CARTAS DE ANTIOQUIA
#Marziam aconseja a Anastásica como debe presentarse ante su nueva madre putativa
#María es la dulzura y la paz de los desgraciados.
#Corriendo llegan los apóstoles y discípulos que encontraron a Marziam en las faldas del Getsemaní.
#quiero leeros lo que escribieron Juan y Síntica.
#Carta que escribió Juan de Endor
#Jesús lee ahora la carta de Síntica
#Todos se cambian impresiones.
Jesús deja Betania acompañado de Simón Zelote, Marziam y Anastásica que se les ha unido. Esta camina con Marziam. Jesús con Zelote, un poco atrás. Las parejas hablan de lo que piensan.
Marziam aconseja a Anastásica como debe
presentarse ante su nueva madre putativa
Anastásica dice a Marziam, prosiguiendo un diálogo empezado: "Vengo en deseo ardiente de conocerle." Tal vez la mujer habla de Elisa de Betsur. "Puedes creerme que no me sentí tan conmovida cuando me casé o cuando dijeron que estaba leprosa como ahora. ¿Cómo la saludaré?"
Marziam con una sonrisa dulce y seria al mismo tiempo responde: "Con su verdadero nombre, el de: "¡Madre!" "
"Pero no la conozco. ¿No será atrevimiento? Porque ¿quién soy yo ante ella?"
"Lo que era yo el año pasado. Tú eres algo mejor. Yo era un pobre huerfanillo, sucio, lleno de temores, sin ninguna educación, y con todo me llamó desde el primer momento hijo. Fue para mí una verdadera madre. El año pasado temblaba de angustia al pensar que la encontraría, pero cuando la vi, no tuve nada de miedo. Se me desapareció todo aquel terror que me había quedado cuando con mis ojos infantiles vi las furias de la naturaleza que destruyeron mi casa, mi familia y luego... luego con estos mismo ojos vi cómo el hombre es una fiera más cruel que el chacal y que el vampiro... ¡Siempre temblar!... ¡Llorar siempre!... ¡Sentir un nudo que aprieta, que causa dolor, miedo, odio, que te produce todo!... ¡En pocos meses conocí todo el mal y todo el dolor como toda la ferocidad que hay en el mundo!... ¡No podía creer que existiesen todavía la bondad, el amor, la ayuda..."
"¡Pero cómo! ¿Cuando el Maestro te recogió?... ¿Cuando has estado entre sus discípulos que son tan buenos?"
"Todavía he experimentado lo que significa el terror... todavía he odiado. ¡Oh, ha habido necesidad de que pasara el tiempo para convencerme de que no tenía por qué temer!... Y mucho más he necesitado para no odiar a quien quiso que mi corazón conociera algo que no debía, a un hombre que es un demonio bajo piel de fiera. No se sufre sin consecuencias, sobre todo cuando uno es niño... Queda la cicatriz en nuestro tierno corazón, que todavía siente los besos tibios de la mamá, de los que tienen más hambre que del pan. Y en lugar de ellos recibe golpes..."
"¡Mala suerte te cupo!"
María es la dulzura y la paz de los desgraciados.
"Sí, mala. No abrigaba esperanza ni en Dios, ni respeto de los demás... Temblaba ante los otros. Aun cuando me vi en los brazos de Jesús o de Pedro, sentí el miedo... Me decía yo: "¿Es posible?" Y me moría de ansias por conocer a María. Una madre, es siempre una madre ¿o no? Cuando la vi, cuando estuve entre sus brazos, el temor desapareció. Comprendí que todo mi pasado había acabado, y que de un infierno pasaba a un paraíso... El último dolor que experimenté fue al ver que me hacían a un lado... Sospechaba de cualquier cosa. ¡Oh, pero en aquel entonces! ¡Con qué amor me recibió! Desde ese momento no he extrañado a mi madre, ni he tenido miedo. .. María es la dulzura y la paz de los desgraciados.
"También de esto tengo necesidad..." suspira Anastásica.
"Dentro de poco la verás. ¿Ves aquel verdor de allá abajo? Allí está. En la casa de Getsemaní."
