JESÚS SE DESPIDE DE BETSUR

 


 

#Jesús va a ver a Elisa   

#Jesús cura a un niño y a un anciano   

#Jesús da principio a su discurso.   

#El año pasado os dije qué cosa haya que hacer para ganar el Reino de Dios. Hoy os lo confirmo, para que no perdáis lo que ganasteis. En el porvenir os dirán muchas cosas de Mí, contra Mí, acerca de vosotros y contra vosotros. No tengáis miedo porque Yo os he redimido y os he llamado por vuestro nombre.   

#Oh, pueblo mío, pueblo a quien llamé y reuní; al que volveré a llamar y reunir mucho mejor cuando sea Yo elevado, atrayendo hacia Mí todo.   

#¡He aquí, oh Dios, mis testigos!   

#Vosotros sois mis testigos, los siervos que elegí para que conozcáis y creáis, y entendáis que Soy en realidad Yo.   

#Me he esforzado en daros una fe intrépida.   

#Vosotros, vosotros a quienes he amado y amo más que a Mí mismo, porque no hay amor más grande que el de inmolarse por el bien de aquellos a quienes se ama.   

#Habitantes de Betsur, sed fuertes. Amad mi Palabra porque es verdadera, y mi Señal porque es santa.   

#¿Qué te espera en tu futuro? La Redención. El término de mi misión. No tengáis miedo. No lloréis. Amadme. Soy feliz de ser el Redentor.   

#"¿Por qué, hermano, citas siempre trozos del Libro cuanto te despides?" Para que el que me acuse no diga que deliro o blasfemo, y para que el que no quiere darse cuenta de la realidad de las cosas, comprenda que la Revelación siempre me ha presentado como Rey de un reino que no es humano,   

#Elisa dice a Jesús que Juana le quiere hablar en secreto   

#"¿Sufres, verdad?" Tu madre está lejos... Pero tienes a una madre a tu lado. Bendito de Dios ¿no puedo aliviar tu aflicción?" Lo estás haciendo con amarme.

 


 

Apenas se ha empezado el día cuando los infatigables viajeros llegan a la vista de Betsur. Vienen cansados, con sus vestidos arrugados del lugar sin duda incómodo donde durmieron. Con júbilo miran la pequeña ciudad que está ya cercana y donde seguramente encontrarán hospitalidad.

Los campesinos, que son los primeros en irse a sus faenas, ven a Jesús, y creen que vale la pena dejarlas así, regresar a la ciudad y escuchar al Maestro. Igual piensan los pastores, después de que el preguntaron si se detiene o no.

"Al atardecer me iré de Betsur" responde Jesús.

"¿Vas a hablar, Maestro?"

"Ciertamente."

"¿Cuándo?"

"Ahora mismo."

"Traemos nuestro ganado... ¿No podrías hablar aquí en la campiña? Las ovejas comerían hierba y nosotros no nos perderíamos tu palabra."

"Seguidme. Hablaré en los pastizales que dan al norte. Primero voy a ver a Elisa."

 

Jesús va a ver a Elisa

 

Los pastores con sus cayados hacen volver a las ovejas, y siguen a los demás. Atraviesan el poblado. Pero la noticia ya ha llegado a la casa de Elisa. En la plaza, que está enfrente a su hogar, están ella y Anastásica. Presentan sus respetos al Maestro como discípulas. Jesús las bendice.

"Entra en mi casa, Señor. La libraste del dolor, y cada uno de los que viven en ella, cada mueble de su ajuar te quiere dar alivio" dice Elisa.

"Lo sé, pero mira cuánta gente me sigue. Hablaré a todos, y después de las nueve, vendré a tu casa y me estaré en ella hasta el atardecer, en que me iré. Hablaremos entre nosotros..." promete Jesús a Elisa para consolarla, pues ella esperaba que la permanencia de Jesús fuese un poco más larga. Elisa, al ver la intención de Jesús, pone cara de desconsuelo; pero es buena y no replica más. Pide permiso sólo de dar órdenes a sus sirvientes antes de ir con los demás, a donde va jesús. Lo hace pronto. No es más la mujer abúlica del año pasado...

