"VAMOS A CASA DE NUESTRO AMIGO 

LÁZARO QUE DUERME"

 

 


#"¡Bueno, Pedro! Es mejor dar que recibir" interviene Jesús   

#un pastor de los montes de Galaad, que insistía en que Jesús fuera a donde está su ganado, para que lo bendijera y así pudiera ganar mucho dinero que serviría para la dote de su hija   

#Jesús los saca de sí, dice: "Y sin embargo hay que partir." ¿A dónde, Maestro? A casa de Lázaro   

#Hora que se repetirá, por voluntad del hombre que habrá rechazado a la Divinidad hasta convertirse en un sin-Dios, en un seguidor de Satanás, y de su hijo maldito.   

#Vamos a despertarlo de su sueño para que esté listo y pronto a servir a su Maestro. Si está dormido, está bien. Terminará por curarse. El sueño es un buen remedio. Lázaro ha muerto   

#Si queréis quedaros, debéis aprender a desafiar al mundo, sus criticas, sus asechanzas, sus burlas, sus tormentos, para conquistar mi Reino.   

#Os voy a decir cómo se conquista el Cielo.   

#Los corazones quedarán conturbados. Lo prometí y mantengo mi palabra ¿A quién? A quien me odia y a quien me ama de un modo absoluto   

#¿Serán ya cuatro días que está en el sepulcro? Así es. Viernes tarde un día, sábado tarde dos días, esta tarde tres días, mañana cuatro... Cuatro días y medio...¡Poder eterno!

 


 

La luz va desapareciendo en el huertecillo de la casa de Salomón y los árboles, los perfiles de las casuchas que están al otro lado del camino, sobre todo el camino mismo, donde se adentra en el bosque del río, pierden su claridad, reuniéndose en una sola línea de sombras que van haciéndose más oscuras conforme la luz desaparece. lo que queda sobre la tierra más que colores son sonidos. Gritos de niños, de mujeres, de hombres que gritan a sus ovejas o a su asno, el chirrido de alguna carreta que pasa por un hoyo, el ruido de hojas que el viento sacude, choques secos de palitos entre sí, o de huesos de frutas tirados por entre los árboles. En el firmamento el primer palpitar de las estrellas, que no es muy claro, porque todavía queda un recuerdo de luz, y porque la luz de la luna empieza a tener el cielo.

"Lo demás lo diréis mañana. Por ahora basta. Es noche. Cada uno regrese a su casa. La paz sea con vosotros. Sí... Sí... Mañana. ¿Qué dices? ¿Tienes un escrúpulo? No te preocupes. Si no se te pasa, ven. ¡Faltaba más que ahora fuesen los escrúpulos que viniesen a darle fatiga! También los maniáticos de ganancias. Las suegras que quieren que sus nueras sean más cuerdas, y éstas que aquellas sean menos duras. Ambas merecerían que les cortaran la lengua. ¿Y qué más? ¿Tú, qué estás diciendo? ¡Oh, este sí, pobrecito! Juan, lleva este niño al Maestro. Tiene la madre enferma y manda decir a Jesús que ruegue por ella. ¡Pobrecito! Estaba atrás porque es pequeño. Viene de lejos. ¿Cómo hará para regresar? ¡Eh, todos vosotros! En vez de que os estéis ahí para alcanzar algo de Él, ¿por qué no ponéis mejor en práctica lo que ha enseñado, de ayudarse el uno al otro, y que los más fuertes ayuden a los más débiles? Ea, ¿quién acompaña a este niño? Quiera Dios que no encuentre muerta a su madre... Que por lo menos la vea. Si tenéis algún borrico... ¿Es ya noche? ¿Y qué cosa más bello que la noche? Por muchos años trabajé a la luz de las estrellas y me encuentro sano y robusto. ¿Lo llevas tú a su casa? Dios te bendiga, Rubén. Aquí está el niño. ¿Te consoló el Maestro? ¿Sí? Entonces vete contento. Pero hay que darle algo de comer. Tal vez no come desde la mañana."

"El Maestro ya le dio leche caliente, pan y fruta. Lo trae en su tuniquita" dice Juan.

