LA NOCHE EN GADARA Y LA PARTIDA. 

 

EL DIVORCIO

 

 


 

#Jesús y los suyos en Gadara   

#De la puerta de la habitación que da a la terraza inferior, sale una sombra alta que se distingue apenas por lo blanco de su faz y de sus manos La sigue otra sombra de menor estatura.   

#Jesús dice: "Y ahora que nos hemos bañado en las estrellas, oremos."  

 

#"Dime lo que crees que debes decirme. ¿Qué cosas has intuido con la ayuda de la luz espiritual en el alma tenebrosa de tu compañero?"   

#¿es pecado decir el mal que vemos en otros? Jesús le enseña   

#Judas es un impuro... y me tienta a serlo   .   

#Dime, ¿podrá esto dañar mi ofrenda? "No. Así como no hace nada el fango que cae sobre un  diamante. No lo rasguña, no penetra en él. Basta un vaso de agua para limpiarlo, y es más lindo que antes."   

#Pero que tenga dos bolsas, la que dice que es suya y no es verdad, pues es tuya y que te da para que sea alabado, esto si es cierto.   

#hace cosas de magia. Esto no es ni mentira, ni algo dudoso. Lo he visto con mis propios ojos.   

#Por esto ofrezco en sacrificio la mía al Padre, para que se la de a él, y para que él no siga pecando más.  

  #Salen de la casa. los detiene un oficial romano a quien acompañan otros soldados.   

#Jesús hace señal como de que va a hablar. Está dicho en el libro de Esdras, en su plegaria: "¿Y qué diremos ahora, ¡oh Dios nuestro! después de lo que ha pasado? Que, si hemos abandonado tus mandamientos que nos diste a conocer por medio de tus siervos..." "   

#"Detente, Tú que estás hablando. El tema te lo vamos a dar nosotros" grita un puñado de fariseos "Queríamos saber si es lícito al hombre repudiar por cualquier motivo a su propia mujer.   

#"Aprobando lo sucedido en el noventa por ciento de los casos. Y en el diez restante que no aprobáis se encuentra la categoría de los pobres o de vuestros enemigos."   

#Y a esta segunda categoría añado una tercera, la de que si fuera lícito el divorcio, se crearía un derecho más para hacerlo, porque la de los verdaderos casos vergonzosos, como una lepra incurables, como una condena a toda la vida, como enfermedades que no conviene mencionar..."   

#"Ni según Yo, ni según el Altísimo, ni según quien tenga un corazón recto.   

#¿por qué Moisés dijo: "Si un hombre toma mujer y ella no encuentra gracia ante sus ojos por algo que no le gusta, escribirá un libelo de repudio, se lo pondrá en la mano y la despachará de su casa?". "   

#Vosotros, al repudiar, cosa que no es lícita, inferís una injuria al alma de vuestra compañera, al cuerpo gemelo que se os unió, al ser completo que es la mujer con quien os casasteis, exigiéndole su honestidad, 

  #Y en ningún otro caso es lícito. Si tuvieres hijos ilegítimos de vuestra concubina, tenéis el deber de terminar con el escándalo, casándoos con ella, si fuereis libres.   

#"¡Es severo el hombre! ¡Si fuera a Roma vería qué fango bulle allá!" dice un romano. Algunos de Gadara protestan: "¡Es duro ser hombre, y tener que ser casto!..."  

  #Existe la tercera categoría, la de eunucos voluntarios que sin emplear la violencia, y por lo tanto con doble mérito, siguen el reclamo de Dios y viven como ángeles para que el altar solitario de la tierra tenga todavía flores e inciensos para el Señor. Estos niegan a la parte inferior satisfacciones, para que crezca la parte superior, y así florezca en los jardines celestiales más cercanos al trono del Rey.  

  #Los apóstoles casados hablan entre sí en voz baja. "¿Y nosotros? Nosotros no sabíamos tales cosas y nos casamos. Pero nos gustaría ser como dices..." "Nadie ha dicho que no lo podáis ser. Vivid continentes, viendo en vuestra mujer a vuestra hermana, y tendréis un gran mérito ante los ojos de Dios.

