MARÍA RECIBE A LÁZARO Y A JOSÉ 

DE ARIMATEA

 


#Viene Lázaro y José de Arimatea a hablar con la Virgen  

#Le proponen a la Virgen en vez de vivir en el Cenáculo hacerlo en una casita que Lázaro tiene en Getsemaní 

  #No ignoramos que no tienes ninguna intención de abandonar estos lugares donde viste la perfecta manifestación de la naturaleza divina y humana de tu Hijo, 

  #También no ignoramos que no quieres dejar solos a los apóstoles, y quieres ser su Madre y guía en las primeras pruebas, tú, sede de la Sabiduría divina, tú, Esposa del Espíritu 

  #A tu vez por haberlo visto en el Getsemaní el día de la Ascensión de tu Hijo al Padre, y por haberlo sabido por Pedro, Juan y los demás apóstoles, sabes cómo yo y Lázaro, inmediatamente después de la muerte y resurrección, empezamos a levantar vallas alrededor de mi huerto

 #te decimos: "Toma posesión en la casa de Jonás y María, los custodios de Getsemaní"."  

#No es justo que ojo humano se pose sobre los misterios de Dios, porque El es ahora Dios más que nunca. Mujer Yo, Hombre Jesús. Pero nuestra humanidad fue diversa de cualquier otra, 

 #Sólo yo y Jesús, mientras estuvo en la tierra, sabemos qué sufrimiento, que... sí, hasta vergüenza, incomodidad, tormento se tiene cuando la curiosidad humana escudriña, vigila, 

 #Acordaos cómo, para no hacerlos saber ni siquiera a mi esposo José, poco faltó para que hubiera hecho a un hombre injustos, no siéndolo. 

  #Yo no quisiera que ojo humano indagase los misterios que Dios ha depositado en mí, misterios que no han cesado con el regreso al cielo de Jesús, mi Hijo y mi Dios, sino que continúa, 

  #"¡Oh, si es así!" exclama la Virgen."¡Yo y Juan! ¡Solos! ¡Los dos solos! ¡Me parecerá estar nuevamente en Nazaret con mi Hijo! ¡Solos! ¡En la soledad! ¡En aquella paz! 

#Lázaro ofrece el Cenáculo a María y a toda la iglesia naciente  

#Esta es la llave que abre las diversas cancelas de la valla de Getsemaní. Esta es la llave de la casa. Sé feliz  

#Llega Juan y María le anuncia lo sucedido  

#Juan profetiza a María que Ella también subirá al Padre como Jesús lo hizo   

#pienso, mejor dicho, preveo que tendrás la suerte que hubiera tenido Eva si no hubiera pecado. Aun más porque no fuiste la esposa de un Adán-hombre, sino de Dos para dar a la tierra el nuevo Adán fiel a la gracia. Dios, al crear los primeros padres, no los había destinado a la muerte, esto es, a la corrupción del cuerpo más perfecto que había hecho, 

 


 

Viene Lázaro y José de Arimatea a hablar 

con la Virgen

 

La Virgen está todavía en el Cenáculo. Sola, en su habitación usual, cose lino muy fino, algo así como manteles largos pero angostos. De cuando en cuando levanta la cabeza para mirar hacia el jardín y comprender, según la posición del sol que da sobre las pareces, la hora del día. Se siente ruido en la casa, o en el camino. Escucha atentamente. Parece como si estuviese esperando a alguien.

Pasa el tiempo. Se oye un golpe a la puerta, después sonido de sandalias que van a abrir. Se oyen voces varoniles que se acercan. La Virgen escucha... Luego exclama: "¿Ellos aquí? ¿Qué habrá pasado?" Mientras está diciendo estas palabras, alguien llama a la entrada de su habitación. "Entrad, hermanos en Jesús, mi Señor" invita María.

Entran Lázaro y José de Arimatea que la saludan con profundo respeto: "¡Bendita tú entre todas las madres! Los siervos de tu Hijo y Señor nuestro te saludan" y se postran para besar la extremidad de su vestidura.

"El Señor esté siempre con vosotros. ¿Por qué motivo y mientras todavía no cesa la ira de los perseguidores de Jesús y de sus seguidores, habéis venido?"

