EL ADIÓS A LÁZARO

 


 

#"Lázaro, ven. Tengo que decirte algo." 

 #"Lázaro, amigo mío, ¿sabes quién soy?" Eres Jesús de Nazaret, mi amado Jesús... Pero para los demás ¿quién soy? "Eres el Mesías de Israel."   

#Jesús refiere a Lázaro lo que sucede en estos momentos y los acontecimientos por venir   

#Dios se hizo hombre en Mí: Jesús. Satanás ha tomado carne en él, en Judas de Keriot.  

 #Lázaro, tu que estuviste muerto y fuiste resucitado, dime ¿qué cosa es morir? ¿Qué sentiste? ¿De qué te acuerdas?   

#"¿Y qué te acuerdas de la muerte" Nada, Maestro. Tengo un vacío en el espíritu. Una oquedad en la mente   

#Entiendo. Los que regresan no pueden decir... El misterio se revela poco a poco a quien entra en él. Pero Yo, Lázaro, sé lo que voy a sufrir. Sé que sufriré con pleno conocimiento   

#¿Sabes quién entre mis más íntimos ha sabido transformarse para llegar a ser mi posesión, como Yo anhelo? Sólo tu hermana María. Partió de una animalidad  completa y pervertida para llegar a una espiritualidad angelical.   

#¿La cruz? ¡Nooh! ¡Oh, no! ¡Es demasiado atroz!   

#Dios quiere a mi Madre en mi calvario para mezclar su llanto virginal con el vino de la Sangre divina y celebrar la primera Misa. ¿Sabes lo que será esto? No. No lo sabes. No puedes saberlo. Será mi muerte aplicada para siempre al género humano viviente, o purgante.  

 #Lázaro le invita a que huya a Egipto  

#deja que vengan conmigo tus hermanas... para que estén con mi Madre...  

 #Te agradezco todo. Mi Padre te lo pagará después...""Todo lo he tenido al amarme Tú y con haber redimido a María."   

#Lázaro quiere matar a Judas y Jesús le dice: Pero aparta de ti, al punto, este pensamiento homicida, de otro modo te abandono   

#"¿Sabes quién soy?" Ahora respondo: "Soy el Redentor". El Redentor debe consumar el sacrificio hasta lo último.   

#Todo, está dicho. Adiós, amigo. No te veré más antes de mi muerte. Démonos el beso de despedida

 


 

Jesús está en Betania. Ya es tarde. Un plácido atardecer de abril. Desde las grandes ventanas de la sala del banquete se puede ver el jardín de Lázaro que está en flor, como también el huerto que parece una nubecilla de ligeros pétalos. Perfume del nuevo verdor, perfume agridulce de flores de árboles frutales, de rosas y de otras más se mezcla, y entra a las habitaciones con el suave vientecillo que suavemente mueve las cortinas de las puertas, que mueve las llamas de las lámparas, Allí se funden los perfumes de nardos, convalarias y jazmines; y forman una esencia rara con los restos del bálsamo con que María de Mágdala ungió a Jesús cuyos cabellos que están un poco oscuros.

En la sala están aún Simón, Pedro, Mateo y Bartolomé. Los demás tal vez han ido a otras ocupaciones.

Jesús se levanta de la mesa y mira un rollo de pergamino que Lázaro le ha presentado. María de Mágdala de aquí allá en la sala... como mariposa que se sintiese atraída por la luz. No sabe más que volverse hacia Jesús. Marta tienen cuidado de los criados que recogen la preciosa vajilla, que hay sobre la mesa.

 

"Lázaro, ven. Tengo que decirte algo."

 

Jesús coloca el rollo sobre un aparador con cuñas de marfil en la brillante madera negra y dice: "Lázaro, ven. Tengo que decirte algo."

"Voy, Señor." Lázaro se levanta de su asiento que está cerca de la ventana, sigue a Jesús hacia el jardín en que los últimos rayos del día se mezclan con los clarísimos de la luna.

Jesús va más allá del jardín, donde está el sepulcro en que fue enterrado Lázaro, y sobre el que ahora hay un rosal. Sobre la roca, un poquitín inclinada, está esculpido: "¡Lázaro, sal fuera!" Jesús se detiene ahí. La casa no se ve ya. Está oculta entre árboles y cercados. Se siente un silencio completo. Se siente una soledad absoluta.

