HACIA GABAÓN
#"Ley justa para nosotros los pecadores. Pero, ¿por qué debe Él sufrir tanto?"
#"Y vosotros¿ no decís nada? ¿Cuál es según vosotros la mejor opinión?"
#"Falta todavía algo más. Buscad la razón verdadera por la que soy..." dice Jesús insistiendo
#La virtud de la obediencia. La razón de mi sufrimiento está en la obediencia absoluta a mi Padre
#Cualquier hombre puede llegar a poseer la verdad, esto es, a Dios
#No todos, pero sí muchos. También entre mis discípulos no todos perseverarán hasta el fin
Jesús no dispone de mucho tiempo para quedarse con sus pensamientos. Juan y su primo Santiago, después Pedro y Simón Zelote, lo alcanzan y llaman su atención sobre el panorama que se ve desde lo alto del monte. Es inútil su intento, porque se ve a las claras que está triste. Le recuerdan lo que sucedió en esos lugares. El viaje a Ascalón... la casa de los campesinos de la llanura de Sarón donde Jesús devolvió la vista al viejo padre de Gamala y Jacob... el retiro al Carmelo de Jesús y Santiago... Cesarea Marítima y la niña Áurea Gala... el encuentro con Síntica... los gentiles de Jope... los ladrones cerca de Modín... el milagro de la mies en casa de José de Arimatea... la vieja espigadora... Se trata de cosas cada una de las cuales es capaz de infundir alegría... pero en las que, para todos o para Él solo, hay una mezcla de tristeza, el recuerdo de un dolor. Caen en la cuenta los mismos apóstoles y murmuran: "Verdaderamente que en todas las cosas de la tierra se encuentra el dolor. Es un lugar de expiación..."
"Ley justa para nosotros los pecadores. Pero,
¿por qué debe Él sufrir tanto?"
A tiempo observa Andrés que se ha juntado al grupo con Santiago de Zebedeo: "Ley justa para nosotros los pecadores. Pero, ¿por qué debe Él sufrir tanto?"
Se prende una discusión amigable y sigue así aun cuando los demás se acercan al oír sus voces. Menos Judas Iscariote que está ocupadísimo con la gente a la que enseña, imitando al Maestro en la voz, modos, ideas. Pero es una imitación teatral, pomposa, falta del calor de la convicción. Los que lo escuchan se lo dicen sin rodeos, lo que lo pone nervioso. El les echa en cara que sean unos necios y que por eso no comprendan nada. Les dice que los deja porque "no es justo arrojar las perlas de la sabiduría a los cerdos." Pero se queda porque la gente sencilla le ruega que los compadezca, pues declaran que son "inferiores a él como un animal lo es a un hombre."
Jesús está distraído con lo que dicen los once que le rodean para escuchar lo que dice Judas, que cierto no le dará ningún placer... Suspira y se queda callado hasta que Bartolomé directamente le llama la atención señalándole los diversos puntos de vista de por qué, El que es inocente de todo pecado, deba sufrir.
Sostengo que esto sucede porque el hombre odia a quien
es bueno.
...resalta su culpabilidad, como sus vicios,
y se venga haciendo sufrir al bueno
Le dice: "Sostengo que esto sucede porque el hombre odia a quien es bueno. Me refiero al hombre culpable, esto es, a la mayoría. Y ésta comprende que al compararse con quien no tiene pecado, resalta su culpabilidad, como sus vicios, y se venga haciendo sufrir al bueno."
"A mí me parece que sufres por el contraste entre tu perfección y nuestra miseria. Aun cuando nadie te despreciase en nada, igualmente sufrirías porque tu perfección debe padecer una gran repulsión por los pecados de los hombres" dice Judas Tadeo.
"Yo al contrario sostengo que Tú, que eres como nosotros, sufres por el esfuerzo que haces al contener con tu parte sobrenatural la oposición de tu humanidad contra tus enemigos" dice Mateo.
