EN EL TEMPLO. "TODAVÍA UN POCO
ESTARÉ CON VOSOTROS"
#Los apóstoles refieren a Jesús lo sucedido en diferentes lugares
#La gente queda comentando las palabras de Jesús
#Jesús dice a Matías que vaya con Él
Sin tener en cuenta la mala voluntad de los otros, Jesús regresa al Templo por tercera vez. Seguro que no durmió en Jerusalén porque en sus sandalias se ve mucho polvo. Tal vez pasó la noche en los collados que hay alrededor de la ciudad. Tal vez le acompañaron sus hermanos Santiago y Judas, junto con José (pastor) y Salomón. Se encuentra con los apóstoles y discípulos cerca de la muralla oriental del Templo.
Los apóstoles refieren a Jesús lo sucedido
en diferentes lugares
"Fueron, ¿sabes? no sólo a donde estábamos nosotros, sino a donde estaban los discípulos más conocidos. Estuvo bien que no hubieses estado!"
"Debemos obrar siempre así."
"Está bien. Luego hablaremos de ellos. Vámonos."
Una multitud muy grande ya se nos adelantó gritando en voz alta tus milagros. ¡Cuántos se han convencido y creen en Ti! Tus hermanos tenían en esto razón" dice Juan el apóstol.
"Fueron a buscarte hasta en la casa de Analía, ¿sabes?"
"Y al palacio de Juana. Pero no encontraron más que a Cusa... ¡y con qué genio! Los arrojó como a perros diciendo que en su casa no quiere espías y que está cansado de ellos. Nos lo dijo Jonatás que está aquí con su patrón" dice Daniel (pastor)
"¿Sabes? Los escribas trataron de dispersar a los que te esperaban persuadiéndolos de que no eres el Mesías, pero ellos respondieron: "¿No es el Mesías? ¿Y entonces quién va a serlo? ¿Podría alguno hacer milagros como los hace El? ¿Los hicieron acaso los otros que se llamaban a sí mismos Mesías? No, no. Podrán surgir cien y mil impostores, tal vez hechuras vuestras, que digan ser el Mesías, pero nadie que venga podrá hacer jamás los milagros que El hace, y tantos como hace". Y como los escribas y fariseos afirmaban que los haces porque eres un Belzebú, respondieron: "Entonces vosotros deberíais hacer los más llamativos, porque no cabe duda alguna que sois unos Belcebúes, respecto al Santo" " refiere Pedro, y se ríe, lo que también hacen los demás al oír la respuesta de la gente y lo corrido que quedaron los escribas y fariseos que se habían ido enojados.
Han llegado al Templo. Una multitud más numerosa que días anteriores los rodea.
"¡La paz sea contigo, Señor! ¡Paz, paz!" gritan los israelitas.
"¡Salve, Maestro!" lo saludan los gentiles.
"La paz y la luz vengan a vosotros" responde Jesús a todos.
"Teníamos miedo de que te hubiesen apresado o que no fueses a venir por prudencia o por enojo. Hubiéramos ido a buscarte por todas partes" dicen muchos.
Jesús sonríe tristemente y pregunta: "¿Entonces no queréis perderme?"
"Y si te perdemos, Maestro, ¿quién nos enseñará y nos dará las gracias que nos das?"
"Mis enseñanzas se quedarán en vosotros, y las
comprenderéis mucho mejor cuando me haya ido...
Y aunque no esté entre los hombres, no dejarán
de descender gracias sobre los que oraren con fe."
"Mis enseñanzas se quedarán en vosotros, y las comprenderéis mucho mejor cuando me haya ido... Y aunque no esté entre los hombres, no dejarán de descender gracias sobre los que oraren con fe."
"¡Oh, Maestro! ¿Pero de veras quieres irte? Dinos a donde te irás e iremos en pos de Ti. ¡Tenemos mucha necesidad de Ti!"
"El Maestro lo dice para saber si lo amamos. ¿A dónde queréis que vaya el Rabí de Israel, sino a Israel?"
"En verdad os digo que todavía poco tiempo estaré con vosotros, e iré a los que el Padre me envió. Después me buscaréis y no me encontraréis. Y donde esté, no podréis ir. Dejadme ahora irme. Hoy no hablaré aquí. Tengo pobres que me están esperando en otra parte y no pueden venir; muchos de ellos están enfermos. Después de orar iré a ellos." Y con la ayuda de sus discípulos se abre paso hacia el atrio de los israelitas.
