¡ESTA ES MI MADRE!


Durante el tercer año de la vida pública de Cristo, en la humilde casita
de Nazaret, ante los Apóstoles, los discípulos pastores, las discípulas y
otros (un total de unos cuarenta oyentes),habla Jesús de su Madre haciendo
de Ella una especie de retrato moral. Dice:

...Os he querido aquí para daros a conocer a María. Muchos de vosotros
conocéis la "Madre" María; algunos la "Esposa" María. Mas ninguno conoce la
"Virgen " María. Yo os la voy a dar a conocer en este jardín florido al que
vuestro corazón viene con el deseo despertado en vuestros alejamientos
forzosos buscando un descanso en las fatigas apostólicas. Os he oído hablar
a vosotros, apóstoles, discípulos y parientes y escuchado vuestras
impresiones, recuerdos y juicios sobre mi Madre. Yo os cambiaré todo esto,
muy admirativo por cierto, aunque también muy humano, a un conocimiento
sobrenatural. Porque mi Madre, antes que Yo, debe ser transfigurada a los
ojos de quienes más se lo merecen, mostrándola cual Ella es. Lo que
vosotros véis es una mujer. Una mujer que, por su santidad, se os figura
diferente de las otras pero que, en realidad, lo que véis es un alma
revestida de carne como todas sus hermanas de sexo. Mas lo que ahora os voy
a descubrir es el alma de mi Madre, su verdadera y eterna belleza.

Dicho ésto, se vuelve Jesús a su Madre y le dice:

"Ven aquí, Madre mía. No te sonrojes ni te apartes con temor, paloma
delicada de Dios. Tu Hijo es la Palabra de Dios y puede hablar de tí y de
tu misterio, de tus misterios, ¡oh sublime Misterio de Dios! Sentémonos
aquí, en esta sombra ténue de los árboles en flor, cabe la casa, cabe tu
santa habitación. ¡Así! alcemos esta tienda ondulante y salgan ondas de
santidad y de Paraíso de esta estancia virginal que nos saturen a todos
nosotros... Sí, Yo también. Que perciba tus perfumes, Virgen perfecta, a
fín de poder soportar los hedores del mundo y poder ver candor tras saturar
mis pupilas con el tuyo... Aquí, Marziam, Juan, Esteban y vosotras,
discípulas, totalmente de frente de la puerta abierta de la casta morada de
la más Casta de todas las mujeres. Y vosotros, amigos míos, detrás. Y aquí,
a mi vera, tú, querida Madre mía.

Os he dicho poco ha: "La eterna belleza del alma de mi Madre". Soy la
Palabra y, por tal motivo, sé usar de la palabra sin error.He dicho:
eterna, no inmortal. Y no sin un fin lo he dicho. Es inmortal quien,
habiendo nacido, ya no muere. De este modo es inmortal el alma de los
justos en el Cielo y el alma de los pecadores en el Infierno, porque el
alma, una vez creada, ya no muere sino a la gracia. Ahora bien, el alma
tiene vida y existe desde el momento en que Dios la piensa (existe en el
pensamiento de Dios). Es el pensamiento de Dios el que la crea. El alma de
mi Madre la pensó Dios desde siempre. Por eso es eterna (en el pensamiento
de Dios) en su belleza, en la que Dios derramó todas las perfecciones para
así recibir de ella delicia y consuelo.

Se dice en el libro de nuestro antepasado Salomón, que te antevió y que,
por ello, puede ser llamado tu profeta: "Dios me poseyó dede el inicio de
sus obras, desde el principio, antes de la Creacxión. Ab aeterno fuí
establecida, al principio, antes de que fuese hecha la Tierra...