 

"Lázaro, amigo mío, ¿sabes quién soy?" 

Eres Jesús de Nazaret, mi amado Jesús...  

Pero para los demás ¿quién soy? 

"Eres el Mesías de Israel."

 

"Lázaro, amigo mío" pregunta Jesús de pie ante su amigo a quien mira con un dejo de sonrisa en un rostro enflaquecido y pálido más de lo sólita. "Lázaro, amigo mío, ¿sabes quién soy?"

"Eres Jesús de Nazaret, mi amado Jesús, mi santo Jesús, mi poderoso Jesús."

"Eso para ti. Pero para los demás ¿quién soy?"

"Eres el Mesías de Israel."

"¿Y qué más?"

"El Prometido, el Esperado... ¿Por qué me lo preguntas? ¿Dudas de mi fe?"

"No, Lázaro, sino es que quiero confiarte algo. Nadie fuera de mi Madre y de uno de mis discípulos, lo sabe. Mi Madre porque no ignora nada. El discípulo mío porque es partícipe de esta cosa. Lo he dicho a los demás una otra vez, pero su amor no los ha hecho comprender y les ha servido de nepentes (medicina mitológica, que sumergida en vino, tendría la virtud de destruir cualquier tristeza) y de valla... Y es mejor que no lo hayan comprendido para evitar un crimen. Por otra parte inútil, porque lo que debe suceder, debe serlo. Yo quiero decirte ahora esto."

"¿Dudas que te ame menos que ellos? ¿A qué crimen te refieres? ¿Qué crimen va a cometerse? En nombre de Dios ¡habla!" Lázaro está excitado.

"Voy a decírtelo, claro. No dudo que me ames. Tanto es así que te voy a depositar en ti mi última voluntad..."

"¡Oh, Jesús! Esto lo hace quien está próximo a la muerte. Yo lo hice cuando comprendí que no vendrías, y que yo tenía que morir."

"Lo mismo Yo."

Nooh!" Lázaro lanza un profundo gemido.

 

Jesús refiere a Lázaro lo que sucede en estos momentos 

y los acontecimientos por venir

 

"No grites. Que nadie nos oiga. Quiero hablarte a solas. Lázaro, amigo mío, ¿tienes idea de lo que sucede en estos momentos en que estamos juntos, en esta intimidad de amigos, que nunca ha sido turbada? Un cierto tipo, con otros iguales a él, están contratando el precio con que comprarán o venderán al Cordero. ¿Sabes cómo se llama el Cordero? Se llama Jesús de Nazaret."

"¡Nooh! Es verdad que tienes enemigos, pero nadie puede venderte. ¿Quién?...¿Quién es?"

"Uno de los míos. Uno que ha pensado ser uno de los que engañé, y que cansado de esperar, ha querido librarse de quien para él no representa sino un peligro personal. Piensa que puede recobrar una antigua estimación ante los grandes del mundo. Sin embargo, el mundo de los buenos lo despreciará, como él de los malos. Se ha cansado de Mí, se ha cansado de esperar la grandeza humana que primero buscó en el Templo, que pensó conseguir con el Rey de Israel por todos los medios, cosa que nuevamente buscó en el Templo y ante los romanos por todos los medios... Espera... Pero Roma, si sabe premiar a sus fieles servidores... sabe también aplastar bajo sus pies a los denunciantes cobardes. El traidor está cansado de Mí, cansado de su espera, de la carga que es ser bueno. Para quien es malo, ser, deber fingirse ser bueno, es un peso intolerable. Se puede soportar por algún tiempo... y luego... no se lo tolera... y se libra uno de él para estar más libres. ¿Libres? Así lo piensan los malvados... También él lo cree. Pero no es libertad. El ser de Dios es libertad. Estar contra Dios es prisión de cepos y cadenas, de argollas y latigazos, como ningún galeote condenado al remo, como ningún esclavo a trabajos forzados la soporta bajo el azote del carcelero."

"¿Quién es? Dímelo. ¿Quién es?"

"De nada sirve."

"Sí que sirve...¡ah!... No puede ser sino él, ese que siempre ha sido una mancha de tu grupo, el que hace poco ofendió a mi hermana. ¡Es Judas de Keriot !"

 

Dios se hizo hombre en Mí: Jesús. 

