JESÚS SE DESPIDE DE YUTTA

 


 

#Jesús habla en una serena mañana al pueblo de Yutta.   

#es necesario obedecer al Decálogo, para construir en las almas la mansión donde el Señor habitará hasta el día en que, los que fueron fieles a la ley, irán a habitar con El en el Reino de los Cielos.   

#Dios no tiene morada sobre la Tierra, que es escabel de su inmensidad, ni su trono en el cielo, que es pequeño, insuficiente, para que pueda contener al Infinito. Una nonada. Su morada la tiene en el corazón de los hombres.   

#"¿Qué es esta casa que me edificáis, y qué este lugar para mi reposo?"   

#El Señor, Dueño del mundo, declara que es pobre porque tiene pocos súbditos, "¿A quién volveré la mirada sino al pobrecito, al contrito de corazón que tiembla ante mi palabra?"  

  #No busquéis a Dios entre los soberbios. No está. No lo busquéis entre los duros de corazón. No está allí. El está con los sencillos, con los puros,  

  #Pero vosotros, amados de Yutta,... vosotros a quienes se os rechaza, y lo seréis cada vez más por causa de mi Nombre,... cuando es todo lo contrario porque El que tiene su raíz en el Padre, ha puesto en vosotros, sí en vosotros, el injerto de la Vida eterna, por que formáis parte de Dios; de su jugo vivís, vosotros a quienes se trata de persuadir que os encontráis en el error;  

  #"¿Cómo puede el Señor haber dado a luz, de pronto, a un nuevo pueblo suyo, si nosotros, a quienes hace mucho tiempo nos lleva en su seno, no ha podido todavía dar a luz? ¿Pudo el Señor haber dado a luz antes de tiempo? ¿Puede acaso la tierra parir en un solo día; y puede acaso ser dado a luz todo un pueblo junto?"   

#"¿Y qué, acaso no podré Yo dar a luz?, ¿Yo que hago que las hembras paran? Yo que concedo a los seres la fecundidad, ¿voy a ser estéril?"   

#¡Volved a Mí, volved a Mí, palabras! Palabras salidas del Verbo de Dios. Palabras que pronunció el portavoz de Dios: Isaías. ¡Venid! Esta es una de las horas y de las reuniones por cuya causa se os pronunció, Ved que vienen, ved que tornan a quien las inspiró.   

#Yo derramaré sobre vosotros la paz cual un río, como un torrente que todo inunda, y será más que la gloria de las naciones. La gloria del Cielo os inundará.    

#Esta es mi despedida y con ella os doy mi bendición.   

#Acordaos siempre que soy el Cordero que Isaac os enseñó a amar antes de que me conocierais. Acordaos de que un cordero es siempre inocente, como este pequeñuelo, aun cuando se le ponga piel de lobo para hacerlo pasar como malhechor.   

#"No os preocupéis de mi llanto. Es amor y es bendición... Adiós, Sara. Adiós, tú. Venid, como los demás a besar a vuestro Amigo que parte..."

 


 

Jesús habla en una serena mañana 

al pueblo de Yutta. 

Jesús habla en una serena mañana al pueblo de Yutta. Y puedo casi afirmar que toda Yutta está a sus pies. Los pastorcillos, que suelen vagar con sus ovejas por los montes, están allí, a la periferia de la gente con sus rebaños; los que suelen irse a los campos, a los bosques, al mercado, están allí. Están allí los viejos a su alrededor como los pequeños que le sonríen; las doncellas, las que se acaban de casar; las que acaban de ser madres, como las que tienen el fruto todavía en sus entrañas. Toda Yutta.

Hay una saliente en el monte que se extiende hacia el sur. En este lugar se ha reunido la multitud. Unos están sentados sobre la hierba, otros sobre las piedras a horcajadas. Se ve el extenso horizonte, el arroyo allá abajo, que ríe y brilla a la luz del sol matinal; la belleza de los montes cubiertos de hierba, con sus bosques. Los de Yutta escuchan al Maestro que está de pie, apoyado contra un tronco parduzco de nogal. Resalta su blanca vestidura de lino. Su rostro tiene la sonrisa que le brota de los ojos, al ver que se le ama. Sus cabellos resplandecen a la caricia del sol. En medio de un silencio que sólo rompen los trinos de los pajarillos, y la charla del río allá abajo, descienden sus palabras en los corazones, y su voz fuerte llena el aire con su melodía.