Sí, Madre, a quien Dios, el Inmenso, el Sublime, el Virgen, el Increado,
cual gestante llevaba dentro de Sí como peso suyo dulcísimo, jubiloso de
sentirlo agitarse dentro de El y prodigándole sonrisas con las que realizar
la Creación. Tú, a quien te dió a luz con dolor para darte al mundo, alma
suavísima, nacida del Virgen para ser la "Virgen". Perfección de la
Creación, Luz del Paraiso, Consejo de Dios que, mirándote, pudo perdonar la
Culpa, porque tú sola, sabes amar como toda la Humanidad, tomada en su
conjunto, no sabe amar. ¡En tí el Perdón de Dios!¡En tí la Medicina de
Dios!¡Tú eres la caricia del Eterno sobre la herida hecha por el hombre a
Dios! ¡En tí radica la salvación del mundo, Madre del Amor Encarnado y del
otorgado Redentor! ¡El alma de mi Madre! ¡Fundido en el amor con el Padre,
Yo te veía dentro de Mí, alma de mi Madre!... Y tu esplendor, tu plegaria y
la idea de llegar a ser llevado por tí me consolaban, desde la eternidad,
de mi doloroso destino y de las experiencias humanas de lo que es el mundo
corrompido para el Dios perfectísimo. ¡Gracias, Madre! Yo vine saturado ya
de tus consuelos y bajé (del Cielo) sintiéndote tan sólo a tí, tu perfume.
tu canto, tu amor... ¡Gozo, dicha mía!

Pero oid, vosotros, que sabéis ahora que hay sólo una Mujer en la que no
hay mancha, una sola Criatura que no costó herida alguna al Redentor, oid
la SEGUNDA TRANSFIGURACIÓN DE MARIA, la Elegida de Dios.

Era una apacible tarde de Adar y los árboles se hallaban florecidos en el
huerto silencioso. María, desposada con José, había cortado una rama de
árbol en flor para cambiar la que ya tenía en su pequeña estancia. Hacía
poco que viniera a Nazaret de su internado en el Templo para ser el ornato
de una casa de santos. Y con el alma dividida en tres: entre el Templo, su
casa y el Cielo, contemplaba la rama florida, pensando que, con otra
semejante, florecida de un modo desacostumbrado, que se cortó en este mismo
huerto en lo más crudo del invierno y floreció como en primavera ante el
Arca del Señor -habiála caldeado sin duda el Sol-Dios radiante en su
Gloria- Dios habíale expresado su voluntad. Y pensaba también que, en el
día de las nupcias, José le llevó otras flores, mas nunca como las de la
primavera que llevaban escrito sus delicados pétalos: "Te quiero unida a
José...". Pensaba tántas cosas...! Y, pensando, subió a Dios. Sus manos se
movían ligeras entre la rueca y el huso hilando un hilo más sutil que uno
cualquiera de los cabellos de su juvenil cabeza...

Su alma tejía un tapiz de amor, moviéndose ligera, como lanzadera en el
telar, desde la tierra al Cielo. De los cuidados domésticos, de los del
esposo a los de su alma y a los de Dios. Cantaba y oraba. Y el tapiz se iba
formando en el místico telar desarrollándose desde la tierra al Cielo y
subiendo hasta perderse allá arriba... Formado ¿de qué? De hilos sutiles,
perfectos, de sus virtudes, del hilo volador de la lanzadera que Ella
creía ser "suya" cuando era de Dios: la lanzadera de la Voluntad de Dios en
la que iba envuelta la voluntad de la pequeña, la gran Virgen de Israel, la
Desconocida para el Mundo, la Conocida de Dios, su voluntad identificada,
hecha una con la Voluntad del Señor. Y el tapiz se engalanaba con flores de
amor, de pureza, de palma de paz, de palmas de gloria, de violetas de Parma
y de jazmines. Todas las virtudes florecían sobre el tapiz del amor que la
Virgen de Dios iba desarrollando con estímulo desde la tierra al Cielo. Y
como el tapiz no alcanzaba hasta allí, Ella lanzaba su corazón cantando:
"Venga mi Amado a su jardín y pruebe el fruto de sus manzanas... Descienda
mi Amado a su jardín, al bancal de los aromas, a apacentar por los jardines
y recoger lirios. Yo soy para mi Amado y mi Amado es para mí, El pastorea
entre los lirios" Y de lontananzas infinitas, entre torrentes de Luz
llegaba una Voz que oido humano no es capaz de oir ni garganta humana
articular, que decía:"¡Qué hermosa eres, amiga mía! ¡Qué hermosa eres...!
Miel destilan tus labios... Eres jardín cerrado y fuente sellada,
hermana,esposa mía..." y las dos voces al unísono, se unían para cantar la
eterna verdad:"El amor es más fuerte que la muerte. Nada hay que pueda
hacer que se extinga o anegue nuestro amor". Y la Virgen se transfiguraba
así... así... así... al tiempo que descendía Gabriel y, con su ardor, la
volvía a la Tierra, unía su espíritu a la carne para que
Ella pudiese oir y comprender la petición de Aquel que habíala llamado
"Hermana" pero que la quería Esposa".

