DE GAMALA A AFEQ
#Descripción del pensamiento de los que están allá
#Llega a Afeq y a la casa de Sara
#Jesús dice a Sara que le traigan el enfermo
#"Dile a Elías que venga por su propio pie. Lo mando."
Probablemente pasaron la noche en Gamala, porque es de mañana, una mañana en que sopla el viento. Tal vez debido a su posición escalonada que desciende desde la parte más alta de la ciudad hasta los límites de la muralla, con puertas ciclópeas, propias de fortalezas, se deba que la ciudad se encuentre siempre en medio de un viento muy suave. Si ayer esta ciudad me pareció bella en medio de un sol abrasador, a esta hora me parece bellísima. Las casas, construidas como están, no impiden la vista del extenso panorama porque la terraza de una, es el nivel del terreno de la que está arriba, de modo que cada calle parece una larga terraza desde la que se puede ver el horizonte, y un horizonte que confina hacia la redonda inmensidad. El verdor de las encinas o de los campos parece una esmeralda que está más allá del valle que rodea la parte montañosa de Gamala. Allá en el oriente, donde se pierde la vista, están los campos labrantíos de la altiplanicie, de la meseta acantilada.
Más allá de la meseta acantilada, los montes de la Auranítide y todavía más allá, las altas cimas del Basán y al sur, la faja fértil entre el azul Jordán y la elevación continua que está al lado oriental del río y que es como el contrafuerte de la extensa meseta acantilada. Al norte el imponente Hermón envuelto en miles de colores en esta hora matinal. Y allá, en el poniente no muy lejano, la perla preciosa del Mar de Galilea. De veras que parece una perla engastada en un collar azul, pero del mismo color, que es el del Jordán, que entra y sale del lago; río que se estrecha en el lugar donde entra, que se ensancha donde sale y continúa su carrera hacia el sur, brillante con el sol, plácido entre sus dos verdes riberas. Verdaderamente el río de la Biblia. No se logra distinguir el pequeño lago de Merón, porque está detrás de las colinas que están al norte de Betsaida, pero se le adivina por el fuerte verdor que se ve, y que se extiende hacia el noroeste entre el Mar de Galilea y el lago de Merón, en la llanura donde se levanta Corozaín. Me parece que es la llanura de Genesaret, porque me parece que lo apóstoles varias veces así la han llamado.
Todo ha sido fruto de nuestra fatiga y de nuestro dinero.
...También este aislamiento es fidelidad...
Dice Jesús: Haced que la fidelidad no sea mera exterioridad,
sino que sea algo real, íntimo, justo; de otro modo poco os
servirán estas fortificaciones.
Jesús se despide de los habitantes, que con todo orgullo de su tierra, le muestran las bellezas que se descubren en el horizonte, y las de su ciudad, que tiene acueductos, termas, bellos edificios: "Todo ha sido fruto de nuestra fatiga y de nuestro dinero. Aprendimos de los romanos y quisimos tomar de ellos lo que nos parece mejor; pero no somos como los otros de la Decápolis. Nosotros pagamos, y ellos, los romanos nos sirven. Basta. Estamos contentos. También este aislamiento es fidelidad...
"Haced que la fidelidad no sea mera exterioridad, sino que sea algo real, íntimo, justo; de otro modo poco os servirán estas fortificaciones. Os lo repito. ¿Veis? Construisteis este acueducto, que es fuerte y útil; pero si no lo alimentase un manantial ¿os traería el agua para vuestros depósitos y termas?"
"No. Nada traería una construcción inútil"
"Lo habéis dicho. Inútil. De igual modo las defensas naturales o que se construyen son inútiles si quien las hace no las robustece con la ayuda de Dios, y Dios no ayuda si uno no es amigo de El."
"Maestro, hablas como si supieses que tenemos mucha necesidad de Dios..."
"Todos los hombres tienen necesidad de Dios y para todas las cosas..."
"Sí, Maestro, pero... parece como si nosotros tuviéramos más necesidad que las demás ciudades de Palestina y..."
"¡Oh!..." Un doloroso ¡oh!...
Jesús les dice que probarán mayores y prolongados
horrores que los antiguos y esto sucederá
si no acudía al señor
Los de Gamala lo miran sin saber qué decir. Uno tiene valor y le pregunta: "¿En que estás pensando? ¿Volveremos a probar antiguos horrores?"
"Sí, y mayores, y más prolongados... prolongados... ¡Oh, Patria mía! muy prolongados... Y esto sucederá si no acudís al Señor."
"Te hemos acogido. Luego estamos libres de ellos. La otra vez, fuimos unos necios, pero nos lo perdonaste ya..."
"Procurad seguir en la justicia para conmigo y de hacer que crezca según la Ley."
"Lo haremos, Señor."
