"YO SOY EL BUEN PASTOR"
#Jesús se encuentra con Sidonia, llamado Bartolmai. El ciego que curó recientemente.
#El que en estos momentos te habla y ves, ese es el Hijo de Dios
Jesús que entró en la ciudad por la puerta de Herodes, la atraviesa dirigiéndose hacia el Tiropeo y suburbio de Ofel.
"¿Vamos al Templo?" pregunta Iscariote.
"Sí."
"Ten cuidado con lo que haces" le advierten muchos.
"No me detendré sino el tiempo necesario para orar."
"Te entretendrán."
"No. Entraremos por las puertas del norte y saldremos por las del sur, de modo que no tendrán tiempo para hacerme mal alguno, a no ser que haya siempre detrás de mis espaldas quien me vigile y lo diga."
Nadie replica, y Jesús sigue al Templo que se ve allá, en la cima de la colina, como fantasma a la luz verde-amarillenta de un amanecer plomizo invernal, en que el sol naciente no es más que un recuerdo que trata de abrirse paso a través de la gruesa niebla. Pero en vano. El alegre amanecer no es más que un reflejo envuelto en un color amarillo irreal, no uniforme, sino en manchas, mezcladas con matices de color verde-plomizo. Y bajo esta luz, el mármol del Templo, su oro parece muerto, triste, diría yo, lúgubre cual ruinas que se levantasen en una región desierta.
Jesús lo mira fijamente al subir hacia la muralla. Mira las caras de los viajeros, que en general son gente humilde: hortelanos, pastores con sus animales que llevan al matadero, siervos o amas de casa que van a los mercados. Todos caminan en silencio, envueltos en sus mantos, un poco inclinados para defenderse dl aire que sopla en la mañana. Hasta sus caras parecen más pálidas que de costumbre. Se debe a la luz verdosa que les da ese tinte rosado sobre sus caras. No falta quien salude al Maestro sin detenerse. No se ven todavía los mendigos que llenen el cielo con sus lamentos en las encrucijadas o en los recodos de las calles. La hora y la estación ayudan a Jesús para andar sin obstáculo.
Han llegado a la muralla. Entran. Caminan al atrio de los israelitas. Oran, mientras el sonido de trompetas, tal vez de plata por su timbre, anuncia algo importante. Se esparce por la colina. Perfume de incienso se extiende lentamente imponiéndose a todo otro olor menos agradable que pueda aspirarse en la cima del Moria, esto es, el olor natural de los animales que son degollados y cuyas carnes se queman al fuego, el olor de harina quemada, de grasa ardiente que gotea de los continuos holocaustos.
Los primeros que acuden al Templo, que trabajan en él, los cambistas y vendedores que empiezan a armar sus bancos son los primeros en notarlos. Pero son muy pocos, y su sorpresa es tal que no saben qué hacer. Se intercambian palabras de admiración:
"¡Ha regresado!"
"No fue a Galilea como decían."
"¿Dónde se habrá escondido que no lo encontraron?"
"Quiere desafiarlos."
"¡Qué necio!"
"¡Qué santo!" y así, según el corazón de cada uno.
Jesús está fuera del Templo y baja por el camino que lleva a Ofel, cuando, en el cruce de las calles que van a Sión, se encuentra con el ciego que hace poco curó, cargado de cestas llenas de olorosas manzanas. Alegre va, chanceándose con otros jóvenes coetáneos suyos, cargados también, y que van en dirección contraria.
Jesús se encuentra con Sidonia, llamado Bartolmai.
El ciego que curó recientemente.
Tal vez para el joven, que nunca ha visto el rostro de Jesús, hubiera pasado inadvertido el encuentro, pero Jesús conoce su cara. Lo llama. Sidonia, llamado Bartolmai, se vuelve y mira interrogativamente al hombre alto y majestuoso, pese a su humilde vestidura, que lo llama por su nombre.
"Ven aquí" le ordena Jesús.