He aquí que entonces se realizó el Misterio... Y una púdica, la más casta
de todas las mujeres, Aquella que desconocía el estímulo instintivo de la
carne, se turbó ante el Angel de Dios, porque hasta un ángel turba la
humildad y el pudor de la Virgen; y sólo se calmó al oirle hablar. Creyó y
pronunció la palabra por la que "su" amor se hizo Carne y vencerá a la
Muerte, no habiendo "aguas que puedan extinguirlo ni maldad que pueda
sumergirlo...".

Jesús se inclina dulcemente sobre María que se ha deslizado a sus pies
como extática al evocar aquella hora lejana, mostrándose luminosa con una
luz especial que parece le exhale del alma, y con voz queda le
pregunta:"¿Cúal fue tu respuesta, ¡oh Purísima!, al que te aseguraba que,
al ser Madre de Dios, no perderías tu perfecta virginidad?".

Y María, como en sueños, lentamente, sonriendo, con los ojos dilatados
por un llanto feliz, articula:"¡He aquí la Esclava del Señor! Que se haga
de mí según su Palabra" y reclina su cabeza, adorando, sobre las rodillas
del Hijo.

Jesús la cubre con su manto, ocultándola a los ojos de todos, y dice: "Y
se hizo. Y se hará hasta el fin, hasta la otra y otra más de sus
transfiguraciones. Será siempre la "Esclava de Dios". Hará siempre como le
diga "la Palabra". ¡Mi Madre! ¡Esta es mi Madre! Y está bien que vosotros
comencéis a conocerla en toda su santa figura... ¡Madre! ¡Madre! Alza,
Querida, tu rostro... Llama a tus devotos a la Tierra en la que por ahora
estamos..." dice destapando a María tras algún tiempo durante el cual no
se oía sino el zumbido de las abejas y el borbotear de la pequeña fuente.

Levanta María su rostro bañado en llanto y susurra: "Hijo, ¿por qué me
has hecho esto? Son sagrados los secretos del Rey...".

"Mas el Rey puede desvelarlos cuando quiera.Madre, lo he hecho para que
comprendan las palabras de un Profeta:"Una Mujer encerrará en sí al Hombre"
; y las del otro Profeta:"La Virgen concebirá y dará a luz un Hijo". Y
también para que quienes se horrorizan de tántas cosas que juzgan
envilecedoras para el Verbo de Dios, tengan, como contrapeso, otras muchas
que les confirmen el gozo de ser "míos". Así no se escandalizarán ya más y
conquistarán asímismo por ello el Cielo..."

En esta maravillosa presentación de su Santísima Madre, habla Jesús de
cuatro "TRASNFIGURACIONES"
de María: las cuatro fundamentales pinceladas del "Cuadro". En la primera,
se nos presenta a María como Ella existe, ab aeterno, en la mente y en el
corazòn de Dios antes de que existiese realmente; en la segunda nos la
presenta desde que Dios (el Verbo encarnado) comienza a existir en Ella a
partir de la Anunciación; en la tercera y en la cuarta "transfiguración"
(apenas insinuadas) nos es presentada María sobre el Calvario y después en
el Cielo: la Virgen se transfigura en la Dolorosa Corredentora (tercera
transfiguración) y después, finalmente, en la Asunta gloriosa en cuerpo y
alma (cuarta transfiguración).

Este es el primer cuadro verdaderamente divino, digno del Artista supremo.


¿CÓMO VES TU A MARÍA?


También este segundo cuadro de la Virgen -lo mismo que el primero- fue pintado en Nazaret durante el tercer año de la vida pública de Jesús.

La cosa sucedió así. Judas Tadeo, primo de Jesús y sobrino de María, se dirige al Maestro divino y le pregunta a quemarropa:

Hermano mío, dime una cosa que desde hace tiempo deseo saber.¿Cómo ves Tú a María? ¿Como Madre o como súbdita? Es Madre para Tí, pero es mujer, y Tú eres Dios..." dice el Tadeo.

