JESÚS EN GETSEMANÍ Y EN BETANIA

 

 


 

#Jesús dialoga con Marziam   

#mientras se oye la palabra del Señor. se ha de estar con el máximo respeto en las horas y lugares de instrucción. 

#Cuando los sacerdotes de hoy en día hablan de Dios y de la religión y me refiero a los que son malos, ¿deben ser escuchados también? Siempre Distingue siempre la pobre fragilidad humana de su ministerio.   

#"¡Oh, hijo mío! Si pronunciase la primera sílaba de una acusación, ¡todos os echaríais encima del acusado cual fieras!...¿No sabes, hijo, que algunas veces vale más una palabra de elogio, de entusiasmo que mil reproches? 

#la madre de Jesús y detrás las discípulas: María de Cleofás, María Salomé y Porfiria. Ven a Jesús y se dirigen a El.   

#Se quedan solos Jesús y María. "¿Te ha dado algún disgusto Marziam?" "El muchacho escapó porque le hice una pregunta."Cualquier palabra sería inútil... y no encontraría una para excusar al que ha intentando violar su inocencia.   

#"Vamos a buscar a Marziam, Madre. No escapará si te ve."lo descubren junto a un montón de espinas alvares echa un brinco de gusto, sale corriendo de su escondrijo y se deja caer sobre el pecho de Jesús...   

#Maestro... Madre...Hay una mujer... Una mujer que quiere verte, Madre... Dice que te conoció en Belén... Se llama Noemí. Noemí refiero lo que le sucedió con María en Belén   

#Jesús, Simón Zelote y Marziam van a Betania   

#"¡Oh, Maestro santo! ¡Qué felicidad en medio de tanto dolor!" ¿Por qué dolor?" Porque Lázaro no puede más con sus piernas llagadas.   

Marta, María Magdalena y Lázaro piden a Jesús que le cure. Jesús les da la esperanza de que le curará en su momento   

#¿Por qué no te quedas, Señor?" Porque así como te ves atormentado de tus llagas, Yo me veo de mis enemigos Todo lo que hago toma las proporciones de un camello, de una viga, tanto para el Sanedrín, como para los fariseos...   

#Lázaro y Marta hablan de la Rosa de Jericó  

  #Abren los rollos que recibieron de Antioquia  

  #Llegan Nicodemo y José de Arimatea   

#Hablan de Gamaliel y de Judas de Keriot  

  #Cuántos aun en lo porvenir encontrarán su ruina por la concepción de una fe equivocada,...

#El bien que dispenso a cualquiera, si cae en buen terreno, humilde, dará muchos frutos si permanece cual es. Pero si cae en un terreno soberbio, o que se hace, entonces el bien se convierte en mal.   

#Me retiro por unos momentos. Tengo necesidad de recogerme en Dios..." Jesús, muy turbado, sale.

 


 

Jesús dialoga con Marziam

Jesús entra en el verde y plácido huerto de los Olivos. Marziam no se le ha despegado y se echa a reír al pensar en la carrera fatigosa que hará Pedro para alcanzarlos. Exclama: ¡Oh, Maestro, quién sabe cuántas cosas va a decir! ¡Si en lugar de detenerte aquí, hubieras seguido para Betania, se moriría de dolor!"

Jesús sonríe, mirando al jovencillo y le responde: "Me enterraría con sus quejas. Pero esto le servirá de escarmiento, para que esté atento. Mientras Yo estaba hablando, él estaba charla que charla con este o con aquel..."

"Le hacían preguntas, Señor" lo excusa Marziam pero ya sin reír.

"Educadamente se hace señal de que después se responderá mientras se oye la palabra del Señor. Tenlo presente, para cuando seas sacerdote. Exige el máximo respeto en las horas y lugares de instrucción."

 "Entonces el pobre Marziam, Señor, será el que hable..."

 

mientras se oye la palabra del Señor 

se ha de estar con el máximo respeto en las horas 

y lugares de instrucción. 

 

Es siempre Dios quien habla por los labios 

de sus siervos en las horas de su ministerio, 

y por eso debe escuchársele 

con respeto y en silencio

 

"No importa. Es siempre Dios quien habla por los labios de sus siervos en las horas de su ministerio, y por eso debe escuchársele con respeto y en silencio."

Marziam hace un gesto significativo como respondiendo a algo que rumiaba por dentro.

Jesús que lo ha visto le pregunta: "¿No estás convencido? ¿Por qué ese gesto? Habla, hijo, sin temor alguno."