El joven se acerca sin poner en el suelo su carga, mira a Jesús pensando que quiere comprarle manzanas. Le dice: "Mi amo ya las vendió. Pero tengo todavía, si quieres. Son bellas y sabrosas. Llegaron ayer de las huertas de Sarón. Si compras muchas, podrás tal vez tener un descuento, porque..."
Jesús sonríe levantando su mano para indicar al joven que no hable tanto. Le dice: "No le he llamado porque quiera comprar manzanas, sino para alegrarme contigo y bendecir contigo al Altísimo que tuvo misericordia contigo."
"¡Es verdad! A cada momento lo hago, y porque veo la luz, y porque puedo trabajar, ayudando de este modo a mis padres. He encontrado a un buen patrón. No es hebreo, pero es bueno. Los hebreos no me quisieron... porque saben que me han echado fuera de la sinagoga" dice el joven poniendo sobre el suelo sus cestas.
"¿Te echaron fuera? ¿Por qué? ¿Qué hiciste?"
En sábado me hizo encontrar a ese hombre que dicen
que es el Mesías, y Él me curó, como ves.
Por esto me han echado fuera
"Yo nada. Te lo aseguro. El Señor lo hizo. En sábado me hizo encontrar a ese hombre que dicen que es el Mesías, y Él me curó, como ves. Por esto me han echado fuera."
"Entonces el que te curó no te hizo un buen favor del todo" dice Jesús para probarlo.
"No hables así, ¡blasfemas! Primero me demostró que Dios me ama, pues me dio la vista... Tú no sabes qué cosa sea "ver" porque siempre has visto, pero quien nunca ha visto... ¡Oh!... Significa... Con la vista se tienen todas las cosas... Te aseguro que cuando vi, allí cerca de Siloé, me eché a reír y a llorar, pero de alegría ¿eh? Lloré como nunca había llorado en mi desventura. Porque comprendí cuán grande había sido ella y cuán bueno era conmigo el Altísimo. Puedo ahora ganarme la vida y con un trabajo honrado. Además... -y es lo que más espero que me conceda el milagro que recibí- espero poder encontrar al hombre que es llamado Mesías y al discípulo suyo que me..."
"¿Y qué harías?"
"Lo bendeciría. A Él y a su discípulo. Y diría al Maestro que ha venido de Dios, y le rogaría que me tomare por su siervo."
"¿Cómo? Por su causa estás condenado al anatema, difícilmente encontraste trabajo. Todavía se te puede castigar y ¿quieres estar a su servicio? ¿No sabes que se persigue a todos los que siguen al que te curó?"
"¡Lo sé" Se dice entre nosotros que Él es el Hijo de Dios. Aun cuando los de allá arriba ( y señala el Templo) no quieren que se diga esto. ¿Y por servirle, no vale la pena dejar todo?"
"¿Crees, pues, en el Hijo de Dios y que está en Palestina?"
"Creo. Quisiera conocerlo para creer en Él no sólo por lo que sé, sino con todo mi ser. Si sabes quién sea y dónde se encuentre, dímelo, para que vaya a donde está, lo vea, crea completamente en Él y le sirva."
El que en estos momentos te habla y ves,
ese es el Hijo de Dios
"Lo has visto ya y no hay necesidad de que vayas a donde está. El que en estos momentos te habla y ves, ese es el Hijo de Dios."
No puedo asegurarlo del todo, pero me parece que cuando Jesús dijo estas palabras como que se transfiguró, haciéndose bellísimo, algo así como resplandeciente. Creo que para premiar al humilde joven que en Él cree y confirmarlo en su fe, le haya, por un instante, descubierto su futura belleza, esto es, la que tendrás después de su Resurrección, y que conservará en el cielo. Belleza de un ser humano glorificado, de un cuerpo glorificado y unido con la inenarrable belleza de su perfección que le es propia. Un instante, digo. El rincón semi-oscuro donde hablan, bajo la cornisa del callejón, se ilumina con una luz que se desprende de Jesús, y que, repito, lo hace bellísimo.
Pasado el momento, todo sigue como antes, menos el joven que está en tierra, con la cara en el polvo y que adora a Jesús diciendo: "Creo, Señor, Dios mío."
