EL ENCUENTRO CON JUDAS ISCARIOTE
Y TOMÁS
#Caminan por el valle del Kisón
#Los apóstoles se hacen los valientes protestando que defenderán a Jesús por encima de todo
#¿por qué a veces se comporta como lo hace, y se mete en dificultades y peligros?
#¿no te ha dicho por qué obra así?
#¿Entonces no aceptar su doctrina significa ser reprobado?
#Deberíais de tener miedo de no estar preparados para cuando se vaya.
#descubren a dos viajeros que vienen de la ciudad hacia el camino principal. Son Tomás y Judas.
#Jesús saluda a los dos recién llegados
#"Entonces ¿por qué no puedo terminar por defenderme a Mí mismo? Así pues, iremos a casa de Ismael.
#"¿De veras has visto en mi corazón el pecado?""¡Y me has dado asco! ¡Vete, y no hables más!"
CAMINAN POR EL VALLE DEL KISÓN
El valle del Kisón, pese al esplendente cielo, está helado. Un viento frío cabalga a través de las colinas septentrionales, va acabando con los cultivos, sembrando la muerte sobre las tiernas hojitas.
"¿Cuánto tiempo seguirá haciendo frío?" pregunta Mateo enredándose más en el manto y sacando por entre él un pedazo de nariz, y unos ojos entumecidos.
Y Bartolomé que también se ha envuelto lo más que ha podido con una voz apenas perceptible le responde: "Tal vez hasta el fin de la luna."
"Entonces ¡sí que nos va a ir mal! ¡Bueno, paciencia! A lo menos encontraremos en Nazaret un lugar hospitalario... Hasta que pase."
"Tienes razón, Mateo. Por lo que toca a mí ya me ha pasado, desde que veo a Jesús más contento" dice Andrés.
"Se ve, pero... me parece imposible que haya enflaquecido por lo que sabemos. ¿De veras no ha pasado nada?" pregunta Felipe.
"Nada. Te digo que nada. Créeme que en los confines siro fenicios estuvo contentísimo por quienes creyeron, e hizo los milagros que ya te contamos" responde Santiago Alfeo con aplomo.
"Desde hace días habla mucho con Simón de Jonás, y éste ha cambiado bastante... ¡Bueno, todos estáis cambiados! No sé... pero se os ve más... austeros en una palabra" dice Felipe.
LOS APÓSTOLES SE HACEN LOS VALIENTES PROTESTANDO
QUE DEFENDERÁN A JESÚS POR ENCIMA DE TODO
"Eso es lo que piensas... En realidad somos los de antes. No cabe duda que al ver al Maestro tan afligido por tantas cosas, no nos ha gustado, como tampoco el que lo odien... Pero lo defenderemos. No le harán nada si estamos con El. Ayer le dije, después de haber oído lo que dijo Hermas, que es un hombre serio y digno de confianza: "No debes estar más solo. Tienes discípulos que, como ves, trabajan bien, y siguen aumentando. Por eso estaremos contigo. No te digo que tengas que hacer todo. Ha llegado la hora de darte la mano, hermano mío. Tú estarás con nosotros, como Moisés en el monte. Nosotros combatiremos por Ti. Estaremos prontos a defenderte aun con los puños. Lo que pasó a Juan el Bautista no te va a pasar". Porque si sus discípulos no hubieran llegado a ser dos o tres cobardes, nunca lo hubieran aprehendido. Somos doce, y quiero persuadirlo a que tenga lo más cerca a algunos de los discípulos más fieles y más decididos. Por ejemplo los que acompañaron a Juan en Maqueronte. Hombres de confianza y valor. Juan, Matías, y también José. ¿Sabéis que ese joven da muchas esperanzas?" dice Tadeo.
Isaac es un ángel José aprende con facilidad.
¿Oíste lo que dijo Hermas?