"Ante todo para saludarte. Pues verte y saludarte es verlo todavía a El, y sentirnos así menos afligidos por su partida de la tierra. Luego para proponerte cuanto decidimos hacer en una reunión que se tuvo en mi casa con los más amantes y fieles siervos de Jesús, tu Hijo, y Señor nuestro" responde Lázaro.

"Hablad. Será vuestro amor quien me hable, y con mi amor os escucho."

 

Le proponen a la Virgen en vez de vivir 

en el cenáculo hacerlo en una casita 

que Lázaro tiene en Getsemaní con su huerto 

y QUE DISFRUTE TAMBIÉN DEl huerto QUE José de 

Arimatea TIENE AL LADO

 

 

te decimos: "Toma posesión en la casa de Jonás

 y María, los custodios de Getsemaní"."

 

Toma la palabra José de Arimatea: "María, no ignoras, y lo has dicho, que la ira es mayor contra los que estuvieron más cerca a tu Hijo y Dios, o por parentesco, o por fe, o por amistad. No ignoramos que no tienes ninguna intención de abandonar estos lugares donde viste la perfecta manifestación de la naturaleza divina y humana de tu Hijo, su total entrega, su completa glorificación por medio de su pasión y muerte y por medio de su gloriosa resurrección y ascensión. También no ignoramos que no quieres dejar solos a los apóstoles, y quieres ser su Madre y guía en las primeras pruebas, tú, sede de la Sabiduría divina, tú, Esposa del Espíritu manifestador de las verdades eternas, tú, Hija amada del Padre que te eligió ab eterno para Madre de su Unigénito, tú, Madre de este Verbo del Padre que ciertamente te instruyó con su infinita y perfectísima sabiduría y doctrina antes que estuviese en ti, como ser que se formaba, o que estuviese contigo cual Hijo que crecía en edad y sabiduría hasta llegar a ser el Maestro de los maestros. Juan lo dijo el día después de la primera sorprendente predicación y manifestación apostólica que tuvo lugar diez días después de la Ascensión de Jesús al Cielo. A tu vez por haberlo visto en el Getsemaní el día de la Ascensión de tu Hijo al Padre, y por haberlo sabido por Pedro, Juan y los demás apóstoles, sabes cómo yo y Lázaro, inmediatamente después de la muerte y resurrección, empezamos a levantar vallas alrededor de mi huerto cercano al Gólgota y al Getsemaní en el monte de los Olivos, para que estos lugares, santificados con la sangre del divino Mártir, que ardía de fiebre en el Getsemaní, que se congeló y se secó en mi huerto, no sean profanados por los enemigos de Jesús. Los trabajos han sido terminados y tanto yo como Lázaro, y con él sus hermanas y los apóstoles, que sufrirían mucho en no tenerte aquí, te decimos: "Toma posesión en la casa de Jonás y María, los custodios de Getsemaní"."

"¿Y Jonás y María? Pequeña es la casa. Siempre he amado la soledad. Y tanto más ahora cuando que tengo necesidad de ella para sumergirme en Dios, en mi Jesús, para no morir de ansias de no tenerlo más aquí. No es justo que ojo humano se pose sobre los misterios de Dios, porque El es ahora Dios más que nunca. Mujer Yo, Hombre Jesús. Pero nuestra humanidad fue diversa de cualquier otra, tanto por la inmunidad de la culpa, aun de origen, y por nuestras relaciones con Dios Uno y Trino. Somos los únicos en esto diversos entre todos, pasados, presente y futuros. Ahora bien el hombre, aun el más bueno y prudente, es por inclinación curioso, sobre todo si tiene cerca una manifestación extraordinaria... Sólo yo y Jesús, mientras estuvo en la tierra, sabemos qué sufrimiento, que... sí, hasta vergüenza, incomodidad, tormento se tiene cuando la curiosidad humana escudriña, vigila, espía nuestros secretos con Dios. Es algo así como si nos pusiesen desnudos en medio de una plaza. Pensad en mi pasado. En cómo he buscado la soledad, el silencio, en cómo siempre he ocultado, bajo la apariencia de una vida común de una pobre mujer, los misterios que Dios ha colocado en mí. Acordaos cómo, para no hacerlos saber ni siquiera a mi esposo José, poco faltó para que hubiera hecho a un hombre injustos, no siéndolo. Sólo la intervención angelical evitó este peligro. Pensad en la vida humilde, escondida, ordinaria que llevó Jesús por treinta años, cómo se aislaba y se retiraba de los demás cuando fue el Maestro. Tuvo que hacer milagros e instruir porque tal era su misión. Yo sé por El mismo que sufría -una de las causas porque su austeridad y tristeza que despedían sus grandes y potentes ojos- cuando lo aplaudían las multitudes, por la curiosidad más o menos buena con que todas sus acciones eran observadas. ¡Cuántas veces no ordenó a sus apóstoles y a aquellos a quienes había hecho un milagro: "No digáis lo que habéis visto. No digáis lo que os he hecho"!... Yo no quisiera que ojo humano indagase los misterios que Dios ha depositado en mí, misterios que no han cesado con el regreso al cielo de Jesús, mi Hijo y mi Dios, sino que continúa, aun más crecen por su bondad y por tenerme en esta vida hasta que llegue la hora, por mí tanto suspirada, de unirme a El por la eternidad. Quisiera a Juan solo conmigo. Porque es prudente, respetuoso, cariñoso conmigo como un segundo Jesús. Pero Jonás y María sabrán..."