 

es necesario obedecer al Decálogo, 

para construir en las almas la mansión 

donde el Señor habitará hasta el día en que, 

los que fueron fieles a la ley, 

irán a habitar con El en el Reino de los Cielos.

 

Mientras escribo, está repitiendo una vez más, que es necesario obedecer al Decálogo, que se perfecciona al aplicársele en los corazones con su doctrina de amor "para construir en las almas la mansión donde el Señor habitará hasta el día en que, los que fueron fieles a la ley, irán a habitar con El en el Reino de los Cielos." Luego prosigue: "Porque así es. El modo con que vive Dios en los hombres y ellos en El es por medio de la obediencia a su Ley, que empieza con un mandamiento de amor; y toda la Ley es amor, desde el primero hasta el último mandamiento de la misma. Así es la verdadera casa que Dios ama, en que El habita; y el premio del cielo, que se obtiene por medio de la obediencia a la Ley, es la verdadera Casa en que viviréis con Dios para siempre.

 

Dios no tiene morada sobre la Tierra,

 que es escabel de su inmensidad, 

 

ni su trono en el cielo, 

que es pequeño, insuficiente, 

para que pueda contener al Infinito. 

Una nonada.

 

 Su morada la tiene 

en el corazón de los hombres. 

 

Porque, como está dicho -(Isaías, cap. 66)- Dios no tiene morada sobre la Tierra, que es escabel de su inmensidad, ni su trono en el cielo, que es pequeño, insuficiente, para que pueda contener al Infinito. Una nonada. Su morada la tiene en el corazón de los hombres. Sólo la perfectísima bondad del Padre amoroso puede conceder a sus hijos, el que lo acojan en sí; y es un misterio infinito, que siempre se perfecciona más, el que Dios Uno y Trino, el purísimo Espíritu Triniforme puede estar en el corazón de los hombres. ¿Cuándo, cuándo, oh Padre Santo, me concederás hacer de estos que te aman, no tan solo un templo de nuestro Espíritu, sino, que por tu perfecto amor y perdón, un tabernáculo, de modo que cada corazón fiel sea el arca en que esté el verdadero Pan del Cielo, como lo estuvo en el seno de la Bendita entre las mujeres?

 

"¿Qué es esta casa que me edificáis, 

y qué este lugar para mi reposo?"

 

Oh, amadísimos discípulos de Yutta, la que preparó un justo, recordad lo que el profeta dice -y es el Señor el que habla- al dirigirse a los que edifican templos vacíos de piedra, en que no hay justicia, no hay amor, y no saben edificar dentro de sí el trono para su Señor obedeciendo sus mandamientos. Dice el Profeta: "¿Qué es esta casa que me edificáis, y qué este lugar para mi reposo?" Esto es: "¿Creéis que estaré con vosotros porque me levantáis pobres muros? ¿Creéis poderme dar alegría con prácticas mentirosas, en las que no hay santidad?" No. A Dios no se le compra con exterioridades que cubren llagas y vacío, como un manto de oro que se echa sobre un leproso, o sobre una estatua de arcilla, que no tiene vida en sí.

 

El Señor, Dueño del mundo, 

declara que es pobre porque tiene pocos súbditos, 

 

"¿A quién volveré la mirada 

sino al pobrecito, al contrito de corazón 

que tiembla ante mi palabra?"

 

El Señor, Dueño del mundo, declara que es pobre porque tiene pocos súbditos, El que es el Padre de muchos hijos que se han fugado de su mansión: "¿A quién volveré la mirada sino al pobrecito, al contrito de corazón que tiembla ante mi palabra?" ¿Por qué tiembla? ¿Por miedo a Dios? No. Por un profundo respeto, por un verdadero amor. Por humildad de súbdito, de hijo, que dice, que reconoce que el Señor es el Todo y él, la nada;  tiembla de emoción al sentirse amado, perdonado, ayudado por el Todo.

