DURANTE EL DÍA DE LA PARASCEVE

 

PRIMERA PARTE: LA MAÑANA

 

 


 

#Jesús Mira el panorama que tiene a sus pies. El palacio de Lázaro se encuentra en una de las elevaciones de Jerusalén teniendo ante sí a Bezeta, el Moria y el Ofel, 

 #Jesús mira el Gólgota... Su mirada, llena de valor varonil Es la mirada de un héroe que contempla el campo de su última batalla. Luego se voltea y murmura: "¡La casa de Caifás!"

#En el portón del palacio se oyen golpes fuertes Jesús Se apresura a bajar, diciendo: "¿Aquí estoy. Qué se os ofrece?" Llegó Jonás... 

#Magdalena grita: ¿Desde cuándo, tú Jonás, te has olvidado de que eres un criado ..?. ¿De quién es la casa y el olivar? Sólo nosotros podemos decir al Rabí: "No vengas más..."

Jesús lo consuela: "No tengas miedo, te lo aseguro. No me hospedaré más.    

#Jonás se va, y nadie, fuera de Jesús y la Virgen dejan de lanzarle reproches o burlas. Magdalena que al verlo que se inclina ante ella, dice: 

 #Magdalena lo oye y responde: ¡Se sirve en las horas del peligro, hermanos! En las otras... ¡Oh, en las otras eso no es servir! ¡Es gozar!... ¡Y al Mesías no se le sigue para gozar!"  

 #"Gracia has encontrado ante los ojos del Padre de los cielos, gracia ante su Hijo para quien todo lo que El quiere es cosa sagrada.  

#¡Y además ahora está Claudia!" grita Judas. ¡Judas por favor, no hagas que se derrumbe en ti! Ni reino no es de este mundo. Mi reino es del espíritu. Si lo envileces al compararlo con un reino humano, lo pones en peligro y lo haces que se derrumbe en ti."   

#procura también que los dones de Dios que se te dan sirvan para robustecer tu fe y tu voluntad de servir al Señor y no se conviertan en una ruina espiritual.   

#Si se concede un don a cualquier hombre para ayudar su debilidad, y en lugar de servirle, de hacerlo siempre más pronto en querer los bienes sobrenaturales, o sencillamente, los morales, lo hace que se apegue más a los apetitos humanos, que lo separe del recto camino, entonces el don es un mal.   

#¿Dónde decís que sea bueno celebrarla? Quiero que tengáis paz en los corazones en esta cena ritual, para oír a Dios el cual no se siente donde hay turbación. Somos muchos. Me gustaría que pudiésemos estar juntos para que digáis: "Celebramos una pascua con El".  

 #las hermanas de Lázaro se llevan la palma. "¡Oh, Señor! ¡Aquí! Mandaremos a traer a nuestro hermano. ¡Aquí! Hay muchas habitaciones amplias. Estaremos juntos, y según el rito. ¡Acepta, Señor! Hay lugar hasta para unas doscientas personas divididas en grupos de veinte. Y somos tantos. "¿Qué os parece? ¿Aceptamos su proposición?" pregunta Jesús dirigiéndose a todos. Entonces hacedlo como queréis.

 


 

Por el palacio de Lázaro, que de pronto se ha convertido en dormitorio se ven esparcidos muchos que todavía siguen durmiendo. No se ven mujeres. Tal vez durmieron en las habitaciones de arriba. La bella alba todo lo pinta. Pinta la ciudad, entra en los patios del palacio, despierta a los pajarillos que durmieron en las ramas de los árboles, os primeros cánticos monótonos de los palomos. Pero los hombres no se despiertan. Cansados, repletos de emociones, duermen... sueñan...

Jesús sale sin hacer ruido del vestíbulo, y de ahí pasa al patio. Se lava en una fuente que canta alegre en medio de un cuadrado de mirto en cuya  base hay lirios pequeños. Se compone el cabello y sin hacer nada de ruido regresa donde está la escalera que lleva a los pisos superiores y a la terraza de la casa. Sube allá a orar, a meditar...

 

Jesús Mira el panorama que tiene a sus pies. 

