EL JUEVES ANTERIOR A LA PASCUA
QUINTA PARTE
#La noticia que trajo Judas se parece al gavilán que revolotea sobre una parvada de pollitos
#Se dirigen al palacio que Lázaro tiene en Jerusalén
#Hay muchos prejuicios en Israel. Son fiestas que vulneran la caridad.
#Quien tuviere más, dé al que tenga menos. Quien sabe más, enseñe a quien menos,
Los seguidores de Jesús no son unos dechados de valor.
La noticia que trajo Judas se parece al gavilán
que revolotea sobre una parvada de pollitos
La noticia que trajo Judas se parece al gavilán que revolotea sobre una parvada de pollitos, o al lobo que mete sus narices en un redil. Miedo, o por lo menos excitación, está dibujado en las caras sobre todo en las de los varones. Me imagino que muchos pensarán que sienten ya l filo de la espada o el chasquido del azote, o que se encuentran en los separos de alguna oscura cárcel.
Las mujeres conservan una calma mayor. Más bien que excitadas, piensan en sus hijos o maridos y aconsejan ya a unos ya a otros a que se dispersen en grupos.
Magdalena reacciona contra este temor exagerado: "¡Oh, cuántos cervatillos hay en Israel! ¿No os da vergüenza que tembléis así? Os he dicho ya que en mi palacio estaréis más seguros que en una fortaleza. Venid, si queréis, y bajo mi palabra os aseguro que no os pasará nada de lo que es nada. Si además de los que señaló Jesús alguien más quiere venir, es bien recibido. Hay camas para más de cien. ¡Vamos, decidios en vez de temblar de miedo! Sólo ruego a Juana que nos envíe alimentos, porque allí no tenemos suficientes y ya es tarde. Una buena comida es la mejor medicina para robustecer a los cobardes." No tan sólo imponente es su voz sino hasta bañada en un tinte de ironía al ver a la grey temerosa que se amontona en el vestíbulo de Juana.
Se dirigen al palacio que LÁZARO tiene
en Jerusalén
"Lo haré al punto. Idos, Jonatás os seguirá con los criados, y yo iré con él, porque me siento feliz en seguir al Maestro. Iré sin temor alguno, y para demostrároslo llevo conmigo a los niños", dice Juana y se retira para dar las órdenes concernientes, mientras las primeras vanguardias del ejército miedoso sacan precavidos la cabeza por el portón, y al ver que no hay nadie, sienten el valor de salir, y de llamar a los demás.
El grupo de las doncellas vírgenes ocupa el centro, después de Jesús que va en la primera fila. Detrás de ellas, las mujeres, luego... luego, los menos valerosos, cuyas espaldas protege Magdalena que viene con las romanas, decididas a no separarse tan pronto de Jesús. Magdalena se adelanta corriendo para decir algo a su hermana y las siete romanas se quedan con Sara y Marcela, que por órdenes de Magdalena se han quedado atrás para que la presencia de las romanas pase lo más desapercibido que se pueda.
Se les junta Juana con los niños de la mano, y detrás de ella Jonatás con los criados que traen bolsas y cestas, y se ponen detrás, que nadie nota, porque las calles están llenas de gente que va a sus casas o a los campamentos, Ahora Magdalena con Juana, Anastásica y Elisa está en primera fila y guía por calles secundarias a sus huéspedes.
Claudia se aprovecha para decirle: "Oye, te voy a
pedir un favor.
Ve a llamar al discípulo que trajo la noticia.
Dile que venga, y dile que lo haga de modo de no
llamar la atención. ¡Ve!"
Jonatás va caminando casi junto a las romanas, a quienes habla como si fueran criadas de las discípulas más ricas. Claudia se aprovecha para decirle: "Oye, te voy a pedir un favor. Ve a llamar al discípulo que trajo la noticia. Dile que venga, y dile que lo haga de modo de no llamar la atención. ¡Ve!" Las vestiduras no son gran cosa, pero su modo de hablar es imperioso. Jonatás abre tamaños ojos, se acerca más para ver la cara de quien le ha hablado, pero no logra ver sino el fulgor de ojos imperiosos. Con todo debe intuir que no se trata de una criada la mujer que le ha hablado. Se inclina y obedece.
Alcanza a Judas de Keriot que va hablando animadamente con Esteban y con Timoneo, y le jala del vestido.
"¿Qué quieres?"