Levántate. He venido al mundo para traer la luz, para que
conozcan a Dios y para probar a los hombres juzgarlos.
"Levántate. He venido al mundo para traer la luz, para que conozcan a Dios y para probar a los hombres juzgarlos. Este tiempo en que estoy es para escoger, elegir, seleccionar. He venido para que los puros de corazón e intención, los humildes, mansos, amantes de la justicia, de la misericordia, de la paz, los que lloran y los que saben dar a las riquezas su propio valor y que prefieren las riquezas espirituales a las materiales, encuentren lo que su corazón anhela; y los que eran ciegos, porque los hombres han levantado gruesas murallas para no ver la Luz, esto es, para no conocer a Dios, vean, y los que creen ver, cieguen."
"Entonces odias a gran parte de los hombres y no eres bueno como afirmas serlo. Si lo fueras tratarías de que todos viesen, y que el que ve, no cegase" interrumpen algunos fariseos que acababan de llegar por la calle principal y que sin hacer ruido se habían acercado por detrás de los apóstoles.
Jesús se vuelve y los mira. ¡No tiene esa belleza de transfigurado! Es un Jesús duro que mira fijamente con sus ojos de zafiro a sus perseguidores. Su voz no tiene la Hermosa nota de alegría, sino que es seca, como si fuera de bronce; es cortante y enérgica. Dice: "No soy el que no quiera que no vean la verdad los que actualmente la combaten, sino que son ellos los que levantan obstáculos ante sus ojos para no ver. Se hacen ciegos por propia voluntad. El Padre me ha enviado para que acaezca esta división, y se sepa quiénes son verdaderamente hijos de la Luz y quienes de las tinieblas. Los primeros son los que quieren ver y los segundos los que quieren cegar."
"¿Nos encontramos acaso entre estos ciegos?"
"Si lo fuerais y trataseis de ver, no tendríais ninguna culpa. Pero la tenéis porque decís: "Nosotros vemos", y no queréis ver. Vuestro pecado queda, porque no tratáis de ver, pese a que seáis ciegos."
"¿Y qué debemos ver?"
"El Camino, la Verdad, la Vida. Un ciego de nacimiento, como era éste, puede siempre con su bastoncito encontrar la puerta de su casa y dar vueltas por ella, porque la conoce. Pero si se le lleva a otros lugares no podría entrar por la puerta de la nueva casa porque no sabe dónde está y se toparía contra las paredes.
Ha llegado el tiempo de la nueva ley. Todo se renueva y surge un nuevo mundo, un nuevo pueblo, un nuevo reino. Los del tiempo pasado no conocen esto. Conocen su tiempo. Son como los ciegos que se les lleva a un país nuevo donde está la casa real del Padre, pero que no saben con precisión dónde esté.
He venido para llevarlos e introducirlos en ella y para que vean. Yo mismo soy la Puerta por que se llega a la casa paterna, al reino de Dios, a la Luz, al Camino, a la Verdad, a la Vida. Soy también el que ha venido a reunir la grey que se ha quedado sin guía y a llevarla a un ovil nuevo: el del Padre. Yo soy la Puerta del Redil, porque soy juntamente Puerta y Pastor. Entro y salgo de él como y cuando quiero. Entro y salgo por la puerta, porque soy el verdadero Pastor.
Cuando alguien viene a dar a las ovejas de Dios otras
indicaciones, o quiere extraviarlas, llevándolas a otros
rediles, o por otros caminos, no es el buen Pastor,
sino un pastor falso
Cuando alguien viene a dar a las ovejas de Dios otras indicaciones, o quiere extraviarlas, llevándolas a otros rediles, o por otros caminos, no es el buen Pastor, sino un pastor falso. Igualmente quien no entra por la puerta del redil, sino que quiere entrar por otra parte, brincando la valla, no es el pastor, sino un ladrón y un asesino que entra con intención de robar y matar, para que los corderos robados no levanten su lamento y no llamen la atención de los que vigilan y la del pastor. También entre las ovejas de la grey de Israel falsos pastores tratan de introducirse para llevarlas a otros pastizales, lejos del verdadero Pastor. Y entran dispuestos aun a sacarlas a la fuerza del redil, y si fuere necesario, no temen matarlas, golpearlas, para que no denuncien al Pastor sus astucias, ni con gritos pidan a Dios que las proteja contra sus enemigos y enemigos del Pastor.