El palacio de Lázaro se encuentra en una 

de las elevaciones de Jerusalén 

teniendo ante sí a Bezeta, el Moria y el Ofel, 

detrás de ellos 

la cadena del monte de los Olivos, 

por detrás se alza, el monte Sión, 

Más allá del valle de Gihón, 

la cabeza calva del Gólgota

 

Se pone a pasear lentamente. Los únicos que lo ven son las palomas que alargan sus pescuecitos, que refunfuñan como preguntándose: "¿Y este?" Después Jesús se apoya contra la pared, y se recoge en Sí mismo. Levanta la cabeza, tal vez por los primeros rayos del sol que se levanta detrás de las colinas que ocultan Betania, y el valle del Jordán. Mira el panorama que tiene a sus pies.

El palacio de Lázaro se encuentra en una de las tantas elevaciones que hacen de las calles de Jerusalén un subir y bajar continuos, casi en el centro de la ciudad, pero un poco situado hacia el sudoeste.

Colocado en una hermosa calle que desemboca, formando con ella una T, domina la ciudad baja, teniendo ante sí a Bezeta, el Moria y el Ofel, detrás de ellos la cadena del monte de los Olivos, por detrás y formando una sola cosa con el lugar donde se alza, el monte Sión, entre tanto que a ambos lados se ven al sur colinas, mientras que al norte Bezeta que oculta una gran parte del panorama. Más allá del valle de Gihón, la cabeza calva del Gólgota aparece amarillenta en medio de la luz rosada de la aurora, lúgubre aun cuando se vea bañada de ella.

 

Jesús mira el Gólgota... 

Su mirada, llena de valor varonil 

Es la mirada de un héroe que contempla 

el campo de su última batalla. 

 

Luego se voltea y murmura: "¡La casa de Caifás!" 

y con la mirada señala como todo un itinerario 

desde allí hasta Getsemaní, y luego al templo, 

y luego más allá de las murallas de la ciudad, 

en dirección del Calvario

 

Jesús mira el Gólgota... Su mirada, llena de valor varonil, tiene mucho de pensativo. Me recuerda la visión que hace tiempo tuve cuando vi a Jesús, de doce años, con ocasión de la disputa con los doctores. La mirada de aquel entonces, como la de ahora no tiene nada de miedo. Es la mirada de un héroe que contempla el campo de su última batalla.

Luego se voltea a contemplar las colinas que dan al sur de la ciudad y murmura: "¡La casa de Caifás!" y con la mirada señala como todo un itinerario desde allí hasta Getsemaní, y luego al templo, y luego más allá de las murallas de la ciudad, en dirección del Calvario. Entre tanto el sol ha nacido y la ciudad se prende de sus luces...

 

En el portón del palacio se oyen golpes fuertes 

Jesús  Se apresura a bajar, diciendo: 

"Aquí estoy. ¿Qué se os ofrece?" 

 

Llegó Jonás... Dijo que eran muchos 

y que te habían buscado por todas partes. 

Hasta me maltrataron. 

¡No tengas miedo! De hoy en adelante 

no correrás ningún peligro por Mí. 

 

En el portón del palacio se oyen golpes fuertes y sucesivos. Jesús se asoma para ver, pero la cornisa se lo impide, porque además el portón está muy metido. Sin embargo oye inmediatamente el vocerío de los que dormían y que se han despertado. Leví abre el portón. Luego se escucha en los aires el nombre de Jesús que repiten tanto hombres como mujeres... Se apresura a bajar, diciendo: "Aquí estoy. ¿Qué se os ofrece?"

Los que lo buscaban, tan pronto como lo oyen, suben por la escalera a la carrera gritando. Son los apóstoles y los discípulos más antiguos, Entre ellos viene Jonás, el que cuida del Getsemaní. Todos hablan al mismo tiempo de modo que nada se comprende.
Jesús ordena que se queden donde están y que no hablen. Se acerca: "¿Qué pasa?"

Otro ruido, otro chasquido, otro vocerío. Detrás de ellos aparecen las caras tristes o espantadas de mujeres y discípulos...