 

Jesús cura a un niño y a un anciano

 

Jesús se encuentra en una extensa dehesa en la que el sol juguetea filtrándose entre la fronda delgada de los altos árboles, que -si no me equivoco- son fresnos. Acaba de curar a un niño y a un anciano. El niño estaba enfermo de algo que traía dentro de su cuerpecito; el anciano estaba enfermo de los ojos. No se presentan a Jesús otros enfermos. Bendice a los pequeñuelos que le presentan sus madres. Pacientemente espera a que Elisa con Anastásica lleguen.

 

Jesús da principio a su discurso.

 

El año pasado os dije qué cosa haya que hacer 

para ganar el Reino de Dios. 

Hoy os lo confirmo, 

para que no perdáis lo que ganasteis. 

 

En el porvenir os dirán muchas cosas de Mí, 

contra Mí, acerca de vosotros y contra vosotros. 

 

No tengáis miedo porque Yo os he redimido 

y os he llamado por vuestro nombre.

 

Ya están ahí. Jesús da principio a su discurso.

"Escucha, pueblo de Betsur.

El año pasado os dije qué cosa haya que hacer para ganar el Reino de Dios. Hoy os lo confirmo, para que no perdáis lo que ganasteis. Es la última vez que el Maestro os habla de este modo, en una asamblea en que no falta nadie. Después podré encontraros por casualidad, uno por uno, o en grupos pequeños, por los caminos de esta patria nuestra. Poco más tarde, después, os podré ver en mi Reino. No será nunca como lo es ahora.

En el porvenir os dirán muchas cosas de Mí, contra Mí, acerca de vosotros y contra vosotros. Os querrán infundir miedo.

Con Isaías os digo: No tengáis miedo porque Yo os he redimido y os he llamado por vuestro nombre. Sólo los que quieran abandonarme, tendrán razón de temer, pero no los que ,permaneciendo fieles, son míos. No temáis. Sois míos y Yo soy vuestro. No las aguas de los ríos, ni las llamas de las hogueras, ni las piedras, ni la espada os podrán separar de Mí, a condición de que perseveréis en Mí; antes bien las llamas, las aguas, la espada y las piedras os unirán a Mí, y seréis otros Yo, y alcanzaréis mi premio. Estaré con vosotros en las horas de los tormentos, con vosotros en la prueba, con vosotros hasta la muerte; y luego nada nos podrá separar.

 

Oh, pueblo mío, pueblo a quien llamé y reuní; 

al que volveré a llamar y reunir mucho mejor 

cuando sea Yo elevado,

atrayendo hacia Mí todo.

 

Oh, pueblo mío, pueblo a quien llamé y reuní; al que volveré a llamar y reunir mucho mejor cuando sea Yo elevado, atrayendo hacia Mí todo. Oh, pueblo elegido, pueblo santo, no tengas miedo, porque estoy, estaré contigo y tú me anunciarás, pueblo mío, y por esto vosotros que lo formáis seréis llamados mis ministros y desde ahora os doy la orden de decir al norte, al oriente, al occidente y al sur que devuelvan los hijos e hijas del Dios Creador, aún los que se encuentren en los confines del mundo, para que todos me conozcan como su rey y me invoquen por mi verdadero Nombre, y consigan la gloria para la que fueron creados y sean la gloria de quien los hizo y formó.

 

¡He aquí, oh Dios, mis testigos! 

 

Isaías dice que para creer las tribus y naciones invocarán los testimonios de mi gloria. ¿Y dónde podré encontrar testigos, si el Templo y el Palacio, si las castas que mandan me odian y mienten antes que querer decir que Yo soy Quien soy? ¿Dónde los encontraré? ¡He aquí, oh Dios, mis testigos! Son éstos a quienes instruí en la Ley, éstos a quienes curé en el cuerpo y en el alma, éstos que estaban ciegos y que ahora ven; sordos y que ahora oyen; mudos y que ahora saben pronunciar tu Nombre; éstos que eran los oprimidos y ahora son libres; todos, todos éstos para quienes tu Verbo ha sido Luz, Verdad, Camino, Vida.