"Yo, seguro estoy de equivocarme por ser un tonto, afirmo que sufres porque tu amor es rechazado. No sufres porque no puedas castigar como tu humanidad lo pediría, sino que sufres por no poder hacer el bien como quisieras" dice Andrés.
"Bueno. Yo aseguro que sufres porque debes sufrir todo el dolor posible para redimirlo. En Ti no predomina una u otra Naturaleza, sino que son iguales en Ti, fundidas, en un perfecto equilibrio, para formar la Víctima perfecta. Tan sobrenatural una que puede ser capaz de resarcir la ofensa hecha a la Divinidad, tan humana la otra que puede representar al linaje humano y llevarlo de nuevo al estado inmaculado del primer Adán para anular el pasado y engendrar una nueva raza humana. Volver a crear una nueva raza según el pensamiento de Dios, esto es, un linaje humano en que exista realmente la imagen y semejanza de Dios y el destino del hombre, que es poder aspirar a la posesión de Dios en su Reino. Debes sufrir sobrenaturalmente, y sufres, por lo que ves que se hace y por lo que te rodea. Podría decir: porque se ofende siempre a Dios. Debes sufrir humanamente, y sufres, para arrancar las inclinaciones perversas de nuestra carne que envenenó Satanás. Con el sufrimiento completo de tus dos naturalezas perfectas borrarás completamente la Ofensa hecha a Dios, la culpa del hombre" dice Zelote.
¿Cuál es según vosotros la mejor opinión?"
Los otros callan. Jesús pregunta: "¿Y vosotros no decís nada? ¿Cuál es según vosotros la mejor opinión?"
Unos dicen que ésta, otros que aquélla. Santiago de Alfeo y Juan no dicen nada.
"¿Y vosotros dos? ¿No os gustó ninguna?" dice Jesús para hacerlos hablar.
"Sí. En cada una de ellos encontramos algo de verdad. Mejor dicho, mucho de verdad. Pero nos parece que todavía falta que se diga la verdad completa."
"¿Y no podéis encontrarla?"
"Tal vez Juan y yo la hemos encontrado. Nos parece como si fuera una blasfemia decirla... Somos de los israelitas buenos y tenemos tanto miedo de Dios que no nos atrevemos a pronunciar su Nombre. Nos parece que es una blasfemia pensar que, si los hijos del pueblo elegido, el hijo de Dios, casi no se atreve a pronunciar el Nombre bendito y para eso ha creado sustitutos, pueda Satanás atreverse a hacer daño a Dios. Y con todo vemos que siempre sufres más, porque eres Dios y Satanás te odia. Te odia más que a ningún otro. Te topas con el odio, hermano mío, porque eres Dios" dice Santiago.
"Sí, te topas con el odio porque eres el Amor. No son los fariseos, ni los rabinos, ni esto o aquello, los que te causan dolor. Es el Odio que se apodera de los hombres y los lanza ciegos de ira contra de Ti, porque con tu amor le arrancas muchas presas" dice Juan.
"Falta todavía algo más. Buscad la razón verdadera
por la que soy..." dice Jesús insistiendo
"Falta todavía algo más. Buscad la razón verdadera por la que soy..." dice Jesús insistiendo.
Pero nadie encuentra algo más que añadir. Piensan y piensan. Se rinden diciendo: "No encontramos nada más..."
"Es muy sencillo. Está ante los ojos. Resuena en las palabras de nuestros libros, en las figuras de nuestras narraciones... ¡Ea, buscad! En todo lo que habéis dicho hay algo de verdad, pero falta la razón principal. Buscadla no en el momento actual, sino en el pasado, más allá de los profetas, más allá de los patriarcas, más allá de la creación del Universo..."
Los apóstoles piensan, pero... no encuentran.
