JESÚS DE CARPINTERO PARA AYUDAR A
UNA VIUDA DE COROZAIM
#No confundas jamás el objeto con las acciones. Hazte de mi trabajo sólo una reliquia para tu alma.
#Sí. Pero no son demasiado humildes para decir: "Nos das una lección".
Jesús está trabajando con gusto en una carpintería.
Está terminando una rueda. Un niño delgadito
y de cara triste lo ayuda,
Jesús está trabajando con gusto en una carpintería. Está terminando una rueda. Un niño delgadito y de cara triste lo ayuda, llevándole esto o aquello. Mannaén, testigo inútil, pero entusiasta, está sentado en un banco cerca de la pared.
Jesús se quitó el hermoso vestido de lino, y se puso uno de color negro, y como no es suyo le llega hasta la mitad de las espinillas. El vestido es de trabajo, limpio pero remendado; tal vez lo usaba el difunto.
Jesús anima con su sonrisa y con palabras al niño. Le enseña lo que debe hacer para que prepare bien la cola, para pulir la superficie del cofre.
"Terminaste pronto, Maestro" dice Mannaén que se pone de pie y pasa un dedo sobre las molduras del cofre, al que el niño saca lustre con un líquido.
"Ya casi estaba terminado..."
"Yo quería tener este artefacto, pero vino ya el comprador que parece tiene derechos... Le quitaste las ilusiones. Esperaba poder llevarse todo para rehacerse del dinero prestado, pero no le queda más que irse con sus cosas y basta. Fuera al menos uno que creyese en Ti... Tendría un valor ilimitado para él. ¿Me escuchaste?..."
"Déjalo en paz. Por otra parte aquí hay madera
y la mujer será feliz en usarla y en sacar provecho.
Dime que te haga un cofre y te lo hago..."
"Déjalo en paz. Por otra parte aquí hay madera y la mujer será feliz en usarla y en sacar provecho. Dime que te haga un cofre y te lo hago..."
"¿De veras, Maestro? ¿De veras quieres seguir trabajando?"
"Hasta que se acabe la madera, soy un obrero concienzudo" dice sonriendo con más ganas.
"¡Un cofre que me des! ¡Oh, qué reliquia! ¿Qué meteré dentro?"
"Todo lo que quieras, Mannaén. No será más que un cofre."
"¡Pero fue obra tuya!"
"¡Y qué! Mi Padre hizo al hombre, a todos los hombres, y sin embargo el hombre y los hombres ¿qué han metido dentro de sí?" Jesús mientras habla trabaja. Va de aquí allá buscando los instrumentos necesarios, apretando los tornillos, taladrando, torneando, cepillando, según el caso.
"Hemos metido el pecado. Es verdad."
No confundas jamás el objeto con las acciones.
Hazte de mi trabajo sólo una reliquia para tu alma.
"Lo ves. Y sabes que el hombre que crió Dios es mucho más que un cofre que hiciera Yo. No confundas jamás el objeto con las acciones. Hazte de mi trabajo sólo una reliquia para tu alma."
"¿En otras palabras?"
"En otras palabras da a tu espíritu la enseñanza que brota de lo que hago."
"Caridad, humildad, laboriosidad... Estas virtudes ¿no es verdad?"
"Sí, y en lo futuro obra tú de igual modo."
"Sí, Maestro, pero ¿me haces el cofre?"
"Te lo hago, pero recuerda que como tú lo verás siempre como una reliquia, haré que lo pagues por lo que vale, al menos así se podrá decir que en una ocasión estuve lleno hasta de dinero... Pero tú sabes para quien. Para estos huerfanitos.
"Pídeme lo que quieras. Te lo daré. Así por lo menos tendrá alguna justificación mi ociosidad, mientras Tú, Hijo de Dios, trabajas."
"Está dicho: "Comerás tu pan bañado con el sudor de tu frente". "
"¡Pero eso se dijo por el hombre culpable, no contra Ti!"
"¡Oh! Un día seré el Culpable y tendré sobre Mí todos los pecados del mundo. Los llevaré conmigo en mi primera partida."
"¿Y piensas que el mundo no pecará más?"
Por esto el peso que tendré sobre Mí,
será tal que me hará pedazos el corazón.
