JESÚS CAMINA SOBRE LAS AGUAS

 


 

JESÚS ORA DE PIE Y CON LOS BRAZOS EN CRUZ    

  JESÚS SALE DE SU MEDITACIÓN... CORRE TAN VELOZ QUE PARECE COMO SI VOLASE    

  LOS APÓSTOLES LO VEN Y LANZAN UN GRITO DE MIEDO... SOY YO. NO TEMÁIS. SI ERES TU DIME QUE VAYA CAMINANDO SOBRE LAS AGUAS. VEN    

  MAESTRO, SEÑOR, SÁLVAME    

¡QUÉ HOMBRE DE POCA FE! ¿POR QUÉ HAS DUDADO DE MI?   

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 SI TUVIESEIS FE VENDRÉ Y OS SACARÉ DEL PELIGRO    

  SOY EL ÁNGEL DE TODOS LOS HOMBRES    

  NI TE DIGO CUAL ES LA INFINITA ALEGRÍA QUE PENETRA EN MI CUANDO ALGUIEN QUE ME AMA ME LLAMA   

  JAMÁS SENTÍ DESDÉN POR LOS HOMBRES, AUN CUANDO ERAN MALOS CONMIGO    

  EL HOMBRE UNA VEZ QUE ALCANZA LA AYUDA NO SABE DECIR "GRACIAS"    

 ME PARECÍA SER YO SOLO EL HOMBRE, ESTO EL LINAJE HUMANO, QUE VOLVÍA, COMO EN LOS DÍAS DE SU INOCENCIA, A CONVERSAR CON DIOS EN EL FRESCO DEL ATARDECER    

  ME TOMARON POR UN FANTASMA    

 CUANTO MÁS EMINENTE ES EL PELIGRO TANTO MÁS QUERÉIS VALEROS POR VOSOTROS MISMOS    

 ¡OH SI LA TIERRA SUPIESE DECIR: MAESTRO, SEÑOR, SÁLVAME! BASTARÍA UN GRITO DE TODA LA TIERRA PARA QUE AL PUNTO SATANÁS Y TODOS SUS SATÉLITES CAYESEN VENCIDOS   

  SOY EL DEFENSOR Y EL JUEZ MEJOR QUE EXISTA Y QUE HAYA EXISTIDO. OS COMPRENDO ¡POBRES HIJITOS MÍOS! OS AMO, ESO ES TODO. SOLO QUIERO QUE TENGÁIS FE

 


 

La tarde va declinando. Casi empezó ya a anochecer, porque a duras penas se pueden distinguir objetos por el sendero que trepa por un montecillo, en el que hay esparcidas acá y allá plantas que parecen olivos. Como la luz es tan escasa no puedo asegurar lo que sea. Lo que sí puedo decir es que no son plantas muy altas, frondosas y torcidas como suelen ser los olivos.

Jesús está solo. Su vestido es blanco, su manto azul oscuro. Va subiendo. Se interna entre los árboles. Su paso es largo y seguro, y por ser largo aunque no rápido, avanza mucho y no se fatiga. Sigue caminando hasta que llega a una especie de balcón natural del que se ve el lago, que está calmado bajo la luz de las estrellas que llenan el cielo con sus ojitos brillantes. El silencio envuelve a Jesús en su tranquilidad. Lo separa, lo hace olvidar las multitudes, la tierra. Lo une con el cielo que parece descender cada vez más para adorar al Verbo de Dios y acariciarlo con la luz de sus astros.

 

JESÚS ORA DE PIE Y CON LOS BRAZOS EN CRUZ

 

Jesús está orando en su posición habitual: de pie y con los brazos abiertos en forma de cruz. A su espalda tiene un olivo y parece como si ya estuviese crucificado en este negro tronco. Las ramas lo cubren pese a que es alto, y sustituyen al letrero de la cruz con palabras más apropiadas del Cristo. En el Calvario se leyó: "Rey de los judíos." Aquí: "Príncipe de la paz." El pacífico olivo dice mucho a quien sabe entender. Jesús está orando largamente. Luego se sienta sobre las raíces del olivo que salen a flote de tierra, y toma su actitud acostumbrada: entrecruza las manos y apoya los codos sobre las rodillas. Medita. ¡Quién sabrá que conversación sostiene con su Padre y el Espíritu en esta hora en que está solo y puede ser todo de Dios! Dios con Dios.

Me parece que pasan muchas horas, porque veo que las estrellas han cambiado de posición y muchas ya se han ido a ocultar tras del horizonte.