"Quiero decirte una cosa."
"Dila."
"No puedo. Ven conmigo. Te necesitan, por lo que parece, para una limosna.
La excusa es buena. Judas deja a sus compañeros y alegre se va con Jonatás. Está ya en la última fila. "Oye, he aquí al hombre que deseabas" dice Jonatás a Claudia
Muchas gracias por tu servicio" le responde sin levantarse el velo. Y dirigiéndose a Judas: "Haz el favor de escucharme por un momento."
Judas que oye una voz fina y delicada, que ve dos brillantes ojos bajo el sutil velo, que tal vez se imagina que se trata de alguna aventura, sin pestañear acepta al punto.
El grupo de las romanas se divide. Con Claudia se quedan Plautina y Valeria. Los demás siguen su camino.
Claudia se hace a un lado el velo.
Judas la reconoce, y después de un instante de
admiración, se inclina y saluda a la romana:
"¡Domina!"
Escucha bien lo que te voy a decir.
Quiero protegerlo.
Cuando comprendas que hay algún peligro
para El, ven a verme.
Claudia puede todo sobre Poncio.
Alcanzará la protección en favor de ese Justo.
¿Comprendiste?"
Claudia mira a su alrededor. Y al no ver a nadie, con su hermosa mano se hace a un lado el velo. Judas la reconoce, y después de un instante de admiración, se inclina y saluda a la romana: "¡Domina!"
"Así es. Enderézate y escucha. Tú quieres al Nazareno. Te preocupas por su bien. Te felicito. Es un hombre virtuoso pero sin defensa. Nosotras lo veneramos como a un hombre grande y justo. Los judíos no lo veneran. lo odian. Lo sé. Escucha bien lo que te voy a decir para que te comportes de este modo. Quiero protegerlo. No como la lujuriosa de hace unos cuantos minutos. Sino honesta y virtuosamente. Cuando comprendas que hay algún peligro para El, ven a verme o mandarme algún recado. Claudia puede todo sobre Poncio. Alcanzará la protección en favor de ese Justo. ¿Comprendiste?"
"Sí, domina. Que nuestro Dios te proteja. Tan pronto como pueda vendré personalmente. Pero ¿cómo haré?"
"Pregunta siempre por Albula Domitila. Es una amiga íntima mía, y nadie se extrañará de que hable con judíos, pues es la que tiene a cargo mis liberalidades. Pensarán que eres un cliente. ¿Acaso te humilla esto?"
"No, domina. Servir al Maestro, alcanzar tu protección es una honra."
"Os protegeré. Soy mujer, pero soy de los Claudios. Puedo más que todos los grandes de Israel, porque detrás de mí está Roma. Entre tanto ten, para los pobres del Mesías. Nuestro óbolo. Quisiera estar esta noche con los discípulos. Consígueme esta honra y te protegeré."
En un tipo como Iscariote las palabras de la patricia hacen un efecto prodigioso. ¡Se encarama hasta el séptimo cielo!... Pregunta: "¿Pero de veras lo ayudarás?"
porque es un reino de virtud.
Tenemos las águilas como insignias en nuestras
banderas y la orgullosa sigla,
pero sobre ellas se posarán los genios
y su santo Nombre.
Roma será grande sin duda,
lo mismo que la tierra cuando
pondrán ese Nombre en sus insignias,
y su señal sobre su lábaros, sus templos,
como sobre sus arcos y columnas."
"Sí. Merece su reino que se funde, porque es un reino de virtud. Bienvenido en contra de las sucias ondas que cubren los reinos de hoy en día, y que me provocan náuseas. Roma es grande, pero el Rabí es mucho mayor. Tenemos las águilas como insignias en nuestras banderas y la orgullosa sigla, pero sobre ellas se posarán los genios y su santo Nombre. Roma será grande sin duda, lo mismo que la tierra cuando pondrán ese Nombre en sus insignias, y su señal sobre su lábaros, sus templos, como sobre sus arcos y columnas."
Judas no sabe qué responder. Sueña extático. Acaricia las pesadas bolsas que le han dado. lo hace maquinalmente. Con la cabeza dice que sí, que sí...
"Bueno. Vamos a alcanzarlos. Somos aliados ¿no es verdad? Aliados en proteger a tu Maestro, al rey de los corazones honrados."
Ligeros entran.
Cierran el portón con mucho ruido de llaves.