Quisieran seguirlo, quisieran que se quedase un poco más con ellos, pero El quiere alcanzar las mujeres que se fueron ya delante montadas en borriquillos. No hace caso a sus insistencias. Rápido baja por el camino por el que subió ayer. Detiene un poco su paso cuando llega al lugar donde están los picapedreros. Los bendice. Los infelices lo ven como si viesen a Dios.
En la falda del monte el camino se divide en dos. Uno que va hacia el lago, el otro hacia el interior. Por este van los cuatro borriquillos que trotando van levantando el polvo cálido del estío y sacudiendo sus largas orejas. De vez en vez alguna de las mujeres se voltea para ver si ya llega Jesús. Quisieran detenerse para estar con El, pero les hace señal con la mano de continuar, para escapar del trozo de camino sobre el que bate el sol, y llegar pronto a los bosques que hay en dirección de Afeq.
Son unos bosques frescos que tienden su sombra sobre la caravana, que alegre lanza un grito de alivio. Afeq está mas adentro que Gamala, entre los montes; y así no puede verse el lago de Galilea; y no se ve nada porque el camino sube entre dos lomos de colinas que hacen de mampara.
La viuda va delante de todos. Señala el camino más corto, esto es, una vereda que trepa por el monte, y que es muy fresca, llena de sombra. Comprendo la razón de haberse desviado, porque volviéndose sobre su silla, dice: "Ved, estos bosques son míos. Tienen árboles de valor. Desde Jerusalén vienen a comprar su madera para hacer los cofres de los ricos. Y estos son viejos árboles; pero tengo viveros. Venid a ver..." y espolea su borrico por las bajadas, por las subidas, y luego toma otra vez la vereda que hay entre sus bosques donde realmente hay partes de árboles ya maduros, prontos para que se les corte, y partes donde todavía están tiernos, unos que apenas se levantan unos cuantos centímetros a flor de tierra, en medio de la verde hierba, y del aroma de las montañas.
"Son bellos estos lugares. Bien cuidados. Eres muy trabajadora" dice Jesús alabándola.
"¡Oh!... para mí sola... Tendría más cuidado de ellos si tuviera un hijo."
Jesús no le responde.
Continúan el camino. Se ve ya Afeq en medio de huertos y de árboles en fruto.
"También ese huerto es mío. ¡Mucho para una sola!... Ya era bastante cuando vivía mi esposo. Cuando llega la noche veíamos nuestra casa muy vacía, muy grande ante demasiado dinero, ante los demasiados muebles y decíamos: "¿Y para quién?" Y ahora nuevamente lo digo..." La tristeza de un matrimonio en que no hay hijos se dibuja en el rostro de Sara.
"Hay siempre pobres..." dice Jesús.
"¡Así es! Mi casa siempre está abierta a ellos. Pero luego..."
"¿Quieres decir que cuando estés muerta?"
"Sí. Será doloroso no tener a quién dejar todo... las cosas que tanto se amaron..."
Dice Jesús: Eres más prudente para las cosas de la tierra,
que para las del cielo. ...
Te afliges al pensar que después no se tendrá más cuidado de
ellos. Pero estos pensamientos no son cuerdos, más bien son
necios.
¿Crees que en la otra vida tengan algún valor las pobres
cosas que se llaman árboles, frutas, dinero, casas?
Descripción del pensamiento de los que están allá
Jesús sonríe lleno de compasión. Con toda bondad responde: "Eres más prudente para las cosas de la tierra, que para las del cielo. Te preocupas porque tus plantas crezcan y no haya claros en tus bosques. Te afliges al pensar que después no se tendrá más cuidado de ellos. Pero estos pensamientos no son cuerdos, más bien son necios. ¿Crees que en la otra vida tengan algún valor las pobres cosas que se llaman árboles, frutas, dinero, casas? ¿Y que se afligirá el hombre al ver que no se las atiende? Levanta tu pensamiento. Allá en ninguno de los tres lugares hay esta clase de pensamientos. En el infierno el odio y el castigo ciegan al condenado con toda la crueldad. En el purgatorio la sed de expiar hace desaparecer cualquier otro pensamiento. En el limbo, la esperanza dichosa de los justos no se ve manchada por ninguna cosa terrenal. La tierra está lejos, con sus miserias; y sólo está cerca con sus necesidades sobrenaturales, necesidad de almas, no necesidad de cosas. Los difuntos, que no sean los condenados, sólo por amor sobrenatural vuelven su corazón a la tierra, y a Dios dirigen sus plegarias, por los que están en la tierra. Y no por otro motivo. Y luego, cuando los justos habrán entrado en el reino de Dios, ¿qué quieres que sea, para uno que contempla a Dios, esta cárcel miserable, este destierro que se llama tierra? ¿Qué quieres que valgan las cosas que se quedaron en ella? ¿Podría el día quejarse de que se ha apagado una vela que humeaba, cuando lo ilumina el sol?"