"Si hubiese estudiado sería un rabí,
en lugar de justo"
"Cierto, Isaac es un ángel, pero toda su fuerza reside en su corazón. Sin embargo José la tiene también en el cuerpo. Tiene nuestra edad."
"Y aprende con facilidad. ¿Oíste lo que dijo Hermas? "Si hubiese estudiado sería un rabí, en lugar de justo". Y Hermas sabe lo que dice."
"Por mi parte me gustaría que estuvieran también Esteban, Hermas y Juan el sacerdote. Conocen la ley y el templo. ¿Comprendéis lo que significaría su presencia ante los escribas y fariseos? Un freno... Y la gente que no sabe a qué lado inclinarse diría: "Ved que el Rabí tiene como alumnos y siervos también a los mejores de Israel" dice Santiago de Alfeo.
Oísteis lo que dijo ayer: "Tenéis la obligación de
obedecer, pero también la de abrirme vuestro
corazón, y decir lo que os pareciere justo, para
acostumbraros a que en lo futuro sepáis dirigir.
"Tienes razón. Vamos a decírselo al Maestro. Oísteis lo que dijo ayer: "Tenéis la obligación de obedecer, pero también la de abrirme vuestro corazón, y decir lo que os pareciere justo, para acostumbraros a que en lo futuro sepáis dirigir. Y si viere que vuestras ideas son correctas las aceptaré" habla Zelote.
"Tal vez lo hace también para mostrarnos que nos ama, al ver que todos más o menos estamos convencidos de que somos la causa de su aflicción" observa Bartolomé.
"O bien está cansado de tener que pensar en todo y de ser el único en tomar decisiones y en echarse la responsabilidad. Tal vez reconozca que su santidad aunque perfecta... pudiera ser una imperfección respecto a quien tiene un frente: el mundo que no es santo. Nosotros no somos unos santos perfectos. Somos unos pillos menos que otros... y por esto más capacitados a responder a los que no son como nosotros" dice Simón Zelote.
"¡Y de conocerlos, dirás!" añade Mateo.
"Por lo que se refiere a esto, estoy seguro que los conoce también. Aun más, los conoce mejor que nosotros, porque lee los corazones. De ello estoy seguro como de que estoy vivo" afirma Santiago de Zebedeo.
¿por qué a veces se comporta como lo hace,
y se mete en dificultades y peligros?
¿no te ha dicho por qué obra así?"
"Y entonces ¿por qué a veces se comporta como lo hace, y se mete en dificultades y peligros?" pregunta entristecido Andrés.
"¡Bueno! ¡No sé qué responder!" contesta Tadeo, encogiendo los hombros. Los demás repiten lo mismo.
Juan no dice nada. Su hermano le pica diciendo: "Tú que sabes todo lo de Jesús -pues te ama tanto- ¿no te ha dicho por qué obra así?"
Debo comportarme como si el mundo estuviese
lleno de hombres ignorantes pero buenos
Esto es como un primer juicio, no universal,
colectivo, sino individual.
El primer juicio de la raza humana se realizará
en el mundo, allí donde los hombres
libremente obran, teniendo frente así el bien
y el mal, la verdad y la mentira.
Después cuando llega la muerte, la Inteligencia
que no tiene defecto alguno ratifica el juicio
ya escrito en el libro de las acciones humanas.
Finalmente vendrá el gran juicio, el terrible,
y de nuevo serán juzgados los hombres.