 

Vosotros sois mis testigos, 

los siervos que elegí para que conozcáis y creáis,

 y entendáis que Soy en realidad Yo.

 

Vosotros sois mis testigos, los siervos que elegí para que conozcáis y creáis, y entendáis que Soy en realidad Yo. Yo soy el Señor, el Salvador. Creedlo por vuestro bien. Fuera de Mí no hay otro que sea el Salvador. Creedlo por vuestro bien. Fuera de Mí no hay otro que sea el Salvador. Procurad creer en esto, pese a toda insinuación humana o satánica. No hagáis caso de cualquier otra cosa que os diga otra boca que no sea la mía, y que no sea conforme a mis palabras. Rechazad cualquiera enseñanza contraria que en el porvenir os fuese dicha. Responded a quien quisiere haceros abjurar del Mesías: "Sus obras hablan a nuestro corazón", y perseverad en la fe.

 

Me he esforzado en daros una fe intrépida.

 

Me he esforzado en daros una fe intrépida. Curé a vuestros enfermos; curé vuestros dolores. Como un Maestro bueno os instruí, y como un Amigo en quien se tiene confianza, departí el pan y departí la bebida con vosotros. Estas obras las puede hacer también un santo y un profeta. Haré otras, y tales que os quitarán cualquier duda que las tinieblas puedan suscitar, a la manera que el torbellino levanta nubes que se convierten en tempestad en un cielo sereno de estío. Defendeos de la tempestad, permaneciendo firmes en la caridad por amor a vuestro Jesús, por Mí que dejé al Padre para venir a salvaros y que entregaré mi vida para darnos la salvación.

 

Vosotros, vosotros a quienes he amado 

y amo más que a Mí mismo, 

porque no hay amor más grande 

que el de inmolarse por el bien de aquellos 

a quienes se ama.

 

Vosotros, vosotros a quienes he amado y amo más que a Mí mismo, porque no hay amor más grande que el de inmolarse por el bien de aquellos a quienes se ama. No tratéis de ser inferiores a los que Isaías llama bestias salvajes, dragones y avestruces, esto es, gentiles, idólatras, paganos, inmundos, los cuales dirán cuando hubiere mostrado la potencia de mi amor y de mi Naturaleza al vencer Yo sólo la muerte -cosa que podrá comprobarse,  y que nadie, que no sea la mentira misma, podrá negar- dirán: "El era el Hijo de Dios". Y, venciendo los obstáculos, al parecer infranqueables, de siglos y siglos de paganismo inmundo, de tinieblas, de vicio, vendrán a la Luz, a la fuente, a la Vida. No seáis como muchos de Israel que no me ofrecen holocausto, que no me honran con sus víctimas, sino que me afligen con sus iniquidades y me hacen víctima de su duro corazón; y corresponden a mi amor, que perdona, con un odio oculto que me pone zancadilla para que caiga, y así pueden decir: "¿Lo estáis viendo? Cayó porque Dios lo fulminó".

 

Habitantes de Betsur, sed fuertes. 

Amad mi Palabra porque es verdadera, 

y mi Señal porque es santa.

 

Habitantes de Betsur, sed fuertes. Amad mi Palabra porque es verdadera, y mi Señal porque es santa. El Señor esté siempre con vosotros y vosotros con los siervos del Señor. Todos unidos. Para que cada uno de vosotros esté donde Yo voy y haya una mansión eterna en el cielo para todos los que, superada la tribulación y vencido en la batalla, mueran en el Señor y en El resuciten para siempre."

"Pero ¿qué has querido decir, Señor? Gritos de triunfo y gritos de dolor ha sido tu discurso" preguntan varios de los de Betsur

"Parece como si estuvieses rodeado de enemigos" dicen otros.

"Y como que si también nosotros lo estuviésemos" dicen otros...

 

¿Qué te espera en tu futuro?

 La Redención. 

El término de mi misión. 

No tengáis miedo. No lloréis. Amadme. 

Soy feliz de ser el Redentor.

 

"¿Qué te espera en tu futuro?" preguntan los de más allá,

"¡La gloria!" grita Judas de Keriot.

"¡La muerte!" suspira Elisa con lagrimas en los ojos.

