"SOMOS DESCENDENCIA DE ABRAHAM"

 


#Aconsejan a Jesús que no hable en el recinto del Templo   

#Jesús se queda esperando a Mannaén y a Marziam   

#El levita Zacarías se ofrece a Jesús para guiarle si hay tumulto de la gente   

#Un magistrado del Templo dice a Jesús que se largue   

#"¿Quién eres Tú? Dínoslo para que sepamos a qué atenernos. ¡Dinos la verdad en nombre del Altísimo!"   

#a los límites del Patio de los Gentiles... empieza a hablar otra vez respondiendo a sus ofensores y a todos: "Cuando hubiereis levantado al Hijo del hombre..."   

#la sombra del pabellón de mi trono se extenderá por la tierra hasta que la cubra. Solo entonces regresaré y me veréis. ¡Sí que me veréis!   

#Tremenda profecía de Jesús sobre el pueblo de Israel por ser rechazado   

#¿Cómo haremos para creer completamente y para tener vida?   

#Mi doctrina es perfecta, libera de la esclavitud   

#¿Cómo pues puedes decir que seremos libres?   

#Cuál es la diferencia entre esclavitud, servidumbre y filiación   

#Porqué la doctrina de Jesús hace libres   

#El Padre de los hombres es Dios. Que obras hizo Abraham y su símbolo 

 #Quién es Satanás, sus obras, su oficio   

 #Quién es Satanás. Sus obras   

#No moriré sino como Hombre...como Verbo no moriré. La Palabra es Vida y no muere. Y quien acogiere la Palabra tendrá la Vida en sí y no morirá jamás,..   

#Como Dios y como Hombre Yo conozco a Dios... ¡Oh, Israel, reflexiona! Yo soy aquel en quien se cumplen las promesas. Reconóceme por lo que soy.   

#Se vuelven en contra de Jesús y el levita Zacarías, a través de una puerta, lo mete en una galería que baja a unas cisternas para salir al Cedrón que le lleva hasta el Olivete

 


Aconsejan a Jesús que no hable 

en el recinto del Templo

Jesús vuelve a entrar en el Templo con los apóstoles y discípulos. Y no sólo aquellos, sino también éstos le hacen observar que es imprudente hacerlo. El responde: "¿Con qué derecho pueden impedir que entre? ¿Estoy acaso sentenciado? No. Todavía no lo estoy. Subo, pues, al altar de Dios como cualquier otro israelita que teme al Señor."

"Pero tienes intención de hablar..."

"¿Y no es este el lugar donde de costumbre se juntan los rabíes para hablar? La excepción es hablar y enseñar fuera de aquí, y puede interpretarse como el querer estar a solas con el rabí o por alguna necesidad personal. El lugar que cualquiera prefiere para enseñar a sus discípulos es este. ¿No estáis viendo que alrededor de los rabinos se acerca gente de cualquier nacionalidad, al menos para oír a los más célebres?  Si no por otra cosa al menos para poder decir cuando regresen a su tierra natal: "Hemos oído a un maestro, a un filósofo que habla según el modo de Israel". Maestro para los que son o quieren ser hebreos; filósofo para los verdaderos y propios gentiles. Ni los mismos rabinos toman a mal que estos últimos los escuchen, porque esperan hacer prosélitos. Sin esta esperanza, que si fuera humilde sería santa, ellos no estarían en el patio de los paganos, sino que pedirían hablar en el de los israelitas, y de ser posible hasta en el Santo mismo, que según su modo de juzgarse a sí mismos, son tan santos que sólo Dios les es superior... Yo, Maestro, hablo donde los maestros hablan. ¡No tengáis miedo! No ha llegado su hora. Cuando llegue os lo diré para que fortifiquéis vuestro corazón."

"No lo dirás" dice Iscariote.

"¿Por qué?"

"Porque no la podrás saber. Ninguna señal te la hará conocer. No hay señal alguna. Ya hace casi tres años que estoy contigo y siempre he visto que te amenazan y persiguen. Y en ese entonces estás solo. Ahora tienes detrás de Ti al pueblo que te ama y al que temen los fariseos. Eres, pues, más fuerte. ¿Cómo puedes comprender cuando llegue la hora?"

"Por lo que leo en el corazón de los hombres."

Judas se queda un momento estupefacto, luego: "Tampoco lo podrás decir porque... Tú no quieres ayudarte de nosotros porque desconfías de nuestro valor."

"Cállate, para no afligirnos" interrumpe Santiago de Zebedeo.

"Puede serlo. Pero no hay duda de que no lo dirás."