"¿Estará también Elisa? ¿Qué les diré? ¿qué me dirán?"
"No creo que esté Elisa. Estaba enferma."
"¡No digas que de muerte! ¿Quién me adoptaría por hijo?"
"No temas. El dijo: "Tendrá una madre y casa. Y así será. Caminemos más aprisa. No puedo contenerme cuando me siento cerca de María."
Apresuran el paso y no oigo que hablen.
Zelote que los ve casi correr comenta a Jesús: "Parece como si fueran hermanos. Mira qué buenos amigos se han hecho."
Marziam puede acomodarse a cualquiera.
Es una virtud difícil, pero muy necesaria
para su futura misión.
"Marziam puede acomodarse a cualquiera. Es una virtud difícil, pero muy necesaria para su futura misión. Procuro que aumente en él esta cualidad que le ayudará muchísimo."
"Lo modelas según tu gusto ¿o no, Maestro?"
"Sí. Su edad me lo permite."
"Y sin embargo modelaste al viejo Juan Félix."
"Porque dejó que se le destruyese para que crease en él un nuevo ser.
"Es verdad. He notado que los muy pecadores cuando se convierten, superan en rectitud a los que nos creemos relativamente menos culpables. ¿Por qué esto?"
Los grandes pecadores arrepentidos
avanzan mucho,
mientras que las perfecciones a medias o menores
no avanzan muchas veces.
La razón, porque no sienten el estímulo del
arrepentimiento de haber pecado gravemente
y no reparan...
"Porque su dolor es proporcionado a sus culpas. Un dolor inmenso, que las machaca bajo el peso de la humildad. "He tenido ante mí mi pecado" dice el salmista. Esto caracteriza al espíritu humilde. Es un buen recuerdo, cuando está apoyado en la esperanza y confía en la misericordia. Las perfecciones a medias, o menores, no avanzan muchas veces porque no sienten el estímulo del remordimiento de haber pecado gravemente y de reparar. Se quedan estancadas como las aguas tranquilas. Se sienten satisfechas de estar limpias, pero el agua más limpia, si no se purifica del lodo, del polvo, de las motas, de los desperdicios que el viento le arrastra, termina por convertirse en lodo y en pudrirse."
"¿Las imperfecciones que dejamos existan en nosotros son el polvo y los desperdicios?"
¿No comprendéis que el tiempo pasa veloz?
¿No pensáis que en lo que os queda de él debéis
de esforzaros por ser perfectos?
Vendrá un día que atolondrados os preguntaréis:
"¿Pero cómo es posible que hayamos sido
arrastrados?
La respuesta la tenéis en la mano, en vuestra
conducta.
El que se esfuerce durante el tiempo que queda,
podrá ser capaz de ser fiel...
"Has dicho bien, Simón. Entonces parecéis aguas estancadas. Se ve en vosotros un movimiento ínfimo hacia la perfección. ¿No comprendéis que el tiempo pasa veloz? ¿No pensáis que en lo que os queda de él debéis de esforzaros por ser perfectos? Si no poseéis la fuerza de la perfección, que una voluntad decidida puede conquistar durante el tiempo que sigue adelante ¿cómo podréis resistir a la tempestad que Satanás y los suyos desencadenarán contra el Maestro y su doctrina? Vendrá un día que atolondrados os preguntaréis: "¿Pero cómo es posible que hayamos sido arrastrados? ¡Nosotros que estuvimos con El por el espacio de tres años!" ¡Oh! La respuesta la tenéis en la mano, en vuestra conducta. El que se esfuerce durante el tiempo que queda, podrá ser capaz de ser fiel..."
"Tres años... Entonces... ¡Señor mío!... ¿En la próxima primavera te perderemos?"
No te desconsueles, Simón. Es estéril.
Trata de fortalecerte en la rectitud para
que puedas ser fiel en el terrible momento."
"Estos árboles producen frutos que probaré, pero no probaré otros. No te desconsueles, Simón. Es estéril. Trata de fortalecerte en la rectitud para que puedas ser fiel en el terrible momento."
"Así lo hará, y con todas mis fuerzas. ¿Puedo decirlo a los demás, para que también se preparen?"
