es conforme a mi doctrina. La vida ordenada, la mansedumbre, pureza, caridad y humildad, jamás faltarán en las voces sabias y pequeñas que Dios enviará, pero faltarán siempre en las otras.

Vigila una y otra vez para que no haya celos y calumnias en la congregación de los fieles, y ni siquiera resentimientos y espíritu de venganza. Vigila una y otra vez para que la carne no venza al espíritu. No podrá soportar las persecuciones el que no tiene en su carne como rey al espíritu.

 

SANTIAGO, YO SÉ QUE LO HARÁS. PERO DA A TU 

HERMANO LA 

PROMESA DE QUE NO LO DESILUSIONARÁS

 

Santiago, Yo sé que lo harás. Pero da a tu Hermano la promesa de que no lo desilusionarás."

"Pero ¡Señor, Señor! Sólo tengo un miedo, de no ser capaz de hacerlo. Señor mío, te ruego que des a otro este encargo."

"No. No puedo..."

"Simón de Jonás te ama, y Tú lo amas..."

"Simón de Jonás no es Santiago de David."

"¡Juan! ¡Juan! el ángel docto, hazlo tu siervo aquí."

"No. No puedo. Ni Simón, ni Juan poseen lo que también vale mucho ante los hombres: el parentesco. Tú eres mi pariente. Después de haberme... después de haberme desconocido, la parte mejor de Israel buscará alcanzar perdón de Dios y de sí misma con tratar de conocer al Señor que habrán maldecido en la hora de Satanás y les parecerá obtenerlo, o con esto entrar en mi camino, si en mi lugar hubiere uno de mi sangre. Santiago, en este monte se han realizado grandes cosas. Aquí el fuego de Dios consumó no solo el holocausto, la leña, las piedras, sino también el polvo y hasta el agua que había en el foso. Santiago, ¿crees tú que Dios no puede hacer cosa semejante, encendiendo y consumiendo toda la materialidad del hombre, que se llama Santiago, para hacer un Santiago de fuego divino? Hemos estado hablando mientras el crepúsculo tiñó nuestros vestidos. ¿Crees que menos fulgurante o más fulgurante fue el resplandor del carro que arrebató a Elías?"

"Mucho más resplandeciente porque era de fuego celestial."

"Piensa entonces en qué se convertirá el corazón hecho fuego por tener en sí a Dios, porque Dios lo quiere como perpetuador de su palabra en la predicación de la nueva salvación."

"Pero Tú, pero Tú, Verbo de Dios, eterno Verbo ¿por qué no te quedas?"

"Porque soy Verbo y carne. Con el Verbo debo instruir, con la carne redimir."

"¡Oh Jesús mío! ¿cómo redimirás? ¿De qué cosas vas al encuentro?

"Santiago, recuerda los profetas."

"¿Pero no es una cosa alegórica su decir? ¿Puedes Tú, Verbo de Dios, ser maltratado por los hombres? ¿Acaso quieren decir que a tu divinidad se dará martirio, a tu perfección? Pero no más de allá. Mi madre está preocupada por mí  y por Judas, pero yo por Ti y por María, y también por nosotros, que somos muy débiles, Jesús, Jesús, si el hombre te superase, ¿no crees que muchos de nosotros pensaríamos que fueses reo y que se alejarían de Ti desilusionados?"

"Estoy seguro de ello. Habrá un desquiciamiento en todas las capas de mis discípulos, pero después regresará la paz, y aún más vendrá una cohesión de las partes mejores, sobre las que, después de mi sacrificio y de mi triunfo, vendrá el Espíritu fortificador y sabio: el Espíritu Divino."

 

JESÚS LE ANUNCIA  SU PASIÓN 

Y COMO MORIRÁ EN UNA CRUZ

 

"Jesús, para que yo no me desvíe ni me escandalice en la hora tremenda, dime: ¿Qué te harán?"

"Es una gran cosa la que me pides."

"Dímela, Señor."

"Te servirá de tormento que la sepas con exactitud."

"No importa. Por el amor que nos ha unido..."

"No debe ser conocida."