 

Jesús se queda esperando a Mannaén y a Marziam

 

"Os lo diré. Y mientras no os lo diga, no os espantéis de la violencia y odio que viereis que se levanta contra de Mí. No tienen consecuencia alguna. Seguid adelante. Yo me quedo aquí para esperar a Mannaen y a Marziam."

De mala gana los doce y quienes vienen con ellos siguen adelante.

Jesús vuelve a la puerta para esperar a los dos y hasta sale a la calle y da vuelta por la torre Antonia.

Algunos legionarios, que están firmes junto a la fortaleza, lo señalan y entre sí dicen algo. Parece como si discutiesen, luego uno en voz alta dice: "Voy a decírselo" y se viene a Jesús.

"Salve, Maestro. ¿Vas a hablar también hoy allá dentro?"

"La Luz te ilumine. Hablaré."

"Entonces... ten cuidado. Uno que sabe nos ha puesto en alarma. Y una que te admira ha dado órdenes de estar atentos. Nosotros estaremos cerca del subterráneo oriental. ¿Sabes la entrada?"

"Me parece que sí. Pero está cerrada de una y otra parte."

"¿De veras?" El legionario se sonríe por un instante. A la sombra de su yelmo sus ojos y dientes brillan, haciéndolo aparentar más joven. Luego, irguiéndose, saluda: "Salve, Maestro. Acuérdate de Quinto Félix."

"Lo haré. Que la Luz te ilumine."

Jesús sigue caminando y el legionario vuelve a su lugar y habla con sus camaradas.

"Maestro ¿nos tardamos? ¡Había muchos leprosos!" dicen al mismo tiempo Mannaén, que viene vestido de una manera muy sencilla, de un color café oscuro, y Marziam.

"No. Os disteis prisa. Vamos, los otros nos están esperando. Mannaén, ¿fuiste tú el que hablaste con los romanos?"

"¿De qué, Señor? No he hablado con nadie. No sabría... Las romanas no están en Jerusalén."

 

El levita Zacarías se ofrece a Jesús 

para guiarle si hay tumulto de la gente

 

Nuevamente están junto a la puerta de la muralla. Como por casualidad está ahí el levita Zacarías.

"La paz sea contigo, Maestro. Quiero decirte... trataré de estar siempre donde estés, aquí dentro. No me pierdas de vista. Si hay tumulto y ves que me voy, trata de seguirme siempre. ¡Te odian mucho! No puedo hacer otra cosa... Compréndeme..."

"Dios te lo pague y te bendiga por la piedad que tienes por su Verbo. Haré lo que dices. No tengas miedo de que alguien sepa que me amas."

Se separan.

"Tal vez fue él que advirtió a los romanos. Como está allí dentro, puede ser que lo haya sabido..." susurra Mannaén.

Van a orar pasando entre la gente que los mira con sentimientos desiguales y que sigue a Jesús, después de que terminó de orar y va al patio de los israelitas

Fuera de la segunda valla Jesús quiere detenerse pero un grupo en que hay escribas, fariseos y sacerdotes lo rodea. Uno de los magistrados del Templo habla en nombre de todos.

 

Un magistrado del Templo dice a Jesús que se largue

 

"¿Estás aquí todavía? ¿No comprendes que no te queremos? ¿No tienes miedo ni siquiera al peligro que te amenaza? Lárgate. Agradece que te hayamos permitido entrar para orar. Pero no te permitimos que enseñes más tu doctrina."

"Sí, lárgate, lárgate de aquí, blasfemo."

"Me iré como lo deseáis, y no sólo fuera de estas murallas. Me iré, ya me estoy yendo, lejos, a donde no podréis llegar. Llegará tiempo en que me buscaréis también vosotros, y no sólo porque me queráis perseguir, sino por un supersticioso terror de que se os castigue, por haberme arrojado, por un ansia supersticiosa de que se os perdone vuestro pecado para que podáis alcanzar misericordia. Pero Yo os lo digo, esta es la hora de la misericordia. Este es el momento en que podáis haceros amigo al Altísimo. Cuando pase, cualquier modo de reparar será inútil. No me tendréis más y moriréis en vuestro pecado. Aun cuando recorrierais toda la tierra y lograseis llegar a las estrellas y planetas, no me encontraréis jamás porque a donde voy, no podréis ir. Ya os lo he dicho. Dios viene y pasa. Quien es sabio lo acoge con sus dones que le da al pasar. Quien es necio lo deja ir y no lo encontrará otra vez. Vosotros sois de acá abajo. Yo soy de allá arriba. Vosotros sois de este mundo. Yo no pertenezco a él. Por esto una vez que haya regresado a la mansión de mi Padre, fuera de este mundo vuestro, no me encontraréis más y moriréis en vuestros pecados porque ni siquiera sabréis llegar espiritualmente hasta Mí con la fe."