"Señor mío, me preguntaba si Dios está también en los labios y en el corazón de los sacerdotes de ahora... y en medio de un temblor me preguntaba también si los futuros serán iguales... Y concluía diciendo que... muchos sacerdotes hacen del Señor una figura muy fea... Claro que he pecado... ¡Pero son tan malos y odiosos! Tan secos... que..."

"No juzgues. Pero no olvides esto que te disgusta. Tenlo presente para lo porvenir. Trata con todas tus fuerzas de no ser como los que te desagradan, y que no lo sean los que dependieren de ti. Haz que el mal sirva al bien. Cualquier acción y cualquier conocimiento debe cambiarse en algo bueno."

 

Cuando los sacerdotes de hoy en día hablan 

de Dios y de la religión y me refiero a los 

que son malos, 

¿deben ser escuchados también? 

 

Siempre 

Distingue siempre la pobre fragilidad humana 

de su ministerio.

 

"¡Oh, Señor! antes de entrar en la casa que ya se ve, respóndeme a una cosa. No puedes negar que los sacerdotes de ahora sean culpables. Me dices que no juzgue, pero Tú lo haces y puedes hacerlo, y lo haces rectamente. Ahora bien escucha, Señor, lo que pienso. Cuando los sacerdotes de hoy en día hablan de Dios y de la religión, siendo en su mayoría lo que son, y me refiero a los que son malos, ¿deben ser escuchados también?"

"Siempre, hijo mío. Por respeto a su misión. Cuando hacen cosas pertinentes a su ministerio no son Anás, ni Sadoc, ni ningún otro, sino "el sacerdote". Distingue siempre la pobre fragilidad humana de su ministerio."

"Pero si aun esto lo hacen mal..."

"Dios ayudará. Y luego... ¡Escucha, Marziam! No hay ningún hombre completamente bueno, ni tampoco completamente malo. Y nadie es tan bueno para que con derecho se arrogue el poder de juzgar a sus hermanos por malos del todo. Conviene tener en cuenta nuestros defectos, oponerles las buenas cualidades de quien queremos emitir un juicio y entonces habremos juzgado recta y caritativamente. Hasta ahora no he encontrado un hombre completamente malo."

"¿Ni siquiera Doras, Señor?"

"Ni siquiera él, porque es un marido honrado y un padre cariñoso."

"¿Ni siquiera su padre?"

"También él era un marido honrado  un padre cariñoso."

"¡Pero fuera de eso no era más!" 

"Así es, pero en este punto no era malo. Por lo tanto no completamente malo."

"¿Ni siquiera él."

"Pero no es bueno."

"No lo será completamente, como tampoco lo es del todo malo. ¿No te convences de lo que te estoy diciendo?"

"Estoy convencido de que eres completamente bueno, y que absolutamente en Ti no existe la maldad. De esto sí estoy convencido, Y tanto lo eres que para todos encuentras excusa..."

 

"¡Oh, hijo mío! Si pronunciase la primera sílaba 

de una acusación, ¡todos os echaríais encima 

del acusado cual fieras!...

 

¿No sabes, hijo, que algunas veces vale más una 

palabra de elogio, de entusiasmo 

que mil reproches? 

¿No sabes que en cien casos malos, 

que se les tiene como relativamente buenos, 

por lo menos la mitad son realmente buenos 

porque no les falta, además de mi palabra 

benévola, la ayuda de los buenos 

que de otro modo 

huirían del individuo 

a quien se señala como pésimo? 

 

Hay que sostener a las almas. No destruirlas. 

 

Y si Yo no soy el primero en sostenerlas, 

en encubrir las partes no bellas, 

a solicitar vuestra benignidad 

y ayuda en su favor, 

jamás las compadeceríais.

 

"¡Oh, hijo mío! Si pronunciase la primera sílaba de una acusación, ¡todos os echaríais encima del acusado cual fieras!... Trato de evitar que os manchéis obrando de otro modo. ¡Compréndeme Marziam! No es que no vea el mal donde existe. No quiere decir que no vea el entrelace de mal y bien que hay en algunos. No es que no comprenda cuándo un alma sube o baja del nivel a donde la llevé. No se trata de esto, hijo mío. Sino que es prudencia evitar que faltéis a la caridad. Y lo haré así siempre. Aun en los siglos del porvenir, cuando deberé dar mi juicio sobre alguien. ¿No sabes, hijo, que algunas veces vale más una palabra de elogio, de entusiasmo que mil reproches? ¿No sabes que en cien casos malos, que se les tiene como relativamente buenos, por lo menos la mitad son realmente buenos porque no les falta, además de mi palabra benévola, la ayuda de los buenos que de otro modo huirían del individuo a quien se señala como pésimo? Hay que sostener a las almas. No destruirlas. Y si Yo no soy el primero en sostenerlas, en encubrir las partes no bellas, a solicitar vuestra benignidad y ayuda en su favor, jamás las compadeceríais. ¡Tenlo presente, Marziam!..."