Satanás ha tomado carne en él, en Judas de Keriot. 

 

"No. Es Satanás. Dios se hizo hombre en Mí: Jesús. Satanás ha tomado carne en él, en Judas de Keriot. Un día... hace mucho tiempo... en este jardín tuyo, consolé unas lágrimas y excusé a un alma sumida en el fango. Dije que la posesión es el contagio de Satanás que inocula su veneno en el ser y lo desnaturaliza. Dije que es la unión de un espíritu con Satanás y el instinto animal. Pero la posesión es poca cosa respecto a la encarnación. Mis santos me llegará a poseer, y Yo a ellos. Pero sólo en Jesucristo está Dios como está en el Cielo porque Yo soy el Dios hecho carne. Una sola es la Encarnación divina. De igual modo en uno solo estará Satanás, Lucifer, así como está en su reino, porque sólo en el asesino del Hijo de Dios, Satanás se ha encarnado. En estos momentos en que estoy hablando, él está ante el Sanedrín, y trata y se empeña en que me maten. Pero no es él, es Satanás. Lázaro, fiel amigo, escucha. Te voy a pedir algunos favores. Nunca me has negado ninguno. Tu amor ha sido tan grande que, sin faltar jamás al respeto, ha sido siempre diligente por lo que a mi respecta, y se ha manifestado de muchas maneras, con ayudas solícitas, con consejos prudentes, que siempre acepté porque vi en tu corazón un verdadero deseo por mi bien."

"¡Oh, Señor mío, mi alegría era pensar en Ti! ¿Qué otra cosa puedo hacer sino preocuparme por mi Maestro y Señor? ¡Muy poco, muy poco me has permitido que hiciera yo por Ti! Te soy muy deudor pues devolviste a mi corazón y a la honra a María, y a mí a la vida... Oh, ¿por qué me mandaste llamar de la muerte para que viviese esta hora? El horror de la muerte, toda la angustia de mi alma, que tentó Satanás en el momento en que iba a presentarme ante el Juez eterno, ya lo había vencido... ¡fue una oscuridad!... ¿Qué te pasa, Jesús? ¿Por qué te estremeces? ¿Por qué palideces más de lo que estabas antes? Tu rostro está más pálido que esta blanca rosa que se machita bajo los rayos de la luna. ¡Oh, Maestro! Parece como si la sangre y la vida se te fueran acabando..."

 

Lázaro, tu que estuviste muerto y fuiste resucitado, dime 

¿qué cosa es morir? 

¿Qué sentiste? 

¿De qué te acuerdas?

 

"En realidad me siento como uno que muere con las venas abiertas. Toda Jerusalén, esto es "todos mis enemigos entre los poderosos de Israel" se ha prendido de Mi con sus ansiosas bocas y me extrae la vida y la sangre. Quieren que deje de oírse la Voz que por tres años los ha castigado pero sin dejarlos de amar;... porque cada palabra mía, aun cuando era una palabra de amor, era una sacudida para que sus almas despertasen, y no quisieron hacer caso a su alma, porque la han amarrado con la triple sensualidad. ¡Y no sólo los grandes!... Sino que toda Jerusalén está para ensañarse contra el Inocente y pedir su muerte... y con Jerusalén la Judea... con esta, Perea, Idumea, Decápolis, Galilea, Sirofenicia; todo, todo Israel reunido en Sión para el "Paso" del Mesías de esta vida a la muerte... Lázaro, tu que estuviste muerto y fuiste resucitado, dime ¿qué cosa es morir? ¿Qué sentiste? ¿De qué te acuerdas?"

"¿Morir?... No recuerdo exactamente qué fue. Después de los grandes sufrimientos, me sobrevino una fuerte languidez.... Me parecía que no sufría más, y que tenía sólo un profundo sueño... La luz, los ruidos se hacían cada vez más débiles, más lejanos... Pero no me acuerdo..."

 

"¿Y qué te acuerdas de la muerte?"

 Nada, Maestro. Tengo un vacío en el espíritu. 

Una oquedad en la mente

 

"Entiendo. La compasión del Padre amortigua en los agonizantes su capacidad de comprender de modo que sufran sólo en el cuerpo, que debe purificarse con este prepurgatorio que es la agonía. Pero Yo... ¿Y qué te acuerdas de la muerte?"