Yo soy el buen Pastor. Mis ovejas me conocen y me conocen los perpetuos porteros del verdadero redil. Ellos me han conocido, me han descrito, preparado mis senderos, y cuando se oyó mi voz, entonces el último de ellos me abrió la puerta diciendo a la grey que esperaba al verdadero Pastor, a la grey que estaba bajo su cayado: "¡Vedlo! Este es de quien os dije que vendría detrás de Mí. Es uno que me precede porque existe antes de mí. No le conocía. Pero para que estéis prontos a recibirlo, vine a bautizar con agua, a fin de que sea conocido en Israel". Las buenas ovejas han oído mi voz y cuando las llamé por su nombre, corrieron, y las he traído conmigo, así como hace un verdadero pastor al que conocen sus ovejas, y lo reconocen por su voz y lo siguen a dondequiera que vaya. Cuando las saca, va delante de todas. Ellas vienen detrás porque aman la voz de su pastor. Pero no van detrás de un extraño. Huyen de él porque no lo conocen y le temen. También Yo voy delante de mis ovejas para enseñarles el camino y para ser el primero en afrontar los peligros y señalarlos a las que quiero llevar a mi Reino."
"¿Acaso Israel no es más el Reino de Dios?"
"Israel es el lugar de donde el pueblo de Dios debe levantarse para ir a la verdadera Jerusalén y al Reino de Dios."
"¿Entonces qué decir del Mesías? ¿No es el Mesías, que aseguras ser Tú, quien deba hacer a Israel triunfante, glorioso, dueño del mundo, sometiendo bajo su cetro a todos los pueblos y que se vengue, ¡sí! que se vengue de todos los que lo han esclavizado desde que empezó a existir como pueblo? ¿Nada de esto es verdad? ¿Niegas los profetas? ¿Puedes llamar necios a nuestros rabinos? Tú... "
El Reino del Mesías no es de este mundo. Es el Reino de Dios,
fundado sobre el Amor. No otra cosa. El Mesías no es rey
de pueblos y ejércitos, sino de corazones
"El Reino del Mesías no es de este mundo. Es el Reino de Dios, fundado sobre el Amor. No otra cosa. El Mesías no es rey de pueblos y ejércitos, sino de corazones. El Mesías saldrá del pueblo elegido, de la estirpe real, pero sobre todo de Dios que lo ha engendrado y enviado. La fundación del Reino de Dios ha tenido principio en Israel, así como la promulgación de la ley de amor, el anuncio de la Buena Nueva de la que habla el Profeta. (Cfr. Is. 61, 1-3). Pero el Mesías será Rey del mundo, Rey de reyes, y su Reino no tendrá ni límites ni fronteras, tanto en el tiempo como en el espacio. Abrid los ojos y aceptad la verdad."
¿Eres o no el Mesías? ¿Y no lo habéis todavía comprendido?
Os acabo de decir que por esto soy Puerta y Pastor
"No hemos entendido nada de lo que deliras. Dices palabras sin sentido. Habla y responde sin parábolas. ¿Eres o no el Mesías?"
"¿Y no lo habéis todavía comprendido? Os acabo de decir que por esto soy Puerta y Pastor. Hasta ahora nadie ha podido entrar en el Reino de Dios porque estaba amurallado y sin salidas. Pero ahora he venido y se ha abierto la puerta para entrar en él."
"¡Oh, otros se dijeron ser el Mesías! Después se les reconoció como a ladrones y rebeldes. La justicia humana castigó su rebeldía. ¿Quién nos asegura que no seas como uno de ellos? ¡Estamos cansados de sufrir y de hacer sufrir al pueblo el rigor de Roma, gracias a esos mentirosos que se han llamado reyes y que han soliviantado a las masas!"