"Que hable uno sólo. Pedro, tú el primero."

"Llegó Jonás... Dijo que eran muchos y que te habían buscado por todas partes. El estuvo muy mal toda la noche, y que luego cuando abrieron las puertas, fue a ver a Juana y supo que estabas aquí. ¿Qué hacemos? ¡Tenemos que celebrar la pascua!"

Jonás aclara la noticia diciendo: "Así es. Hasta me maltrataron. Dije que no sabía dónde estabas, que tal vez no regresarías. Vieron vuestros vestidos y comprendieron que regresaríais a Getsemaní. ¡No me vayas a hacer algún mal, Maestro! Siempre te he recibido con cariño, y esta noche padecí por Ti.  Pero... pero..."

"¡No tengas miedo! De hoy en adelante no correrás ningún peligro por Mí. No me hospedaré más en tu casa. me limitaré a pasar solo, cuando por la noche vaya a orar... No puedes impedírmelo..." Jesús habla dulcemente al espantado Jonás, el custodio de Getsemaní.

 

Magdalena grita: 

¿Desde cuándo, tú Jonás, te has olvidado

 de que eres un criado ...? 

¿De quién es la casa y el olivar? 

 

Sólo nosotros podemos decir al Rabí: 

"No vengas más...".

 

Pero no lo decimos. 

Porque sería una gran fortuna si sus enemigos 

por buscarlo destruyeran plantas, paredes, 

y hasta aplanasen las zanjas, 

pues todo vendría destruido por causa 

de haber hospedado al Amor,

 

Pero Magdalena con su fuerte y melodiosa voz grita: "¿Desde cuándo, tú Jonás, te has olvidado de que eres un criado y que solo por mera condescendencia nuestra hacemos que te creas ser el dueño? ¿De quién es la casa y el olivar? Sólo nosotros podemos decir al Rabí: "No vengas más porque puedes hacer daño a nuestras posesiones". Pero no lo decimos. Porque sería una gran fortuna si sus enemigos por buscarlo destruyeran plantas, paredes, y hasta aplanasen las zanjas, pues todo vendría destruido por causa de haber hospedado al Amor, y El brindaría amor a nosotros, sus fieles amigos. ¡Que vayan! ¡Que destruyan! ¿Y qué? ¡Basta con que nos ame y que no le pase nada!"

Jonás se ve preso entre el temor a los enemigos y el de su excitada patrona. En voz baja habla. "¿Y si a mi hijo le hacen algún daño?"

 

Jesús lo consuela: 

"No tengas miedo, te lo aseguro. 

No me hospedaré más.

 

 Jesús lo consuela: "No tengas miedo, te lo aseguro. No me hospedaré más. Puedes decir a quien te lo preguntare que el Maestro no se queda más en el Getsemaní... ¡No, Magdalena! ¡Es mejor hacer así! ¡Déjame! Te agradezco tu generosidad... Todavía no es mi hora. ¡Aun no ha sonado! Me imagino que fueron fariseos..."

"Y sinedristas, y herodianos y saduceos... y soldados de Herodes... y todos... todos. No puedo sacudirme el terror que traigo... Pero lo estás viendo, Señor. He venido corriendo a avisarte... Primero a la casa de Juana y... luego aquí..." Jonás quiere mostrar que a riesgo de su tranquilidad cumplió con su deber para con el Maestro.

Jesús compasivamente le sonríe y con mucha bondad le dice: "¡Lo estoy viendo! ¡Lo estoy viendo! Dios te lo pagará. Regresa ahora tranquilo a tu casa. Te mandaré a decir a dónde enviarás las alforjas, o mandaré a que las recojan."

 

Jonás se va, y nadie, fuera de Jesús y la Virgen,

 dejan de lanzarle reproches o burlas. 

 

Magdalena dice: 

"Diré a Lázaro que para el banquete de la fiesta... 

vaya a buscar buenos y gordos pollos 

en Getsemaní."

