Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 56

 

Los Objetos Besados por la Virgen.

¡Un regalo maravilloso de la Bendita Madre!

II

¡Qué regalo nos has dado, querida Madre María!.

 

Mari Loli da a besar a la Virgen unos rosarios.

 

Viaje a Ucrania, segunda parte.

Helen y Michael con el Obispo Cornelio Pasichny de la Diócesis Católica Ucraniana de Toronto, poco antes del viaje a Ucrania.

 

Dios colmó de gracias el viaje que Michael y Helen Rozeluk hicieron a Ucrania para difundir el mensaje de nuestra Bendita Madre en Garabandal. Dios premia con grandes gracias lo que se hace a favor de las Apariciones de su Madre.

 

Encuentro con el Obispo Sophronius Mudry en Ivano Frankivsk, Ucrania.

Dicen Michael y Helen:

Fuimos acompañados a la sede del obispo por Bohdan Shyptur, nuestro organizador del viaje, y por P. Zenovy Kasko, el párroco de la villa de Radcha, donde hablamos los primeros dos días de nuestra visita a Ucrania.

El padre Zenovy, un sacerdote muy devoto y santo, trabaja  estrechamente con el Obispo. Él mismo presenció los primeros milagros e inmediatamente informó a su Obispo.

En su parroquia, el P. Zenovy empezó a dedicar un dia a la semana a la Madre de Dios, en el que se da a besar la medalla besada por Nuestra Señora en Garabandal, siendo el principal fruto las conversiones y también muchas curaciones milagrosas.

 

En la sede del Obispo Mudry.

El P. Zenovy nos acompañó a la sede del Obispo. El obispo Sophronius Mudry nos saludó con gran afecto. El ya había oído acerca de nosotros por el Padre Zenovy y por otras fuentes.

Foto: Monseñor Mudry recibe con mucho afecto a Michael y Helen.

Él quería preguntarnos muchas cosas personalmente y discernir por sí mismo. La conversación fue muy cálida y amistosa. Escuchó, muy atento, lo que le dijimos acerca de Garabandal y de nuestro trabajo para la Bendita Madre.

Estaba interesado especialmente en lo que sucedió en los dos dias anteriores porque ya había oído de las curaciones milagrosas.

Nos preguntó donde nos alojábamos y cuando Bohdan Shyptur, nuestro organizador del viaje, le dijo que nos alojábamos en su hogar, el Obispo Mudry nos dijo que durante el resto de nuestro viaje por su diócesis, nos alojaríamos en su residencia privada.  De este modo teníamos un tiempo de silencio para la oración y el descanso. Nos sentíamos como en casa con el Obispo Mudry, fue como un padre para nosostros, es un hombre de Dios.

 El domingo por la tarde tuvimos nuestro primer encuentro con el Obispo y el personal de la Curia. Comían en familia. Llegamos a ser dos miembros más de esta familia. Esa noche el Obispo quiso que le mostrásemos el video documental sobre Garabandal, que él vió con gran interés.

 

En el Seminario.

Al día siguiente, el lunes, Helen y yo nos levantamos sobre las 7:30 de la mañana. La Santa Misa la celebró el Obispo Mudry en su capilla privada. La Capilla estaba a sólo dos habitaciones mas allá. ¡Era tan hermoso estar viviendo bajo el mismo techo con Jesús! ¡Qué bendición!.

Foto: La Capilla privada del Obispo Mudray.

Esa tarde, el Obispo Mudry nos llevó a nuestra próxima presentación, que era en el Instituto de Estudios Teológicos en Ivano Frankivsk.

Nos presentó al Rector y visitamos el lugar, que incluye la Capilla, aulas, lugares de estudio, una gran biblioteca, un audtorium y la residencia de estudiantes.

Dios bendice con abundantes vocaciones a quienes aman con tanto cariño a Jesús, y a su Madre María.