 

No busquéis a Dios entre los soberbios. 

No está. 

No lo busquéis entre los duros de corazón. 

No está allí. 

 

El está con los sencillos, con los puros, ...

 

No busquéis a Dios entre los soberbios. No está. No lo busquéis entre los duros de corazón. No está allí. El está con los sencillos, con los puros, con los misericordiosos, con los pobres de espíritu, con los dóciles, con los perseguidos, con los pacíficos. Allí está Dios. Y con los que se arrepienten y quieren el perdón y tratan de expiar. Esos que no sacrifican el buey o la oveja, o presentan sus ofrendas por soberbia, deseosos de aparecer prefectos. Sino que hacen el sacrificio de un corazón contrito y humillado, si es que son pecadores; de un corazón obediente hasta el heroísmo, si son justos. Esto es lo que agrada al Señor. Ved con qué ofertas se entrega; con sus inefable tesoros de amor y delicias sobrenaturales. No se las da a los otros. Tienen ellos ya sus pobres delicias en las abominaciones, y es inútil que Dios los llame a su camino, porque ellos ya han escogido el suyo. No les enviará sino abandono, terror y castigo, porque no le respondieron, no le obedecieron. A los ojos de Dios cometieron el mal por desdén, por negra perversidad.

 

Pero vosotros, amados de Yutta,... 

vosotros a quienes se os rechaza, 

y lo seréis cada vez más por causa de mi Nombre,... 

 

cuando es todo lo contrario 

porque El que tiene su raíz en el Padre, 

ha puesto en vosotros, sí en vosotros, 

el injerto de la Vida eterna, 

por que formáis parte de Dios; 

de su jugo vivís, 

vosotros a quienes se trata de persuadir 

que  os encontráis en el error;

 

Pero vosotros, amados de Yutta, vosotros que tembláis de amor porque conocéis a Dios, vosotros a quienes por mi causa escarnecen como a necios los poderosos, y que persistís en amarme, no obstante los escarnios; vosotros a quienes se os rechaza, y lo seréis cada vez más por causa de mi Nombre, que se os señala cual bastardos hijos de Israel, cual bastardos de Dios, cuando es todo lo contrario porque El que tiene su raíz en el Padre, ha puesto en vosotros, sí en vosotros, el injerto de la Vida eterna, por que formáis parte de Dios; de su jugo vivís, vosotros a quienes se trata de persuadir que  os encontráis en el error; a vosotros, de ojos sencillos pero iluminados por la gracia, a quienes se os trata de justificar para que no aparezcáis cual sacrílego y malhechores, a vosotros se os dijo: "Muéstrenos el Señor su gloria y lo reconoceremos con vuestro mismo gozo", vosotros seréis los únicos en participar de esa alegría. Los otros estarán llenos de vergüenza.

 

"¿Cómo puede el Señor haber dado a luz, 

de pronto, 

a un nuevo pueblo suyo, 

si nosotros, 

a quienes hace mucho tiempo nos lleva en su seno,

 no ha podido todavía dar a luz? 

 

¿Pudo el Señor haber dado a luz antes de tiempo? 

 

¿Puede acaso la tierra parir en un solo día; 

y puede acaso ser dado a luz 

todo un pueblo junto?"

 

Ya me parece oír, después de la afrenta con que se les arrojará, y con todo no se harán buenos; ya me parece oír a las víboras que no dejan de ser peligrosas cuando se les aplasta su horrible cabeza, y que muerden y matan aunque se les parta en dos, y que pese a la aplastante manifestación de Dios, osan levantar su cabeza, ya los oigo gritar: "¿Cómo puede el Señor haber dado a luz, de pronto, a un nuevo pueblo suyo, si nosotros, a quienes hace mucho tiempo nos lleva en su seno, no ha podido todavía dar a luz? ¿Pudo el Señor haber dado a luz antes de tiempo? ¿Puede acaso la tierra parir en un solo día; y puede acaso ser dado a luz todo un pueblo junto?"