Judas cuenta a Pedro todo lo sucedido
Rápida se baja el velo y esbelta, casi corriendo alcanza a sus compañeras. La siguen las demás y Judas que jadea no tanto por la carrera como por lo que oyó. Llegan al palacio de Lázaro cuando los últimos están entrando en él. Ligeros entran. Cierran el portón con mucho ruido de llaves. Judas cuenta a Pedro todo lo sucedido
Una sola lámpara que en sus manos tiene la mujer del portero apenas si ilumina el vestíbulo cuadrado y blanco del palacio de Lázaro. Se comprende al punto que la casa no está habitada aun cuando esté bien guardada y en orden. Magdalena y Marta guían a los huéspedes a un amplio salón, destinado a los banquetes, en cuyas paredes penden hermosos tapices que descubren su belleza conforme van iluminando las lámparas que encienden y las que ponen sobre mesas, y cofres que hay alrededor de las paredes. Magdalena ordena que pongan en el centro de la sala las mesas y que preparen la cena con los alimentos que trajeron los criados de Juana.
Judas llama a Pedro aparte y le dice algo al oído. Veo que saca tamaños ojos y que se sacude la mano como si se quemara y exclama: "¡Rayos y ciclones! ¡Pero qué estás diciendo!"
"¡Mira y piensa! ¡No tengas miedo! ¡No estés más preocupado!"
"¡Demasiado grande! ¡Demasiado! ¿Cómo dijo? ¿Que nos protege? Que Dios la bendiga. Pero ¿quién es?"
"Aquella, la vestida de color de tórtola del campo. La alta y delgada. Ahora nos está mirando."
Pedro mira a la mujer alta de cara regular y seria, de ojos dulces pero imperiosos.
"¿Y cómo hiciste para hablar con ella? ¿No tuviste?..."
"¡Nada!"
"¡Y sin embargo no te gustaba acercarte a ellos! Como a mí tampoco, como a todos..."
"Es verdad, pero lo he superado por amor al Maestro. Como también he superado las ganas de romper con los del templo. ¡Y todo por el Maestro! Todos vosotros, incluso mi madre, pensáis que yo sea un doble. No hace mucho tú mismo me echaste en cara ciertas amistades mías. Pero si no las mantuviese, y con gran dolor de mi alma, no estaría al tanto de lo que pasa. No está bien ponerse vendas en los ojos y cera en las orejas por temor de que el mundo entre (en) nosotros por ellos. Cuando se tiene algo grande como lo que tenemos nosotros hay que vigilar con ojos y orejas del todo limpios. Velar por El, por su bien, por su misión, porque funde ¡ese bendito reino!..."
Muchos de los apóstoles y algunos de los
discípulos se han acercado y escuchan
aprobando con la cabeza.
Pedro dice:
"¡Tienes razón! Perdona mis reproches.
Vales más que yo.
Sabes hacer las cosas.
Muchos de los apóstoles y algunos de los discípulos se han acercado y escuchan aprobando con la cabeza. Porque en suma, no se puede decir que Judas esté equivocado.
Pedro que es un hombre honrado y humilde lo reconoce y dice: "¡Tienes razón! Perdona mis reproches. Vales más que yo. Sabes hacer las cosas. ¡Oh, ve pronto a decirlo al Maestro, a su Madre, a la tuya! Estaba tan angustiada..."
Se sientan a la mesa y el Maestro hace señal
de que nos acerquemos...
... La cena es ligera.
También las romanas que se habían sentado
con las demás mujeres, de modo que Claudia
lo está entre Porfiria y Dorca,
comen en silencio
lo que les ponen por delante,
"Porque malas lenguas algo le han dicho... Por ahora no digas nada. Después. Más tarde. ¿Ves? Se sientan a la mesa y el Maestro hace señal de que nos acerquemos..."
... La cena es ligera. También las romanas que se habían sentado con las demás mujeres, de modo que Claudia lo está entre Porfiria y Dorca, comen en silencio lo que les ponen por delante, y entre ellas, Juan y Magdalena se pasan palabras secretas envueltas en sonrisas. Parecen niñas en días de vacaciones.
Después de la cena Jesús ordena que pongan las sillas en forma de cuadrado y que se sienten porque quiere hablarles. Se pone en el centro y empieza a hablar. Algunos ojos se cierran, como los del pequeñuelo de Dorca, que duerme en su seno, otros apenas si resisten al sueño como los de María, que está sentada sobre las rodillas de Juana, y los de Matías que se ha acomodado junto a las rodillas de Jonatás.
