REFLEXIONES 

SOBRE LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

 


 

#Todo puede cambiarse si se quiere   

#Hay dos formas de alcanzar el milagro  

#El dolor de Marta es distinto del de María   

#el dolor es santificación, es mirra que preserva de la corrupción carnal  

 #en aquella hora salieron a flor tres ideas que como tres clavos siempre me habían punzado en el corazón.

 


 

Dice Jesús:

"Hubiera podido llegar a tiempo para impedir que muriese Lázaro. Pero no quise hacerlo. Sabía que esta resurrección sería una espada de doble filo, porque habría convertido completamente a los judíos de recto corazón y habría hecho que no, los que no lo eran, odiasen más. De éstos, y después del último golpe de mi poder, partió la sentencia de muerte contra Mí. Para eso había venido y la hora llegaba casi a su punto. Habría podido acudir inmediatamente, pero quería persuadir a los más obstinados al ver que de la corrupción un ser resucitaba. También quería persuadir a mis discípulos, que llevarían mi fe al mundo, y que tenían necesidad de poseer una fe templada con milagros de primer orden.

Los apóstoles eran muy humanos. Varias veces lo he dicho. No era esto un obstáculo insuperable, más bien una consecuencia lógica de su condición humana, que fueron llamados cuando eran ya hombres maduros. No se cambia una mentalidad, una "forma mentís" de la noche a la mañana. Ni Yo, en mi sabiduría,  quise escoger y educar niños y que creciesen según mi modo de pensar para hacerlos mis apóstoles. Habría podido haberlo hecho. No lo hice para que las almas no me reprochasen de haber despreciado a los que no son inocentes y de tener como disculpa que en mi elección había Yo querido dar a entender que los adultos no pueden cambiar.

 

Todo puede cambiarse si se quiere

 

No. Todo puede cambiarse si se quiere. De hecho, hice que los que eran pusilánimes, peleadores, usureros, sensuales, incrédulos, se convirtiesen en mártires y santos, en evangelizadores del mundo. Sólo el que no quiso cambiar, no cambió. He amado las pequeñeces, las debilidades -tú eres un ejemplo-  con tal de que en ellas haya la voluntad de amarme y de seguirme, y de estos "nada" hago mis predilectos, mis amigos, mis ministros. Sin embargo de todo esto me aprovecho y es un milagro continuo que obro al hacer que los demás crean en Mí, y no ahoguen la posibilidad del milagro. ¡Cómo disminuye esta posibilidad! Como una lámpara a la que faltase aceite, así agoniza y muere, debido a la falta de fe en el Dios del milagro.

 

Hay dos formas de alcanzar el milagro

 

Hay dos formas de alcanzar el milagro. A una de ellas Dios accede por el amor. A la segunda vuelve la espalda irritado. La primera es la que pide, como he enseñado a pedir, sin desconfianza ni cansancio, que cree que Dios la escuche, porque es bueno y que quien es bueno escucha, porque Dios es poderoso y todo lo puede. Esta es amor y Dios concede lo que pide a quien ama. La otra es la fuerza de los rebeldes que quieren que Dios sea su siervo, que se humille a sus acciones malas y que les de, lo que no dan a El: amor y obediencia. Esta forma es una ofensa que Dios castiga negando sus gracias.

Os lamentáis que no realice más milagros colectivos. ¿Cómo puedo realizarlos? ¿Dónde están los grupos que creen en Mí? ¿Dónde los verdaderos creyentes? ¿Cuántos son los verdaderos creyentes en un grupo? Como flores que quedan después de que el fuego pasó por un bosque, así veo otros tantos corazones que creen. Las demás las ha quemado Satanás con su doctrina. Y siempre arderá más.

Os ruego que tengáis como regla lo que respondí a Tomás. Nadie puede ser mi verdadero discípulo, si no se da a la vida humana lo que merece como medio para conquistar la vida verdadera y no como fin. El que quiera salvar su vida en este mundo, perderá la vida eterna, os dije y lo repito. ¿Cuáles son las pruebas? La nubecilla que pasa. El firmamento permanece y espera más allá de la prueba.

He conquistado el cielo para vosotros con mi heroísmo. Debéis imitarme. El heroísmo no es sólo de los que mueren mártires. La vida cristiana es un perpetuo heroísmo porque es una lucha perpetua contra el mundo, el demonio y la carne.  No os obligo a que me sigáis. Os dejo libres. Pero no quiero que seáis hipócritas. O conmigo y como Yo, o contra Mí. No podéis engañarme. No me doblego a hacer alianza con el enemigo. Si lo preferís a Mí, no podéis pensar que sea Yo al mismo tiempo vuestro amigo. O él o Yo. Escoged.