 

"¿Y qué, acaso no podré Yo dar a luz, 

Yo que hago que las hembras paran? 

Yo que concedo a los seres la fecundidad, 

¿voy a ser estéril?"

 

Yo respondo, e igual respuesta dad a los que os persiguieren  y escarnecieren: "Nunca habrían podido haber nacido los que son un fruto muerto en el seno de Dios, un fruto cortado, porque se separó de la matriz y quedó muerto, como un tumor oculto en el vientre, más bien que cual embrión que se desarrolla. y, para arrojar el feto muerto de su seno y tener hijos, para que no perezca su Nombre sobre la tierra, Dios se ha hecho fecundo con nuevos hijos, señalados con su Tau, en secreto, en silencio, para que Satanás y los satanases servidores de Lucifer, no les puedan hacer daño. Y, llevado de su amor ardiente, el Señor ha dado a luz un Varón y juntamente un nuevo pueblo suyo, porque todo lo puede el Señor". El lo dice por boca del profeta Isaías: "¿Y qué, acaso no podré Yo dar a luz, Yo que hago que las hembras paran? Yo que concedo a los seres la fecundidad, ¿voy a ser estéril?"

Alegraos con la Jerusalén celestial. Regocijaos con ella, vosotros los que amáis al Señor. Saltad de gozo con ella, vosotros que esperáis, vosotros que sufrís.

 

¡Volved a Mí, volved a Mí, palabras! 

Palabras salidas del Verbo de Dios. 

Palabras que pronunció el portavoz de Dios: 

Isaías. 

 

¡Venid! Esta es una de las horas 

y de las reuniones 

por cuya causa se os pronunció, 

 

Ved que vienen, 

ved que tornan a quien las inspiró.

 

¡Volved a Mí, volved a Mí, palabras! Palabras salidas del Verbo de Dios. Palabras que pronunció el portavoz de Dios: Isaías. Venid, regresad a la Fuente, oh palabras eternas, para que se os esparza sobre este jardincito de Dios, sobre esta grey suya, sobre esta prole suya.

¡Venid! Esta es una de las horas y de las reuniones por cuya causa se os pronunció, ¡oh, palabras proféticas, oh, sonido de amor, oh, voces de verdad!

Ved que vienen, ved que tornan a quien las inspiró. Yo, en nombre del Padre, de mi Ser, y del Espíritu, las digo a estos amados de Dios, escogidos de entre su grey, que debía de constar sólo de corderitos, y se ha corrompido con machos cabríos y bestias aun más inmundas. Vosotros beberéis y seréis saciados de la consolación divina, y abundantes delicias obtendréis de la múltiple gloria de Dios.

 

Yo derramaré sobre vosotros la paz 

cual un río, como un torrente que todo inunda,

 y será más que la gloria de las naciones. 

 

La gloria del Cielo os inundará.

 

Ved que os dice el Señor: Yo derramaré sobre vosotros la paz cual un río, como un torrente que todo inunda, y será más que la gloria de las naciones. La gloria del Cielo os inundará. De ella participaréis cuando os lleve entre brazos, ella os acariciará cuando estéis en sus rodillas. Como una madre acaricia a su niño -como acaricio a este pequeñín a quien he puesto mi nombre (y Jesús toma al pequeño Yesai de los brazos de su madre, que está a sus pies en medio de sus tres hijos)- así os consolaré a vosotros que me amáis y continuáis amándome, y pronto vendrá el día en que seáis consolados en mi Reino. Lo veréis y vuestro corazón se llenará de júbilo. Vuestro huesos reverdecerán como la hierba. Os veréis libres de todo temblor porque, siéndome fieles, cuando el Señor venga con el fuego, en un carruaje, semejante a un torbellino, para guiar en el fuego del amor y de la justicia, y para castigar y honrar; y separará los corderos de los lobos, esto es, de los que creían ser santos y puros y por el contrario no eran más que idólatras.