Habla Jesús: Esta noche se nos ha permitido
vernos unidos y eso,
gracias a la mala voluntad de quienes
nos quisieran ver separados.
"¡Discípulos y discípulas, reunidos en nombre del Señor, o atraídos por el deseo de la verdad! deseo que viene también de Dios que quiere que haya luz y verdad en todos los corazones, escuchad.
Esta noche se nos ha permitido vernos unidos y eso, gracias a la mala voluntad de quienes nos quisieran ver separados. Con vuestro espíritu limitado no podéis comprender lo profundo y extenso de esta reunión que es una verdadera aurora de las que se celebrarán cuando ya no esté físicamente entre vosotros, sino con el espíritu. Entonces amaréis. Entonces pondréis todo en práctica. Por ahora sois cual niños. Entonces seréis como adultos que podréis gustar de cualquier alimento sino que os haga mal. Entonces diréis como ahora digo: "Venid a mí todos vosotros porque todos somos hermanos, y porque por todos me he sacrificado".
Hay muchos prejuicios en Israel. Son fiestas
que vulneran la caridad.
Hay muchos prejuicios en Israel. Son fiestas que vulneran la caridad. Me dirijo a vosotros que creéis, porque entre vosotros no existen los traidores, ni los que fomentan preconceptos que dividen, que se cambian en incomprehensión, en terquedad, en odio contra Mí que os señalo los caminos del porvenir. No puedo hablar de otro modo. De hoy en adelante hablaré mucho menos porque veo que casi son inútiles las palabras. Os he hablado de modo que pudierais santificaros y llegar a ser perfectos. Sin embargo poco habéis avanzado, sobre todo vosotros, hermanos, porque las palabras os agradan, pero ponerlas en práctica ¡no! De hoy en adelante, de un modo cada vez estricto, haré que pongáis en práctica lo que haréis cuando el Maestro haya regresado al cielo de donde vino. Hará que asistáis a lo que será el sacerdote del porvenir. Más que en mis palabras ¡en mis acciones poned atención! Recordadlos. Repetidlos. Unidos con mis enseñanzas. Y sólo entonces llegaréis a ser discípulos perfectos.
¿Qué hizo y qué os hizo hacer hoy el Maestro?
Que pusierais por obra la caridad
en todos sus aspectos.
¿Qué hizo y qué os hizo hacer hoy el Maestro? Que pusierais por obra la caridad en todos sus aspectos. La caridad para con Dios. No la caridad de la oración, de la oración vocal, ritual y no más. Sino la caridad activa que renueva en el Señor, que despoja del espíritu del mundo, de las herejías del paganismo, que existe no sólo en los paganos, sino también en Israel, con sus miles de costumbres que se han puesto en lugar de la verdadera religión, santa, franca, sencilla como todo lo que viene de Dios. Habéis realizado no acciones aparentemente buenas, que los hombres alaben, sino acciones santas que merecen la alabanza de Dios. Sabéis muy bien que el que nace, tiene que morir. Pero la vida no termina con la muerte. Continúa en forma diversa por la eternidad, donde el que fue justo recibirá su premio, y el que fue malvado, su castigo. Pero que este pensamiento de un juicio seguro no sea cual parálisis durante vuestra vida y para cuando muráis, sino más bien acicate, freno, espolón que empuje a hacer el bien, y a apartarse de las malas pasiones.
Por esto procurad amar en realidad al Dios
verdadero, llevando una vida que se haga digna
de que lo consigáis en la futura.
Por esto procurad amar en realidad al Dios verdadero, llevando una vida que se haga digna de que lo consigáis en la futura. Oh, vosotros que amáis las grandezas, ¿qué grandeza mayor que la de llegar a ser hijos de Dios, y por lo tanto dioses? Oh, vosotros que tenéis miedo al dolor, ¿qué seguridad de no sufrir podéis tener como la que os espera en el cielo? ¿Sentís que no lo podréis? ¿Teméis de fracasar? Si os comportáis como santos lo lograréis. Porque la misma autoridad que nos domina no lo podrá impedir, pese a sus legiones, porque las persuadiréis como Yo a que sigan la doctrina santa sin usar la violencia. He persuadido a las mujeres romanas de que aquí existe la verdad..."