"Entonces vete con este hombre. Te lleva a casa con el asno."

Toda la gente se ha ido. Pedro puede descansar ahora con Santiago, Judas, el otro Santiago y Tomás que lo ayudaron a enviar a sus casas a los que no querían irse pronto.

"Cerremos. No sea que alguien quiera regresar, como aquellos dos. ¡Uff, que si el día siguiente al sábado es fatigoso!" añade Pedro al entrar en la cocina y cerrando la puerta: "¡Oh, ahora estaremos tranquilos!" Mira a Jesús que está sentado junto a la mesa con el codo apoyado sobre ella y la cabeza sobre la mano, pensativo, abstraído. Se le acerca, le pone la mano en la espalda y le dice: "Estás cansado. ¡Tanta gente! Vienen de todas partes, aunque haga frío."

"Parece como si tuviesen miedo de perdernos pronto" observa Andrés que está descuartizando los pescados. También los demás se ponen a preparar el fuego para asarlos, a revolver la cicoria que hierve. Sus sombras se proyectan en las paredes ahumadas, que ilumina el fuego, más bien que la lámpara.

Pedro busca una taza para dar leche a Jesús que parece muy cansado. Pero no la encuentra y pregunta a los demás por qué no hay.

"Bebió el niño lo que quedaba. La otra parte se lo habían bebido el viejo mendigo y la mujer que tiene su marido enfermo" dice Bartolomé a modo de explicación.

"Y el Maestro se va a quedar sin nada. No debíais haber dado toda."

"Él así lo quiso."

"¡Oh, Él siempre quiere así! Pero no hay que dejarlo. Regala sus vestidos, regala su leche, se da a Sí mismo y se acaba..." Pedro está disgustado.

 

"¡Bueno, Pedro! Es mejor dar que recibir"  

interviene Jesús

 

"¡Bueno, Pedro! Es mejor dar que recibir" interviene Jesús calmadamente, saliendo de su abstracción.

"Sí, das, das y te acabas. Cuanto más eres generoso, tanto más los demás se aprovechan." Con hojas gruesas que despiden olor a almendra amarga y a crisantemos, limpia la mesa, pone en ella pan, agua, y un vaso antes Jesús, que se sirve pronto, como si tuviese mucha sed.

Pedro pone otro vaso al otro lado de la mesa cerca de un platón de aceitunas y de hongos. Pone la cazuela de hierbas que Felipe ha preparado, y junto con sus compañeros pone bancos muy primitivos junto a las cuatro sillas que hay en la cocina, y que no bastan para trece. Andrés, que ha tenido a su cargo asar el pescado sobre las brasas, lo pone en otro platón, con pedazos de pan y lo lleva a la mesa. Juan toma la lámpara de donde estaba y la pone en medio de la mesa.

Jesús se levanta mientras todos se acercan a la mesa para cenar, ora en voz alta, ofrece el pan y los peces, o sea, coloca los peces sobre las formas largas y finas del pan en parte fresco, en parte pasado. Los apóstoles se sirven de las hierbas usando tenedores de madera. El pan sirve también de plato. Sólo Jesús es el que tiene un plato de metal largo y abollado que emplea para dividir el pescado, dando ahora a este, ahora a aquel un pedazo. Parece como si fuera un padre entre sus hijos, aun cuando Natanael, Simón Zelote y Felipe parecen ser padres de Él; Mateo y pedro pueden pasar por sus hermanos mayores.

 

 un pastor de los montes de Galaad, 

que insistía en que Jesús fuera a donde está su ganado, 

para que lo bendijera y así pudiera ganar mucho dinero 

que serviría para la dote de su hija

 

Comen de lo sucedido en el día. Juan se ríe de buena gana por lo irritado que se puso Pedro con un pastor de los montes de Galaad, que insistía en que Jesús fuera a donde está su ganado, para que lo bendijera y así pudiera ganar mucho dinero que serviría para la dote de su hija.

