EL MARTES ANTES DE LA PASCUA:

 

II. LA NOCHE

 


 

#Jesús les hace ver lo que han hecho los judíos con El y les recuerda que ahora verán cosas mayores   

#Los apóstoles le preguntan a que hora se refiere   

#responde Juan entre lágrimas. "Yo la sé. Y será después de tu muerte y resurrección..."  

 #"De mi boca salió siempre la palabra recta. Y jamás será revocada". "Delante de Mí todos doblarán su rodilla. Todos los hombres jurarán por Mí y en mi Nombre"   

#Mi Padre no sólo me ha hecho su siervo para hacer revivir las tribus de Jacob, para convertir lo que queda de Israel "los restos", sino que me ha dado como luz de las naciones para que sea el "Salvador" de toda la tierra.   

#¡Atrás, Satanás, que quieres me entregue al desconsuelo y me tientas para que no obedezca! Desde el principio de mi ministerio y hasta el fin de él has venido y vienes. Pues bien, mira, me pongo ( y realmente se levanta) en posición de lucha. Te desafío  

 #No ignoro el tormento que me espera Hay otro tormento... que no causan la lanza ni los palos, las burlas y bofetadas que recibirá el Hijo del Hombre, sino Dios mismo, tormento que muy pocos conocerán en su real atrocidad. En aquella tortura en que dos serán los principales verdugos: Dios con su ausencia y tú, demonio, con tu presencia,  

 #Serás vencido, demonio. Un día, cuando saliste de un poseso, me dijiste: "Espero vencerte cuando seas una piltrafa de carne ensangrentada". Te respondo: "No te apoderarás de Mí. Yo venzo

 


 

 

Jesús les hace ver lo que han hecho los judíos con El  

y les recuerda que ahora verán cosas mayores

 

"Vosotros oísteis hablar a los gentiles y a los judíos. Y visteis cómo aquellos se inclinaron, ante Mí, y éstos por poco me matan. Poco faltó para que tú, Pedro te liases a golpes al ver que intencionadamente me habían echado encima los corderos, los cabros y los becerros para que cayera al suelo entre excrementos. Simón, aun cuando eres muy prudente, respondiste al insulto que me lanzaron los miembros más feroces del Sanedrín que me gritaban: "Hazte a un lado, demonio, mientras pasan los enviados de Dios". Tú, Judas, primo mío y tú, Juan mi predilecto, gritasteis, y rápidos me librasteis del peligro. Tú, Judas, agarraste las riendas del caballo, y, tú, Juan, poniéndote delante de Mí, fuiste golpeado en mi lugar. Sadoc con su risa sarcástica quiso echarme encima su carro. Os agradezco las pruebas de amor que os hace levantaros en defensa del Inerme. Pero veréis otras cosas peores. Cuando esta luna vuelva a rielar por el firmamento otras dos veces más a partir de hoy, las ofensas de palabra se convertirán en acciones, más tupidas que las flores que hay ahora en los árboles frutales. Visteis -y os habéis quedado sorprendidos- una higuera seca, y un huerto sin flores. La higuera, como Israel, no dio nada al Hijo del Hombre, y ha muerto en su pecado. El huerto, como los gentiles, espera la hora de la que hablé hoy, para florecer y borrar el último recuerdo de la ferocidad humana con la dulzura de las flores derramadas sobre la cabeza y bajo los pies del Vencedor."

 

Los apóstoles le preguntan a que hora se refiere

 

"¿Cuál hora, Maestro?" pregunta Mateo. "Hoy hablaste de tantas cosas, que apenas puedo recordarlas. Quisiera siempre tener presente todo. ¿Se trata de la hora en que regrese el Mesías? También hablaste aquí de ramas que reblandecen y echan hojas."

"¡No es así!" exclama Tomás. "El Maestro habla como si la conjuración que lo aguarda, esté ya cercana. ¿Cómo puede entonces suceder lo que ha dicho que debe preceder su regreso? Guerras, destrucciones, esclavitudes, persecuciones, Evangelio predicado a todo el mundo, abominación en la casa de Dios, y, luego, terremotos, pestes, falsos profetas, señales en el sol y en las estrellas... ¡Eh, se necesitan siglos para todo esto! Se las vería buenas el dueño del huerto si estuviese que esperar hasta que floreciese."