"¡Señor!..." exclaman las romanas al verse descubiertas.
Escuchad y no lo olvidéis.
Digo a mis seguidores de Israel,
digo a vosotras de corazón recto
las leyes de mi reino.
No quiero rebeliones.
Sino santificar la autoridad empapándola con
nuestra santidad.
Cumplid con vuestro deber de súbditos
para con la autoridad,
Tratad de ver en cualquier autoridad
no a un opresor sino a alguien que os eleva,
"Así es. Escuchad y no lo olvidéis. Digo a mis seguidores de Israel, digo a vosotras de corazón recto las leyes de mi reino.
No quiero rebeliones. De nada sirven. Sino santificar la autoridad empapándola con nuestra santidad. Será un trabajo largo, pero al fin vencerá. Con mansedumbre y paciencia, sin prisas necias, sin desviaciones humanas, sin rebeliones inútiles, más bien obedeciendo cuando el hacerlo no causa ningún daño al alma. De este modo llegaréis a hacer de la autoridad que nos domina, una autoridad protectora y digna de Mí. Cumplid con vuestro deber de súbditos para con la autoridad, como lo cumplís para con Dios. Tratad de ver en cualquier autoridad no a un opresor sino a alguien que os eleva, porque os proporciona el modo de santificarlo y de santificaros con el ejemplo, con el heroísmo.
Tratad de ser, así como sois fieles buenos
y buenos ciudadanos,
buenos maridos, buenas mujeres, santos, castos,
obedientes, cariñosos, el uno para con el otro,...
En lo porvenir no existirán en mi Nombre
patrones y esclavos, sino hermanos
Tratad de ser, así como sois fieles buenos y buenos ciudadanos, buenos maridos, buenas mujeres, santos, castos, obedientes, cariñosos, el uno para con el otro, mancomunados en educar a los hijos en el Señor, padres y madres también para con los criados y para con los esclavos, que también ellos tienen alma que sienten, que tienen sentimientos y afectos como vosotros. Si la muerte os arrebatare al compañero o compañera, tratad de no casaros de nuevo aun cuando podáis. Amad también a los huérfanos por amor al compañero desaparecido. Y vosotros criados, someteos a vuestros patrones, y si son imperfectos, santificadlos con vuestro ejemplo. Tendréis un gran mérito ante los ojos del Señor. En lo porvenir no existirán en mi Nombre patrones y esclavos, sino hermanos. No más razas, sino hermanos. No habrá más opresores, ni oprimidos que se odian, porque estos llamarán a aquellos como si fueran hermanos.
No os limitéis a ayudar solo a los pobres,
a los peregrinos,
a los enfermos de vuestra raza.
Abrid los brazos a todos,
así como la misericordia los abre
a todos vosotros.
Amaos vosotros quienes tenéis una misma fe. Ayudaos, como os hice que hoy hicierais. No os limitéis a ayudar solo a los pobres, a los peregrinos, a los enfermos de vuestra raza. Abrid los brazos a todos, así como la misericordia los abre a todos vosotros.
Quien tuviere más, dé al que tenga menos.
Quien sabe más, enseñe a quien menos,
Quien tuviere más, dé al que tenga menos. Quien sabe más, enseñe a quien menos, y hágalo paciente y humildemente, recordando que antes de mis instrucciones no sabíais nada. Buscad la sabiduría no por lujo, sino para que ayude para que caminéis por los senderos del Señor.
Las mujeres casadas amen a las vírgenes,
estas a las casadas y ambas a las viudas.
Los pobres no tengan envidia.
Los ricos no fomenten ningún odio
Tened cuidado de los huérfanos, de los enfermos,
de los que no tienen techo.
Abrid el corazón antes que la bolsa o la casa,
porque si diereis, pero con mala voluntad,
no honraréis a Dios sino que lo ofenderéis,
Las mujeres casadas amen a las vírgenes, estas a las casadas y ambas a las viudas. Todas sois útiles en el reino del Señor.
Los pobres no tengan envidia. Los ricos no fomenten ningún odio con la ostentación de sus riquezas y dureza de corazón
Tened cuidado de los huérfanos, de los enfermos, de los que no tienen techo. Abrid el corazón antes que la bolsa o la casa, porque si diereis, pero con mala voluntad, no honraréis a Dios sino que lo ofenderéis, el cual está presente en todos los infelices.
En verdad, en verdad os digo que no es difícil
servir al Señor.