Cuando un rayo como de luz, se dibuja en el lejano horizonte del este, una racha de viento sacude el olivo. Se va. Vuelve más fuerte. Se calma, se hace más violento. La luz del alba que apenas empezó a asomarse, se hace camino entre un montón de nubes negras que vienen a llenar el cielo, empujadas por ráfagas de viento cada vez más fuerte. El lago no está ya quieto. Me da la impresión de que se está preparando una tempestad como la que vi otra vez. El rumor de las ramas, y el ruido sordo de las aguas arropan el espacio, que antes estaba tan calmado.

 

JESÚS SALE DE SU MEDITACIÓN... BAJA TAN VELOZ  

QUE PARECE COMO SI VOLASE

 

Jesús sale de su meditación. Se levanta. Mira el lago. Busca en él a la luz de las pocas estrellas que han quedado y de la naciente alba, y ve la barca de Pedro que boga a todo remo hacia la orilla opuesta, pero que no lo logra. Jesús se envuelve en el manto apretadamente, coge la extremidad que cae, y que le impediría bajar fácilmente, se lo echa sobre la cabeza, como si fuera una capucha, y baja esbelto, no por donde había subido, sino por un sendero corto que lleva directamente al lago. Baja tan veloz que parece como si volase.

Llegado a la ribera donde las ondas se agolpan por momentos y la cubren de espuma, continúa caminando a prisa como si no caminase sobre aguas que se mueven, sino sobre pavimento liso y sólido. Ahora se ha convertido en luz, parece como si toda la poca luz que viene de unas cuantas y agonizantes estrellas y del alba envuelta en la borrasca converja en El, y forme como una fosforescencia alrededor de su cuerpo. Vuela sobre las ondas, sobre las crestas espumosas, en los pliegues oscuros de onda y onda, con los brazos tensos hacia delante, con el manto que se hincha en sus mejillas y que flota, pese a que está estrechamente pegado a la cabeza, como un ala.

 

LOS APÓSTOLES LO VEN Y LANZAN 

UN GRITO DE MIEDO...

 

NO TEMÁIS. SOY YO

 

SI ERES TÚ DIME QUE PUEDA IR A TU ENCUENTRO 

CAMINANDO SOBRE LAS AGUAS...

 

VEN

 

Los apóstoles lo ven y lanzan un grito de miedo que el viento lleva a Jesús.

"No temáis. Soy Yo." La voz de Jesús, aunque tiene el viento en contra, resuena sin perderse sobre el lago.

"¿Eres Tú de veras, Maestro?" pregunta Pedro. "Si eres Tú dime que pueda ir a tu encuentro caminando sobre las aguas como Tú."

Jesús sonríe: "Ven" dice sencillamente como si fuese la cosa más natural del mundo andar sobre el agua.

Y Pedro, semidesnudo como estaba, esto es, con una túnica corta y sin mangas, salta de la barca y se dirige a Jesús.

Cuando se encuentra a una distancia de unos cincuenta metros de la barca y otros tantos de Jesús, el miedo se apodera de él. Hasta allí lo empujó el entusiasmo de su amor. Ahora su debilidad humana lo vence y no piensa sino en salvarse. Algo así como si alguien se mete en un terreno resbaladizo o para ser más exactos, en arenas movedizas, Pedro empieza a tambalear, a gesticular, a sumergirse. Y cuanto más gesticula, tanto más tiene miedo, y más se hunde.

Jesús se ha parado, lo está mirando. Serio. Espera. Pero no extiende ni siquiera una mano, que tiene cruzadas sobre el pecho, y ni da un paso ni pronuncia una sola palabra.

Pedro se va sumergiendo. Desaparecen los tobillos, las espinillas, las rodillas. El agua le llega hasta la ingle, sube, sube hasta la cintura. El terror está pintado en su cara. Un terror que le paraliza aun el poder pensar. No es más que una carne que tiene miedo de ahogarse. No piensa ni siquiera en echarse a nado. Nada. Es una presa del terror.

 

MAESTRO, SEÑOR, SÁLVAME

 

¡QUÉ HOMBRE DE POCA FE! ¿POR QUÉ HAS DUDADO 

DE MI? ¿POR QUÉ  QUISISTE HACERLO 

POR TI MISMO?

 

ID A LA RIBERA. ESTÁ COMPLETAMENTE MOJADO

 

Finalmente se decide a mirar a Jesús. Y basta con mirarlo para que su mente empiece a razonar, a comprender donde está la salvación. "Maestro, Señor sálvame."

Jesús abre los brazos y como llevado por el viento o por una onda se precipita hacia el apóstol y le extiende la mano diciéndole: "¡Qué hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado de Mí? ¿Por qué quisiste hacerlo por ti mismo?"