"Hace poco se lo pregunté. Me respondió: "Porque debo hacerlo. Debo comportarme como si el mundo estuviese lleno de hombres ignorantes pero buenos. A todos enseño la misma doctrina y así se separarán los hijos de la verdad, de los de la mentira". También me dijo: "¿Ves, Juan? Esto es como un primer juicio, no universal, colectivo, sino individual. Los corderos serán separados de los cabros teniendo en cuenta sus acciones de fe, caridad, justicia. Y esto continuará aun después de que no esté más, pero estará mi Iglesia por siglos y siglos hasta el fin del mundo. El primer juicio de la raza humana se realizará en el mundo, allí donde los hombres libremente obran, teniendo frente así el bien y el mal, la verdad y la mentira. Así como los que desobedecieron en el paraíso terrestre Dios los juzgó y sentenció ante el árbol del bien y del mal. Después cuando llega la muerte, la Inteligencia que no tiene defecto alguno ratifica el juicio ya escrito en el libro de las acciones humanas. Finalmente vendrá el gran juicio, el terrible, y de nuevo serán juzgados los hombres. Desde Adán hasta el último. Serán juzgados según lo que eligieron para sí, libremente, sobre la tierra. Ahora bien, si escogiese quien merece la palabra de Dios, al que es digno de un milagro, de que se le ame -y podría hacerlo por derecho divino- los que no hubieran sido escogidos, gritarían con todas sus fuerzas en el día de su juicio individual: El culpable es tu Verbo que no nos quiso enseñar. Pero esto no lo podrán decir... O bien, lo dirán y así mentirán una vez más Y por esto serán juzgados."."
"¿Entonces no aceptar su doctrina
significa ser reprobado?"
"¿Entonces no aceptar su doctrina significa ser reprobado?" pregunta Mateo.
"Yo no sé si los que no creyeren, serán de los réprobos. ¿No os acordáis de que una vez cuando hablaba con Síntica dio a entender que los que obran honestamente en su vida no son de los réprobos, aun cuando profesen diversa religión? Se lo podemos pregunta. Pero no cabe duda de que Israel, que ha oído hablar del Mesías, que cree en El parcialmente, lo interpreta mal o hasta lo rechaza, será juzgado severamente."
El Maestro habla mucho contigo y sabes
por eso muchas cosas que ignoramos
La culpa es tuya y vuestra. Yo le pregunto
con sencillez.
Deberíais de tener miedo de no estar
preparados para cuando se vaya.
"El Maestro habla mucho contigo y sabes por eso muchas cosas que ignoramos" observa su hermano Santiago.
"La culpa es tuya y vuestra. Yo le pregunto con sencillez. A veces le hago preguntas que tal vez le han de parecer tontas, pero no me importa. Me basta saber lo que piensa, y asimilarlo. También deberíais hacer así. Pero siempre tenéis miedo. ¿De qué cosa? ¿De ser ignorantes? ¿De ser superficiales? ¿De ser unos testarudos? Deberíais de tener miedo de no estar preparados para cuando se vaya. Siempre lo anda repitiendo... y por eso no me separo de El... Siento que será un inmenso dolor..."
"¡No pensemos en eso!" exclama Andrés. Los demás le hacen eco.
"¿Cuándo sucederá? Responde siempre: "Pronto". Pero pronto puede ser dentro de un mes, como dentro de años. Es muy joven y el tiempo pasa veloz... ¿Qué te pasa, hermano? Palideces..." pregunta Tadeo a Santiago.
"¡Nada! ¡Nada!..." responde con la cabeza inclinada a su hermano.
Tadeo se inclina para verlo bien... "¡Si tienes lágrimas en los ojos ! ¿Qué tienes?"
"Lo que vosotros... Pensaba en cuando estaremos solos."
"¡Oh! ¿Qué le pasa a Simón de Jonás que va corriendo y gritando como un desesperado en día de tempestad?" pregunta Santiago de Zebedeo, señalando a Pedro, que dejando a Jesús, corre por el camino gritando y diciendo algo que el viento no deja percibir.
descubren a dos viajeros que vienen de la ciudad
hacia el camino principal.
Son Tomás y Judas.
Apresuran el paso y ven que Pedro va por una vereducha que viene de Séforis que no está lejana (así dicen los discípulos y se preguntan si irá a allá por órdenes de Jesús). Pero luego al ver bien, descubren a dos viajeros que vienen de la ciudad hacia el camino principal. Son Tomás y Judas.