"No es exacto lo que decís. Que no queráis sufrir es verdad. Pero no es verdad que os duela que el pueblo sufra. Tanto es así que juntáis al rigor del que nos domina el vuestro, oprimiendo con odiosos diezmos y con otras cosas al pueblo débil. ¿Qué quién os asegura que no sea Yo un malandrín? Mis acciones. No soy Yo el que haga que la mano de Roma se sienta pesada. Antes bien trato de aligerarla, aconsejando a dominadores y dominados paciencia y humildad. Al menos estas cosas."
Mucha gente que se ha reunido estorbando el paso por la calle y que sigue llegando todavía, al oír las palabras de Jesús que retumban de hueco en hueco, grita: "¡Bien dicho por lo de los diezmos! ¡Es verdad! Él nos aconseja a nosotros sumisión y a los romanos piedad."
Los fariseos, como de costumbre, se enfurecen cuando la gente aprueba, y la rabia les muerde las entrañas al dirigirse a Jesús. "Responde sin muchas palabras y demuestra que eres el Mesías."
En verdad, en verdad os digo que lo soy. Yo, Yo solo soy la
Puerta del Redil de los cielos. Quien no pasa por Mí,
no puede entrar
"En verdad, en verdad os digo que lo soy. Yo, Yo solo soy la Puerta del Redil de los cielos. Quien no pasa por Mí, no puede entrar. Es verdad que ha habido otros falsos Mesías y que los habrá. Pero el único y verdadero Mesías soy Yo. Todos los que han venido, diciendo ser tales, no eran sino ladrones y bandidos. Y no solo los pocos que se hicieron llamar "Mesías" por los de su misma calaña, sino otros también que sin atribuirse tal nombre exigen adoración que ni siquiera se da al verdadero Mesías. Quien pueda entender que entienda. Pero ved que las ovejas no han dado oídos ni a los falsos Mesías, ni a los falsos pastores y maestros, porque su espíritu percibió la falsedad de sus voces que trataba de ser dulce, pero era cruel. Sólo los cabrones los siguieron por ser sus compañeros en las pillerías. Cabrones salvajes, indómitos, que no quieren entrar en el Redil de Dios, que no quieren estar bajo el cetro del verdadero Rey Pastor, porque ahora esto sucede en Israel, que el que es Rey de reyes se convierte en Pastor de la Grey, mientras en otro tiempo el que era pastor de ovejas se convirtió en rey, el Uno y el otro proceden de una sola raíz, de la de Isaí, como está dicho en las promesas y profecías. (Cfr. 1 Rey. 16, 14-17, 31; 2 Rey. ", 1-4). Los falsos pastores no han tenido palabras sinceras, ni han tratado de consolar. No han hecho más que dispersar y torturar a las ovejas, o las han abandonado a los lobos, o las han matado para sacar provecho de ellas al venderlas y así asegurar su vida, o las han echado fuera de los pastizales para convertirlos en lugares de placer y en bosquecillos para los ídolos.
¿Sabéis cuáles sean los lobos?
Las malas pasiones, los vicios que los falsos pastores han
enseñado a sus ovejas, practicándolos ellos primero.
¿Sabéis cuáles sean los bosquecillos de los ídolos?
Los propios egoísmos ante los que muchos queman su incienso
¿Sabéis cuáles sean los lobos? Las malas pasiones, los vicios que los falsos pastores han enseñado a sus ovejas, practicándolos ellos primero. ¿Sabéis cuáles sean los bosquecillos de los ídolos? Los propios egoísmos ante los que muchos queman su incienso. No es menester explicar las otras dos cosas porque son muy claras de entenderse. Pero que los falsos pastores así se comporten, es lógico. No son sino ladrones que se llegan a robar, matar, destruir, para llevar fuera del redil a las ovejas a pastizales peligrosos, o para llevarlas a rediles que no son más que mataderos. Pero los que vienen a Mí, están seguros y pueden ir a mis pastizales, a volver a entrar para descansar y hacerse fuertes, robustos con cosas santas y sanas. Para esto he venido. Para que mi pueblo, para que mis ovejillas, que hasta ahora han estado flacas y adoloridas, tengan vida, y una vida en abundancia, de paz y alegría. Y tanto lo deseo que he venido a dar mi vida para que mis ovejas tengan la Vida completa y abundante de los hijos de Dios.