Lázaro la interrumpe: "Ya hemos provisto a ello, ¡oh Bendita! Marcos, hijo de Jonás, está entre los discípulos. María, su madre, y Jonás, su padre, están ya en Betania."

"¿Y el olivar? ¡Hay que cuidarlo!" objeta María.

"Sólo cuando se trate de la poda, del abono y cosecha. Pocos días en el año, y no serán muchos porque enviaré a mis siervos de Betania junto con Marcos. Tú, Madre, si nos quieres hacer felices a mí y a mis hermanas, ven en esos días a Betania, a la casa solitaria de Zelote. Seremos vecinos, pero nuestros ojos no serán indiscretos en tus relaciones con Dios."

"¿Y la prensa?"

"Ya fue transportada a Betania. Getsemaní, que está rodeado completamente, propiedad que tiene en su corazón Lázaro hijo de Teófilo, te espera, ¡oh María! Te aseguro que los enemigos de Jesús no se atreverán por miedo a Roma, a perturbar la paz del lugar y la tuya."

 

"¡Oh, si es así!" exclama la Virgen."¡Yo y Juan! 

¡Solos! ¡Los dos solos! ¡Me parecerá estar 

nuevamente en Nazaret con mi Hijo! ¡Solos! 

¡En la soledad! ¡En aquella paz! 

¡Allí donde mi Jesús brindó tantas palabras 

y tanta paz! Allí donde, es cierto, 

sufrió hasta sudar sangre y donde 

aceptó el mayor sufrimiento, 

el del beso infame y las primeras..."

 

"¡Oh, si es así!" exclama la Virgen, y se lleva las manos a su corazón. Los mira con un rostro, diría yo, extático por lo feliz que se siente, con una sonrisa angelical en sus labios y con lágrimas de alegría en sus rubias pestañas. Continúa: "¡Yo y Juan! ¡Solos! ¡Los dos solos! ¡Me parecerá estar nuevamente en Nazaret con mi Hijo! ¡Solos! ¡En la soledad! ¡En aquella paz! ¡Allí donde mi Jesús brindó tantas palabras y tanta paz! Allí donde, es cierto, sufrió hasta sudar sangre y donde aceptó el mayor sufrimiento, el del beso infame y las primeras..." Un sollozo y un recuerdo dolorosísimo le quitan la palabra, descomponen su rostro, que por unos instantes, aparece doloroso como en la pasión  muerte de su Hijo. Luego, volviendo en sí continúa: "Allí en el Getsemaní donde El volvió en la infinita paz del Paraíso. Mandaré a decir a María de Alfeo que cuide de mi casita de Nazaret, que tanto quiero porque allí se realizó el misterio, allí murió mi esposo, tan puro y santo, y creció Jesús. ¡Tanto que la quiero! Pero nunca como estos lugares donde El instituyó la Ceremonia de las ceremonias, se hizo Pan, Sangre, Vida para los hombres, padeció, redimió, fundó su iglesia, y con su última bendición, hizo buenas y santas todas las cosas de la creación. Me quedaré, sí, me quedaré en Getsemaní. Y desde allí podré, siguiendo los muros, desde su exterior, ir al Gólgota, y en tu huerto, José, donde tanto lloré, venir a tu casa, Lázaro, donde siempre encontramos mi Hijo y yo mucho amor. Pero quisiera..."

