EN SILO. LOS MAL ACONSEJADOS
#Parábola de los malos consejeros
#Cuando vuestro corazón sea tentado, meditad, poniéndoos bajo la luz de Dios
Jesús está hablando en medio de una plaza llena de árboles. El sol que declina esparce sus rayos de color amarillento-verdoso por entre las nuevas hojas de los plátanos gigantescos. Parece como si sobre la extensa plaza se haya puesto un velo sutil y precioso que filtrase la luz solar sin impedirla.
de los malos consejeros
Jesús dice: "Escuchad. Un día un gran rey envió a su hijo a una cierta región donde quería probar su justicia. Le dijo: "Ve, recorre todos los lugares, haz bien en mi nombre, habla de mí, hazme conocer y amar. Tienes todas las facultades y todo lo que hicieres, estará bien hecho".
El hijo, después de haber recibido la bendición paternal, se fue. Le acompañaban un escudero y un amigo. Incansablemente se puso a recorrer aquella región del reino de su padre, la que por diversas circunstancias estaba moralmente dividida, y cada una de las partes levantaba el grito para mostrar que era la mejor, la más fiel, y que los lugares vecinos eran traidores y merecían castigo. El hijo, pues, se encontró frente a ciudadanos cuya actitud variaba según el lugar, pero todos tenían en común dos cosas: la primera que cada lugar se creía mejor que los otros, y la segunda que cada uno de ellos quería destruir el vecino, haciéndolo bajar del concepto que el rey tenía de él. El hijo, hombre justo y sabio, se puso a instruir con mucha misericordia en la justicia todos los lugares de aquella región para que su padre lo amase. Lentamente avanzaba el hijo, porque como suele suceder, sólo los rectos de corazón de cada uno de los lugares aceptaban sus consejos. Aun más y justo es decirlo, donde con desprecio se decía que no había sabiduría ni voluntad, allí encontró que con gusto le escuchaban y se hacían prudentes. Entonces los de los lugares cercanos dijeron: "Si nos damos maña de encontrar gracia ante el rey, él la dará a todos éstos. Vamos a hacerles una jugada a esos que odiamos, finjamos que nos hemos convertido, que estamos dispuestos a dejar el odio para que el hijo del rey se sienta honrado."
Aconsejaron falsamente lo que tenía que hacerse para
honrar mejor al hijo del rey, y por lo tanto a su padre
Y fueron con actitud de amigo por las ciudades del lugar rival. Aconsejaron falsamente lo que tenía que hacerse para honrar mejor al hijo del rey, y por lo tanto a su padre. Pero en realidad no honraban al hijo, sino que lo odiaban hasta hacerlo odioso a los súbditos y al rey mismo. Fueron tan astutos en su buena apariencia, tan sagaces en hacer que sus consejos fuesen acogidos, que muchos del lugar aceptaron por bueno lo que era malo, y dejaron el camino de la justicia que seguían para tomar un extraviado. El hijo del rey comprobó que su misión fallaba en muchos.
Decidme ahora: "¿Ante los ojos del rey quién cometió mayor pecado? ¿Cuál fue el pecado de los que aconsejaban, y el de que aceptaron el consejo? Os pregunto algo más: ¿Con quién se habrá mostrado más severo aquel buen rey? ¿No podéis responderme? Os lo diré.
El que cometió el mayor pecado ante los ojos del rey fue el que instigó al mal a su prójimo por odio a él, porque quería sumergirlo en tinieblas más profundas; por odio al hijo del rey que quería que apareciese ante los ojos de su padre y de sus súbditos como derrotado en su misión por incapaz; por odio hacia el rey mismo, porque el amor tributado al hijo se tributa al padre, y por lo tanto al odiar al hijo, se odiaba al padre.
Así pues el pecado de los que aconsejaban al mal,
con pleno conocimiento, era un pecado de odio
además del de mentira
Así pues el pecado de los que aconsejaban al mal, con pleno conocimiento, era un pecado de odio además del de mentira, de un odio premeditado; y el de los que aceptaron el consejo, creyéndolo bueno, era un pecado de estupidez. Sabéis bien que el que entiende es responsable de sus acciones, mientras quien por enfermedad u otra causa, es un tonto, no lo es en sí, sino que lo son sus familiares en su lugar. Por esto mientras el niño no llega a ser mayor de edad es considerado como irresponsable, y su padre es quien responde de sus acciones. Así pues, el rey, que era bueno, se mostró severo con los malos consejeros, que eran entendidos, y benigno con los engañados, a los que sólo echó en cara haber creído a éste o a aquel súbdito, y no haber preguntado antes directamente al hijo para enterarse de las cosas como eran. Porque sólo el hijo conoce realmente la voluntad de su padre.