La razón de mi sufrimiento está
en la obediencia absoluta a mi Padre
Jesús sonríe. Añade: "Si os acordarais de mis palabras, encontraríais la razón. Pero no podéis hacerlo por ahora. Un día las recordaréis. Escuchad. Atravesemos la corriente de los siglos, más allá de los límites del tiempo. Quién fue el que echó a perder el corazón del hombre, lo sabéis. Fue Satanás, la Serpiente, el Adversario, el Enemigo, el Odio. Llamadlo como queráis. Pero, ¿por qué lo echó a perder? Por ser muy envidioso: no pudo soportar que el hombre fuese destinado al cielo del que había sido él arrojado. Quiere que el hombre participe del destierro al que ha sido condenado. ¿Por qué fue arrojado? Por haberse rebelado contra Dios. Lo sabéis. ¿En qué se rebeló? No obedeciendo. En el principio del dolor hay una desobediencia. ¿No es pues lógico que, para restablecer el orden, que es siempre alegría, deba existir una obediencia perfecta? (Cfr. Flp.2, 5-11). Es difícil obedecer, sobre todo en cosas de monta. Lo difícil causa dolor a quien lo cumple. Pensad pues si Yo, a quien el Amor pidió si quería devolver el gozo a los hijos de Dios, no debo sufrir infinitamente para cumplir la obediencia al Plan de Dios. Debo, pues, sufrir para borrar no uno o mil pecados, sino el mismo pecado por excelencia que, en el espíritu angélico de Lucifer o en el que animaba a Adán, fue y será siempre, hasta el último ser viviente, pecado de desobediencia a Dios. Vosotros debéis obedecer en cierto límite eso poco -que os parece mucho, pero no lo es- que Dios os pide. Os pide, teniendo en cuenta su justicia, lo que podéis dar. Vosotros de la voluntad de Dios conocéis sólo lo que podéis realizar. Pero Yo conozco todo su Pensamiento, en los sucesos grandes o pequeños. No se me han impuesto límites en conocer y en ejecutar lo que sé. El Sacrificador amoroso, el Abraham divino (Cfr. Gén.22.), no perdona su Víctima y su Hijo. Es el Amor insatisfecho y ofendido que exige reparación y ofrenda. Si viviese miles y miles de años, nada sería, sino consumiese el Hombre hasta la última fibra, así como nada hubiera sido si ab aeterno no hubiese dicho Yo "Sí" a mi Padre, disponiéndome a obedecer como Dios Hijo y como Hombre, en el momento que mi Padre juzgó ser el oportuno. La obediencia es dolor y es gloria. La obediencia, como el espíritu, jamás muere. En verdad os digo que los verdaderos obedientes serán como dioses, pero después de una lucha continua contra sí mismos, contra el mundo, contra Satanás. La obediencia es luz: cuando más se es obediente, tanto más hay luz y se ve mejor. La obediencia es paciencia: cuanto más se es obediente, tanto más se soportan las cosas y las personas. La obediencia es humildad: cuanto más se es obediente, tanto más se es humilde para con nuestro prójimo. La obediencia es caridad, porque es un acto de amor: cuanto más obediente se es, tanto más los actos son numerosos y perfectos. La obediencia es heroicidad. y el héroe del espíritu es el santo, el ciudadano de los cielos, el hombre divinizado. Si la caridad es la virtud en que se encuentra de nuevo al Dios Uno y Trino, la obediencia es la virtud en que me encuentro Yo, vuestro Maestro. Haced que el mundo os reconozca como a mis discípulos por una obediencia absoluta a todo lo que es santo. Llamad a Judas. Tengo que decir algo también para él..."
Os voy a proponer una breve parábola,
a vosotros, futuros maestros del espíritu.