 


 

JESÚS Y LOS SUYOS EN GADARA

Las grandiosas estrellas de una noche serena de marzo brillan en el cielo oriental, tan gigantescas, tan claras que parece como si el firmamento hubiera descendido para formar una especie de baldaquín sobre la casa en que está Jesús. Es una casa muy grande, sita en uno de los puntos más altos de la ciudad, de modo que por cualquier parte se puede contemplar el horizonte. Y si la tierra no se ve por estar sumida en la oscuridad nocturna y a la que no ilumina la luna, por estar en su fase menguante, el cielo resplandece con sus miles y miles de faroles. Realmente es la venganza del firmamento que expone sus jardines de astros, sus praderas de galaxias, sus gigantescos planetarios, sus bosques de constelaciones en frente de las efímeras vegetaciones terráqueas, que aunque seculares, no dejan de ser una hora respecto a él que existe, obra del Creador. Y perdiéndose uno allá arriba, paseando la mirada por los caminos resplandecientes, donde las estrellas parecen plantadas, antójasele a uno percibir voces, cánticos de esas selvas de luz, de ese gigantesco órgano de la más sublime de las catedrales, donde me complazco en imaginar que hacen de registros y tubulares los vientos astrales y de voces las estrellas lanzadas en su trayectoria. Tanto más me parece que percibo esto cuando que el silencio nocturno que cobija a Gadara que duerme es absoluto. Ni fuentes cantan, ni pajarillos trinan. Duerme el mundo, duermen sus creaturas. Duermen los seres humanos.

 

De la puerta de la habitación que da a la terraza 

inferior, sale una sombra alta que se distingue 

apenas por lo blanco de su faz y de sus manos 

La sigue otra sombra de menor estatura.

 

De la puerta de la habitación que da a la terraza inferior, pues hay una superior, sale una sombra alta que se distingue apenas por lo blanco de su faz y de sus manos en contraste con el vestido oscuro. La sigue otra sombra de menor estatura. Caminan de puntillas para no despertar a los que tal vez duermen en la habitación próxima, y de puntillas suben por la escalera exterior que lleva a la terraza superior. Se toman de la mano y van a sentarse en una especie de banco que hay contra el parapeto que es alto y de este modo nadie puede verlos. Aun cuando brillase la más clara de las lunas, para ellos no significaría nada. La ciudad está toda escondida, y con ella los contornos de los montes, en la oscuridad nocturna. Tan sólo el cielo con sus constelaciones de primavera, con sus magníficas estrellas como la de Orión, Rigel y Betelgeuse, la de Aldebarán, Perseo, Andrómeda, Casiopea, y las Pléyades con sus hermanas. Venus parece un zafiro, un diamante. Marte está envuelto en su manto color rubí, Júpiter en el suyo de topacio. Son esas estrellas las reinas del pueblo astral y se mueven, se mueven como para saludar a su Señor. Mueven sus pestañas, sus ojitos para alumbrar al que es su Luz.

 

Jesús dice: "Y ahora que nos hemos bañado 

en las estrellas, oremos." 

 

Jesús apoyando su cabeza contra el parapeto la levanta para contemplarlas, y Juan hace lo mismo perdiéndose quién sabe dónde... Jesús dice: "Y ahora que nos hemos bañado en las estrellas, oremos." Se ponen de pie. Una oración larga, silenciosa, profunda, con los brazos abiertos en forma de cruz, con el rostro levantado hacia oriente donde parpadea un rayito de luna. Luego el "Pater" que dicen ambos lentamente, no una vez sino tres, y siempre con una insistencia en el pedir que se revela en la voz. Una súplica que aleja el corazón del cuerpo, y lo lanza por los caminos de lo infinito por lo ardiente que es.

Luego, silencio. Se sientan donde antes, mientras la luna pincela de blanco a la adormecida tierra.

 

"Dime lo que crees que debes decirme. 

¿Qué cosas has intuido con la ayuda de la luz 

espiritual en el alma tenebrosa de tu compañero?"

