HACIA LA ORILLA OCCIDENTAL 

DEL JORDÁN

 


 

#"Me agradaron sus últimas palabras. ¿Verdad, Maestro, que habló como un sabio?" "Es verdad. Y tendré presente su deseo" responde Jesús   

#"Dijo: "Señor, si pasases por el lugar donde vive mi nuera, dile que no le guardo rencor y que estoy contento de no ser más un abandonado, porque de este modo el juicio de Dios que le espera será mucho menor. Dile que eduque a los nietecitos en la fe del Mesías, pues así los tendré conmigo en el Cielo, y que apenas me encuentre en la paz, rogaré por ellos y por su salud".   

#"¿Pero ante los ojos de Dios disminuirá la culpa de la nuera? "Cambiarán..." "Cambiarán para Ananías, tanto en el Cielo como en la Tierra, por su dulzura bondadosa. Pero no para la mujer. Su culpa da gritos a los ojos de Dios. Sólo si se arrepiente, puede cambiarse la sentencia severa. Se lo diré."   

#Subiremos a Keriot desde Maseda e iremos a Yutta, Hebrón, Betsur, Béter,... "Maseda está en los dominios de Herodes..." Es una fortaleza, pero él no lo es. ¡Y aunque lo fuese!... No será la presencia de un hombre la que me impida ser el Salvador.·"   

#¿por qué no vamos al monte donde ayunaste? También iremos allá.

 


 

Nuevamente Jesús está en camino. Con el norte a la espalda, camina a lo largo de los meandros del río para buscar quien lo transporte al otro lado. Los apóstoles van a su alrededor. Hablan de los últimos sucesos acontecidos en el villorrio de Salomón y en su casa. Por lo que colijo, se quedaron allí hasta que se esparció en las cercanías vecinas y contrarias al Maestro la noticia de que allí se hallaba. Y, cuando esto aconteció, se fueron, dejando la casita ya bien arreglada al cuidado de Ananías que .sereno- afronta su pobreza, que ya no es tan triste.

"Esperamos que el estado de ánimo dure como hasta ahora ha durado" dice Bartolomé.

"Si nos vamos y volvemos como dice el Maestro, los tendremos en esa disposición" responde Judas de Alfeo.

"¡Cómo lloraba el pobre anciano! Ya se había encariñado..." dice Andrés conmovido.

 

"Me agradaron sus últimas palabras. 

¿Verdad, Maestro, que habló como un sabio?"

 

 "Es verdad. Y tendré presente su deseo" 

responde Jesús

 

"Me agradaron sus últimas palabras. ¿Verdad, Maestro, que habló como un sabio?" pregunta Santiago de Zebedeo.

"Como un santo, diría yo" dice Tomás.

"Es verdad. Y tendré presente su deseo" responde Jesús

"¿Pero, en resumen, qué fue lo que dijo? Yo había ido con Juan a decir a la mamá de Miguel que se acordase de practicar lo que el Maestro había dicho. No sé nada en claro" dice Iscariote.

 

"Dijo: 

"Señor, si pasases por el lugar 

donde vive mi nuera, 

dile que no le guardo rencor 

y que estoy contento 

de no ser más un abandonado, 

porque de este modo el juicio de Dios que le espera 

será mucho menor. 

 

Dile que eduque a los nietecitos en la fe del Mesías, 

pues así los tendré conmigo en el Cielo, 

y que apenas me encuentre en la paz, 

rogaré por ellos y por su salud". 

 

"Dijo: "Señor, si pasases por el lugar donde vive mi nuera, dile que no le guardo rencor y que estoy contento de no ser más un abandonado, porque de este modo el juicio de Dios que le espera será mucho menor. Dile que eduque a los nietecitos en la fe del Mesías, pues así los tendré conmigo en el Cielo, y que apenas me encuentre en la paz, rogaré por ellos y por su salud". Y se lo referiré. Buscaré a la mujer y se lo diré porque está bien decírselo" dice Jesús.

"Ni una palabra de reproche. Más bien se felicita porque al no morir ni de hambre, ni de abandono, disminuirá el pecado de la mujer" advierte Santiago de Alfeo.

 

"Pero ante los ojos de Dios 

¿disminuirá la culpa de la nuera? 

 

"Cambiarán..." 

 

"Cambiarán para Ananías, 

tanto en el Cielo como en la Tierra, 

por su dulzura bondadosa. 

 

Pero no para la mujer. 

Su culpa da gritos a los ojos de Dios. 

Sólo si se arrepiente, 

puede cambiarse la sentencia severa. 

 

Se lo diré."

"Pero ante los ojos de Dios ¿disminuirá la culpa de la nuera? Esto es lo que falta por saberse" dice Judas de Alfeo.

Los pareceres son contrarios. Mateo se vuelve a Jesús: "¿Tú qué piensas, Maestro? ¿Quedarán las cosas como antes o cambiarán?"

"Cambiarán..."

"¿Ves que tenía yo razón?..." triunfante grita Tomás.

"Cambiarán para Ananías, tanto en el Cielo como en la Tierra, por su dulzura bondadosa. Pero no para la mujer. Su culpa da gritos a los ojos de Dios. Sólo si se arrepiente, puede cambiarse la sentencia severa. Se lo diré."

"¿Dónde vive?"

"En Maseda, con sus hermanos."

"¿Y quieres ir hasta allá?"

"También esos son lugares que debo evangelizar..."

"¿Y a Keriot?"

 

Subiremos a Keriot desde Maseda 

e iremos a Yutta, Hebrón, Betsur, Béter,... 

 

"Maseda está en los dominios de Herodes..." 

 

Es una fortaleza, pero él no lo es. 

¡Y aunque lo fuese!... 

No será la presencia de un hombre 

la que me impida ser el Salvador.·"

 

"Subiremos a Keriot desde Maseda e iremos a Yutta, Hebrón, Betsur, Béter, para que estemos nuevamente en Jerusalén para Pentecostés."

"Maseda está en los dominios de Herodes..."

"¿Qué importa? Es una fortaleza, pero él no lo es. ¡Y aunque lo fuese!... No será la presencia de un hombre la que me impida ser el Salvador.·"

"Pero ¿por dónde pasamos el río?"

"A las alturas de Gálgala. De allí costearemos, siguiendo los montes. Las noches son frescas y la nueva luna de Zio alumbra en el cielo sereno."

 

¿por qué no vamos al monte donde ayunaste? 

También iremos allá.

 

"Si vamos por esos lugares, ¿por qué no vamos al monte donde ayunaste? Es justo que todos lo conozcan bien" dice Mateo.

"También iremos allá. Pero ved ahí una barca. Contratadla, para que pasemos a la otra parte."

VII. 500-502

A. M. D. G.