Los que se quedan, se miran entre sí.
La gente queda comentando las palabras de Jesús
"¿A dónde irá?"
"A la casa de su amigo Lázaro. Está muy enfermo."
"Yo quería decir: a dónde se irá, no hoy, sino cuando nos deje para siempre. ¿No habéis oído que dijo que no podremos encontrarlo?"
"Tal vez irá a reunir a Israel, evangelizando a los dispersos entre las naciones. La Diáspora, como nosotros, espera al Mesías."
"O bien irá a enseñar a los paganos para traerlos a su Reino."
"No. No será así. Siempre podremos encontrarlo aun en la lejana Asia, o en el centro del África, o en Roma, en las Galias, la Iberia, Tracia o entre los Sármatas. Si El dice que no lo encontraremos, aunque lo busquemos, señal es que no se encontrará en ninguno de estos lugares."
"¡Bueno! Pero ¿qué quiso decir con: "Me buscaréis y no me encontraréis, y donde estoy no podréis ir"? "Yo estoy", y no: "Estaré..." ¿Dónde estará, pues? ¿No está aquí entre nosotros?"
"Te lo aseguro, Judas. El parece un hombre pero es un espíritu."
"¡No! Entre los discípulos hay quienes lo vieron recién nacido. Aun más. Vieron a su Madre en cinta, pocas horas antes de que naciera."
"¿Será, pues, aquel niño, ahora hecho hombre? ¿Quién nos asegura que no pueda ser otro?"
"¡Oh, no! Podría ser otro, y que los pastores se equivocasen. ¡Pero su Madre! ¿Sus hermanos! ¡Todo un pueblo!"
"¿Reconocieron los pastores a su Madre?"
"Claro que sí..."
"Entonces... Entonces ¿por qué dijo: "Donde Yo estoy no podréis ir?" Para nosotros es futuro: podréis. Para El es el presente: estoy, esté. ¿Carece del futuro este hombre?"
"No sé qué responderte. Pero es así."
"Yo os digo que es un loco."
"Tú serás, espía del Sanedrín."
"¿Yo espía? Soy un judío que lo admira. ¿Dijisteis que va a donde Lázaro?"
"Nada dijimos, viejo espía. No sabemos nada. Y si supiésemos algo, no te lo diríamos. Ve a decir a quien te ha mandado que lo busquen ellos. ¡Espía! ¡Espía! ¡Pagado!..."
El hombre ve que no le va bien y desaparece.
"Nosotros quedémonos aquí. Si hubiéramos salido, lo hubiéramos visto. Ya toma esta calle, bien aquella... Decidnos que vereda tomó. Decidle que no vaya a la casa de Lázaro."
Los más ligeros corren... regresan... "No está... Se metió entre la gente y nadie sabe decir..."
Desilusionada la multitud se dispersa poco a poco...
salió de la ciudad por la puerta de las Ovejas bajando al
valle del Cedrón que arrastra muy poca agua.
Jesús lo pasa saltando sobre las piedras
que salen del agua y se dirige al monte de los Olivos,
...Pero Jesús está mucho más cerca de lo que se imaginaban. Salió por alguna puerta, dio vuelta a la torre Antonia y salió de la ciudad por la puerta de las Ovejas bajando al valle del Cedrón que arrastra muy poca agua. Jesús lo pasa saltando sobre las piedras que salen del agua y se dirige al monte de los Olivos, que están llenos de gente, en que se ven como manchones, diría tristes, de esta parte de Jerusalén, que se estrecha entre las oscuras murallas del Templo que domina de esta parte con toda su mole, y el Monte de los Olivos de aquella. Más al sur el valle se alarga, pero aquí es muy estrecho, es una línea excavada entre el monte Moria y el de Olivos.