"¡Vamos! Y ¿por estos rumbos? Debían de ir de Nazaret a Caná y luego a Tiberíades..." dicen varios de los apóstoles.
"Tal vez venían en busca de discípulos. Era su misión" dice prudentemente Zelote que siente que la duda entra en el corazón de algunos de sus compañeros.
"Apresuremos el paso. Jesús se ha quedado solo y parece que nos espera..." aconseja Mateo.
Jesús saluda a los dos recién llegados
Alcanzan a Jesús al mismo tiempo que Pedro, Judas y Tomás. Jesús está muy pálido, tanto que Juan le pregunta: "¿Te sientes mal?". Jesús le sonríe, hace señal de que no, mientras saluda a los dos recién llegados.
Abrazan primero a Tomás, alegre y contento como siempre, pero al mirar al Maestro tan cambiado, no puede menos de preguntar: "¿Has estado enfermo?"
"No, Tomás. ¿Y tú has estado bien?"
"Yo sí, Señor. Siempre bien y siempre feliz. No me hacía falta otra cosa más que Tú para que fuera completamente feliz. Mis padres te agradecen que me hayas enviado por algún tiempo. Mi padre estaba un poco enfermo y yo tuve que trabajar. Estuve en casa de mi hermana gemela, he visto a mi sobrinito, e hice que le pusieran el nombre que me habías aconsejado. Luego llegó Judas y me ha hecho dar vueltas como una tórtola en tiempo de amores, de arriba a abajo, donde había discípulos. Ya había dado él sus vueltas por su parte. El te lo contará, porque ha trabajado por diez y merece que lo escuches."
El turno es ahora de Judas, que pacientemente ha esperado y se acerca triunfante, alegre. Jesús lo atraviesa con su mirada de zafiro. Lo besa y también Judas lo besa, como lo hizo Tomás. Las siguientes palabras afectuosas salen de los labios de Jesús: "¿Y tu madre se sintió feliz de que estuvieras con ella? ¿Está bien esa santa mujer?"
"Sí, Maestro. Te bendice porque le enviaste a su Judas. Quería mandarte algunos regalos, pero ¿cómo iba a poder traértelos si andaba por acá y por allá, por montes y valles? Puedes estar tranquilo, Maestro. Todos los grupos de discípulos que visité, trabajan santamente. La idea se propaga cada vez más. Personalmente quise informarme de su repercusión entre los más poderosos escribas y fariseos. A muchos ya conocía, y a otros he conocido ahora por amor a Ti. He ido a ver a saduceos, herodianos... ¡Oh! te aseguro que mi dignidad ha sido pisoteada... ¡Pero por amor a Ti! Esto y más haré. Muchos me han rechazado y anatematizado. Pero también logré suscitar simpatías en algo que tenían prejuicios contra Ti. No quiero que me alabes. Bástame haber cumplido con mi deber, y agradezco al Eterno de haberme siempre ayudado. Tuve que hacer milagros en determinados casos. Me dolió porque merecían rayos, y no bendiciones. Pero dices que hay que amar y ser pacientes... Lo hice para honra y gloria de Dios y para alegría tuya. Espero que muchos obstáculos desaparecerán para siempre, tanto más que di mi palabra de honor que no estaban más contigo aquellos dos que te daban tanta sombra. Después me vino escrúpulo de haber afirmado lo que no sabía con certidumbre. Entonces quise informarme por mí mismo, para que no cayera en mentira, cosa que por otra parte me hubiera indispuesto con los que pueden convertirse... ¡Imagínate! ¡También hablé con Anás y Caifás!... ¡Oh! quisieron reducirme a cenizas con sus reproches... Pero me porté tan humilde, empleé mi elocuencia, que terminaron diciéndome: "Bueno, si las cosas son así... Nosotros las conocíamos de modo diverso. Los jefes del Sanedrín, que podían saberlas bien, nos las han contado al contrario y...' "
"No vas a querer insinuar que José y Nicodemo han sido unos mentirosos" le interrumpe Zelote con energía.
y cómo siguiendo su consejo y el de Nicodemo,
Tú, Maestro, habías alejado de Ti
al galeote y a la griega.
