EL JUEVES ANTERIOR A LA PASCUA. 

 

PRIMERA PARTE

 

 


 

#Jesús regresa a la casa de Getsemaní después de pasar la noche en oración   

#Los discípulos y discípulas admirados miran aquel punto de oro. Es la casa del Señor. El templo. Parece como si vieran brillar en medio del oro, que el sol encendió, el Rostro santísimo de Dios.   

#¿Te sientes un poco sola, hija mía? Hoy será mejor. ¿Ves? Mi Hijo te dará una madre   

#llegan del campo de los galileos Los últimos en llegar son Felipe con su familia, Tomás que viene solo, y Bartolomé con su mujer.   

#vamos a dar una limosna a los mendigos y leprosos.   

#¿No merece acaso María de Simón de estar donde estás? antes bien es más digna de ello. Vete corriendo a traerla y alcánzanos en la Puerta Dorada.

 


 

Jesús regresa a la casa de Getsemaní 

después de pasar la noche en oración

 

Es apenas un débil parpadeo de la nueva aurora, pero los hombres imitando a los pajarillos ponen mano a sus trabajos. La casa de Getsemaní se despierta poco a poco. Jesús regresa a ella después de haber pasado la noche entera en oración.

Del campo vecino de los galileos situado sobre la llanura del monte de los Olivos se oyen los gritos con que se avisan que tienen que reanudar las ceremonias que el día anterior habían empezado. Sus gritos se pierden en la lejanía.

La ciudad, que está ya abajo, también se despierta en medio de los rebuznidos de los hermanos burros, en medio de los gritos de los vendedores, de los corderitos que se amontonan en las puertas para entrar. Que lanzan sus balidos al aire en busca de la madre sin saber que dentro de poco troncharán sus vidas que no pudieron gozar por mucho tiempo del cariño maternal. El rumor aumenta cada vez más en la ciudad con las pisadas de quien camina por sus calles, con los gritos que se oyen en las terrazas. Y el rumor llega como una resaca hasta la serena casa de Getsemaní.

 

Los discípulos y discípulas admirados miran 

aquel punto de oro. 

Es la casa del Señor. 

El templo. 

 

Parece como si vieran brillar en medio del oro, 

que el sol encendió, 

el Rostro santísimo de Dios.

 

Un primer rayo de sol rebota sobre una cúpula del templo, la prende, parece incendiarla, se divierte con ella, la acaricia. Los discípulos y discípulas admirados miran aquel punto de oro. Es la casa del Señor. El templo. Para comprender lo que significa esto para los israelitas basta verles las caras. Parece como si vieran brillar en medio del oro, que el sol encendió, el Rostro santísimo de Dios. Adoración y amor de patria, orgullo santo de ser hebreos se manifiestan en las miradas más que en las palabras.

A Porfiria que hace tiempo no había estado en Jerusalén le brotan lágrimas de emoción e inconscientemente aprieta el brazo de su marido que le está señalando algo que no sé, y se apoya un poco sobre él, como si fuera una recién novia, a quien admira su esposo, a quien le instruye.

Las otras mujeres hablan en voz baja, apenas con monosílabos. Anastásica que no sabe lo que hay que hacer, está un poco separada, absorta en sus pensamientos. María que estaba hablando con Marziam la ve y dirigiéndose a ella le pasa un brazo por la cintura.

 

¿Te sientes un poco sola, hija mía? 

Hoy será mejor. ¿Ves? 

Mi Hijo te dará una madre

 

"¿Te sientes un poco sola, hija mía? Hoy será mejor. ¿Ves? Mi Hijo está dando órdenes a los apóstoles para que vayan a las casas de las discípulas para decirles que vayan por la tarde a casa de Juana. Quiere hablarnos, a nosotras, pero antes te dará una madre. Es buena ¿sabes? La conozco desde que estaba yo en el templo. Era una madre ya desde ese tiempo parra con las pequeñas. Te comprenderá porque también ha sufrido mucho. Mi Hijo la curó el año pasado de una melancolía mortal por la muerte de sus dos hijos. Te digo esto para que sepas que de hay en adelante te amará y la amarás. Y así como el año pasado dije a Simón Pedro que recibía a Marziam por hijo, así también ahora te digo: "Que este cariño no debilite tu corazón en el servicio de Jesús". Si fuera así, el don de Dios te sería más pernicioso que la lepra, porque apagaría en ti el deseo bueno que un día te brindará la posesión del reino......"

"No temas, Madre. Por lo que toca a mí, procuraré que mi voluntad se convierta en una llama cada vez mayor en el servicio del Salvador. Elisa y yo procuraremos apoyarnos, ayudarnos en una santa competencia para caminar por los caminos del Señor con su favor."

 

llegan del campo de los galileos Los últimos 

en llegar son Felipe con su familia, 

Tomás que viene solo, 

y Bartolomé con su mujer.

 

Mientras están hablando llegan del campo de los galileos, de la ciudad, de casas esparcidas por las faldas del monte, del barrio que está apenas fuera de la ciudad, de uno de los dos caminos que llevan a Jerusalén a Betania, y para ser más precisos, del camino más ancho, que raras veces toma jesús, llegan, digo, discípulos antiguos y recientes. Los últimos en llegar son Felipe con su familia, Tomás que viene solo, y Bartolomé con su mujer. 

"¿Dónde están los hijos de Alfeo, Simón y Mateo?" pregunta Tomás al no verlos.

 

vamos a dar una limosna a los mendigos 

y leprosos.

 

"Se han adelantado. Los dos hermanos fueron a Betania a avisar a las hermanas que vayan por la tarde a la casa de Juana. Los otros dos a la de Analía para comunicarle que después de comer estaré en casa de Juana. Nos encontraremos a eso de las nueve en la Puerta Dorada. Entre tanto vamos a dar una limosna a los mendigos y leprosos. Bartolomé adelántate con Andrés a comprar alimentos para ellos. Os seguiremos despacio y nos detendremos en el suburbio de Ofel, cerca de la Puerta para que de allí vayamos donde están los leprosos."

"¿Vamos ir todos?" preguntan algunos sin muchas ganas.

"Todos y todas. Este año la pascua nos une como nunca había sido posible. Hagamos juntos lo que el día de mañana será la obligación de hombres y mujeres que trabajarán en mi Nombre. Ved ahí que viene Judas de Simón y a prisa. Me da gusto porque quiero que también venga con nosotros."

De hecho Judas viene jadeando. "¿Me he tardado, Maestro? La culpa es de mi madre. vino contrariamente a lo acostumbrado y a lo que le había dicho. La encontré ayer en casa de un amigo nuestro. Esta mañana me ha entretenido con su charla... Quería venir conmigo, pero me opuse."

 

¿No merece acaso María de Simón de estar 

donde estás? 

antes bien es más digna de ello. 

Vete corriendo a traerla y alcánzanos 

en la Puerta Dorada.

 

"¿Por qué? ¿No merece acaso María de Simón de estar donde estás? antes bien es más digna de ello. Vete corriendo a traerla y alcánzanos en la Puerta Dorada."

Judas parte sin replicar. Jesús se pone de camino con los apóstoles y discípulos. Le siguen las mujeres con María en el centro.

VI. 372-374

A. M. D. G.