Quien se humilla será exaltado
Judas acude. Jesús señala el panorama que se empequeñece, cuanto más se desciende. Dice: "Os voy a proponer una breve parábola, a vosotros, futuros maestros del espíritu. Tanto más veréis cuanto más subáis por el camino de la perfección, que es arduo y penoso. Veíamos antes las dos llanuras: la filistea y la de Sarón con muchos poblados, campos y huertas, y lográbamos ver allá en la lejanía algo azul que es el gran mar, también veíamos allá en el fondo el verde Carmelo. Ahora vemos menos. El horizonte se ha reducido y se reducirá hasta desaparecer cuando lleguemos a la llanura. Lo mismo sucede con quien baja en el espíritu, en vez de subir. Su virtud y saber se hacen cada vez más limitados, lo mismo que su modo de juzgar, hasta que desaparecen. Entonces la vida de un maestro de espíritu ha muerto para su misión. No es capaz de discernir, como tampoco de guiar. Es un cadáver y puede corromper, así como está ya corrupto. El bajar algunas veces anima, mejor dicho, casi siempre, porque en el fondo hay satisfacción de los sentidos. También nosotros bajamos a la llanura para encontrar descanso y comida. Pero si esto es necesario para nuestro cuerpo, no es necesario satisfacer el apetito del sentido y la pereza del espíritu con bajar a los valles del sensualismo moral y espiritual. Solo es permitido tocar un valle: el de la humildad. Y es porque hasta él desciende Dios para tomar el espíritu humilde y llevarlo arriba consigo. Quien se humilla será exaltado. Cualquier otro valle es letal porque aleja del cielo."
"¿Para esto me llamaste, Maestro?"
"Para esto. Has hablado mucho con los que te hacían preguntas."
"Sí, pero no vale la pena. Son más duros de cabeza que unos mulos."
"Y Yo he querido depositar un pensamiento donde no queda nada. Para que puedas nutrir tu espíritu."
Judas lo mira cortado. No sabe si es una alabanza o un regaño. los demás que no habían oído lo que Judas decía a los que seguían a Jesús, no comprenden que echa en cara a Judas su soberbia.
"Maestro, ¿qué piensas? Esos romanos, como el hombre de
Petra, ¿podrán algún día comprender tu doctrina,
pues por tan poco tiempo han estado en contacto contigo?
Judas piensa que es mejor desviar la conversación por otros caminos. Pregunta: "Maestro, ¿qué piensas? Esos romanos, como el hombre de Petra, ¿podrán algún día comprender tu doctrina, pues por tan poco tiempo han estado en contacto contigo? ¿Y aquel Alejandro? Se fue... no lo volveremos a ver. También éstos. Se puede decir que en ellos existe un instinto por buscar la verdad, pero están sumergidos hasta el cuello en su paganismo. ¿Lograrán llegar a decidirse por alguna cosa buena?"
"¿Quieres decir que encuentren la verdad?"
"Eso es Maestro."
"¿Y por qué no podrán lograrlo?"
"Porque son pecadores."
"¿Sólo ellos lo son? ¿No los hay entre nosotros?"
"Ciertamente, muchos. Por esto digo que si nosotros, alimentados con la sabiduría y verdad seculares, somos pecadores y no logramos llegar a ser justos y seguidores de la verdad que representas, ¿cómo lo podrán lograr ellos, repletos de inmundicias como están?"
Cualquier hombre puede llegar a poseer la verdad,
esto es, a Dios
"Cualquier hombre puede llegar a poseer la verdad, esto es, a Dios. Cualquiera que sea el punto del que parta. Mientras no haya soberbia en la inteligencia y perversión en la carne, sino una búsqueda sincera de la verdad y de la luz, pureza de fin y anhelo por Dios, cualquier hombre está ya en los caminos de Dios."
"Soberbia en la mente... depravación en la carne... Maestro... entonces..."
"Continúa lo que estás diciendo. Está bien..."
Judas tergiversa todo, y concluye: "Luego ellos no podrán llegar a Dios porque son depravados."
Judas. ¿Por qué has tergiversado tu pensamiento y tu
conciencia? ¡Oh, cuán difícil es que el hombre suba a Dios!