 

Jonás se va, y nadie, fuera de Jesús y la Virgen, dejan de lanzarle reproches o burlas. Salada es la de Pedro, y saladísima la de Iscariote, irónica la de Bartolomé. Judas Tadeo no habla, pero mira ¡en tal forma! El murmullo, las miradas de reproche lo siguen aun entre las mujeres, terminando con el irónico de Magdalena que al verlo que se inclina ante ella, dice: "Diré a Lázaro que para el banquete de la fiesta... vaya a buscar buenos y gordos pollos en Getsemaní."

"No tenemos ni un gallinero, patrona."

Tú, Marcos y María ¡tres magníficos capones!"

Todos se echan a reír por la irónica y significativa de Magdalena que está enojada al ver el miedo en sus trabajadores y por la molestia que tendrá el Maestro al no poder gozar más del tranquilo nido de Getsemaní.

"¡No te intranquilices! ¡Paz! ¡Paz! No todos tienen tu corazón."

"¡Oh, no, y es una desgracia! ¡Ojalá la tuvieran! ¡Ni siquiera las lanzas y flechas que me disparasen me separarían de Ti!"

 

Magdalena lo oye y responde:

 ...¡Se sirve en las horas del peligro, hermanos! 

 

En las otras... ¡Oh, en las otras eso no es servir! 

¡Es gozar!... 

¡Y al Mesías no se le sigue para gozar!"

 

Un murmullo entre los hombres... Magdalena lo oye y responde: "Sí. ¡Lo veremos! Esperamos que pronto sea, para que os de muestra de mi valor. ¡Nada me hará retroceder con tal de que pueda servir a mi Maestro! ¡Servirlo! ¡Sí, servirlo! ¡Se sirve en las horas del peligro, hermanos! En las otras... ¡Oh, en las otras eso no es servir! ¡Es gozar!... ¡Y al Mesías no se le sigue para gozar!"

Los hombres bajan la cabeza, sintiendo la flecha.

Magdalena avanza entre las mujeres y se acerca a Jesús. "¿Qué quieres que se haga, Maestro? Es la Parasceve. ¿Dónde celebras tu Pascua? Ordena... y si he encontrado gracia ante tus ojos, permíteme que te ofrezca un comedorcito, y que piense en lo demás..."

 

"Gracia has encontrado ante los ojos 

del Padre de los cielos, 

 

gracia ante su Hijo para quien todo 

lo que El quiere es cosa sagrada. 

 

Acepto el comedor, pero déjame 

que como buen israelita 

vaya al templo a sacrificar el cordero..."

 

"Gracia has encontrado ante los ojos del Padre de los cielos, gracia ante su Hijo para quien todo lo que El quiere es cosa sagrada. Acepto el comedor, pero déjame que como buen israelita vaya al templo a sacrificar el cordero..."

"¿Y si te apresan?" preguntan varios.

"No lo harán. Osan hacerlo en la noche, en la oscuridad como los rufianes. Pero no en medio de las turbas que me veneran. ¡No me hagáis aparecer como cobarde!..."

 

¡Y además ahora está Claudia!" grita Judas. 

 ¡Judas, por favor, 

no hagas que se derrumbe en ti! 

Mi reino no es de este mundo. 

Mi reino es del espíritu. 

 

Si lo envileces al compararlo 

con un reino humano, 

lo pones en peligro 

y lo haces que se derrumbe en ti."

 

"¡Y además ahora está Claudia!" grita Judas. "¡El Rey y el reino no están más en peligro!..."

"¡Judas, por favor, no hagas que se derrumbe en ti! ¡No los pongas en peligro dentro de ti! Mi reino no es de este mundo. No soy un rey como los que tienen sus tronos. Mi reino es del espíritu. Si lo envileces al compararlo con un reino humano, lo pones en peligro y lo haces que se derrumbe en ti."

"Pero Claudia..."

 

procura también que los dones de Dios 

que se te dan 

sirvan para robustecer tu fe y tu voluntad 

de servir al Señor 

 

y no se conviertan en una ruina espiritual.