"Nada, Maestro. Tengo un vacío en el espíritu. Una oquedad en la mente. He experimentado en mi vida una interrupción que no sé cómo llenarla. No tengo recuerdos. Si mirase en el fondo de esa negra entrada donde estuve por cuatro días, aun cuando fuese de noche, y plena sombra, sentiría, aunque no viera, el frío húmedo que sale de sus entrañas y me daría en la cara. Lo cual es ya una sensación. Pero si recuerdo estos cuatro días, no tengo nada. Nada. Es la palabra propia."

 

Entiendo. Los que regresan no pueden decir... 

El misterio se revela poco a poco a quien entra en él. 

 

Pero Yo, Lázaro, sé lo que voy a sufrir. 

Sé que sufriré con pleno conocimiento

 

"Entiendo. Los que regresan no pueden decir... El misterio se revela poco a poco a quien entra en él. Pero Yo, Lázaro, sé lo que voy a sufrir. Sé que sufriré con pleno conocimiento. No habrá bebidas ni languidez que suavicen mi agonía para que sea menos atroz. Me sentiré morir. Ya lo estoy sintiendo... Ya estoy muriendo, Lázaro. Como un enfermo que no tiene remedio, he estado muriendo en estos treinta y tres años. Y tanto más se ha acercado la muerte, cuanto más llegaba el momento de esta hora. Al principio era el morir de saber que había nacido para ser Redentor, después el de quien se ve combatido, acusado, befado, perseguido, obstaculizado... ¡Qué cansancio!... El morir por tener a mi lado siempre más cerca, hasta tenerlo asido a Mí, como un pulpo ase a un náufrago, al traidor. ¡Qué náusea! Ahora voy a morir con la angustia de tener que decir "adiós" a los amigos más queridos, y a mi Madre..."

"Oh, Maestro, ¿estás llorando? Sé que lloraste aun delante de mi sepulcro porque me amabas. Pero ahora... Lloras de nuevo. Estás helado completamente. Tienes las manos frías como un cadáver. Sufres. Sufres demasiado..."

 

¿Sabes quién entre mis más íntimos ha sabido 

transformarse para llegar a ser mi posesión,

 como Yo anhelo? 

 

Sólo tu hermana María. 

Partió de una animalidad  completa y pervertida 

para llegar a una espiritualidad angelical.

 

"Soy el Hombre, Lázaro. No sólo Dios. Del hombre poseo su sensibilidad y sus afectos. Mi alma se angustia al pensar en mi Madre... Y con todo, te lo aseguro, que esta tortura mía se ha hecho monstruosa al tener que soportar la cercanía del traidor, el odio satánico de todo un mundo, la sordera de aquellos que no odian, tampoco aman valientemente, porque para hacerlo así es necesario llegar a ser como el amador quiere y enseña... Muchos me aman, es verdad, pero siguen siendo "ellos". No han cambiado su modo de ser  por mi amor. ¿Sabes quién entre mis más íntimos ha sabido transformarse para llegar a ser mi posesión, como Yo anhelo? Sólo tu hermana María. Partió de una animalidad  completa y pervertida para llegar a una espiritualidad angelical. Y esto por la única fuerza que es el amor."

"Tu la redimiste."

"A todos he redimido con mi palabra. Pero sólo ella se ha transformado totalmente, a causa de su gran amor. Bien te decía antes, que mi sufrimiento es monstruosos con todas estas circunstancias que anhelo se realicen. Mi fuerzas se van doblando... Será menos pesada la cruz que esta tortura de mi espíritu y de mi corazón..."

 

¿La cruz? 

¡Nooh! ¡Oh, no!

 ¡Es demasiado atroz! 

 

 

Dios quiere a mi Madre en mi calvario

 

para mezclar su llanto virginal con el vino 

de la Sangre divina y celebrar la primera Misa. 

 

¿Sabes lo que será esto? 

No. No lo sabes. No puedes saberlo. 

 

Será mi muerte aplicada para siempre al género humano

 viviente, o purgante.

 

"¿La cruz? ¡Nooh! ¡Oh, no! ¡Es demasiado atroz! ¡Demasiado infamante! ¡No!" Lázaro que está parado y que tiene entre sus manos las heladas de Jesús, las suelta, se dobla sobre el asiento de piedra, se cubre la cara entre las manos y llora desconsoladamente.