"¿Te quieres matar, insensato? Es claro que al infierno a donde llegan los iracundos, no podremos ir. El infierno es de los condenados, de los malditos, y nosotros somos los hijos benditos del Altísimo" dicen algunos.

Otros lo aprueban diciendo: "No cabe duda que se quiere matar porque ha dicho que a donde va no podremos ir. Comprende que puede ser descubierto y que no logró presentar la prueba. Por esto se quita de en medio sin esperar a ser sorprendido cual falso Mesías, como el otro galileo."

Y otros con mejor ánimo: "¿Y si fuese en realidad el Mesías y volviese en realidad a Aquel que lo envió?"

"¿A dónde? ¿Al cielo? No está Abraham y ¿quieres que Él vaya allá? Debe venir antes el Mesías."

"Elías fue arrebatado en un carro de fuego."

"En un carro, sí. Pero ¡al cielo!... ¿Quién lo asegura?"

La discusión sigue mientras fariseos, escribas, magistrados, sacerdotes, judíos serviles de los sacerdotes, escribas y fariseos persiguen a Jesús a través de los pórticos exteriores como una jauría de perros persigue la presa que han olfateado.

 

"¿Quién eres Tú? 

Dínoslo para que sepamos a qué atenernos. 

¡Dinos la verdad en nombre del Altísimo!"

 

Algunos, que en realidad tienen en su corazón un deseo bueno, se abren paso hasta llegar a Jesús y le hacen la angustiosa pregunta, que muchas veces le han hecho con amor o con odio: "¿Quién eres Tú? Dínoslo para que sepamos a qué atenernos. ¡Dinos la verdad en nombre del Altísimo!"

"Yo soy la Verdad misma y no miento. Soy el que os dije ser desde el primer día en que hablé a las turbas, desde el día en que he hablado por toda Palestina. Soy el que os he dicho aquí muchas veces ser, junto al Santo de los Santos cuyos rayos no temo porque digo la verdad. Todavía me faltan muchas cosas que decir y juzgar respecto de este pueblo, y aunque parezca que la tarde se me acerca, sé que las diré y juzgaré a todos, porque así me lo prometió el que me envió y es veraz. Él me habló con un eterno abrazo de amor, me comunicó todo su Pensamiento para que pudiese decirlo con mi Palabra al mundo y no podré callarme, ni nadie lo podrá impedir hasta que anuncie a todo el mundo lo que oí de mi Padre."

"¿Y todavía sigues blasfemando? ¿Y continúas llamándote Hijo de Dios? ¿Quién te puede creer? ¿Quién puede ver en Ti al Hijo de Dios?" le gritan sus enemigos, arrebatados del odio, poniéndole sus puños cerrados cerca de su rostro.

Los apóstoles, los discípulos y otros de buen corazón los rechazan, formando como una barrera de protección a su alrededor. El levita Zacarías poco a poco, se mueve, pero de modo de no atraer la atención de los energúmenos, en dirección de Jesús, cerca de Mannaén y de los hijos de Alfeo.

 

a los límites del Patio de los Gentiles... 

empieza a hablar otra vez  

respondiendo a sus ofensores y a todos: 

"Cuando hubiereis levantado al Hijo del hombre..."

 

Están ya junto a los límites del Patio de los Gentiles porque avanzan lentamente en medio de grupos contrarios. Jesús se detiene en su lugar acostumbrado, junto a la columna de la parte oriental. Desde el lugar donde están ni aun los paganos pueden arrojar a un verdadero israelita, a menos de excitar a la multitud, cosa que los enemigos evitan de hacer. Desde allí empieza a hablar otra vez respondiendo a sus ofensores y a todos: "Cuando hubiereis levantado al Hijo del hombre..."

Aúllan fariseos y escribas: "Y ¿quién quieres que te suba en alto? Miserable aquel país que tiene por rey a un charlatán, a un blasfemo, enemigo de Dios. Ninguno de nosotros te pondrá en alto, puedes estar seguro. Y pudiste comprobar lo poco que te queda de inteligencia, el día en que fuiste tentado. ¡Tú sabes que nunca podremos hacerte nuestro rey!"

 

la sombra del pabellón de mi trono 

se extenderá por la tierra hasta que la cubra. 

Solo entonces regresaré y me veréis. ¡Sí que me veréis!

 

"Lo sé. No me pondréis sobre un trono, pero sí me levantaréis en alto. Creeréis rebajarme al ponerme en alto, pero será todo lo contrario. No tan sólo en Palestina, no sólo en Israel esparcido por todo el mundo, sino en todas partes, hasta las naciones paganas, hasta aquellos lugares que todavía los doctos ignoran. Lo seré no por una generación, sino hasta que dure la tierra, y cada vez más la sombra del pabellón de mi trono se extenderá por la tierra hasta que la cubra. Solo entonces regresaré y me veréis. ¡Sí que me veréis!"