Porque esto lo has hecho ¿o no es verdad?"
"¿Y quién lo está diciendo? Antes bien, José que me vio cuando salía de casa de Anás me preguntó: "¿Por qué estás tan cambiado?" Le conté todo y cómo siguiendo su consejo y el de Nicodemo, Tú, Maestro, habías alejado de Ti al galeote y a la griega. Porque esto lo has hecho ¿o no es verdad?" pregunta Judas mirando fijamente a Jesús con sus ojos brillantes, fosforescentes. Parece como si quisiera leer lo que Jesús ha hecho.
Jesús, que lo tiene muy enfrente de Si, con calma responde: "Te ruego que prosigas tu relato que me interesa mucho. Es una relación exacta que puede servir de mucho."
"¡Bien! Decía yo que Anás y Caifás han creído, lo que es mucho para nosotros. ¿No es verdad? ¡Y luego!... ¡Oh, ahora os voy a hacer reír! ¿No sabéis que los rabinos me tomaron y me hicieron pasar otro examen, como lo hace un menor de edad que se convierte en mayor? Y qué examen! ¡Bien! Los persuadí y me dejaron ir. Entonces me vino la sospecha y temor de haber afirmado algo que no era verdad. Pensé en ir a traer a Tomás, y en volver a visitar los lugares donde estaban los discípulos, o bien donde era posible que estuviesen Juan y la griega. Estuve en casa de Lázaro, de Mannaén, en el palacio de Cusa en casa de Elisa de Betsur, en Béter, en los jardines de Juana, en Getsemaní, en la casucha de Salomón del otra lado del Jordán, en Aguas Claras, en casa de Nicodemo, de José..."
"Pero no los viste ¿verdad?"
¡Ah, a propósito! Ismael ben Fabi, que está
en su palacio de la campiña de Mageddo,
tiene deseos de que seas su huésped...
"No. Me convencí que no los encontraría. Pero sabes... Quería estar seguro. En una palabra. Inspeccioné todos los lugares donde podían estar... Y cuando no los encontraba en algún lugar -testigo es Tomás- decía yo: "¡Sean dadas gracias al Señor!" y añadía: "¡Oh Eterno, haz que jamás los encuentre!" ¡De veras! Suspiraba mi alma. El último lugar fue Esdrelón... ¡Ah, a propósito! Ismael ben Fabi, que está en su palacio de la campiña de Magedo, tiene deseos de que seas su huésped... Pero si yo fuera Tú, no iría..."
"¿Por qué? Sin duda alguna que iré. También yo tengo deseos de verlo. En lugar de ir a Séforis iremos a Esdrelón, y pasado mañana, que es la vigilia del sábado, a Mageddo, y de allí a casa de Ismael."
"¡No, Señor! ¿Por qué? ¿Crees que te quiere?"
"Pero si has ido a verlo, has hecho que se pase a mi lado ¿por qué no quieres que vaya?"
"No fui a verlo... Estaba en sus campos y me reconoció. Yo ¿no es verdad, Tomás?, yo quise huir cuando lo vi. No pude porque me llamó por mi nombre. Yo... Yo no puedo menos de aconsejarte que no vayas por ningún motivo a casa de algún fariseo, escriba, o bichos semejantes. No sacas nada a tu favor. Estemos entre nosotros, solos, con el pueblo y basta. También Lázaro, Nicodemo, José... será un sacrificio... Es mejor hacer así, para no crear celos, envidias y críticas... Se habla sobre mesa... y ellos tuercen todas tus palabras. Volvamos a Juan... Ahora iba a Sicaminón, aun cuando Isaac, a quien encontré en los confines de la Samaria, me había jurado de no haberlo visto desde octubre."