Jesús se le acerca, le pone una mano sobre la espalda que se sacude con los sollozos: "¿Y qué? Yo que tengo que morir ¿debo consolarte a ti que seguirás viviendo? Amigo, tengo necesidad de fuerzas y de ayuda. Te lo pido Nadie fuera de ti me puede hacer ese favor. Es mejor que los otros no lo sepan, porque si lo supiesen... correría sangre, y no quiero que los corderos se conviertan en lobos, ni siquiera por amor al Inocente. Mi Madre... ¡oh, que angustia hablar de Ella!... Está muy angustiada ya. También es una agonizante casi sin fuerzas... hace treinta y tres años que también está muriendo; y ahora es toda una llaga como si hubiera sido víctima de un atroz suplicio. Te juro que han combatido entre sí mi mente y mi corazón, mi amor y mi razón para decidir si era justo alejarla, hacer que volviese a su casa donde siempre recuerda al Amor que la hizo Madre, donde percibe el sabor de su beso de fuego, donde se extasía con ese recuerdo, y con los ojos de su alma ve que el aire se mueve y resplandece al brillo angelical. En Galilea la noticia de mi muerte llegará casi en el momento en que podría decirle: "¡Madre, soy el Vencedor!" Pero no puedo, no puedo hacerlo. El pobre Jesús cargado con los pecados del mundo tiene necesidad de un consuelo, y Ella me lo dará. El mundo, aún más pobre, tiene necesidad de dos víctimas. Porque el hombre pecó junto con la mujer; y la Mujer debe redimir, como el hombre redime. Pero mientras no suene la hora, a mi Madre le doy sonrisas... Ella tiembla... lo sé. Siente que se acerca la tortura. Lo sé. Por natural asco y por santo amor la rechaza, así como rechazo la muerte, porque soy un ser que "vive" pero que debe morir. ¡Qué terrible sería, si supiese que será dentro de cinco días!... No llegaría viva a esa hora, y Yo quiero que esté viva para sacar de sus labios fuerzas, como de su seno saqué la vida. Dios la quiere en mi calvario para mezclar su llanto virginal con el vino de la Sangre divina y celebrar la primera Misa. ¿Sabes lo que será esto? No. No lo sabes. No puedes saberlo. Será mi muerte aplicada para siempre al género humano viviente, o purgante. No llores, Lázaro. Ella es fuerte. No llora. Ha llorado desde que se convirtió en Madre. Ahora no llora más. Ha enclavado sobre su rostro la sonrisa... ¿Has visto qué rostro presenta en estos últimos días? Se la ha enclavado para consolarme. Te ruego que imites a mi Madre. No puedo guardar Yo solo el secreto. Volví mis ojos a mi alrededor en busca de un amigo sincero y seguro, y encontré tu mirada leal. Me dije: "A Lázaro se lo descubriré". Cuando tenías una pena en tu corazón, respeté tu secreto, y me abstuve de preguntártelo. Te pido igual respeto para el mío. Después... después de mi muerte, lo dirás. Dirás esta conversación. Para que se sepa que Jesús marchó consciente a la muerte, y al tormento que sabía que le esperaba, junto el de no haber ignorado nada, ni de las personas, ni de su destino. Para que se sepa que mientras aún podía salvarse no lo quiso, porque su amor infinito por los hombres ardía en consumar el sacrificio por ellos."

 

Lázaro le invita a que huya a Egipto

 

deja que vengan conmigo tus hermanas... 

para que estén con mi Madre...

 

"¡Oh, sálvate, Maestro, sálvate! Te puedo ayudar a que huyas. Esta misma noche. ¡Una vez huiste a Egipto! Huye de nuevo ahora. Partamos. Tomamos a tu Madre y a mis hermanas. Sabes que nada de mis riquezas me atrae. Mi riqueza, como la de Marta y María, eres Tú. Partamos."

"Lázaro, en aquella ocasión huí porque no había llegado mi hora. Ahora está ya a la puerta. Y me quedo."

"Entonces voy contigo. No te abandonaré."