"¡Pero escuchad las palabras de este loco! Lo levantaremos en alto rebajándolo, y lo rebajaremos levantándolo! ¡Es un loco! ¡Loco! ¡Y la sombra de su trono por toda la tierra! ¡Más grande que Ciro! ¡Más que Alejandro! ¡Más que César! ¿Dónde pones al César? ¿Crees que te va a permitir que te apoderes del imperio de Roma? Y su trono durará mientras dure el mundo. ¡Ja, ja, ja!" Sus palabras suenan a bofetadas. Pero: como al chasquido del látigo.

Jesús los deja que hablen. Levanta su voz para hacerse oír en el clamor que levantan los que lo zahieren y los que lo defienden. Semejante al rumor de un mar tempestuoso.

 

Tremenda profecía de Jesús 

sobre el pueblo de Israel por ser rechazado

 

"Cuando hubiereis levantado al Hijo del hombre, entonces comprenderéis quién soy y que por Mí no hago nada, sino que digo lo que mi Padre me enseñó y hago lo que Él quiere. Y Él, que me envió, no me ha dejado solo, sino que está conmigo. Así como la sombra sigue el cuerpo, de igual modo, detrás de Mí, atento, presente aunque invisible, está el Padre. Está a mis espaldas y me consuela y me ayuda y no se aleja porque hago siempre lo que a Él le agrada. Se aleja sí cuando sus hijos no obedecen sus leyes e inspiraciones. Entonces se va y los deja solos. Por esto muchos en Israel pecan. Porque el hombre abandonado a sí mismo difícilmente se conserva justo y fácilmente cae en los lazos de la Serpiente. En verdad, en verdad os digo que por vuestro pecado de resistencia a la Luz y a la misericordia divina, Dios se aleja de vosotros, de este lugar, de vuestros corazones y lo que lloró Jeremías en sus profecías y lamentaciones se cumplirá al pie de la letra. Meditad esas palabras y temblad y volved a vosotros mismos con un espíritu bueno. Escuchad no las amenazas sino la bondad del Padre que todavía advierte a sus hijos mientras pueden reparar y salvarse. Oíd a Dios en las palabras y en los hechos, y si no queréis creer en mis palabras porque el viejo Israel os sofoca, creed al menos al viejo Israel. A él los profetas le dicen a gritos los peligros y desgracias que llegarán sobre la ciudad santa y sobre toda nuestra Patria si no se convierte al Señor, Dios suyo, y no sigue al Salvador. En siglos pasados la mano de Dios se dejó sentir sobre este pueblo, pero nada serán el pasado y el presente respecto al futuro tremendo que lo espera por no haber querido aceptar el mandato de Dios. No se puede parangonar ni por su rigor ni por su duración lo que espera a Israel que rechaza al Mesías. Os lo digo al tender mi mirada por los siglos: cual planta arrancada y arrojada en un río turbulento, así será la raza hebrea castigada por el anatema divino. Obstinadamente tratará de asirse de las riberas, en este o en aquel punto, y vigorosa como es echará retoños y raíces, pero cuando creyere haber encontrado un lugar donde pueda estar, la violencia de la corriente la volverá a arrancar, la destrozará con vástagos y raíces, y avanzará más allá para sufrir, para echar raíces, para que de nuevo sea arrancada y dispersa. Y nada podrá darle paz porque la corriente que la persigue es la ira de Dios y el desprecio de los pueblos. Sólo si desemboca en un mar de Sangre viva y santificante podrá encontrar paz; pero huirá de esa Sangre porque, no obstante que ella la invite, le parecerá oír la voz de la sangre de Abel contra sí: el Caín que oirá la voz del Abel celestial."

Otro rumor se propaga por el extenso recinto como fragor de olas. Pero no se oyen las voces ásperas de los escribas, fariseos y de los que los siguen.

 

¿Cómo haremos para creer completamente

 y para tener vida?

 

Jesús aprovecha este momento para tratar de irse, sin embargo algunos que estaban de lejos escuchándolo le dicen: "Maestro, óyenos. No todos somos como ésos (y señalan a sus enemigos). No podemos oírte bien porque tu voz es sola contra cientos que dicen lo contrario. Lo que ellos dicen es lo que hemos oído de labios de nuestros padres desde nuestra infancia. Pero tus palabras nos inducen a creer. ¿Cómo haremos para creer completamente y para tener vida? Estamos como ligados al pensamiento del pasado..."

 

Mi doctrina es perfecta, libera de la esclavitud

 

¿Cómo pues puedes decir que seremos libres?

