"INDICO A LOS CULPABLES EL CAMINO
QUE TIENE QUE SEGUIR PARA
REDIMIRSE"
#Lo que más me dolía era la falta de caridad y sinceridad en los acusadores
#Adúltero es el que llega al acto y quien apetece el acto y lo desea con todas sus fuerzas
#"Que cuanto alguien es más bueno, tanto más es compasivo para con los culpables"
#Señalo a la culpable el camino que tiene que seguir para redimirse.
#Mira, pues, que amar a María es amar a Jesús. Es amarlo más fácilmente.
Dice Jesús:
Lo que más me dolía era la falta de caridad
y sinceridad en los acusadores
"Lo que más me dolía era la falta de caridad y sinceridad en los acusadores. No mentían al acusarla. La mujer era realmente culpable, pero eran insinceros al hacer escándalo de una cosa que ellos miles de veces habían cometido y que sólo debido a su astucia o a su buena estrella había quedado oculta. Era la primera vez que pecaba, y había sido menos astuta y menos afortunada. Pero ninguno de sus acusadores y acusadoras -porque también las mujeres auque no levantaban su voz, la acusaban en el fondo del corazón- estaban exentos de culpa.
Adúltero es el que llega al acto y quien apetece el acto
y lo desea con todas sus fuerzas
Adúltero es el que llega al acto y quien apetece el acto y lo desea con todas sus fuerzas. La lujuria existe tanto en el que peca como en el que desea pecar. No basta no hacer el mal, es menester no desear hacerlo.
Acuérdate, María, de las primeras palabras de tu Maestro cuando te llamó del borde del precipicio donde estabas: "o basta no hacer el mal, es menester no desear hacerlo".
Quien se complace en pensamientos sensuales y enciende
con lecturas y espectáculos apropiados y con costumbre
malsanas, sensaciones de sensualidad, es tan impuro
como el que peca materialmente
Quien se complace en pensamientos sensuales y enciende con lecturas y espectáculos apropiados y con costumbre malsanas, sensaciones de sensualidad, es tan impuro como el que peca materialmente. Me atrevo a decir: es mucho más culpable, porque con el pensamiento va contra la naturaleza, además de que va contra la moralidad. No me refiero a actos reales que son contra la naturaleza. Lo único atenuante de éstos es que estén enfermos orgánica y síquicamente. Quien no tiene semejante excusa es muy inferior a la bestia más repugnante. Para condenar con justicia, es menester estar inmunes de culpa.
Os remito a dictados anteriores, cuando hablé de las condiciones esenciales para ser juez.
No me eran desconocidos los corazones de aquellos fariseos y escribas, ni los de que se unían en atacar a la culpable. Eran pecadores contra Dios y contra el prójimo. En ellos habían culpas contra el culto, contra sus padres, contra el prójimo, culpas, y muy numerosas, contra sus mujeres. Si por un milagro hubiese dicho a su sangre que escribiese sobre su frente su pecado, entre las muchas acusaciones hubiera prevalecido la de "adúlteros" de hecho o de deseo. He dicho: "Lo que sale del corazón del hombre es lo que contamina al hombre". Y fuera de mi corazón, no había ninguno de los jueces que hubiese tenido su corazón puro.
"Que cuanto alguien es más bueno, tanto más es compasivo
para con los culpables"
Sin sinceridad y sin caridad. Ni siquiera el ser semejantes a ella por la concupiscencia que los consumía, los llevaba a tener caridad. Yo era el que tenía caridad por aquella mujer humillada. Yo, el Único que debía haber tenido asco. Pero acordaos de esto: "Que cuanto alguien es más bueno, tanto más es compasivo para con los culpables".
Porque muchas veces la culpa se comete, sobre todo en el sexo débil, por esta búsqueda de consuelo. Por esto afirmo que quien carece de cariño para con su mujer, y aun para su hija propia, es noventa por ciento responsable de la culpa de su mujer o de sus hijas y de esas culpas responderá. Tanto el afecto necio, que es sólo una esclavitud estúpida de un hombre para con una mujer, de un padre para con una hija, cuanto una falta de afecto o, peor, una culpa de propia libido que lleva un marido a otros amores y los padres a otras preocupaciones que no sean los hijos, son incentivo para el adulterio y prostitución y como tales los condeno. Sois seres dotados de razón y os guía una ley divina y una ley moral. Envilecerse hasta llevar una conducta de salvajes o de animales debería horrorizar a vuestra gran soberbia. Pero de ésta, que en tales casos sería hasta útil, os servís para otras cosas muy diversas.