 

Jesús pone su brazo en la espalda de Juan. Le dice: "Dime lo que crees que debes decirme. ¿Qué cosas has intuido con la ayuda de la luz espiritual en el alma tenebrosa de tu compañero?"

"Maestro... me ha dolido habértelo dicho. Cometeré dos pecados."

"¿Por qué?"

 

¿es pecado decir el mal que vemos en otros?. 

Jesús le enseña

 

"Porque te causaré dolor al revelarte lo que no sabes, y porque... Maestro, ¿es pecado decir el mal que vemos en otros? Lo es ¿verdad? Y entonces ¿cómo puedo decirlo, sin faltar a la caridad?... " Juan está angustiado.

Jesús da luz a su alma. "Escucha, Juan. ¿Quién vale más para ti el Maestro o el condiscípulo?"

"Tú, Señor. Tú vales todo."

"¿Y qué soy para ti?"

"El principio y el fin. Eres el Todo."

"¿Crees que siendo Yo el Todo, sepa también todo lo que es?"

"Sí, Señor, y por esto encuentro en mí una contradicción, pues pienso que sabes y sufres. Y porque recuerdo que un día me dijiste que ahora eres el Hombre, solo el Hombre, y que por esto el Padre te permite conocer lo que es propio de un ser humano, que debe guiarse por la razón. Y también pienso que Dios, por compasión a Ti, podría ocultarte estas verdades feas..."

"Piensa en esto, Juan y habla con toda confianza. Confiar lo que sabes a quien para ti es el "Todo", no es pecado. Porque "el Todo" no se escandaliza, ni murmura, ni faltará a la caridad, ni siquiera con el pensamiento. Sería pecado si dijeras lo que sabes a quien no puede ser todo amor; a tus compañeros, por ejemplo, que murmurarían y hasta atacarían al culpable sin brizna de misericordia, haciendo daño a él y a sí mismos. Porque es necesario tener misericordia, una misericordia tanto más grande cuanto más tenemos ante nosotros un alma pobre contagiada con todos los males. Un médico, un enfermero compasivo, o bien una madre, si el mal que padece un enfermo es pequeño, se impresionan poco, y poco luchan por curarlo, pero si el hijo, o bien otra persona está muy enferma, en peligro de vida, con gangrena, parálisis, tú sabes cómo luchan, sin reparar en asco y fatigas. ¿No es así?"

"Así es, Maestro" dice Juan que como de costumbre ha apoyado su cabeza sobre el hombro de Jesús.

"Y bien. No todos saben tener misericordia de las almas enfermas, por esta razón hay que ser prudentes al descubrirles sus males, para que el mundo no los evite y no les haga mal con su desprecio. El enfermo que se ve despreciado, pierde toda esperanza y empeora. Pero si ve que se le cura con alegría, puede aliviarse, porque la alegría llena de esperanza entra en él y le sirve de mucho, además de la asistencia del médico. Tú sabes que soy la misericordia y que no mortificaré a Judas. Habla, pues, sin escrúpulo alguno. No eres un espía. Eres un hijo que confía al padre, con preocupación amorosa, el mal que ha descubierto en su hermano, para que él lo cure. ¡Ea, pues!"

 

Judas es un impuro... y me tienta a serlo.

 

Juan lanza un fuerte suspiro, inclina su cabeza, reposándola sobre el pecho de Jesús. Dice: "¡Qué penoso es hablar de cosas pútridas!... ¡Señor!... Judas es un impuro... y me tienta a serlo. Que se burle de mí, no me importa, pero me duele que se acerque a Ti emporcado de sus sucios amoríos. Desde que egresó me ha tentado muchas veces. Cuando por causalidad estamos solos -y él busca la manera de que lo estemos- no hace otra cosa más que hablar de mujeres... siento al oírlo tal repugnancia como si me quisieran abrir la boca para meterme algo fétido."

"¿En el fondo de tu corazón te has sentido turbado?"

"¿Turbado? ¿Cómo? Mi corazón se estremece, mi razón grita contra estas tentaciones... ¡No quiero corromperme!..."