 

"Si os afirmáis en mi Palabra como si nacierais ahora de nuevo, creeréis completamente y seréis mis discípulos. Pero es necesario que os despojéis del pasado y aceptéis mi doctrina. Ella no cancela todo el pasado, antes bien mantiene y revigoriza lo que hay de santo y sobrenatural en el pasado y quita lo superfluo humano poniendo la perfección de mi doctrina donde están las doctrinas humanas, imperfectas siempre. Si viniereis a Mí conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres."

"Maestro, es verdad que te dijimos que estamos como ligados al pasado, pero esta unión no es prisión ni esclavitud. Somos descendencia de Abraham en las cosas del espíritu porque la posteridad de Abraham, sino estamos equivocados, se refiere a la posteridad espiritual contrapuesta a la de Agar que es posteridad de esclavos. ¿Cómo pues puedes decir que seremos libres?"

"También fueron de la posteridad de Abraham Ismael y sus hijos, tenedlo en cuenta. Porque Abraham fue padre de Isaac e Ismael."

"Pero impura porque fue hijo de una mujer esclava y egipcia."

 

CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE 

ESCLAVITUD, SERVIDUMBRE Y FILIACIÓN

 

Porqué la doctrina de Jesús hace libres

 

En verdad, en verdad os digo que no hay sino una esclavitud: la del pecado. Sólo quien comete el pecado es un esclavo, pero de una esclavitud que no puede redimirse con dinero. Y se hace de un patrón inexorable y cruel. Una esclavitud que pierde todo derecho a la libre soberanía en el reino de los cielos. El hombre que es hecho prisionero en guerra o por alguna desgracia es reducido al estado de esclavitud puede llegar a ser propiedad de un buen patrón. No obstante su estado siempre es lastimero porque el patrón puede venderlo a otro que sea cruel. El esclavo es una mercancía y no más. Algunas veces se le emplea como moneda para pagar una deuda. No tiene ni siquiera el derecho de llorar. El siervo por el contrario vive en la casa del patrón hasta que no lo liberte. Pero el hijo siempre se queda en la casa de su padre, y éste jamás piensa en arrojarlo. Sólo por su libre voluntad puede salir. En esto está la diferencia entre esclavitud, servidumbre y filiación. La  esclavitud reduce el hombre a cadenas. La servidumbre lo pone a servicio de un patrón. La filiación lo coloca para siempre, y gozando de igual vida, en la casa del padre. La esclavitud aniquila al hombre, la servidumbre lo hace como un criado, la filiación lo hace libre y feliz. El pecado hace al hombre esclavo del patrón más cruel y sin límites de tiempo, de Satanás. La servidumbre, en este caso la Antigua Ley, hace al hombre temeroso de Dios como de un Ser intransigente. La filiación, esto es, el acercarse a Dios en su primogénito, conmigo, hace al hombre libre y feliz, conoce y tiene confianza en el amor de su Padre. Aceptar mi doctrina es acercarse a Dios conmigo, Primogénito de muchos hijos amados. Yo romperé vuestras cadenas con sólo que vengáis a Mí para que lo haga, y seréis verdaderamente libres y coherederos conmigo en el reino de los cielos. Sé que sois posteridad de Abraham, pero el que de entre vosotros trata de matarme no honra a Abraham, sino a Satanás y le sirve como un fiel esclavo. ¿Por qué? Porque rechaza mi palabra y ella no puede penetrar en muchos de vosotros. Dios no hace violencia al hombre para que crea. No se la hace para que me acepte. Me manda para que Yo os indique su voluntad. Y Yo os digo lo que vi y oí cerca de mi Padre. Y hago lo que Él quiere, pero quienes de vosotros me perseguís, hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre y lo que os sugiere."

Como un paroxismo que se desata después de una ira mal contenida, así se revuelven los judíos: fariseos y escribas. Parecía que se había calmado, pero violenta vuelve a despertarse. Se entrometen como una cuña en el círculo compacto que rodea a Jesús y tratan de acercársele. Los movimientos de la multitud son contrarios, como contrarios son los sentimientos de los corazones. Aúllan los judíos, pálidos por la ira y el odio: "Nuestro padre es Abraham. No tenemos ningún otro padre."

 

El Padre de los hombres es Dios. 