"No. Tú te quedarás aquí. Ya que hay permiso para que quien esté dentro de los límites de una caminata en día de sábado pueda consumar el cordero en su casa, entonces tú, como de costumbre, lo comerás aquí. Sin embargo, deja que vengan conmigo tus hermanas... para que estén con mi Madre...¡Qué cosas te ocultaban, oh mártir, las rosas del amor divino! ¡El abismo! ¡El abismo! De este salen ahora y se arrojan las llamas del Odio para morderte el corazón. Las hermanas, sí. Son fuertes y valerosas... mi Madre será un ser agonizante, doblegado sobre mi mortaja. No basta Juan. El ama. Pero todavía no es perfecto. Lo será al hacerse hombre adulto en medio de la angustia de los días que están por venir. Pero mi Madre tiene necesidad de mujeres para sus horribles heridas. ¿Las dejas ir?"

"Todo, todo te lo he dado con alegría. ¡Sólo me dolía que te conformaras con tan poco!"

 

Te agradezco todo. 

Mi Padre te lo pagará después..."

 

"Todo lo he tenido al amarme Tú y con haber redimido 

a María."

 

"Lo ves. De ningún otro he aceptado cosa alguna más quede mis amigos de Betania. Esta fue una de las acusaciones que injustamente él me hizo más de una vez. Pero hallaba aquí, entre vosotros, tanto consuelo para consolar todas mis amarguras de hombre. En Nazaret era el Dios que se consolaba con la única Delicia de Dios. Aquí era Yo el hombre. Y antes de subir al patíbulo, te doy gracias, amigo fiel y cariñoso, amigo gentil, y diligente, reservado y docto, discreto y generoso. Te agradezco todo. Mi Padre te lo pagará después..."

"Todo lo he tenido al amarme Tú y con haber redimido a María."

"¡Oh, no! ¡Mucho más tendrás! Escúchame. No te desesperes de este modo. Dame tu inteligencia para pedirte algo más. Te quedarás aquí a esperar..."

"No, eso no ¿Por qué María y Marta, y yo no?"

"Porque no quiero que te vayas a corromper como serán corrompidos todos los del sexo varonil. En los días siguientes Jerusalén se corromperá como el aire que envuelve una carroña, que revienta al golpe que un viajero sin haberle visto le dio. Sus miasmas volverán locos aun a los menos crueles, aun a mis mismos discípulos. Huirán. Y en medio de su terror ¿a donde irán? Vendrán a tu casa, Lázaro. ¡Cuántas veces, durante estos tres años, han venido en busca de pan, de hospedaje, de defensa, de descanso y del Maestro!...Volverán. Cual ovejas desbandadas por el lobo que ha matado al pastor correrán al redil. Júntalos. Dales valor. Diles que los perdoné. Confío mi perdón en tus manos. Se sentirán angustiados por haber huido. Les dirás que no caigan en un pecado mayor, que es el de perder la esperanza de mi perdón."

"¿Huirán todos?"

"Todos, menos Juan."

 

Lázaro quiere matar a Judas 

y Jesús le dice: Pero aparta de ti, al punto, 

este pensamiento homicida, de otro modo te abandono

 

"Maestro, no vas a pedirme que acoja a Judas, ¿verdad?. Haz que muera en medio de tormentos, pero no me pidas eso. Muchas veces se estremeció mi mano al sentir la espada, deseosa de acabar con el oprobio de la familia, y nunca lo hice porque no soy un hombre sanguinario. Tan sólo sentí la tentación. Pero te juro que si vuelvo a ver a Judas, lo degüello como a un cabro."

"No lo volverás a ver. Te lo prometo."

"¿Huirá? No importa. He dicho: "Si lo vuelvo a ver". Ahora te digo: "Lo buscaré hasta los confines del mundo y lo mataré". 

"No debes desearlo."

"Lo haré."

"No podrás, porque donde estará él, no podrás ir."

"¿Dentro del Sanedrín? ¿Dentro del Santo? Allí lo alcanzaré y lo mataré."

"No estará allá."

"¿En casa de Herodes? Me matarán, pero antes lo mataré."

"Estará con Satanás, y tú nunca estarás con Satanás. Pero aparta de ti, al punto, este pensamiento homicida, de otro modo te abandono."

"¡Oh, oh!... Sí. Por Ti. ¡Oh, Maestro, Maestro!"

"Dices bien, Maestro... Acogerás a mis discípulos, los consolarás. Los encaminarás hacia la paz. Yo soy la Paz. Y también después... Después los ayudarás. Betania será siempre Betania, hasta que el odio no indague en este hogar de amor esperando dispersar sus llamas, y al contrario las esparcirá por el mundo para encenderlo todo. Te bendigo, Lázaro, por todo lo que hiciste y por lo que harás..."