Pedro, que angustiosamente se ha asido de la mano de Jesús, no responde. Lo mira sólo para ver si no está enojado, lo mira con una mezcla de miedo que todavía le queda y de arrepentimiento que va naciendo. Jesús sonríe. Lo ase fuertemente a la muñeca, hasta que llegados a la barca suben en ella. Jesús ordena: "Id a la ribera. Está completamente mojado." Y sonríe mirando al discípulo humillado.

Las ondas se extienden para facilitar el desembarco. La ciudad aparece más allá de la otra ribera, cuando subidos en una colina la contemplan. 

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"SI TUVIESEIS FE VENDRÉ 

Y OS SACARÉ DEL PELIGRO"

 

Dice Jesús:

"Muchas veces no espero ni siquiera a que me llamen cuando veo a mis hijos en peligro. Y muchas veces acudo aún a donde está el hijo ingrato. Vosotros dormís, o sois presa de los cuidados de la vida, de las preocupaciones de ella. Yo vigilo y ruego por vosotros. Soy el Ángel de todos los hombres. Estoy proyectado sobre vosotros, y ninguna cosa me duele más que el que no pueda intervenir, o porque me lo negáis prefiriendo obrar por vosotros mismos, o lo que es peor, pidiendo ayuda al maligno. Siento como sentiría un padre a quien su hijo le dijese. "No te amo. No te quiero. Sal de mi casa". Así me quedo humillado, adolorido como no lo estuve con las heridas. Pero si no me decís: "Vete" y estáis distraídos con la vida, entonces Yo soy el eterno vigilante que está pronto a venir aun antes de que se me llame. Y si espero algunas veces a que me digáis una sola palabra, si lo hago, es para sentir que se me llama. Qué caricia, qué dulzura sentir que se acuerdan de que soy el "Salvador".

Ni te digo cual es la infinita alegría que penetra en Mí cuando alguien que me ama, me llama aun sin esperar que llegue la hora de la necesidad. Me llama porque me ama más que otra cosa en el mundo y siente llenarse de alegría semejante a la mía, al decir: "Jesús, Jesús", como hacen los niños cuando gritan: "Mamá, mamá" y les parece que hay miel en sus labios, porque la sola palabra: "Mamá" trae consigo el sabor de besos maternos.

 

JAMÁS SENTÍ DESDÉN POR LOS HOMBRES, NI AUN  

CUANDO ERAN MALOS CONMIGO

 

Los apóstoles remaban por órdenes mías, y les había dicho que me esperasen en Cafarnaum. Yo, después del milagro de los panes, me había separado de la gente, no por desdén ni por cansancio. Jamás sentí desdén por los hombres, ni aun cuando eran malos conmigo. Sólo cuando veía pisoteada la Ley y profanada la casa de Dios, llegaba al enojo. Entonces no se trataba de Mí directamente, sino de los intereses del Padre. En la tierra era el primero de los siervos de Dios para servir al Padre de los cielos.

Jamás me cansaba de entregarme a las multitudes, aunque las veía tan obtusas, tardas, humanas que hacían caer las alas del entusiasmo aun al más valeroso. Y precisamente porque eran tan imperfectas, multiplicaba hasta el infinito mis lecciones, los trataba como estudiantes lentos y guiaba su espíritu a los descubrimientos e iniciaciones más rudimentales, como hace un maestro paciente que guía las manitas inexpertas de sus alumnos para que tracen los primeros rasgos de letras, para que se capaciten. ¡Cuánto amor di a las multitudes! Las tomaba de su lado humano para llevarlas al espiritual. Empezaba, pues, de su lado humano; pero mientras Satanás las tomaba de ese lado para llevarlas al infierno. Yo las tomaba del mismo para el cielo.

 

EL HOMBRE UNA VEZ QUE ALCANZA LA AYUDA NO  

SABE DECIR "GRACIAS"

 

ME PARECÍA QUE ERA YO EL IMÁN QUE ATRAÍA A SÍ 

EL AMOR DE TODOS LOS HOMBRES

 

Me aislé para darle gracias al Padre del milagro de los panes. Habían comido varios millares de gente. Y había recomendado que dijesen: "gracias" al Señor. Pero el hombre una vez que alcanza la ayuda, no sabe decir "gracias". Las daba Yo por ellos. Y luego... y luego, me había unido con el Padre por el que sentía una nostalgia infinita de amor. Estaba sobre la tierra como un cuerpo sin vida. Mi espíritu se había lanzado al encuentro de mi Padre que experimentaba inclinado sobre su Verbo y le decía: "¡Te amo, Padre Santo!" Mi gozo consistía en decirle: "Te amo". Decírselo como hombre, además de Dios. Humillar ante El el sentimiento humano, así como le ofrecía mi palpitación de Dios. Me parecía que era Yo el imán que atraía a sí todos los amores del hombre, del hombre capaz de amar un poco a Dios, de acumularlos y ofrecerlos dentro de mi corazón. Me parecía ser Yo solo el Hombre, esto es, el Linaje humano, que volvía como en los días de su inocencia, a conversar con Dios en el fresco del atardecer.