"Puedes decirlo. Sólo el que tenga voluntad, lo hará."
"¿Y los demás? ¿Se perderán?"
Jesús profetiza la prueba por la que van a pasar
los apóstoles y cuál es la causa
de que no la superen
"No. Pero la prueba será muy dura para ellos. Sentirán lo que experimenta el que se cree muy fuerte, que de pronto se ve vencido y derrotado. Se sentirán finalmente, humillados. Porque créeme, Simón, si no hay humildad, no se avanza. El Orgullo es la piedra sobre la que ha puesto su pedestal Satanás. ¿Por qué fomentar el orgullo en el corazón? ¿Puede ser maestro este monstruo de horror?"
"¡No!"
"Y sin embargo en vuestros corazones mantenéis una cátedra suya. Estáis llenos de orgullo. Lo fomentáis en todas las cosas y por cualquier motivo. Aun el ser "míos" os es causa de orgullo. Pero necios que sois ¿ no os cura el compararos conmigo que os ha elegido? No seréis santos porque os he llamado. Sino por el modo con que habréis respondido a mi llamamiento. La santidad es una fábrica que cada uno edifica por sí mismo. La Sabiduría puede enseñar el método de fabricarla, su diseño, pero la obra material queda en vuestras manos."
"Es verdad. ¿Entonces no nos perderemos? Después de la prueba seremos más santos, porque seremos más humildes..."
"Así es." La respuesta es breve, cortante.
"¿Esto es lo que piensas, Maestro?"
"Esto es lo que pienso."
"¡Querrías que fuéramos santos
antes de la prueba!..."
"Eso quisiera. Y que todos lo fuerais."
¿No lo seremos igualmente todos?
No. Ni antes, ni en ella, ni después de ella.
"¡Querrías que fuéramos santos antes de la prueba!..." "Eso quisiera. Y que todos lo fuerais."
"¡Todos! ¿No lo seremos igualmente todos?"
"No. Ni antes, ni en ella, ni después de ella. Y sin embargo he hablado a todos sin distinción."
"Y nos has amado, Maestro. Somos en verdad culpables ante tus ojos..."
Jesús da un suspiro.
Corriendo llegan los apóstoles y discípulos
que encontraron a Marziam en las faldas
del Getsemaní.
Zelote, después de un largo silencio, trata de hablar, pero casi corriendo les vienen al encuentro apóstoles y discípulos que encontraron a Marziam en las faldas del Getsemaní. Simón no dice nada, entre tanto que Jesús corresponde a los saludos y continúa caminando llevando a su lado a Pedro.
Pedro le informa que había centinelas muy temprano, que Elisa sigue enferma en casa de Juan, que el día anterior habían llegado algunos fariseos, que... que... total un montón de noticias confusas que desembocan en la pregunta final: "¿Y cómo está Lázaro?" a la que Jesús responde largamente.
Pedro que es muy curioso no se contiene: "¿Nada más esto, Señor? ¿No habrá alguna otra cosa?"
"Sí. La sabrás a su tiempo. ¿Dónde están Marziam y la mujer? ¿En casa?"
"No. La mujer no quiso seguir adelante. Está sentada al borde del terreno y te está esperando. Marziam... Marziam... se me perdió de vista. Habrá ido a la carrera a casa."
"Démonos prisa."
Jesús va donde está Anastásica, encogida,
la toma de la mano y la lleva
donde están su Madre y las demás mujeres.
"Mira, esta es la flor de esta pascua.
Una sola este año.
Pero te gustará porque soy quien te la traigo."
Por más prisa que se dan no llegan antes de que la Virgen con su cuñada, Salomé, Porfiria y las mujeres de Bartolomé y Felipe no hayan salido a presentar sus respetos. Jesús desde lejos las saluda. Va donde está Anastásica, encogida, la toma de la mano y la lleva donde están su Madre y las demás mujeres.
"Mira, esta es la flor de esta pascua. Una sola este año. Pero te gustará porque soy quien te la traigo."
Anastásica se ha puesto de rodillas.