Actualmente hay tres cientos seminaristas que estudian allí, con una larga lista de espera. El Obispo Mudry nos dijo que su diócesis ha sido bendecida con muchísimas vocaciones. La única dificultad es el espacio y la financiación.

El Obispo nos acomodó en la sala del seminario que se llenó con los 300 seminaristas y sus familias. El obispo Mudry nos pesentó a todos, rezó el Rosario con nosotros y vió el video documental sobre Garabandal con todos nosotros.

Nos bendijo delante de todos y fue el primero en besar la medalla de Nuestra Señora, pidiéndonos que rezásemos por él delante de todo el grupo de estudiantes.

Después de nuestro discurso, todos los seminaristas se pusieron en fila para venerar y besar la medalla. Los seminaristas jóvenes empezaron espontáneamente a cantar himnos a Nuestra Bendita Madre. Estábamos embelesados.

No era un cantar cualquiera. Era música coral muy hermosa, en armonía de cuatro partes, cantada con voces angélicas, como un coro profesional de hombres. Parecía que estábamos en el Cielo.

Los estudiantes tenían una gran fé y devoción. Todos y cada uno de los jóvenes tomó sus rosarios, escapularios y estampas y fueron tocados a nuestras medallas besadas por la Bendita Madre. Fue una tarde llena de bendiciones de Dios.

Bohdan Shyptur, nuestro organizador del viaje, llegó tarde porque tuvo una avería y tuvo que reparar su coche. Estaba admirado de cómo Dios dispone los acontecimientos, siempre para nuestro bién.

Cuando Bohdan fue a recoger su coche al taller de reparaciones, el mecánico, que tenía su residencia en la aldea de Radcha, donde habíamos hablado en los dos días anteriores, le dijo que su vecino tenía un hijo de siete años, mudo de nacimiento. Después de besar la medalla de Nuestra Señora y durante los rezos, el niño empezó a hablar. ¡Si no fuese por la avería del auto no nos hubiéramos enterado de este milagro!.

 

En el Monasterio Basiliano.

El martes, 24 de septiembre, después del desayuno, el Obispo Mudry salió para el aeropuerto de Lviv para recibir al Arzobispo de Jerusalén, que llegaba para una visita oficial a Ucrania ese día.

Ese mismo día, visitamos al Obispo emérito de la diócesis, de avanzada edad, el Obispo Sophronius Dmyterko. Es un sacerdote santo y piadoso con una mente brillante y mucha sabiduría.

A causa de su incapacidad física, está postrado y bajo el cuidado de las Hermanas Siervas de María Inmaculada. Esta orden de monjas fue fundada hace cien años y ahora se ha extendido por los cinco continentes. Su fundadora, la Hermana Josafata, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II tres meses antes de nuestra visita a Ucrania.

El obispo Dmyterko se interesó mucho por nuestra historia y las Apariciones de Garabandal. Compartimos con él y con las hermanas algunas de nuestras vivencias de los últimos tres días. El obispo pidió que rezásemos con él y nos bendijo.

Nos dijo que continuásemos con nuestro apostolado para Nuestra Señora. Le dimos a él y a cada una de las hermanas una medalla relicario de Garabandal y una copia del video documental sobre Garabandal.

Después de la visita al Obispo Dmyterko, fuimos al Monasterio Basiliano en Ivano Frankivsk. Cuando llegamos, tuvimos que entrar por la puerta trasera porque la multitud era tan grande que no había manera de entrar por la entrada principal.

La Iglesia del Monasterio se llenó a rebosar, unas 2000 personas, y la sala del edificio adyacente se llenó también a rebosar, con mas de 600 personas. Hablamos en el auditorium, después en la Iglesia. Todos pudieron venerar y besar la medalla de Nuestra Señora.

Dimos un discurso breve acerca del mensaje de Nuestra Señora en Garabandal. El padre Zenovy rezó por todos. Mientras P. Zenovy y yo entramos en la Iglesia, Helen se quedó en la sala.