Jesús no se dirige a Getsemaní, sino toma la parte contraria, el norte, pero sin dejar el monte que luego se cambia en valle agreste donde el arroyo, en medio de colinas también agrestes y pedregosas, corre formando un arco al norte de la ciudad. Entre los olivos se ven arbolillos sin fruto, llenos de espinas, torcidos, enmarañados, en medio de zarzas que salen por todas partes. Un lugar muy triste, muy solitario. Tiene algo de infernal, de apocalíptico. Alguno que otro sepulcro y no más. Ni siquiera leprosos. Es rara esta soledad que hace contraste con la ciudad tan cercana y llena de tanta gente y ruido. Aquí, fuera del ruido que forma el agua entre las piedras y el rumor del viento entre las hierbas nacidas, entre los pedruscos, no se oye ningún otro ruido. Falta hasta la nota alegre de los pajarillos que son tan numerosos entre los olivos de Getsemaní y de Olivete. Aun más, el fuerte viento que sopla del noroeste, y que levanta remolinos de polvo, aleja el rumor de la ciudad, y el silencio, un silencio tétrico, reina en este lugar, un silencio que oprime, que infunde miedo.
"¿Pero es por aquí por donde se va?" pregunta Pedro a Isaac.
"Sí, sí. Se puede ir por otros caminos, si sale uno por la puerta de Herodes, o mejor, por la de Damasco. Pero no está mal que conozcáis los senderos menos frecuentados. Dimos vueltas por todos los alrededores para conocerlos y enseñároslos. Así podéis ir a donde queráis, a las cercanías, sin pasar por los caminos acostumbrados."
"¿Puede uno fiarse de los de Nobe?" pregunta nuevamente Pedro.
"Como tu casa misma. El pasado invierno Tomás hizo de ese poblado su propio lugar, lo mismo que lo ha hecho Nicodemo, el sacerdote Juan su discípulo y otros."
"Y tú hiciste más que todos" dice Benjamín (pastor)
"¡Oh, yo! Si es así, también todos lo hicieron. Créeme, Maestro, que ahora alrededor de la ciudad hay lugares seguros..."
"También Rama..." dice Tomás orgulloso de su ciudad. "Mi padre y mi cuñado con Nicodemo te han tenido presente."
"Entonces también Emmaús" dice un hombre que no me es desconocido, pero no puedo precisar quién sea, también porque conozco más de una ciudad Emmaús en Judea, sin mencionar la que está cerca de Tariquea.
"Está lejos para ir y venir como ahora hago. No faltará la ocasión de que vaya alguna vez."
"Y a mi casa" dice Salomón.
"Por lo menos una vez allá para saludar al viejo."
"También está Béter."
"Y Betsur."
"No iré a casa de las discípulas, pero cuando sea necesario, las mandaré llamar."
"Tengo un buen amigo que vive cerca de En Rogel. Puedes disponer de su casa. Y ninguno de los que te odian podrá pensar que estás tan cerca de ellos" dice Esteban.
"Te puede hospedar el jardinero de los jardines reales. Es una sola cosa con Mannaén que le consiguió ese puesto... y además... Lo curaste un día..."
"¿Yo? No lo conozco..."
"Estuvo en la Pascua, entre los pobres que curaste en casa de Cusa. Su pierna se podría a causa de un golpe de guadaña, y su primer patrón lo había arrojado por ello. Pedía limosna para sus hijos. Lo curaste. Mannaén lo puso en los jardines, y en uno de los momentos buenos que tiene Antipas, le consiguió el puesto. Ese hombre hace ahora todo lo que dice Mannaén. Y luego tratándose de Ti..." dice Matías (pastor)
Jesús dice a Matías que vaya con Él
"Nunca he visto a Mannaén con vosotros..." dice Jesús mirando fijamente a Matías, que cambia de color y se turba. "Ven conmigo adelante."
El discípulo lo sigue.
"¡Habla!"
"Señor... Mannaén se ha equivocado... y sufre mucho y con él Timoneo y alguno más. No pueden estar tranquilo porque Tú..."
"No van a pensar que les tengo rencor..."
"¡Noooo! Pero... Tienen miedo a tus palabras y a verte."
"¡Qué equivocados están! Porque se extraviaron deben venir a la medicina. ¿Sabes dónde están?"
"Sí, Maestro."
"Entonces ve a verlos y diles que los espero en Nobe."
Matías se va sin perder tiempo.
Desde la vereda del monte se ve toda Jerusalén hacia el norte... Jesús con sus discípulos le vuelve las espaldas al tomar el sentido contrario.
VIII. 372-377
A. M. D. G.