"Sí, Señor... (un profundo suspiro). Lo tendré presente... (otro suspiro)... Pero es difícil cuando hay pruebas claras."

Jesús lo mira atentamente, esto es, mira sólo la parte superior de su frente, porque el jovenzuelo ha bajado la cabeza.

"Marziam, levanta la cara. Mírame. Respóndeme: ¿Cuales son las pruebas que es difícil dejar pasar?"

Marziam se pone colorado... Responde... "Hay ... muchas... Señor."

Jesús insiste: "¿Por qué nombraste a Judas? ¿Porque es una "prueba"? Tal vez la más difícil de vencer... ¿Qué te ha hecho Judas? ¿En qué te ha escandalizado?" y Jesús pone sus manos en la espalda del jovenzuelo que está todo colorado.

Marziam lo mira con ojos brillantes, luego se zafa y escapa gritando: "¡Es un profanador!... No puedo decirlo... ¡No me preguntes más, Señor!..." y se mete en el bosque llorando. En vano Jesús lo llama.

 

la madre de Jesús y detrás las discípulas: 

María de Cleofás, María Salomé y Porfiria. 

Ven a Jesús y se dirigen a El.

 

Sus gritos sin embargo han llamado la atención de los de la casa de Getsemaní. Aparece Jonás en el umbral y luego la madre de Jesús y detrás las discípulas: María de Cleofás, María Salomé y Porfiria. Ven a Jesús y se dirigen a El.

"¡La paz sea con todos vosotros! ¡Heme aquí, Madre!"

"¿Sólo? ¿Por qué?"

"Me adelanté. Dejé a los demás en el templo... estaba Yo con Marziam."

"¿Dónde está mi hijo que no lo veo?" pregunta Porfiria un poco intranquila.

"Subió hacia allá... Ahora vendrá... ¿Tenéis comida para todos? Dentro de poco llegarán."

"No, Señor. Dijiste que irías a Betania."

"Tienes razón... Pero pensé que era mejor hacer así... id ligeras a comprar lo que falta. Me quedo con mi Madre."

Las discípulas obedecen sin objetar cosa alguna.

 

Se quedan solos Jesús y María. 

"¿Te ha dado algún disgusto Marziam?"  

"El muchacho escapó porque le hice una pregunta."

 

Cualquier palabra sería inútil... y no encontraría 

una para excusar al que ha intentando violar su 

inocencia.

 

Se quedan solos Jesús y María. Lentamente pasean bajo las entrelazadas ramas por las que se filtran los rayos del sol y que se posan sobre las hierbas como pequeños círculos plateados.

"Después de la comida iré a Betania. Con Simón."

"¿Simón de Jonás?"

"No. Con Simón Zelote. Y llevaré conmigo a Marziam..." Jesús se queda pensativo.

María lo mira. Le pregunta: "¿Te ha dado algún disgusto Marziam?"

"¡No, Madre! Todo al contrario. ¿Por qué lo dices?"

"Porque te veo pensativo... ¿Por qué lo llamabas con fuerza? ¿Por qué te dejó? ¿Por qué se separó de Ti como si estuviera avergonzado de algo? ¡Ni siquiera vino a saludar a su madre ni a mí!"

"El muchacho escapó porque le hice una pregunta."

"¡Oh!..." el estupor de María es profundo. Calla por unos instantes y luego en voz baja como si hablara consigo misma: "Los dos en el paraíso terrestre huyeron después del pecado, al oír la voz de Dios... Pero, Hijo mío, hay que tener compasión del muchacho. Empieza a convertirse en hombre... y tal vez... Hijo mío. Satanás muerde a todos los hombres." María es toda compasión, toda súplica.

Jesús la mira y le dice: "¡Qué bien se ve que tienes corazón de madre! Pero no vayas a pensar que el muchacho haya cometido algún pecado. Más bien piensa que sufre porque tiene algo que revelar. Es muy puro. Es muy bueno... Lo llevaré hoy conmigo, para hacerle comprender, sin palabra alguna, que lo comprendo. Cualquier palabra sería inútil... y no encontraría una para excusar al que ha intentando violar su inocencia." Jesús pronuncia con severidad estas últimas palabras.

"¡Oh, Hijo! ¡Y ahora esto! No te pido nombres. Si uno de los nuestro lo hizo... ese uno no puede ser menos que... ¡un demonio!"

 

"Vamos a buscar a Marziam, Madre. 