Dice Helen:

Una madre joven se me acercó con su hijo de 6 años en sus brazos. Ella me dijo que su hijo era paralítico de ambas piernas. Le dí la medalla a besar y puse al pequeño en el suelo. ¡Él se tenía de pie!.

Le pregunté si podía dar un paso. ¡Y él lo hizo!. Y otro paso, y otro... Finalmente ya pudo andar por sí mismo a los brazos de su madre. ¡Qué milagro maravilloso!. ¡Todos lloraron de alegría cuando la madre abrazó a su hijo, que anduvo por primera vez!.

La Madre María estaba allí; se veía en el rostro de la gente su gran fe y amor. Dios nos dió fuerzas para estar allí hasta que todos besaron la medalla. Terminamos alrededor de la medianoche. Los monjes nos invitaron a comer. Volvimos a la residencia del obispo después de la una de la madrugada. Estábamos agotados pero muy felices.

 

En la Catedral.

El miércoles, 25 de septiembre, después de la Santa Misa, durante el desayuno, el Obispo Mudry nos pidió le informásemos. Estaba interesado por todo lo que sucedió, así como sobre las curaciones que habían ocurrido delante de numerosos testigos.

El Obispo Mudry designó a seis seminaristas para cada uno de nosotros para que nos acompañasen. Esta decisión era providencial, porque debíamos hablar en la Catedral de la Diócesis esa tarde.

Llegamos a la Catedral bastante temprano para encontrarmos con algunos parientes que habían viajado de lejos para estar con nosotros. Vinieron en un autobús lleno de personas de la misma aldea.

Hay sólo una iglesia en la aldea, una iglesia ortodoxa, pero la devoción a la Madre María son muy fuertes allí. Por esta circunstancia, ellos eran de la iglesia ortodoxa. Para Nuestra Señora, todos somos Sus hijos.

Estos aldeanos pobres, movidos solo por la fe, reunieron algo de dinero para pagar un autobús para venir a Ivano Frankivsk desde la provincia vecina. Esperaron todo el día. En la catedral, todos se confesaron con un Sacerdote católico. Pero algo milagroso sucedió también a ellos. Supimos que todos los 35 enfermos de este grupo fueron curados esa noche.

Esa noche, en la catedral, la multitud era inmensa. En la catedral caben cerca de 1200 personas cómodamente. Esa noche había mas de 2000 personas allí. A las 6 de la tarde comenzó la Sagrada Liturgia. Después de nuestra presentación y discurso, dimos a besar las medallas con el beso de nuestra bendita Madre.

Una joven nos dijo que ella no ha necesitado su inhalador para el asma desde que besó la medalla. Una niña de diez años venía con muletas, ayudada por su madre. Era incapaz de andar por sus propios pies sin dolores. La madre explicó que su hija tuvo una osteomielitis crónica durante muchos años.

Después de besar la medalla y rezar por ella, ya no necesitó las muletas porque Jesús la había curado. Ella pudo andar sin dificultad. Su madre estaba emocionada mirando a su hija que andaba libremente.

Todos los que presenciaron este milagro sentían la presencia de Dios. Todos querían besar con el mayor fervor la medalla de Nuestra Señora de Garabandal.

Muchas personas subieron y dijeron que ellos eran ortodoxos. Muchos sacerdotes ortodoxos vinieron también y nos invitaron a hablar en sus parroquias. Todos estaban allí para venerar y besar la medalla besada por nuestra Bendita Madre en Garabandal y Ella estaba allí presente con todos ellos.

Terminamos a las once de la noche, cansados pero llenos de paz y alegría; después cenamos y volvimos a la sede del Obispo sobre la una de la madrugada.

 

En la pueblo de Vovchyntsi.

El jueves, 26 de septiembre de 2002, fuimos a la villa de Vovchyntsi, cercana a Ivano Frankivsk. La iglesia, de madera vieja, era hermosa por dentro. Las tallas, las imágenes doradas, los iconos y frescos, junto con el altar y el Tabernáculo, nos dan una lección del fervor religioso con que estas gentes aman a Nuestro Señor y a su Bendita Madre.