"No comería del fruto de sus árboles, porque estoy seguro que será el fin del mundo" comenta Bartolomé.

"Para que el mundo se acabe, no hace falta que Dios quiera, y todo regrese a la nada. Por esto el huerto no tendrá que esperar tanto tiempo. Pero, como dije así sucederá. Y pasarán muchos siglos entre una y otra cosa. Esto es, hasta el definitivo triunfo y regreso mío" explica Jesús.

"¿Y entonces? ¿Cuál es la hora?"

 

responde Juan entre lágrimas. 

"Yo la sé. Y será después de tu muerte y resurrección..."

 

"¡Oh, yo la sé!" responde Juan entre lágrimas. "Yo la sé. Y será después de tu muerte y resurrección..." Se estrecha a Jesús.

"¿Y te pones a llorar porque resucita?" lo provoca Judas Iscariote.

"Lloro porque antes tiene que morir. No te burles de mí, demonio. Yo sé. Y no puedo pensar en esa hora."

"Maestro, me llamó demonio. Ha faltado contra el compañero."

"Judas, ¿estás seguro de no merecerlo? Si es así, no te preocupes. También Yo he sido llamado "demonio" y lo repetirán."

"Pero Tú has dicho que quien insulta a su hermano es culpable..."

"Silencio, ante la muerte que se acaben de una vez estas acusaciones odiosas, estas disputas y mentiras. No turbéis a quien muere."

"Perdóname, Jesús" murmura Juan. "Algo sentí dentro de mí al ver que se reía... y no pude controlarme." Juan se ha acercado mucho más a Jesús, y llora sobre su espalda.

"No llores. Te comprendo. Déjame hablar."

Pero Juan no se separa de Jesús, ni siquiera cuando se sienta sobre una gran raíz saliente. Las lágrimas del discípulo caen sobre el vestido púrpura del Maestro y al tocarlas los rayos de luna parecen rubíes, parecen gotas de sangre diluida.

 

"De mi boca salió siempre la palabra recta.

Y jamás será revocada".

 "Delante de Mí todos doblarán su rodilla. 

Todos los hombres jurarán por Mí y en mi Nombre"

 

"Hoy escuchasteis a los judíos y gentiles lo que decían. No os debe extrañar si os digo: "De mi boca salió siempre la palabra recta. Y jamás será revocada". Siempre diré con Isaías, al hablar de los gentiles que vendrán a Mí, después que haya sido levantado de la tierra. "Delante de Mí todos doblarán su rodilla. Todos los hombres jurarán por Mí y en mi Nombre". Y al ver los modales de los judíos, no dudaréis ni un momento en afirmar, sin equívoco alguno, que serán llevados ante Mí avergonzados todos los que me fueron contrarios.

 

Mi Padre no sólo me ha hecho su siervo para hacer revivir 

las tribus de Jacob, para convertir lo que queda de Israel

 "los restos", sino que me ha dado como luz de las naciones

 para que sea el "Salvador" de toda la tierra.

 

Mi Padre no sólo me ha hecho su siervo para hacer revivir las tribus de Jacob, para convertir lo que queda de Israel "los restos", sino que me ha dado como luz de las naciones para que sea el "Salvador" de toda la tierra. Por esto, durante estos treinta y tres años de destierro del cielo y del seno del Padre, he continuado creciendo en gracia y sabiduría ante Dios y ante los hombres, llegando a la edad perfecta, y en estos últimos tres años, después de haber caldeado mi alma y mi mente en el fuego del amor y de haberlas templado con el hielo de la penitencia, he hecho "que mi boca sea como una espada cortante". 