No escapará si te ve."

lo descubren junto a un montón de espinas alvares 

 

echa un brinco de gusto, sale corriendo de su 

escondrijo y se deja caer sobre el pecho de Jesús...

 

"Vamos a buscar a Marziam, Madre. No escapará si te ve."

Van y lo descubren junto a un montón de espinas alvares.

"¿Estabas cortando flores para mí?" le pregunta María acercándosele para abrazarlo...

"No. Pero quería verte" dice Marziam en cuya cara todavía se ven las lágrimas.

"Y yo he venido. ¡Ea, presto! ¡Que hoy tienes que ir con mi Jesús a Betania! Y debes arreglarte como conviene."

La cara de Marziam se ilumina, y olvidando su turbación pregunta: "¿Yo solo con El?"

"No. También va Simón Zelote."

Marziam, que es un verdadero muchacho, echa un brinco de gusto, sale corriendo de su escondrijo y se deja caer sobre el pecho de Jesús... No sabe qué decir. Jesús ríe y lo ayuda diciendo: "Corre a ver si ya llegó tu padre."

Mientras Marziam corre, Jesús comenta: "Es un verdadero muchacho y con todo muy maduro de juicio. Turbarle el corazón es un grave pecado. Pero tomaré mis providencia" y sigue caminando hacia la casa con su Madre. No tienen tiempo de llegar cuando ven a Marziam que corriendo regresa.

 

Maestro... Madre...Hay una mujer... 

Una mujer que quiere verte, Madre... 

Dice que te conoció en Belén... 

Se llama Noemí.

 

"Maestro... Madre... Hay algunas personas... de las que estaban en el templo... Prosélitos... Hay una mujer... Una mujer que quiere verte, Madre... Dice que te conoció en Belén... Se llama Noemí."

"¡Conocí tantas en aquellos tiempos! Pero vamos..."

Llegan a la casa. Un grupo de personas está esperando y apenas ve a Jesús se postra. Pero de pronto se levanta una mujer y corre a echarse a los pies de María saludándola por su nombre.

"¿Quién eres? No puedo acordarme de ti. Levántate."

La mujer se pone de pie y va a hablar cuando llegan los jadeantes apóstoles.

"Señor, ¿por qué? Hemos corrido como locos por toda Jerusalén. Creímos que habías ido donde Juana o donde Analía... ¿Por qué no esperaste?" preguntan en tropel.

"Ahora estamos ya todos. Es inútil explicar el por qué. Dejad que hable esta mujer."

Todos se acercan a escuchar.

 

Noemí refiere lo que le sucedió 

con María en Belén

 

"Tú no te acuerdas de mí, María de Belén. Pero yo, hace treinta y un años que recuerdo tu nombre, tu rostro como si fuera el de la compasión. Desde Perges, a causa del Edicto, había también yo llegado a Belén. Estaba en cinta, pero esperaba que regresaría a tiempo. Se me enfermó mi marido por el camino y en Belén se me murió. Veinte días después de su muerte di a luz. Mis gritos perforaron el cielo y me secaron la leche o me la envenenaron. Me vi cubierta de llaguitas, como también mi hijo... nos echaron a una cueva para que muriéramos allí... Y bien... fuiste la única en ir a verme durante un mes llevándome comida sin preocuparte de mis llagas, llorando conmigo, y dando leche a mi hijito que vive sólo por ti... Te pusiste en peligro de que te mataran a pedradas porque me decían que era yo "leprosa"... ¡Oh, bendita estrella mía! Nunca lo he olvidado. Después de que me curé regresé. Me enteré en Efeso de la matanza. ¡Tanto que te he buscado! ¡Tanto! No podía creer que te hubieran matado con tu hijo en aquella horrible noche. Pero nunca pude encontrarte. En el verano pasado uno de Efeso escuchó a tu Hijo, se enteró de quién era, lo siguió por algún tiempo, y lo siguió hasta la fiesta de los Tabernáculos... Cuando regresó me lo dijo. Y he venido a verte, ¡oh santa!, antes de morir. Para bendecirte tantas veces cuantas fueron las gotas de leche que diste a mi Juan, quitándosela a tu bendito Hijo..." La mujer llora guardando una actitud reverente, con las manos juntas en los brazos de María.

"Hermana, la leche no se niega jamás..."

"¡Oh, no! ¡Yo no soy hermana tuya! Tú la Madre del Salvador, yo una pobre mujer, lejos de su casa, viuda con un hijo en el seno, en un seno árido como arroyo en el estío... Sin ti me hubiera muerto. Me diste todo y pude regresar donde mis hermanos, mercaderes en Efeso."