Que obras hizo Abraham Y SU SÍMBOLO

 

"El Padre de los hombres es Dios. Abraham mismo es hijo del Padre universal. Pero muchos repudian al verdadero Padre en cambio de uno que no es padre, pero que eligen como tal porque parece más poderoso y dispuesto a darles contento en sus deseos inmoderados. Los hijos hacen las obras que ven que sus padres hacen. Si sois hijos de Abraham ¿porqué no hacéis sus obras? ¿No las conocéis? ¿Queréis que os las enumere tanto en la realidad como en  su símbolo? Abraham obedeció yendo al lugar que Dios le señaló, figura del hombre que debe estar pronto a dejar todo para ir a donde Dios lo mandare. Abraham fue condescendiente con el hijo de su hermano y le dejó escoger la región que le gustó, figura del respeto de la libertad de acción y de la caridad que se debe tener para con nuestro prójimo. Abraham fue humilde después de que Dios lo eligió de entre todos y lo honró en Mambré, sintiéndose siempre nada en comparación del Altísimo que le había hablado, figura de la posición de amor reverente que el hombre siempre debe tener para con su Dios. Abraham creyó y obedeció a Dios aun en las cosas más difíciles de creerse y penosas de realizarse; y para sentirse seguro no se hizo egoísta, sino que rogó por los de Sodoma. Abraham no se puso a hacer cuentas con el Señor, pidiendo una recompensa por sus muchas obediencias, sino que para honrarlo hasta el fin, hasta donde no más podía, le sacrificó su hijo amado..."

"No lo sacrificó."

"Le sacrificó su hijo amado porque en verdad su corazón ya lo había sacrificado durante el camino. Un ángel detuvo aquella obediencia, cuando ya su corazón de padre se disponía a hender el cuchillo en el corazón de su hijo. Iba a matar a su hijo para honrar a Dios. Vosotros le matáis a Dios el Hijo para honrar a Satanás. ¿Hacéis acaso las obras de quien llamáis vuestro padre? No. No las hacéis. Buscáis matarme porque os digo la verdad como la oí de Dios. Abraham no se comportó de este modo. No trato de apagar la voz que le llegaba del cielo, sino que la obedeció. No. Vosotros no hacéis las obras de Abraham, sino las que os indica vuestro padre."

"No hemos nacido de una prostituta. No somos bastardos. Tú mismo lo has dicho que el Padre de los hombres es Dios y nosotros, además, somos del Pueblo elegido, de las castas elegidas de entre este pueblo. Por esto nuestro único Padre es Dios."

 

Quién es Satanás, sus obras, su oficio

 

"Si reconociereis a Dios por vuestro Padre en espíritu y en verdad, me amaríais porque de Él procedo y vengo. No vengo por Mí mismo, sino que El me ha enviado. Por esto, si verdaderamente conociereis al Padre me conoceríais también a Mí, su Hijo y vuestro hermano y Salvador. ¿Pueden los hermanos no reconocerse? ¿Pueden los hijos de un solo Padre no reconocer el lenguaje que se habla en su casa? ¿Por qué entonces no comprendéis mi manera de hablar y no admitís mis palabras? Porque  Yo vengo de Dios y vosotros no. Vosotros abandonasteis la mansión paterna y habéis olvidado el rostro y el lenguaje de quien allí habita. Habéis ido voluntariamente a otras regiones, a otras mansiones, donde reina otro que no es Dios y donde se habla otro lenguaje. Y quien allí reina exige que para entrar se haga uno su hijo y se le obedezca. Vosotros abjuráis, renegáis de Dios, Padre, para escogeros otro padre que es Satanás. Tenéis por padre al demonio y queréis realizar lo que os sugiere. Los deseos del demonio son pecado y violencia, y los aceptáis. Desde el principio fue un homicida y no perseveró en la verdad porque él, que se rebeló contra ella, no pudo tener en sí el amor por la verdad. Cuando habla, habla como es, en otras palabras, como un mentiroso, como un ser tenebroso, porque en verdad lo es y ha engendrado y parido la mentira después de haberse fecundado con la soberbia y alimentado con la rebelión. Toda la concupiscencia está en su seno, la escupe e inocula y envenena a las criaturas. Es el ser tenebroso, el escarnecedor, la maldita serpiente que se arrastra, es el oprobio, es el horror. En todos los siglos sus obras han atormentado al hombre, sus señales y frutos están ante la inteligencia de los seres humanos. Y pese a que miente y trae la ruina le escucháis, no me creéis y me llamáis pecador. ¿Quien de todos los que se han acercado a Mí, con odio o con amor, puede decir que me vio pecar? ¿Quién lo puede afirmar con verdad? ¿Dónde están las pruebas para convencerme a Mí y al que cree en Mí, de que sea Yo un pecador? ¿En cuál de los diez mandamientos he faltado? ¿Quién ante el altar de Dios puede jurar de haberme visto violar la Ley y las costumbres, los preceptos, tradiciones, oraciones? ¿Quién hay que pueda hacerme enrojecer al convencerme con pruebas de que he pecado? Nadie puede hacerlo. Ningún hombre, ningún ángel. Dios en el corazón de los hombres está gritando: "Él es Inocente". Los que me acusáis estáis más convencidos de ello que éstos no saben a quién dar la razón si a Mí o a vosotros. Pero sólo el que es (de) Dios, escucha las palabras de Dios. Vosotros no las escucháis aun cuando resuenen en vuestras almas día y noche, y no las escucháis porque no sois de Dios."