María se inclina y a levanta diciendo: "Las hijas se quedan sobre el corazón, no a los pies de sus madres. Ven, hija. Veamos nuestras caras, así como se conocen ya nuestros corazones. Estas son hermanas tuyas. Vendrán otras. Que se forme una dulce familia, en que haya amor entre todos sus miembros y que sea santa para gloria de Dios."
Se dan el beso de amor y mutuamente se miran. Entran en casa. Suben a la terraza que rodea el color gris-verde de los olivos. Los grupos se separan. Jesús se va con los hombres, las mujeres con la recién llegada. Regresa Susana que había ido a la ciudad con su marido. Llega Juana con los niños. Analía se deja ver con su cara angelical. Yairo que estaba mezclado entre los discípulos mientras corrieron hacia Jesús, regresa con su hija que va con el grupo de las mujeres, cerca de María la cual la acaricia.
La paz, el amor reina por dondequier. El sol desciende y antes de dar su último adiós ve que todos se juntan a orar. Jesús despide a todos, quedándose con los que tienen ganas de dormir casi amontonados en la casa del Getsemaní, o de dormir bajo los olivos. Se quedan la Virgen, María de Alfeo, Salomé, Anastásica, Porfiria por parte de las mujeres, por parte de los hombres: Jesús, Andrés, Pedro, Santiago y Judas de Alfeo, Santiago y Juan hijos de Zebedeo, Simón Zelote, Mateo y Marziam.
Jesús invita a su Madre y a María de Alfeo a que
vengan con El y con los discípulos por entre el
silencioso olivar.
La cena termina pronto. A continuación Jesús invita a su Madre y a María de Alfeo a que vengan con El y con los discípulos por entre el silencioso olivar. Tal vez las otras mujeres con gusto vendrían, pero Jesús no las ha invitado, más bien dice a Salomé y a Porfiria: "Hablad de cosas santas a la nueva hermana y luego, sin esperarnos, idos a dormir. La paz sea con vosotras." Las tres aceptan lo que se les dice. Pedro se siente mal, pero no dice nada, entre tanto todos se dirigen al lugar donde más tarde Jesús orará en su agonía. Se sientan sobre el borde frente a Jerusalén que está quieta después de tanto estrépito y ruido
"Pedro, prende unas ramas" dice Jesús.
"¿Para qué?"
quiero leeros lo que escribieron Juan y Síntica.
"Porque quiero leeros lo que escribieron Juan y Síntica. Por esta razón, tú que estás de malhumor, ten en cuenta que no quise que vinieran las otras tres mujeres."
"¡Pero mi mujer se encontró en aquella noche!"
"No hubiera sido cosa prudente que se hubiera quedado sola Salomé... Por otra parte esto te proporcionará modo para que sueltes tu lengua al contar a tu prudente mujer lo que vas a oír."
Pedro se pavonea por el elogio dado a su mujer y porque le permiten ponerla al corriente del secreto. Pierde de golpe su color bronceado, y enciende una buena rama, que levanta en alto sus erguidas llamas.
Jesús saca de su cintura las dos cartas, las desenrolla y lee.
Carta que escribió Juan de Endor
" 'A Jesús de Nazaret honor y bendición. A María de Nazaret bendición y paz. A los hermanos santos paz y salud. A Marziam, el querido, paz y caricias.
Lágrimas y sonrisas hay en mi corazón y en mi cara, cuando me siento a escribiros esta carta que os lleva mis recuerdos, mis nostalgias, mis esperanzas y la paz de un deber que he tenido que cumplir. Tengo ante mis ojos todo el pasado que tiene valor para mí, esto es, el que hace doce meses empezó, y una plegaria de agradecimiento a Dios, que es muy misericordioso para con el culpable, brota de mi alma. Seas bendito y contigo la Santa que te engendró la que para mí también fue una madre, y contigo sean benditos Pedro, Juan, Simón, Santiago y Judas, y el otro Santiago y Andrés y Mateo, y finalmente Marziam, nuestro queridísimo Marziam, por lo que me disteis, desde el momento que os conocí hasta el momento en que me despedí de vosotros. ¡No fue por mi voluntad! Quiera Dios perdonar a los que me arrancaron de vosotros. Dios los perdone, y aumente en mi la capacidad de hacerlo. Por ahora con su ayuda soy capaz de hacerlo. Por mí mismo no podría, porque la herida está todavía demasiado abierta, pues me arrancaron de mi verdadera vida, de Ti, Santísimo. No me siento con fuerzas, pese a que tus consuelos sean como una lluvia continua y balsámica...' "
Jesús se pasa varias líneas sin leerlas. Continúa donde dice: " 'Mi vida' " , pero Pedro que está cerca del Maestro con la tea, ha alargado su cuello y ha visto que Jesús se ha saltado, protesta. "No. ¡No es así! ¿Por qué no lees todo, Maestro? Hay algo más. Soy un tonto, pero no tanto que no sepa leer por mi parte. Estoy leyendo: "Tus promesas han superado mis esperanzas...' "
"¡Eres un bribón! ¡Peor que un muchacho!" dice Jesús sonriendo.