"Éramos dos madres, dos pobres madres, con dos niños por el mundo. Tú tenías el dolor de ser viuda, yo el de verme adolorida por mi Hijo, como había anunciado aquel anciano en el templo. No hice más que cumplir con mi deber de hermana dándote lo que tú no tenías. ¿Vive tu hijo todavía?"

"Es aquel. Tu santo Hijo me lo curó esta mañana. ¡Que sea bendito! Y la mujer se postra ante el Salvador gritando: "¡Ven Juan, a dar las gracias al Señor!"

Se acerca, dejando a sus compañeros, un hombre de la edad de Jesús, robusto, de cara si no bella, pero sí noble. Sus ojos son realmente hermosos.

"La paz sea contigo, hermano de Belén. ¿De qué te curé?"

"De la ceguera, Señor. Un ojo perdido y el otro próximo a perderlo. Era sinagogo, pero no podía leer ya los rollos sagrados."

"Ahora los leerás con mayor fe."

"No, Señor. Ahora te leeré. Quiero quedarme como discípulo. Sin jactarme de haber bebido las mismas gotas de leche que te alimentaban. Los días de un mes no son nada para crear un fuerte lazo, pero todo fue obra de la piedad de tu Madre, y esta mañana de la tuya."

Jesús se vuelve a la mujer: "¿Y tú qué dices?"

"¡Que mi hijo te pertenece por dos razones! ¡Acéptalo, Señor! El sueño de la pobre Noemí se verá realizado."

"Está bien. Serás del Mesías. Vosotros, aceptad al nuevo compañero en nombre del Señor" dice volviéndose a los apóstoles.

Los prosélitos mueren de emoción. Los varones quisieran quedarse al punto. Pero Jesús dice: "No. Continuad siendo lo que sois. Regresad a vuestros hogares conservando la fe  y en espera de la llamada. El Señor esté siempre con todos vosotros. Podéis iros."

"¿Volveremos a verte otra vez?" le preguntan "No. Como un pajarillo que vuela de rama en rama así caminaré sin descanso. No me encontraréis aquí. No tengo ningún itinerario fijo, ni lugar de descanso. Pero si fuere necesario nos veremos y volveréis a oírme. Idos. Que se quede el discípulo nuevo con su madre."

Entra en la casa. Le siguen las mujeres, los apóstoles que conmovidos comentan el episodio que no conocían y la caridad profunda de María.

 

Jesús, Simón Zelote y Marziam van a BETANIA

 

Jesús con paso ligero va a Betania. A su lado lleva a Simón Zelote y Marziam. Felices por haber sido elegidos para aquella ocasión. Marziam, que está ya sereno del todo, hace miles de preguntas acerca de la mujer que vino de Efeso, y pregunta a Jesús si lo sabía y otras cosas más.

"No lo sabía Yo. La bondad de mi Madre es inmensa y la muestra en miles de casos por lo general ocultos."

"Pero lo sucedido fue muy bello" comenta Zelote.

"Sí tanto que quiero dárselo a conocer a Juan de Endor. ¿Qué te parece, Maestro?  ¿Tendremos cartas suyas en Betania?"

"Casi estoy seguro."

"Tenemos que encontrar también a la mujer curada de la lepra" hace notar Zelote.

"Sí, Ha guardado fielmente los preceptos. Pero ya el tiempo de su purificación pasó."

Se divisa Betania en su llanura

Pasan delante de la casa donde un tiempo había pavos reales, flamencos y grullas. Ahora está abandonada y cerrada. Simón lo nota. Pero interrumpe sus palabras al saludo gozoso de Maximino que sale del cancel.

 

"¡Oh, Maestro santo! 

¡Qué felicidad en medio de tanto dolor!" 

¿Por qué dolor?"

 Porque Lázaro no puede más con sus piernas 

llagadas. 

 

"¡Oh, Maestro santo! ¡Qué felicidad en medio de tanto dolor!"

"¡La paz sea contigo! ¿Por qué dolor?"

"Porque Lázaro no puede más con sus piernas llagadas. No sabemos qué hacer para aliviarle el dolor. Pero al verte se sentirá mejor, por lo menos de espíritu."

Entran en el jardín, y mientras Maximino se adelanta, ellos siguen caminando despacio en dirección de la casa.

Magdalena sale corriendo con su grito lleno de veneración: "Raboni." Detrás de ella viene su hermana Marta. A ambas se les ve que están pálidas por el sufrimiento y por las vigilias.

"Levantaos. Vamos pronto donde Lázaro."

 

Marta, María Magdalena y Lázaro 

piden a Jesús que le cure. 