(Y Jesús le responde): "(La veo) como hermana y esposa, como delicia y descanso de Dios y como consuelo del Hombre. TODO LO VEO Y LO TENGO YO EN MARÍA, como Dios y como Hombre. La que era Delicia de la Segunda Persona de la Trinidad en el Cielo, Delicia tanto del Verbo como del Padre y del Espíritu, es la Delicia del Dios Encarnado, y lo será del Hombre-Dios glorificado".

"¡Qué misterio! ¿Dios, por tanto, se privó dos veces de sus complacencias al daros a Tí y a María a la Tierra...?" piensa el Zalote (uno de los doce apóstoles, llamado Simón).

"¡Qué amor!, es lo que debes decir. El amor es el impulsó a la Trinidad a dar a la Tierra a Jesús y a María" dice Santiago.

"Y, no por Tí, que eres Dios, sino por su Rosa,¿no teméis confiarla a los hombres que son todos indignos de tutelarla?" pregunta Tomás.

"Tomás, (-responde Jesús-) te responde el Cantar: "El Pacífico tenía una
viña que la confió a los viñadores, los cuales, profanadores incitados por
el Profanador, habrían entregado fuertes sumas por hacerse con ella, o sea,
toda suerte de añagazas para seducirla, mas la hermosa Viña del Señor se
guardó por sí misma, no quiso entregar sus frutos a otro que al Señor ni
abrirse sino al Mismo,engendrando al Tesoro sin precio: al Salvador".

En este cuadro, María Santísima es: 1).- la delicia de la Santísima
Trinidad; 2).- la alegría y el consuelo del Verbo Encarnado, del
Hombre-Dios; 3).- la Viña siempre bien custodiada que dió todos sus frutos
exclusivamente al Señor y engendró al Tesoro sin precio:el Salvador; 4).-
la delicia del Hombre-Dios glorificado.

Hoy que se habla tanto de feminismos, cuánto nos enseña este conocimiento de nuestra Madre, siendo la mujer, lo que tenía que ser en el mundo, la delicia de Dios en la Tierra, supuesto que en ella está la perfección del amar, amor hoy tan ausente, cuando debía de ser el motor de todo. El Hombre al sentirse amado, amaría. El Hijo, al sentirse amado, amaría. La Sociedad al sentirse amada, amaría. Para mí esta es una de las causas de lo que nos pasa. Amad Mujeres y seréis amadas y transformarías al mundo.Por eso, como las mariposas, se buscan las flores que les llenen de sus perfumes y no las encuentran. Míremos a María, en Ella está la salvación de la Humanidad.


EL ARCA DE ORO
       


Este cuadro de su Madre, lo pintó Jesús en
el discurso pronunciado en la sinagoga de
Cafarnaún sobre el “PAN DE VIDA BAJADO
DEL
CIELO”. Los asistentes, al oír sus palabras,
se escandalizaron y murmuraron. Jesús
entonces replicó:

“¿Por qué murmuráis entre vosotros? Sí, Yo
soy el Hijo de María de Nazaret, hija de
Joaquín de la estirpe de David, virgen
consagrada en el Templo y después desposada
con José de Jacob, de la estirpe de David.
Muchos de vosotros conocisteis a los justos
que fueron padres de José, carpintero real, y
también a María, virgen heredera de la
estirpe real. Esto os hace decir: “¿Cómo
puede éste decir que ha bajado del Cielo?”, y
la duda se apodera de vosotros.

“Os recuerdo a los Profetas en sus
profecías referentes a la Encarnación del
Verbo. Y os recuerdo cómo, más para vosotros,
israelitas, que para cualquier otro pueblo,
es un dogma que Aquel a quien no osamos
llamar (Dios) no pudiera darse una carne
según las leyes de la humanidad y humanidad
decaída por añadidura. El Purísimo, el
Increado, de haberse mortificado en hacerse
Hombre por amor al hombre, otro no podía
hacer sino elegir un seno de Virgen, más pura
que los lirios, para revestir de Carne su
Divinidad. El Pan bajado del cielo en tiempo
de Moisés fue depositado en el arca de oro,
cubierta con el Propiciatorio, velada por
Querubines tras los velos del Tabernáculo. Y
con el Pan estaba la Palabra de Dios. Y era
justo que así fuese porque se debe tributar
sumo respeto a los dones de Dios y a las
Tablas de su Palabra Santísima. Mas ¿qué
habrá preparado Dios para su misma Palabra y
para el Pan verdadero que ha venido del
Cielo? Un arca más inviolada y preciosa que
el arca de oro, cubierta con el precioso
Propiciatorio de su pura voluntad de
inmolación, vigilada por querubines de Dios,
velada con el velo de un candor virginal, de
una humildad perfecta, de una caridad sublime
y de todas las virtudes más santas.