Pero aunque tal beatitud era completa porque era beatitud de caridad no me abstraía de las necesidades de los hombres. Comprendí el peligro en que se encontraban mis hijos en el lago. Dejé el Amor por el amor. La caridad debe ser solicita.

 

ME TOMARON POR UN FANTASMA

 

Me tomaron por un fantasma. ¡Oh! Cuántas veces, pobres hijos, me tomáis por un fantasma, por un objeto que infunde miedo. Si pensaseis siempre en Mí, al punto me reconoceríais. Pero tenéis tantas telarañas sobre el corazón, y esto os depara mareos. Pero Yo me hago conocer ¡Oh, si me supierais sentir!

¿Por qué se iba sumiendo Pedro después de que caminó por algunos metros? Ya lo dijiste: "porque su debilidad humana lo venció.

Pedro era muy humano. Hubiera sido Juan, no hubiera soberbiamente osado ni hubiera tan volublemente cambiado la idea. La pureza de prudencia y firmeza. Pedro era un hombre en toda la extensión de la palabra. Tenía el deseo de sobresalir, de mostrar que "nadie" como él amaba al Maestro, quería imponerse, y sólo porque era uno de los míos se creía superior a las debilidades humanas. Por el contrario, pobre Simón, en las pruebas mostraba todo lo contrario. Pero era necesario porque así él más tarde perpetuaría la misericordia del Maestro en la Iglesia naciente. Pedro no sólo se convierte en presa del miedo por temor de su vida que se halla en peligro, sino como tú dijiste, "no piensa sino en salvarse". No reflexiona más ni me mira más.

 

CUANTO MÁS EMINENTE ES EL PELIGRO, TANTO  

MÁS QUERÉIS VALEROS POR VOSOTROS MISMOS

 

También vosotros hacéis lo mismo. Cuanto más eminente es el peligro, tanto más queréis valeros de vosotros mismos. Como si pudieseis hacer alguna cosa. Nunca como en las horas en que deberíais esperar a Mí y (en vez de) llamarme os alejáis, me cerráis el corazón y hasta me maldecís.

 

¡OH SI LA TIERRA SUPIESE DECIR: "MAESTRO,  

SEÑOR, SÁLVAME!"

 

BASTARÍA UN GRITO DE TODA LA TIERRA PARA 

QUE AL PUNTO SATANÁS Y TODOS SUS SATÉLITES 

CAYESEN VENCIDOS

 

SOY EL DEFENSOR Y EL JUEZ MEJOR QUE EXISTA Y  

QUE HAYA EXISTIDO

 

OS COMPRENDO ¡POBRES HIJITOS MÍOS!

 

OS AMO. ESO ES TODO

 

QUIERO QUE TENGÁIS FE

 

Pedro no me maldice. Me olvida y debo llamar su espíritu a Mí, debo hacerle que levante los ojos a su Maestro y Salvador. Lo absuelvo anticipadamente de su pecado de duda porque lo amo, porque amo a este hombre impulsivo que cuando llega a ser confirmado en gracia podrá obrar sin más turbaciones o cansancios, echando incansable hasta el martirio, hasta la muerte su mística red para llevar almas a su Maestro. Y cuando me invoca, no camino: vuelo en su socorro y lo tengo asido para conducirlo sano y salvo. Mi reproche fue suave porque comprendo todos los atenuantes de Pedro. Soy el defensor y el juez mejor que exista y que haya existido. Soy el defensor de todos. Os comprendo ¡pobres hijitos míos! Y si os digo una palabra de reproche mi sonrisa os la endulza. Os amo. Eso es todo. Quiero que tengáis fe. Si la tenéis vengo a vosotros y os saco así fuera de peligro. ¡Oh si la tierra supiese decir: "Maestro, Señor, sálvame!" Bastaría un grito de toda la tierra, para que al punto Satanás y sus satélites cayesen vencidos. Pero no sabéis tener fe. Multiplico los medios para llevaros a la fe, pero caen en medio de vuestro cieno como una piedra cae en el pantano y se sume. No queréis purificar las aguas de vuestro espíritu, preferís ser fango pútrido. No interesa. Cumplo con mi deber de Salvador eterno. Y si no pudiere salvar el mundo, porque no quiere salvarse, salvaré del mundo a los que por amarme, como debo serlo, no pertenecen más al mundo."

V. 868-873

A. M. D. G.