"¡Seguro! Por momentos soy viejo, y por esto tengo más malicia que un niño!"
"¡Deberías tener también prudencia!"
"Es buena para los enemigos, aquí estamos entre amigos. Aquí Juan ha escrito cosas muy bellas acerca de ti. Quiero saberlas, para regularme para cuando me envíes como una mercancía a otra parte. ¡Ea, lee todo! Madre dile que no es justo que nos de las noticias a pedacitos, como si fuéramos pececillos. ¡Fuera, fuera: algas, cieno, pescaditos, pescadotes. ¡Todo! Ayudadme todos vosotros. Parecéis unas estatuas. ¡Me causáis enfado! ¡Y os reís!"
Nadie puede contener la risa ante tales aspavientos de Pedro, que se agita como un cabrito, que sacude la rama, sin preocuparse de las chispas que caen sobre todos.
Jesús para calmarlo cede.
" 'Tus promesas han superado mis esperanzas. ¡Oh, Maestro santo! Cuando en aquella mañana invernal y triste me prometiste que vendrías a consolar a tu desolado discípulo, no comprendí el valor de tu promesa. El dolor y la relatividad del hombre ofuscaban la facultad de mi inteligencia, y no podía comprender el alcance de tu promesa.
Sé bendito, que me visitas en mis noches que no son soledad, ni dolor como creía, sino el alegre esperarte. La noche que es horror para los enfermos, para los desterrados, para los solos, para los culpables, para mí, que me siento feliz en servirte, se han convertido en la espera 'de las vírgenes prudentes del novio'. Mi pobre alma tiene algo más. Siempre espera al ser querido. Al ser que viene a brindarle toda clase de alegrías.
¡Oh, Maestro mío y Señor! entre tanto que te alabo por lo que me das, te ruego que te acuerdes de tus otras dos promesas. La más importante para mí que soy muy débil es que no vayas a dejarme con vida cuando llegue la hora de tus dolores. ¡Conoces mi flaqueza! No quieras que quien por amor tuyo se despojó del odio, vuelva otra vez a tomarlo entre sus manos contra tus verdugos. La otra promesa es que estarías cerca de mí, cuando llegue la hora de mi muerte. Sé que no soy digno, pero la promesa me la hiciste Tú. Ahora que sé que para Ti no existen distancias y que ni mares, montes, ríos ni la voluntad humana te impiden dar a quien te ama el consuelo de tu presencia sensible, no dudo que estarás cerca de mí cuando llegue mi último momento. ¡Ven, Señor Jesús! No tardes en llevarme a la paz.
Y ya que te he dado cuenta de mi corazón, te la daré de mi trabajo.