“¿Y entonces? ¿No tendréis todavía que
mi Paternidad está en el Cielo y que, por
eso, Yo vengo de allá...?”

Tenemos aquí, en síntesis, los tres
componentes fundamentales de la Mariología:
1).- la singularísima misión de María: la de
ser Madre de la Palabra (el Verbo hecho
carne), el Pan vivo bajado del Cielo para la
salvación de los hombres; 2).- los singulares
privilegios de María, arca virginal, más
preciosa que la que contenía el Maná y las
Tablas de la Ley; 3).- el culto o singular
veneración debida a tal Arca.


LA FLOR SOLITARIA DE NAZARET
       


“¡Allá (en Nazaret) hay una Flor! ¡Es
una Flor que vive solitaria exhalando pureza
y amor para su Dios y para su Hijo! Es mi
Madre. Tú la conocerás y ya me dirás si hay
criatura que se le asemeje, incluso hasta en
gracia humana, sobre la tierra. Hermosa es
ciertamente, mas nada es ello comparado con
la belleza que irradia de su interior. Si un
hombre brutal la despojase de sus vestidos,
la desaliñase y la dejase errabunda, Ella aún
semejaría una Reina con vestiduras regias
porque su santidad la cubriría con un manto
de esplendor. Puede el mundo proporcionarme
todo el mal que quiera, mas todo se lo
perdono puesto que, para venir a él a
redimirlo, la tuve a Ella, la humilde y
excelsa Reina del mundo a la que éste ignora,
pero de la que le vino el Bien y aún más le
vendrá con el correr de los siglos... En
verdad te digo que la verdadera Casa de Dios,
el Arca santa, es su Corazón al que hace de
velo su carne purísima sobre la que forman un
reclamo sus virtudes” II,293.

En este pequeño cuadro se destacan más
cosas. En primer lugar la singularidad y
trascendencia de María sobre todas las
criaturas: “no hay criatura que se le
asemeje”. Su singular belleza tanto externa
como, sobre todo, interna... Su majestuosa
Realeza: una Reina cubierta por completo de
santidad. Su acción sobremanera benéfica: la
de haber proporcionado al mundo el Bien, el
Salvador... Y, por último, su benéfico
influjo salvífico a través de los siglos...
Ella es la “Ciudad de Dios”, “el Arca santa”
adornada de todas las virtudes.

 


LA PERFECTA ESCLAVA DE DIOS

Es un cuadro pintado por una joven profetisa hebrea de treinta años, Sabea
de Carmel, de la estirpe de Aarón, de Betlechi.

Nos encontramos en el tercer año de la vida pública de Cristo, en una
posesión de Zaqueo, cerca de Jericó. Se hallan presentes algunos Apóstoles,
escribas y discípulos. Una joven mujer, tras haber hecho, con voz vibrante y
ojos luminosos, inspirada por Dios, el más subido elogio de Cristo, del
Mesías Redentor, pasa a hablar de la madre del mismo.