"¿Cómo reacciona tu cuero?"

"Reacciona de horror, de asco."

 

Dime, ¿podrá esto dañar mi ofrenda? 

"No. Así como no hace nada el fango que cae 

sobre un diamante. 

 

No lo rasguña, no penetra en él. Basta un vaso 

de agua para limpiarlo, y es más lindo que antes."

 

"Sólo, Maestro, y entonces lloro porque me parece que Judas no podría lanzar una ofensa mayor a quien se ha consagrado a Dios, Dime, ¿podrá esto dañar mi ofrenda?"

"No. Así como no hace nada el fango que cae sobre un diamante. No lo rasguña, no penetra en él. Basta un vaso de agua para limpiarlo, y es más lindo que antes."

"¡Límpiame, entonces!"

"Tu caridad, tu ángel lo hacen. Nada queda sobre ti. Eres un altar limpio sobre el que baja Dios. ¿Qué otra cosa hace Judas?"

"Señor, él... ¡Oh, Señor!" Y Juan baja mucho más su cabeza.

"¿Qué es?"

 

Pero que tenga dos bolsas, la que dice que es suya 

y no es verdad, pues es tuya y que te da 

para que sea alabado, esto si es cierto.

 

"El... No es verdad que el dinero que te da para los pobres sea suyo. Es el dinero de los pobres que se roba, para que se le alabe su generosidad ficticia. Lo hiciste rabiar cuando al regresar del Tabor le quitaste el dinero. Me dijo: "¡Hay espías entre nosotros!". Yo contesté: "¿Espías de qué? ¿Robas acaso?" "No" replicó, "pero tomo mis providencias y hago dos bolsas. Alguien se lo habrá dicho al Maestro y me obligó a entregar todo. No tuve otro remedio". Pero no es verdad que lo haga por tomar providencias, lo hace para tener dinero. Estoy casi seguro de no equivocarme."

"¡Casi seguro! Esta falta de certidumbre completa es una culpa leve. No puedes acusarlo de que sea ladrón, si no estás absolutamente cierto. Algunas veces las acciones de los hombres parecen feas, pero son buenas."

"Es verdad, Maestro. No lo acusaré de ellos ni siquiera con el pensamiento. Pero que tenga dos bolsas, la que dice que es suya y no es verdad, pues es tuya y que te da para que sea alabado, esto si es cierto. Yo no lo haría. Me parece que no está bien hacerlo."

"Tienes razón. ¿Qué otra cosa ibas a decirme?"

 

hace cosas de magia. Esto no es ni mentira, 

ni algo dudoso. 

Lo he visto con mis propios ojos.

 

Juan levanta una cara horrorizada. Abre su boca para hablar, luego la cierra, y cae de rodillas escondiendo su cara entre la vestidura de Jesús que le pone su mano sobre sus cabellos.

"¡Ea! Tal vez no viste bien. Te ayudaré. Debes decirme las sospechas que tengas acerca de las causas que orillan a Judas a pecar."

"Señor, él siente no tener fuerza para hacer milagros... Sabes que siempre ha ambicionado tenerla... ¿Te acuerdas de Endor? Pues bien... es el que menos puede. Desde que regresó no logra hacer nada... Aun en la noche se lamenta como si tuviera alguna pesadilla y... ¡Maestro, Maestro mío!"

"¡Vamos! ¡Habla! ¡Di todo!"

"Impreca... hace cosas de magia. Esto no es ni mentira, ni algo dudoso. Lo he visto con mis propios ojos. Me toma como compañero porque duermo profundamente, mejor dicho, porque dormía como un lirón. Ahora, digo la verdad, lo vigilo, y mi sueño no es tan profundo porque apenas se mueve, lo siento... Tal vez he hecho mal. He fingido dormir para ver lo que hacía. Dos veces lo he escuchado y he visto que hace cosas feas. No sé nada de magia, pero lo que hace sí que lo es."

"¿Sólo?"

 

Por esto ofrezco en sacrificio la mía al Padre, 

para que se la de a él, y para que él no siga 

pecando más.