 

Jesús les da la esperanza 

de que le curará en su momento

 

"¡Oh, Maestro, Maestro que todo lo puedes, cúrame a mi hermano!" suplica Marta.

"¡Sí, Maestro bueno! Sufre más de lo que no puede. Está enflaqueciendo, llora. Si sigue así, morirá. ¡Ten piedad de él, Señor!" insiste María.

"Me compadezco de él, pero no ha llegado la hora del milagro. Que sea fuerte y también vosotras sedlo. Ayudadle a hacer la voluntad del Señor."

"¡Ah! ¿Insinúas que debe morir?" entre lágrimas pregunta Marta.

María con los ojos que nadan en llanto por el amor que siente por su hermano y por Jesús dice: "¡Oh, Maestro, al hacer así me impides que te siga y que te sirva! Impides a mi hermano que se alegre de mi resurrección. ¿No quieres que en casa de Lázaro haya júbilo por una resurrección?"

Jesús la mira con una sonrisa amable y sutil. Responde: "¿Por una? ¿Una sola? ¡Ea! ¡Me tenéis por poco, si creéis que puedo hacer una sola cosa! Sed buenas y fuertes. Vamos. No lloréis de este modo. Lo abatiríais con sospechas penosas." Y empieza a andar.

Lázaro, tal vez para que se le pueda asistir mejor, ha sido llevado a la sala cercana a la biblioteca, frente a la sala mayor en que se dan los banquetes. Maximino señala la puerta, y deja que entre solo Jesús.

"¡La paz sea contigo, Lázaro, amigo mío!"

"¡Oh, Maestro santo! La paz sea contigo. Por lo que toca a mí no tengo paz en mis piernas. Me siento abatido. ¡Sufro mucho, Señor! Dame la orden deseada de: "Lázaro ven acá afuera" y me levantaré curado, para servirte..."

"Te la daré, Lázaro, pero no ahora" responde Jesús abrazándolo.

Lázaro está muy delgado, amarillento, con grandes hoyos en los ojos. Se le ve que está muy grave, y muy débil. Llora como un niño al mostrar sus piernas hinchadas, azuladas, con llagas, que podría decir que son de varices, abiertas en algunos puntos. Tal vez espera que al mostrarlas, Jesús se conmueva y haga el milagro, pero El se limita a poner de nuevo con delicadeza los bálsamos en las llagas.

"¿Has venido para quedarte?" pregunta Lázaro desilusionado.

"No. Pero vendré con frecuencia."

"¿Cómo? ¿Ni siquiera este año celebras la pascua en mi casa? A propósito he hecho que me trajeran aquí. En los tabernáculos me prometiste que estarías conmigo después de las Encenias..."

"Y estaré, pero no ahora. ¿Te causo molestia al sentarme en el borde de tu lecho?"

 

¿Por qué no te quedas, Señor?

 Porque así como te ves atormentado de tus llagas, 

Yo me veo de mis enemigos 

 

Todo lo que hago toma las proporciones 

de un camello, de una viga, tanto para 

el Sanedrín, como para los fariseos...

 

"¡Oh, no! Lo fresco de tus manos parece calmar el ardor de mi fiebre. ¿Por qué no te quedas, Señor?"

"Porque así como te ves atormentado de tus llagas, Yo me veo de mis enemigos. Aun cuando Betania se le puede considerar que esté dentro de los límites para que cualquiera celebre la cena, en mi caso lo tomarían como una trasgresión. Todo lo que hago toma las proporciones de un camello, de una viga, tanto para el Sanedrín, como para los fariseos..."

"¡Ah, los fariseos! ¡Es verdad! Entonces en una de mis casas... ¡Por lo menos esto!"

"Bueno, sí. Pero lo diré a última hora. Por prudencia."

"¡Oh, sí! No te fíes. Te ha ido bien con Juan ¿sabes? Ayer vino Tolmai con otros y me trajo unas cartas para Ti. Las tienen mis hermanas. ¿Pero dónde están Marta y María? No te presentan obsequios" Lázaro se intranquiliza como todos los enfermos.

"Cálmate. Están afuera con Simón y Marziam. Vine con ellos.. No me hace falta nada. Voy a llamarlas." Ellas que por mera prudencia estaban esperando entran al sentirse llamar.

 

Lázaro y Marta habla de la Rosa de Jericó

 

Sale Marte y regresa con dos rollos que entrega a Jesús. Entre tanto María refiere que el siervo de Nicodemo ha dicho que se ha adelantado a su patrón que viene con José de Arimatea. Y al mismo tiempo Lázaro se acuerda de una mujer que "llegó ayer en tu nombre", dice.