El Señor, que parte ahora, regresará, y bienaventurados a los que encontrare perseverando todavía.

 

Esta es mi despedida 

y con ella os doy mi bendición.

 

Esta es mi despedida y con ella os doy mi bendición. Arrodillaos, para que con ella os dé fuerzas. El Señor os bendiga y os guarde. El Señor muestre su Rostro y tenga misericordia de vosotros. El Señor os dé su paz. Íos. Dejadme que me despida de los mejores entre los buenos d Yutta."

La gente se va de mala gana. Pero cuando un niño es el primero en decir: "Señor, permíteme que bese tu mano" y Jesús se lo consiente, todos quieren besar esa mano bendita. Los que ya se habían ido, regresan. Los niños le besan en el rostro, los ancianos en las manos, las mujeres en los pies desnudos. Y caen lágrimas y palabras de despedida y de bendición.

Jesús los recibe pacientemente, y para cada uno de ellos tiene un saludo especial.

Todos han sido contentados... Se queda la familia en que se hospedó... Se estrecha a Jesús. Sara dice: "¿No volverás más?"

"No, mujer. Jamás. Pero no estaremos separados. Mi amor estará siempre contigo, con vosotros, y el vuestro conmigo. Sé que no me olvidaréis. Oíd esto: aun en las horas de mayor amargura, que vendrán, no aceptéis la mentira ni como huésped de paso, ni como a un invasor imprevisto... Dame aquí tu niño, Sara."

 

Acordaos siempre que soy el Cordero que Isaac 

os enseñó a amar antes de que me conocierais. 

 

Acordaos de que un cordero es siempre inocente, 

como este pequeñuelo, 

aun cuando se le ponga piel de lobo 

para hacerlo pasar como malhechor. 

 

La mujer le entrega a Yesai y Jesús se sienta sobre la hierba con el niño sobre sus rodillas y con su rostro sobre la cabecita del pequeñuelo y dice: "Acordaos siempre que soy el Cordero que Isaac os enseñó a amar antes de que me conocierais. Acordaos de que un cordero es siempre inocente, como este pequeñuelo, aun cuando se le ponga piel de lobo para hacerlo pasar como malhechor. Acordaos que soy más inocente que este pequeñuelo... y que él, dichoso por su inocencia y por su edad, no podrá comprender la calumnia que arrojarán los hombres sobre su Señor, y por esto, no perderá la serenidad... y continuará amándome de igual modo... como ahora... Procurad tener un corazón como el suyo, y tenedlo para el Cordero, para vuestro Amigo, para el Inocente, para vuestro Salvador, que os ama y bendice de una manera especial. Adiós, María. Ven a darme un beso... Adiós, Manuel... Ven tú también... Adiós, Yesai, corderito del Cordero... Sed buenos. Amadme..."

"¡Pero Tú estás llorando, Señor!" dice admirada la niña al ver brillar una lágrima entre las guedejas de Yesai.

"¿Llora?" pregunta el marido de Sara.

"Sí que estás llorando, Maestro ¿por qué?" pregunta la mujer.

 

"No os preocupéis de mi llanto. 

Es amor y es bendición... 

Adiós, Sara. Adiós, tú. 

 

Venid, como los demás 

a besar a vuestro Amigo que parte..."

 

"No os preocupéis de mi llanto. Es amor y es bendición... Adiós, Sara. Adiós, tú. Venid, como los demás a besar a vuestro Amigo que parte..." Una vez que los dos esposos le besan las manos, devuelve al pequeñuelo a su madre, y los bendice nuevamente. Y luego, rápido, empieza a descender por la misma vereda por la que vino. Las voces de adiós de los que se quedan le siguen en pos: honda es la del marido, llena de emoción la de la mujer, vibrante la de los pequeñuelos. Después sólo es el arroyo, por el que sube Jesús, el que lo despide, que le da también el último adiós de Yutta.

VII. 548-553

A. M. D. G.