Basta con amar, con amar al Dios verdadero,
amar al prójimo cualquiera que sea.
En cualquier herida o fiebre que curareis o
calmareis ahí estaré Yo.
Y todo lo que hiciereis en el prójimo,
si fuere cosa buena,
se habrá hecho a Mí,
si mala,
igualmente a Mí.
En verdad, en verdad os digo que no es difícil servir al Señor. Basta con amar, con amar al Dios verdadero, amar al prójimo cualquiera que sea.
En cualquier herida o fiebre que curareis o calmareis ahí estaré Yo. En cualquier desgracia que socorriereis, ahí estaré. Y todo lo que hiciereis en el prójimo, si fuere cosa buena, se habrá hecho a Mí, si mala, igualmente a Mí. ¿Queréis hacerme sufrir? ¿Queréis perder el reino de paz, el no convertiros en dioses por no ser buenos con vuestro prójimo?
Nunca más estaremos juntos como ahora.
Vendrán otras pascuas...
y no podremos estar juntos otra vez
por muchas razones.
Nunca más estaremos juntos como ahora. Vendrán otras pascuas... y no podremos estar juntos otra vez por muchas razones. La primera que es la de una santa prudencia por una parte y por otra excesiva. Y cualquier exceso es culpa, por lo que nos veremos divididos. La segunda es que no estaré ya más con vosotros... Pero no olvidéis este día. Hacedlo, y no sólo durante la pascua, sino siempre.
Jamás os he dicho que sea cosa fácil
el ser de Mí.
Pertenecerme quiere decir
vivir en la luz y en la verdad,
pero también comer el pan de la lucha
y de las persecuciones
Jamás os he dicho que sea cosa fácil el ser de Mí. Pertenecerme quiere decir vivir en la luz y en la verdad, pero también comer el pan de la lucha y de las persecuciones. Ahora seréis más fuertes en el amor y más decididos en la lucha y en las persecuciones.
Creed en Mí por lo que soy:
Jesús, el Salvador,
cuyo reino no es de este mundo,
Tened confianza en Mí. Creed en Mí por lo que soy: Jesús, el Salvador, cuyo reino no es de este mundo, cuya venida señala la paz a los buenos, cuya posesión quiere decir conocer y poseer a Dios, porque verdaderamente quien me tiene en sí, y está en Mí, está en Dios y lo posee en su espíritu y de este modo lo tendrá para siempre en el reino celestial.
Es ya de noche. Mañana es la parasceve. Podéis iros. Purificaos, meditad, celebrad una santa pascua.
¡Mujeres de raza diversa, pero de recto corazón,
podéis iros!
La buena voluntad que os anima
os sirva para llegar a la luz.
¡Mujeres de raza diversa, pero de recto corazón, podéis iros! La buena voluntad que os anima os sirva para llegar a la luz. En nombre de los pobres, con los que me identifico, os bendigo por óbolo generoso y os bendigo por vuestras buenas intenciones para conmigo que vine a traer el amor y la paz a la tierra. ¡Podéis iros! Juana y cuantos no tengáis miedo, podéis iros."
Un ruido de admiración atraviesa la reunión,
entre tanto que las romanas,
puestas en la bolsa las tablillas enceradas
que Flavia escribía mientras Jesús hablaba
salen
Tanta es la sorpresa que ninguno
de los presente, fuera de Juana, Jonatás
y los siervos de aquella,
se mueve de su lugar.
Un ruido de admiración atraviesa la reunión, entre tanto que las romanas, puestas en la bolsa las tablillas enceradas que Flavia escribía mientras Jesús hablaba salen, a excepción de Egla que se queda con Magdalena. Todas a un mismo tiempo se despiden. Tanta es la sorpresa que ninguno de los presente, fuera de Juana, Jonatás y los siervos de aquella que traen en sus brazos a los pequeñuelos que duermen, se mueve de su lugar. Cuando se oye el ruido del portón que se cierra, sobreviene un rumor.
"¿Quiénes son?"
"¿Cómo es posible que estuvieran entre nosotros?"
"¿Qué hicieron?"
Y Judas, más que todos, grita: "¿Cómo sabes, Señor, que nos dieron una buena limosna?"
Jesús aplaca la confusión con un además
y responde:
"Son Claudia y sus damas.