"¡Ah, sí! ¿Sabes quién es?"

"Lo dijo. Es hija de un rico de Jericó que fue a Siria hace años, cuando era joven. Le puso por nombre Anastásica en recuerdo de la flor del desierto. Pero no ha querido revelar el nombre de su marido" explica Marta.

"No es necesario. La repudió y por lo tanto es sólo "la discípula". ¿Dónde está?"

"Está durmiendo todavía. Estaba cansada. Estos días y noches los ha pasado muy mal. Si quieres la llamo."

"No. Déjala que duerma. Mañana tomaré las providencia."

 

Abren los rollos que recibieron de Antioquia

 

Lázaro ve admirado a Marziam y éste parece como si estuviera sobre ascuas. Quiere saber lo que hay en los rollos. Jesús lo comprende y los abre. Lázaro dice: "¿Cómo? ¿El también sabe?"

"Sí. El y los otros, menos Natanael, Felipe, Tomás y Judas..."

"¡Hiciste bien en habérselo ocultado a él!" prorrumpe Lázaro. "Tengo muchas sospechas."

"No soy imprudente, amigo" lo interrumpe Jesús y lee los rollos, diciendo las cosas principales, esto es, que ambos se han aclimatado, que la escuela prospera, que sin el continuo debilitamiento de Juan todo iría bien. Pero no puede decir más porque anuncian la llegada de Nicodemo y de José.

 

Llegan Nicodemo y José de Arimatea

Hablan de GAMALIEL y judas de KERIOT

 

"¡Dios te guarde, Maestro! ¡Siempre, como esta mañana!"

"Gracias, José. Y tú, Nicodemo, ¿no estuviste?"

"No. Pero tan pronto supe que habías llegado, pensé en venir aquí, seguro que te encontraría. José se me unió."

Hablan de los acontecimientos de la mañana ante Lázaro que al oírlos parece olvidarse de su dolor.

"¡Pero ese Gamaliel, Señor! ¿Lo oíste?" pregunta José de Arimatea.

"Lo oí."

Nicodemo dice: "Por mi parte digo: ¡ese Judas de Keriot, Señor! Después de que partiste lo encontré vociferando como un demonio en medio de un grupo de alumnos de los rabíes. Te acusaba y defendía al mismo tiempo. Estoy seguro que estaba convencido que no hacía sino el bien. Aquellos trataban de encontrar en Ti alguna culpa, sin duda acicateados por sus maestros. Combatía las acusaciones con ardor inmenso, diciendo: "Sólo una culpa tiene mi Maestro: de no hacer ostentación de su poder. Deja escapar la hora oportuna. Cansa a los buenos con su demasiada bondad. ¡Es Rey! Y como tal debe obrar. Vosotros lo tratáis como a un siervo porque es bueno. El se arruina por no ser más que esto. Vosotros, cobardes y viles no merecéis sino el fuste del poder, de un poder absoluto, violento. ¡Oh, que si pudiera yo hacer de El un Saúl violento!" "

Jesús mueve su cabeza sin comentar nada.

"Y con todo te ama a su modo" añade Nicodemo.

"¡Qué hombre tan desconcertante!" exclama Lázaro.

"Sí. Has dicho bien. Después de dos años que vivimos juntos, no lo puedo comprender todavía" confirma Zelote.

Magdalena se levanta con aire de reina, y con voz clara dice: "Yo lo he comprendido mejor que todos. Es el oprobio junto a la Perfección. No hay otra cosa que agregar" y sale por algo, llevándose consigo a Marziam.

"Tal vez María tenga razón" dice Lázaro.

"Lo mismo pienso yo" dice José.

"Y Tú, Maestro ¿qué dices?"

"Digo que Judas es un "hombre" como cualquier otro. Como lo es Gamaliel. El hombre limitado frente al Dios infinito. El hombre es tan estrecho en su modo de pensar, hasta que no penetra en él un rayo sobrenatural, que no es capaz sino de aceptar una sola idea, incrustarla en su corazón, o incrustarse en ella, y quedarse así, aun contra la evidencia. Obstinado. Terco. Tal vez por fidelidad a lo que más le llamó la atención una vez. En el fondo Gamaliel tiene una fe, como pocos en Israel, en el Mesías que entrevió y reconoció en un niño. Es fiel a las palabras de ese Niño... Lo mismo sucede con Judas. Saturado de la idea mesiánica, como ningún otro en Israel, la cultiva, y se confirma en ella con el recuero de mi primera manifestación que contempló y ve, o quiere ver en Mí, al rey, a un rey temporal, poderoso... ¡y es fiel a esta idea suya!