 

"Sí y no. Lo seguí en Tiberíades. Fue a una casa. Pregunté que quién había allí. Uno que ejerce la magia con otros. Cuando Judas salió, como al amanecer, por las palabras que se dijeron comprendí que se conocen y que son muchos... pero no todos extranjeros. Pide al demonio la fuerza que no le das. Por esto ofrezco en sacrificio la mía al Padre, para que se la de a él, y para que él no siga pecando más."

"Deberías darle tu alma, pero esto ni el Padre ni Yo lo permitiremos..."

Un largo silencio. Luego Jesús con voz cansada dice: "Vámonos, Juan. Descansaremos hasta que el alba salga."

"Estás más triste que antes, Señor. ¡Hice mal en haber hablado!"

"No. Lo sabía ya. Pero tú por lo menos sientes menor peso... y esto es lo que importa."

"Señor ¿debo evitarlo?"

"No. No tengas miedo. Satanás no hace ningún daño a los Juanes. Los aterroriza, pero no puede arrebatarles la gracia que Dios continuamente usa con ellos. Ven. Hablaré en la mañana y luego iremos a Pela. Hay que darse prisa porque el río está crecido con la nieve que se derrite y por las lluvias de los días pasados. Pronto empezará a salir de madre, tanto más cuanto que la luna con su círculo predice lluvias abundantes..."

Bajan y desaparecen en la habitación inferior.

Ha amanecido. Es una mañana de marzo. Por esto rayos de sol y nubecillas juegan en el cielo. Pero las nubecillas vencen a los rayos, tratando de apoderarse del cielo. Sopla a ratos un aire caliente. Es pesado. viene con un polvo que tal vez proceda de las zonas del altiplano.

"¡Si el viento no cambia, tenemos lluvia!" predice secamente Pedro al salir de la casa con los demás.

 

Salen de la casa. los detiene un oficial romano 

a quien acompañan otros soldados.

 

El último en salir es Jesús, que se despide de los dueños de la casa, pero el dueño se une a El. Se dirigen a la plaza. Después de unos cuantos pasos que han dado los detiene un oficial romano a quien acompañan otros soldados.

"¿Eres Tú, Jesús de Nazaret?"

"Sí."

"¿Qué cosa haces?"

"Hablo a las multitudes."

"¿En dónde?"

"En las plazas."

"¿Palabras sediciosas?"

"No. Consejos para practicar la virtud."

"¡Cuidado! ¡No mientas! Roma está hasta el colmo de dioses falsos."

"Ven también si quieres, y verás que no miento."

El hombre en cuya casa se hospedó Jesús se siente obligado a intervenir: "¿Pero desde cuándo se hacen tantas preguntas a un rabí?"

"Ha sido denunciado como un hombre sedicioso."

"¿Sedicioso? ¿El? ¡Estás viendo mal, Mario Severo! ¡Este hombre es el más bueno de la tierra! Te lo digo yo."

El oficial se encoge de hombros y responde: "Mejor para El. Pero tal fue la denuncia que recibió el centurión Vete, pues. Se te ha avisado." Y dando la media vuelta se va con sus subalternos.

"¿Quién habrá sido? ¡No lo comprendo!" se preguntan varios.

Jesús responde: "No os preocupéis por saberlo. De nada sirve. Vamos a la plaza, mientras hay gente. Luego partiremos."

La plaza ha de ser un lugar de comercio. No es un mercado propiamente dicho, porque está rodeada de tiendas y bodegas. La gente viene a ellas. Y por eso hay mucha gente en la plaza. alguien conoce a Jesús y pronto un círculo de personas rodea al "Nazareno". Es un círculo en que se encuentra toda clase de rangos sociales y de nacionalidades. Algunos se han acercado por respeto, otros por curiosidad.

 

Jesús hace señal como de que va a hablar. 

Está dicho en el libro de Esdras, en su plegaria: 

"¿Y qué diremos ahora, ¡oh Dios nuestro! 

después de lo que ha pasado? 

