EN BETANIA. "SE PUEDE MATAR DE
MUCHOS MODOS"
#Iscariote pregunta por Síntica
La casa de Betania siempre más triste, siempre más acogedora... La presencia de amigos y discípulos no arranca la tristeza de allí. Están José, Nicodemo, Mannaén, Elisa y Anastásica que, por lo que colijo, no pudieron estar lejos de Jesús y piden perdón como si hubieran cometido una desobediencia pero están decididas a no irse. Elisa presenta sus razones que cree de mayor peso cuales son: la imposibilidad de las hermanas de Lázaro en seguir al Maestro para cuidar de El y de los apóstoles en lo que es necesario en un grupo de varones solos y por añadidura perseguidos.
"Somos las únicas en poderlo hacer, porque Marta y María no pueden dejar a su hermano. Juana no está. Analía es muy joven para ir con vosotros. Nique es mejor que esté allí para hospedarte. Mis cabellos blancos evitan las murmuraciones. Me adelantaré a donde vayas, o estaré donde me digas, y tendrás siempre una madre cerca de Ti, y de mi parte pensaré tener todavía un hijo. Haré lo que desees, pero déjame servirte."
Jesús dice que sí al ver que todos aprueban las razones. Puede ser también que, en medio de las amarguras que tiene en el corazón, desee tener cercano a Sí un corazón maternal en donde encuentre un reflejo de la dulzura de la madre...
Elisa está muy contenta.
"Estaré frecuentemente en Nobe.
Irás a la casa del viejo Juan.
Me la ha ofrecido para hospedarme.
Te encontraré cada vez que regrese..."
Jesús dice: "Estaré frecuentemente en Nobe. Irás a la casa del viejo Juan. Me la ha ofrecido para hospedarme. Te encontraré cada vez que regrese..."
"¿Piensas caminar no obstante las lluvias?" pregunta José de Arimatea.
"Sí. Quiero ir aun hacia la Perea, deteniéndome en casa de Salomón. Luego a Jericó y Samaria. ¡Oh, quisiera ir a muchos lugares!..."
"No te alejes mucho, Maestro, de los caminos y ciudades custodiadas por un centurión. No se sabe lo que ellos piensen. Como tampoco los romanos. Dos miedos. Dos modos de tener cuidado de Ti. Pero créeme que en lo que respecta a Ti, son menos peligrosos los romanos..."
"¡Nos han abandonado!..." interrumpe bruscamente Judas de Keriot.
"¿Lo crees? No. ¿Entre los paganos que escuchan al Maestro puedes distinguir acaso los que envía Claudia o Pilatos? Entre los libertos de Claudia y de sus amigas no hay pocos que podrían hablar en el Bel Nidrash si fueran israelitas. No olvides que hay doctos en cualquier lugar, que Roma tiene sujeto el mundo, que sus patricios gustan de apoderarse del mejor botín para adornar sus casas. Si los gimnasiarcas y los jefes del Circo escogen al que puede darles riqueza y gloria, los patricios eligen a los que por su cultura o belleza son honra y satisfacción de sus casas y de sus sentidos... Maestro, estas palabras me traen un recuerdo... ¿Puedo hacerte una pregunta?"
"Habla."
Iscariote pregunta por Síntica
"Aquella mujer, aquella griega que estaba aquí el año pasado... y que... era una causa de que te acusaran, ¿dónde está? Muchos han tratado de averiguarlo... no por fines buenos. De mi parte no abrigo ningún deseo malo... Sólo... que no me parece posible que haya vuelto al error. Estaba dotada de una gran inteligencia y de rectitud. Pero no verla más..."
"En un cierto lugar de la tierra supo ella, pagana, ejercer para con un israelita perseguido, la caridad que los israelitas no poseían."
"¿Te refieres a Juan de Endor? ¿Está con ella?"
"Ha muerto."
"¿Muerto?"
Los que trabajaron para que se le alejase, cometieron
un homicidio como si hubieran levantado
su mano armada con cuchillo
"Sí. Se le podía haber dejado morir cerca de Mí... No era necesario esperar mucho... Los que trabajaron para que se le alejase, cometieron un homicidio como si hubieran levantado su mano armada con cuchillo. Le destrozaron el corazón. Y aunque saben que está muerto, no creen que sean culpables de homicidio. No sienten el remordimiento de haberlo sido. Se puede matar de muchos modos a los hermanos. Con el arma y con la palabra, o con cualquier acción malvada. Como el señalar el lugar donde se esconde el perseguido, quitar a un infeliz un lugar donde puede encontrar descanso...¡De cuántos modos se mata!... Pero el hombre no siente remordimiento. El hombre ha matado el remordimiento y esto es la señal de su decadencia espiritual."
Las palabras de Jesús parecen herir el aire por su severidad, de modo que nadie siente fuerzas para hablar. Se miran de reojo, con la cabeza inclinada, avergonzados aun los que no tiene ninguna culpa como los buenos.
No es menester que alguien vaya a contar a los enemigos
del difunto y míos lo que acabo de decir,
para que se llenen de júbilo satánico.
Después de una pausa Jesús dice: "No es menester que alguien vaya a contar a los enemigos del difunto y míos lo que acabo de decir, para que se llenen de júbilo satánico. Pero si os preguntan responded que Juan está en paz con el cuerpo en un sepulcro lejano y con el espíritu en mi espera."
"Señor, ¿esto te afligió mucho?" pregunta Nicodemo.
"¿Qué cosa? ¿Su muerte?"
"Sí."
"No. Su muerte me tranquilizó porque es la paz. Pero sí me causaron gran pena los que por bajos sentimientos denunciaron al Sanedrín su presencia entre los discípulos y fue causa de que hubiera partido. Cada uno tiene su modo de obrar, y sólo una gran voluntad buena puede cambiar los instintos y las maneras de obrar. Pero os digo: "Quien denunció, seguirá haciéndolo. Quien hizo porque alguien muriera, lo volverá a repetir con otro". Pero ¡ay de él! Cree que vencerá, pero perderá. El juicio de Dios lo espera."
"¿Por qué me miras así, Maestro?" pregunta Juan de Zebedeo poniéndose rojo como si fuera el culpable.
"Porque si te miro a ti nadie pensará, ni siquiera el peor de todos, que hayas sido capaz de haber odiado a un hermano tuyo."
"Habrá sido algún fariseo o algún romano... El les vendía huevos..." dice Judas de Keriot.
"Ha sido un demonio. Pero le hizo más bien que mal como quiso hacerle. Apresuré su completa purificación. Ahora está en paz."
"¿Cómo lo sabes? ¿Quién te trajo la noticia?" pregunta José.
"¿Tiene acaso necesidad el Maestro de que alguien le traiga noticias para saber? ¿No ve acaso las acciones de los hombres? ¿No fue a llamar a Juana para que viniese a El y la curase? ¿Qué cosa hay imposible para Dios?" pregunta con énfasis María Magdalena.
"Es verdad, mujer. Pero pocos tiene tu fe... Por eso he hecho una pregunta necia."
"Está bien. Pero ahora, Maestro, ven. Lázaro ya se despertó y te espera..."
Y se lo lleva sin añadir más, cortando cualquier otra pregunta.
VIII. 397-400
A. M. D. G.