"No hay por qué reírse. Entre tanto él dijo: "Tengo mis ovejas enfermas y si se mueren, estoy arruinado" lo compadecí. Es como si nuestra barca la acabase la polilla. No se puede pescar, ni tampoco comer. Y todos tenemos el derecho a comer. Pero cuando dijo: "Las quiero ver curadas, porque quiero hacerme rico, y llamar la atención de la gente por la dote quedaré a Ester, y por la casa que me haré", entonces me enojé. Le dije: "¿Y para esto has venido de tan lejos? ¿No piensas en otras cosas que en la dote, en riquezas y en tus ovejas? ¿No tienes un alma?" Me respondió: "Para ésta hay tiempo. Ahora me urgen las ovejas y las bodas porque es un buen partido y Ester empieza a envejecer". Entonces, si no me hubiera acordado que Jesús dice que debemos ser misericordiosos con todos, me las hubiera pagado. Le dije unas cuantas palabras, como cuando empieza a bramar la tempestad..."

"Y parecía que no querías terminar, pues ni respirabas. Las venas del cuello se te pusieron hinchadas y parecían dos bastoncitos" observa Santiago de Zebedeo.

"El pastor ya se iba yendo y tú seguías predicando. Menos mal que dices que no sabes hablar a la gente" añade Tomás, y lo abraza diciendo: "¡Pobre Simón, qué furioso te pusiste!"

"¿Pero no tenía razón? ¿Qué es el Maestro? ¿El constructor de fortunas de todos los imbéciles de Israel? ¿El paraninfo (amigo del esposo)  de las bodas de otros?"

"No te enojes, Simón. El pescado te hace mal si lo comes con ese veneno" bonachonamente lo reprende Mateo.

"Tienes razón. Me parece gustar todo el sabor que tienen los banquetes de los fariseos cuando como pan con miedo y carne con ira."

Todos se echan a reír. Jesús sonríe y calla.

Está por acabarse la cena. Llenos, satisfechos de la comida y del calor, se quedan un poco de sobremesa. Hablan menos. Algunos empiezan a cabecear. Tomás se divierte dibujando con el cuchillo un ramo de flores en la mesa.

 

Jesús los saca de sí, dice: "Y sin embargo hay que partir."

 ¿A dónde, Maestro? 

A casa de Lázaro

 

La voz de Jesús los saca de sí, abriendo los brazos que tenía cruzados en la orilla de la mesa y extendiendo sus manos como hace el sacerdote cuando dice el "Señor esté con vosotros", dice: "Y sin embargo hay que partir."

"¿A dónde, Maestro? ¿Al hombre de las ovejas?" pregunta Pedro.

"No, Simón. A casa de Lázaro. Regresamos a Judea.

"Maestro, recuerda que los judíos te odian" exclama Pedro.

"Pero, Maestro, ¡esto es una imprudencia!" protesta Mateo.

"Nada somos, ¿verdad?" pregunta Iscariote.

"¡Oh, Maestro y hermano mío! Te conjuro en nombre de tu Madre y en nombre de la divinidad que hay en Ti, que no permitas que los satanases pongan su mano sobre tu persona, para impedirte hablar. Estás solo, demasiado solo contra todo un mundo que te odia y que en la tierra es poderoso" dice Tadeo.

"¡Maestro, cuide de tu vida! ¿Qué sería de mí, de todos, si no te tuviésemos más?" exclama Juan con los agrandados de un niño que tiene miedo y que sufre.

Pedro, después de lo que dijo, se ha vuelto a hablar agitadamente con los de más edad y con Tomás y Santiago de Zebedeo. Todos son de parecer que Jesús no debe regresar cerca de Jerusalén, al menos hasta que la temporada pascual permita que pueda estar con mayor seguridad, porque entonces, dicen, habrá un gran número de sus seguidores, que habrán ido para la pascua de todas partes de la Palestina, lo cual será una defensa suya. Nadie de los que lo odian se atreverá a tocarlo cuando vean a su alrededor a un pueblo que lo ama. Se lo dicen con ansias, como queriendo imponérsele... El amor los impele a hablar.

 

Hora que se repetirá, por voluntad del hombre que habrá

 rechazado a la Divinidad hasta convertirse en un sin-Dios, 

en un seguidor de Satanás, y de su hijo maldito.