"Nosotros, nosotros que vivimos para la Ley y la observamos en sus más insignificantes pormenores para honrar al Altísimo, ¿no somos hijos de Dios? ¿Te atreves a decirlo? ¡¡Ja!!" Parece que el horror los asfixia como si fuese un dogal. "¿Y no debemos decir que eres endemoniado y un samaritano?"

"No soy ni una ni otra cosa, sino que honro a mi Padre aunque lo neguéis para ofenderme. Vuestra ofensa no me causa dolor. No busco mi gloria. Hay quien tiene cuidado de ella y juzga. Esto lo digo a quien trata de humillarme. Pero a quien tiene buena voluntad digo que el que acogiere mi palabra, o ya lo hubiere hecho, y supiere guardarla, no verá jamás la muerte."

"¡Ah, ahora vemos claramente que por tus labios habla el demonio que en ti está! Tú mismo lo has dicho: "El habla como un mentiroso". Lo que acabas de decir no es más que mentira, por esto, es del demonio. Abraham murió y también los profetas, pero Tú dices que quien observare tu palabra no verá la muerte jamás. ¿Tú nunca, pues, vas a morir?"

 

No moriré sino como Hombre...

como Verbo no moriré. 

 

La Palabra es Vida y no muere. 

Y quien acogiere la Palabra tendrá la Vida en sí 

y no morirá jamás, 

sino que resucitará en Dios porque Yo lo resucitaré."

 

"No moriré sino como Hombre, para resucitar en el tiempo de gracia, pero como Verbo no moriré. La Palabra es Vida y no muere. Y quien acogiere la Palabra tendrá la Vida en sí y no morirá jamás, sino que resucitará en Dios porque Yo lo resucitaré."

"¡Blasfemo! ¡Loco! ¡Demonio! ¿Eres más que nuestro padre Abraham que murió y que los profetas? ¿Quién pretendes ser?"

"El Principio que os hablo."

Se sucede una confusión inaudita. Entre tanto el levita Zacarías empuja poco a poco a Jesús hacia un ángulo del portal, ayudado por los hijos de Alfeo y por otros que tal vez no saben lo que están haciendo.

 

Como Dios y como Hombre Yo conozco a Dios. 

Como Dios y como Hombre guardo sus palabras 

y las observo. 

 

¡Oh, Israel, reflexiona! 

Yo soy aquel en quien se cumplen las promesas. 

Reconóceme por lo que soy.

 

Jesús apoyado bien contra el muro y con la protección de sus más fieles delante de Él, al calmarse un poco la confusión, dice con su vigorosa y hermosa voz, tranquila aun en los momentos de peligro: "Si Yo me glorifico por Mí mismo, mi gloria no tiene valor. Cada uno puede decir de sí lo que se le ocurre. Pero quien me glorifica es mi Padre a quien llamáis vuestro Dios, aun cuando lo es tan poco que no lo conocéis ni jamás lo habéis conocido, y no queréis conocerlo por medio mío que os hablo porque lo conozco; y si dijese que no lo conozco para calmar el odio que me tenéis, sería un mentiroso como lo sois al decir que lo conocéis. Yo sé que no debo mentir por ninguna razón. El Hijo del hombre no debe mentir aun cuando el decir la verdad fuere causa de su muerte. Porque si el Hijo del hombre mintiese no sería ya verdaderamente Hijo de la Verdad, y la Verdad lo rechazaría de Sí. Como Dios y como Hombre Yo conozco a Dios. Como Dios y como Hombre guardo sus palabras y las observo. ¡Oh, Israel, reflexiona! Yo soy aquel en quien se cumplen las promesas. Reconóceme por lo que soy. Abraham vuestro padre suspiró por ver mi día. Lo vio, proféticamente, por un favor de Dios y saltó de gozo. Vosotros que en realidad lo estáis viviendo..."

"¡Pero cállate! ¿No tienes aun cincuenta años y dices que Abraham te vio y que Tú lo viste?" Sus carcajadas de befa se propagan como una onda de veneno o de ácido que corroe.

"En verdad, en verdad os digo que antes de que Abraham naciera, Yo existo."

