JESÚS Y EL NIDO CAÍDO
#Se inclina. Busca. Encuentra. Entre la hierba hay un nido.
#Jesús coloca el nido en un lugar segura para que los padres los cuiden
#"Tu Maestro, ¿cómo tuvo la osadía de entrar en mi bosque y hacer una obra manual en día de sábado?"
Veo a Jesús vestido de blanco y con su manto azul oscuro que lleva sobre la espalda, caminando por una vereda en medio de un bosque. Varias otras veredillas se cruzan. No es un lugar solitario, ni alejado porque frecuentemente se ven otras personas. Parece una vereda que uniese a dos poblados próximos, pasando por sus campos. Es un lugar llano. A lo lejos se divisan los montes. No sé qué lugar es.
Se inclina. Busca. Encuentra. Entre la hierba hay un nido.
Jesús, que venía hablando con sus discípulos, se detiene y escucha. mira a su alrededor. Se va por una veredilla entre la espesura a un montón de arbustos. Se inclina. Busca. Encuentra. Entre la hierba hay un nido. No sé si la tempestad lo ha echado por tierra porque la tierra está húmeda y las ramas empapadas como de un temporal, o si alguno lo bajó de alguna rama y luego lo dejó allí por temor de que lo fuesen a descubrir con él en la mano. Esto no lo sé. Veo un nidito fabricado con heno entrelazado y lleno de hojitas secas, de pelusa de lana, y que dentro se mueven piando cinco pajaritos nacidos hace pocos días, rojos, peludos, feos por sus picos abiertos y sus ojos saltados. En lo alto de un árbol, los padres chirrían.
Jesús coloca el nido en un lugar seguro
para que los padres los cuiden
Jesús recoge cuidadosamente el nido. Se lo pone en la palma y busca el lugar donde estuvo o dónde se puede ponerlo. Encuentra una especie de trenzado de un espino, tan bien unido que parece un canastillo, y tan adentro que puede estar muy al seguro, Sin preocuparse de las espinas que le rasguñan sus brazos, después de que pasó el nido a Pedro (el apóstol ya de edad y achaparrado se ve ridículo con el nidito entre sus manos cortas y callosas), se arremanga, y trata de hacer que el entretejido de las ramitas sea mejor y más seguro. Lo ha logrado ya. Toma otra vez el nido, lo pone en medio, lo asegura con unas fibras de hojas largas cilíndricas que parecen delgadísimos juncos.
Jesús está contento. Se separa. Sonríe. Pide a uno de sus discípulos un pedacito de pan que desmenuza y tira sobre el suelo y sobre una piedra. Está muy contento. Vuelve al camino que había dejado. Los padres de los pajaritos con chirridos de alegría se precipitan en vuelo al nido salvado.
Un grupo de hombres está en el camino. Jesús los ve. La sonrisa se le hiela en el rostro, que se hace severo, diría yo, como ceniciento, cuando hace unos cuantos instantes no tenía más que compasión por el nido y su felicidad era grande cuando lo puso a salvo. Jesús se detiene. Continúa mirando a sus inesperados testigos. Parece como si mirase su corazón y los pensamientos que en ellos se abrigan. No puede pasar adelante, porque el grupo le ha cerrado el camino. No dice nada.
Pero Pedro no calla. "Dejad pasar al Maestro" dice.
"Tu Maestro, ¿cómo tuvo la osadía de entrar en mi bosque
y hacer una obra manual en día de sábado?"
"Cállate, nazareno" dice uno del grupo. "Tu Maestro, ¿cómo tuvo la osadía de entrar en mi bosque y hacer una obra manual en día de sábado?"
Jesús lo mira a los ojos con una expresión rara. Hay no hay sonrisa. Si la hay, ciertamente no es porque esté de acuerdo. Pedro está a punto de replicar, pero Jesús le gana la palabra: "¿Quién eres?"
"El dueño de este lugar. Yocana ben Zacchai."
"Ilustre escriba. ¿Y qué me echas en cara?"
"De haber violado el sábado."
"Yocana ben Zacchai, ¿conoces el Deuteronomio?"
