PREDICACIÓN MATINAL 

EN EL POBLADO SOBRE EL LAGO

 


#Jesús saluda y habla a la gente que le espera   

#La buena voluntad que debe ser el alma de la familia para que sea santa la casa   

#Rey quiere decir, pues, "Juez" y debería ser un juez justo   

#Sea pues justo sin excesivas durezas y falsías o demasiadas condescendencias y debilidades   

#La mujer también sea justa con su esposo, sus hijos, sus siervos. Obedezca y respete, ayude y consuele a su esposo.   

#La mujer Debe obedecer mientras tanto la obediencia no se convierta en consentimiento al pecado   

#La mujer sea paciente, maternal con el marido. Que lo considere como al primero de sus hijos, porque la mujer es siempre madre   

#La mujer tiene todo en sus hijos   

#Os veis tan oprimidas que deseáis regresar a vuestra familia, divorciaros, o encontrar una compensación en un fingido amigo   

#La mujer sea madre. Una madre justa que sea hermana al mismo tiempo, y que sea amiga además de hermana para con sus hijos e hijas,   

#Muchas veces, se oye decir que los malvados tienen más alegrías que los buenos y que esto no es justo.   

#es santa la casa donde, por la rectitud de los dueños, se hacen también justos los siervos y los trabajadores.   

#Sólo en este caso la casa, que bendiga yo, conservará mi bendición y Dios estará en ella   

#El leproso que está curado nos verá y le daremos lo más sabroso que tengamos para que también se alegre, y sienta que es un hermano entre los creyentes del Señor."

 


 

Cuando se espera que Jesús salga de la casa del poblado lacustre para iniciar su predicación, es una fresca mañana.

Me imagino que poco durmieron los habitantes en aquella noche, porque estaban emocionados por los milagros sucedidos, por el gozo de tener al Mesías consigo, por la voluntad de no perder un minuto de su presencia. Tardaron en dormirse porque dentro de los hogares se repasó lo sucedido, las palabras del Maestro sobre la fe, esperanza y caridad, que no se marchitan en las desgracias, y que son un medio seguro de obtener el favor de Dios en esta vida y en la otra. Pero temen que el Maestro vaya a irse pronto al rayar el alba y que no lo vean partir. Por esta razón las casas casi están abiertas y los habitantes se sorprenden de verse que son tantos, y todos movidos de los mismos pensamientos se dicen: "Verdaderamente es la primera vez que un único pensamiento mueve nuestros corazones y los une" y llevados de una nueva amistad, llena de bondad, de fraternidad, se dirigen a la casa donde se hospedó Jesús y la rodean, sin hacer rumor, sin impacientarse, sin dar muestras de fastidio.  Todos están decididos a seguir al Maestro tan pronto salga al camino.

Y muchos hortelanos han cortado sus frutas empapadas en rocío y las tienen escondidas, para que no les de el sol que se levanta, ni las toque el polvo, ni se posen las moscas, bajo hojas de uva o de higuera por las que se ven brillar hermosas manzanas de color como si un pintor les hubiese dado el color. Se ven brillar las uvas; también los higos de muchas clases, unos que no se han abierto completamente, otros que están gruesos y lisos como si fuesen de seda bien estirada y radiantes con las gotas de agua que les quedan, otros que se han abierto y sonríen en medio de sus fibras rubias, rosadas, color cobrizo, según la calidad. Los pescadores han traído sus pescados en pequeños cestos, que sin duda pescaron durante la noche sacrificando el sueño, porque algunos todavía se mueven y abren sus hocicos en las últimas y dolorosas respiraciones y convulsiones de la agonía, aumentando al palpitar y en sus débiles torceduras el brillo de color plateado o levemente azul de sus panzas y lomos, extendidos sobre hojas verdes de sauce o de álamo.