 

"¡Calma, calma! ¿No tiene acaso doce horas el día? Si uno camina de día, no se tropieza, porque le alumbra la luz; pero si camina de noche, tropieza, porque no puede ver. Sé lo que hago, porque la Luz está en Mí. Dejaos guiar de quien ve. Tened en cuenta que mientras no llegue la hora de las tinieblas, nada me puede pasar. Cuando llegue esa hora, nadie me podrá salvar de las manos de los judíos, ni siquiera los ejércitos de César. Porque lo que está escrito debe cumplirse y las fuerzas del mal trabajan ya a escondidas para cumplir su obra. Dejadme hacer lo que quiero. Hacer el bien mientras tengo las manos libres. Llegará la hora en que no podré mover un dedo, ni decir una palabra para hacer un milagro. El mundo se encontrará sin mi fuerza, que será una hora horrible de castigo para el hombre. No para Mí. Para el hombre que no habrá querido amar. Hora que se repetirá, por voluntad del hombre que habrá rechazado a la Divinidad hasta convertirse en un sin-Dios, en un seguidor de Satanás, y de su hijo maldito. Hora que vendrá cuando esté próximo el fin del mundo. La falta de fe activa hará que no pueda hacer milagros. No porque me falta el poder, sino porque no se puede otorgar ningún milagro donde no hay fe y voluntad de conseguirlo, donde el milagro, en caso de realizarse, sería objeto de burla e instrumento de mal, pues se emplearía el bien para mal mayor. Ahora todavía puedo hacer milagros, y dar gloria a Dios. Vamos, pues, a casa de nuestro amigo Lázaro que duerme. Vamos a despertarlo de su sueño para que esté listo y pronto a servir a su Maestro."

 

Vamos a despertarlo de su sueño para que esté listo 

y pronto a servir a su Maestro.

 Si está dormido, está bien. Terminará por curarse.

 El sueño es un buen remedio. 

 

Lázaro ha muerto

 

"Si está dormido, está bien. Terminará por curarse. El sueño es un buen remedio. ¿Para qué despertarlo?" le dicen varios.

"Lázaro ha muerto. Esperé a que muriese para ir allá, no por sus hermanas ni por él, sino por causa vuestra, para que creáis, para que crezcáis en la fe. Vamos a casa de Lázaro."

"¡Está bien! ¡Vamos, pues! Moriremos todos como él, y como Tú que quieres morir" dice Tomás con tono de fatalista.

 

Si queréis quedaros, debéis aprender a desafiar al mundo,

 sus criticas, sus asechanzas, sus burlas, sus tormentos, 

para conquistar mi Reino.

 

Os voy a decir cómo se conquista el Cielo

 

"Tomás, Tomás, y todos los que estáis murmurando y protestando dentro de vosotros, tened en cuenta que quien quiera seguirme debe tener el mismo cuidado que tiene el ave cuando pasa la nubecilla. Dejarla pasar según el viento que la arrastra. El viento es la voluntad de Dios, que puede daros o quitaros la vida según quiera, y vosotros no podéis quejaros de ello,  como tampoco se queja el ave de la nube que pasa, sino que canta, segura que luego vendrá la calma. Porque la nubecilla es el contratiempo, el cielo la realidad. El cielo permanece siempre azul, aun cuando las nubes se arremolinen para hacerlo gris. Siempre es azul más cuando las nubes se arremolinen para hacerlo gris. Siempre es azul más allá de las nubes. De igual modo es la verdadera Vida. Siempre es la misma, aun cuando la vida humana muera. Quien quiera seguirme no debe tener ansias por la vida, ni miedo de perderla. Os voy a decir cómo se conquista el Cielo. Pero, ¿cómo podéis imitarme, si tenéis miedo de ir a Judea, vosotros a quienes no pasará nada? ¿Teméis presentaros conmigo? Sois libres de abandonarme. Pero si queréis quedaros, debéis aprender a desafiar al mundo, sus criticas, sus asechanzas, sus burlas, sus tormentos, para conquistar mi Reino. Vamos, pues, a sacar de la muerte a Lázaro que hace dos días que está durmiendo en el sepulcro, habiendo muerto la noche en que vino el criado de Betania. Mañana a la hora de sexta, después de haber despedido a quien espera alcanzar de Mí alivio y premio a su fe, partiremos y pasaremos el día pernoctando en casa de Nique, Luego al amanecer partiremos para Betania, tomando el camino que pasa por Ensemes. Llegaremos a Betania antes de sexta. Habrá mucha gente. Los corazones quedarán conturbados. Lo prometí y mantengo mi palabra..."