Yo soy el buen Pastor, Y un pastor cuando es bueno
da su vida por defender a su grey de los lobos y ladrones
Yo soy el buen Pastor, Y un pastor cuando es bueno da su vida por defender a su grey de los lobos y ladrones; mientras el mercenario, que no ama las ovejas sino el dinero que obtiene por llevarlas al pastizal, no se preocupa sino de salvarse a sí mismo y el bolsillo de dinero que tiene en su seno. Cuando ve que se acerca el lobo o el ladrón huye. Y no regresa sino para agarrar alguna oveja que el lobo dejó maltrecha, y la que el ladrón espantó; y matar la primera antes para comérsela, o vender como suya la otra, para aumentar el dinero de su bolsillo, y decir luego al patrón con lágrimas de cocodrilo, que ninguna de las ovejas quedó viva. ¿Qué le importa al mercenario que el lobo dé dentelladas y disperse a las ovejas, las que el ladrón pilla para llevarlas al carnicero? ¿Acaso se fatigó para alimentarlas y para que creciesen robustas? Pero el que es el dueño y sabe cuánto cuesta un oveja, cuántas horas de fatiga, cuántas horas de vigilia, cuántos sacrificios, las ama y tiene cuidado de ellas porque son su propiedad. Yo soy más que el dueño. Soy el Salvador de mi grey, se cuánto me cuesta la salvación de una sola alma, y por esto estoy dispuesto a todo por salvar una de ellas, que el Padre me ha confiado. Todas las almas me las encomendó y he recibido la orden de salvar el mayor número posible. Cuantas más logre arrancar de la muerte espiritual, tanta mayor será la gloria de mi Padre. Esta es la razón por la que lucho para librarlas de sus enemigos, esto es, de su propio egoísmo, del mundo, de la carne, del demonio y de mis enemigos que me las disputan para afligirme. Lo hago, pues, porque conozco el Pensamiento de mi Padre. Mi Padre me ha enviado a hacerlo, porque conoce cuánto le amo y cuánto amo las almas. También las ovejas de mi grey me conocen, y conocen cuánto las amo. Saben que estoy pronto a dar mi vida para darles el gozo.
Tengo otras ovejas que no son de este redil. Por esto
no saben lo que soy, ni quién soy. Ovejillas que a muchos
parece que fueran peores que cabras salvajes,
que se les tiene por indignas de conocer la verdad
y de poseer la vida y el reino. Sin embargo no es así
Tengo otras ovejas que no son de este redil. Por esto no saben lo que soy, ni quién soy. Ovejillas que a muchos parece que fueran peores que cabras salvajes, que se les tiene por indignas de conocer la verdad y de poseer la vida y el reino. Sin embargo no es así. Mi padre también las ama. Por esto debo hacer que se acerquen. Debo darme a conocer, debo dar a conocer la Buena Nueva, llevarlas a mis pastizales, juntarlas. También ellas escucharán mi voz y acabarán por amarla. Se formará un solo Redil bajo un solo Pastor, y el Reino de Dios se formará sobre la tierra, listo para que se le lleve y se la acoja en el cielo, bajo mi cetro, bajo mi bandera y mi verdadero Nombre.
¡Mi verdadero Nombre! Solo yo lo conozco. Pero cuando el número de los elegidos se haya completado, y entre himnos de regocijo se sienten a la gran cena de las nupcias del Esposo y Esposa (Ap. 19, 5-10; 21, 9-14), entonces mis elegidos que por fidelidad a mi Nombre se santificaron, lo conocerán, aun cuando no conocieron la grandeza y profundidad de lo que significaba ser signados con Él y premiados por haberlo amado, ni podían imaginar cuál fuese el premio... Esto es lo que quiero dar a mis ovejas fieles. Lo que es mi misma alegría..."