"La Redención. El término de mi misión. No tengáis miedo. No lloréis. Amadme. Soy feliz de ser el Redentor. Ven, Elisa. Vamos a tu casa..." Y es el primero en abrirse paso entre la gente que está presa de emociones opuestas.

"¿Señor, por qué siempre estos discursos?" protesta Judas con aire como de reprehensión. Y añade: "No son propios de un rey."

 

"¿Por qué, hermano, citas siempre 

trozos del Libro cuanto te despides?" 

 

Para que el que me acuse no diga que deliro 

o blasfemo, 

y para que el que no quiere darse cuenta de la 

realidad de las cosas, 

comprenda que la Revelación 

siempre me ha presentado como Rey de un reino 

que no es humano,

 

Jesús no le responde. Se dirige más bien a su primo Santiago que le pregunta con los ojos llenos de lágrimas. "¿Por qué, hermano, citas siempre trozos del Libro cuanto te despides?"

"Para que el que me acuse no diga que deliro o blasfemo, y para que el que no quiere darse cuenta de la realidad de las cosas, comprenda que la Revelación siempre me ha presentado como Rey de un reino que no es humano, sino que se delinea, se construye y se cimienta con la inmolación de la Víctima, de la Única Víctima que puede volver a crear el Reino de los cielos que Satanás y los primeros padres destruyeron. La soberbia, el odio, la mentira, la lujuria, la desobediencia, lo hicieron. La humildad, la obediencia, el amor, la pureza, el sacrificio lo reconstruirán... No llores, mujer. A los que amas y esperan, suspiran por la hora de mi inmolación..."

 

Elisa dice a Jesús que Juana le quiere hablar 

en secreto

 

Entran en la casa, y mientras los apóstoles descansan y comen Jesús se dirige al bello jardín, donde Elisa le dice: "Maestro, soy la única en saber que Juana te quiere hablar en secreto. Me mandó a Jonatás. Dijo: "¿Por algo muy grave?". Ni siquiera la hija que me diste -y por ello sé siempre bendito- lo sabe. Juana mandó a varios sirvientes a que te busquen por todas partes, pero no te encontraron..."

"Estaba muy lejos, y hubiera ido mucho más, si mi corazón no me hubiese empujado a regresar... Elisa, vendrás conmigo y con Zelote. Los otros se quedarán por dos días descansando y luego irán a Béter. Tu regresarás con Jonatás."

 

"¿Sufres, verdad?" 

Tu madre está lejos... 

Pero tienes a una madre a tu lado. 

Bendito de Dios 

¿no puedo aliviar tu aflicción?" 

Lo estás haciendo con amarme.

 

"Sí, Señor mío..." Elisa, lo mira con ojos maternales, lo contempla con ansias... no es capaz de contener su pregunta: "¿Sufres, verdad?"

Jesús sacude la cabeza sin que sea una señal clara de que lo niegue, pero sí de desconsuelo evidente.

"Soy una mujer que fui madre... Tu eres mi Dios... pero... ¡Oh, Señor mío! ¿Qué crees que quiera Juana? Hablaste de muerte, y lo he comprendido, porque en el Templo las vírgenes leían mucho las Escrituras donde se habla de Ti, Salvador, y me acuerdo de las palabras. Hablaste de muerte y tu rostro resplandecía de gloria celestial... Ahora ya no resplandece... María para mí fue como una hija... y Tú eres su Hijo... Por esto, si no peco en decírtelo, te considero como un poco hijo mío... Tu madre está lejos... Pero tienes a una madre a tu lado. Bendito de Dios ¿no puedo aliviar tu aflicción?"

"Lo estás haciendo con amarme. Que ¿qué pienso que me dirá Juana? Mi vida es como este rosal. Vosotras las discípulas buenas sois las rosas. Pero cortad las rosas y  ¿qué queda? Espinas..."

"Te seremos fieles hasta la muerte."

"Es verdad. Hasta la muerte. Y el Padre os bendecirá por el consuelo que me brindáis. Vamos adentro. Descansemos. Al atardecer partiremos para Béter."

VII. 557-561

A. M. D. G.