"Dímela y luego bórramela de la memoria hasta la hora en que deba realizarse. Cuando llegue la hora tráemela otra vez a la memoria, junto con estos momentos, así no me escandalizaré de nada, y no seré enemigo tuyo en el fondo del corazón."

"De nada servirá porque también cederás a la tempestad."

"¡Dímela, Señor!"

"Seré acusado, traicionado, preso, torturado y crucificado."

"¡Nooh!" Santiago aúlla y se retuerce como si hubiese sido él el condenado a muerte. "¡No!" repite. "Si a Ti te hacen así, ¿qué cosa nos harán? ¿Cómo podremos continuar tu obra? No puedo, no puedo aceptar el puesto que me destinas... ¡No puedo!... ¡No puedo! Tú muerto, también yo seré un muerto, sin más fuerzas. ¡Jesús, Jesús ! Escúchame, no me dejes sin Ti. ¡Prométeme, prométeme esto al menos!"

"Te prometo que vendré a guiarte con mi Espíritu, después que la gloriosa resurrección me haya libertado de las restricciones de la materia. Yo y tú seremos todavía una sola cosa como ahora que te tengo estrechado" de hecho Santiago se ha recargado llorando sobre el pecho de Jesús.

"No llores más. Salgamos de esta hora de éxtasis, luminosa y llena de dolor, como uno que sale de las sombras de la muerte recordando todo, menos qué cosa fue el momento de morir, miedo congelador que dura un minuto, pero que como muerte, realidad, dura por siglos. Ven, te besaré para ayudarte a olvidar el peso de mi suerte de Hombre. Encontrarás el recuerdo a su tiempo, como pediste. Mira, te besaré en la frente para que repitas mis palabras a la gente de Israel, en tu corazón que deberá amar como dije, y aquí en las sienes donde cesará la vida junto a la última palabra de fe amorosa en Mí. Vendré a estar cerca de ti, hermano amado, en las asambleas de los fieles, en las horas de meditación, en las de peligro y en la de la muerte. Nadie, ni siquiera tu ángel recibirá tu espíritu, sino Yo, con un beso, como ahora lo hago..."

Ambos primos, Jesús y Santiago quedan por un instante abrazados. Santiago parece como si perdiera el sentido al percibir el beso de Dios que le quita todo recuerdo de su sufrimiento.

Cuando levanta la cabeza, ha tornado a ser Santiago de Alfeo, tranquilo y bueno, tan semejante a José, esposo de María. Sonríe a Jesús con una sonrisa más juiciosa, un poco triste, pero siempre dulce.

"Vamos a comer, Santiago, y luego durmamos bajo las estrellas. A la primera luz bajaremos al valle... iremos entre los hombres..." Y Jesús da un suspiro... Pero concluye con una sonrisa: "y a donde está María."

"Jesús, ¿qué le diré a mi madre? ¿Y qué cosa a los compañeros? No me dejarán sin preguntarme..."

"Les podrás decir todo cuanto te dije haciendo que reflexionaras sobre Elías en sus respuestas a Acab, sobre el pueblo en el monte, y sobre la potencia del hombre a quien Dios ama, para que pueda conseguir lo que quiera de pueblos y de elementos enteros, de su celo, que lo devora por el Señor, y de cómo te hice considerar que con la paz y en la paz se comprende y se sirve a Dios. Dirás a ellos, como dije a vosotros: "Venid". Como Elías usó su manto con Eliseo, así también vosotros con el manto de la caridad podréis conseguir nuevos siervos de Dios para el Señor. Y a los que siempre tienen preocupaciones, diles como te hice notar el alegre desprendimiento de las cosas del pasado de que da muestra Eliseo, al dejar sus bueyes y el arado. Diles cómo he traído a la memoria que al que desea milagros por medio de Belcebú le sucede mal y no bien, como sucedió a Ocozías, según la palabra de Elías. Diles finalmente, cómo te he prometido que vendrá el fuego purificador del amor sobre quien sea fiel hasta la muerte para que queme las imperfecciones y lo lleve al cielo. Lo demás te lo dejo a tu cargo."

IV. 743-754

A. M. D. G.