Tendré los pecados desde Adán hasta ahora,
y los de esa hora hasta los del último siglo.
"Debería no hacerlo... pero siempre pecará. Por esto el peso que tendré sobre Mí, será tal que me hará pedazos el corazón. Tendré los pecados desde Adán hasta ahora, y los de esa hora hasta los del último siglo. Todo lo descontaré por el hombre."
"Y el hombre no te entenderá, ni mucho menos te amará... ¿Crees que Corozaim se convierta con esta lección silenciosa y santa que estás dando con tu trabajo para socorrer a una familia?"
"No se convertirá. Dirá: "Prefirió trabajar para pasar el tiempo y ganarse unos centavos". Yo no tenía dinero, lo había dado todo. Siempre doy cuanto tengo, hasta el último centavo. He trabajado para dar dinero."
"¿Y para que comieseis Tú y Mateo?"
"Para eso Dios proveyó."
"A nosotros nos diste de comer."
"Así es."
"Pregúntaselo al dueño de la casa."
"Se lo preguntaré tan pronto regresemos a Cafarnaum."
La sonrisa de Jesús fluye entre su rubia barba. Se hace un silencio. Tan sólo se escucha el chirrido del tornillo que une dos partes de la rueda.
Mannaén a continuación pregunta: "¿Qué piensas hacer para el sábado?"
"Ir a Cafarnaum en espera de los apóstoles. Hemos convenido en reunirnos cada viernes por la tarde y pasar junto el sábado. Después les daré órdenes, y si Mateo está curado, serán seis las parejas que irán a evangelizar. Si no... ¿quieres ir con ellos?"
"Prefiero estar contigo, Maestro... Pero ¿me permites darte un consejo?"
"Dilo. Si es atinado lo aceptaré."
"Nunca estés solo. Tienes muchos enemigos, Maestro."
"Lo sé. ¿Pero te imaginas que los apóstoles harían mucho en caso de peligro?"
"Me imagino que te aman."
"Ciertamente, pero de nada serviría. Los enemigos si tuvieran intención de aprisionarme, vendrían con mayores fuerzas que las de los apóstoles."
"No importa. No estés solo."
"Dentro de dos semanas muchos discípulos se me unirán. Los preparo para mandarlos también a ellos a evangelizar. No estaré más solo. Puedes estar tranquilo."
Mientras están hablando, muchas personas curiosas de Corozaim vienen a fisgar, y luego se van sin decir palabra alguna.
"Se quedan sorprendidos al verte trabajar."
Sí. Pero no son demasiado humildes para decir:
"Nos das una lección".
"Sí. Pero no son demasiado humildes para decir: "Nos das una lección". Los mejores que tenía aquí, están con los discípulos, menos un viejo que ya murió. No importa. La lección es siempre una lección."
"¿Qué dirán los apóstoles sabiendo que te pusiste a trabajar?"
"Son once porque Mateo ya dio su juicio. Serán once pareceres diversos, y en general chocarán entre sí, pero me dará oportunidad para adoctrinarlos."
"¿Me permitirás asistir a la lección?"
"Si quieres quedarte..."
"Pero yo soy discípulo ¡y ellos son apóstoles!"
"Lo que hace bien a los apóstoles, lo hace también al discípulo."
"Ellos se sentirán incomodados de que se les llame la atención en mi presencia."
Les servirá para que sean humildes. Quédate, quédate, Mannaén. Tengo gusto en que estés conmigo."
"Yo me quedo de buena gana."
Se asoma la viuda y dice. "La comida está pronta, Maestro. Tú trabajas demasiado..."
"Me gano el pan, mujer. Y luego... Mira aquí tienes otro cliente. También él quiere un cofre. Y pagará bien. Se te acaba la madera" dice Jesús quitándose un delantal roto que se había puesto. Se dirige a la salida para lavarse en una jofaina que la mujer había traído al huerto.
Ella, con una de esas sonrisas que florecen después de mucho tiempo de llanto, dice: "El cuarto no tiene más madera, mi casa está llena de tu presencia, y el corazón repleto de paz. No tengo más miedo al mañana, Maestro. Y Tú puedes estar tranquilo, que jamás te olvidaremos."
Entran en la cocina y todo termina.
V. 822-826
A. M. D. G.