 

"Claudia es una pagana. No puede por lo tanto conocer el valor del espíritu. Ya es mucho si intuye y apoya a quien toma por un Sabio... Muchos en Israel ni siquiera por eso me toman... ¡Pero tú no eres un pagano, amigo mío! Tu providencial encuentro con ella procura que no se te convierta en daño, así como procura también que los dones de Dios que se te dan sirvan para robustecer tu fe y tu voluntad de servir al Señor y no se conviertan en una ruina espiritual."

"¿Y cómo quieres que suceda?"

 

Si se concede un don a cualquier hombre 

para ayudar su debilidad, 

y en lugar de servirle, 

de hacerlo siempre más pronto en querer 

los bienes sobrenaturales, 

o sencillamente, los morales, 

 

lo hace que se apegue más a los apetitos humanos, 

que lo separe del recto camino,

entonces el don es un mal.

 

"Fácilmente. No sólo en ti. Si se concede un don a cualquier hombre para ayudar su debilidad, y en lugar de servirle, de hacerlo siempre más pronto en querer los bienes sobrenaturales, o sencillamente, los morales, lo hace que se apegue más a los apetitos humanos, que lo separe del recto camino, entonces el don es un mal. Basta la soberbia que hace de un don un mal. Basta la desorientación provocada por algo que exalta, por algo que hace que se pierda de vista el fin único y bueno, para que el don se convierta en un mal. ¿Estás convencido? La venida de Claudia debe hacerte considerar lo siguiente: si es una pagana ha visto la grandeza de mi doctrina y la necesidad que triunfe, tú, y contigo todos los discípulos, con mayor fuerza debéis sentir todo esto, y por lo tanto, entregaros a ello de corazón pero siempre en el sentido espiritual. ¡Siempre!... Y ahora vamos a hablar sobre la pascua. ¿Dónde decís que sea bueno celebrarla? Quiero que tengáis paz en los corazones en esta cena ritual, para oír a Dios el cual no se siente donde hay turbación. Somos muchos. Me gustaría que pudiésemos estar juntos para que digáis: "Celebramos una pascua con El". Escoged, pues, el lugar donde, dividiéndonos según en ritual, formemos varios grupos suficientes para que cada uno consuma su propio cordero, y que se pueda decir: "Éramos muchos. Un hermano oía la voz del otro hermano"."

 

las hermanas de Lázaro se llevan la palma.

 "¡Oh, Señor! 

¡Aquí! Mandaremos a traer a nuestro hermano.

 ¡Aquí! 

Hay muchas habitaciones amplias. 

Estaremos juntos, y según el rito. 

 

¡Acepta, Señor! 

Hay lugar hasta para unas doscientas personas 

divididas en grupos de veinte. 

Y somos tantos.

 

 "¿Qué os parece? ¿Aceptamos su proposición?" 

pregunta Jesús dirigiéndose a todos. 

 

Entonces hacedlo como queréis.

 

Unos se inclinan por este lugar, otros por aquel. Pero las hermanas de Lázaro se llevan la palma. "¡Oh, Señor! ¡Aquí! Mandaremos a traer a nuestro hermano. ¡Aquí! Hay muchas habitaciones amplias. Estaremos juntos, y según el rito. ¡Acepta, Señor! Hay lugar hasta para unas doscientas personas divididas en grupos de veinte. Y somos tantos. ¡Danos contento, Señor!

¡Por amor a Lázaro que está tan triste... tan enfermo!..." las dos hermanas entre lágrimas terminan: "... ¡quien sabe si no pueda comer ya otra!..."

"¿Qué os parece? ¿Aceptamos su proposición?" pregunta Jesús dirigiéndose a todos.

"¡De mi parte sí!" responde Pedro.

"También por la mía" añade Iscariote y casi todos. Los que no hablan, se supone que asientan.

"Entonces hacedlo como queréis. Nosotros vamos al templo, a demostrar que quien está cierto de obedecer al Altísimo no tiene miedo y no es un cobarde. Vamos. A quien se quede le dejo mi paz."

Jesús baja el trozo último de la escalera, atraviesa el vestíbulo y sale con sus discípulos a la calle repleta de gente.

VII. 413-418

A. M. D. G.