En la iglesia de Vovchyntsi.

De hecho, vimos que todas las iglesias de Ucrania, viejas o construidas recientemente, son un digno tributo a Dios de la gente que le ama. Tan pobres como ellos son, las personas aquí no se reservan nada a la hora de honrar a Dios y Su Templo santo. Escogen lo mejor para la morada de Nuestro Señor.

Al día siguiente era el día de la Exaltación de la Santa Cruz. El Padre Mykola Luzhny, el párroco de la iglesia de Vovchyntsi, empezó la Vigilia con el rezo de las Vísperas.

Nosotros hablamos brevemente, como de costumbre, acerca de Garabandal y los Mensajes de Nuestra Señora. Entonces, después de una bendición general, el Padre nos colocó al lado de las puertas de la entrada para que todos pudiesen besar las medallas y recibir el Beso de Nuestra bendita Madre.

En la iglesia de Vovchyntsi, la gente escucha con entusiasmo el mensaje de la Virgen de Garabandal.

 

Después que terminamos, fuimos invitados a una muy tardía cena en la casa del párroco y volvimos a nuestra residencia alrededor de la 1:30 de la madrugada.

 

El séptimo dia, de nuevo en la Catedral.

Estábamos maravillados de la grandeza del amor de Dios. A mi esposa, Helen, le pasaba lo mismo. Nadie podía pensar en los grandes milagros que Dios realizaría con estas gentes.

Ya habíamos sido testigos anteriormente de muchos milagros, pero lo de aquí, en Ucrania, era impresionante; los milagros que veíamos aquí día tras día. Sobre todo, lo más importante, las conversiones y cambio de vida, un mayor amor a Nuestro Señor y su Bendita Madre.

El viernes, 27 de septiembre, hablámos otra vez en la Catedral de Ivano Frankivsk. Esta vez la multitud era enorme, por lo menos cinco mil personas. No sólo estaba llena la Catedral, la multitud se extendía por los alrededores.

Durante la Santa Misa, los sacerdotes encontraron imposible dar la Santa Comunión porque no había modo de moverse, ni tampoco los fieles. Tuvieron que concluir la Santa Misa y dar la Santa Comunión a medida que la catedral se vaciaba lentamente.

Era imposible moverse, porque las multitudes vinieron de todas direcciones, dentro y fuera.  El control de la multitud era virtualmente imposible. Hacer filas ordenadas era imposible; todo el espacio estaba lleno.

Nuestra Señora vino a ayudarnos.

Helen pidió a la multitud rezar el "Avemaría" con ella continuamente. Mientras rezaban, venía el orden y la paz. Tan pronto dejaban de rezar volvía el caos.

Entonces pedimos que todos rezasen hasta que nuestra bendita Madre pusiera orden. Poco después, alguien dijo:

-- Mirad, ¡es un milagro!.

¡Miramos y vimos, por primera vez, cómo la gente, sin saber cómo, se movió a una sola fila de personas y formó fila en un zigzag ordenado por la plaza!.

Para esto se hubiera necesitado mucha gente de orden público para poder hacerlo así y hacerlo desde el principio. ¡Humanamente hablando, esto habría sido imposible de hacer con una multitud de este tamaño, sin hacerlo previamente!. La madre María enseñaba a Sus hijos; para restaurar la paz y ordenar las cosas, debemos orar a Ella continuamente. Ella cuida de lo demás.

Una pareja joven vino hacia mí llevando a su hijo pequeño de cuatro años en sus brazos. Estaba paralítico, incapaz de andar. Lo tomé en brazos, besó la medalla de nuestra Señora y se lo entregué a sus padres. Dije, movido por una fuerza interior:

-- Vaya a casa. Ore y tenga fé, su hijo andará dentro de una semana.