“Su voz se hace potente e imperiosa como un mandato: “¡Mira, pueblo de
Dios, a tu Rey! ¡Conoce su Rostro! Tienes delante a la Belleza de Dios. La
sabiduría de Dios ha tomado una boca para instruirte. No son ya, pueblo de
Israel, los Profetas quienes te hablan del Inefable. Es El mismo. Él, que
conoce el misterio que es Dios que te habla de Dios... Él, que conoce el
pensamiento de Dios que te acerca a su seno, pueblo párvulo todavía
después de tantos siglos y te nutre con la leche de la Sabiduría de Dios para
hacerte adulto en Dios. Para hacer esto se ha encarnado en un seno. En el
seno de una mujer de Israel, más grande ante Dios y los hombres que toda
otra mujer. Ella ha arrebatado el corazón de Dios con uno solo de sus
latidos de paloma. La belleza de su espíritu ha seducido al Altísimo y Él ha
hecho de Ella su trono. María de Aarón pecó porque en ella estaba el pecado
(Números 12). Débora indicó lo que había de hacerse, mas no lo llevó a
cabo con sus manos (Jueces 4-5). Yael fue fuerte, mas se manchó de sangre
(Jueces 4, 17-23; 5,24-27). Judit era justa, temía al Señor y Dios estuvo en
sus palabras, permitiéndole lo que hizo para que se salvase Israel, mas, por
amor patriótico, empleó astucia homicida (Judit 8-10). Ahora bien, la Mujer
que lo ha engendrado es superior a estas mujeres porque es la Esclava
perfecta de Dios y le sirvió sin pecar. Toda pura, inocente y bella, es el
hermoso Astro de Dios desde que surge hasta su ocaso. Toda hermosa,
resplandeciente y pura para ser Estrella y Luna, Luz de los hombres para que
encuentren al Señor. No precede ni sigue el Arca santa, como María de Aarón,
porque el Arca es Ella misma. Sobre las turbias ondas de la Tierra cubierta
por el diluvio de las culpas, Ella se desliza y salva, porque quien penetra
en Ella encuentra al Señor. Paloma sin mancha, sale y porta el olivo, el
olivo de la paz para los hombres (Génesis 8,11), porque Ella es Oliva
especiosa (Sirácida 24,14). Calla y con su silencio habla y opera más que
Débora, Yael (Jueces 4-5) y Judit (8-16), y no aconseja batallas como
tampoco estragos ni derrama otra sangre que la suya más selecta, aquella con
la que formó a su Hijo. ¡Mísera Madre! ¡Madre sublime...! Judit temía al
Señor, mas su flor se la entregó a un hombre (Judit 8, 1-8). Esta en cambio,
entregó al Altísimo su flor inviolada y el Fuego de Dios ha bajado al cáliz
del lirio primoroso y un seno de mujer ha contenido y llevado al Poder, la
Sabiduría y Amor de Dios. ¡Gloria a la Mujer! ¡Cantad, mujeres de Israel,
sus alabanzas!

Calla la mujer cual si tuviere la voz cansada. Y, en efecto, no sé cómo
pueda hacer para sostener un timbre de voz tan agudo.

Dicen los escribas: ”¡Está loca! ¡Está loca! Hazle callar. Está loca o
poseída. Oblígale al espíritu que la posee que se vaya de ella”.

“No puedo. No es sino el espíritu de Dios y Dios no se despacha a Sí mismo”.
“No lo haces porque os alaba a Ti y a tu Madre, lo que estimula tu orgullo”.
“Escriba, recapacita sobre lo que sabes de Mí y verás que Yo no conozco
el orgullo”.

“Con todo, sólo un demonio es el que puede hablar en ella para enaltecer así
a una mujer... ¡La mujer! Y ¿qué es en Israel y para Israel la mujer? ¿Qué
es sino pecado a los ojos de Dios? ¡La seducida y la seductora! De no ser
por la fe, costaría trabajo pensar que la mujer tiene alma. Por ser inmunda
la está prohibida acercarse al Santo. ¡Y aún dice ésta que Dios bajó a ella...!”
dice otro escriba escandalizado, coincidiendo sus compañeros con él.

Sin mirar a nadie y cual si hablara consigo mismos, dice Jesús: “La Mujer
hollará la cabeza de la Serpiente (Génesis, 3,15)... La Virgen concebirá y
dará a luz un Hijo que será llamado Emmanuel (Isaías 7,14)... Brotará un
retoño de la raíz y sobre El se posará el Espíritu del Señor (Isaías 11,
1-2). Esta Mujer es mi Madre. En honra de tu saber, recuerda y comprende,
escriba, las palabras del Libro”.

Los escribas no saben que responder. Aquellas palabras ellos habíanlas
leído mil veces teniéndolas por verdaderas. ¿Cómo van a poder ahora
negarlo? Se callan”. VII, 1700-1702 35

En este quinto y último cuadro os aparece la Virgen como “la perfecta
Esclava de Dios” tanto en le Encarnación del Hijo de Dios como en la
redención del hombre y en su perenne y esplendorosa pureza, así del alma
como del cuerpo y digna por tanto de alabanza y de gloria. Y Jesús, con
diversas profecías, confirma –contra los escribas- el altísimo elogio
tributado por la joven profetisa a su Madre Santísima.


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