El lago ha pasado del delicado color blanquecino que el alba da a las aguas que se despiertan de la noche -tan puro, diría como si fuese angelical, como absorto, pues el flujo tan lento descansa sobre la arena produciendo un ruido tan suave que penetra entre las piedrecitas- al de un lago de aspecto sonriente, más humano, diría yo como si el alba se empeñase en vestirlo de su belleza al encender el agua con los primeros resplandores de las nubecillas que se reflejan en el lago, que se vuelve ahora azul, que torna a la vida, a moverse con sus ondas que se encabritan un poco, que corren traviesas a reírse en la playa en medio de la espuma, y escapan para probar otra nueva danza con las que vienen, y llenan de belleza todo el espejo del lago, que se mueve a la caricia de la brisa matinal. Es ahora el primer rayo del sol que se sumerge en el agua, allá en dirección de Tariquea, allá donde tenía color verde-azul debido a los bosques que en ella se reflejan, y que ahora se torna en color dorado, y brilla como un espejo que se haya quebrado al contacto del sol; y este espejo se alarga cada vez más, dorando y pintando con topacios las aguas azules, quitando los tintes rosados de las nubes reflejadas en las ondas, ciñendo las quillas de las últimas barcas que están regresando después de la pesca, como de las primeras que salen; y las velas, que se bañan en la luz triunfal del sol que ha nacido ya, brillan como alas de ángel teniendo por fondo el azul y verde del firmamento y de las colinas. ¡Hermosísimo lago de Galilea que por su fertilidad me recuerda el nuestro de Garda y por la paz mística el Trasimeno! ¡Lago de Galilea, perla de la Palestina, digno cuadro a gran parte de la vida pública de Jesús!

 

Jesús saluda y habla a la gente que le espera

 

Y vedlo que se asoma al dintel de la casa donde se hospedó y sonríe, levanta sus brazos para bendecir a la gente que le esperó.

"La paz sea con todos vosotros.

 

La buena voluntad que debe ser 

el alma de la familia para que sea santa la casa

 

¿Me esperabais? ¿Temíais que no fuese sin despedirme de vosotros? Jamás falto a mis promesas. Hoy me estoy aquí para predicaros la Buena Nueva, para bendecir vuestras casas, los huertos, las barcas, a fin de que todas las familias se santifiquen y también el trabajo. Pero, recordad que para que mi bendición sea fructuosa necesita de buena voluntad, y vosotros sabéis en qué consiste esta buena voluntad que debe ser el alma de la familia para que sea santa la casa. El hombre debe ser la cabeza, pero no déspota, ni de la esposa, ni de los hijos, ni de los siervos; y al mismo tiempo debe ser el rey, verdaderamente rey en el sentido bíblico de la palabra. ¿Recordáis el pasaje del primer libro de los Reyes? Los ancianos de Israel se juntaron en Ramala donde vivía Samuel y le dijeron: "Mira: tú has envejecido y tus hijos no caminan en la rectitud que lo hacías. Pon para juez nuestro a un rey como lo tienen todas las naciones".

 

Rey quiere decir, pues, "Juez" 

y debería ser un juez justo

 

Rey quiere decir, pues, "Juez" y debería ser un juez justo para no hacer a sus súbditos infelices en la vida con guerras, con abusos, impuestos injustos, ni en la eternidad con un reino de molicie y vicio. ¡Ay! de los reyes que faltan a su cargo, que cierran sus orejas a los clamores de sus súbditos, que cierran sus ojos a las necesidades de la nación, que se hacen cómplices del dolor del pueblo con alianzas injustas, en vez de reforzar su poder con ayuda de sus aliados. Pero también ¡ay! de aquellos padres de familia que faltan a su deber, que son sordos y ciegos a las necesidades y a los defectos de los miembros de su familia, que le producen escándalo o dolor, que consienten en que se celebren nupcias indignas con tal de aliarse con familias ricas y poderosas, sin reflexionar que el matrimonio es unión para elevar y consolar al hombre y a la mujer, además de la procreación: es un deber, es un servicio, no es venta, ni dolor, ni humillación de uno o de otro cónyuges. Es amor y no odio.