Mientras que las otras mujeres de Israel,
temerosas de que sus maridos se enojaran,
o porque son como ellos,
no se atreven a seguirme,
las despreciadas romanas, con santas mañas,
procuran venir para aprender la doctrina,
que si por ahora aceptan desde un punto
de vista humano,
es algo que las eleva...
Jesús aplaca la confusión con un además y responde: "Son Claudia y sus damas. Mientras que las otras mujeres de Israel, temerosas de que sus maridos se enojaran, o porque son como ellos, no se atreven a seguirme, las despreciadas romanas, con santas mañas, procuran venir para aprender la doctrina, que si por ahora aceptan desde un punto de vista humano, es algo que las eleva... Esta jovencita, esclava, de raza judía, es la flor que Claudia ofrece a los ejércitos míos, al devolverla a la libertad, y entregarla a la fe en Mí. En cuanto a que sepa lo de la limosna... ¡oh, Judas! nadie, menos que seas tú podría hacerme igual pregunta. Bien sabes que veo los corazones."
Judas dice:
"¿Entonces habrás visto que he dicho
la verdad de que había asechanzas,
y que las descubrí al hacer hablar...
a ciertos tipos culpables?"
"Es así como dices."
"Dilo más fuerte, para que mi madre lo oiga...
Entre tanto la sala se llena de comentarios
"¿Entonces habrás visto que he dicho la verdad de que había asechanzas, y que las descubrí al hacer hablar... a ciertos tipos culpables?"
"Es así como dices."
"Dilo más fuerte, para que mi madre lo oiga... Madre soy un muchacho, ¡pero no estúpido!... Madre, hagamos las paces. Comprendámonos, amémonos, unidos en el servicio de nuestro Jesús."
Judas humilde, cariñoso va a abrazar a su madre que dice: "¡Si, hijito! ¡Por ti, por el Señor, por tu pobre mamacita!"
Entre tanto la sala se llena de comentarios, y muchos concluyen con que fue una cosa imprudente haber aceptado a las romanas y reprochan la conducta de Jesús.
Judas, que parece transportado por un éxtasis,
termina postrándose:
"En la tierra, en el cielo
y hasta en los infiernos tu Nombre es conocido.
Infinito es tu poder.
¿Qué fuerza puede oponérsete, ¡oh, Cordero!,
¡oh, León!, Sacerdote
y Rey santo, santo, santo?"
Judas oye, deja a su madre y corre en defensa de su Maestro. Repite la conversación que tuvo con Claudia y termina: "No es una ayuda despreciable. Aun sin haberla tenido antes, nos hemos visto perseguidos. Dejémosla que haga como quiera. Pero tened presente que es mejor que nadie lo sepa. Pensad que si es peligroso para el Maestro, no menos lo es para nosotros que seamos amigos de paganos. El Sanedrín que en el fondo teme a Jesús por un temor supersticioso de no levantar la mano contra el Ungido de Dios, no tendría ningún escrúpulo de matarnos como a perros, a nosotros que valemos un comino. En vez de poner esas caras de escándalo, recordad que hace poco no erais más que una parvada de palomas espantadas, y bendecid al Señor que nos ayuda con medios imprevistos, ilegales si queréis, pero buenos, para fundar el reino del Mesías. ¡Podremos todo si Roma nos defiende! ¡Oh, no tengo temor alguno! ¡Hoy ha sido un gran día! Más que por otra cosa, por esta... ¡A, cuando serás el Jefe, qué autoridad tan dulce, tan fuerte, tan bendita! ¡Qué paz habrá! ¡Qué justicia! ¡El reino fuerte y benigno del Mesías! ¡El mundo que se acerca poco a poco!... ¡Las profecías que se cumplen! ¡Multitudes, naciones... el mundo todo a tus pies! ¡Oh, Maestro, Maestro mío! ¡Tú, Rey, nosotros tus ministros!... ¡En la tierra paz, en el cielo gloria!... ¡Jesús de Nazaret, Rey de la estirpe de David, Mesías Salvador, yo te saludo y te adoro!" y Judas, que parece transportado por un éxtasis, termina postrándose: "En la tierra, en el cielo y hasta en los infiernos tu Nombre es conocido. Infinito es tu poder. ¿Qué fuerza puede oponérsete, ¡oh, Cordero!, ¡oh, León!, Sacerdote y Rey santo, santo, santo?" y se queda así inclinado hasta tierra en medio de una sala muda de estupor.
VII. 404-413
A. M. D. G.