Que, si hemos abandonado tus mandamientos 

que nos diste a conocer 

por medio de tus siervos..." "

 

Jesús hace señal como de que va a hablar.

"¡Oigámoslo!" dice un romano que sale de una bodega.

"¿No tendremos que escuchar una lamentación?" le replica un compañero.

"No lo creas, Constancio. Es menos indigesto que cualquiera de nuestros acostumbrados retóricos."

"A quien me escucha, la paz! Está dicho en el libro de Esdras, en su plegaria: "¿Y qué diremos ahora, ¡oh Dios nuestro! después de lo que ha pasado? Que, si hemos abandonado tus mandamientos que nos diste a conocer por medio de tus siervos..." "

 

"Detente, Tú que estás hablando. 

El tema te lo vamos a dar nosotros" 

grita un puñado de fariseos 

 

"Queríamos saber si es lícito al hombre repudiar 

por cualquier motivo a su propia mujer.

 

"Detente, Tú que estás hablando. El tema te lo vamos a dar nosotros" grita un puñado de fariseos que se abre paso entre la gente. Y casi al mismo tiempo se ve la escolta armada que hace firme en el ángulo más cercano. Los fariseos están en frente de Jesús. "¿Eres Tú el Galileo? ¿Eres Jesús de Nazaret?"

"Sí."

"¡Sea alabado Dios, porque te hemos encontrado!" Sus palabras contrastan con el coraje que muestran por tenerlo cerca.

El de mayor edad dice: "Hace muchos días que te hemos venido siguiendo. Siempre llegamos después de que has partido."

"¿Por qué me seguíais?"

"Porque eres el Maestro y queremos que nos enseñes en un punto oscuro de la ley."

"No existen puntos  oscuros en la ley de Dios."

"En ella, no. Pero, ¡eh! ¡eh!  ... ¡y la han hecho oscura!"

"A lo más, se tratará de penumbras. Basta con dirigir la mente a Dios para que desaparezcan aun estas."

"No todos lo saben hacer. Nosotros, por ejemplo, nos encontramos en la penumbra. Tú eres el Rabí, ¡eh! ¡eh! ¡Ayúdanos, pues!"

"¿Qué queréis saber?"

"Queríamos saber si es lícito al hombre repudiar por cualquier motivo a su propia mujer. Es algo que sucede con frecuencia, y cada vez que ocurre da mucho qué decir. Se dirigen a nosotros para saber si es lícito, y nosotros, según el caso, damos la respuesta."

 

"Aprobando lo sucedido en el noventa por ciento 

de los casos.

 

Y en el diez restante que no aprobáis 

 

se encuentra la categoría de los pobres 

o de vuestros enemigos."

 

Y a esta segunda categoría añado una tercera, 

la de que si fuera lícito el divorcio, se crearía 

un derecho más para hacerlo, porque la de los 

verdaderos casos vergonzosos, 

como una lepra incurables, 

como una condena a toda la vida, 

como enfermedades que no conviene mencionar..."

 

"Aprobando lo sucedido en el noventa por ciento de los casos. Y en el diez restante que no aprobáis se encuentra la categoría de los pobres o de vuestros enemigos."

"¿Cómo lo sabes?"

"Porque esto es lo que sucede en las cosas humanas. Y a esta segunda categoría añado una tercera, la de que si fuera lícito el divorcio, se crearía un derecho más para hacerlo, porque la de los verdaderos casos vergonzosos, como una lepra incurables, como una condena a toda la vida, como enfermedades que no conviene mencionar..."

"Entonces según Tú no es lícito el divorcio."

 

"Ni según Yo, ni según el Altísimo, 

ni según quien tenga un corazón recto.

 

"Ni según Yo, ni según el Altísimo, ni según quien tenga un corazón recto. ¿No habéis leído que el Creador, en el principio de los días, creó al hombre y a la mujer? El creó a un varón y a una mujer. No tenía necesidad de hacerlo, porque habría podido, tratándose del rey de la creación, hecho a imagen y semejanza suya, proveer a otro modo de procreación, y también hubiera sido bueno aunque diverso de todos los otros modos. Dijo: "Por esto el varón dejará a su padre y madre y se unirá con la mujer, y los dos formarán un solo cuerpo". Así pues Dios os juntó en una unidad compacta. No son pues "dos" cuerpos sino "uno". Lo que Dios ha unido porque ha visto que es "cosa buena", el hombre no lo separe, porque si esto sucede, ya no es más cosa buena."