 

Los corazones quedarán conturbados. 

Lo prometí y mantengo mi palabra 

¿A quién? 

A quien me odia y a quien me ama de un modo absoluto

 

"¿A quién? pregunta temeroso Santiago de Alfeo.

"A quien me odia y a quien me ama de un modo absoluto.¿No recordáis la disputa con los escribas en Cedes? Tuvieron la arrogancia de llamarme mentiroso porque resucité una hija apenas muerta y a un difunto de un día. Dijeron: "¡Pero no ha logrado rehacer uno que está ya descompuesto!" Y es verdad que solo Dios puede sacar del fango un hombre y de la corrupción rehacer un cuerpo. Lo hará, pues. En el mes de Casleu, a las orillas del Jordán, recordé a los escribas este desafío y añadí: "En la nueva luna se realizará". Esto para quien me odia. Por otra parte a las hermanas les prometí absolutamente que premiaría su fe, si continuaban a esperar aun contra lo posible. Las he probado en muchas cosas y mucho han sufrido. Soy el único en conocer sus sufrimientos en estos días y su perfecto amor. En verdad os digo que merecen un gran premio porque se angustian menos de no ver a su hermano resucitado, que de que me escarnezcan. Vosotros creíais que estaba yo absorto, cansado y triste. Estaba con ellas con mi espíritu y oía sus gemidos y contaba sus lágrimas. ¡Pobres hermanas! Ahora siento deseos de traer nuevamente a la tierra un justo, un hermano a los brazos de sus hermanas. Un discípulo entre los míos. ¿Lloras, Simón? Sí. Tú y Yo somos los más grandes amigos de Lázaro. Lloras de dolor por Marta y María, por la muerte del amigo, y también por la alegría de saber que pronto volveremos a verlo. Levantémonos a preparar las alforjas y para descansar hasta el amanecer, dejar todo arreglado aquí... donde el regreso no es seguro. Habrá que distribuir entre los pobres lo que tenemos y avisar a los más activos que entretengan a los peregrinos para que me busquen hasta que no esté en otro lugar seguro. Hay que decirles que avisen a los discípulos que me busquen en casa de Lázaro. Hay mucho que hacer. Y hay que hacerlo antes de que lleguen los peregrinos. ¡Ea! Apagad el fuego y prended las lámparas. Cada uno haga lo que tiene que hacer y luego duerma. La paz sea con todos vosotros." Se levanta. Bendice y se retira a su habitacioncilla.

"¡Ha muerto ya hace días!" dice Zelote.

"Esto es un milagro" exclama Tomás.

"¡Quiero ver qué inventarán para dudar!" dice Andrés.

"¿Cuándo vino el criado?" pregunta Iscariote.

"La noche anterior al viernes" responde Pedro.

"¿Sí? ¿Y por qué no lo habías dicho?" torna a preguntar Judas.

"Porque el Maestro me ordenó que no dijese nada" replica Pedro.

"Así pues... cuando habremos llegado. ¿Serán ya cuatro días que está en el sepulcro?"

 

¿Serán ya cuatro días que está en el sepulcro? 

Así es. Viernes tarde un día, sábado tarde dos días, 

esta tarde tres días, mañana cuatro... 

Cuatro días y medio...¡Poder eterno!

 

"Así es. Viernes tarde un día, sábado tarde dos días, esta tarde tres días, mañana cuatro... Cuatro días y medio...¡Poder eterno! ¡Estará ya hecho pedazos!" dice Mateo.

"Estará ya... Quiero ver esto también y luego..."

"¿Qué, Simón Pedro?" pregunta Santiago de Alfeo.

"Y luego, si Israel no se convierte, ni siquiera Yeové con sus rayos podrá convertirlo."

Se van hablando entre sí.

X. 40-46

A. M. D. G.