 

Sea pues justo sin excesivas durezas y falsías 

o demasiadas condescendencias y debilidades

 

 

La mujer también sea justa con su esposo, 

sus hijos, sus siervos. 

Obedezca y respete, ayude y consuele a su esposo.

 

Sea pues justo sin excesivas durezas y falsías o demasiadas condescendencias y debilidades. Si tuvieseis que escoger entre uno y otro exceso, escoged más bien el segundo, porque al menos Dios os podrá decir: "¿Por qué fuisteis tan buenos?" y no os condenará, porque el exceso de bondad castiga ya al hombre al hacer que los otros se le suban. La dureza por su parte estaría mal, porque es falta de amor hacia los seres más cercanos a uno. La mujer también sea justa con su esposo, sus hijos, sus siervos. Obedezca y respete, ayude y consuele a su esposo.

 

La mujer Debe obedecer mientras tanto la 

obediencia no se convierta 

en consentimiento al pecado

 

Debe obedecer mientras tanto la obediencia no se convierta en consentimiento al pecado. La mujer debe someterse pero no degradarse. Recordad: Esposas, que el primero que os juzga después de Dios, por ciertas condescendencias, es vuestro mismo marido que os arrastra a ellas. No siempre son deseos de amor, sino también pruebas de vuestra virtud.  Si por el momento no se para mientes en ellos, pero puede llegar un día en que vuestro esposo diga: "Mi mujer es muy sensual" y de ahí le vaya a nacer alguna sospecha de vuestra fidelidad marital. Sed castas en el matrimonio. Haced que vuestra castidad considere las cosas como algo puro, y por tal os tenga, no como a esclavas o concubinas pagadas sólo por el "placer" y echadas afuera cuando no agradan más. La mujer virtuosa, diría, la mujer que aun después del matrimonio conserva un "qué" virginal en sus acciones, en sus palabras, en sus entregas amorosas, puede llevar al marido a una elevación de sentimientos, y así el esposo se despoja de la lujuria y llega a ser verdaderamente un "algo especial" con su mujer a quien trata como algo que es parte de sí mismo; y es justo que así sea, porque la mujer "es hueso de sus huesos y carne de su carne" y nadie maltrata sus propios huesos o carne, antes bien los ama; por lo cual el esposo y la esposa, como los dos primeros esposos, deben mirarse, y no en su desnudez sensual, sino que se amen en el espíritu, sin humillaciones vergonzosas.

 

La mujer sea paciente, maternal con el marido. 

Que lo considere como al primero de sus hijos, 

porque la mujer es siempre madre 

 

La mujer sea paciente, maternal con el marido. Que lo considere como al primero de sus hijos, porque la mujer es siempre madre y el hombre siempre tiene necesidad de una madre que sea paciente, prudente, cariñosa, comprensiva. Feliz la mujer que sabe ser compañera de su esposo y al mismo tiempo madre para sostenerlo e hija para dejarse guiar. La mujer sea laboriosa. El trabajo, al mismo tiempo que impide fantasear, ayuda más a la honestidad que a tener dinero. No atormente a su marido con celos tontos que no conducen a nada. ¿Es el marido una persona honesta? Los celos necios, al empujarlo a que salga de casa, lo ponen en peligro de caer entre las redes de una mujer mala. ¿No es honesto ni fiel? Los berrinches de la celosa no lo curarán, sino una conducta seria, sin pleitos ni desdenes, una conducta digna y amorosa, logran que el marido reflexione y se corrija. Sabed volver a conquistar a vuestro marido, cuando alguna pasión se aleja. Conquistadlo con vuestra virtud, como en la juventud lo conquistasteis con vuestra belleza. Y para tener fuerzas en esta obligación vuestra, y para poder resistir al dolor que os podría hacer injustas, amad a vuestros hijos y consideradlos como vuestro bien.