En los ojos de Jesús hay una lágrima de éxtasis que sus oyentes le ven. Una sonrisa tiembla en sus labios. Una sonrisa tan espiritualizada en ese rostro espiritual que la gente se estremece, pues intuye el rapto de Jesús en una visión beatífica y su deseo de amor porque ve que se realiza. Vuelve en Sí. Cierra por un instante sus ojos para ocultar el misterio que su mente ve y que su mirada podría manifestar. Continúa:
Esta es la razón por la que mi Padre, ¡oh pueblo mío!,
¡oh grey mía!, me ama. Por ti, por tu bien eterno doy mi vida.
Después la volveré a tomar.
"Esta es la razón por la que mi Padre, ¡oh pueblo mío!, ¡oh grey mía!, me ama. Por ti, por tu bien eterno doy mi vida. Después la volveré a tomar. Pero antes la daré para que tengas la vida y tu Salvador sea vida para ti. La daré de modo que te alimentes de ella, convirtiéndome de Pastor en pastizal y en fuente que darán alimento y bebida, no por cuarenta años como se dio a los hebreos en el desierto (Cfr. Ex. 16; Núm. 11, 4-9; Deut. 8; Sab. 16, 15-29; Ju. 6, 22-65; Hebr. 9, 1-5), sino por todo el tiempo que dure el destierro en los desiertos de la tierra. Nadie, en realidad, me arrebata la vida. ni los que amándome con todo su ser merecen que me inmole por ellos, ni los que me la arrebatarán llevados de un odio desmesurado y de un miedo necio. Nadie me la podría arrebatar si no consintiese Yo en darla, y si mi Padre no lo permitiese, pues ambos somos presa de un amor, como de delirio, por el linaje humano culpable. Yo la doy porque yo quiero, Y tengo el poder de volver a tomarla cuando quiera, pues no es razonable que la muerte pueda prevalecer sobre la Vida. Por esto el Padre me ha dado este poder, más bien Él mismo me ha mandado que lo haga. Por mi vida ofrecida y consumada, los pueblos todos serán uno solo: el mío, el pueblo celestial de los hijos de Dios. Los cabrones serán separados de las ovejas, las cuales seguirán a su Pastor al Reino de la vida eterna."
Jesús se dirige en voz baja a Sidonia, llamado Bartolmai
"Te has olvidado de todo por Mí. Ahora te van a castigar
y perderás tu trabajo.
¿Lo ves? Siempre te acarreo algún dolor.
Por causa mía perdiste la sinagoga y ahora perderás al amo...
Jesús, que ha estado hablando en voz muy alta, se dirige en voz baja a Sidonia, llamado Bartolmai, que no se ha movido de su lugar, con sus cestas de manzanas olorosas, y le dice: "Te has olvidado de todo por Mí. Ahora te van a castigar y perderás tu trabajo. ¿Lo ves? Siempre te acarreo algún dolor. Por causa mía perdiste la sinagoga y ahora perderás al amo..."
"¿Y qué me importa todo esto, si te tengo a Ti? Para mí Tú solo vales. Dejo todo por seguirte, si me lo permites. Permíteme sólo que lleve esta fruta a quien la compró ya, y luego estoy contigo."
"Vamos juntos. Luego iremos a ver a tu padre, porque lo tienes todavía y debes honrarlo pidiéndole su bendición."
"Sí, Señor. Todo lo que quieras. Pero enséñame mucho porque no sé nada, ni siquiera leer y escribir porque era ciego."
"No te preocupes por esto. La buena voluntad será tu escuela."
Y se encamina para tomar la calle principal entre tanto que la multitud comenta, discute, y hasta litiga sin saber qué parecer segur: ¿es Jesús de Nazaret un poseído del demonio o un santo? La multitud, que no puede ponerse de acuerdo, sigue disputando, mientras Jesús se aleja.
IX. 554-563
A. M. D. G.