Esta es la parábola ¡oh pueblo de Silo! Aquí muchas veces, en el curso de los siglos, Dios, los hombres, Satanás dieron sus consejos, que florecieron en bien cuando fueron buenos, o que fueron rechazados al descubrirse que eran malos, o que produjeron el mal cuando no fueron santos.
el hombre tiene la grandiosa facultad de poder querer,
y de querer libremente el bien o el mal.
Tiene otro magnífico don, y es el de la inteligencia
Porque el hombre tiene la grandiosa facultad de poder querer, y de querer libremente el bien o el mal. Tiene otro magnífico don, y es el de la inteligencia con que puede discernir el bien del mal, y por lo tanto no sólo el consejo en sí mismo, sino el modo con que puede acarrear premio o castigo. Si nadie puede prohibir a los malvados de intentar llevar a su prójimo a la ruina, nada puede prohibir a los buenos de rechazar la tentación y permanecer fieles al bien.
El mismo consejo puede hacer daño a diez, y ayudar a otros diez, porque si quien lo sigue, se hace mal; quien no lo sigue, ayuda a su alma. Por esto nadie diga: "Nos dijeron que así hiciéramos". Más bien cada uno con la mano en el pecho diga: "Yo quise hacerlo". Alcanzaréis por lo menos el perdón que se da a los sinceros. Si ignoráis si el consejo es bueno o malo, meditad antes de aceptarlo y ponerlo en práctica. Meditad invocando al Altísimo que no rehúsa jamás sus luces a los corazones de buena voluntad. Si vuestra conciencia, iluminada por Dios, descubre un punto, aunque sea pequeñísimo que no puede coexistir con una obra recta, decid, entonces: "No haré esto porque es malo".
En verdad os digo que quien emplease bien su inteligencia y su libre albedrío e invocase al Señor para conocer la verdad de las cosas, la tentación no le hará ningún daño porque el Padre de los cielos lo ayudará a hacer el bien contra todas las asechanzas del mundo y de Satanás.
Acordaos de Ana esposa de Elcana y de los hijos de Elí.
El ángel bueno: aconsejó a Ana prometer al Señor
el fruto de su vientre si concebía
Acordaos de Ana esposa de Elcana y de los hijos de Elí. El ángel bueno: aconsejó a Ana prometer al Señor el fruto de su vientre si concebía. El sacerdote aconsejó a sus hijos caminar en el camino de la justicia y no seguir pecando contra el Señor. Y aun cuando al hombre le cuesta menos trabajo oír la voz de otro igual a él, que las palabras espirituales y no sensibles (a los sentidos físicos) del ángel del Señor que habla al corazón, Ana de Elcana siguió el consejo, porque era buena y caminaba ante la presencia de Dios, y dio a luz un profeta; mientras que los hijos de Elí, porque eran malvados y se habían separado de Dios, no acogieron el consejo de su padre y murieron de muerte violenta con la que Dios los castigó.
Los consejos tienen dos valores:
el de la fuente de donde proceden,
y el del corazón a quien se dirigen
Los consejos tienen dos valores: el de la fuente de donde proceden, y es grande en sí porque puede tener consecuencias incalculables, y el del corazón a quien se dirigen. El valor que les da el corazón, es no sólo incalculable, sino inmutable. Porque si el corazón es bueno y sigue el consejo bueno le da el valor de obra justa; y si no lo hace, quita la segunda parte de su valor, sigue siendo un consejo pero no obra, esto es, es mérito sólo para el que lo da. Si el consejo es malo, y el corazón bueno no lo acepta, aunque se le trate de intimidarlo con lisonjas o amenazas para que lo ponga en práctica, adquiere el valor de una victoria sobre el mal, de martirio por su fidelidad al bien, y por lo tanto un gran tesoro en el Reino de los Cielos.
Cuando vuestro corazón sea tentado, meditad,
poniéndoos bajo la luz de Dios
Cuando vuestro corazón sea tentado, meditad, poniéndoos bajo la luz de Dios, si ello puede ser alguno bueno, y si con la ayuda divina que permite las tentaciones, pero que no vuestra ruina, veis que no es algo bueno, tened fuerzas para deciros a vosotros mismos y a quien os tienta: "No. Sigo fiel a mi Señor. Que esta fidelidad me absuelva de mis anteriores pecados, me lleve no fuera de las puertas del Reino, sino dentro de él, porque también para mí el Altísimo ha enviado a su Hijo, para llevarme a la salvación eterna."
Idos. Si alguien me necesitare, sabe dónde descanso en la noche. Que el Señor os ilumine."
X. 218-221
A. M. D. G.