 

La mujer tiene todo en sus hijos

 

La mujer tiene todo en sus hijos: la alegría, la corona real para las horas felices en que es realmente la reina del hogar y del marido, el bálsamo en las horas de dolor, cuando la traición u otras experiencias penosas de la vida conyugal azotan su cara, y sobre todo el corazón con espinas que se clavan en él.

 

Os veis tan oprimidas que deseáis regresar 

a vuestra familia, divorciaros, 

o encontrar una compensación 

en un fingido amigo

 

¿Os veis tan oprimidas que deseáis regresar a vuestra familia, divorciaros, o encontrar una compensación en un fingido amigo que busca a la mujer con el velo de una piedad como si fuese traicionada? ¡No, mujeres, no! Esos hijos, esos inocentes que han perdido ya la calma, en medio de un ambiente doméstico prematuramente triste, donde no hay justicia, tienen derecho a su madre, a su padre, al consuelo de un lugar donde, si se perdió un amor, se quede el otro a velar por ellos. Esos ojos inocentes os miran, os estudian, comprenden más de lo que creéis, y plasman sus corazoncitos según lo que ven y entienden. Nunca deis motivo de escándalo a vuestros inocentes pequeñuelos, sino refugiaos en ellos como en un baluarte de lirios diamantinos contra las debilidades de la carne y las asechanzas de las serpientes.

 

La mujer sea madre. Una madre justa que sea 

hermana al mismo tiempo, y que sea amiga 

además de hermana para con sus hijos e hijas,

 

La mujer sea madre. Una madre justa que sea hermana al mismo tiempo, y que sea amiga además de hermana para con sus hijos e hijas, pero sobre todo que sea ejemplo para todos. Que vele por sus hijos e hijas, que los corrija amorosamente, que los sostenga, que los haga reflexionar, y todo sin hacer preferencias; porque todos son hijos de igual pareja, y si es verdad que es muy natural que a los buenos se les quiera más, por la alegría que proporcionan, también es un deber que sean amados, aunque con amor bañado en dolor, los hijos no buenos, recordando que el hombre no debe ser más severo que Dios, quien ama no sólo a los buenos, sino también a los no buenos, y los ama para tratar de hacerlos buenos, para darles modo y tiempo de serlo, y aguanta hasta la muerte del hombre, reservándose el ser un justo Juez cuando el hombre no puede ya reparar.

 

Muchas veces, se oye decir que los malvados 

tienen más alegrías que los buenos 

y que esto no es justo.

 

Permitidme que os diga algo que no pertenece a lo que estoy hablando, pero que es útil que lo tengáis presente. Muchas veces, pero muchas, se oye decir que los malvados tienen más alegrías que los buenos y que esto no es justo. Ante todos os digo: "No juzguéis las apariencias y lo que no conocéis". Las apariencias frecuentemente engañan y lo que piensa Dios no se conoce en la Tierra. Por otra parte conoceréis y veréis que el bien transitorio del malvado se le concedió como un medio para atraerlo al Bien y como un descuento de aquel poco de bien que él puede hacer. Pero si veis las cosas a la luz de la otra vida, veréis que más breve que el tallo de hierba nacido en la arena de un arroyuelo que el estío seca, es el tiempo de alegría del pecador; mientras un sólo instante de gloria en el Cielo es, por la alegría que comunica al espíritu que la posee, más inmensamente grande que la vida de triunfos que pueda imaginarse. No envidiéis, pues, la prosperidad del malvado, sino tratad con buena voluntad, de llegar a poseer el tesoro eterno del hombre justo.