 

El dolor de Marta es distinto del de María 

 

El dolor de Marta es distinto del de María debido a su condición síquica y a la conducta que observaron.

Felices los que se comporten del tal modo que no tienen ningún remordimiento de haber causado dolor alguno al que muere, a quien no se le puede consolar ya.  Pero cuan feliz es quien no tiene remordimiento de haber causado dolor a su Dios a Mí, Jesús, y no teme mi encuentro, más bien suspira ansiosamente por él, como una alegría en que soñó por toda su vida y que llega al fin.

 

el dolor es santificación, es mirra que preserva 

de la corrupción carnal

 

Soy vuestro Padre, vuestro Hermano, vuestro Amigo. ¿Por qué, pues, tantas heridas? ¿Sabéis lo que os queda de vida? ¿Vivir para reparar? No lo sabéis. Entonces, hora tras hora, día tras días, obrad bien. Me haréis siempre feliz. Si el dolor tocare a vuestras puertas, porque el dolor es santificación, es mirra que preserva de la corrupción carnal, tendréis siempre en vosotros la seguridad de que os amor, que os amo aun en ese dolor, y la paz que mana de mi amor. Tú, pequeño Juan, sabe que sé consolar aun en el dolor.

En la plegaria al Padre se lee lo que dije al principio: era menester sacudir con un gran milagro la obstinación de los judíos y del mundo en general. La resurrección de uno que hacía cuatro días había sido sepultado, que había sido enterrado por una larga y repugnante enfermedad que todos sabían, no era cosa de dejar indiferentes, ni siquiera dudoso a alguien. Si lo hubiera curado mientras vivía, o dado la vida apenas muerto, el rencor de mis enemigos hubiera podido tener duda sobre la realidad del milagro. Pero el hedor del cadáver, la podredumbre que manaba de las vendas, la larga permanencia en el sepulcro, no dejaban lugar a duda alguna. Milagro en el milagro, quise que Lázaro fuese desatado y limpiado en la presencia de todos para que viesen que no sólo la vida, sino donde la gangrena había hecho estragos, ahí también había la integridad de miembros. Cuando hago un favor, siempre hago más de lo que se me pide.

 

en aquella hora salieron a flor tres ideas 

que como tres clavos siempre me habían punzado 

en el corazón.

 

Lloré ante la tumba de Lázaro. Y a esto se ha dado diversos nombres. Saber entre tanto que las gracias se obtienen con el dolor mezclado con una fe cierta en el Eterno. Lloré no tanto por la pérdida de un amigo y por el dolor de sus hermanas, como porque en aquella hora salieron a flor tres ideas que como tres clavos siempre me habían punzado en el corazón.

La comprobación de la ruina a la que Satanás había llevado al hombre al seducirlo al mal.  Ruina, cuya condenación humana, era el dolor y la muerte. La muerte física, emblema y símbolo vivo de la muerte espiritual, que la culpa infiere en el alma sumergiéndola, a ella que estaba destinada a vivir cual reina, en el reino de la luz,  en las tinieblas infernales.

La persuasión de que ni siquiera este milagro, puesto como corolario sublime de tres años de evangelización, habría convencido al mundo judío de la Verdad que Yo traía. Y que ningún milagro habría hecho que el mundo que estaba por venir se convertiría a Mí. ¡Oh dolor de estar próximo a morir por tan pocos!

La visión mental de mi próxima muerte. Era Hombre-Dios. Y para ser Redentor debía sentir el peso de la expiación. Por lo tanto el horror de la muerte y de una muerte semejante. Sentía vivir, me sentía sano, y sin embargo me decía: "Pronto habré muerto, pronto estaré en un sepulcro como Lázaro. Pronto la agonía más atroz será mi compañera. Debo morir". La bondad de Dios os libra del conocimiento de lo porvenir. Pero a Mí no me libró.

Vosotros que os lamentáis de vuestra suerte, creedme. No hubo otra más triste que la mía, porque tuvo la presciencia de todo cuanto me sucedería, junto a la pobreza, incomodidades, amarguras que me acompañaron desde mi nacimiento hasta la muerte. No os lamentéis, pues. Esperar en Mí. Os doy mi paz.".

 X. 59-62

A. M. D. G.