"¡Oh, no!"
"¿Entonces? ¿Por qué te acongojas por lo que dejarás?"
"Pero querría que un heredero continuase..."
Porque no es madre sólo la que engendra o la que ama
a un hijo adoptivo, cuida de él, lo atiende en sus necesidades
naturales. Se es madre cuando se tiene cuidado sobre todo
de lo que no muere, esto es, del espíritu, y no tan sólo de lo
que perece: la materia.
"A gozar de las riquezas terrenas y así encontrar un impedimento para llegar a ser perfecto, entre tanto que el desapego de las riquezas es una escalera para poseer las eternas riquezas. ¿Comprendes, Sara? El mayor obstáculo para que logres tener a este pequeñín no es su madre, que tiene derechos sobre su hijo, sino tu corazón. El es un inocente, un pequeñín digno de compasión, pero siempre un inocente que por sus mismos sufrimientos es caro al Señor. Pero si tú lo hicieras avaro, ambicioso, y tal vez vicioso con las riquezas que tienes ¿no le quitarías el amor que Dios le tiene? ¿Y puedo, Yo que cuido de los inocentes, ser un atolondrado maestro que sin reflexionar permite que un inocente, discípulo suyo, se extravíe? Primero piensa en ti misma, despójate de tu modo humano de pensar, muy arraigado todavía, vete libre de esta capa de defectos que te oprimen, y entonces merecerás poder ser madre. Porque no es madre sólo la que engendra o la que ama a un hijo adoptivo, cuida de él, lo atiende en sus necesidades naturales. La madre de Alfeo también lo engendró, pero no es madre porque no tiene cuidado de su cuerpo, como ni de su espíritu. Se es madre cuando se tiene cuidado sobre todo de lo que no muere, esto es, del espíritu, y no tan sólo de lo que perece: la materia. Créeme que quien ame el espíritu, amará también el cuerpo, porque su amor será un amor balanceado, y por lo tanto justo."
"Comprendo que he perdido el hijo..."
"Nadie lo ha dicho. Tu deseo de tenerlo te empuje hacia la santidad y Dios te escuchará. Siempre habrá huérfanos en el mundo."
Llega a Afeq y a la casa de Sara
Están ya cerca de las primeras casas. Afeq no es una ciudad que pueda compararse con Gamala o con Ippo. Es un gran pueblo, y tal vez, porque se encuentra en un lugar estratégico de caminos importantes, no es pobre. Por allí pasan las caravanas que se dirigen del interior al algo, o del norte hacia el su, y por lo tanto tiene que cuidar de dar alojo a los peregrinos, lo mismo que vestidos, sandalias, mercancías; y esta es la razón por la que hay muchas tiendas y muchas fondas.
La casa de la viuda está cerca de una de estas tiendas que hay en una plaza. Es una gran tienda donde hay un poco de todo. Un viejo narigudo y barbón está desgañitándose como un desesperado contra unos compradores que regatean.
"¡Samuel!" le llama la mujer.
"¡Patrona!" contesta el viejo inclinándose tanto cuanto los montones de mercancía se lo permiten.
"Mándame a Elías o a Felipe y ven a casa" ordena la viuda. Luego dirigiéndose al Maestro: "Ven. Entra en mi cada y sé mi huésped de honor."
Todos entran pasando por la bodega. No sé a donde se lleva los borricos un muchacho que ha venido. Después de la bodega que da a la casa un aspecto no muy artístico, hay un hermoso patio con pórticos a su lado. En medio una fuente, o por lo menos, una piscina, porque no se ve el chorrito de agua. A los lados, plátanos que dan sombra a las paredes blancas. Una escalera lleva a la terraza. Se ven habitaciones a los lados sin su portal y son las más retiradas del depósito.
"Antes, cuando vivía mi esposo, todo estaba lleno aquí y se alojaban también mercaderes a quienes la noche sorprendía. Portales para las mercancías, establos para los animales y estanques para que bebiesen. Ven a ver las habitaciones" y atraviesa diagonalmente el patio hacia la parte más hermosa de la casa. En voz alta dice: "¡María! ¡Juana!"
Acuden dos criadas, la una con las manos llenas de masa, la otra con una escoba en la mano.
"¡Patrona! La paz sea contigo y con nosotras, ahora que has regresado."
"Y con vosotras. ¿Ninguna novedad, en estos días?"
"El atolondrado de José quebró el rosal que tanto te gustaba. Le he dado su buena tunda. Ahora dámela a mí, por haberle permitido el haberse acercado al rosal."
"No tiene valor..." pero a los ojos de Sara se asoman lágrimas, las que explica diciendo: "Me lo había traído mi esposo en la última primavera en que estuvo sano..."