"E Isaac dijo la mera verdad. Pero lo que me aconsejas acerca de escribas y fariseos, contradice a lo que antes habías dicho. Tú me has defendido... ¿no es verdad? Has dicho: "Muchos obstáculos que había contra Ti han sido abatidos". ¿O no dijiste así?"
"Sí, Maestro."
"Entonces ¿por qué no puedo terminar por
defenderme a Mí mismo? Así pues, iremos
a casa de Ismael.
"Entonces ¿por qué no puedo terminar por defenderme a Mí mismo? Así pues, iremos a casa de Ismael. Tú regresa, y se lo avisas. Irán contigo Andrés, Simón Zelote y Bartolomé. Nosotros iremos a donde están los campesinos y ahí nos detendremos. En cuanto a Sicaminón, fuimos. Éramos once. Te aseguramos que Juan no está allí. Como tampoco en Cafarnaum, Betsaida, Tiberíades, Mágdala, Nazaret, Corozaín, Belén de Galilea, ni en ningún otro lugar a donde tal vez pensabas ir... para asegurarte tú mismo que Juan no está ni entre los discípulos, ni en ninguna casa amiga."
Jesús lo abraza como para besarlo y mientras
lo tiene así en voz baja le dice:
"¡Infeliz!
¿Qué has hecho de tu alma?"
Jesús ha hablado con tono tranquilo, natural... Pero tal vez hay algo en ese tono que turba a Judas, que le hace cambiar por un momento de color. Jesús lo abraza como para besarlo y mientras lo tiene así en voz baja le dice: "¡Infeliz! ¿Qué has hecho de tu alma?"
"Maestro... yo..."
"¡Vete! ¡Hueles más a infierno que el mismo Satanás! ¡Cállate!... Y arrepiéntete si puedes."
Judas... yo habría escapado por donde hubiera podido. Pero él, desvergonzadamente dice en voz alta: "Gracias, Maestro. Te ruego que antes que vaya, me escuches dos palabras en secreto."
Todos se retiran unos cuantos metros.
"¿Por qué, Señor, me has dicho esas palabras? Me has causado un gran dolor."
"Porque son verdad. Quien comercia con Satanás, toma su olor."
"¡Ah! ¿Por lo de la nigromancia? ¡Qué miedo me diste! ¡Fue una guaza! ¡No más que una travesura de niño curioso! Me sirvió para ir a ver a algunos saduceos y para perder las ganas de ella. Ves que puedes absolverme tranquilamente. Son cosas inútiles cuando se tiene tu poder. Tenías razón. ¡Ea, Maestro! ¡Mi pecado es tan pequeño!... Tu sabiduría es tan grande. Pero ¿quién te lo dijo?"
Jesús lo mira severo, mas no le responde.
"¿De veras has visto en mi corazón el pecado?"
"¡Y me has dado asco! ¡Vete, y no hables más!"
"¿De veras has visto en mi corazón el pecado?" pregunta Judas un poco atemorizado.
"¡Y me has dado asco! ¡Vete, y no hables más!" Le vuelve las espaldas. Va a donde están los discípulos, a quienes ordena de camibar de ruta. Se despide de Bartolomé, Simón y Andrés que se unen a Judas. Mientras estos caminan aprisa, los que se quedan con Jesús van despacio, ignorantes de lo que ha pasado. Y tanto lo están que alaban a Judas por su actividad y sagacidad. El honrado Pedro se acusa sincero del pensamiento temerario que había fomentado contra su condiscípulo...
Jesús sonríe, sonríe como cansado, como abstraído, como si oyese el golpear del sonido de las palabras de sus compañeros contra las piedras pero que no pueden conocer toda la verdad..
VI. 130-137
A. M. D. G.