 

Cuántos aun en lo porvenir encontrarán

 su ruina por la concepción de una fe equivocada,...

 

En verdad, en verdad os digo que es más fácil 

que se salve un niño, un creyente cualquiera, 

que uno que haya sido elevado a un cargo especial

 y llamado a una misión determinada....

 

Si mil y diez mil personas caen en algún error, 

su caída los arrastra sólo a ellos, 

pero si cae un elegido, y se convierte más bien en 

instrumento de Satanás, 

su voz aunque sea "mi" voz, aunque diga ser "mi" 

discípulo, entonces la ruina es mucho mayor 

 

¡Cuántos aun en lo porvenir encontrarán su ruina por la concepción de una fe equivocada, cerrada a cualquier razonamiento! ¿Qué pensáis vosotros, que sea fácil seguir en todas las cosas la verdad y la justicia? ¿Qué pensáis, que se pueda salvar fácilmente  porque alguien es Gamaliel, o un apóstol Judas? No. En verdad, en verdad os digo que es más fácil que se salve un niño, un creyente cualquiera, que uno que haya sido elevado a un cargo especial y llamado a una misión determinada. Suele penetrar en los llamados a una carga extraordinaria la soberbia, la cual abre las puertas a Satanás, y echa afuera a Dios. Las caídas de las estrellas son más fáciles que las de las piedras. El Maldito trata de apagar los astros y se insinúa, se insinúa, siempre falaz, para poder hacer caer a los elegidos. Si mil y diez mil personas caen en algún error, su caída los arrastra sólo a ellos, pero si cae un elegido, y se convierte más bien en instrumento de Satanás, su voz aunque sea "mi" voz, aunque diga ser "mi" discípulo, entonces la ruina es mucho mayor y puede ser origen aun de herejías que hagan mal a tantísimos.

 

El bien que dispenso a cualquiera, si cae en buen 

terreno, humilde, dará muchos frutos 

si permanece cual es. 

 

Pero si cae en un terreno soberbio, 

o que se hace,

 entonces el bien se convierte en mal.

 

El bien que dispenso a cualquiera, si cae en buen terreno, humilde, dará muchos frutos si permanece cual es. Pero si cae en un terreno soberbio, o que se hace, entonces el bien se convierte en mal. A Gamaliel se le concedió una de las primeras manifestaciones del Mesías. Era el llamamiento precoz del Ungido. Por esto se hace sordo a mi Voz que lo llama. A Judas se le concedió ser apóstol, uno de los doce entre millares de hombres en Israel. Esto debía ser su santificación. Pero ¿qué será?... ¡Amigos míos, el hombre es el eterno Adán!... El poseía todo, menos una cosa. Y la quiso. Aun cuando se quedó cual era. Pero con frecuencia se convierte en Lucifer. Tiene todo, menos la divinidad. Y ambiciona esta. Quiere lo sobrenatural para llamar la atención, para ser aclamado, temido, conocido, afamado... Y para poseer algo que sólo Dios puede dar gratuitamente se abraza a Satanás, quien como el eterno mono, finge conceder dones sobrenaturales. ¡Qué triste suerte espera a los ensatanizados!

 

Me retiro por unos momentos. 

Tengo necesidad de recogerme en Dios...

 Jesús, muy turbado, sale.

 

Os dejo amigos... Me retiro por unos momentos. Tengo necesidad de recogerme en Dios..." Jesús, muy turbado, sale.

Lázaro, José, Nicodemo, Zelote se miran entre sí.

"¿Viste lo turbado que se puso?" pregunta en voz baja José a Lázaro.

"Lo vi. Me pareció ver algo horrendo."

"¿Qué ideas le bullirán en el corazón?" pregunta Nicodemo.

"Sólo El y el Eterno lo saben" contesta José.

"¿Sabes algo, Simón?"

"No. Pero lo cierto es que desde hace algunos meses parece muy afligido."

"¡Que Dios lo ampare! El odio sigue creciendo."

"Tienes razón, José. Sigue creciendo... Pienso que pronto vencerá al amor."

"¡No lo digas, Simón! Si esto fuere a suceder no pediré más que se me cure. Es mejor morir antes que asistir a la más horrible de las equivocaciones."

"¡De los sacrilegios, dirás, Lázaro!"

"Y con todo... Israel es capaz de ello. Se siente con fuerzas para repetir el gesto de Lucifer, declarando la guerra al Señor" suspira Nicodemo.

Un silencio en que reina el dolor cubre a los cuatro, como que si les oprimiera las gargantas... La tarde dice adiós a estos cuatro, que piensan en los futuros delincuentes.

VI. 350-362

A. M. D. G.