"Nada he hecho, nada. Me sacaste de la muerte, y no me permites que te defienda. ¿Qué he hecho entonces?"

 

"¿Sabes quién soy?" 

Ahora respondo: "Soy el Redentor". 

El Redentor debe consumar el sacrificio hasta lo último.

 

"Me diste tus casas. ¿Ves? Era el destino. El primer alojo en Sión, en una tierra que es tuya. El último en una de ellas. Estaba escrito que fuese Yo tu huésped. Pero no me podrás defender de la muerte. Al principio de esta conversación te pregunté: "¿Sabes quién soy?" Ahora respondo: "Soy el Redentor". El Redentor debe consumar el sacrificio hasta lo último. Por otra parte, cree que quien subirá a la cruz y será expuesto a las miradas y burlas del mundo no seré un ser vivo, sino un muerto. Estoy ya muerto más por el amor y antes que por el tormento. Todavía algo más. Mañana temprano iré a Jerusalén. A tus oídos llegará que Sión ha aclamado como a un vencedor a su Rey, que entrará montado sobre un asno. No te vayas hacer ilusiones por este triunfo y no vayas a juzgar que la Sabiduría que te está hablando, no lo fue en esta tranquila noche. Más veloz que la luz de un bólido que aparece en el firmamento y desaparece por espacios desconocidos, se disipará el entusiasmo del pueblo, y dentro de cinco noches, a esta hora, empezará la tortura con un beso mentiroso que abrirá las bocas, que mañana gritarán hosannas, en un coro de crueles blasfemias y de feroces gritos pidiendo la condenación.

¡Finalmente, ciudad de Sión, pueblo de Israel, tendrás al Cordero pascual! Lo tendrás en esta fiesta. Es la Victima preparada desde hace siglos. El Amor la engendró y se preparó por tálamo un seno en que no hubo mancha. El Amor la consuma. Aquí está la Víctima consciente de ser lo que. No como el cordero que, mientras el carnicero afila el cuchillo para degollarlo, todavía como la hierbecilla del huerto, o ignorante mama todavía la leche materna. Yo soy el Cordero que consciente dice: "¡Adiós!" a la vida, a la Madre, a los amigos. Que va al sacrificio y le dice: "¡Heme aquí!" Yo soy  el alimento del hombre. Satanás ha suscitado un hambre que no se ha satisfecho, que jamás se satisface. Solo un alimento puede calmarla. Y ese alimento está aquí. Aquí está, ¡hombre!, tu pan. Aquí tu vino. Celebra tu pascua, ¡oh linaje humano! Atraviese tu mar, rojo con las llamas satánicas. Lo pasarás teñido con mi Sangre, ¡oh raza humana! preservada del fuego infernal. Puedes pasar. Los cielos, advertidos de mi deseo, ya entreabren las puertas eternas. ¡Mirad, almas de los muertos! ¡Mirad, seres vivientes! ¡Mirad, almas que seréis incorporadas en los siglos que están por venir! ¡Mirad, ángeles del Paraíso! ¡Mirad, demonios del infierno! ¡Mira, oh Padre! ¡Mira, oh Paráclito! La Víctima sonríe. No llora más...

 

Todo, está dicho. Adiós, amigo. No te veré más 

antes de mi muerte. Démonos el beso de despedida

 

Todo, está dicho. Adiós, amigo. No te veré más antes de mi muerte. Démonos el beso de despedida. Y no dudes. Te dirán: "¡Era y es la Verdad y la Vida. Es el Vencedor de la muerte. Lo sé. No puede ser el eterno Muerto. Lo espero. Y no se agotará todo el aceite de la lámpara que el amigo tiene preparada para alumbrar al mundo, invitado a las nupcias del Triunfador, cuando El, el Esposo, habrá ya regresado. Y esta vez la luz jamás será extinguida". Cree esto, Lázaro. Obedece a mi deseo. Oye cómo canta este ruiseñor después de que se calló al oír tu llanto. Haz tu también así. Tu alma, después de que hayas llorado por mi muerte, que cante el himno seguro de tu fe. Sé bendito por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo."

X. 347-355

A. M. D. G.