El Padre santo, que es mío y vuestro, hasta ahora me ha custodiado bajo la sombra de su mano, porque todavía no había llegado la hora de la expiación. Ahora me deja ir. La flecha suelta, la flecha de su divina aljaba, después de que ha herido para curar, herido a los hombres para abrir brecha en sus corazones a la Palabra y a la Luz de Dios, ahora vuela rápida, derecha, a herir la Segunda Persona, al Expiador, al Obediente por el desobediente Adán... Y como un guerrero herido caigo, diciendo a muchos: "En vano me he fatigado, en vano, para no alcanzar nada. Inútilmente he gastado mis fuerzas."

 

¡Atrás, Satanás, que quieres me entregue al desconsuelo 

y me tientas para que no obedezca! 

Desde el principio de mi ministerio y hasta el fin de él

 has venido y vienes. 

Pues bien, mira, me pongo ( y realmente se levanta) en posición

 de lucha. 

Te desafío

¡Pero no! Todo lo hice por el eterno Señor que no hace cosa alguna sin motivo. ¡Atrás, Satanás, que quieres me entregue al desconsuelo y me tientas para que no obedezca! Desde el principio de mi ministerio y hasta el fin de él has venido y vienes. Pues bien, mira, me pongo ( y realmente se levanta) en posición de lucha. Te desafío. Lo juro por Mí mismo que te venceré. No es orgullo decirlo, es la verdad. El Hijo del Hombre será vencido en su cuerpo, por el hombre, por el miserable gusano que muerte y envenena con su fétido fango. Pero el Hijo de Dios ,la Segunda Persona de la inefable Trinidad, no será vencido por Satanás. Tú eres el Odio, eres poderoso en medio de él y en tu malicia de tentador. Pero conmigo, seré para ti una fuerza que se te escapará de entre manos, porque no podrás ni apresarla, ni enclavar. El Amor está conmigo.

 

No ignoro el tormento que me espera 

 

Hay otro tormento... que no causan la lanza ni los palos, 

las burlas y bofetadas que recibirá el Hijo del Hombre, 

sino Dios mismo, tormento que muy pocos conocerán en su

 real atrocidad. 

 

En aquella tortura en que dos serán los principales

 verdugos: 

Dios con su ausencia 

y tú, demonio, con tu presencia

 

No ignoro el tormento que me espera. No del que os hablaré mañana, porque tened en cuenta que nada de lo que ha pasado a mi alrededor lo he ignorado, así como tampoco cuanto suceda. Hay otro tormento... que no causan la lanza ni los palos, las burlas y bofetadas que recibirá el Hijo del Hombre, sino Dios mismo, tormento que muy pocos conocerán en su real atrocidad. En aquella tortura en que dos serán los principales verdugos: Dios con su ausencia y tú, demonio, con tu presencia, la Víctima tendrá consigo al Amor, que vive en mí, que es la primera fuerza de mi resistencia a la prueba, y al Amor que encontraré en el consolador espiritual que bate ya sus alas de oro por el ansia de bajar a secar mis sudores y que recoge ya todas las lágrimas de los ángeles en celestial cáliz, que deslíe la miel de los nombres de mis redimidos y amantes para templar con esa bebida la sed del torturado, y su ilimitada amargura.

 

Serás vencido, demonio. Un día, cuando saliste de un poseso, 

me dijiste: "Espero vencerte cuando seas una piltrafa de

 carne ensangrentada". Te respondo: 

"No te apoderarás de Mí. Yo venzo

 

Serás vencido, demonio. Un día, cuando saliste de un poseso, me dijiste: "Espero vencerte cuando seas una piltrafa de carne ensangrentada". Te respondo: "No te apoderarás de Mí. Yo venzo. Mi fatiga ha sido santa, mi causa está ante mi Padre. Él defiende lo que hizo su Hijo y no permitirá que mi espíritu se extenúe."

Padre, desde ahora antes de que llegue esa atroz hora, te digo: "En tus manos encomiendo mi espíritu."

Juan no te vayas... Todos los demás podéis iros. La paz del Señor esté donde Satanás no se hospeda. Hasta pronto."

Todo termina de este modo.

X. 406-409

A. M. D. G.