Tengo muchos alumnos de diversas razas y naciones. Para no ofender a estos o a aquellos he dividido los días y los alterno. Un día a los paganos, otro a los creyentes, y esto con mucho provecho debido a la falta de pedagogos. Lo que gano de más lo doy a los pobres y así los acerco al Señor. He vuelto a tomar mi nombre antiguo, no porque lo ame, sino por prudencia. Cuando estoy con los demás soy 'Félix'. Cuando estoy contigo soy 'Juan', esto es, el favor de Dios. He explicado a Filipo que mi verdadero nombre era Félix y que si me llamaban Juan era sólo para distinguirme de mis hermanos. Nadie se ha sorprendido, porque están acostumbrados al cambio de nombres, o a que a alguien se le llame con algún sobrenombre. Tengo esperanzas de realizar aquí un gran trabajo para preparar al camino de la santidad a tantos hermanos. Si tuviera fuerzas iría por esas campiñas para que conocieran tu nombre. Tal vez lo podré hacer en el siguiente verano o cuando el otoño empiece a refrescar. Tan pronto lo pueda, lo haré. Muchísimo me ayudan el aire puro de Antigonia, sus jardines tan tranquilos y hermosos, sus flores, sus niños, las gallinas, el cariño de los jardineros, y sobre todo el grande y prudente y digamos hasta filial cariño de Síntica. Puedo decir que me encuentro mucho mejor. De esta idea no comparte Síntica, pues lo demuestra con sus continuos cuidados que me dispensa, con la comida, con que descanse yo lo suficiente, con que no me resfríe... Pero yo me siento muy bien. ¿No será esto una sensación del deber que con toda conciencia se cumple? Esto lo dice Síntica. Quisiera saber si tiene razón, porque el deber es una cosa moral, entre tanto que la enfermedad es algo que ataca al cuerpo.
Quisiera también saber si vienes a mí realmente o si te me apareces en los sentidos espirituales, pero tan perfectamente que no me permites distinguir dónde termine la realidad material de tu presencia.
¡Maestro amado y bendito, tu Juan se arrodilla pidiéndote tu bendición!
A tu Madre, María, a los hermanos santos paz y bendición. Envío a Marziam un beso para que se acuerde de enviarme tus palabras santas, que son pan para los desterrados, para los obreros de la viña del Señor".
Esta es la carta de Juan... ¿Qué os parece?"
Las impresiones son un ajedrez... Lo que más impresiona es la presencia de Jesús. Le llueven preguntas sin cuento... cómo puede ser, y a si es así, ¿también Síntica lo ve? etc. etc.
Jesús lee ahora la carta de Síntica
Jesús hace señal de que guarden silencio y desenrolla el rollo de Síntica. Lee: " 'Síntica al Señor Jesús con todo el amor de que es capaz. A la Madre bendita veneración y alabanzas. A los hermanos en el Señor gracias y bendición. A Marziam el abrazo de su hermana lejana.
Te ha descrito Juan, ¡oh Maestro!, el tenor de nuestra vida. En pocas palabras te ha dicho lo que hace y lo que hago. Tengo mi escuelita llena de niñas y hago muchas ganancias espirituales porque te las gano para ti, Señor mío, al hablar del Dios verdadero a través del trabajo. Acá donde las razas se han mezclado hay un mizcullo de religiones... tanto que no pueden practicarse, y que para nada sirven. En medio de ellas se levanta intransigente, con su peso que destruye y aplasta, la fe de los israelitas.
Juan se comporta prudentemente con sus alumnos. Yo tengo más libertad con las niñas. El ser mujer es siempre un estado inferior, de tal modo que a varias familias de diversas religiones poco les importa que todos estudien en una sola clase. Basta con que aprendan el arte de bordar. Y bendito sea el concepto despreciativo que el mundo tiene por las mujeres, porque de este modo me permite ensanchar cada vez más el círculo de mi acción. Los bordados van con viento en popa, la fama crece, vienen mujeres de lejanas partes. De este modo les hablo a todas de Dios... ¡Oh! hasta los hilos que se convierten en flores, animales, estrellas puestos en el telar sirven, con que se quiera, para conducir a las almas a la verdad. Como conozco varias lenguas, puedo hablar griego con los griegos, latín con los romanos, hebreo con los judíos. En esta lengua me ayudan muchísimo Juan.