"Elías se quebró una pierna, lo que ha hecho que Samuel esté de muy mal humor porque no tiene quien le ayude en estos días de intenso comercio... Se cayó de la escalera de la otra parte, mientras se empeñaba en que cuando regresases, encontrases pintadas las paredes" dice la otra mujer y concluye: "Sufre mucho y quedará patiestevado. ¿Y a ti, patrona, te fue bien en tu viaje?"
"Como jamás lo imaginé. He regresado con el Rabbí de Galilea. ¡Pronto! Preparad todo lo necesario para los que han venido conmigo. ¡Entra, Maestro!"
Entran, pasando ante las dos siervas sorprendidas, en un salón, fresco, con asientos y bancas. La viuda sale para dar órdenes, Jesús llama a los apóstoles y los manda a la ciudad para preparar los ánimos de la gente. Entra Samuel, que se ha cambiado los vestidos de vendedor, en mayordomo de la casa, le siguen siervas con jarras y lavamanos para las abluciones, antes de que les presente algo de comer, que ha traído en grandes palanganas: pan, fruta, leche.
Jesús dice a Sara que le traigan el enfermo
Regresa la patrona: "Dije a mi siervo que estás aquí. Te ruega que tengas compasión de él. Yo también te ruego la tengas conmigo. Pasa mucha gente por acá con ocasión de la fiesta de los Tabernáculos: sobre todo después del mes de Tisri. ¿Qué vamos a hacer si está enfermo? No lo sé..."
"Dile que venga aquí."
"No puede. No puede estar en pie."
"Dile que el Rabbí no va a donde está él, sino que quiere verlo."
"Haré que lo traigan Samuel y José."
"Faltaba más. Ya estoy viejo y además estoy cansado" refunfuña Samuel.
"Dile a Elías que venga por su propio pie. Lo mando."
"Dile a Elías que venga por su propio pie. Lo mando."
"Un pobre rabbí. Ni siquiera Gamaliel podría llegar a tanto" refunfuña de nuevo el viejo criado.
"¡Cállate, Samuel!... ¡Perdónalo, Maestro! Es un siervo fiel. Nació de siervos de la casa de mi esposo. Es diligente, honrado... pero apegado a sus ideas de viejo israelita..." lo excusa en voz baja la viuda.
"Comprendo su estado de ánimo. Pero el milagro lo cambiará. Ve a decirle tú a Elías que venga, y él vendrá."
La viuda va y regresa: "Se lo dije. Y me vine aprisa para no verlo por el suelo con esa pierna hinchada y negra."
"¿No crees en el milagro?"
"Yo sí. Pero esa pierna da horror... Temo que se pierda por la gangrena. ¡Cómo brilla, y que si brilla! Está horrible... ¡Oh!" La exclamación sale de sus labios al ver a su siervo Elías correr mejor que cuando estaba sano, y arrojarse a los pies de Jesús diciendo: "Sea alabado el rey de Israel."
"Sea Dios sólo alabado. ¿Cómo viniste? ¿Cómo te atreviste?"
"Obedecí. Pensé: "El Santo no puede mentir, y no puede ordenarme cosas tontas. Tengo fe. Creo" y moví la pierna. No me dolía más. Se movía. La bajé al suelo. Me sostenía. Di un paso. Y he corrido. Dios no desilusiona a quien cree en El."
"Levántate, Elías. En verdad os digo que pocos tiene la fe de este. ¿De dónde la recibiste?"
"De tus discípulos que pasaron por aquí y te anunciaron."
"¿Tú sólo los oíste?"
"No. Todos, porque se hospedaron aquí después de Pentecostés."
"Y tú fuiste el único en creer. Tu espíritu está muy avanzado en los caminos del Señor. Continúa."
El viejo Samuel se encuentra en medio de sentimientos contrarios... Pero al igual que muchos en Israel, no sabe separarse de las viejas creencias, para aceptar las nuevas: "¡Magia! ¡Magia! Está dicho: "Mi pueblo no debe contaminarse con magos y adivinos. Si alguien lo hiciere, apartaré mi rostro de él y lo exterminaré". ¡Tiembla, oh patrona, por ser infiel a las leyes! y se va irritado, escandalizado como si hubiese visto al demonio que se ha apoderado de la casa.
"¡No lo castigues, Maestro! ¡Está ya viejo! Siempre ha pensado así..."
"No te preocupes. Si tuviera que castigar a todos los que me llaman demonio, muchos sepulcros se hubieran abierto y se abrirían para tragarse sus presas. Sé esperar... Hablaré cuando atardezca... Luego me despediré de Afeq. Ahora acepto el descanso que me ofreces bajo tu techo."
VIII. 150-157
A. M. D. G.