Miré a Pedro y a Juan de modo diverso, porque al primero quise darle a entender: "Pedro, tampoco faltes tú a la caridad y sinceridad", y darle a entender como a mi futuro Pontífice: "Recuerda esta hora y juzga como tu Maestro en el porvenir"; entre tanto que al segundo: joven en años, corazón de niño, le quise decir: "Tú puedes juzgar y no lo haces porque tienes mi mismos sentimientos. Gracias porque eres muy semejante a Mí". Quise que ambos se retirasen, antes de que me dirigiera a la mujer para no aumentar su pena con la presencia de dos testigos.
Aprended, ¡oh hombres inmisericordes! Por más que alguien sea culpable, hay que tratarlo con respeto y caridad. No gozarse con su envilecimiento, ni encarnizarse en él, ni siquiera con miradas curiosas. ¡Piedad, piedad para el caído!
Señalo a la culpable el camino que tiene que seguir
para redimirse.
Señalo a la culpable el camino que tiene que seguir para redimirse. Volver a su hogar, pedir humildemente perdón y obtenerlo con una vida honesta. No ceder más a las tentaciones de la carne. No abusar de la Bondad divina y de la bondad humana para no purgar dos o más veces la culpa. Dios perdona y perdona porque es la Bondad, pero el hombre, por más que yo haya dicho: "Perdona a tu hermano setenta veces", no sabe perdonar dos.
No le di la paz ni la bendición porque no existía en ella
todavía la completa separación del pecado
que es necesaria para obtener el perdón
No le di la paz ni la bendición porque no existía en ella todavía la completa separación del pecado que es necesaria para obtener el perdón. Todavía no existía en su carne, y ni siquiera en su corazón la náusea por el pecado. María de Mágdala, al haber saboreado mis palabras, había experimentado disgusto por el pecado y se había acercado a Mí con una voluntad total de ser otra. En aquella otra había un fluctuar de voces de la carne y del espíritu. Ni ella misma, en medio de la turbación de la hora, había logrado poner el hacha en la raíz de su carne y cortarla para verse así libre y poder entrar en el Reino de Dios. Libre de lo que le servía de ruina, pero enriquecida con lo que era la salvación.
¿Quieres saber si se salvó? No fui para todos Salvador.
Quise serlo para con todos, pero no lo fui porque no todos
tuvieron la voluntad de que se les salvase
¿Quieres saber si se salvó? No fui para todos Salvador. Quise serlo para con todos, pero no lo fui porque no todos tuvieron la voluntad de que se les salvase. Y esto fue uno de los dardos más dolorosos en mi agonía de Getsemaní.
Quédate en paz, María de María, y no quieras volver a faltar más ni siquiera en las bagatelas. Bajo el manto de María no hay más que cosas puras. Recuérdalo.
Un día María mi Madre te dijo: "Yo ruego con lágrimas a mi Hijo". Y en otra ocasión: "Dejo a mi Jesús el cuidado de que me amen... Cuando me amáis vengo. Y mi llegada siempre es alegría y salvación."
Mi Madre te ama. Te he entregado a ella. Más bien te llevé conmigo, porque sé que donde puedo obtener lo que quiero con mi autoridad, ella os guía con sus caricias amorosas y os lleva mejor que Yo. Su tocar es un sello delante del que huye Satanás. Tienes ahora su hábito y si eres fiel a las oraciones de ambas Ordenes medita diariamente toda la vida de nuestra Madre. Sus alegrías y sus dolores. Esto es mis alegrías y mis dolores. Porque desde el momento en que el Verbo se hizo Jesús con ella y por los mismos motivos me he alegrado y llorado.
Mira, pues, que amar a María es amar a Jesús.
Es amarlo más fácilmente.
Aun en la muerte el seno de María es más dulce que la cuna.
Quien expira en ella no oye más que las voces de los coros
angelicales que vuelan alrededor de María.
Mira, pues, que amar a María es amar a Jesús. Es amarlo más fácilmente. Porque te hago que lleves la cruz y sobre ella te pongo. Por el contrario Mi Madre te lleva o está a los pies de la cruz para recibirte sobre el corazón que no sabe otra cosa más que amar. Aun en la muerte el seno de María es más dulce que la cuna. Quien expira en ella no oye más que las voces de los coros angelicales que vuelan alrededor de María. No ve tinieblas sino los rayos de la Estrella matutina. No ve lágrimas, sino su sonrisa. No conoce el miedo. ¿Quién se atreverá a arrebatar de nosotros, de los brazos de María al moribundo que amamos, que es nuestro?
No me des "gracias" a Mí. Dáselas a ella que no ha querido acordarse de otra cosa fuera del poco bien que has hecho y del amor que tienes por Mí y por este te quiere, para poner bajo sus pies lo que tu buena voluntad no lograba hacerlo. Grita: "¡Viva María!" Y quédate a sus pies, a los pies de la Cruz. Te adornarás tu vestido con rubíes de mi Sangre y de perlas de su llanto. Tendrás un vestido de reina para entrar en mi Reino.
Quédate en paz. Te bendigo."
IX. 408-411
A. M. D. G.