"¿Me lo preguntas a mí? ¿A mí, que soy verdadero rabbí de Israel?"
"Sé lo que me quieres decir: que Yo, porque no soy un escriba, sino un pobre galileo, no puedo ser "rabbí". Pero vuelvo a preguntarte: ¿Conoces el Deuteronomio?"
"Mejor que Tú, sin duda alguna."
"A la letra... si es lo que quieres decir. ¿Pero conoces su significado?"
"Lo que está dicho, está dicho. No hay más que un significado."
"En realidad, no hay más que un significado. Y es de amor; o si no quieres llamarlo así: de misericordia; o si te molesta: de ser humano.
"Si vieres que la oveja o el buey de tu hermano
andan extraviados, aun cuando él no sea tu vecino,
no pases adelante.
Sino que se los llevarás o los tendrás contigo
hasta que él venga a tomarlos"
El Deuteronomio dice: "Si vieres que la oveja o el buey de tu hermano andan extraviados, aun cuando él no sea tu vecino, no pases adelante. Sino que se los llevarás o los tendrás contigo hasta que él venga a tomarlos". Dice: "Si vieres que el asno o el buey de tu hermano caen, no hagas como que no has visto, sino ayúdalos a levantarse". Dice: "Si encuentras en un árbol o en tierra un nido con la pajarita que está empollando, o bien, los huevos, no tomarás a la pajarita (porque es cosa necesarísima para la procreación) sino que tomarás sólo los pequeñuelos".
Vi por tierra un nido y la pajarita que lloraba por él.
Tuve compasión porque es una madre.
Levanté los pequeñuelos.
No he creído haber violado el sábado
al haber consolado a una madre.
Vi por tierra un nido y la pajarita que lloraba por él. Tuve compasión porque es una madre. Levanté los pequeñuelos. No he creído haber violado el sábado al haber consolado a una madre. No se debe hacer que la oveja del prójimo se extravíe. No dice la Ley que sea culpa levantar un asno en sábado. Dice que se use de misericordia con el hermano y que sea uno bueno y humano con el asno, criatura de Dios. Pensé que Dios creó a aquella pajarita para que procrease y que ella había obedecido la orden de Dios, y que no ayudarle a cuidar de sus pequeñuelos era impedir que ella obedeciese la orden divina. Pero tú no entiendes ésto. Tú y los tuyos miráis la letra, no el espíritu. Tú y los tuyos no pensáis que violáis dos veces el sábado, más bien tres, humillando la palabra divina hasta el nivel de la estrechez de la mentalidad humana, oponiéndoos a un orden que Dios ha establecido, y faltando a la misericordia para con el prójimo. Al herir con vuestra reprensión, no pensáis que está mal mover la lengua sin necesidad. Esto, que también es un trabajo, y no útil, ni necesario, no lo tomáis como violación del sábado.
Escúchame, Yocana ben Zacchia. Como hoy tú no tienes piedad de una pajarita, y según tus costumbres fariseas la dejarías morir de dolor, y harías que pereciese su nidada, dejándola al alcance de la víbora o de algún hombre malo, así el día de mañana no tendrás piedad de una madre y la harás morir de dolor, haciéndole matar a su hijo, alegando que está bien por respeto a tu ley. A la tuya. No a la de Dios. A la que tú y tus iguales habéis hecho para oprimir a los débiles y triunfar vosotros, los fuertes. Pero ¿ves? Los débiles encuentran siempre un salvador, mientras que los soberbios, los fuertes según la ley del mundo, serán aplastados bajo el peso de su misma pesada ley. Hasta la vista, Yocana ben Zacchai. Acuérdate de esta hora y procura no violar otro sábado al aprobar otro crimen llevado a cabo."·
Las pupilas de Jesús despiden ira contra el viejo iracundo. Lo mira de arriba abajo, porque el escriba es bajo de estatura, y gordito. Jesús parece una palma en su comparación. Sigue su camino, pisando la hierba, porque el escriba no se ha querido quitar.
VII. 751-753
A. M. D. G.