 

hijos, os digo que os sujetéis a vuestros padres; 

que seáis respetuosos, obedientes, 

para que los seáis con el Señor, vuestro Dios

 

Y volviendo a lo que deben ser los miembros de una familia y a los que viven en una casa para que en ella permanezca fructuosa mi bendición, os digo, hijos, que os sujetéis a vuestros padres; que seáis respetuosos, obedientes, para que los seáis con el Señor, vuestro Dios. Porque si no aprendéis a obedecer las órdenes sencillas de vuestros padres, a quienes veis, ¿cómo podréis obedecer a los mandamientos de Dios, que se os dicen en nombre suyo, pero al que no veis ni oís? Y si no creéis a quien os ama, a vuestros padres que no pueden sino ordenar cosas buenas, ¿cómo podréis creer que sean buenas las cosas que se os dice que Dios las ordenó? Dios ama. Es un Padre ¿lo sabéis? Pero precisamente porque os ama y os quiera consigo, ¡oh queridos niños!, quiere que seáis buenos. Y la primera escuela donde aprenderéis a serlo es la familia. En ella aprendéis a amar y a obedecer y allí empieza para vosotros el camino que lleva al Cielo. Sed, pues, buenos, respetuosos, dóciles. Amad a vuestro padre que os corrige, porque lo hace por vuestro bien, y a vuestra madre, aun cuando os impide que hagáis algo que su experiencia juzga que no es bueno. Honradlos, procurando no avergonzarlos con vuestras acciones no buenas. El orgullo no es cosa buena, pero hay un santo orgullo, el de poder decir: "Ningún dolor te causé, papá; ningún dolor te causé, mamá". Este orgullo que os proporciona alegría mientras viven, es paz en la herida que recibís cuando mueren; entre tanto que las lágrimas que un hijo arranca a sus padres, parecen ser plomo fundido sobre el corazón de ese hijo malo; y no obstante cualquier esfuerzo para suavizar esa herida, que duele, duele y duele siempre más sobre todo cuando la muerte de uno de los padres no da tiempo al hijo de reparar lo mal hecho... Oh, hijos, sed buenos siempre, si deseáis que Dios os ame!

 

es santa la casa donde, 

por la rectitud de los dueños, 

se hacen también justos 

los siervos y los trabajadores.

 

Finalmente es santa la casa donde, por la rectitud de los dueños, se hacen también justos los siervos y los trabajadores. Recuerden los patrones que un mal comportamiento saca de quicio y termina con el siervo, y el siervo recuerde que su mala conducta disgusta a su patrón. Cada uno permanezca en su lugar, pero con un lazo de amor por el prójimo para quitar las divisiones que existen entre criados y patrones.

 

Sólo en este caso la casa, que bendiga yo, 

conservará mi bendición y Dios estará en ella

 

Sólo en este caso la casa, que bendiga yo, conservará mi bendición y Dios estará en ella. De igual modo conservarán la bendición, prenda de protección los huertos y las barcas como los instrumentos de trabajo y de pesca, si con todas vuestras fuerzas trabajáis en los días en que no, os entregáis a honrar a Dios en el sábado dedicado a El. Procurad también de que vuestra vida de pescadores y hortelanos sea santa y no engañéis a nadie en la venta o en el peso. Vuestro trabajo será descanso, y no se convertirá en vosotros como rey que lo antepongáis a Dios. Porque si el trabajo os proporciona ganancias, Dios os da su cielo.

 

El leproso que está curado nos verá 

y le daremos lo más sabroso que tengamos 

para que también se alegre, y sienta que es un 

hermano entre los creyentes del Señor."

 

Vamos ahora a bendecir las casas, las barcas, los remos, los huertos, los azadones, y luego iremos a hablar cerca del lugar de Juan, antes de que vaya a presentarse al sacerdote, porque Yo no regresaré más, y es justo que me oiga al menos una vez. Tomad pan, pescado y fruta. Comeremos allá en el bosque. El leproso que está curado nos verá y le daremos lo más sabroso que tengamos para que también se alegre, y sienta que es un hermano entre los creyentes del Señor."

Jesús sale. La gente del suburbio y otra que ha llegado de otros poblados, donde probablemente fueron en la noche los habitantes de acá a llevar la voz que el Salvador se encuentra en esta parte, le siguen.

VIII. 110-116

A. M. D. G.