Otro medio de poder penetrar en las familias es el ungüento de María. He hecho más, aprovechándome de esencias que hay aquí, y les puse un poco del original para santificarlas. Y así desaparecen úlceras, dolores, heridas y mal de pecho. La verdad es que cuando lo pongo, no hago más que repetir los dos nombres santos: el tuyo y el de María. Hasta aprovechándome del nombre griego de Mesías he llamado al ungüento: 'Mirra ungida' ¿No es así? ¿No consiste en esto la esencia salutífera de la Mirra de Dios que te engendró, ¡oh, precioso Aceite! que nos haces reyes? Muchas veces debo velar para preparar otro nuevo, y rogaría a tu Madre que me preparase algo más y que me lo mandara para los Tabernáculos, para mezclarlo con otros que haga tu esclava. Si hiciese mal en esto, dímelo, Señor, que no lo volveré a hacer.
Juan me alaba mucho. ¿Y qué puedo decir de él? Sufre muchísimo, pero es de una fortaleza maravillosa. Si no supiese su secreto, me espantaría. Pero desde aquella noche en que regresé de un enfermo y que lo descubrí extático y transfigurado y que oí sus palabras, y que me postré intuyendo que estabas junto a tu siervo, nada me sorprende. Tal vez algún hermano pueda sorprenderse de que no me entristezca de no verte. No veo razón alguna para ello. Todo lo que haces está bien y es suficiente. Cada uno recibe la parte que merece y de la que tiene necesidad. Así pues, que Juan se sienta feliz por verte sensiblemente, que yo te veo en mi corazón.
¿Qué si estoy contenta? Como mujer no dejo de pensar en los días en que estuve contigo y con María. Como alma, me encuentro felicísima porque ahora te sirvo a Ti, Señor mío. Pienso que el tiempo es nada. Pienso que la obediencia es una moneda para entrar en tu reino. Pienso que ayudarte es una gracia que supera lo que la pobre esclava no podría ni aun soñar, y que en cambio me lo has concedido. pienso que si por ahora estoy separada de Ti, te tendré por toda la eternidad. Y entono la canción de Juan como una calandria y que cantara en primavera por los campos dorados de la Hélade. Mis alumnas la cantan porque les gusta mucho. Las dejo que la canten al ritmo del telas, como si fuese el golpeteo del remo en días pasados, porque pienso, ¡oh Madre!, que pronunciar tu nombre es prepararse para recibir un favor de Dios.
Juan me ruega que añada la noticia de que envió a un óptimo ciudadano de Antioquia. Se llama Nicolás. Es la primera conquista que hace para tu redil. Esperamos que no desdiga del concepto en que lo tenemos.
Bendice, Señor, a tu sierva. Bendícela, oh Madre. Bendecidme todos vosotros, y tú muchacho bendito que creces en la presencia del Señor".
Así ha escrito Síntica. Añadió algo más sin que Juan lo supiera, y es lo siguiente: "Juan se fortalece en su espíritu. Lo demás visiblemente decae, pese a todos los cuidados. Sueña con el verano. Pienso que no hará lo que dice. Pienso que el invierno mata la larva de su vida... Pero está tranquilo. Se santifica con sus trabajos y sufrimientos. Consérvale, Señor, con tu presencia, la fuerza. Te ruego que me sujete a cualquier dolor en cambio de esto que te pido. Como envío estas cartas por medio de Tolmai a Lázaro, te ruego que le digas a él y a sus hermanas que mucho se les agradece su buen corazón y que siempre oramos por ellos". "
Todos se cambian impresiones.
Andrés se inclina para preguntar algo a la Virgen y se queda sorprendido al ver que está llorando. "¿Lloras?" pregunta.
"¿Por qué lloras? ¿Qué motivo hay?" preguntan varios.
"Yo sé por qué" contesta Marziam.
"¿Por qué?"
"Porque Juan ha recordado la muerte del Señor."
"Tienes razón. ¿Y cómo lo sabe si no estaba cuando la predijiste?"
"Se la dije para consuelo suyo."
"¡Bonito consuelo!"
"¡Sí, consuelo! Una promesa que no tendrá que alargarse mucho para que consiga el reino. Lo merece porque os ha superado en su corazón y en su obediencia. Regresemos a casa. Preparemos la respuesta que entregaremos a Tolmai. Tú, Marziam, no dejes de darles tus escritos."
"¡Ah, ahora comprendo que escribía para ellos!"
"Sí. Vámonos. Mañana iremos al templo."
VI. 362-372
A. M. D. G