 

¿por qué Moisés dijo: "Si un hombre toma mujer 

y ella no encuentra gracia ante sus ojos por algo 

que no le gusta, escribirá un libelo de repudio, 

se lo pondrá en la mano 

y la despachará de su casa".? "

 

"Entonces ¿por qué Moisés dijo: "Si un hombre toma mujer y ella no encuentra gracia ante sus ojos por algo que no le gusta, escribirá un libelo de repudio, se lo pondrá en la mano y la despachará de su casa".? "

"Lo dijo por la dureza de vuestro corazón. Para evitar de este modo desórdenes más graves. Esta es la razón por la que os permitió repudiar a vuestras mujeres, pero no fue así en el principio, porque la mujer vale más que una bestia, la cual según el capricho de su dueño o de las circunstancias libres de la naturaleza, se acopla con este o aquel macho, pero es un ser que no tiene alma, y sólo sirve para la reproducción. Vuestras mujeres tienen un alma como la tenéis vosotros, y no es justo que la pisotéis sin compasión alguna. Que si se dijo a Eva: "Estarás sujeta a la autoridad del marido. El será tu dueño" esto debe realizarse según justicia y no con abuso de poder, que daña los derechos del alma que es libre y digna de que se le respete.

 

Vosotros, al repudiar, cosa que no es lícita, 

inferís una injuria al alma de vuestra compañera, 

al cuerpo gemelo que se os unió, 

al ser completo que es la mujer con quien 

os casasteis, exigiéndole su honestidad,

 

Vosotros, al repudiar, cosa que no es lícita, inferís una injuria al alma de vuestra compañera, al cuerpo gemelo que se os unió, al ser completo que es la mujer con quien os casasteis, exigiéndole su honestidad, mientras que vosotros, ¡perjuros! os acercasteis a ella manchados, y tal vez hasta corrompidos, y continuáis siéndolo, no desperdiciando ninguna ocasión para poder golpearla, y dar mayor campo a vuestra insaciable lujuria que os quema. ¡Sois unos prostituidores de vuestras mujeres! Por ningún motivo podéis separaros de vuestra mujer que se os unió según la ley y la bendición. Sólo en el caso que la gracia os tocare, y comprendiereis  que la mujer no es una propiedad sino un alma, y que por lo tanto tiene iguales derechos a que se le reconozca como parte del hombre y no como un objeto de placer; y sólo en el caso que vuestro corazón sea tan duro que no la podáis hacer vuestra mujer, después de que gozasteis de ella como si fuera una prostituta, sólo en el caso en que tengáis que quitar este escándalo de dos que viven sin la bendición de Dios, podéis enviarla a su casa, porque entonces vuestra vida no es una unión matrimonial, sino fornicación que frecuentemente carece de hijos, porque abortados o alejados por vergüenza.

 

Y en ningún otro caso es lícito. Si tuvieres hijos 

ilegítimos de vuestra concubina, 

tenéis el deber de terminar con el escándalo, 

casándoos con ella, si fuereis libres.

 

Y en ningún otro caso es lícito. Si tuvieres hijos ilegítimos de vuestra concubina, tenéis el deber de terminar con el escándalo, casándoos con ella, si fuereis libres. No me refiero al caso del adulterio consumado con perjuicio de la mujer que lo ignora. Si es así, son benditas las piedras de la lapidación y las llamas del Sceol. Pero quien despide a su mujer legítima porque está cansado de ella y toma otra, este tal, no es sino un adúltero. E igualmente adúltero es quien toma a la repudiada, porque si el hombre se ha arrogado el derecho de separar lo que Dios unió, la unión matrimonial continúa ante los ojos de Dios, y maldito es quien se casa con otra mujer sin ser viudo. Y maldito es quien vuelve a tomar a su mujer de antes, y luego, la despide por repudio, la deja a merced de los azares de la vida que la obligan a casarse para tener un pedazo de pan, y la vuelve a tomar, sin ser viuda, digo, que es un maldito. Porque aunque viuda, fue adúltera por culpa vuestra, y vosotros haríais doble su adulterio.