Yo mismo me preguntaba por qué les dije así. Tres días después, cuando nuestros organizadores grababan en vídeo los testimonios de los que se habían curado, esta pareja joven estaba presente con su hijo pequeño.

La cinta de video muestra al niño corriendo por el vestíbulo. Cuando volvimos a Canadá, nos mandaron una copia de un artículo periodístico escrito por este matrimonio, dando un hermoso testimonio de la curación de su hijo por obra de Nuestro Señor y dando gracias a Nuestra Señora por Su intercesión.

Cuando una mujer joven se me acercó, sentí necesidad de rezar por ella un poco más. Repentinamente, ella exclamó que ahora podía mover la cabeza y el cuerpo sin dolor. El dolor se fue repentinamente. Ya era capaz de girar la cabeza, doblar el cuello, inclinarse hacia abajo, algo que ella había sido incapaz de hacer antes. ¡Alabado sea Dios!

Después de esto, una madre joven se acercó, pidiendo oraciones por su niño muy enfermo. Después, ella pidió se rezase por ella. Cuando le iba a dar la medalla, supe que no había ido a confesar por largo tiempo y que mis oraciones no podían continuar. Pero que los problemas de su hija se resolverían cuando se confesase.

Helen y yo, en nuestros discursos, hacemos énfasis repetidas veces sobre la importancia de la confesión frecuente, como Madre María enseñó en Garabandal.

Hacia el fin de la tarde, cuando las multitudes se dispersaban, el párroco de la Catedral pidió a Helen para venir con él a la sacristía, para orar por dos mujeres jóvenes.

Dice Helen:

Sentadas en el sofá, había dos señoritas. Sus familiares estaban presentes también. El padre me dijo que una de las jóvenes tenía problemas para andar y que la otra sufría una forma severa de epilepsia. Después de presentarnos, el Padre volvió a la Iglesia.

Además de nuestras medallas de Garabandal, Michael y yo tenemos un Crucifijo que contiene un trozo de la Cruz verdadera de Jesús. Me arrodillé delante de las dos chicas sentadas.

Teniendo mi medalla de Garabandal en mi mano derecha, con mi izquierda yo saqué el Crucifijo y empecé a orar por la mujer joven que tenía problemas para andar. Cuando saqué el crucifijo, la joven "epiléptica" se empezó a mover incontrolable.

Supe inmediatamente que eso no era solo un caso de epilepsia. La Cruz de Jesús solo trae paz. Tan pronto como la toqué con el crucifijo, ella empezó a ser sacudida como si fuese una muñeca de trapo.

Pedí que llamasen al Sacerdote. El empezó a invocar a San Miguel y a recitar las oraciones de liberación y de protección. Hechó a todos agua bendita, especialmente a la joven, exorcizando al demonio. Finalmente, ella volvió en sí, con una sonrisa alegre en su cara y rezamos una oración en acción de gracias. Todos lloramos, la joven estaba curada.

Cuando estaba a punto de salir de la sacristía, otra mujer se me acercó, pidiendo que orase por su hermana, a quien llevaba de la mano. La miré y vi que estaba demacrada, pálida, con ojos sobresalientes y retorcidos, girados hacia afuera.

Entonces dije a la hermana que debía buscar a un Sacerdote Exorcista. Más tarde, cuando hablé con el párroco, me contestó que él está muy familiarizado con su caso. Su familia ha tenido historias de posesiones diabólicas.

San Miguel Arcángel derrotó y continúa a derrotar los poderes del infierno. Estoy muy agradecida por esta lección porque sirvió como una preparación para encuentros de naturaleza semejante, más tarde, durante nuestro viaje.

La multitud de este día fue dos veces mas grande que antes. A las 10:30 de esa noche cenábamos con el párroco en el comedor de la parroquia, felices por tantas bendiciones de Dios.

 

Continúa en la Tercera Parte ...

 

A. M. D. G.

 


 

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