"No era esto lo que querías decir, Judas. ¿Por qué has tergiversado tu pensamiento y tu conciencia? ¡Oh, cuán difícil es que el hombre suba a Dios! El obstáculo se encuentra en sí mismo, que no quiere confesar y reflexionar sobre sí mismo y sus defectos. Es verdad también que muchas veces se calumnia a Satanás, echando sobre él la culpa de cualquier ruina espiritual. Y mucho más calumniado lo es Dios a quien se achaca todo lo que sucede. Dios no viola la libertad del hombre. Satanás no puede vencer una voluntad firme en el bien. En verdad os digo que setenta veces por ciento el hombre peca por su voluntad. Y -no se le tiene en cuenta, más las cosas son así- no se levanta del pecado porque evita examinarse; y aun cuando la conciencia, con un movimiento imprevisto, se yerga ante él y le grite la verdad que no ha querido meditar, el hombre sofoca ese grito, borra esa figura enérgica y afligida que se yergue ante su inteligencia, altera con esfuerzos su pensamiento al que había llegado la voz acusadora y rehúsa decir, por ejemplo: "Entonces nosotros, yo, no podemos llegar a la verdad porque tenemos soberbia en la inteligencia y corrupción en la carne". Así es. Y la verdad es que si no avanzamos hacia el camino de Dios es porque en nosotros hay soberbia de inteligencia y corrupción en la carne. Una soberbia verdaderamente rival de la satánica, en tal forma que los actos de Dios se les juzga o se les pone obstáculo, cuando son contrarios a los intereses de los hombres y de los partidos. Y este pecado hará que muchos de Israel se condenen."
"Pero no todos somos así."
Hay corazones buenos todavía, y en todas las clases sociales.
Más numerosos los hay entre la gente humilde del pueblo
que entre los doctos y ricos.
"Es verdad. Hay corazones buenos todavía, y en todas las clases sociales. Más numerosos los hay entre la gente humilde del pueblo que entre los doctos y ricos. Pero sí los hay. ¿Cuántos? ¿Cuántos, teniendo en cuenta este pueblo de Palestina al que ya hace casi tres años que evangelizo y hago bien y por el cual muero? Se ven estrellas en un cielo nublado que no corazones en Israel deseosos de venir a mi reino."
"¿Y los gentiles, esos gentiles entrarán?"
No todos, pero sí muchos. También entre mis discípulos
no todos perseverarán hasta el fin
"No todos, pero sí muchos. También entre mis discípulos no todos perseverarán hasta el fin. Pero no nos preocupemos de la fruta podrida que cae de las ramas. Procuremos con dulzura, firmeza, reprehensiones y perdón, con paciencia y caridad, que no se echen a perder. Cuando digan "no" a Dios y a sus hermanos que los quieren salvar, y se echen en brazos de la muerte, de Satanás, muriendo impenitentes, bajemos la cabeza y ofrezcamos a Dios nuestro dolor por no haberle dado el gozo de haber salvado esa alma. Cualquier maestro conoce estas derrotas. Y sirven también, para tener mortificado el orgullo de maestro de las almas y para probar su constancia en el ministerio. El mal éxito no debe detener la voluntad del educador de espíritu, antes bien espolearlo a hacer en lo futuro más y mejor."
"¿Por qué dijiste al decurión que lo volverías a ver sobre un monte? ¿Cómo haces para saberlo?"
Jesús mira a Judas fijamente de una manera extraña. Esa mirada está envuelta parte en alegría parte en tristeza. Responde: "Porque será uno de los que estarán presentes a cuando esté arriba y dirá al gran doctor de Israel unas palabras severas pero verdaderas. Y desde ese momento tomará su camino que lo llevará a la Luz. Ved allí a Gabaón. Que vaya Pedro con otros siete a anunciarme. Inmediatamente hablaré para despedir a la gente que me sigue de los poblados cercanos. Los otros se quedarán conmigo hasta el sábado, esto es, tú, Judas, Mateo, Simón y Bartolomé."
IX. 539-546
A. M. D. G.