"¿Qué cosa, oh Bendita?" le preguntan.

 

Lázaro ofrece el Cenáculo a María y  A toda 

la iglesia naciente

 

"Quisiera regresar siempre aquí, porque yo y los apóstoles, siempre que Lázaro lo permita, hemos decidido..."

"Todo lo que quieras, Madre. Todo lo que tengo es tuyo. Se lo dije a Jesús, ahora te lo digo a ti. Soy yo siempre el favorecido, si aceptas lo que te ofrezco."

"Hijo, permite que te llame así, quisiera que me permitieses hacer de esta casa, más bien del Cenáculo, el lugar de reunión y del ágape fraterno."

"Tienes razón. En él tu Hijo instituyó el rito eterno, constituyó la nueva Iglesia, elevando al nuevo pontificado y sacerdocio a sus apóstoles y discípulos. Justo es que la sala se convierta en el primer Templo de la nueva religión. La semilla que el día de mañana será planta, y luego inmensa selva, el germen que se convertirá en organismo vital, completo, que crecerá cada vez más en grandeza, profundidad y anchura, extendiéndose por toda la tierra. ¿Qué mesa y altar más santos que sobre los cuales partió el pan, puso el cáliz del nuevo rito que durará mientras dure la tierra?"

"Es verdad, Lázaro. ¿Ves? Por eso estoy cosiendo estos lienzos. Porque creo, como nadie podrá creer de igual modo, que el pan y el vino son El, en su carne y en su sangre; carne santísima e inocentísima, sangre redentora, hechos alimento y bebida de los hombres. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo os bendigan a vosotros que sois tan buenos, prudentes, piadosos para con el Hijo y para con su Madre."

 

Esta es la llave que abre las diversas cancelas 

de la valla de Getsemaní. 

Esta es la llave de la casa. Sé feliz

 

"Entonces, de acuerdo. Toma. Esta es la llave que abre las diversas cancelas de la valla de Getsemaní. Esta es la llave de la casa. Sé feliz en la medida que Dios lo quiera y en lo que nuestro pobre amor quisiera que lo fueras."

José de Arimatea, dice: "Y ésta es la llave de la valla de mi huerto."

"¡Tú tienes todo el derecho de entrar allí!"

"Tengo otra, María. El hortelano es un hombre recto, como lo es su hijo. Verás que tanto ellos como yo seremos prudentes y respetuosos."

"Dios os bendiga nuevamente" responde María."Las gracias te las damos a ti, Madre. Nuestro amor y la paz de Dios sean siempre contigo." Después de esto se postran, besan la extremidad de su vestido y se retiran.

Apenas se han ido, cuando se oye que alguien llama a la puerta.

"Entra" dice María.

 

Llega Juan y María le anuncia lo sucedido

 

Juan no espera que se lo repitan. Entra y cierra un poco agitado: "¿Qué querían José y Lázaro? ¿Hay algún peligro?"

"No, hijo. Se trató de que se aceptara un deseo mío. Deseo mío y de otros. Tú sabes cómo Pedro y Santiago de Alfeo, el uno el Pontífice, el otro el jefe de la Iglesia de Jerusalén, están preocupadísimos por perderme, y temerosos de no poder hacer nada sin mí. Sobre todo Santiago. Ni siquiera la aparición especial con que le obsequió mi Hijo, ni su elección lo consuelan y fortalecen. También los otros... Lázaro llena este deseo y nos hace dueños de Getsemaní. Yo, tú. Solos allá. Aquí están las llaves. Esta es la del huerto de José... Podremos ir al sepulcro, a Betania sin pasar por la ciudad... Ir al Gólgota... Venir aquí cada vez que se celebre el ágape fraterno. Todo nos conceden Lázaro y José."

"Son dos verdaderos justos. Lázaro recibió mucho de Jesús. Es verdad. Y aun antes de haber recibido, le dio siempre todo. ¿Estás contenta, Madre?"

"Sí, Juan, mucho. Viviré, hasta que Dios lo quiera, ayudando a Pedro, a Santiago, a todos vosotros y ayudaré a los primeros cristianos como pueda. Si los judíos, los fariseos y los sacerdotes no son unas fieras contra mí, como lo fueron contra mi Hijo, pondré mi aliento donde El subió al Padre."