¿Habéis comprendido, fariseos, que me tentáis?"

Ni pío dicen. Con la cabeza gacha se van por donde vinieron.

 

"¡Es severo el hombre! 

¡Si fuera a Roma vería qué fango bulle allá!" 

dice un romano. 

 

Algunos de Gadara protestan: 

"¡Es duro ser hombre, y tener que ser casto!..."

 

 

"¡Es severo el hombre! ¡Si fuera a Roma vería qué fango bulle allá!" dice un romano.

Algunos de Gadara protestan: "¡Es duro ser hombre, y tener que ser casto!..."

Y algunos levantando la voz: "¡Si tal es la condición del hombre respecto a la mujer, es mejor no casarse!"

 

Existe la tercera categoría, 

la de eunucos voluntarios 

que sin emplear la violencia, y por lo tanto con 

doble mérito, siguen el reclamo de Dios y viven 

como ángeles para que el altar solitario de la 

tierra tenga todavía flores e inciensos para el 

Señor. 

 

Estos niegan a la parte inferior satisfacciones, 

para que crezca la parte superior, 

y así florezca en los jardines celestiales 

más cercanos al trono del Rey. 

 

Esto último repiten también los apóstoles mientras toman el camino que lleva hacia la campiña, después de haber partido de Gadara. Judas lo dice por burla, Santiago de Zebedeo con respeto y madurez. Jesús responde a uno y a otro: "No todos lo comprende, y si lo comprenden, no lo comprenden bien. De hecho algunos prefieren no casarse para dar rienda a sus vicios. Otros para no pecar, no siendo buenos maridos. Pero sólo algunos, a quienes se les ha dado, comprenden la hermosura de abstenerse de la sensualidad, y aun del deseo natural y recto  por una mujer. Son los más santos, los más libres, los seres más angelicales que haya sobre la tierra. Me refiero a los que se han hecho eunucos por el reino de Dios. Hay hombres que nacen así ya. A otros los hacen. Aquellos son algo monstruoso que necesita compasión, estos son resultado de abusos que deben desaparecer. Existe la tercera categoría, la de eunucos voluntarios que sin emplear la violencia, y por lo tanto con doble mérito, siguen el reclamo de Dios y viven como ángeles para que el altar solitario de la tierra tenga todavía flores e inciensos para el Señor. Estos niegan a la parte inferior satisfacciones, para que crezca la parte superior, y así florezca en los jardines celestiales más cercanos al trono del Rey. En verdad os digo que no son unos seres mutilados, sino unos seres dotados de lo que falta a la mayoría de los hombres. No pueden ser objeto de burla, sino más bien de profundo respeto. El que debe, compréndalo y respételo, si puede."

 

Los apóstoles casados hablan entre sí en voz baja. 

"¿Y nosotros? Nosotros no sabíamos tales cosas 

y nos casamos. Pero nos gustaría ser como dices..."  

 

"Nadie ha dicho que no lo podáis ser. 

Vivid continentes, viendo en vuestra mujer 

a vuestra hermana, y tendréis un gran mérito 

ante los ojos de Dios.

 

Los apóstoles casados hablan entre sí en voz baja.

"¿Qué os pasa?" pregunta Jesús.

"¿Y nosotros? Nosotros no sabíamos tales cosas y nos casamos. Pero nos gustaría ser como dices..." habla Bartolomé en nombre de los demás.

"Nadie ha dicho que no lo podáis ser. Vivid continentes, viendo en vuestra mujer a vuestra hermana, y tendréis un gran mérito ante los ojos de Dios. Pero apretad el paso, para estemos en Pela antes de que empiece a llover..

VI. 283-292

A. M. D. G.