"¿'Yo existo'? Solo Dios puede decir que existe, porque es eterno. ¡No  Tú, blasfemo! ¡"Yo existo"! ¡Blasfemia! ¿Acaso eres Dios Tú, para decirlo?" Estos gritos los lanza uno que debe ser un gran personaje y que, llegado hace poco, se ha acercado ya a Jesús, porque todos los demás le dejan el paso por respeto.

"Tú lo has dicho" responde Jesús con voz que truena.

 

Se vuelven en contra de Jesús y el levita Zacarías, 

a través de una puerta, 

lo mete en una galería que le lleva 

a unas cisternas y de aquí al cedrón

hasta el Olivete

 

Todo se convierte en armas de quien odia. Mientras que el último que ha interrogado a Jesús se entrega a gestos de un horror escandalizado y arranca el capucho de la cabeza, se mesa la caballera y la barba; se suelta las fibias que detienen su vestido al cuello, como si se sintiese morir de horror; se lanzan contra el Maestro puñados de tierra, piedras, que los vendedores de palomas y de otros animales emplean para que estén tensos los lazos, pero que no le llegan, pues está muy atrás, sino a la multitud que rodea y que impreca...

Zacarías, el levita, da un fuerte empujón a Jesús, único medio para hacerlo llegar a una puertecilla baja, escondida en la muralla del pórtico y pronta a abrirse. Lo empuja junto con los dos hijos de Alfeo, Juan, Mannaén y Tomás. Los otros se quedan afuera, en medio de la confusión. El rumor llega hasta la galería, entre las poderosas murallas de piedra, que no sé cómo se llamen en arquitectura. Las piedras están como empotradas, las largas sobre las menos largas y viceversa. No sé si me explico bien. Son oscuras, grandes, cinceladas toscamente, se distinguen sólo gracias a estrechas aberturas que hay arriba, para dejar que entre el aire o hacer que el lugar sea menos tenebroso. Es una estrecha galería que no sé para qué sirva, pero me da la impresión de que da la vuelta completa a todo el pórtico. Tal vez la construyeron para protección, defensa, para que fuese doble, y por lo tanto más resistente, la muralla de los pórticos que son como otra muralla del propiamente dicho templo, esto es, del Santo de los Santos. Mejor dicho, no sé. Digo lo que veo. Se percibe humedad, esa humedad que no sabe uno si es fría o no, como en ciertas bodegas.

"¿Y qué vamos a hacer aquí?" pregunta Tomás.

"¡Cállate! Me dijo Zacarías que vendrá y que nos estuviéramos callados y quietos" responde Tadeo.

"¿Pero... puede uno fiarse?"

"Así lo creo."

"No temáis. El levita es bueno" dice Jesús para tranquilizarlos.

Afuera el tumulto se dispersa. Pasa el tiempo. Luego un rumor sordo de pasos y una lucecilla que tiembla y que sale de la espesa oscuridad.

"¿Estás allí, Maestro?" dice una voz que tiene miedo de que la oigan, pero que quiere hacerse oír.

"Sí, Zacarías"

"¡Sea alabado Yeové! ¿Te hice esperar? Tuve que aguardar que fuesen todos a las demás entradas. Ven, Maestro... Tus apóstoles... Alcancé a decir a Simón que se fuesen todos a Betesda y que allí esperasen. De aquí se baja... Hay poca luz, pero el camino es seguro. Se baja a las cisternas... y se sale por el Cedrón. Camino antiguo. No siempre destinado para buen uso, pero ahora sí... Y esto lo santifica..."

Siguen bajando en medio de una sombra que interrumpe la llama danzante de la tea hasta que se ve allá lejos, en el fondo, la claridad de lo verde que parece lejos. La galería termina con una reja que es como una puerta por lo maciza y bien fija que está.

"Maestro, estás salvado. Puedes irte. Pero escúchame, no vengas por cierto tiempo. No podría siempre servirte sin que lo notasen. Y... olvida, olvidad todos este camino y a mí que os traje por él" dice Zacarías moviendo los goznes y abriendo la reja lo suficiente para que salgan. Repite: "Olvidad esto, os lo pido por favor."

"No tengas miedo. Ninguno de nosotros hablará. Que Dios te acompañe por la piedad que tuviste con nosotros." Jesús levanta su mano y la pone sobre la cabeza inclinada del joven.

Sale seguido de sus primos y de los demás. Se encuentra en un claro lleno de zarzas, enfrente del Olivete. Una vereda para cabras se dirige entre zarzas hacia el torrente.

"Vamos. Luego subiremos hasta la altura de la puerta de las Ovejas. Yo y mis hermanos iremos a la casa de José. Vosotros iréis a Betesda a llamar a los otros y os reuniréis conmigo. Iremos a Nobe mañana por la tarde, después del crepúsculo."

IX. 475-487

A. M. D. G.