 

Juan profetiza a María que Ella también 

Subirá al Padre como Jesús lo hizo.

 

"También tú subirás, Madre."

"No, no soy Jesús. Nací como todos los demás."

"Pero sin la mancha original. Soy un pobre pescador, ignorante. No sé nada de ciencia y de escrituras, fuera de lo que me enseñó el Maestro, pero soy como un niño, porque soy puro, y por esto, tal vez, sé más que los rabinos de Israel porque, El lo dijo, Dios esconde las cosas a los sabios y las descubre a los pequeños, a los puros; y por esto pienso, mejor dicho, preveo que tendrás la suerte que hubiera tenido Eva si no hubiera pecado. Aun más porque no fuiste la esposa de un Adán-hombre, sino de Dos para dar a la tierra el nuevo Adán fiel a la gracia. Dios, al crear los primeros padres, no los había destinado a la muerte, esto es, a la corrupción del cuerpo más perfecto que había hecho, del más noble entre todos los cuerpos creados porque dotado de alma espiritual y de los dones gratuitos, por los que podían llamarse "hijos adoptivos de Dios", sino quiso que para ellos sólo fuese un paso del paraíso terrestre al celestial. Tú nunca has tenido mancha alguna de pecado; ni siquiera el pecado común, herencia de Adán a todos los seres humanos te manchó, pues fuiste desde la eternidad destinada a ser el arca del Verbo. Y el Arca, aun aquella que no conserva sino cosas frías, áridas, muertas porque en verdad el pueblo de Dios no las pone en práctica como debería, es, y debe ser siempre limpísima. El arca, sí. ¿Pero quién de los que se acercan a ella, bien sean pontífices o sacerdotes, lo son realmente como lo eres tú? Nadie. Por esto yo presiento que tú, la Eva segunda, fiel a la gracia, no verás la muerte."

"Mi Hijo, el segundo Adán, la Gracia misma, que obedeció siempre al Padre y a mí de una manera perfecta, murió. ¡Y qué clase de muerte!"

"Había venido para ser el Redentor, Madre. Dejó al Padre, el Cielo, para hacerse hombre y poder redimir con su sacrificio a los hombres, devolverles la gracia, y por la tanto volverlos a poner en el grado de hijos adoptivos de Dios, herederos del cielo. El tenía que morir. Y murió con su humanidad santísima. Tú moriste en el corazón al ver sus crueles suplicios y su muerte. Ya padeciste todo para ser redentora con El. Soy un pedazo de alcornoque, pero presiento que a ti, Arca verdadera del Dios verdadero y vivo, no puede llegar la corrupción. Como la nube de fuego cubrió y dirigió el arca de Moisés hacia la tierra prometida, así el Fuego de Dios te atraerá hacia su centro. Como la vara de Aarón no se secó, antes bien, echó retoños, hojas y frutos, y estuvo en el tabernáculo, de igual modo tú, la elegida de Dios entre todas las mujeres que han vivido y vivirán sobre la tierra, no morirás cual muere una planta, sino vivirás en el eterno tabernáculo como estás ahora, con todo tu ser. Como las aguas del Jordán se abrieron para dejar pasar el Arca y a los que la llevaban, a todo el pueblo, en tiempos de Josué, así caerán ante ti las barreras que el pecado de Adán puso en la tierra y en el cielo, y pasarás de este mundo al cielo eterno. Estoy seguro de ello. Porque Dios es justo. Y para ti que no tienes ni el pecado de herencia, ni pecado voluntario, vale el decreto que El puso."

"¿Te lo reveló Jesús?"

"No, Madre. Me lo dice el Espíritu Paráclito, el que nos dijo el Maestro que nos revelaría cosas futuras y toda verdad. El Consolador me lo dice dentro del alma para hacerme menos amargo el sentimiento de perderte, ¡oh Madre bendita a quien amo y venero más que a la mía propia!, porque sufriste, porque eres buena y santa, solo inferior a tu Hijo santísimo entre todos los santos presentes y futuros. La mayor Santa que haya existido." Y Juan, conmovido, se postra venerándola.

XI. 827-833

A. M. D. G.